Bajo la camisa de cuadros - Malin Edholm - E-Book

Bajo la camisa de cuadros E-Book

Malin Edholm

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  • Herausgeber: LUST
  • Kategorie: Erotik
  • Serie: LUST
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2020
Beschreibung

"Un exterior masculino, una personalidad femenina y un dios en la cama. Justo ahí a su lado; Emelie ya estaba totalmente enganchada."Emelie y Tina se encuentran en un bar de un pueblo del Canadá rural, donde Emelie no parece poder quitarle ojo a Glenn, un robusto y masculino leñador que trabaja en el hospital. Ante su enorme sorpresa, Tina le cuenta a Emelie que bajo esa apariencia ruda, Glenn es feminista y una buena persona, pero Emelie no acaba de creer a su amiga. Sin importarle tanto su personalidad como el físico, Emelie se embarca en lo que empieza como una noche de sexo de ensueño con Glenn y donde acaba descubriendo que el exterior no lo es todo.-

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Seitenzahl: 27

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Malin Edholm

Bajo la camisa de cuadros

LUST

Bajo la camisa de cuadros

Original title:

Under den rutiga flanellskjortan

 

Translated by Raquel Luque Benítez

Copyright © 2019 Malin Edholm, 2020 LUST, Copenhagen.

All rights reserved ISBN 9788726313611

 

1st ebook edition, 2020. Format: Epub 2.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

Bajo la camisa de cuadros

 

—¿Quién es ese?

—Hmmm, ¿ese, quién?

—El tipo de allí. Ese que parece un edificio de grande. Me he chocado con él. Pensé que había tropezado con una pared de ladrillo, qué vergüenza. —Tina se rio nerviosamente mientras Emelie esperaba pacientemente su respuesta.

—¡Un tipo raro!, pero no me sorprende. Es Glenn, trabaja en el hospital.

—¿Es médico?

—No, enfermero.

El teléfono de Emelie emitió un sonido metálico y lo agarró para ver qué ocurría.

—Vale… ¡¿qué pasa ahora con Tinder?! “Alguien te ha enviado un Super Like”… oh, ¿de verdad? nadie serio manda “Super Likes”.

—Pues yo lo hago siempre.

Emelie se rio de la tierna táctica de Tina antes de arrastrarla a la pista de baile.

—¡Claro, tú sí! Venga, vamos a bailar.

Junto a ellas, la gente estaba sentada hablando unos con otros, solo unos cuantos invitados bailaban. El bar estaba oscuro y decorado de tal manera que resaltaba la carpintería y las fotos en blanco y negro de las paredes; fotos que narraban la historia de esa pequeña comunidad minera a la que muchos viajaron con la esperanza de encontrar oro durante el siglo XIX y principios del XX. Las imágenes representaban especialmente a los pueblos indígenas, sobre todo a los Tlinglit, que vivieron en ese municipio mucho antes de que lo invadieran los europeos. Actualmente, el bar pertenecía a una familia Tlinglit, también propietaria de la librería del pueblo, donde ella y Tina habían gastado tanto dinero. Sin embargo, era buena la sensación de gastar dinero en abogados y otras acciones que ayudarían a devolver la propiedad del pueblo y de los alrededores a la gente de la Primera Nación. En el bar reinaba una atmósfera tranquila y les alegraba que hubiesen elegido ir allí, a pesar de que fueron en la temporada equivocada para el trineo con perros y las auroras boreales.

El bar era muy acogedor, con un montón de rincones y escondites donde poder sentarse cómodamente y charlar tranquilamente. Un poco más adentro había una mesa de tejo y una diana con dardos. Emelie y Tina bailoteaban alrededor de la estridente pista y Emelie disfrutaba de su nuevo corte de pelo; ahora podía saltar y agitar la cabeza sin acabar con un mechón de pelo en la boca. Un éxito español sonó por los altavoces y un puñado de invitados a su alrededor comenzaron a bailar salsa o, al menos, lo intentaban. Con firmes e incómodos movimientos, Emelie intentaba copiar los ágiles movimientos de caderas de Tina, hasta que finalmente consiguió pillarle el tranquillo y encontró el ritmo. Continuaron bailando hasta que estaban sedientas y agotadas, y se dejaron caer en una mesa, cada una con su cerveza.