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En este libro el lector conocerá sobre la orisha Yemayá, madre del mundo, sobre sus gustos, maneras de vestir, flores y hierbas que le pertenecen, las comidas, bebidas y demás tributos; además conocerá a la Yamayá madre, a la Yemayá mujer: amor, odio, pasión. El lector encontrará en estas páginas sabiduría condensada en patakines.
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Seitenzahl: 195
Veröffentlichungsjahr: 2018
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Edición: Dulce María Sotolongo
Corrección: Jacqueline Carbó Abreu
Diseño de cubierta e interior: Suney Noriega
Realización: Yuliett Marín Vidian
Conversión y revisión del ebook: Ana Molina G.
© Rogelio Gómez Nieves,
Bertha Hernández López, 2017
© Sobre la presente edición:
Ediciones Cubanas, Artex, 2017
ISBN 978-959-7245-67-4
Sin la autorización de la editorial Ediciones Cubanas queda prohibido todo tipo de reproducción o distribución de contenido.
Ediciones Cubanas
5ta Ave. No. 9210. Esquina a 94. Miramar. Playa
e-mail: [email protected]
Telef (53) 7207-5492, 7204-3585, 7204-4132
A Hidelgardis María Nieves Pérez (omo Yemayá
Ashabá), Rogelito
A Janet Corvo, omo de Yemayá, la más joven, BHL
A nuestros ancestros
El mar siempre ha sido motivo de admiración para el hombre; respetado por los enigmas que encierra. El hombre siempre ha necesitado del mar como fuente de alimentación y vía para el comercio.
Para los griegos entre los dioses más poderosos estaba Poseidón, hermano de Zeus y de Hades, quien con su tridente era capaz de desatar las tempestades más terribles. Para los romanos era Neptuno. Para los cristianos el agua es fuente de vida, de renovación. ¿Quién pudo separar las aguas y cruzar el mar?
A partir de la segunda mitad del siglo xvi comienzan a llegar a Cuba gran cantidad de hombres en calidad de esclavos, de diversos lugares de África; los cuales traían sus culturas y religiones; pero son los grupos yorubá, de la zona occidental subsahariana, los que más influencia ejercerán en el proceso de integración cultural y religioso en la Isla, quizás porque tenían una representación mayoritaria dentro de las etnias que arribaron a nuestra tierra o porque sus conocimientos tenían fuertes raíces hereditarias. Lo cierto es que tanto en la cultura como en la religión existe una fuerte presencia del elemento africano, a pesar de la transculturación sufrida y de la asimilación de las nuevas latitudes.
Entre las religiones de origen africano que todavía hoy aparecen en la Isla tenemos la Regla de Osha, más comúnmente conocida como Santería, de origen yorubá. Cada una de sus deidades u oshas, identifican las energías de la naturaleza, de ahí que estén agrupados en varios grupos, como los guerreros (Eshu-Elegguá, Oggún…), los de cabecera (Obatalá, Shangó, Yemayá…), mayores (Inlé, Olokun…), menores (Abita, Ajá…) y otros.
Pero Yemayá es una de las diosas tutelares de la Santería cubana, y una de las más representativas en el Caribe y Latinoamérica, bajo diferentes denominaciones. Se le considera la madre de todos los orishas, gobierna el mar y reina en el universo. Narra una leyenda que la diosa dijo Ibí boyán odu mí (Me duele el vientre), y emanaron los ríos y todo lo que tiene vida, incluso hasta los orishas. Quizás por ello se le considere madre del universo, y en la naturaleza está simbolizada con el movimiento de las olas del mar, que todo lo abarca. Está en el grupo de los oshas de cabecera.
Múltiples leyendas dan noticias de una Yemayá diligente, comprensiva hacia sus hijos, y conciliadora. Uno de sus caminos más singulares es el de Olokun, que también es una deidad en sí misma y que está viviendo en el fondo del mar atada a una cadena, y a quien si alguien llega a ver puede ocurrirle una muerte inmediata. Solo se le ve en los sueños, pues se cubre la cara con una máscara o careta de rayas azules y blancas.
Una de las divinidades que cuenta con un arsenal mayor de mitos y leyendas es Yemayá, respetada por todos los creyentes que, cuando aparece en un toque de santo montada en su caballo, bien como un reina altanera o como una complaciente madre, hace exclamar a todos los asistentes: “Oh, mío Yemayá!”1
El presente libro nos muestra las características generales de Yemayá, dueña y señora de las aguas, fuente esencial de la vida, así como su surgimiento y sincretismo con nuestra Virgen de Regla, su relación con otros osha del Panteón Yorubá, y las diferentes denominaciones que asume en las distintas etapas de la vida.
Señala Natalia Bolívar, en Los orishas en Cuba (1990) que: La sincretización de Yemayá con la Virgen de Regla resultó natural: la Virgen es la madre de Dios, hay que cruzar el mar para venerarla y reside en su orilla; Yemayá es la poderosa madre de todos los orishas, la misericordiosa reina del mar, que es su morada.2.
Igualmente recoge en sus páginas la historia de Olokun, uno de los avatares o caminos de Yemayá, la mayor de las Yemayá, madre de las profundidades marinas y dueña de los océanos, que aunque por sus características es temido, pues representa la vida y la muerte, también es fuente de vida. Es considerado un Orisha mayor.
B. H. L.
1Miguel Barnet: “La Regla de Ocha”, en La fuente viva, Editora Abril, La Habana, 2011.
2 Natalia Bolìvar: Los orishas en Cuba, Ediciones Unión, 1990, p. 98.
(Caminos)
A Yemayá Iyá Moayé, madre del mundo, se le atribuye la creación de Ilé Ifé (ciudad sagrada para los yorubá), donde las fiestas en honor a este Orisha duran varios días y los cantos y danzas en su honor son los más hermosos dentro del panteón yorubá. Yemayá es amiga de la buena compañía y del lucimiento; aunque es madre virtuosa y sabia, también es alegre y sandunguera. Cuando se sube, ríe a carcajadas y da vueltas como las olas y gira como los remolinos del océano. Unas veces bracea como nadando, otras representa una zambullida para sacar caracoles, algas y peces para sus hijos. En otras ocasiones parece remar hasta la hipotética orilla donde siempre la espera Oshún. Sus danzas comienzan con suaves ondulaciones, como las aguas que agita blandamente al soplo de la brisa, pero pronto se encaracola y va aumentando en intensidad, como un oleaje que se enfurece.
Se dice que el santo nació del mar, la tierra que hoy conocemos, se transportó sobre un caracol, el cual informó a las criaturas sobre las tareas que debían realizar.
Es bondadosa, indomable, astuta y noble con sus hijos, a quienes les tiene mucha paciencia, pero cuando se enoja no la calma nada, sus castigos son duros, su cólera es terrible, pero a la vez es justiciera. Cuando esto sucede provoca calamidades a la persona que la ofende.
De esta bienhechora Santa, poco queda por explicar ya que es una de las más conocidas por todos los iwaró y no iwaró, ¿por qué? ¿Qué aleyos no conocen a la santísima virgen de Regla en Cuba? Todos los iwaró saben que el dulce nombre de nuestra virgen de Regla en latín significa: divinidad. Nos cuenta Natalia Bolívar en Los orishas en Cuba que:
En fecha lejana como 1660 se erigió en el caserío de Regla, en terrenos del ingenio Guaicamar, un bohío que cobijaba una imagen de la Virgen, de la Regla de San Agustín. (Cuenta la leyenda acerca del obispo llamado San Agustín “El Africano” —nacido y fallecido en África (360-436)—, que cuando era muy joven tuvo una revelación de un ángel que le ordenó tallar en madera la figura de una imagen que debía colocar, bien adornada, en su oratorio. Los siglos borraron el nombre que San Agustín que le hubo de poner, aunque parece ser Virgen de Regla. Diecisiete años después de su muerte, un discípulo de San Agustín, conocedor del secreto de la revelación, llamado Cipriano, para evitar que la figura fuera profanada por los bárbaros, embarcó con la imagen en una pequeña nave y llegó a un punto de las costas de España, cercano al lugar que hoy ocupa la Virgen de Regla en la villa de Chipiona, Cádiz. Se dice que a pesar de una tormenta que los sorprendió en medio del estrecho de Gibraltar, la imagen no sufrió deterioro alguno, ni Cipriano, ni la pequeña embarcación, considerándose este su primer milagro, que fuera ampliamente comentado por marinos y pescadores. Finalmente la tradición se encargó de hacerla Patrona y Protectora de todos los marinos). Dos años después, el bohío fue arrasado por una tormenta. Juan Martín de Coyendo, un hombre piadoso y modesto, se dio a construir con sus propias manos (y la ayuda económica de Don Alonso Sánchez Cabello, comerciante habanero) una ermita de mampostería. Quedó terminada en 1664, cuando llegó a La Habana una nueva imagen de la Virgen, traída por el Sargento Mayor, Don Pedro de Aranda. La instalaron en la ermita. Allí fue objeto de mucha devoción y el 23 de diciembre de 1714 la Virgen quedó proclamada Patrona de la Bahía. Sus fiestas fueron tradicionalmente muy populares entre todas las clases sociales. Blancos, nobles y negros esclavos —liberados por unos días— bebían aguardiente y presenciaban peleas de gallos e inesperadas corridas de toros. En el aire repicaban alegres villancicos a la dulce María, pero también profundos toques de batá que evocaban a Yemayá, la poderosa, la otra madre.
La sincretización de Yemayá con la Virgen de Regla resultó natural: la Virgen es la madre de Dios, hay que cruzar el mar para venerarla y reside en su orilla; Yemayá es la poderosa madre de todos los orishas, la misericordiosa reina del mar, que es su morada.3
Yemayá es la legítima esposa de Orúnmila. Yemayá crió a Oyá y aunque ésta hoy no coma carnero como ella, antes lo comía.
En nuestra Religión nada más que existen dos obini y esos son: Yemayá y Shangó. El vocablo obini quiere decir: absoluto. Es de significar que en las consagraciones de oshas, los únicos que se hacen primero que Yemayá son: Elegguá y Obatalá. Y aun en el caso que se hagan osha una madre y su hija, y a esta le hagan Yemayá, entrará primero la referida hija a excepción que la madre fuera a hacer Obatalá; en este caso, entrará primero no solamente por ser mayor, sino también porque es okuni. Yemayá y Obatalá tienen la misma edad.
Como Yemayá es la dueña de los diloggunes, porque ella es quien los pare, quien los trajo al mundo, por eso precisamente es ella la madre de todos los oshas. Las primeras aguas del mundo fueron las del mar, y allí nacieron los caracoles que hoy en día son nuestros diloggunes; por todo ello es que las verdaderas caracoleras son las hijas de Oddí. Yemayá se manifiesta en los siguientes Oddun: (77), (78), (74), (48), (47) y (44), y en todos los oddun que predomine Oddí e Iroso. Los oddun son las letras o signos que conforman el sistema adivinatorio de Ifá, a cada uno le corresponde la actuación de un orisha, dada a través de las leyendas o patakines.
Decíamos que Yemayá fue la que crió a Oyá, que es la que representa al viento, y este se forma precisamente en los grandes océanos. Hay algo fundamental en nuestra vida material, que el iwaró debe tener presente y es que ningún hijo de Shangó es hijo de Yembo, y esta es la madre de las aguas saladas. Por lo cual Shangó considera a todas las Yemayá como madre, y esa unión matrimonial, más tarde o más temprano, trae malas consecuencias.
En cambio, las obini Yemayá pueden contraer matrimonio con los Omo-Obatalá, Omo-Oggún y con este último, no porque fuera marido de Yemayá, al contrario, él antes de Yemayá está en igualdad de condiciones que Shangó, pero Oggún fue irrespetuoso con sus mayores y considera a Yemayá igual que a cualquier otra mujer. Fue mujer de Babalú Ayé, de Aggayú, de Orula y de Oggún.
Quien la tenga asentada no debe pronunciar su nombre sin antes tocar la tierra con la yema de los dedos y besar en ellos la huella del polvo.
Sus colores representativos son el azul marino y el blanco. En su collar estas cuentas transparentes como el agua del mar se alternan de 7 en 7. Yemayá protege a los marinos.
Come pato, tortuga, chivo, gallina guinea, paloma, gallo blanco (para Yemayá Asisú se le sacrifica un cerdo con una ceremonia muy cuidadosa). Yemayá Okuté en cambio no come pato y llama chicharrones a las cucarachas.
Sus hierbas son la yerba mora, yerba de la sangre, yerba caimán, yerba buena, yerba bruja, verdolaga, violeta, verbena, sargazo, sabina, sábila, resedá, romero, palo verraco, palo jeringa, palo cochino, melón de agua, matanegro, mango, malanga, majagua, maíz (cortado en varios y finados trozos), magüey, lechuga, junco marino, jagua, incienso de playa, helecho o lecho de río, guásima, guamá hediondo, guamá de costa, guairaje, grenuere, genciana de la tierra, frescura, flor de agua, chinchona, chayote, culantro, cucaracha, cordobán, copalillo de monte, comecara, cebolleta, cebolla, cayumbo, cayajabo, carquesa, caña coro, cañamazo amargo, canutillo, camarón, camagüira, caisimón, bejuco uví macho, bejuco uví (de hoja ancha), bejuco tortuga, bejuco parra, bejuco jaiba, bejuco de corrales, bejuco amargo, añil, albahaca morada, albahaca, alabrambilla, ají dulce.
Su número es el 7 y su día el sábado.
Sopera: Una sopera coloreada de azul en todas sus tonalidades o de azul y blanco con flores, o una tinaja donde irán las piedras y las herramientas. Sobre su sopera se colocan siete pulseras entrelazadas o su corona cuando la pide.
Sus atributos y herramientas son: El Sol (oru), Luna llena (ochu), ancla (dakoduro), salvavidas (yika), bote (oko), siete aros (bopa), llave (chileku), siete aros de plata. Estos objetos elaborados en plata, acero, lata o plomo, iruke (rabo de caballo con mango) adornado con cuentas azules y blancas.
Usa un manto de burato ricamente adornado. Agogó (campanilla), que se utiliza para saludar y para que preste atención cuando se habla con ella.
Un abanico con varillaje de nácar y oro, adornado con cuentas y caracoles.
Los agbebe: abanicos redondos hechos de pencas de guano adornado con plumas de pavo real, caracoles y cascabeles.
Todos estos atributos son adornados con patos, peces, redes, estrellas, caballítos de mar, conchas y, en miniatura, todo lo relativo al mar. Siempre llevan cuentas azules y blancas alternas.
Los collares de esta orisha son de siete cuentas de cristal transparente, llamadas de agua y azules. En Yemayá Okuti son de agua ultramarina. En Yemayá Ayabba o Ashaba, azul pálido y agua. Yemayá Asesú, azul oscuro y perlas opalinas o cuentas de jabón.
Usa una bata con serpentinas azules y blancas, símbolo del mar y la espuma, especie de ancho cinto de tela y un peto de forma romboidal sobre el ombligo.
Ofrendas: Ochichín (guiso de camarones, alcaparras, huevos duros, acelga y tomate), olelé; ñajú con bolas de plátanos verde o ñame; frijoles negros sin caldo y sin maíz; palanquetas de gofio con melao de caña; 4 pescados enteros en un plato blanco con rayas azules; melao, corojo y cascarilla; berro; lechuga; escarola; acelga; chayote y maíz finado con frijoles de carita. Cuando está enojada también se le pone berro, lechuga, chayote y verdolaga para refrescar su piedra. Su fruta predilecta es la sandía (melón), aunque también se le ofrendan piñas, papayas, uvas, peras de agua, manzanas, platanos y naranjas. Se acostumbra brindarle en jícaras el agua y el melao.
De los peces prefiere la guabina, anguila, pargo, rabirrubia, cabrilla, sierra, lenguado, aguja, cherna, emperador.
Las flores de agua y violeta.
El perfume es la verbena.
Aflicciones que protege: Las relativas al vientre de las personas a las que impliquen daño o muerte a través del agua, dulce o salada, lluvia o humedad.
Los hijos de Yemayá se caracterizan por ser serviciales, analíticos, perfeccionistas, exigentes, ordenados, pulcros, meticulosos, aseados, amantes del mar y de la naturaleza, laboriosos, modestos, lógicos, previsivos y prácticos. Son hipercríticos, quisquillosos, exigentes, remilgados, hipocondríacos, escépticos, incrédulos, tacaños, con un fuerte complejo de inferioridad, inhibido y poco afectuoso.
Yemayá, como Obatalá, es reina y surge a la vida en distintas etapas y con distintos nombres:
Okuté: La que se lleva a la gente para el fondo del mar y nunca más suelta sus cuerpos. Temida y respetada, se le hacen ofrendas para no perecer ahogado cuando se debe viajar por el mar.
Okuté Odofé Iyagba (amada señora del río): Esta Yemayá es guerrera, ayudante de Oggún, por equivocación le dicen Pkute, pero su verdadero nombre es Okunte: que significa, la brava, su nombre completo es: Yemayá Okunte Ogumasomi.
Es la Yemayá que pisó el mar de soberbia y está dentro de él, a sus hijos se les entrega Akoires, santo que vive en una tinaja, frente a Yemayá.
Asesú: Se considera que trabaja en aguas turbias, cerca de los caños y cloacas que desembocan en el mar. Trabaja con los egungun y las enfermedades que se diseminan en aguas contaminadas. Es la dueña de los patos, gansos, cisnes. Su nombre significa la desmemorizada, nace en Irete Di. Su color azul clarito. Esta Yemayá alcanza todo su poder en el oddun Otura Wori, es la hija inseparable de Olokun, es un Eggún de gran poder que todo lo cuenta a Olokun; rompió todos los lazos que la unían a la tierra, ella es desmemoriada como el pato, este pato significa la victoria de Asesú contra sus enemigos.
Yemayá Bokun: Aquella que comparte la grandeza del océano, nacida en él y considerada hija de Olokun.
Yemayá Olokun: La dueña de las aguas del mar y sus tesoros.
Yemayá Olodo: La dueña del río Oggún en África, también comparte las aguas dulces de cualquier río con Oshún.
Yemayá Bomi: La que nació de las aguas y para trabajar por la grandeza del pueblo de Agua y los orishas funfun.
Yemayá Kwara: Vive en las aguas dulces de los ríos y arroyos, aunque también está en las desembocaduras al mar. Prepara remedios y ayuda a los enfermos.
Yemayá Awoyó: Conoce el secreto de la lluvia. Se le considera dueña de grandes riquezas. Come carnero.
Yemayá Konlá: Vive en las rocas grandes que hay en las costas del mar, donde rompen las olas y se genera espuma.
Yemayá Awosó: La que tiene trato con los brujos, comanda el culto de la brujería en Ketu.
Yemayá Irawó: La que trabaja por la noche en las costas a la luz de las estrellas.
Yemayá Ibú Yabani: Esta Yemayá vive con Borosia.
Yemayá Ibú Oleyo: Es hermana de Ibú Okoto, de la tierra de Ayetaro, come codorniz, vive en tinaja.
Yemayá Ibú Okoto: Su nombre significa: la que vive entre las conchas, es el mar de sangre. Preside los combates navales, vive en una tinaja con conchas de mar, lleva un pedazo de barco naufragado que se forra con siete manos de caracoles, un sable, una bandera pirata, una lanza y un puñal. Su color azul prusia, caracoles y agua. Esta Yemayá es señorita y todo lo que hacían los varones lo hacía ella, no se puede saber si es macho o hembra.
Yemayá Akeké: Es la servidora de Olofin, es la rana toro. Su color es azul, verde y agua.
Yemayá Oro: Es misteriosa, vive dentro de los muertos, su oriki (nombre) significa: la sirena que canta, es la que mueve los egguns; sus palos preferidos son el álamo y el ciprés, vive entre cortinas. Su color es azul oscuro, azabache y agua.
Yemayá Ashabá: La mayor de todas las Yemayá, es la primera hija de Olokun, nació en el oddun Ika Meyi, se llama La capitana del barco, es el oddun Osa Kuleya, la dueña de las lanchas. Esta Yemayá come pato de manera especial. Su color es azul clarito, cacao, vive en un ánfora tipo griega, su nombre completo es: Yemayá Ashabá Oggún Fasogun Aralotoyé Ishoro Oddun.
Yemayá Mayalewo Okunjimá: Es la hija predilecta de Burumú, vive en el medio del mar, las siete corrientes marinas. Mira de medio lado, es comerciante. Esta Yemayá es la que diferencia a cada santo con la pintura que mandó Olofin, nace en Ogbetualara. Su nombre significa: La que se interesa por el dinero y el comercio, vive en la entrada de la bahía y fue la que pintó el agua de azul, con la ayuda de Asesú. Su collar es 7 azules claritos, 7 rayaditas de rojo y blanco, 7 rosadas y 7 aguas. Es la que por medio del comercio despertó las relaciones entre los hombres.
Yemayá Ibú Agana: Su nombre significa La furiosa o loca, fue mujer de Orisha Oko y es muy bella pero tiene siete pelotas en el vientre y una pierna más delgada que la otra, vive en las profundidades del mar, hija predilecta de Olofin, mujer de Olokun, no vive en la superficie, sino en los abismos del fondo del mar. Esta Yemayá hundió a la Atlántida, trabaja junto con Oroiña; también vive entre los arrecifes y conchas, su color es azul prusia, coral y agua. Es la que hace llover.
Yemayá Taramawá: Su nombre significa: La que en todo momento es importante