24 de Mayo de 1822 horizonte histórico-cultural -  - E-Book

24 de Mayo de 1822 horizonte histórico-cultural E-Book

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La Academia Ecuatoriana de la lengua y el Grupo América presentan algunas reflexiones con ocasión del bicentenario de la batalla del Pichincha, como una contribución a la celebración de ese magno suceso. Este libro recoge artículos tanto de miembros de la Academia como del Grupo América que han querido contribuir con sus investigaciones y reflexiones a la comprensión cabal del significado, consecuencias y lecciones de ese hecho histórico.

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PRÓLOGO

APROXIMACIÓN A LA GESTA LIBERTARIA DEL 21 DE ABRIL

EL MARISCAL ANTONIO JOSÉ DE SUCRE, UN EJEMPLO DE ESTADISTA

24 DE MAYO DE 1822: MEMORIA Y LIBERTAD

MUJERES QUE LUCHARON POR LA LIBERTAD

COSTUMBRES RELIGIOSAS EN LOS ALBORES DE LA INDEPENDENCIA

COSTUMBRES EN LA ÉPOCA DE LA INDEPENDENCIA

INTRODUCCIÓN A LA VISIÓN DEL MUNDO DE LAS ARTES PLÁSTICAS QUITEÑAS DEL PERÍODO DE LA INDEPENDENCIA

GUSTOS Y DISGUSTOS EN “CANTARES DEL PUEBLO ECUATORIANO” DE JUAN LEÓN MERA (1822-1892)

PRÓLOGO

La Academia Ecuatoriana de la lengua y el Grupo América presentan algunas reflexiones con ocasión del bicentenario de la batalla del Pichincha, como una contribución a la celebración de ese magno suceso.

Este libro recoge artículos tanto de miembros de la Academia como del Grupo América que han querido contribuir con sus investigaciones y reflexiones a la comprensión cabal del significado, consecuencias y lecciones de ese hecho histórico.

Jacqueline Costales, del Grupo América, en su artículo Aproximación a la gesta libertaria del 21 de abril, nos recuerda que una antesala importante para el triunfo en las faldas del Pichincha fue la batalla de Tapi, que logró la independencia de Riobamba el 21 de abril de 1922.

Costales nos dice:

No obstante, ni la Independencia, ni la Constitución, ni la democracia, por sí solos, son garantía de nada. La diferencia la hacen las personas, los líderes que, imantados por la excelencia del espíritu, por principios y fines trascendentes, realizan una permanente demostración de servicio eficaz y pulcro en favor de los ecuatorianos. La diferencia la hacen los políticos honestos que forjan una nación justa.

La embajadora Ximena Martínez de Pérez, del Grupo América, en su artículo El mariscal Antonio José de Sucre, un ejemplo de estadista nos presenta una faceta del mariscal Sucre no suficientemente mencionada por los historiadores.

Sucre, como ejemplo para las nuevas generaciones, no solo como estratega militar sino también como precursor del Derecho Internacional Humanitario, como político honesto y estadista.

La embajadora Martínez nos relata muchas de las actividades realizadas por Antonio José de Sucre durante los períodos en que se desempeñó como presidente de Bolivia y como administrador en varias instancias. Actividades desconocidas por mucha gente, ya que no todos los libros de historia se han ocupado de esa faceta de Sucre.

También nos recuerda muchas de las frases de Sucre, que, interesantemente, podrían ser dichas por un buen estadista contemporáneo. Frases que, si hubieran sido escuchadas y tomadas en cuenta por los presidentes que ha tenido Ecuador, la realidad de este país sería maravillosa. Mencionemos algunas de estas frases relatadas por la embajadora Martínez: “Educar es el más sagrado deber de las autoridades delante de Dios y de los Hombres”. “Persuadido que un pueblo no puede ser libre si la sociedad que lo compone no conoce sus deberes y sus derechos, he consagrado un cuidado especial a la educación pública”.

A los representantes a la Primera Asamblea Nacional de la Gran Colombia, les dijo;

es la gloria de los quiteños que los apoderados que ellos colocan en el templo de la representación nacional posean las virtudes que distingan a los “padres de la patria” como “ciudadanos ilustres y beneméritos, hombres honrados y virtuosos, patriotas fieles y constantes” para que “poseídos de sus obligaciones hacia el pueblo entero de Colombia correspondan a la dignidad y a la confianza de que están investidos” y en sus “trabajos y deliberaciones sea olvidado todo espíritu de partido y de interés propio y dirijan sus objetivos únicamente al engrandecimiento de la República, a la felicidad de los pueblos y al bien y a la gloria de Colombia”.

Como presidente de Bolivia dijo: “(…) en política no hay ni amistad ni odio, ni otros deberes que llenar, sino la dicha del pueblo que se gobierna, la conservación de sus leyes, su independencia y su libertad”.

El artículo termina con reflexiones de la Dra. Martínez, entre ellas su consideración de que las enseñanzas de Sucre deberían tener la mayor difusión para que guíen la conducta de los ecuatorianos y que sus dotes iluminen a la juventud de la patria.

Al final del artículo, la embajadora Martínez nos presenta un interesante apéndice con algunos documentos emitidos por Bolívar en diversas ocasiones, y que son un ejemplo de su pensamiento libertario, el cual fue compartido por Sucre.

Luz Argentina Chiriboga, del Grupo América, en su artículo 24 de mayo de 1822: memoria y libertad, habla de las hazañas libertarias de los pueblos afroecuatorianos y presenta versos dedicados a Manuela León y Manuela Cañizares. Menciona otras heroínas que lucharon con ahínco para que cambiaran las estructuras políticas, sociales y económicas de los pueblos americanos, entre ellas: Manuela Sáenz, Rosa Campuzano, Jonatás, Manuela Espejo, Marieta de Vintimilla, Lorenza Avemañay.

El artículo resalta la encomiable preocupación de Luz Argentina por recordarnos la acción de las mujeres y, específicamente, de las mujeres afroecuatorianas en la gesta libertaria de 1822.

El conocido historiador y académico de la lengua Carlos Freile nos regala Costumbres religiosas en los albores de la independencia, donde nos recuerda que en la época colonial las costumbres religiosas tenían gran importancia en la vida de todas las personas.

Nos describe en detalle las cofradías existentes hasta la última fundada en 1788. La cofradía fue una de las instituciones más influyentes de la sociedad colonial.

Nos habla de las fiestas religiosas y cómo en la colonia toda la vida giraba en torno a la religión católica. Nos relata respecto a la “tabla” de fiestas religiosas que regía para todas las Indias Españolas por disposición de los diversos concilios. Y, ya que la gente no concebía una fiesta religiosa solemne sin su respectiva procesión, Freile nos relata las procesiones más importantes con sus peculiaridades. Los pendoneros y los danzantes.

Una costumbre muy arraigada entre nosotros es la de las novenas. Carlos Freile nos relata la “Novena para el Aguinaldo”, en la que consta el villancico “Dulce Jesús mío”.

Las celebraciones de las fiestas no cambiaron con la Independencia, nos dice Freile, y nos cuenta de las nuevas formas de agradecer a Dios desarrolladas a raíz de ese evento.

Thalía Cedeño Farfán, en Costumbres en la época de la indepen-dencia, luego de darnos varias definiciones de la palabra costumbre, nos relata las costumbres de esa época vistas por varios autores y viajeros.

Nos dice que las costumbres de entonces fueron impuestas por los españoles y que, luego de la conquista, las poblaciones indígenas fueron adoctrinadas en la religión católica.

Menciona también algunas costumbres de los españoles, especialmente de aquellos que no eran ricos.

El laureado poeta, miembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua y del Grupo América, Julio Pazos Barrera, en su Introducción a la visión del mundo de las artes plásticas quiteñas del período de la Independencia, empieza su artículo contándonos que se ha dicho que el arte es una mediación de la visión del mundo de una sociedad.

Nos habla de los tres estilos artísticos que se practicaban a finales del siglo XVIII y nos describe las obras de artistas de esa época. No solo que nos describe las obras y nos explica a qué estilo pertenecen, sino que, además, nos dice en qué museos o iglesias podemos encontrar dichas obras.

Nos detalla las obras trabajadas entre los años 1809 y 1830 y nos hace saber algunos datos de artistas como Gaspar de Sangurima, para quien el Libertador Simón Bolivar dictó un decreto para compensar su talento, y de Antonio Salas Avilés.

Termina con una reflexión respecto a lo que significó la Independencia para el arte.

Santiago Pazos Carrillo, del Grupo América, en Gustos y disgustos en “Cantares del pueblo ecuatoriano” de Juan León Mera (1822-1892), nos relata cómo en esta obra se muestran relaciones con los alimentos. Así, hay relación con los oficios de panadero y de porquerizo y con los juicios de valor. Nos presenta varios versos en los que se ve esa relación.

Otra relación es con los alimentos y bebidas: los versos de Mera tienen referencias a platos alimenticios. Pazos nos presenta una investigación respecto al cariucho y el sancocho, y nos relata las varias menciones a frutas, hierbas aromáticas y especias, y cómo los poemas en los que se encuentran tratan de pasiones. Sigue contándonos los diferentes alimentos que se mencionan, como el ají, la chicha, y las opiniones de viajeros en 1800 respecto a ella, el aguardiente, los buñuelos, el chocolate, etc.

La tercera relación es con los lugares de alimentos y bebidas, especialmente el estanquillo, la chichería y los salones.

Pazos concluye con la observación de que la mayor parte de los alimentos y bebidas anotados por Mera pertenecen a una cocina popular, tradicional, ligada a las costumbres y hábitos alimenticios de españoles, indígenas y mestizos, y de que, a pesar de la independencia, la influencia española se ve reflejada durante todo el siglo XIX.

Luego del artículo, presenta un apéndice con versos que mencionan frutas, vegetales, granos, especias, animales, bebidas y otros objetos relacionados con alimentos y bebidas.

Invito a disfrutar de la lectura de cada uno de los artículos que, sin lugar a dudas, son de mucho interés.

Fernando Miño-GarcésMiembro de número de la Academia Ecuatoriana de la LenguaPresidente del Grupo América

APROXIMACIÓN A LA GESTA LIBERTARIA DEL 21 DE ABRIL

Jacqueline Costales Terán

El triunfo conseguido un glorioso 24 de Mayo de 1822 nos ufana no solo por la gallardía de los soldados, sino por la irreductible voluntad del pueblo ecuatoriano, en cuya médula destaca la presencia de héroes y heroínas con sustancia de historia y de futuro. Turgentes pabellones portearon las banderas derruyendo el yugo, por eso el desborde de sangre en decenas de jornadas épicas, en décadas de lucha, con las huestes ibéricas.

Sin duda, el esplendor de la nación Quiteña, hoy conocida como Ecuador, floreció con largueza en el siglo XIII de la era cristiana, al ser integrada por diversas culturas indígenas gobernadas por un soberano propio; entre ellas, el pueblo Puruhá o Puruway que ocupó la parte central de la provincia de Chimborazo, llamada así por la presencia del gigante de hielo. Raza que resistiera varias conquistas intraterritoriales; vencedora junto a Atahuallpa, Quizquiz, Calicuchima, Rumiñahui, raza que estuvo en el frenesí de Colón, en el sueño del Nuevo Mundo. Raza que testificó junto a Bolívar su “Delirio Sobre el Chimborazo”. Estuvo en los breñales del Pichincha y en el definitivo 24 de Mayo, donde Quito con fragoroso grito liberó al hombre nacido en este suelo. Doscientos años han transcurrido desde entonces; sin embargo, el alma de las tropas patriotas aún centella en las cumbres andinas.

Como riobambeña desbordo un especial orgullo frente a los acontecimientos dados en esta ciudad, donde los corazones de su gente se levantaron con anhelo perpetuo de libertad, donde la palabra fue y seguirá siendo herramienta fundamental para la transmisión de información, para la preservación de tradiciones y hechos históricos. Por ello, el gran historiador y etnógrafo riobambeño Juan de Velasco, autor de la Historia del Reino de Quito, apreciada como la primera y oficial voz de nuestra “historia”, consideró para la redacción de su obra, no solo observaciones geográficas y descripciones de los pueblos que habitaron este territorio hasta los inicios de la conquista española, sino que dio prioridad a las referencias verbales, declaradas por testigos.

Por esta herramienta, sabemos que las fuerzas de Sucre y de Santa Cruz se habían juntado en la capital azuaya un 21 de febrero de 1822; la ciudad se encontraba abandonada por los realistas, quienes estaban al tanto de que no podían medirse con el ejército patriota que continuaba avanzando hacia el norte; el 19 de abril llegaron a la provincia de Chimborazo; avanzaron por las crestas del nudo que conforma el páramo de Puesetus y Lanlán; un 20 de abril, atravesaron Tzalaron y se atrincheraron en el Cerro Molobog. Al frente de la caravana estuvo el Mariscal Antonio José de Sucre, detrás sus huestes de Dragones, Granaderos, y los Batallones “Albión”, “Paya”, “Yaguachi”, “Trujillo”, “Piura”, y “Cazadores a caballo”; junto a ellos estaba el alma de numerosos ciudadanos que los apoyaron con profunda fe, convidándoles alimentos, bebidas y alojamiento, con pleno convencimiento de que “la Libertad es la mejor herencia legada a nuestros hijos”. Al respecto, Eudófilo Costales Samaniego en su obra Riobamba independiente, manifiesta:

“El día sábado 20 de abril, Sucre y las tropas permanecieron en Punín, ya sea porque el día fue de lluvia o sombrío, ya porque esperaban la llegada de una pieza de artillería que se había retrasado, debido al lodo del camino; pero, a más de estos sucesos, lo que le contuvo fue el suceso protagonizado por el Coronel Olasábal que comandaba el Batallón Trujillo… A pesar de los contratiempos, por la mañana Sucre destinó al Escuadrón de Dragones para que estorbaran las maniobras y movimientos del enemigo que se oponía para que pasaran los ejércitos por el lado izquierdo de la Quebrada Colorada, con destino a Riobamba. El Teniente Coronel Federico Rash, el Comandante Jimena y los Capitanes Allende y Morán, fueron los primeros mártires del ejército libertador. Entregaron sus vidas en suelo riobambeño y esto, por el engaño y la traición de los españoles, que se asomaron abiertamente en su desesperado intento de detener a la fuerza que tenía por sangre y bandera, la libertad”.1

Al día siguiente, la madrugada del 21 de abril de 1822, partieron hacia la Sultana de los Andes, ciudad que recibió a las huestes de Sucre, en la extensa llanura de Aguisacte-Tapi, posición estratégica para que los valientes labraran un futuro de esperanza. Necesario es recalcar que apenas habían transcurrido dos décadas del reasentamiento de Riobamba, luego de la destrucción ocasionada por el terremoto de 1797, y que lo ocurrido en Tapi no fue producto del azar, todo lo contrario, fue bien meditado, planificado durante un tiempo y definido la noche anterior.

Es preciso reconocer dos factores preponderantes en el triunfo de Tapi; por un lado, la generosidad ciudadana, misma que se convirtió en fermento que bulle en la conciencia de los ecuatorianos, en ejemplo de amor y de honor. De otro lado cabe recalcar que el movimiento libertario del 21 de Abril fue sustentado por el Capitán Agustín Velasco y Unda, héroe que aunque ha sido escasamente visibilizado, intervino con entusiasmo en las campañas desde el primer momento; su presencia destaca en las acciones de Cuenca y en la agitación riobambeña. Él fue quien se tomó el cuartel de los realistas en Riobamba, cuyo grueso había sido guiado hacia Guaranda con la intensión de enfrentar a los patriotas que se adelantaban desde Guayaquil y Babahoyo, al mando de Febres Cordero y Urdaneta. “Eso lo testifican las enhiestas cumbres andinas, bajo la diáfana elación del cielo azul y el viento que distribuye en la feracidad sonriente de los valles y oteros su soplo prometedor”2. En las calles, en los parques y en las plazas de Riobamba, la gente, precedida por Velasco y Unda, bajo consignas y gritos de: “Viva la Patria”, “Viva la Libertad”, “Viva Riobamba Independiente”, proclamaron su fe en el triunfo, bajo los símbolos aurorales de la independencia. Unos se trasladaban a caballo, la mayoría a pie, hasta la casa del Corregidor don Martín Chiriboga, quien había huido a Yaruquíes. Los designios eran terminantes y por tanto conmovedores; empero, la pronta intervención de Juan Bernardo de León y Cevallos, Diego Donoso, Ambrosio Dávalos y Estanislao Zambrano evitó desmanes y consiguió la adquisición de algunas armas escondidas en la vivienda. Mientras tanto, la muchedumbre, los líderes y los ciudadanos notables se juntaron en casa de don Diego Donoso, para declararse en Cabildo Abierto y proclamar la absoluta independencia de Riobamba. Enseguida proce-dieron a redactar el Acta, para lo cual designaron a don Baltazar Paredes como escribano; este se excusó alegando la presencia de personas más capaces e inteligentes; sin embargo, fue instado a cumplir dicha petición junto con don José Antonio Flor de la Bandera, virtuoso en la caligrafía; ambos procedieron a ejecutar el encargo. Acto seguido, se designaron autoridades para continuar con el proceso de emancipación. Es cuando don Melchor de Guzmán, conocido como el “Cholo Virrey”, nominó a don Juan Bernardo de León y Cevallos como Jefe Político y Militar de la Provincia Independiente, destacando sus valores cívicos y virtudes morales; los asistentes acogieron la propuesta con la que Juan Bernardo de León y Cevallos fue electo por unanimidad. Cerca de las ocho de la noche, convinieron en dar parte de la resolución, con todos los detalles, al jefe de las tropas revolucionarias, el Coronel Urdaneta, quien se encontraba en la ciudad de Guaranda. A la vez, solicitaban el apoyo de cien militares, armamento y un cañón. Al siguiente día, don José Larrea y Villavicencio cabalgó sin descanso por los páramos de San Juan y por las faldas del coloso Chimborazo para cumplir el encargo. Una copia del documento fue enviado desde Guaranda a la Junta de Gobierno de Guayaquil; estaba firmado por los patriotas y los representantes de la ciudad: Melchor Guzmán, Juan Bernardo de León y Cevallos, Ignacio José de Lizarzaburu, José Moreno de Salas, Diego Donoso, Jacinto González Verdugo, Bartolomé Donoso, Baltazar de Paredes, Francisco Chiriboga Villavicencio, José Alvear, José Joaquín Domínguez, Ambrosio Dávalos, Javier Donoso, Javier Sáenz y Basabe, Agustín Velasco y Unda.

En Quito, el ejército realista se había fortalecido para defender la ciudad. En tales circunstancias, Sucre optó por dirigirse al norte donde resultaba más fácil combatir o interrumpir las comunicaciones con la realista Pasto, que todavía no había podido ser conquistada por Bolívar.3 Carlos Landázuri, en su ensayo sobre la Independencia manifiesta:

Con ese antecedente, el ejército patriota ascendió a las estribaciones del Pichincha, la noche del 23 de mayo. Pero las faldas de ese monte son enormes y al amanecer del día 24 las tropas de Sucre se hallaban recién sobre el sur de la ciudad, donde fueron descubiertas y atacadas por los realistas que acababan de caer en cuenta de sus intenciones… Aunque los patriotas tenían la ventaja de ocupar las posiciones más altas, no estaban preparados para la lucha, las municiones estaban lejos de los hombres que debían usarlas. Ambos bandos sabían que era un encuentro decisivo y se empeñaron a fondo en la lucha. Hubo muchos ejemplos de valor en los dos ejércitos, pero la historia ha recogido preferentemente la hazaña del joven teniente Abdón Calderón, de quien Sucre se expresa, en el Parte oficial de la batalla, de la siguiente manera: “hago particular memoria de la conducta del teniente Calderón, que habiendo recibido sucesivamente cuatro heridas, no quiso retirarse del combate. Probablemente morirá, pero el Gobierno de la República sabrá compensar a la familia los servicios de este oficial heroico”. Calderón, en efecto, murió en Quito el 29 de mayo, cinco días después del combate. Bolívar lo ascendió póstumamente a capitán. La compañía del batallón Yaguachi a la que perteneció no volvería a tener capitán y en las revistas, al mencionarse su nombre, la tropa contestaría: “Murió gloriosamente en Pichincha, pero vive en nuestros corazones”. Al final, la victoria correspondió a Sucre, ante quien debió capitular el general realista Aymerich, hasta entonces presidente de la Audiencia, entregándole el departamento, la ciudad y sus fuertes.4

La portentosa claridad del cielo capitalino aún prodiga pre-seas luminosas a las gloriosas tropas que derramaron sangre y sudor de milenios en testimonio de infinito. La cultura cívica se hizo perenne, trepó a las cimas más altas del Pichincha donde superimpera la dignidad.

Ecuador, tanto como los demás países latinoamericanos, ha vivido diversos ciclos: conquista, independencia, demo-cracia, dictadura. No obstante, ni la Independencia, ni laConstitución, ni la democracia, por sí solos, son garantía de nada. La diferencia la hacen las personas, los líderes que imantados por la excelencia del espíritu, por principios y fines trascendentes, realizan una permanente demostración de servicio eficaz y pulcro en favor de los ecuatorianos. La diferencia la hacen los políticos honestos que forjan una nación justa, soberana, auténticamente democrática. La diferencia la hacen quienes se liberan del narcisismo, del individualismo, de las vanidades precarias, para cumplir con sabiduría y profunda responsabilidad los deberes para con la sociedad. La diferencia la hacen quienes favorecen el amor patrio, tan necesario para conseguir una sociedad más justa y humana. Es hora de mirar más allá de lo circunstancial; es tiempo de la unidad para que triunfe el diálogo franco, racional y civilizado. El pueblo ecuatoriano ama el respeto, la libertad, la democracia y quiere vivir en ella, por esto debemos participar activamente en la recuperación de valores cívico-morales que garanticen mejores días para la Patria.

Riobamba ha sembrado hechos de honor, se ha inmortalizado en el alma de los ecuatorianos, por ello, desde este singular punto geográfico, el mismo que inspiró al General Antonio José de Sucre y a sus tropas, proclamamos con voz altiva de dignidad, la guerra sin cuartel a los desvalores. Este es el mejor homenaje a los gloriosos libertadores. Si es preciso un sacrificio, hagámoslo; si es preciso desprendimientos, apresurémonos con actos de honor, verdad y civismo.

BIBLIOGRAFÍA

Costales Cazar, Luis Alberto (2008). Sobre el pomo de la tierra. Riobamba: Casa de la Cultura de Chimborazo.

Costales, Luis. Rutas de sombra y de sol (2011). Riobamba: Casa de la Cultura de Chimborazo, pp. 38.

Eudófilo Costales Samaniego, Riobamba Independiente. Edit. IGM. Instituto Geográfico Militar. Riobamba, 1972, pp.30-34.

Costales Samaniego, Alfredo; Peñaherrera Piedad (1992). La Real familia Duchicela. Valencia-España: EDYM, pp. 240.

Landázuri Carlos. Antecedentes y desarrollo de la Independencia ecuatoriana. Repositorio de la UASB. Quito.

Ortiz Arellano, Carlos. Cien figuras en la historia de Chimborazo (2008-2012). Tomos I y II. Riobamba: Casa de la Cultura de Chimborazo.

Velasco, Juan. Historia del Reino de Quito. Historia Moderna (1842). Quito: Imprenta de Gobierno, p. 532.

FUENTES DE INTERNET

Ayala Enrique. Historia, tiempo y conocimiento del pasado. https://repositorio.uasb.edu.ec Acceso, 07-05-2022 

Caamaño, Jacinto. Historia del Ecuador.

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/jacinto-jijon-y-caamano--0/html. Acceso 15-03-2016

Landázuri Carlos. Antecedentes y desarrollo de la Independencia Ecuatoriana.

https://repositorio.uasb.edu.ec/bitstream/ 10644/3828/1/CON-PAP-Antecedentes

Acceso 07-05-2022

https://www.lhistoria.com/ecuador/independencia-de-riobamba. Acceso, 08-05-2022

1. Eudófilo Costales Samaniego, Riobamba Independiente. Edit. IGM. Instituto Geográfico Militar. Riobamba, 1972, pp.30-34.

2. Luis Alberto Costales (2008). Sobre el pomo de la tierra. Quito: Casa de la Cultura de Chimborazo.

3. Carlos Landázuri. Antecedentes y desarrollo de la independencia ecuatoriana. Repositorio UASB. https://repositorio.uasb.edu.ec/bitstream/10644/3828/1/CON-PAP-Landazuri%2C%20C-Antecedentes.pdf, Acceso: 06-05-2022

4. Carlos Landázuri. Antecedentes y desarrollo de la independencia ecuatoriana. Repositorio UASB.https://repositorio.uasb.edu.ec/bitstream/10644/3828/1/CON-PAP-Landazuri%2C%20C-Antecedentes.pdf, Acceso: 06-05-2022

EL MARISCAL ANTONIO JOSÉ DE SUCRE, UN EJEMPLO DE ESTADISTA

Embajadora Ximena Martínez de Pérez

La conmemoración del bicentenario de la Batalla de Pichin-cha celebrada victoriosamente bajo la conducción del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, el 24 de mayo de 1822, trae a nuestra memoria el acontecimiento más importante de la historia ecuatoriana. Evoca la consolidación de la independencia de España de lo que hoy es la República del Ecuador y el legado de libertad, justicia y democracia que con su gesta heroica nos dejaron nuestros libertadores.

Hoy, doscientos años después de esa prodigiosa hazaña, cabe resaltar el ejemplo que dio Antonio José de Sucre a las nuevas generaciones no solo como insigne y aguerrido estratega militar y precursor del Derecho Internacional Humanitario. Tan importantes como su valentía en las contiendas bélicas y su habilidad diplomática, fueron sus ideales políticos, su civismo, honestidad, conciencia ética y cumplimiento del deber demostrados fehacientemente en sus actividades como político y estadista.

El Libertador Simón Bolívar, en carta dirigida al General Escalona luego de la victoria de Pichincha, expresa los siguientes conceptos sobre nuestro inolvidable y admirado prócer: “El General Sucre se ha llenado de gloria y se ha hecho adorar de estos pueblos: mandará este inmenso departamento hasta las fronteras del Perú”. El aprecio y la confianza que Bolívar depositaba en el joven general, de apenas veintisiete años, también se refleja en estas palabras contenidas en una comunicación enviada por él al General Urdaneta: “Sucre llenará mi puesto en mi ausencia; está adorado de todo el mundo y tiene cualidades admirables para gobernar”.