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"Gamiani Dos Noches de Pasión", publicada anónimamente en 1833 y atribuida a Alfred de Musset, es una novela erótica que, bajo el velo de la sensualidad, explora los extremos del deseo humano y las complejidades de la naturaleza sexual. Esta obra corta pero intensa fue objeto de controversia desde su publicación, desafiando las normas morales de la época y manteniéndose como una de las obras más emblemáticas de la literatura libertina. La narrativa sigue a la condesa Gamiani, una mujer de deseos insaciables, y sus aventuras con Fanny, una joven inocente, y un narrador masculino que también participa en los encuentros. A lo largo de dos noches de pasión desenfrenada, los personajes se entregan a sus deseos más profundos, en un relato que desdibuja las líneas entre el placer y el exceso, la inocencia y la perversión.
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Seitenzahl: 82
Alfred de Musset
GAMIANI, DOS NOCHES DE PASIÓN
Título original:
“Gamiani”
PRESENTACIÓN
NOTA PRELIMINAR
GAMIANI DOS NOCHES DE PASION
PRIMERA PARTE
SEGUNDA PARTE
Alfred de Musset
1810 - 1857
Alfred de Musset: Vida y Legado
Alfred de Mussetfue un destacado poeta, dramaDturgo y novelista francés, conocido por su contribución al movimiento romántico en Francia. Nacido en París, Musset se destacó por su habilidad para capturar la intensidad de las emociones humanas en sus obras, convirtiéndose en una figura clave de la literatura romántica. Sus escritos, marcados por la pasión, el desengaño y la melancolía, siguen siendo estudiados y apreciados por su profundidad emocional y su elegancia estilística.
Primeros Años y Educación
Musset nació en el seno de una familia burguesa acomodada, lo que le permitió recibir una excelente educación. Desde joven mostró un talento extraordinario para las letras, destacándose por su agudo ingenio y su sensibilidad artística. Estudió en el prestigioso Lycée Henri-IV, donde se inclinó por la poesía y las artes. Aunque intentó brevemente estudiar derecho y medicina, su verdadera vocación siempre estuvo en la literatura.
Durante su juventud, Musset estuvo estrechamente vinculado a los círculos literarios parisinos, donde conoció a importantes figuras del romanticismo francés, como Victor Hugo. Esta etapa de su vida estuvo marcada por un espíritu bohemio y libertino, que influiría en muchas de sus obras.
Carrera y Contribuciones
La carrera literaria de Alfred de Musset fue notable por su versatilidad. Aunque comenzó escribiendo poesía, pronto se aventuró en el teatro, donde alcanzó un gran éxito. Su primera obra importante, "Les Caprices de Marianne" (1833), fue bien recibida por la crítica, consolidando su reputación como dramaturgo. Sin embargo, fue su relación tumultuosa con la escritora George Sand lo que más marcó su vida personal y artística.
Su amor apasionado y finalmente fallido con Sand influyó profundamente en su escritura, especialmente en su obra maestra "La Confesión de un hijo del siglo" (1836), una novela autobiográfica que refleja la desilusión y el desencanto de una generación tras la caída de Napoleón. Musset expresó en esta obra el malestar existencial y el dolor de una juventud que, como él, se sentía atrapada entre el idealismo romántico y la realidad cruda de la vida.
Además de sus novelas y poesías, Musset fue un prolífico dramaturgo. Aunque muchas de sus obras no fueron inicialmente destinadas a ser representadas, su estilo ligero y lírico fue apreciado en la escena teatral posterior. Obras como "Lorenzaccio" (1834) y "On ne badine pas avec l'amour" (1834) son ahora consideradas clásicos del teatro francés.
Impacto y Legado
Musset dejó una marca imborrable en la literatura francesa y en el movimiento romántico en particular. Fue capaz de combinar una profunda exploración de las emociones humanas con una crítica sutil a la sociedad de su tiempo. Su estilo, que mezclaba lirismo y desilusión, resonó especialmente en la juventud de su época, y su influencia se extendió a lo largo del siglo XIX.
A pesar de no haber alcanzado el éxito comercial en vida que otros autores contemporáneos lograron, Musset ha sido redescubierto y celebrado en generaciones posteriores. Su capacidad para capturar la fragilidad de la condición humana y su habilidad para retratar el dolor del amor no correspondido, el desengaño y la búsqueda de sentido en un mundo caótico le aseguraron un lugar en el canon de la literatura universal.
Muerte y Legado
Alfred de Musset falleció en 1857, dejando un legado literario que sigue influyendo en escritores y lectores de todo el mundo. Aunque su vida estuvo marcada por altibajos emocionales y relaciones complicadas, sus escritos perduran como testimonio de una mente brillante y sensible. Obras como "La Confesión de un hijo del siglo" y sus numerosas piezas teatrales continúan siendo estudiadas, interpretadas y admiradas por su belleza formal y su profundidad emocional. Musset sigue siendo recordado como uno de los grandes poetas románticos, cuya obra captura la esencia de una época y el alma atormentada de una generación.
Gamiani, Dos Noches de Pasión: Una Explosión de Deseo y Transgresión
"Gamiani, ou Deux Nuits d'Excès" (Gamiani, Dos Noches de Pasión), publicada anónimamente en 1833 y atribuida a Alfred de Musset, es una novela erótica que, bajo el velo de la sensualidad, explora los extremos del deseo humano y las complejidades de la naturaleza sexual. Esta obra corta pero intensa fue objeto de controversia desde su publicación, desafiando las normas morales de la época y manteniéndose como una de las obras más emblemáticas de la literatura libertina.
La narrativa sigue a la condesa Gamiani, una mujer de deseos insaciables, y sus aventuras con Fanny, una joven inocente, y un narrador masculino que también participa en los encuentros. A lo largo de dos noches de pasión desenfrenada, los personajes se entregan a sus deseos más profundos, en un relato que desdibuja las líneas entre el placer y el exceso, la inocencia y la perversión.
Más allá de las escenas explícitas, "Gamiani" toca temas más amplios como la búsqueda de la satisfacción, la liberación de las convenciones sociales y la exploración del yo a través de la sensualidad. La obra no es solo una exposición del erotismo, sino una reflexión sobre los límites del deseo y la naturaleza transgresora de la sexualidad humana. En las confesiones de los personajes, especialmente las de Gamiani, emergen elementos de tristeza y desesperación, sugiriendo que el placer sin restricciones a menudo deja un vacío emocional profundo.
"Gamiani, Dos Noches de Pasión" es más que una obra provocativa; es una incursión en los recovecos de la psique humana, revelando las tensiones entre lo que la sociedad reprime y lo que el individuo anhela. Aunque condenada en su época y catalogada como pornográfica, la obra ha resistido el paso del tiempo como un testimonio del deseo humano en su forma más cruda y auténtica.
La novela sigue siendo un ejemplo de la literatura erótica del siglo XIX, combinando lo sensual con lo filosófico. Su legado perdura como una reflexión audaz sobre la sexualidad, la moralidad y las emociones que rodean el deseo humano.
Esta novela de Musset es una obra de arte, y al mismo tiempo un libro de pesadilla y de tormento: libro de vicio, de carne y sangre, de orgías locas, nacido en un sueño de ajenjo del borracho magnífico y glorioso. Nunca se había publicado hasta ahora con su nombre entre la serie de sus obras completas, como si tales páginas de fuego fuesen un crimen torpe e inconfesable. Pero, según acaece a los hijos clandestinos engendrados con besos delirantes en los espasmos de un amor frenético y prohibido, jamás el genio del Alfredo de Musset parió obra más hermosa.
La condesa Gamiani es la perversidad hecha mujer. Nada tan sugestivo y tan punzante como la libertina historia de esta insaciable gozadora de amor, siempre sedienta de un placer raro y nuevo, siempre buscando ¡más!, ¡más!, ¡más!, bajo las potentes caricias varoniles, y contra el dulce pecho tembloroso de otra anhelante y bella compañera, y aun entre las peludas patas de las bestias. Cuentos de risa, gritos de angustia, besos ardientes de pasión sáfica y sádica llenan el libro desde el principio al fin. ¡Cuánto libertinaje encerrado en sus páginas, pero con qué arte, con qué calor de humanidad, con qué esplendor supremo en la pintura, con qué poder soberano en la forma, tersa, impecable, elocuente y magnífica!
No se escribió Gamiani para ser publicado. Según narra un bibliófilo, su concepción surgió de la gárrula charla de un cenáculo literario y jovial de buenos camaradas.
Fue en el París romántico y revuelto de los días que siguieron a la revolución de 1830. Alfredo de Musset y nueve amigos suyos, estudiantes y poetas, todos henchidos de un juvenil amor al arte y a la vida, solían reunirse a diario en jocunda asamblea en uno de los más mundanos cafés del Palais-Royal. Una noche, después de una comida alegre, en que se habían alzado a Baco por docenas los sacrificios de las libaciones y en que se pensaba a la par en Venus y en Apolo, surgió el tema del erotismo en la literatura.
Vasta era la materia. Desde Dafnis y Cloe del Aretino, desde los Epigramas de Marcial hasta el Marqués de Sade, todo fue recordado, glosado
y criticado con un carnal y docto regocijo. Y comentado la extremada licencia de lenguaje con que un Rabelais o un Brantôme o un Beroaldo de Verville, los clásicos abuelos del buen humor francés, trataban sus asuntos placenteros, alguien llegó a decir que era imposible escribir un buen libro — novela o poema erótico — de delirante exaltación sensual, sin el empleo de imágenes groseras y de inevitables vocablos malsonantes.
Musset oía y callaba, con el vaso en la mano. De pronto habló, como si despertara de su ensueño de alcohol:
— Yo os digo que se puede hacer una obra de buen gusto, una obra de arte, sobre los arrebatos más abyectos, o tal vez más divinos, del amor. Yo soy capaz de hacerla. Dentro de tres días la traeré, si queréis oírla.
Y a los tres días Alfredo de Musset llevó escrito Gamiani.
Cada uno de los mozos que formaban el literario cónclave quiso tener una copia del libro, y la indiscreción de uno de ellos, admirador ferviente del autor, permitió a un editor belga darlo al público en 1833.
Antes de la presente traducción que se reparte ahora en el discreto y reducido círculo de mis amigos, estaba ya Gamiani, no precisamente vertido al español, sino a un lenguaje que lo parecía a veces. Es un libraco infecto, soez mercancía pornográfica y sucia, que tiene hasta el ludibrio de cinco inmundas láminas sin relación ninguna con el texto, y en que un vil e ignaro delincuente anónimo profanó el genio de Musset y el habla castellana, quitando a la obra precisamente el cendal de la forma que cubre su crudeza con las magnificiencias del estilo, y dando una versión absurda, antisintáxica, mermada y macarrónica que, cuando, por desgracia, es comprensible, parece un cuento verde puesto en los jayanescos labios de un mozo de cortijo.