Solo necesito que me aceptes - Abigail Huertas - E-Book

Solo necesito que me aceptes E-Book

Abigail Huertas

0,0
9,99 €

-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

APRENDE A INTERPRETAR LAS SEÑALES DE TU HIJO ADOLESCENTE Y DESCUBRE TU ESTILO DE PERSONALIDAD PARENTAL. Las nuevas generaciones de adolescentes tienen que enfrentarse a un mundo lleno de incertidumbres a nivel global y personal. Abigail Huertas es psiquiatra infantojuvenil y tiene una vasta experiencia acompañando a jóvenes con una gran diversidad de problemáticas que, detectadas a tiempo, pueden abordarse desde la colaboración entre familias y profesionales para garantizar la futura salud de nuestros hijos. A través de las historias de Mario, Jonás o Diana entenderemos cómo se abordan desde la psiquiatría infantojuvenil problemas como las adicciones, la depresión, las autolesiones o los trastornos de la conducta alimentaria, y aprenderemos a usar estrategias para que nuestros adolescentes sean capaces de comunicarnos lo que les hace sufrir. Además, la autora ofrece un apartado para que los padres identifiquen su estilo de crianza, a fin de que conozcan sus puntos fuertes y puedan mejorar aquellos aspectos que requieren mayor atención.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 245

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Dra. Abigail Huertas

SOLO NECESITO QUE ME ACEPTES

LA SALUD MENTAL EN LA ADOLESCENCIA y cómo detectar problemas en el desarrollo

© del texto: Abigail Huertas, 2024.

© de esta edición: RBA Libros y Publicaciones, S.L.U., 2024.

Avda. Diagonal, 189 - 08018 Barcelona.

rbalibros.com

Primera edición: mayo de 2024.

ref: obdo325

isbn: 978-84-1132-868-5

aura digit • composición digital

Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito del editor cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida a las sanciones establecidas por la ley. Pueden dirigirse a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesitan fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47). Todos los derechos reservados.

a mi padre, el hombre que más odié en mi adolescencia. a mi madre, la mujer a la que más decepcioné en mi adolescencia. y, sin embargo, me quieren.

a javier y marcos, que me acompañan, me serenan, me respetan y me enseñan.

aviso

En algún momento la autora se refiere a los niños, niñas y adolescentes en masculino por economía de lenguaje.

En este libro se compartirán casos recreando la experiencia de la propia autora, pero en ningún caso se citarán personas o historias reales.

CONTENIDO

Introducción

1. La formación de la personalidad adolescente

2. La salud mental infantojuvenil y las características de la personalidad adolescente

3. Antes de la adolescencia

4. Señales de alarma en la adolescencia

5. El trauma y el abandono

6. Algunas reflexiones sobre la identidad y el género

7. La transición a la vida adulta

8. La vida del adolescente

9. La superación del estigma

10. Cómo influir positivamente en el adolescente

Epílogo

Agradecimientos

Bibliografía y recursos

Navegación estructural

Cubierta

Portada

Créditos

Dedicatoria

Índice

Comenzar a leer

Agradecimientos

Bibliografía y recursos

Notas

introducción

Ningún viento es favorable para quien no sabe a dónde va.

séneca

Todo lo que los niños necesitan es un poco de ayuda, un poco de esperanza y alguien que crea en ellos.

magic johnson

por qué necesitas este libro y por qué lo he escrito

Me llamo Abigail y soy psiquiatra infantil. Por lo demás, soy una persona como tú.

Estas dos singularidades son posiblemente las que te han llevado a leer este libro.

Puede que no me conozcas de nada o que te hayan hablado de mí. Tal vez te he ayudado en el pasado o tienes interés por lo que puedo contarte sobre salud mental infantojuvenil, especialmente en la adolescencia.

Te agradezco tu atención. A cambio, te voy a regalar una lectura amena, amable y rigurosa que te ayudará a sentirte capaz de acompañar a cualquier niño, niña o adolescente de tu entorno y saber cuándo tienes que prestar atención a su estado emocional y cuándo es oportuno consultar con un profesional. Espero que me acompañes durante un tiempo y que este libro se convierta en un objeto preciado para ti, que lo compartas o regales a la gente que te importa para que también puedan sentirse tranquilos y capaces de acompañar, facilitar, proteger, respetar, estimular y cuidar a sus hijos. Y también espero que compartas conmigo tus impresiones sobre su lectura y que me hagas saber qué es lo que más te ha ayudado.

Si lees la prensa o consultas las noticias, el panorama puede resultar desolador. Por eso te recomiendo distanciarte de las noticias sensacionalistas y de las redes sociales y consultar fuentes expertas para mantener la calma mientras me acompañas en la lectura de este libro. Esto te permitirá aprovechar todo lo que compartiré contigo. A lo largo de años escuchando las preocupaciones y dudas de amigos y compañeros sobre la salud mental de sus hijos y trabajando con niños, niñas y adolescentes, he acumulado muchas experiencias que servirán para hacerte más accesible el conocimiento. Espero resultar amena y útil a partes iguales.

Abigail es un nombre femenino de origen hebreo que significa «la alegría del padre» y, curiosamente, mi padre es psiquiatra, y, cuando yo era niña, ejercía como psiquiatra infantil. Tal vez el día que mis padres eligieron mi nombre, sin darse cuenta, estaban decidiendo mi camino. Qué gran responsabilidad es ser padres. Y qué alegría cuando nuestros hijos están bien.

Es importante que sepas que los niños y adolescentes captan nuestras preocupaciones, y es muy difícil disimular lo que nos preocupa. Podríamos decir que son como «antenas parabólicas» o parecen tener activado el Bluetooth. Por eso siempre pongo mucho interés en la importancia de adquirir herramientas para comunicarnos eficazmente con ellos y no ocultarles la verdad (aunque no es necesario contarles todo lo que nos ocurre de forma descarnada). Usando un lenguaje adaptado a su momento del desarrollo, se pueden responder sus preguntas, explicando la situación de una manera franca, descriptiva, sin juicios de valor y con la menor carga emocional posible. Más adelante hablaré de las etapas del desarrollo, incluyendo el del lenguaje, para ayudarte con la tarea de hablar con los adolescentes.

Cuando he impartido charlas dirigidas a compañeros, al terminar, consultan dudas sobre niños concretos. Les preocupan tal vez alumnos difíciles de entender, familiares de pacientes a los que quieren ayudar y sobre todo casos cercanos de familiares y amigos a los que no saben dar respuesta. En los grupos de padres he percibido dificultad para aceptar los diagnósticos, problemas para entender las indicaciones de los profesionales y contextualizarlas, y mucha incertidumbre. Todo esto me ha ido haciendo modificar mi discurso hacia un lenguaje más cercano y fresco, encaminado a resolver estas preocupaciones. Hace ya unos años que en mi consulta intento hablar a los padres como me gustaría que hablasen a mi hijo, a mi hermana, a mi mejor amigo. Y el siguiente paso es plasmarlo en un libro.

Hace tiempo empecé una charla dirigida a psiquiatras y pediatras contándoles un cuento que les hiciera reflexionar sobre nuestra labor. Una compañera con la que trabajé atendiendo a niños afectados por el atentado del 11-M de 2004 en Madrid me dijo que le había encantado escucharme y que era necesario hacernos reflexionar más a menudo sobre el objetivo de nuestro trabajo.

Comparto contigo el cuento del carruaje, de Jorge Bucay, tal y como se lo conté a mis compañeros en aquella charla.1

Un joven nos cuenta en primera persona cómo recibe un regalo que le ilusiona, un carruaje precioso, a su medida. Enseguida se aburre del regalo, puesto que no se mueve del sitio y el paisaje ya le es conocido, pero su vecino, que pasa por allí, le da una idea: ¡necesita caballos! Consigue unos caballos que le llevan por caminos bonitos, pero también por otros peligrosos y a gran velocidad. Se siente asustado y muy enfadado con su vecino, que le ha dado la idea. Entonces su vecino le dice: «¡Te falta el cochero!». Y con el cochero es capaz de disfrutar de su carruaje y de un bonito paseo.

Si se aplica este cuento a mi trabajo, ya te habrás dado cuenta de que el joven simboliza al niño, la niña o el adolescente. El carruaje representa su vida y sus decisiones, y ese amable vecino podrías ser tú, su guía, su madre, su padre, la persona que le acompaña. Los caballos, como alegoría, serían las emociones y los impulsos que nos llevan por sitios a veces preciosos y otras veces complicados. Y el cochero somos los psiquiatras infantiles y de la adolescencia. Es un oficio precioso guiar a niños, niñas y adolescentes en su camino y verlos serenos, tranquilos y en calma, disfrutando del destino que elijan. Lo que te explico en este libro te ayudará a acompañar a las personas adolescentes de tu vida.

Y respecto a mi motivación para escribirlo, después de más de quince años acompañando a familias, tal vez me golpeó la «crisis de la mujer de mediana edad», si es que eso existe. Decidí buscar nuevos proyectos vitales. Es posible que tú también te hayas sentido así. Empecé a correr y también a utilizar las redes sociales con fines de divulgación. Comencé a compartir con mis pacientes mis experiencias y sensaciones en este camino. Aún recuerdo la cara de algunos adolescentes cuando les decía que estaba segura de que lograría correr una maratón y equiparaba su camino emocional y académico a la preparación de dicha prueba.

Con un proyecto vital ilusionante, hábitos de vida saludables y compartiendo mis objetivos con la gente que me rodeaba, empecé a compartir espacios de reflexión y divulgación con gente interesante que me animó a reunir mis conocimientos en un libro: enfermeros que hablaban del impacto de las redes sociales en la juventud, abogadas de familia, policías de menores, psicólogas deportivas, expertos en trauma psíquico. Y también se cruzaron en mi vida muchas mujeres deportistas. En parte, una de las responsables de que hoy escriba fue una corredora, trabajadora incansable y generosa, la periodista Cristina Mitre. Durante un viaje de fin de semana a Valencia para correr juntas la carrera de diez kilómetros que se desarrolla paralela a la maratón de Valencia, tras escuchar mi historia con atención y preguntarme sobre mi trabajo, Cris me dijo: «Tú tienes un libro dentro y no lo sabes».

Soy consciente de que el foco de la atención a nivel mundial está puesto en la adolescencia y su salud mental, especialmente después del impacto en la salud global de toda la población tras la pandemia mundial que sufrimos en 2020. Pero la juventud ya estaba sufriendo antes de la pandemia por motivos diversos, como la exposición a una mayor y más inmediata información; el cambio de paradigma social, con familias menos numerosas y que trabajan fuera de casa; las nuevas profesiones; la crisis económica que vivieron las familias en 2008,2 y nuestra dificultad para detectar y ocuparnos de las necesidades de los niños, niñas y adolescentes, más centrados en su integridad física que en la esfera emocional. Por eso he decidido escribirte a ti, como persona adulta que comparte esta preocupación y quiere mejorar la vida de las personas adolescentes a las que acompaña.

A lo largo de este libro no voy a hablar de enfermedades concretas ni de cómo abordarlas, aunque mis pacientes «casi siempre» consultan por alguna enfermedad. Los problemas que más frecuentemente son objeto de nuestro trabajo son los problemas del neurodesarrollo, como el autismo y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, los problemas afectivos, la depresión y la ansiedad, las fobias, los tics, los trastornos obsesivos, las alteraciones del pensamiento como las psicosis el consumo de tóxicos, los problemas graves de conducta, y algunos problemas de aprendizaje como el trastorno del desarrollo intelectual, en especial si se asocian a alguno de los problemas anteriores.

Los profesionales de salud mental infantil y de la adolescencia también llevamos a cabo una labor de acompañamiento en el desarrollo de los niños más vulnerables dentro de la prevención primaria, que es uno de los principales campos de trabajo en medicina y que ha demostrado ser eficaz a largo plazo evitando el desarrollo de enfermedades. La escritura de este libro es para mí una estrategia de prevención.

Recuerda que este libro es para ti, para la gente que me consulta, para mi familia y amigos. Para cualquiera que necesite guía y acompañamiento en la tarea de convivir y acompañar a niños y adolescentes. Mi objetivo con esta obra es ayudarte a mantener la calma durante la mayor parte del tiempo mientras tengas a tu cargo a niños, niñas y adolescentes. Bien sean tus propios hijos, tus sobrinos, tus alumnos o simplemente las personas adolescentes con las que te relacionas. Espero que disfrutes de su lectura, como yo he disfrutado escribiéndolo.

1la formación de la personalidad adolescente

BENDITA LA RAMA QUE DEL TRONCO SALE

«Quien a lo suyo se parece, honra merece». Este es el refrán que más repito en consulta tras hacer una hipótesis diagnóstica en niños con dificultades en su neurodesarrollo. Sin duda tranquiliza a las familias saber que sus hijos se parecen a ellos. Al fin y al cabo, «a mí no me fue tan mal» es una de las respuestas más frecuentes que me suelen dar los padres y madres en consulta.

Mariano es un niño de trece años que llegó junto con su familia a la consulta de Diagnóstico Complejo donde he trabajado estos últimos años porque su psiquiatra observaba en él algunas peculiaridades que hacían sospechar un trastorno del neurodesarrollo. La información que me transmitió era la siguiente: «Es un joven solitario, con gusto por lo rutinario e intereses poco habituales para su edad; no le gustan el fútbol ni los videojuegos. Además, necesita corretear por el pasillo o golpear los dedos de una mano contra los de la otra, aplaudiendo de forma repetitiva cuando está nervioso o emocionado. Tiene muchas manías y preocupaciones».

Habitualmente, con niños de esa edad suelo conversar un rato con los chicos y después, mientras la psicóloga clínica lleva a cabo algunas pruebas diagnósticas, tengo tiempo para hablar largamente con sus padres para recoger toda la información posible sobre el problema objeto de consulta, las valoraciones de otros profesionales, la situación en casa y en la escuela y el desarrollo previo.

El padre de Mariano estaba visiblemente incómodo desde el momento en que su hijo salió del despacho acompañado de mi compañera. No es raro que la gente se sienta incómoda en la consulta del psiquiatra, pero Julián, que así se llama, se removía en la silla, guiñaba un ojo repetidamente y su expresión facial era una mezcla de angustia y crispación.

—¿Va todo bien? ¿Hay algún problema que yo pueda solucionar? —le pregunté al ver que no mejoraba su estado.

—No, no, todo bien.

Y, tras un silencio breve intercambiando miradas con su mujer, me dijo:

—Es que no estoy acostumbrado a dejar solo a Mariano. Tengo un miedo absurdo a que le pase algo malo y no estar a su lado para protegerlo.

Mientras hablaba, su mujer le cogía la mano y la acariciaba repetidamente para calmarle.

—Vamos a hacer una cosa: vas a venir conmigo un momento y vamos a mirar a través del espejo unidireccional de la sala de pruebas para que veas que Mariano está a salvo con mi compañera y seguramente se está divirtiendo.

Julián me acompañó y respiró aliviado. Le expliqué que en cuanto terminase volvería a la consulta con nosotros y pudimos continuar la entrevista.

—Muchas gracias, doctora —dijo Patricia, la madre de Mariano—. Mi marido es aún más ansioso y maniático que nuestro hijo, pero, como ya es un adulto, le da mucha vergüenza decirlo y lo pasa fatal.

—No os preocupéis, lo entiendo. Se quiere tanto a los hijos que solo pensar que pueda ocurrir algo malo despierta nuestros miedos más primitivos. No se nos prepara para la crianza, y estas cosas a veces nos sorprenden a nosotros mismos. Sigamos con la entrevista.

Además de contarme el camino que habían recorrido desde que Mariano tenía dos años y empezaron a preocuparse por su desarrollo, me contaron que eran naturales de Buenos Aires, aunque vivían en España desde hacía muchos años con gran parte de su familia extensa, que era de origen español. No tenían más hijos, ambos eran ingenieros informáticos y no tenían una red social amplia. Se relacionaban sobre todo con familiares y algún compañero de trabajo que les invitaba a un evento de vez en cuando. A Julián le gustaba el ajedrez y la lectura y era un hombre temeroso y con tendencia a preocuparse por el futuro. A Patricia le encantaba la cultura japonesa y tenía todos los gastos y el contenido de su vivienda inventariados en hojas de cálculo. Necesitaba llevar una vida ordenada para estar tranquila, y esto la ayudaba mucho en su desempeño laboral. Cuando llevábamos aproximadamente una hora y media charlando sobre la primera infancia de Mariano, yo ya sabía que no había motivo de gran preocupación con la información que me habían facilitado los padres y la entrevista que le había hecho al chico, pero les expliqué que era necesario esperar a los resultados de las pruebas y la información escolar, y que debían rellenar algunos cuestionarios para completar la valoración. En ese momento llamó a la puerta Mariano acompañado de mi compañera. Cuando se abrió la puerta y su padre le vio, comenzó a sacudir los dedos de una mano contra los de otra, en un sonoro aplauso. Exactamente igual que lo hacía su hijo.

Genética, epigenética y ambiente

La genética se puede explicar como el conjunto de instrucciones que determina muchas de nuestras características físicas y, en parte, nuestras características psicológicas. Estas instrucciones están escritas en lo que llamamos ADN (ácido desoxirribonucleico), unas proteínas que están dentro de los núcleos centrales de las células y tienen toda la información genética codificada para que se desarrollen y funcionen los seres vivos. Yo lo imagino como una enciclopedia o un manual de instrucciones con la información necesaria para construir y mantener nuestro cuerpo y cerebro. La epigenética trata de los cambios en la expresión de estos genes que se producen en respuesta al entorno o el ambiente, el paso del tiempo y otros factores. Sin modificarse la información genética, puede cambiar cómo se lee o traduce, y qué parte de los genes se activan o desactivan. En la enciclopedia o el manual de instrucciones, sería como saltarse un paso o detenerse mucho tiempo en una de las páginas.

Vamos a recordar el caso de Mariano y Julián y su palmoteo repetitivo, así como las preocupaciones constantes y la tendencia a rituales y rutinas que presentaba Patricia, al igual que su hijo. Tanto la genética como el ambiente desempeñan un papel en la similitud de gestos, pensamientos y manías que tienen en común padres, hijos e incluso abuelos. Mientras redactaba este capítulo, mi buen amigo Iván me comentaba que, aunque se marchó de su casa siendo aún un adolescente para dedicarse a su proyecto profesional, se reconoce en gestos, expresiones y manías de su padre. Los genes pueden predisponernos a ciertos patrones de comportamiento y pensamiento, pero el entorno familiar y la observación de nuestros familiares también influyen en gran medida en cómo nos desarrollamos y adoptamos ciertas características de nuestros padres y abuelos.

Nuestra herencia genética nos proporciona un conjunto de genes que influyen en nuestra personalidad y comportamiento. Al compartir genes con nuestros padres, podemos heredar la predisposición a repetir ciertos patrones de comportamiento y pensamiento. La epigenética es como una capa adicional sobre esos genes que puede ser influenciada por el entorno y las experiencias. Por ejemplo, un ambiente afectuoso y seguro puede hacer que ciertos genes relacionados con la regulación emocional se expresen de manera correcta, mientras que un ambiente estresante puede hacer que lo hagan de manera diferente y aumentar el riesgo de problemas emocionales en los niños. El ambiente, especialmente en la familia, es crucial. Crecemos observando y aprendiendo de nuestros padres. Sus gestos, hábitos y actitudes pueden influir en los nuestros, ya que tendemos a imitar lo que vemos y aprendemos en casa.

La genética es importante en la salud mental infantojuvenil porque puede influir en la predisposición a ciertos trastornos mentales o en la forma en que un niño se desarrolla emocionalmente. Por ejemplo, si un niño tiene antecedentes familiares de depresión, es posible que herede la predisposición genética para desarrollar esa condición. Sin embargo, los genes no son el único factor que influye: el entorno y las experiencias también juegan un papel crucial en que el niño enferme o no. El ambiente puede modular la expresión de estos genes.

RECUERDA: la similitud en gestos, pensamientos y hábitos entre familiares se explica por una combinación de genética, ambiente y epigenética.

Si imaginamos la información genética como una enciclopedia o un manual de instrucciones, la epigenética podrían ser las anotaciones al margen o post-it que ayudan a interpretar la información o los pasos necesarios para descifrar esa información. El ambiente podría ser la profundidad, el orden o el ritmo con el que leemos, ojeamos o desciframos las páginas del manual genético. En otras palabras, mientras que el código genético (la enciclopedia) contiene toda la información (genes), la epigenética son las marcas y señales que se agregan a las páginas en el diccionario para indicar cuáles deben ser leídas en voz alta, cuáles deben ser ignoradas o cuáles deben leerse en un tono más alto o bajo. Estas marcas y señales pueden verse influenciadas por el ambiente y las experiencias; por ejemplo, borrándolas, cambiándolas de lugar o duplicándolas.

EN RESUMEN: la genética establece el punto de partida, la epigenética modula cómo se expresan los genes en respuesta al ambiente, y el ambiente familiar proporciona el contexto en el que aprendemos y modelamos comportamientos y pensamientos similares a los de nuestros familiares.

Ahora que hemos establecido la relación entre la genética, la epigenética y el ambiente, y cómo influyen en el desarrollo, podemos empezar a hablar de cómo se desarrolla la personalidad en la infancia y adolescencia.

Los estilos de personalidad

Todas las corrientes de la psicología estudian la personalidad, y los expertos agrupan los diferentes tipos en categorías que pueden ayudar a comprender mejor a las personas. Aunque los psicólogos clínicos nos centramos en los factores que hacen que una personalidad llegue a ser disfuncional, en este momento nos basta con entender los estilos de personalidad de una forma amena. Aun así, los tipos de personalidad son meras categorías que recogen la suma de características, cualidades y tendencias predominantes en cada persona. Cada uno es una mezcla única de estos estilos, y es normal tener características de varios de ellos. Entender tu estilo de personalidad y el estilo de personalidad de tu hijo puede ayudarte a comprender mejor cómo piensa, siente y actúa, y cómo puedes apoyarlo de la mejor manera posible. Vamos a intentarlo.

Algunos estudios han sugerido que la herencia genética puede estar relacionada con la predisposición a rasgos como la extroversión o la tendencia a buscar contacto con el resto de personas, la introversión o carácter reservado y con tendencia al retraimiento, y la impulsividad o falta de reflexión en las acciones o la timidez. Si tienes padres o abuelos con ciertos rasgos de personalidad, es probable que heredes una predisposición genética a esos rasgos. Pero también las experiencias tempranas en la infancia, el ambiente familiar y las interacciones con los cuidadores pueden dejar marcas epigenéticas en los genes relacionados con la regulación emocional o la empatía. Estas marcas pueden influir en cómo se desarrollan y expresan estos rasgos de personalidad a lo largo del tiempo. Y por supuesto, además de estos factores biológicos, otros como el ambiente, la educación, las experiencias de vida y el autoconocimiento también desempeñan un papel significativo en la formación de la personalidad.

El estilo de personalidad de los padres

El temperamento es una tendencia innata a reaccionar de una manera determinada ante situaciones ambientales. Este temperamento se modula por estas situaciones del entorno y por el aprendizaje, constituyendo una forma estable y persistente de comportarse y relacionarse con el mundo que llamamos estilo de personalidad.

Me he permitido renombrar los estilos de personalidad de forma amena y original, aunque inspirándome en categorías definidas por los expertos.

El protector:

este estilo de adulto es muy determinado y se preocupa mucho por sus seres queridos. A veces puede preocuparse tanto que desconfía de las indicaciones de los profesionales. Imagínalo como un caballero quijotesco con una armadura brillante y un escudo. Defenderá sus valores y a sus seres queridos con pasión. Si necesitas a alguien a tu lado en una batalla emocional, no dudará en tomar su espada y defenderte (metafóricamente, por supuesto).

El soñador:

piensa en alguien como un extravagante y magnético artista creativo. A menudo parece tener la cabeza en las nubes y le encanta explorar nuevos materiales y corrientes artísticas. Puede parecer un poco distante si no admiras su obra y cuesta saber lo que hay dentro de su mente. Pero generalmente resulta interesante, porque sus ideas fluyen y su mente parece un lienzo en blanco donde puede dibujar cualquier cosa. A veces se aleja de la realidad y genera confusión. Le encanta tener tu atención. Conoces a alguien así, estoy segura.

El pensador:

este grupo de personas son como algunos de los investigadores con los que trabajo. Les encanta aprender y pensar a fondo sobre las cosas. A veces pueden ser callados y prefieren estar solos para centrarse en sus pensamientos.

El sensible:

algunas personas son muy buenas escuchando y entendiendo a otras. Son amables y empáticas, pero a veces pueden sentir de manera intensa. Imagina a alguien que siempre tiene una taza de café y tiempo para escucharte con comprensión y paciencia. Algunas veces estas personas han tomado demasiado café y escuchado a tanta gente que necesitan un descanso para no contagiarse de las emociones de otras personas.

El audaz:

es atrevido y le gusta probar cosas nuevas. Puede ser emocionante tenerle cerca, pero a veces puede actuar antes de pensar. Imagina a un aventurero valiente que siempre lleva una mochila llena de mapas, un látigo y un sombrero estilo Indiana Jones. Nada le detiene en su búsqueda de nuevas experiencias y emociones. Tal vez no sea fácil tener una madre o un padre así, pero sin duda es emocionante.

El dependiente:

los adultos dependientes tienden a sentirse más cómodos cuando otra persona está a cargo de la toma de decisiones. Pueden ser un poco inseguros sobre sí mismos y no tienen buena autoestima, pero son muy eficaces evitando problemas.

El perfeccionista:

los perfeccionistas quieren que todo esté en su lugar y sea perfecto. A veces pueden ser un poco críticos, incluso consigo mismos. Su vida está organizada en compartimentos perfectamente etiquetados, es probable que su trastero esté inventariado y su agenda sea un Excel de horarios impecables. Algunas de sus rutinas pueden parecerte absurdas, pero a ellos les dan tranquilidad.

El rebelde sin causa:

piensa en alguien que rompe las reglas de vez en cuando. A estos no les gusta que les digan qué hacer y a veces pueden desafiar la autoridad. Pero también pueden ser muy creativos en su forma de enfrentarse a la vida. Imagina un personaje circense, un mago-malabarista que te convence y arrastra a la arena y acabas haciendo equilibrios con él. Está convencido de que puede cambiar el mundo. Pero no le digas cuándo o cómo debe hacerlo, o tendrás problemas.

Recuerda que todos somos diferentes y podemos combinar estos estilos. ¿Te identificas con alguno de estos personajes? ¿Podrías ser una mezcla de varios? Es lo más probable.

CONTESTA ESTAS PREGUNTAS pARA DESCUBRIR TU ESTILO DE PERSONALIDAD PARENTAL

Cuando tus hijos se enfrentan a un problema ¿cómo sueles reaccionar?

Me lanzo de inmediato a protegerlos y resolverlo.Los animo a encontrar soluciones creativas por sí mismos.Les doy espacio para que reflexionen y resuelvan el problema.Les ofrezco apoyo emocional y trato de comprender su perspectiva.

¿Cómo te comportas cuando tus hijos exploran sus intereses creativos o artísticos?

Les ayudo a organizar sus ideas y proyectos.Les doy libertad para explorar, aunque a veces no comparta sus ideas o no las comprenda.Respeto su espacio y tiempo cuando desarrollan sus intereses.Les doy apoyo emocional y les motivo intensamente a seguir sus pasiones.

Ante situaciones emocionales intensas, ¿cómo manejas tus propias emociones frente a tus hijos?

Intento ocultar mis emociones para no preocuparles.Les explico mis sentimientos y cómo gestiono mis propias emociones. Reconozco mi vulnerabilidad.Les doy espacio para que por sí mismos comprendan y gestionen los cambios emocionales.Les presto apoyo emocional, enseñándoles a gestionar sus emociones.

¿Qué importancia le das a la independencia y autonomía de tus hijos en la toma de decisiones?

Prefiero estar involucrado en cada decisión que toman.Les doy cierta libertad, aunque con límites claros.Valoro su autonomía, permito que tomen decisiones por sí mismos.Les apoyo, pero también les guío hacia decisiones responsables.

¿Cómo gestionas las reglas y rutinas en casa?

Me esfuerzo por mantener todo en orden y controlar cada detalle.Pongo reglas flexibles para que se adapten a cada situación.Tengo algunas reglas, pero en casa hay libertad.Busco equilibrio entre comprender sus necesidades y darles estructura.

RESULTADOS:

Mayoría de A: tienes tendencia al estilo protector y perfeccionista.

Mayoría de B: te inclinas hacia un estilo soñador y flexible.

Mayoría de C: muestras características de un estilo sensible y autónomo.

Mayoría de D: tienes rasgos de un estilo empático y comprensivo.

Recuerda que hablamos de generalidades y que es probable que tengas una combinación de diferentes estilos.

El estilo de personalidad de los hijos

Recuerda también que la personalidad en los niños está en desarrollo y es modificable, en parte condicionada por su temperamento e influida por el entorno. Piensa en los estilos de personalidad como colores en una paleta de un pintor. Los padres y madres somos como los artistas que mezclan estos colores para crear la personalidad única de nuestros hijos. El lienzo, su tamaño y su composición no depende de nosotros. La calidad y el grosor de los pinceles tampoco. Pero la manera en que los padres nos relacionamos, comportamos y comunicamos puede afectar a cómo se desarrollan los diferentes estilos de personalidad en nuestros hijos. Tú eres el artista, con tu propio estilo de personalidad, y ayudas a pintar el cuadro de la personalidad de tus hijos con su propio temperamento innato.

A continuación te doy una idea a modo de ejemplo de cómo los padres pueden influir en los estilos de personalidad de sus hijos. Estos ejemplos no son matemáticos, porque la personalidad depende, como ya sabes, de factores innatos de la persona, además del aprendizaje y las relaciones.

Padre/madre protector.

Si es capaz de no excederse y mostrarse confiado, puede tener un hijo decidido y seguro de sí mismo. Los padres que, a pesar de ser protectores, acompañan fomentando la independencia, la toma de decisiones y el esfuerzo en sus hijos pueden ayudarles a desarrollar un estilo seguro y determinado. Al permitirles enfrentar retos y celebrar sus logros, lo que les resultará muy difícil, los padres pueden mejorar la confianza en sí mismos de sus hijos.

Padre/madre soñador.

Probablemente tenga un hijo creativo e imaginativo: los padres que valoran la creatividad animan a sus hijos a explorar diferentes ideas y expresarse libremente, desarrollar su imaginación y pensar de manera original.

Padre/madre pensador.

Suele tener un hijo reservado y solitario. Los padres que respetan la necesidad de privacidad y tiempo a solas de sus hijos pueden contribuir al desarrollo de un estilo reservado y solitario. Al brindarles un espacio para la reflexión, los padres pueden ayudar a sus hijos a desarrollar una relación saludable consigo mismos. Pero es importante que cuiden también sus necesidades sociales.

Padre/madre sensible.

Es amable y cálido, y consigue fomentar la confianza. Siempre que los padres muestren apoyo con serenidad, sus hijos podrán aprender a relacionarse de manera positiva con los demás. Es probable que sus hijos desarrollen un estilo amigable y confiado.

Padre/madre audaz.