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Un llamamiento de Shirin Ebadi al mundo E-Book

Shirin Ebadi

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Beschreibung

Shirin Ebadi, iraní, musulmana, jurista y ganadora del premio Nobel de la Paz, ha sufrido en su propia piel la violencia, la represión y el terrorismo. Eso la ha convertido en la luchadora por los derechos humanos y activista por la libertad y la estabilidad que es hoy en día. Sus armas son las palabras; pues solo con ellas se convence a las personas de que la religión no puede servir jamás como justificación para el asesinato y la violencia.

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UN LLAMAMIENTO DE SHIRIN EBADIAL MUNDO

CON GUDRUN HARRER

El profeta no quiso decir eso

 

 

La totalidad del contenido de esta obra ha sido elaborado con especial cuidado, sin que derive sin embargo ninguna garantía. Se excluye cualquier tipo de responsabilidad por parte de los autores, los editores o la casa editorial.

 

 

© 2016 Benevento Publishing, una marca registrada

de Red Bull Media House GmbH,

Wals bei Salzburg

 

Todos los derechos reservados, especialmente el de la exposición pública, la transmisión por radio y televisión, así como la traducción, total o parcial. No está permitida la reproducción de fragmentos de la obra de ninguna manera (fotografía, microfilm u otros procedimientos) sin autorización escrita de la editorial, ni tampoco su edición, reproducción o divulgación mediante sistemas electrónicos.

 

Propietario del medio, editorial y editor:

Red Bull Media House GmbH

Oberst-Lepperdinger-Straße 11-15

5071 Wals bei Salzburg, Austria

 

Diseño de la portada: b3K design, Andrea Schneider/ diceindustries

Ilustración de portada: Getty Images / Dan Tuffs

E-Book: Satzweiss.com Print Web Software GmbH

 

ISBN 978-3-7109-5027-8

Justicia

Fue en la escuela primaria donde entré por primera vez en contacto con la política. Durante las clases de historia escuchábamos relatos sobre las guerras. Cuándo comenzaron, quién las empezó, cuántas personas murieron. Y eran tantos. La historia de mi país está plagada de guerras. En silencio, pensaba: ¿para qué sirve todo eso? Pensé: ¿por qué nadie escribe un libro que diga lo que pasará, o que diga cómo hubiera sido la historia si esta o aquella guerra nunca hubiera tenido lugar? Mis padres eran sin duda las personas perfectas a las que recurrir para aprender el significado de la justicia. En nuestra familia, tanto mi hermano como yo recibimos un trato totalmente igualitario. El islam era por supuesto omnipresente, a pesar de que nosotros íbamos a una escuela no islámica. En aquel entonces estaba convencida de que existía un modo de vencer toda injusticia.

Ser mujer

Mucho después, mientras estudiaba en la Universidad de Teherán, profundicé mis conocimientos sobre Derecho Penal islámico y me di cuenta de que ser una mujer era una categoría política. Y esto fue todavía más evidente cuando a finales de la década de 1970 la Revolución Islámica siguió su curso. En el Derecho Penal islámico se aprende que la vida de una mujer vale la mitad que la de un hombre, lo cual me enfurecía. Tanto, que me producía dolor de cabeza. Cuando fui apartada de mi cargo como jueza después de la Revolución, se despejaron todas las dudas. En aquellos tiempos muchos iraníes hicieron las maletas y se fueron del país. Yo me quedé. El motivo fue precisamente aquella furia. Estaba convencida de que mi profesión jurídica era un imperativo que me obligaba a quedarme para luchar por las mujeres de Irán. Soy madre de dos hijas, y pensé que un día crecerían y me preguntarían: «¿Qué has hecho tú para ayudar? ¿Qué has aportado para cambiar el destino de las mujeres de Irán?» Y pensé que era mi deber darles una buena respuesta. Un «yo me escapé» no lo hubiera sido.

Amor

El nuevo reglamento del Estado islámico me impactó de muchas maneras. Cuando me casé, el marido ostentaba por ley el poder absoluto sobre su mujer y los futuros hijos. Mi marido acudió a las autoridades para renunciar a ese poder de forma oficial. Que mi marido declarara públicamente su voluntad de verme y de tratarme como a una igual en todos los sentidos me infundió tanto valor que me volví capaz de enfrentarme con más fuerza a los problemas a mi alrededor. Siempre recomiendo a los hombres que respeten a sus mujeres y les proporcionen un trato igualitario, si quieren disfrutar de un matrimonio feliz.

Vida

Durante mis años como abogada he representado a muchos clientes de forma desinteresada. En el transcurso de mis investigaciones para uno de mis casos, encontré firmada oficialmente mi sentencia de muerte. Se me pasó por la cabeza que las personas que estaban detrás de mí eran criaturas completamente irracionales. Yo no era ninguna adversaria política. Yo solo era una abogada de poca importancia. Matarme no hubiera aportado al gobierno ninguna ventaja política. Al mismo tiempo, demostraba la inconcebible estupidez de un gobierno que pronunciaba una sentencia de muerte sobre alguien que ni tan siquiera era una opositora política.

Independencia