¡Aceleremos la resonancia! - Hartmut Rosa - E-Book

¡Aceleremos la resonancia! E-Book

Hartmut Rosa

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Con el concepto de «resonancia», Hartmut Rosa ha propuesto un camino para remediar la aceleración hegemónica y cosificadora del capitalismo rentista y especulativo, que nos condena al crecimiento y la sobrecarga. Para él, la transformación en profundidad de nuestras sociedades solo se logrará si aceptamos entablar una nueva relación con el mundo, marcada por una relación «receptiva» con él. ¿Qué significa concretamente esta resonancia? Y, sobre todo, ¿cómo podría ayudar a las nuevas generaciones a convivir con la realidad del Antropoceno, que está cada día más presente? La resonancia, en contraste con la educación para el «desarrollo sostenible», parece ser un nuevo paradigma capaz de hacer surgir otro mundo, en el que los humanos y los no humanos ya no se confronten entre sí. Con Hartmut Rosa, ha llegado el momento de escuchar lo que el mundo tiene que decir…

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Traducido del francés: Accélérons la résonance!: Pour une éducation en Anthropocène

© Éditions Le Pommier / Humensis, 2022

© Hartmut Rosa y Nathanaël Wallenhorst, 2022

© De la traducción: Cristopher Morales Bonilla

Primera edición: octubre, 2023

Montaje de cubierta: Juan Pablo Venditti

Derechos reservados para esta edición

© Ned Ediciones, 2023

Preimpresión: Editor Service, SL

www.editorservice.net

eISBN: 978-84-19407-19-1

La reproducción total o parcial de esta obra sin el consentimiento expreso de los titulares del copyright está prohibida al amparo de la legislación vigente.

Ned Ediciones

www.nedediciones.com

Índice

Prólogo

Aprender bajo la presión de la aceleración

¿Aceleración o desaceleración?

El objetivo de una «buena vida»

Relaciones vibrantes que nos descentran

De la aceleración a la gran aceleración

¿Qué podemos hacer?

Superar el capitalismo

Referencias bibliográficas

Prólogo

Aprender a escuchar el mundo... para transformar nuestras sociedades

Conocí al sociólogo alemán Hartmut Rosa en junio de 2016 tras leer la edición original de Resonancia (traducida al francés dos años después). En sus dos libros anteriores, Aceleración y Alienación y aceleración, reveló cómo nuestras sociedades solo pueden estabilizarse de forma dinámica. En definitiva, necesitan el crecimiento, aunque este crecimiento sea la principal alienación de la época actual. En Resonancia, Rosa se aventuró a dibujar los contornos de un remedio a esta aceleración hegemónica y cosificadora que nos convierte a todos en hámsteres que giran dentro de una rueda, cada vez más deprisa, pero que, al final, siempre acaban por mantenerse a flote.

El ejercicio intelectual de Rosa merecía ser elogiado: no estamos condenados a morir de burn out. Es posible vivir más allá de la aceleración inherente al capitalismo rentista y especulativo que gangrena nuestras sociedades. ¿Cómo hacerlo? Manteniendo la resonancia. El universo teórico alemán en el que surgió este concepto está marcado por dos características poco habituales en la tradición sociológica francesa: la movilización del componente existencial de la condición humana y la formulación de un pensamiento prospectivo sobre un fondo de crítica social. Sin embargo, necesitaba saber más sobre estos conceptos.

En aquella época, estaba leyendo un conjunto de artículos geocientíficos sobre el Antropoceno, la nueva época geológica que está caracterizada por una modificación duradera de las condiciones de habitabilidad de la Tierra, en el marco de la sociedad tal y como la conocemos. El consenso científico de las decenas de artículos que tenía sobre la mesa de trabajo era claro: las acciones de los seres humanos han producido una serie de cambios en el sistema terrestre, cuyos efectos, como mínimo, se dejarán sentir en las próximas decenas de miles de años. En esta literatura científica, nuestraresponsabilidad en relación a esta destrucción sin precedentes en la historia de la vida se denomina «imperialismo», «dominación», «capitalismo», «consumismo», y sobre todo «Gran Aceleración». Con esta terminología, los investigadores identificaron de hecho la forma en que, a partir de la década de 1950, el consumo exponencial, unido al aumento de la población humana, estaba llevando a todo el sistema terrestre a una carrera desenfrenada hacia un horizonte inadecuado para la vida humana en sociedad. La Gran Aceleración era el otro nombre del «Antropoceno».

Y ahora un sociólogo alemán, independientemente de un análisis de la gran aceleración del Antropoceno, ha propuesto una solución a la aceleración de las sociedades contemporáneas: ¡la resonancia! ¿Y si... la resonancia de Rosa tuviera los ingredientes para contener la gran aceleración del Antropoceno y evitara con ello la crónica de un apocalipsis anunciado?

Cuando fui a encontrarme con este sociólogo de la Universidad de Jena, quería descubrir la manera de refundar el pensamiento educativo. ¿No es la educación el medio político más creíble para producir cambios profundos y duraderos en esta nueva era geológica? En efecto, las tradiciones educativas de nuestras sociedades occidentalesparecían toparse con un fracaso sin precedentes: no hemos sido capaces de impedir la entrada en el Antropoceno. La educación para el desarrollo sostenible tampoco ha sido capaz de proponer ninguna renovación del paradigma lo suficientemente potente como para permitir el advenimiento de un mundo distinto del actual, que se asemeja al escenario de un colapso de todo lo que está vivo.

Por tanto, hay que cuestionarse la finalidad de toda educación: ¿se trata de adaptar a los alumnos a las sociedades tal como son, a sabiendas de que actualmente están serrando la misma rama de la que reciben la vida? ¿O consiste más bien en trabajar en la transformación de nuestras sociedades para que encuentren su camino hacia la sostenibilidad? En este caso, la misión de la escuela ya no se detendría en la adquisición de conocimientos y en la «capitalización de una cartera de competencias», según la expresión económica que se ha instalado actualmente en el pensamiento educativo. Se trata de aprender a ir más allá: cuando los pequeños Leo y Lea hayan aprendido a leer, escribir y contar, ¿qué harán con sus conocimientos?

Aquí es donde surge la finalidad propiamente política de la escuela, a la que el Antropoceno nos lleva a reflexionar. No estamos acostumbrados a esta inversión política en la escuela; de este modo, se entiende que educadores y profesores hayan integrado la idea de que «no se debe hacer política en la escuela». Sí, en efecto, se trata de hacer emerger nuevos paradigmas en el pensamiento educativo, ya que atravesamos una etapa cuya importancia es comparable a la que tuvo lugar durante los primeros milenios del Holoceno, la era geológica anterior. Iniciada hace 11.700 años, su asombrosa estabilidad y previsibilidad climática permitió la aparición de la agricultura y la ganadería, la sedentarización del Homo sapiens y la posterior sedimentación de las tradiciones educativas. ¿Podría ser la resonancia la portadora de un poder político capaz de trazar nuevos caminos para la educación en la época del Antropoceno?

En opinión de Hartmut Rosa, la transformación profunda de nuestras sociedades solo se logrará entablando una nueva relación con el mundo, marcada por una relación receptiva con él, que le permita oír y hablar. En primer lugar, no se trata de comprenderlo para poner nuestras manos sobre él y reorganizarlo con la ayuda de nuestros artefactos técnicos, sino, simplemente, de entrar en relación con él. El concepto de «resonancia» solo puede entenderse en el contexto del intercambio entre la existencia humana y todos los seres de la Tierra, tanto humanos como no humanos.