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La Academia de la Lengua define en término "falacia" como fraude o mentira, asociándolo con la voluntad premeditada de engañar en provecho propio. Bajo este punto de vista, el título del presente libro, que une la falacia con la interpretación bíblica, resultaría muy fuerte, por no decir fuera de lugar. Pero la idea de "falacia", en relación al pensamiento y a la lógica, se entiende de otra manera: Un patrón de razonamiento malo pero que aparenta ser bueno, aunque contiene un error en si mismo y conduce, por tanto, la mayoría de las veces, a una conclusión falsa, pero sin que haya en ello, forzosamente, intencionalidad de parte del interprete, que más bien suele convertirse, con frecuencia, en la primera víctima de su propio engaño. En este sentido, sí cabe hablar de "falacias exegéticas" en la interpretación de la Escritura. La tan extendida como funesta costumbre de acudir a la Biblia en busca de "apoyos" a conceptos particulares previamente establecidos, en lugar de acudir en ella con mente abierta a escudriñar y descubrir la verdad, es muy antigua y está muy arraigada en la Iglesia cristiana. Ver a cristianos defendiendo todo tipo de rarezas éticas y doctrinales apoyándolas en citas bíblicas sacadas fuera de su contexto, o dando a palabras concretas de la Escritura un sentido alejado cuando no contrario al verdadero, es muy frecuente. De ahí el refrán popular advirtiéndonos que "un texto fuera de su contexto, es un pretexto". Esta actitud, tan común como equívoca y lamentable, es la que el autor denuncia y combate abiertamente en las páginas de este libro. Su tesis pivota en el hecho de que cuando dos intérpretes piadosos de la Biblia aparecen con interpretaciones incompatibles de un mismo pasaje, se hace evidente, incluso para los creyentes más sencillos y espirituales, que ambos no pueden tener razón.
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EDITORIAL CLIE
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08232 VILADECAVALLS
(Barcelona) ESPAÑA
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Copyright © 1996 by D. A. Carson
Publicado originalmente en inglés bajo el título
Exegetical fallacies por BakerAcademic una división de Baker Publishing Group, Grand Rapids, Michigan, 49516, U.S.A.
«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org <http://www.cedro.org>) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra».
© 2011 por Editorial CLIE para la edición en español
Traducción al español: Beatriz Fernández
FALACIAS EXEGÉTICAS
ISBN: 978-84-8267-562-6
Clasifíquese: 2060 - Métodos de Estudio Bíblico
CTC: 05-30-2060-03
Referencia: 224753
Impreso en Colombia / Printed in Colombia
Colección CBC
ComentariosBíblicosCLIE
W. Gordon Brown
In Memoriam
Prólogo
El líder cristiano Os Guinness cuenta que cuando sus hijos eran pequeños les planteó el siguiente desafío: él les daría 25 centavos por cada falacia que identificaran en la televisión. Seguramente se enriquecieron. Me pregunto cuánto dinero ganarían nuestros chicos si aplicáramos el mismo reto a nuestros sermones y estudios bíblicos. Solo que en este caso buscarían falacias exegéticas. Se me ocurre que también podría ser un negocio lucrativo. Por suerte, tenemos un arma defensiva contra las falacias exegéticas en este librito de D. A. Carson, que ya es un clásico en el mundo de la interpretación bíblica.
Falacias exegéticas salió en los años ochenta del siglo pasado, y era un libro que estaba esperando ser escrito. El mero título era una revelación: hay problemas de interpretación tan comunes, planteaba, que los podemos nombrar y clasificar. Si es verdad que el ser humano puede controlar todo lo que puede nombrar, Carson nos ha entregado un baúl de herramientas esenciales para la interpretación de la Biblia. Al nombrar las falacias, nos ha ayudado a identificarlas y evitarlas.
Recuerdo haber encontrado este libro mientras estaba estudiando en un instituto bíblico. Me fascinó tanto que desatendí mis tareas regulares para leerlo. Eso sí es decir algo. ¡Por lo general lo que me distraía de mis estudios no era más estudios! Me impactó tanto que le escribí una carta al profesor Carson agradeciéndole su labor y contándole un poco acerca de mis frustraciones: que a la Iglesia no le parecía importar la interpretación bíblica, que cristianos defendían todo tipo de rarezas con citas bíblicas fuera de contexto, que yo me sentía bajo persecución por insistir en la buena interpretación. En resumen: que parecía estar rodeado de falacias exegéticas.
Aunque no la esperaba, recuerdo haber recibido una respuesta a mi carta en los últimos días del año escolar, cuando ya se olía la primavera en el aire. Siempre recuerdo la observación que me dio el profesor Carson: no olvidar que cuando predicamos y enseñamos la Biblia, estamos también enseñando los principios de interpretación por medio de nuestro ejemplo. Entonces, que no desespere y que recuerde que el enseñar la buena interpretación es también parte de mi exposición y predicación. Esta ha sido una idea muy importante para mí a través de los años.
Este libro es parte de un hilo, demasiado delgado, de estudios sobre la interpretación bíblica que prestan atención especial a los resultados de la ciencia lingüística. Comenzando con el libro de James Barr, The Semantics of Biblical Language (Las semánticas del idioma bíblico) y luego continuando con el libro de Moisés Silva, alumno de Barr, Biblical Words and their Meaning (Palabras bíblicas y su significado), el tema es tomado también en el libro de Carson. La idea básica detrás de los detalles es que debemos interpretar la Biblia de acuerdo a los principios reconocidos de la lengua y el habla. Desafortunadamente el texto sagrado muchas veces se trata como una gran excepción a estas reglas. Pero estos eruditos nos han recordado que las palabras bíblicas no son en principio diferentes a las palabras normales y que deben ser tratadas como tales. Lo mismo se aplica a las otras áreas que cubre el libro: la gramática, la lógica, la historia y nuestra manera de pensar en general. Los datos bíblicos deben ser tratados razonablemente en estas áreas. Los intérpretes bíblicos no están exentos de usar sus intelectos y de manejar su información responsablemente.
El mejor usuario de este compendio de Carson es el intérprete que ya está estudiando el texto bíblico, que ya concuerda con la importancia de la exégesis, y que ya se cree estar practicando la buena hermenéutica. El problema es que aun los que están convencidos de la importancia de la buena hermenéutica muchas veces no la practican bien. Por eso el tono del libro es el de reunirnos y juntos explorar lo que estamos haciendo a la luz de los conceptos más importantes de la interpretación. El profesor Carson nos da ejemplos copiosos para cada falacia, y muchos de los ejemplos vienen de los escritos de sus propios amigos y colegas. Luego, para ser equitativo, ¡también usa sus propias obras para ilustrar alguna falacia!
Leamos este material, entonces, con este mismo espíritu cordial. Trabajemos juntos, laboremos juntos y mejoremos juntos en nuestra habilidad como intérpretes de las sagradas escrituras, para la gloria de Dios.
Rob Haskell
Autor de Interpretación eficaz hoy
18 de enero, 2011
Lista de abreviaturas
Bauer W. Bauer, A Greek-English Lexicon of the New Testament (Léxico griego-inglés del Nuevo Testamento), trad. F. W. Arndt y F. W. Gingrich (1957); ed. rev., trad. F. W. Gingrich y F. W. Danker (1979) Bib BíblicaBSBiblioteca SacraCanJThCanadian Journal of Theology (Revista de teología canadiense) CBQCatholic Biblical Quaterly (Publicación bíblica católica trimestral) CT Christian Today (Cristianos hoy) JBL Journal of Biblical Literature (Revista de literatura bíblica) JETS Journal of the Evangelical Theological Society (Revista de la Sociedad teológica evangélica) JTSJournal of Theological Studies (Revista de estudios teológicos) LSJ H. G. Liddell, R. Scott, H. S. Jones, Greek-English Lexicon (Léxico griego-inglés) (9ª ed., 1940) LXX Septuaginta Kjv King James Version (Versión King James) Neb New English Bible (Nueva Biblia inglesa) Niv New International Version (Nueva versión internacional) NovTestNovum TestamentumNTSNew Testament Studies (Estudios del Nuevo Testamento) RestQRestauration Quarterly (Publicación trimestral Restauración)SJTScottish Journal of Theology (Revista de teología escocesa) TBTyndale Bulletin (Boletín Tyndale) TSF BullTSF Bulletin (Boletín TSF) WTJWestminster Theological Journal (Revista teológica de Westminster)Prefacio a la segunda edición
El sorprendente éxito de este libro sugiere que hay un alentador número de predicadores y profesores de las Escrituras que quieren corregir errores comunes que se producen en la exégesis. Doy gracias a Dios si este libro ha servido de ayuda para ello.
Muchos lectores me han escrito para compartir conmigo sus propias listas de falacias más o menos divertidas. Unas cuantas de sus sugerencias aparecerán en las páginas de esta segunda edición. Tres o cuatro críticos y lectores se han opuesto vigorosamente a alguno de los ejemplos. He considerado seriamente sus quejas. En un par de ocasiones he revisado la sección; en otros casos simplemente eliminé el material o lo sustituí por ejemplos mejores, no siempre porque pensara que estaba equivocado, sino simplemente porque en este libro no intento marcar goles en temas particulares, lo que intento es ofrecer ejemplos indiscutibles de falacias exegéticas. Pero la mayor parte del material de la primera edición se mantiene en esta. En otras ocasiones he eliminado material no porque hubiera cambiado de opinión sobre la exégesis, sino porque defiendo mi posición de forma un poco distinta en la actualidad.
Por otra parte, de tanto en tanto he añadido ejemplos nuevos. Además, el material del cuarto capítulo se ha ampliado un tanto. Debido a los rápidos cambios que se están produciendo en el campo de la hermenéutica, ese capítulo muy bien podría haber dado para un par de libros. He intentado contenerme para no añadir demasiadas páginas.
Me hubiera gustado ampliar el quinto capítulo, pero parecía mejor no alargar demasiado el libro; dado que se utiliza principalmente como libro auxiliar en los cursos de exégesis, ampliarlo demasiado probablemente le restaría utilidad. En particular, me gustaría decir algo más que lo que he dicho sobre la interpretación de los géneros literarios. Lo poco que he añadido puede que sea útil. Si este libro alguna vez llegara a tener una tercera edición, quizá ese sería el momento de ampliar el quinto capítulo.
Soli Deo gloria
D. A. Carson
Prefacio
La mayor parte del material de este libro se expuso en primer lugar en la serie de conferencias de primavera patrocinadas por el Western Conservative Baptist Seminary de Portland, Oregón, en 1983. Es un placer expresar mi agradecimiento a James De Young, el director del Comité de conferencias, no solo por su invitación, sino también por su manera eficaz de disponer las cosas y su cortesía sin límites. Gracias también a los miembros de la facultad y a los estudiantes que hicieron lo posible para que me sintiera bienvenido.
Parte del material de estas páginas sigue conservando elementos de su génesis como conferencia, aunque, por supuesto, los pies de página no formaban parte del proyecto original. Hay muchos más ejemplos procedentes del estudio del Nuevo Testamento que del estudio del Antiguo Testamento, no solo porque yo sea relativamente más experto en el primero, sino principalmente porque muchos de estos ejemplos proceden del material de clase que se ha utilizado durante años para enseñar a los alumnos una exégesis responsable del Nuevo Testamento. Aunque lo que he leído y estudiado del Antiguo Testamento me indica que ejemplos de ese tipo no son menos frecuentes en él, para evitar alargar demasiado este libro he decidido mantener los límites originales.
Los que han oído hablar de este material o lo han leído en todo o en parte a veces me critican por no haber sido justo con su punto de vista preferido sobre un determinado tema teológico o exegético. He intentado escuchar sus críticas y hacer los cambios que fueran necesarios; pero me anima comprobar que aproximadamente la misma proporción de bautistas y paedo-bautistas, calvinistas y arminianos, etc… han expresado objeciones y sugerencias, así que quizá no haya demasiado desequilibrio. Solo quiero insistir de la forma más contundente posible que no he intentado utilizar estas páginas como caja de resonancia para dar salida a prejuicios personales. Sin duda habré fracasado en cierta medida en el intento, pero a los lectores que se sientan ofendidos al descubrir que he dañado sus interpretaciones preferidas, les resultaría muy útil preguntarse hasta qué punto sus propios prejuicios les influyen a la hora de juzgar el tema.
Mi secretaria Marty Irwin mecanografió el manuscrito en muy corto espacio de tiempo y bajo una presión considerable; le agradezco profundamente su eficacia y entusiasmo. Mark Reasoner aportó una valiosa ayuda con los dos índices.
Soli Deo gloria.
Introducción
Centrarse en las falacias, exegéticas o de otro tipo, parece un poco como centrarse en el pecado: los que se sientan culpables pueden prestar atención a regañadientes y pararse un poco a examinar sus faltas, pero no hay nada intrínsecamente redentor en el procedimiento. No obstante, cuando los pecados son comunes y (además) con frecuencia los que los cometen no los reconocen, una descripción detallada puede tener un efecto beneficioso y fomentar una autoevaluación atenta además de resultar un incentivo para seguir un camino mejor. Espero que hablando sobre lo que no debería hacerse en la exégesis, todos deseemos con más fuerza interpretar bien la Palabra de Dios. Si me centro en la parte negativa, es con la esperanza de que los lectores saquen más provecho de la instrucción positiva que obtienen de textos y conferencias.
Antes de entrar en el estudio en sí, y para evitar cuestiones que posteriormente podrían distraernos, resumiré la importancia de este estudio y los peligros inherentes a él, además de reconocer francamente las muchas limitaciones que he adoptado.
La importancia de este estudio
Este estudio es importante porque las falacias exegéticas son desgraciadamente muy frecuentes entre nosotros, los que por gracia de Dios tenemos la responsabilidad de proclamar fielmente la Palabra de Dios. Si cometemos un error al interpretar una de las obras de Shakespeare, o no medimos bien un verso de Spencer, es poco probable que esto acarree consecuencias eternas; pero no podemos aceptar una negligencia semejante en la interpretación de las Escrituras. Estamos hablando de los pensamientos de Dios: estamos obligados a hacer todo lo posible para entenderlos bien y explicarlos con claridad. Por lo tanto, resulta sorprendente comprobar que en los púlpitos evangélicos, donde se veneran oficialmente las Escrituras, con frecuencia y de forma inexcusable se producen estos descuidos. Por supuesto todos cometemos algunos errores exegéticos: soy muy consciente de algunos que yo mismo cometo, de los cuales me voy dando cuenta con el paso de los años, leyendo más y gracias a la ayuda de los colegas, que me aman lo suficiente como para corregirme. Pero es terrible cuando el predicador o el profesor nunca llegan a ser conscientes de las enormes tonterías que están diciendo, y del consiguiente daño que están infligiendo a la iglesia de Dios. No debemos darnos por satisfechos con señalar con el dedo a otros grupos que tienen menos habilidades que nosotros: debemos comenzar por limpiar bien nuestro propio jardín.