Voces adolescentes en (re)construcción.  Narrativas posterremoto del cantón Sucre, Manabí: una intervención psicoanalítica fuera del consultorio - Dennis Logroño Sarmiento - E-Book

Voces adolescentes en (re)construcción. Narrativas posterremoto del cantón Sucre, Manabí: una intervención psicoanalítica fuera del consultorio E-Book

Dennis Logroño Sarmiento

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El estudio presente, el mismo que desbroza las consecuencias subjetivas en el sujeto denominado adolescente, integrante de una comunidad específica tras el terremoto del 16 de abril de 2016 en Bahía de Caráquez, se consagra como una inmersión profunda en las complejidades del proceso de desarrollo y la construcción de subjetividad en contextos adversos. Surge en un marco de investigación e intervención cualitativos, bajo el método de recolección de la historia personal, para dar un salto al protagonismo de esa novela personal-familiar contada, a la vez traumática, pero también embrollada.

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AGRADECIMIENTOS

PRÓLOGO

I. INTRODUCCIÓN

II. ANTECEDENTES: INVESTIGACIÓN Y PRESENTACIÓN DEL PROYECTO

III. CARTOGRAFÍA DE LA ADOLESCENCIA

IV. ADOLESCENTES HABLANDO

EPÍLOGO

PERFIL DE LOS AUTORES

AGRADECIMIENTOS

Como autor principal de este libro, deseo extender mi sincero agradecimiento a Verónica Egas, no solo por haber sido la directora del trabajo de disertación en el que este libro está basado y co-autora del mismo, sino también por su entusiasmo y empuje constante para que este libro sea publicado. Empezó siendo mi docente, pero ahora puedo decir que somos colegas que hemos trabajado en no solo este sino varios proyectos juntos. Asimismo, extiendo un agradecimiento especial a Emilio Salao, co-autor también de este libro, por haber sido quien diseñó en conjunto conmigo las intervenciones de campo originales del trabajo de disertación, pero también las posteriores que realizamos después de ser acreedores del Fondo Publícalo. Asimismo, un agradecimiento a Santiago Andrade, otro co-autor, quien fue parte del proyecto de investigación macro desde el inicio y sentó las bases para que la transferencia de trabajo con el cantón Sucre se afianzara y pudiésemos eventualmente realizar este proyecto en Bahía de Caráquez y Leónidas Plaza.

La concepción del método biográfico desplegada aquí se la debo a Paola Viera, a quien agradezco por inicialmente introducirme a esa metodología como la propone Marcela Cornejo. La adaptación aquí sostenida la diseñamos entre los autores del libro con la articulación clínica que el método ofrece y que la sostuvimos desde el psicoanálisis lacaniano y la psicología en comunidad.

La formación psicoanalítica pensada para un abordaje de la adolescencia la pude trabajar originalmente con Virna Pinos, a quien agradezco por introducirme a los planteamientos de Martine Lerude, especialmente el de la adolescencia entendida como discurso. Agradezco a Félix Morales Montiel con quien, en sus grupos de formación, pude repensar la idea de la adolescencia como significante y plantear un abordaje estructural que fuese más allá de lo netamente biológico y social, así como la motivación para continuar el desarrollo de este libro. Asimismo, agradezco a Carlos Silva Koppel, quien, pese a sus críticas al psicoanálisis fuera del consultorio, siempre me animó a continuar el desarrollo de mis investigaciones. También, a Tanguy de Foy, quien con su trabajo me permitió comprender la importancia del acompañamiento de la(s) adolescencia(s), en su diversidad, por fuera de los muros de consulta –sobre todo en la calle–, planteamiento que ya conocía en su sentido amplio con Vero y Emilio desde la investigación-acción participativa. Finalmente, un agradecimiento sentido a Paulina Moreno, quien me animó a dedicarme a la clínica, no solo con adolescentes aunque con un interés especial en ellos, y quien siempre pensó que sería capaz de hacerlo, desde las primeras veces que le hablaba de mis intervenciones en este proyecto.

Para mí es también importante agradecer a quienes fueron mis colegas investigadores en diversas partes del proyecto macro, al cual llamábamos “Atlas”, nombre acuñado por Emilio por los ejercicios de cartografía que realizábamos. Entre ellos se encuentran Carolina Mulki, Francisco Paladines, Giuliana Benítez, Sofía Morejón, Dominique Villagómez, Catherine Cazar, Kevin Campos, Valeria Grijalva y, con énfasis especial, Mishell Cahuasquí, con quien conviví el tiempo más largo que permanecí en Bahía. Asimismo, un agradecimiento sentido a Juan José Alarcón y Karina Nicolalde, apreciados amigos y colegas que acudieron a Bahía conmigo cuando nadie más pudo hacerlo.

En Bahía de Caráquez, debo agradecer a Gemma Saavedra y Marianela Arteaga, médica y psicóloga del Centro de Salud de Bahía respectivamente, así como a Ana María Montes, de la Dirección Distrital de Educación, por su apertura a conversar con nosotros más allá de un interés institucional y enriquecer este libro con su perspectiva sobre la conformación social del cantón Sucre. En Leónidas Plaza, me es importante agradecer a José Andrade, el presidente de aquel entonces de Acuarela II, y a Mariuxi Jama, secretaría de aquel entonces de María Enriqueta Orrantia, por ser quienes gestionaron y nos dieron todas las facilidades para que podamos acercarnos a sus comunidades.

También quiero agradecer a Eduardo Barahona, docente en ese entonces de la sede de Bahía de la PUCE, que permitió una articulación constante con las diversas instancias del cantón. Asimismo, quiero extender un agradecimiento especial a todos los adolescentes de las comunidades que se acercaron a nosotros y a sus padres, por compartir sus vidas conmigo y con nosotros, y permitirnos recoger dichos testimonios sin los cuales no existiría este libro.

En la PUCE, en su Dirección de Investigación, agradezco a Verónica Idrovo por su paciencia para que este libro vea la luz en el tiempo requerido para su adecuada realización en el marco del Fondo Publícalo. En el Centro de Publicaciones, agradezco a Macarena Orozco por su interés en que la publicación de un libro sea lo más prolija posible y por todas sus sugerencias dadas para ese efecto.

En la Facultad de Arquitectura, Diseño y Artes, quiero agradecer especialmente a Wellington Jurado, Karen Tapia y Alejandra Mendieta, los estudiantes que colaboraron con nosotros para realizar el diseño del presente libro. En la Facultad de Psicología, quiero agradecer a Graciela Ramírez y Ernesto Flores, por sus comentarios, contribuciones y críticas al abordaje planteado en este libro en su génesis.

Finalmente, un enorme agradecimiento a Karim Fraga, no solo por su compañía constante y fundamental en mi vida –y en este proyecto de intervención–, sino por su ética de trabajo y su prestancia que fueron imprescindibles para la consolidación de este texto al generosamente brindarme su tiempo como transcriptor, lector y revisor, así como su compañía in situ en Bahía en múltiples ocasiones.

Dennis Logroño Sarmiento

PRÓLOGO

16A – La voz y la narración

Hablando de la voz de los adolescentes parece pertinente recordar el significado de un prólogo. En su sentido etimológico, el prólogo es un discurso que viene antes de una obra de teatro. Nos indica, de entrada, la anterioridad de la voz sobre el ‘logos’.

Se trata aquí de entrar en el teatro de un desastre donde solo se pueden ver ruinas. Se le designa con dos cifras y una letra: 16A1. Esos tres signos parecen apuntar a una investigación arqueológica enfrentada a numerosos fragmentos de una habitación que ya no existe desde muchos años.

La numeración es como un primer paso para ordenar lo que se encuentra y, poco a poco, a través de las series que se constituyen, darle sentido y coherencia para que se produzca una narración alrededor de hechos desestructurados.

Aquí, se descubre que los fragmentos no son solo pedazos de ciudad, de casas y otros objetos de utilización cotidiana que perdieron sus capacidades de uso. Se trata también de vida y de muerte, de desarrollo corporal y relacional, de encuentros entre cuerpos vivientes y sus tiempos, y espacios de vida y de existencia.

La serie conocida que va de la infancia a la edad adulta y que se narra en historias que se apoyan en un espacio-tiempo cultural y político –la guardería, la escuela, el colegio, la iglesia, el barrio, la empresa...– ha sido puesto patas arriba.

16A, un punto final que empuja a transformarse en punto de partida. Una página blanca.

El espacio ha sido derrumbado. Las referencias de antes han sido desubicadas y se trata de volver a una estructuración del espacio y del tiempo renovado.

¿Cómo empezar? ¿Por dónde?

La primera expresión de la voz es el grito, el llanto de un recién nacido. Durante el tiempo de aprendizaje del hablar, el humano se apoya en el sonido de las palabras que se intercambian en su alrededor. Poco a poco, su voz se vuelve un ‘decir’ gracias a la escucha de los que hablan. Ellos interpretan lo que se llora para hacerle entrar en el tejido social. Este tejido está constituido de caminos para crecer, buenos como malos. Y, a veces, deja lugar a espacios desentrañados que aparecen como oportunidades para inventar nuevos caminos.

El desarrollo humano está orientado por tal tejido, solo que ciertas etapas no siempre tienen soleras muy claras o sólidas. Es así que pasar de la infancia a la adolescencia no es una evidencia. En el cuerpo, la pubertad causa un terremoto. Un niño ya no es niño y ya no es adulto. Un vacío se ha abierto, las identificaciones se están desentrañando. Uno se vuelve al grito, tiene que encontrar una nueva voz y apoyarse en aquella para construir su narrativa de vida.

El trabajo propuesto por los investigadores –autores de este libro– se desarrolla entre varios niveles expresivos siguiendo líneas en el tiempo y en el espacio, esforzándose a dar una habitación a las voces que escuchan, permitiéndoles re-velar –en el sentido de velar de nuevo– esta voz que se encuentra como desnudada.

La voz, en su estatuto puro (si se puede decir), es un grito, un murmuro extranjero. El hablar lo viste y protege al que habla de la extrañeza de su voz. Con la pubertad, la voz vuelve a hacerse escuchar y la extrañeza a manifestarse. 16A.

Un barrio, una ciudad que padece un terremoto se encuentra enfrentando este mismo vacío donde resuenan gritos y se escuchan murmullos extranjeros. El espacio y el tiempo se va fuera de sus coordenadas geométricas, geográficas, cronometrales y sociales, abre un vacío lleno de angustia. La vida se encuentra en riesgo de perder existencia. 16A agarra este riesgo para transformarlo en oportunidad y abrir un espacio de expresión.

Para volver a existir en la realidad, una expresión tiene que beneficiarse de un soporte donde se puede escribir o dibujar. Los trazos, para tomar sentido, tienen que recibir una habitación.

La investigación que se nos da a leer puede ser vista como tal habitación. Los autores trataron de dar tiempo y espacio a un evento y lo hicieron desde la manera como este evento atravesó los cuerpos adolescentes.

Para lograrlo, buscaron refrescar las maneras de investigar y de posicionarse como investigador. Para lograrlo, se inspiran de la teoría y la practica psicoanalítica, la cual se ve adolescentizada y, por lo tanto, con nuevos recursos de desarrollo y de invención conceptual.

El evento en sí devela la manera en que un tiempo y un espacio pueden ser frágiles, indica la necesidad de reconstruir y reanudar con aquellos el tiempo y el espacio entendidos como soportes de la relación social y como vestimentas para enfrentar la angustia. Este proceso de reanudamiento es también un proceso de cambio. Se descubre que el espacio y el tiempo tienen un estatuto similar a aquello de la voz. No se los escucha mientras no logren tejer un sentido social estructurante.

El libro lleva al lector a encontrar el evento –16A– al salir de aquello, al momento donde, gracias al solar que se construye tras las narraciones, el vacío se cura y la apertura se teje. Nueva voz y nuevas relaciones surgen con el tiempo y el espacio a través del cuerpo adolescente. Esas nuevas relaciones se construyen poniendo el cuerpo en acto.

La investigación muestra como un espacio destruido lleva los adolescentes a reasegurarse sobre sus lazos más cercanos, la mayoría del tiempo, familiares. Y cómo los espacios en el margen de la estructura social dan oportunidades para elaborar y volver a poner su vida en existencia. Con esas coordenadas del ‘centro’ de lo familiar a la periferia del espacio social, el espacio subjetivo se expande. Permite enfrentar esta intensificación del terremoto pubertario por el terremoto geográfico que introduce de manera brutal a los adolescentes a la adolescencia y a las fallas del entorno que se revelan.

Los autores tratan de ubicar el lugar de estas fallas, que van desde las fallas muy humanas de los padres buscando orientarse en sus proprias existencias hasta las fallas políticas, y pasando también por las fallas de las construcciones. Todos estos niveles que, si bien se les revistieron durante la infancia, tienen que volverse preguntas, líneas para dibujar e inscribir en el mundo y en la existencia propia.

Las narraciones recogidas aquí son tales dibujos conformados por los adolescentes que reconocen este paso de la voz a la narración a través de la escucha de los investigadores.

Universitarios atrevidos, autores inventivos, se apoyan en el solar institucional para crear soleras para ofrecer nuevas posibilidades y maneras de existir a adolescentes después de un desastre.

Ojalá este libro allane el camino para nuevas investigaciones ‘curativas’ y nuevas formas de intervención política al servicio de las subjetividades y de sus escenas de existencia.

Tanguy de Foy

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1 [Nota de los autores]: Designación en código alfanumérico que se creó para referirse de forma abreviada al terremoto del 16 de abril del 2016 con epicentro en Manabí haciendo referencia a su fecha.

I. INTRODUCCIÓN

Uno de los grandes cuestionamientos hacia la academia es la sensación de lejanía y desconocimiento real de las principales problemáticas sociales. Se suele percibir una universidad lejana, distante y con dificultades para lograr un acercamiento, mirada y análisis del mundo que la rodea. Justamente, con base en lo antes mencionado, surge al interior de las universidades la necesidad de buscar formas de contribución real a un social en dificultades. Como respuesta, en los últimos años, se proponen tres funciones sustantivas, cuya tendencia es una articulación entre ellas: docencia, investigación y vinculación con la colectividad. El presente trabajo apunta a articular estas tres funciones sustantivas y fortalecerlas.

A través de la presencia de estudiantes, docentes y la comunidad, se crea una sinergia que permite dar sentido al proceso de enseñanza-aprendizaje, aportando y co-construyendo, al mismo tiempo, con las poblaciones con un fin común: entender las problemáticas sociales y buscar soluciones para ellas.

Este libro es un registro de una investigación realizada sobre desastres naturales y su impacto en adolescentes que los vivenciaron en el período 2018-2019. Se da un recuento de cómo un grupo de investigadores –desde la academia– apostaron a un trabajo colaborativo con comunidades de la provincia de Manabí (uno de los sectores más afectados por el terremoto de 2016 en Ecuador). Hubo investigadores de dos dominios académicos: psicólogos clínicos y educadores, quienes, junto con estudiantes de carreras de grado y las poblaciones de cada localidad, fueron actores dentro de los procesos investigativos y de intervención. Es importante subrayar que se trató de un trabajo colaborativo, en el sentido de reconocer a las poblaciones y comunidades como actores directos del trabajo, junto con los investigadores.

El trabajo se enmarcó en un proyecto de investigación-acción participativa entre la PUCE Quito, San Isidro y Bahía de Caráquez. Como resultado de este proceso, surgieron varias investigaciones e intervenciones psicosociales. En este texto, se presentarán los resultados y reflexiones de una investigación realizada con adolescentes de Bahía de Caráquez posterior al terremoto de abril de 2016 en Ecuador. Dicho trabajo tuvo una base cualitativa, usando el diseño biográfico y, como técnica de base, al relato de vida.

Este libro tomó forma de la misma manera que el trabajo investigativo: entre varios, con los aportes de cada investigador desde su lugar, lectura y visión particular de lo trabajado, vivenciado y aprendido. Por esta razón, se ha divido en tres capítulos; para abarcar en cada parte un tema específico, resultado de continuas reflexiones y análisis del grupo de investigadores.

El primer capítulo introduce al lector a la visión de una investigación viva, en movimiento constante y que reconoce la incertidumbre de lo humano. Verónica Egas, al pensar sobre El lugar del investigador clínico en la comunidad, habla desde su lugar de psicóloga clínica, sobre la investigación cualitativa, el psicoanálisis y la investigación-acción. Muestra las particularidades del investigar-interviniendo y la función del investigador en este proceso específico. En una segundo apartado, en su revisión sobre el Mapeo de recursos psicosocialespara la resiliencia en Manabí, Santiago Andrade presenta una intervención psicosocial que derivó en la investigación. A través de su escrito, podemos seguir el camino realizado por el grupo de investigadores en Manabí, el proceso de co-construcción con la comunidad de San Isidro y los aprendizajes obtenidos. Estos son los antecedentes para el trabajo con jóvenes, que vendrá a continuación, en Bahía de Caráquez, que empiezan a ser enmarcados por Dennis Logroño, en Encuentro con los adolescentes en el proceso de reconstrucción.

En el segundo capítulo, se introduce al lector en la dinámica del trabajo comunitario y la adolescencia, en un texto de Logroño con un aporte de Emilio Salao, apuntando a un ejercicio de Cartografía de la adolescencia. En primer lugar, se aborda la cuestión de La experiencia del terremoto como catástrofe social y qué efectos pudo tener en los manabitas a nivel del traumatismo y la preocupación por el resquebrajamiento del tejido social. En segunda instancia, se formula la pregunta: ¿Cómo están los adolescentes después del terremoto? A partir de estas, se da una apuesta reflexiva sobre las particularidades que podrían suscitarse en los jóvenes en un contexto posdesastre y las construcciones de sentido que podrían ir generando para enfrentarlo.

Luego, Salao propone Los proyectos de vivienda social como respuesta a las necesidades de los afectados por el terremoto, incluidos allí los adolescentes, de recuperar una vivienda que habitar y las dinámicas suscitadas en las comunidades emergentes que conformaron, particularmente en Bahía de Caráquez, con los proyectos de Acuarela II y María Enriqueta Orrantia. Finalmente, Logroño concluye el texto preguntándose por el lugar de los adolescentes en la ciudad, al plantearse si se da la consideración de El adolescente como resto de Bahía por parte del mundo adulto, al tener una mirada de él como aquella pieza suelta que no “encaja”, que hace ruido. El capítulo culmina con Algunas conclusiones preliminares sobre el entrecruzamiento del lugar del adolescente como resto y la necesidad de una reconstrucción del lazo social posdesastre.

El tercer capítulo permite un adentramiento en la escucha de los jóvenes, al plantear la importancia de los Adolescentes hablando, dentro de la intervención realizada por Logroño con cinco adolescentes que habitaban en los proyectos de vivienda social de Bahía. En tal medida, en primer lugar, se buscó ubicar cómo lo metodológico permitió señalar a La historia de vida como una forma de dar voz a los adolescentes, al ubicar aquella herramienta investigativa como un acercamiento clínico que permitiese a los adolescentes de Bahía dar cuenta de su transitar de vida hasta llegar a su adolescencia. En segundo lugar, en Ellos fueron hablados…, se buscó señalar cómo fue necesario, como preámbulo al relato de los adolescentes, acercarnos a su comunidad, a sus padres y a ellos mismos, para resaltar la importancia de su palabra y, así, invitarlos a dar cuenta de que son protagonistas de sus propias historias a través del relato. Finalmente, en … pero ahora ellos hablan, se recogieron los relatos de Mateo, Iván, Robert, Erik y Alison2 sobre su transitar por la adolescencia, el recorrido por su historia, sus vicisitudes y sus deseos frente al porvenir. Estos relatos dieron cuenta de la diversidad de sucesos a los que se enfrentan cotidianamente y lo que implicó formar parte de los proyectos de vivienda social y de Bahía como un todo.

Como podrá evidenciar el lector, el libro hace un recorrido en el que aborda temas que parten desde la academia y su lugar en un social en crisis, pasando por pensar y re-pensar el lugar y la pertinencia de las metodologías de investigación, hasta finalmente aterrizar en la comunidad adolescente y su lugar fundamental en la co-construcción tanto de preguntas como de respuestas.

Se invita a la lectura del texto y a adentrarse a un tipo de investigación que nos permite tomar distancia del lugar clásico de un investigador objetivo y neutral de su objeto de estudio y, más bien, descubrir una forma de investigar en donde los actores del trabajo son varios y muy diversos, en donde el reto es que las preguntas y las respuestas se construyan en conjunto, en donde la apuesta a lo humano y a su imprecisión están en cada esquina del camino que se recorre. Y en donde, justamente, los procesos tanto de enseñanza como de aprendizaje surgen en el centro mismo del vínculo entre las personas, recordando siempre que el ser humano es eso… humano.

Verónica Egas Reyes y Dennis Logroño Sarmiento

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2 Nombres protegidos.

II. ANTECEDENTES: INVESTIGACIÓN Y PRESENTACIÓN DEL PROYECTO

Verónica Egas ReyesSantiago Andrade ZapataDennis Logroño Sarmiento

1. Entre el hacer y el pensar: el lugar del investigador clínico en la comunidad. Psicología clínica de orientación psicoanalítica en la comunidad

Verónica Egas Reyes

Interrogando las certezas: una apuesta hacia una investigación más humana.

La tendencia de la sociedad actual hacia lo cuantitativo se hace cada vez más evidente y, en el campo de la investigación académica, encontramos dos líneas claramente definidas: una investigación que se desarrolla en ambientes controlados, que parte de una hipótesis y tiene como fin la verificación o no a través de los resultados; y otro tipo de investigación que parte de preguntas abiertas, apunta al análisis de los procesos en sí y la importancia de la especificidad del resultado en determinado contexto, realidad o comunidad. La primera se enfoca en una lógica cuantitativa y la segunda, en una visión cualitativa. La una tiende a la generalización, la otra a la lógica del caso por caso, del reconocimiento de lo particular (Hernández-Sampieri, 2014).

Dentro de este marco, existen todavía lugares en donde es posible retomar los espacios de análisis y reflexión, en donde la producción académica-social toma otra dimensión, y se aleja de la reproducción sistemática. Así, apunta más bien al aporte contextualizado y pertinente de procesos dentro de lo humano.

Cuando se habla desde esta lógica, se apuesta a procesos en los que el análisis y la reflexión de lo humano rompen con la tendencia del reconocimiento de lo lineal y lo replicable. Estos procesos entran en otra dinámica, por ejemplo, alejándose de la “prisa constante” del tiempo cronológico y acercándose más a los llamados ‘tiempos lógicos’, que proponen otros ritmos. El concepto de tiempo lógico (Stryckman, 2013) es presentado por el psicoanálisis lacaniano como un fenómeno humano, que reconoce que los procesos psíquicos de cada sujeto tienen un ritmo y dinámica particular. De esta manera, se subraya la importancia del reconocimiento del caso por caso y se toma distancia de la imperatividad de la generalización.

Entonces, con base en la propuesta del tiempo lógico, vemos también que es muy pertinente el poder reconocerlo no solamente en los procesos psíquicos de cada sujeto, sino en lógicas sociales y comunitarias, que justamente no entran en el ritmo del reloj moderno y su rapidez, sino que tienen sus propios ritmos, dinámicas y realidades. Entonces, ¿cómo es posible acercarse, desde la investigación académica, a la realidad social y comunitaria, respetando sus dinámicas propias y su contexto? Dentro del modelo de la investigación cualitativa, encontramos a la llamada investigación-acción.

La investigación-acción y el psicoanálisis: ¿un encuentro posible?

Este tipo de investigación, iniciada por Kurt Lewin, tiene como concepto base la noción de procesos participativos y democráticos en la conducción de la investigación, que es llevada con una población in situ; se da desde la recopilación de información hasta las conclusiones, pasando por el análisis, la conceptualización, la planificación, la ejecución y la evaluación (Egas et al., 2013).

La investigación-acción es una metodología muy útil en la búsqueda de respuestas a problemas sociopolíticos. Ha sido muy utilizada en América del Sur, por las ciencias sociales. Su aparición está fuertemente ligada a contextos políticos y económicos particulares. En efecto, a fines de 1960, el incremento de las luchas populares en América Latina y una nueva visión ideológica de tendencia izquierdista produjeron una serie de reformulaciones en las ciencias sociales. Esto tuvo como resultado la aparición de nuevas propuestas metodológicas, entre ellas, la de la ‘investigación-acción participativa’ (IAP).