Adolescentes confinad@s - Carles Feixa - E-Book

Adolescentes confinad@s E-Book

Carles Feixa

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Beschreibung

Este libro surge de un hilo de Twitter escrito el lunes 16 de marzo de 2020, el primer día del confinamiento obligatorio en casa a causa del #Coronavirus, respondiendo a la invitación del antropólogo Alberto Corsín en otro tuit de dialogar sobre el efecto del confinamiento entre los adolescentes. Reflexiona sobre la metamorfosis del concepto de adolescencia en la era contemporánea, hasta llegar a lo que denominamos era viral, en el doble sentido de transmisión veloz de las informaciones y de exposición al coronavirus. Frente a la sociedad viral, lo que denomino Generación Blockchain se enfrenta al confinamiento con las habilidades aprendidas en la cultura juvenil: de la cultura de la habitación a la cibercultura. El libro se concibe como anti-libro de ayuda para padres y madres desorientados y para adolescentes confinad@s. Contiene un "Diario de una adolescente en cautiverio" escrito e ilustrado por dos adolescentes.

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© Carles Feixa

© Del diario, fotos y vídeo, Aroa Méndez y Xao Feixa

Derechos reservados para todas las ediciones en castellano

© Ned ediciones, 2020

eISBN: 978-84-18273-00-1

La reproducción total o parcial de esta obra sin el consentimiento expreso de los titulares del copyright está prohibida al amparo de la legislación vigente.

Ned Ediciones

www.nedediciones.com

Indice

Prólogo. La vida en un tuit

Tarzán, Peter Pan, Blade Runner versus Jane, Wendy, Rachael

Adolescentes en la era viral

Adolescentes en su habitación

Adolescentes en el espacio escolar

Adolescentes en espacios de ocio

Adolescentes en el ciberespacio

Epílogo. El coronavirus y yo

Diario de una adolescente en cautiverio

Prólogo. La vida en un tuit

En la mayoría de los debates que se desarrollan en torno a la brecha generacional, se pone el énfasis en la alienación de los jóvenes, mientras que se tiende a omitir por completo la alienación de los adultos. Lo que olvidan los comentaristas es que la verdadera comunicación consiste en un diálogo, y que a ambos interlocutores les falta vocabulario para dialogar.

(Mead, 1970/2019)

El lunes 9 de marzo de 2020, el antropólogo del CSIC y tuitero Alberto Corsín subió un post en Facebook sobre el #Coronavirus que pronto se hizo viral, y que yo compartí en mi muro:

La historia del siglo xxi empieza con el coronavirus:

— Reducción de emisiones— Defensa de bienes públicos (sanidad, ciencia)— Teletrabajo y semana laboral 3-4 días— Fin del fútbol— Fin de las macroconferencias académicas— Fin hegemonía mercados financieros— Fin turistificación

Una semana después, el lunes 16 de marzo, oficialmente el primer día del estado de alarma y del confinamiento en casa, Corsín subió un hilo de Twitter con la siguiente reflexión:

16 de marzo, 10:47 am

La educación sentimental de nuestros jóvenes hoy configurará la sociedad de extraños que cuiden de nosotros en un futuro @alafuente @Amparo @tiscar @CFeixa @amparogonzalez @orapmagon1

Quería abrir una conversación sobre las posibles consecuencias del confinamiento sobre jóvenes adolescentes, especialmente quienes despiertan a la pubertad. He visto hablar sobre escolarización online pero poco sobre «educación sentimental». Van algunas impresiones @c_magro

1. Decir en primer lugar que no soy experto ni en educación ni en sociología de la juventud. Estas son impresiones cazadas al vuelo relativas sobre todo a los universos sentimentales de la ciudad, más cercanos a mis intereses.

2. En la pubertad los cuerpos de los jóvenes se abren a diversos mundos sensoriales y afectivos, sus cuerpos aprenden a ser «extraños» en la ciudad, a modular la mirada y el tacto, la exuberancia y la introspección, las estructuras y los matices de la amistad.

3. En ciencias sociales solemos hablar de las «consecuencias impredecibles» de ciertos actos. Algunas semanas de confinamiento es probable que no tengan consecuencias mayores en la configuración de esos cuerpos adolescentes. ¿Pero varios meses? ¿O incluso un confinamiento estacional?

4. Nuestros jóvenes están siendo bombardeados con imágenes higienistas con una alta carga de disciplina moral sobre el control de los cuerpos: lavarse, mantener distancias de seguridad, no tocar superficies extrañas, no salir a la calle, etc.

5. No sé muy bien cómo contrarrestar colectivamente este discurso, en un contexto de confinamiento, con una educación sentimental más rica y abierta. Pero creo que es importante.

6. Los jóvenes de hoy serán los «extraños» que cuidarán de nosotros en un futuro. Sus cuerpos, sus estructuras sentimentales y afectivas, serán las que organicen nuestras ciudades.

Esa misma noche respondí con mi primer hilo de Twitter.

16 de marzo, 10:42 pm.

Respondiendo a la propuesta de @acorsin de conversar sobre los efectos del confinamiento entre jóvenes adolescentes, abro hilo en base a mis estudios sobre antropología de la juventud, pero sobre todo de la convivencia desde el sábado con dos adolescentes en casa.

1. El debate sobre adolescencia, biología y cultura es antiguo: lo inició Stanley Hall en 1904 describiéndola como una fase de «tempestad y estímulo», lo continuó Margaret Mead en 1926 argumentando que tal crisis de identidad estaba provocada por la educación occidental.

2. El debate nature/nurture ha renacido recientemente desde la neurociencia, tras descubrirse que los efectos de la pubertad en el cerebro adolescente son más tardíos y complejos de lo que se pensaba, y que la genética se mezcla con el entorno y con las emociones.

3. Resumí tal debate en un artículo en Neuroscience and Biobehavioral Reviews (https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0149763411000327), traducido en el libro colectivo Malestares y subjetividades adolescentes (http://www.editorialuoc.com/malestares-y-subjetividades-adolescentes).

4. La adolescencia es pues una fase de apertura al exterior, al espacio público, al peer–group, a la expansión corporal, por lo que varias semanas enclaustrados les puede resultar difícil de soportar.

5. Por otra parte, l@s adolescentes actuales, pertenecientes a lo que denomino la Generación@, es la mejor preparada para una vida digital, sin el dualismo online-offline, cuerpo-mente, que vivimos los adultos. https://generacionarroba.wordpress.com.

6. La reclusión doméstica más que una cárcel puede ser un refugio, como escribí en mis artículos «La habitación de los adolescentes» (https://www.ehu.eus/ojs/index.php/papelesCEIC/article/viewFile/12125/11047) y «Los hijos en casa: hackers o hikikomoris» (https://www.revistavirtualis.mx/index.php/virtualis/article/view/32).

7. Otra cosa es que durante varias semanas tengan que vivir pegados a papás y mamás. Vivir «confinados» en casa puede provocar tensiones, pero también nos ofrece la ocasión de aprender otras formas de comunicarnos entre generaciones sucesivas: comer, jugar o simplemente hablar.

8. Un posible tema de conversación es precisamente las causas sociales del coronavirus. Si es cierto, como sugirió @acorsin en su tuit, que el Covid–19 marca el inicio del siglo xxi, una de sus dimensiones —el decrecimiento— fue prefigurado precisamente por adolescentes, y no sólo por Greta Thunberg.

9. La adolescencia es una etapa de explosión (hormonas, neuronas, creatividad), y de implosión (autocontrol, reflexividad, melancolía). El coronavirus es una ocasión para que tal proceso se acompase, lo que el ritmo de vida actual —y la presión de la selectividad— dificultan.

10. También es la ocasión para que los adultos escuchemos a los jóvenes sin prejuicios, y juntos renovemos nuestra (auto)educación sentimental —y nuestra educación tout court.

11. Cito de memoria a Jean Monod, discípulo de Lévi—Strauss (Los Barjots): «Los adolescentes reproducen, en el plano vertical de las edades, una diversidad que, en el plano geográfico, tiende a desaparecer». Por unas semanas, las Trobriand están en casa.

12. He mostrado el hilo a mi hija Xao. Por primera vez se lo ha leído todo: ‘¿Hay cosas que no entiendo: que son las Trobriand? ¿Lévi–Strauss es el de los pantalones? Pero muy guai’

13. Ella se lo ha enseñado a su amiga Aroa, que pasa estos días en nuestra casa: ‘¡Me ha gustado! ¡Habla de nosotros!’

El primero en responder fue el propio Corsín:

@acorsin: Qué maravilla de hilo de @CFeixa dibujando posibles escenarios y consecuencias del confinamiento de adolescentes por la crisis del COVID–19. ¡Muchas gracias!

A lo largo del día siguiente, sin llegar a hacerse viral, el hilo pronto superó en comentarios (12), comparticiones (22), likes (72), actividad (278) y visualizaciones (6911), a todos mis tuits enviados hasta ese día. He aquí algunos de los comentarios (procedentes de Barcelona, Madrid, Mallorca, México y Chile):

@noeliaclasica: Me ha interesado muchísimo este hilo de @CFeixa Aquí una familia con adolescente

@rossanareguillo: Este hilo de mi colega @CFeixa muy recomendable ojo @IdeCGDL

@arroceritacnica: Para mamas y papas con adolescentes en casa

@hildiupis: Para los papás con adolescentes, excelente Hilo #QuedateEnLaCasa

@sweetartemisa: Imperdible hilo sobre adolescentes en casa. Ccp @stefanie_weiss

@OAguileraRuiz: Atencion madres y padres con hijes jóvenes. Soy antropólogo, y hago mío este aporte #aplanarlacurva #COVID–19 #QuedateEnLaCasa

@luzmagcruz: Muy buen hilo, me lo traje de la cuenta de @rossanareguillo para las que tenemos adolescentes en casa

@susana–brignoni: Lo que está en juego con los/las adolescentes es el vínculo...En elles siempre hay una pregunta por lo auténtico: ¿lo que les ofrecemos es verdadero?

@susana–brignoni: Efectivamente en las adolescencias, en plural, lo que está en juego es la dimensión de los cuerpos...Cuerpos nuevos que se están organizando...La realidad hoy nos plantea que eso se ordena más allá del tocar... ¿Qué nuevas configuraciones?

@miriam–arenas: #adolescentes en tiempos de #confinamiento cc @ProyectoCuidar

(@OJIB: En @CFeixa ens ofereix un fil amb una interessant reflexió que ens pot ajudar a entendre i a passar aquests dies amb adolescents a casa: Adolescents i confinament #MomentsPerALaReflexió #MomentsPerQuedarseACasa #Joventut #Joves #Adolescents

* * *

El eco del hilo de Twitter me ha animado a seguir el hilo de Ariadna al que estaba conectado —mis estudios sobre antropología de la juventud— y a recuperar la idea de publicar un texto breve sobre el concepto de adolescencia que sirviera como una especie de anti—libro de ayuda, es decir, que en lugar de dar respuestas para padres y madres desorientados ofreciera preguntas que pudieran ser compartidas con sus hijos e hijas, en este caso aprovechando la coyuntura para hilvanar los conceptos de adolescencia y de confinamiento. Como sugería en el tuit, en principio se trata de conceptos antónimos: la meta de esta etapa de la vida es abandonar la reclusión doméstica —huir del Padre y de la Madre— y abrirse al mundo —al peer—group, a los otros, al espacio público. Se trata de romper el caparazón familiar —la añoranza del claustro materno— y arriesgarse a enfrentarse al mundo —para bien o para mal. Cuando esto sucede de manera natural, se dan las condiciones para una transición saludable a la vida adulta —a la vocación, al trabajo, al ocio, al amor, a la ciudadanía. Cuando esto se impide o fracasa, surgen los procesos de exclusión, marginalidad y enfermedad mental que conducen a adolescencias fracturadas o en crisis: se rompe el vínculo con los progenitores sin establecer nuevos vínculos con los otros y consigo mismo.

Históricamente, la manera que muchas culturas han inventado para provocar este tránsito son los denominados ritos de paso o de pubertad.1 Muchos de estos ritos consisten precisamente en periodos de reclusión obligatoria —de confinamiento— en la naturaleza, en cabañas o campamentos fuera de la vida ordinaria —separados física y simbólicamente de la comunidad—, donde mediante determinadas ceremonias, cantos, danzas o la ingestión de alucinógenos, los púberes rompen con su identidad infantil y renacen con una nueva personalidad —se trata del «segundo nacimiento» que para el psicólogo Stanley Hall (1904/1915) caracterizaba la adolescencia. Es lo que sucede, por ejemplo, con la choza para las muchachas púberes en el ritual elima de los pigmeos Bambuti del Congo, la casa singira de los guerreros masai de Kenia, las sociedades secretas de los indios de las praderas norteamericanas, pero también con las instituciones educativo—militares de los estados primitivos, como la agogéespartana o el telpochcalli azteca, entre otros muchos ejemplos de «confinamiento liminar» de los y las adolescentes, previo al acceso a la condición adulta, en sociedades preindustriales. Es cierto que la mayoría de estos ritos incumben sólo a los varones —con la excepción del elima y de algún otro— pero de manera indirecta acaban por determinar el destino de todo el grupo de edad.2

En la sociedad industrial, los ritos de iniciación derivaron en varios tipos de «instituciones totales», concebidas como espacios de confinamiento para prepararse mejor antes de entrar en la vida adulta: entre los más destacados, el servicio militar obligatorio inventado por la Revolución francesa para formar a los jóvenes varones al servicio de la Nación (el cuartel de los «quintos»); los internados educativos británicos o suizos para los muchachos y muchachas de las élites; y las cárceles de menores para los muchachos y muchachas obreros que escapaban del control familiar o institucional y optaban por una vida en la calle —el origen de las gangs.3 La cárcel sigue siendo hoy el espacio de confinamiento por antonomasia, y cuando se vive esta experiencia durante la adolescencia o la juventud el efecto puede ser duradero.4

En la sociedad posindustrial, tales espacios de reclusión desaparecen o se transforman: fin del servicio militar obligatorio (excepto para los que optan por el ejército profesional), decadencia de los internados (excepto para jóvenes con adicciones o enfermedades mentales), conversión de la cárcel en centros educativos (incluyendo a centros de tutela para adolescentes solos, como ha sucedido con los menores migrados no acompañados, otrora llamados menas). Paradójicamente, algunos adolescentes se refugian en la propia habitación, como antesala o preparación a la dura tarea de enfrentarse al mundo, lo que la transición hacia una sociedad digital facilita, al poder obtener desde el espacio íntimo todo lo necesario para vivir (de la comida a domicilio al cibersexo).

El confinamiento ritual de l@s adolescentes tenía una triple función: la incorporación (la aceptación del propio cuerpo e identidad sexual); la introspección (la aceptación del propio espíritu e identidad personal); y la extroversión (la unión con el peer–group, con la clase de edad y con la sociedad). En definitiva: brindarle apoyo para romper los lazos familiares y enfrentarse al mundo. El confinamiento actual puede ser visto como lo contrario: llega en un momento en el que en lugar de ritos de paso lo que hay son ritos de impasse (ceremonias de iniciación hacia no lugares atemporales); y en lugar de forzar la unión con la clase de edad, fuerza la reunión con otras generaciones —padres, madres y en algunos casos abuelos. Y lo hace, como sugería Corsín, con un discurso higienista que tiene muchas conexiones con el discurso moralizante sobre la sexualidad adolescente, pues en lugar de aceptar y normalizar la metamorfosis corporal, la reprime u oculta.

La antropóloga Margaret Mead (1970/2019) sugirió en un célebre ensayo que hemos pasado de sociedades postfigurativas —aquellas en las que los hijos aprenden de los padres— a sociedades cofigurativas —aquellas en las que los hijos aprenden de sus coetáneos. Según esta autora, a fines de los años 60 estaba empezando una nueva etapa de evolución cultural, la de las sociedades prefigurativas, aquellas en las que son los hijos quienes educan a sus padres. La alienación que unos y otros padecemos es un síntoma de incomunicación, de ausencia de un lenguaje en común que permita comunicarnos.

El reto es hacer de la necesidad virtud: convertir este tiempo de obligada reclusión y convivencia intergeneracional en un tiempo para repensar la adolescencia —o mejor dicho, para repensar el rol de l@s adolescentes en sociedades bipolares: a veces juvenofílicas (idealización del ser joven) y en otras ocasiones juvenofóbicas (estigmatización de l@s jóvenes). Se trata de aprovechar para aprender unos de otros: l@s adolescentes pueden aprender a tener un ritmo de vida sin las presiones de la institución escolar, más centrada en la preparación para exámenes como la selectividad —la manera moderna del vigilar y castigar según Foucault (1975)—, que en preparar para la vida, y los adultos pueden aprender de la facilidad de l@s adolescentes para una vida digital no desconectada de la vida presencial —pues ambas forman hoy parte indisociable de la vida real. Se trata de que unos y otros nos miremos a la cara y disfrutemos estos días con la posibilidad de compartir las comidas, el trabajo, el juego y la palabra. Algo que el ritmo de vida acelerado nos impide hacer con normalidad (Rosa, 2019).5

* * *

Este libro empezó con un tuit, siguió como un proyecto de cooperación intergeneracional para llenar de contenido dos semanas de confinamiento, tomó la forma de un instant e—book como respuesta a otro confinamiento —el que afecta al sector editorial—, pero aspira a ir más allá, convirtiendo la amenaza de «futuros sombríos» en un «tiempo de conquista», para utilizar el bello y profético subtítulo del último libro publicado por esta editorial antes de la declaración de estado de alarma (Pais, 2020). La idea de fondo es reflexionar sobre la juventud en la era viral. Utilicé por primera vez este adjetivo en un libro anterior, en un sentido estrictamente digital (Feixa, 2014). Aludía entonces a la velocidad de la circulación de informaciones y conexiones vinculadas a movilizaciones, estilos y procesos juveniles, ejemplificados en el movimiento 15M y recientemente en el movimiento neoecologista #FridaysforFuture y en el movimiento neofeminista #MeToo, liderados ambos por adolescentes en todo el mundo durante los últimos dos años. Por culpa del Covid—19, el adjetivo viral recupera aquí su sentido original, el de virus biológico, cuya transmisión a escala global se convierte en una metáfora del siglo venidero, como anunció lúcidamente Corsín en su célebre tuit —como dijo también Daniel Innerarity, no es el fin del mundo, pero quizá sí el fin de un mundo. En este libro lo pondremos en relación con el obligado confinamiento de l@s adolescentes en el espacio doméstico durante estas semanas de primavera, durante las que, además de la sangre, se han alterado muchas otras cosas.

Además de este prólogo inédito, el libro recupera fragmentos de algunos de los capítulos de mi libro De la Generación@ a la #Generación (Feixa, 2014), que a su vez remitían a textos anteriores, revisados y actualizados para esta ocasión. El primer capítulo —Tarzán, Peter Pan y Blade Runner— es una reflexión sobre la metamorfosis del concepto de adolescencia durante la era contemporánea, actualizándolo en clave femenina —es decir, introduciendo a Jane, Wendy y Rachael como coprotagonistas. El segundo capítulo es una aportación nueva, que completa la reflexión sobre las dos generaciones analizadas en el citado libro —la @Generación o Arroba y la Generación# o Hashtag— actualizándolo con una reflexión sobre la generación actual, que propongo denominar Generación Blockchain. A continuación, se incluyen cuatro esbozos de etnografías sobre la adolescencia en los cuatro espacios en los que se desarrolla su vida: la habitación, la escuela, los espacios de ocio y el ciberespacio; la momentánea expulsión del segundo y tercer espacio implica el confinamiento en el primero y en el cuarto (el más local e íntimo: la propia habitación; y el más global y público: el ciberespacio), durante unas semanas que pueden convertirse en meses. En estos cuatro capítulos se han añadido post scriptums con reflexiones sobre cómo ha cambiado la situación desde la primera vez que se publicaron y cómo afecta el confinamiento en el aspecto tratado en cada uno de ellos. Como epílogo incluyo una reflexión personal sobre mi relación con los virus en distintos momentos de mi vida.

La parte más novedosa viene después: consiste en el diario de una adolescente confinada —ella prefiere decir «en cautiverio»—, redactado durante los primeros quince días del confinamiento por Aroa Méndez, una de las dos muchachas con quienes mi mujer y yo hemos convivido estos días, e ilustrado con fotografías de mi propia hija, Xao Feixa, autora también de la imagen de portada. Ambas cursan segundo curso de Bachillerato y estaban estos días estudiando para la selectividad, cuyo retraso acaban de anunciar. El texto les ha servido como tarea de curso complementaria, pero también como una especie de terapia, una vuelta al diario personal que desde mediados del siglo xix es uno de los ritos de paso de la adolescencia.6 Pero también puede servir de terapia para padres y madres a quienes nos cuesta entender la visión de la vida y del mundo de nuestros hijos e hijas adolescentes.

El libro se concibe pues como un instant e—book, sin mayor pretensión que provocar la reflexión de los cambios corporales, psicológicos, sociales y tecnológicos que estos días viven l@s adolescentes y con ellos vivimos también nosotros. Pero podría ser también la prefiguración de una especie de transbook, la búsqueda de otros formatos que ayuden a transitar de la Galaxia Gutenberg a la Galaxia Blockchain que quizá surja del coronavirus.

¡Feliz lectura!

Carles Feixa

Lleida, marzo de 2020

Referencias

Feixa, C. (2011). «Past and present of adolescence in society. The ‘teen brain’ debate in perspective». Neuroscience and Biobehavioral Reviews, 35(8), 1634—1643. http://dx.doi.org/10.1016/j.neubiorev.2011.02.013.

Feixa, C. (2016). De la Generación@ a la #Generación. La juventud en la era digital. Barcelona: Ned ediciones.

Feixa, C., & Andrade, C. (2020). El Rey. Diario de un Latin King. Barcelona: Ned ediciones.

Foucault, M. (1975). Vigilar y castigar. Buenos Aires: Siglo XXI.

Hall, S. G. (1915) [1904]. Adolescence: Its Psychology and Its Relations to Physiology, Sociology, Sex, Crime, Religion and Education. Nueva York: Appleton Century Crofts.

La Fontaine, J. S. (1987)]. Iniciación. Drama ritual y conocimiento secreto. Barcelona: Lerna.

Mead, M. (2019). Cultura y compromiso. Estudios sobre la ruptura generacional. Barcelona: Gedisa. [Culture and Commitment. A Study of the Generation Gap. Nueva York: Natural History Press].

Mead, M. (1928/1985). Adolescencia, sexo y cultura en Samoa. Barcelona:Planeta. [Coming of Age inSamoa. Nueva York: Morrow.]

Monod, J. (1968/2002). Los Barjots. Ensayo de etnología de bandas de jóvenes. Barcelona: Ariel. [Les barjots. París: Juillard].

Pais, J. M. (2020). Jóvenes y creatividad. Entre futuros sombríos y tiempos de conquista. Barcelona: Ned ediciones.

Bernardi, B. (1985). Age Class Systems. Londres: Cambridge University Press.

Rosa, H. (2019). Remedio a la aceleración. Ensayos sobre la resonancia. Barcelona: Ned ediciones.

Thrasher, F. M. (1926). The Gang: a Study of 1313 Gangs in Chicago. Chicago: University of Chicago Press. [En prensa: The Gang/La Banda. Un estudio sobre 1313 bandas en Chicago. Barcelona: Ned ediciones].

Turnbull, C. (1960/1984). Los pigmeos, el pueblo de la Selva. Barcelona: Javier Vergara.

Turner, V. (1985). El proceso ritual. Madrid: Taurus.

Van Gennep, A. (1909/1986). Los ritos de paso. Madrid: Taurus.

1. Sobre los ritos de paso, véase Van Genep (1909/1986); Turner (1985); La Fontaine (1987).

2. Véase Turnbull (1960/1985), Bernardi (1985), Feixa (2011, 2020).

3. Véase el clásico estudio de F. Thrasher (1926), The Gang, sobre las pandillas de Chicago a principios del siglo xx, cuya tradución castellana está en prensa en esta misma editorial.

4. Como explicó un miembro de mi equipo de investigación que había estado en prisión en un tuit sobre el coronavirus que se hizo viral, y como explica King Manaba en su relato de cárcel (Feixa & Andrade, 2020).

5. Nuestra reflexión está en sintonía con lo propuesto por dos colegas y amigos, especialistas en la adolescencia, durante estas semanas de confinamiento: Jaume Funes en sus charlas en Instagram (@jaume.funes) y José Ramon Ubieto en sus intervenciones en medios (https://www.eleconomista.es/ecoaula/noticias/10439536/03/20/Adolescentes-confinados-y-no-es-un-reality-show.html).

6. El diario más famoso de la historia fue escrito por una adolescente confinada: se trata del Diario de Ana Frank, que estos días ha vuelto a cobrar actualidad.