La comida y el inconsciente - Domenico Cosenza - E-Book

La comida y el inconsciente E-Book

Domenico Cosenza

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Beschreibung

¿Qué relación guarda la comida con el inconsciente? Este intrincado vínculo está detrás de problemas alimentarios como la anorexia (adolescente o infantil), la bulimia, la obesidad y en general los trastornos de la alimentación incontrolada. En este nuevo libro, fruto de un largo trabajo de investigación clínica, Domenico Cosenza elabora un texto esencial sobre el tratamiento de estos trastornos alimentarios a partir de una orientación analítica renovada, y extiende las originales tesis presentadas en El muro de la anorexia, libro que en su momento tuvo una gran repercusión en Europa y en América Latina. Esta obra está destinada a profesionales que investigan en el campo de la psicología clínica y que trabajan con trastornos alimentarios desde una perspectiva psicodinámica; pero también a un lector interesado en estos trastornos de actualidad y sus enigmas.

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Título original en italiano: Il cibo e l’inconscio

© 2018 Domenico Cosenza

Director de la colección: Enric Berenguer

© De la traducción: Juan Carlos Gentile Vitale

Corrección: Marta Beltrán Bahón

© De la imagen de cubierta: Andrés Guido Pérez

http://aguidoperez.wixsite.com/pinturas

Derechos reservados para todas las ediciones en castellano

© De esta edición: Nuevos Emprendimientos Editoriales, 2019

Preimpresión: Editor Service, S.L.

http://www.editorservice.net

eISBN: 978-84-16737-55-0

La reproducción total o parcial de esta obra sin el consentimiento expreso de los titulares del copyright está prohibida al amparo de la legislación vigente.

Ned Ediciones

http://www.nedediciones.com

Índice

Prólogo a la edición castellana

Enric Berenguer

Prólogo a la edición italiana

Antonio Di Ciaccia

Introducción

Domenico Cosenza

Primera parteSíntomas de la civilización contemporánea

1. Angustia y dependenciasen la clínica actual

2. Anorexia-bulimia, patología de la comensalidad. Psicoanálisis aplicado y discurso alimentario

3. Los vínculos familiares en la clínica de las patologías alimentarias

4. Las nuevas formas del síntoma:potencialidad y límites de unparadigma psicopatológico

Segunda parteLa comida como solución excesiva

5. La obesidad en las nuevasformas del síntoma

6. La solución bulímica: entre frustraciónde la demanda de amor y empuje al goce

Tercera parteEl núcleo estructural de la anorexia

7. La anorexia en la últimaenseñanza de Lacan

8. El higienismo anoréxico

9. El objeto nada en la clínicalacaniana de la anorexia

10. El silencio y la vozen la anorexia mental

11. El rechazo y su manejoen la cura analítica de la anorexia

Cuarta parteLa anorexia en la infancia y en la adolescencia

12. La enseñanza de la anorexia infantil

13. Adolescencia contemporáneay cuestión anoréxica

14. Clínica diferencialde la anorexia de la joven

Conclusiones.De las nuevas formasdel síntomaa las patologíasdel exceso

Bibliografía

Prólogo a la edición castellana

Enric Berenguer

Este libro de Domenico Cosenza constituye una verdadera investigación en el sentido psicoanalítico del término. Reúne muchos años de trabajo de elucidación, en los que la teoría psicoanalítica es puesta a prueba por la clínica de un modo particularmente fecundo. Por un lado, los conceptos por así decir clásicos del psicoanálisis son puestos en tensión con formas del síntoma que parecen desafiar sus límites. Pero, por otra parte, algunas tesis que se han forjado para tratar de dar cuenta de estas manifestaciones contemporáneas del malestar son también objeto de una lectura crítica.

El resultado es una aportación sumamente valiosa, que podemos contraponer a otras tentativas actuales, en las que bajo el sintagma de las «nuevas formas del síntoma» se corre el riesgo de perder toda especificidad. En efecto, hay que ser sumamente cautelosos a la hora de aplicar una serie de tesis con las que tratamos de describir lo específico de nuestra contemporaneidad a la descripción —en lo que esto supone ante todo de lectura— de los síntomas concretos que aparecen en un caso dado.

No se trata tan sólo de dar el salto, siempre necesario, desde afirmaciones generales sobre las nuevas formas del síntoma, hasta la singularidad de cada caso. El acceso a la singularidad está cerrado sin pasar previamente por las particularidades y las complejidades de cada forma del síntoma, que abren avenidas concretas en las condiciones de estructura válidas para todo ser de palabra. Para situar el recorrido único de cada parlêtre en dichas avenidas, el conocimiento del mapa con sus coordenadas precisas es imprescindible, no basta con generalidades.

De ahí que Domenico Cosenza no se limite a afirmaciones genéricas, como las que a menudo se extraen de fórmulas muy condensadas de Lacan, sino que presta atención a toda una serie de detalles que permiten, no sólo captar la dinámica precisa de los síntomas alimentarios en los marcos respectivos de la neurosis y la psicosis, sino también dar el valor adecuado a distinciones clínicas que permiten discriminar modos diversos de acción de la estructura. Esto posibilita, por ejemplo, establecer diferencias significativas en las patologías ligadas a la obesidad. Diferencias que han sido a veces reseñadas en manuales de psicopatología, pero de las cuales Cosenza consigue encontrar un fundamento propiamente psicoanalítico.

En patologías como las alimentarias, que parecen tan hechas a medida de un paradigma de la adicción generalizada y que parecen traducir en la clínica afirmaciones generales sobre la época, como la inexistencia del Otro o la primacía del goce del Uno desconectado del vínculo social, estas distinciones son imprescindibles y urgentes. Se trata de disponer de elementos para leer el síntoma con el mayor detalle, precisamente cuando éste parece disfrazarse con los ropajes más genéricos de la época. Es entonces cuando vemos que las formas más diversas del rechazo del Otro no lo hacen consistir menos, aunque sea de forma velada, y que de la vigencia de distinciones como la del deseo y la demanda sigue dependiendo que se den las condiciones efectivas para una clínica bajo transferencia.

Finalmente, lo que este libro de Cosenza demuestra con creces es que una clínica que tenga en cuenta la dimensión del Uno solo es incompatible, más que ninguna otra, con la simplificación. Aunque sólo sea porque la dimensión del Uno que se impone en lo social y que puede formar parte del dialecto de los síntomas, en lo que éstos toman del discurso común, no hace más que disimular, incluso confundir, el Uno propio de la modalidad de goce que concierne a cada parlêtre.

La clínica del exceso de goce (ya sea éste abordado por su anverso en la obesidad o por su reverso en la anorexia) adquiere un relieve particular en el mundo contemporáneo, pero es preciso disponer de elementos teóricos adecuados para no quedar atrapados en lo que, más allá de las formas más diversas de una misma pasión por la contabilidad, encubre un rechazo de lo no contable del goce.

Finalmente, una consideración detallada y precisa de la dinámica del objeto nada en la clínica de los trastornos alimentarios, basándose en tesis de Lacan y en aportaciones fundamentales de Miller, abre una vía regia para situar ese goce que, por no estar adscrito a ninguna zona erógena particular, puede parasitarlas todas, haciendo existir una modalidad del objeto que, paradójicamente —y de forma tramposa— estaría más cerca que ningún otro de la Cosa, produciendo la ilusión de que ésta existe.

La clínica diferencial del objeto nada es, por tanto, una de las aportaciones más interesantes de esta obra, para guiarnos en las formas paradójicas en las que el sujeto contemporáneo, aun cuando más lejos lleva el rechazo del Otro, suple la inexistencia de relación sexual.

Es de destacar, por otra parte, la amplitud de las referencias teóricas y clínicas sobre las que trabaja el autor. Lejos de limitarse a la literatura propia de la orientación lacaniana, entra en diálogo tanto con autores clásicos como Abraham como con una serie de autores contemporáneos, en lo que constituye un debate apasionante y fructífero.

Como no podría ser de otro modo, es este recorrido por lo real de la clínica lo que permite que la teoría avance, renovándose la pertinencia de sus conceptos fundamentales. En este sentido, el libro de Cosenza es también un excelente trabajo sobre la pulsión y sobre el objeto a de Lacan.

Prólogo a la edición italiana

Antonio Di Ciaccia1

La comida y el inconsciente nos ofrece un cuadro de conjunto del punto al que el autor ha llegado en su larga investigación sobre los trastornos alimentarios.

Un hilo rojo atraviesa la obra. Sin embargo, no es el hilo rojo del destino en el sentido chino. Domenico Cosenza no está ligado de manera indisoluble al único tema de los trastornos alimentarios. En efecto, sus investigaciones, variadas pero precisas, se extienden por el campo freudiano tocando muchos núcleos neurálgicos de la teoría psicoanalítica. De hecho, su hilo rojo es el de la goethiana memoria: es la huella indeleble que revela de manera inequívoca las afinidades electivas que unen el desarrollo teórico y la práctica clínica precisamente con la enseñanza de Jacques Lacan a la luz de la orientación de Jacques-Alain Miller.

El libro se presenta como un work in progress que nos permite ser testigos de un recorrido serio y puntual sobre algunas situaciones sintomáticas convertidas ya en paradigmáticas de nuestra contemporaneidad. Pero si, por un lado, en el libro se muestra de qué modo se condensan los diversos momentos que ponen de manifiesto la parábola del desarrollo en el campo de la clínica de los trastornos alimentarios, por el otro, el autor precisa también de qué modo avanza más allá de este límite.

Más allá del límite quiere decir que si bien los síntomas contemporáneos comportan un cierto feliz acuerdo con el sujeto, como a menudo se cuenta en el caso de la anorexia y la toxicomanía, Domenico muestra y demuestra que el efecto cruel que el síntoma tiene sobre el cuerpo no hace más que devastar al sujeto. Así, el ser humano es sacudido por un terremoto psíquico que se vierte sobre el propio cuerpo. A pesar del término con que Lacan lo ha definido, esto es, goce, se trata de terremotos psíquicos que son manifestaciones de la pulsión de muerte. Así, el cuerpo, en vez de ser la sede de un goce alegre, se destruye al constatarse sede de un goce mortal. Goza el funcionamiento del aparato psíquico, pero el sujeto que lo habita sufre.

También en estos casos es preciso que el psicoanalista se haga interlocutor, a fin de que ese goce que consume al hablanteser2 se transmute en pacífica satisfacción. Esto ocurre cuando el sujeto llega a renunciar a ese goce que está más allá de todo límite para reconquistarlo a pedacitos como un goce manejable y utilizable. ¿De qué modo? Musicándolo en forma de pulsión. La pulsión implica que el goce sin límites se vuelva a centrar en un goce inscrito en el aparato psíquico como una partitura musical. Lo cual permite al inconsciente —que está y sigue estando estructurado como un lenguaje— tocarlo como una sinfonía. Mediante la musicalización realizada por la transformación de la cadena significante se llega, en la mayoría de los casos, al punto en que el sujeto pueda tocar su sinfonía pulsional, aunque no se trata siempre de un pacífico concierto a lo Mozart, sino a menudo de un atormentado cuarteto del último Beethoven.

Domenico Cosenza se plantea una cuestión crucial: ¿qué instrumentos tiene y cómo puede desarrollar su función el psicoanalista cuando el goce no llega a decirse como demanda pulsional, cuando, en resumen, la trasformación del goce en pulsión no se produce en la experiencia psicoanalítica? Sabemos que, por muchos motivos, a veces diversos y opuestos, el mundo actual tiende a cerrar las vías de acceso al inconsciente estructurado como un lenguaje, a hacer difícil, si no vano, el enganche que tiene la palabra con lo real del goce.

Sin embargo, en estos casos, cada vez más numerosos y que tienden a convertirse en epidémicos, el psicoanalista no debe retroceder. Éste es el desafío al que el psicoanálisis contemporáneo está llamado a responder. Es en este punto que Domenico Cosenza, buscando un nuevo encuadre de la cuestión de los síntomas contemporáneos, propone un nuevo paradigma que formula como una clínica del exceso.

Exceso: término que dice perfectamente lo que Lacan indicaba hablando del ascenso del goce al cénit social como rasgo que caracteriza al capitalismo contemporáneo. Y aquí el autor vuelve a proponer una bipartición precisa. Por un lado el exceso se deja atrapar por las redes de la dimensión del discurso, en este caso se tendrá una pérdida del goce, pero también un beneficio cuando el discurso llega a circunscribir ese núcleo de goce que Lacan llama plus de gozar. Por el otro lado, el exceso resiste a la dimensión del discurso y se sitúa en un campo que está fuera-de-discurso; esto comporta fundamentalmente hacer frente a un desafío hasta ahora inédito. Y sólo si sabe responder a él, el psicoanálisis subsistirá. De otro modo, deberá declarar su impotencia, y dejar que lo imposible sea de nuevo recuperado en las redes del sentido. Sentido que podrá cubrirse con los ropajes tomados en préstamo de la ciencia o de la religión. Ropajes que podrán parecer aún psicoanalíticos, pero que ya no tienen nada que ver con el psicoanálisis, al menos según la enseñanza de Lacan.

Notas:

1. Psicoanalista, miembro AME de la Scuola Lacaniana di Psicoanalisi y de la École de la Cause freudienne. Presidente del Istituto Freudiano Curatore dell’opera di Jacques Lacan in lingua italiana.

2. N. del T.: de «parlêtre», término de Lacan que condensa ser y palabra.

Introducción

Domenico Cosenza

Este libro, construido en un arco temporal de más de veinte años, está atravesado por el esfuerzo de articular una lectura de la anorexia, la bulimia, el trastorno de alimentación incontrolada y la obesidad orientada por el psicoanálisis, en especial a partir de la perspectiva abierta por Jacques Lacan. Perspectiva que, como no hemos dejado de subrayar varias veces en contribuciones precedentes, sobre todo para el lector deEl muro de la anorexia, introduce una discontinuidad no sólo respecto de otras perspectivas terapéuticas, sino también de las aproximaciones analíticas tradicionales en el campo de los trastornos alimentarios. En este volumen diversas contribuciones escritas en el transcurso de veinte años sobre los trastornos alimentarios han sido reunidas, rearticuladas, relacionadas entre sí y actualizadas dando vida a un texto que restituye quizá mejor que cualquier otro nuestro recorrido en este campo.

Aunque no se caracterizan por la impronta sistemática y orgánica con que hemos abordado las cuestionesclave en juego en el campo de los trastornos alimentarios en otros trabajos, como en el libro El muro de la anorexia3 o en el más reciente El rechazo en la anorexia,4 los textos recogidos en este libro restituyen aún mejor, en efecto, el itinerario de investigación realizado en estos años en sus tortuosidades, pero también en la unidad de inspiración en torno al enigma de la relación del sujeto con la comida. Enigma que, paradójicamente, el radicalismo anoréxico y bulímico pone de relieve de manera rigurosa con una luz inédita. También aquí vale la indicación que Freud derivaba del enigma del masoquismo que había subvertido el planteamiento de su metapsicología, conduciéndolo más allá del principio de placer como dinamismo fundamental del aparato psíquico humano: la piedra de escándalo no sólo no se reduce a trastorno respecto de una supuesta normalidad, sino que se convierte en piedra de toque sobre la que refundar la función del inconsciente y la clínica psicoanalítica. Así, la clínica de la anorexia-bulimia y de la hiperalimentación psicopatológica nos conduce con rigor a pensar que, como está escrito en el más antiguo de los escritos de esta recopilación, «la relación del hombre con el alimento es una relación de estructura, en alguna medida, “perturbada”»,5 y que los llamados eating disorders no son más que la radicalización psicopatológica de este trastorno estructural.

Diversas contribuciones de este libro abordan la clínica actual y el lugar que en ella ocupan los llamados trastornos alimentarios. El Otro contemporáneo, en las formas de la crisis del vínculo social, de la problemática operatividad simbólica de la familia, de los impasses del proceso adolescente, de la conexión con el campo de las dependencias patológicas, del nexo con las llamadas nuevas formas del síntoma indicadas por Hugo Freda6 y formalizadas por Jacques-Alain Miller, es explorado en su implicación con la solución anoréxico-bulímica y con la obesidad.

Más en general, emerge como hilo conductor de estos trabajos la apertura a una perspectiva que muestra en la anorexia, la bulimia y la obesidad contemporáneas la manifestación clínica de una nueva época del inconsciente, irreductible a aquella abierta por Freud con la fundación del psicoanálisis a principios del siglo pasado, y más próxima a lo que Lacan introdujo en su última enseñanza con la noción de lo real.7 Respecto de la anorexia esto parece particularmente evidente en la última referencia de Lacan en el Seminario XXI,8 donde emerge con claridad que la función predominante del rechazo anoréxico opera no sólo y no principalmente como demanda muda, cuanto como defensa extrema respecto de lo real de la castración, evitación del horror en el corazón del saber, rechazo del saber inconsciente.9

En esta nueva época el inconsciente no se manifiesta en la forma de un querer-decir inmanente en su manifestación sintomática, sino más bien en la forma de una encarnación de goce real sin sentido. Goce que no permite, al menos durante un cierto tiempo, un cuestionamiento enigmático por parte de quien lo experimenta, haciendo por ello problemática la articulación de una demanda y el inicio de una transferencia simbólica.

La lectura y el tratamiento de lo que la nosografía psiquiátrica internacional resume en el campo descriptivo de los denominados eating disorders —anorexia, bulimia, y con igual dignidad desde la quinta edición del DSM el «trastorno de alimentación incontrolada» (Binge Eating Disorder)— es aquí, a la luz de las indicaciones de Lacan y de los avances de la orientación lacaniana de Jacques-Alain Miller, deconstruido, reconsiderado en su raíz y reconducido al cauce de una clínica estructural de la singularidad. Con esta fórmula, clínica estructural de la singularidad, indicamos los tres puntos de inconmensurabilidad que hacen la clínica psicoanalítica irreductible a la clínica descriptiva del DSM: el encuadre estructural, la transferencia como eje esencial de la clínica psicoanalítica, y la singularidad del caso. En estos escritos, el intento que viene desarrollándose va en la dirección de una refundación de la clínica de la anorexia y la bulimia, la privación y el exceso alimentario, fundada en torno a la estructura subjetiva (psicosis, neurosis y perversión, según las indicaciones de Freud) yla singularidad del caso. El trastorno alimentario es así sustraído de su falsa universalidad (o universalidad genérica) para ser nuevamente interrogado en su función específica por el sujeto, a la luz de su relación con la estructura y el propio modo de goce.

Se da un especial relieve, en diversos capítulos de este libro dedicados a la anorexia mental (pero no sólo, también respecto de la obesidad) a la cuestión del rechazo, que Lacan puso desde los Complejos familiares de 1938 en el corazón de la problemática anoréxica, tanto para la anorexia de la joven como para la anorexia infantil. Los diversos autores lacanianos que han desarrollado un interés especial en este ámbito clínico, a quienes ya me he referido puntualmente en Il muro dell’anoressia, han debido atravesar, siguiendo la indicación del maestro y las evidencias de la experiencia clínica, el enigma del rechazo anoréxico, y entre ellos quiero recordar en particular las contribuciones de Nieves Soria,10 en las que me he apoyado en varios momentos de mi trabajo de clarificación de la cuestión.

De hecho, la función del rechazo y la introducción del objeto nada constituyen los dos pilares en que se apoya en su estructura la originalidad y el rigor de la lectura de la anorexia ofrecida por Lacan. Nuestra intención ha sido articular de manera diferencial las diversas formas del rechazo en las anorexias y la diferente operatividad del objeto nada (nada) en los diversos marcos estructurales, mostrando más allá de la homogeneidad fenomenológica la heterogeneidad y la pluralidad de este campo de la clínica. Aquí, la cuestión del rechazo es también articulada en función de su operatividad en el tratamiento analítico, en razón de la estructura del sujeto, pero también del tiempo lógico en que se encuentra en el interior de la cura, que es preciso tener rigurosamente en cuenta.

Hemos querido construir este texto subdividiéndolo temáticamente en cuatro secciones diferentes, en base a un criterio no cronológico, sino temático-conceptual.

La primera parte hemos querido titularla «Síntomas de la civilización contemporánea». Recoge tres artículos, referidos a la relación entre los trastornos alimentarios y las dependencias patológicas, la dimensión de síntoma social de las patologías alimentarias ligada a la crisis del convivio en la contemporaneidad —tesis que elaboré en la primera mitad de los años 1990—,11 y su relación con la dimensión del vínculo familiar. A ésta he querido añadir una contribución más reciente, correspondiente al cuarto capítulo, que hace un balance crítico, después de más de veinte años, del paradigma de las nuevas formas del síntoma y su empleo en la clínica de los trastornos alimentarios.

La segunda parte, titulada «La comida como solución excesiva», está dedicada en gran parte a la clínica de la obesidad. Al respecto, hemos querido reeditar, actualizándolo, un texto extenso, correspondiente ahora al capítulo quinto, dedicado al tema «La obesidad en las nuevas formas del síntoma». En él hacemos balance de un ámbito, el de la psicopatología de la hiperalimentación, en el cual el discurso del psicoanálisis y las terapias dinámicas ha permanecido particularmente silencioso, a diferencia del interés evidente manifestado por la anorexia y la bulimia. Después de una década nos ha parecido, pues, aún de absoluta actualidad, también a la luz de la evolución contemporánea de la clínica del Binge Eating Disorder, volver a proponerlo en una versión actualizada. A este capítulo hemos hecho seguir una breve contribución que enmarca esencialmente la cuestión de la bulimia según Lacan, poniendo de relieve las potencialidades, pero también los límites, a la luz de la experiencia clínica y de la enseñanza lacaniana más avanzada, de la única definición dada por Lacan de la bulimia en el período de su enseñanza clásica. En efecto, hemos tratado de demostrar que su enseñanza avanzada va mucho más allá de una definición, la única que nos proporciona de la bulimia en el Seminario IV, que permanece anclada en una lectura significante de la solución bulímica y en un horizonte clínico ligado fundamentalmente a la neurosis. Por tanto, ser lacanianos en este ámbito implica para nosotros ir más allá de los límites de la definición de la bulimia que nos ofrece Lacan, hacer trabajar a Lacan contra Lacan, para enfocar, a la luz de la experiencia clínica, la cuestión del goce bulímico en su dimensión real.

La tercera sección del libro, titulada «El núcleo estructural de la anorexia mental», presenta cinco contribuciones, que releen desde varios ángulos la cuestión anoréxica a partir de la dimensión real en juego en esta clínica, que Lacan aísla varias veces en el curso de su enseñanza.

En el capítulo 7, «La anorexia en la última enseñanza de Lacan», he puesto de relieve, por primera vez, el que he definido como el cuarto paradigma de Lacan sobre la anorexia, del que encontramos huellas en el Seminario XXI, y que se centra en el tema del rechazo del inconsciente. Desde esta perspectiva es posible comprender la orientación que caracteriza al libro en su conjunto y a los capítulos que siguen. El capítulo 8, «El higienismo anoréxico», condensa en esta fórmula que hemos querido acuñar una paradoja de la solución que recuerda, al mismo tiempo, un rasgo de la contemporaneidad: el impulso a un hipercontrol del cuerpo y del Otro, a una esterilización pulsional —imposible en los seres vivos—, que se realiza en su revés: una radical pérdida de control, encarnada drásticamente en el adelgazamiento sin límite de las anorexias en fase aguda. En el capítulo 9 entramos en el corazón de la cuestión anoréxica en la perspectiva de Lacan. En efecto, este capítulo es un análisis riguroso en torno a lo que causa el goce anoréxico: lo que Lacan llama el objeto nada (nada). Esta noción es examinada en detalle, explorada en sus articulaciones posibles en la clínica estructural, y en sus relaciones con el saber inconsciente (la cadena significante S1-S2) y con la función del sujeto. De hecho, es un capítulo que funda el planteamiento clínico de la anorexia de la infancia y la adolescencia de la cuarta parte del libro. El capítulo 10, «El silencio y la voz en la anorexia mental», indaga en particular la función de la palabra y el objeto vocal —uno de los objetos de la pulsión añadidos por Lacan, junto con la mirada, a la lista de los objetos freudianos construidos sobre las aperturas del cuerpo llamadas por Freud zonas erógenas— en la clínica de la anorexia. La puesta en valor del déficit simbólico de la palabra se combina con la puesta de relieve de la imposición de la voz como manifestación radical del Superyó en la experiencia pulsional del sujeto anoréxico.

El capítulo 11, «El rechazo y su manejo en el tratamiento analítico de la anorexia», concluye la tercera parte con algunas indicaciones sobre el tratamiento de la anorexia analíticamente orientado. Aquí he intentado aislar unos tiempos lógicos identificables en el curso del tratamiento, localizables también en el trabajo institucional, en el que tenemos que enfrentarnos, como responsables del tratamiento, a la aparición del rechazo anoréxico que desafía cada vez en su raíz, aunque en cada momento con una modalidad peculiar, a través de la amenaza de la desaparición del sujeto, la continuidad del vínculo terapéutico.

La cuarta parte del libro, «La anorexia en la infancia y la adolescencia», expone los estudios que realicé en Francia sobre la anorexia en las encrucijadas del desarrollo de la subjetivación.12 El capítulo 12, «La enseñanza de la anorexia infantil», es un excursus sobre la cuestión de la anorexia en la infancia que, a partir de las indicaciones proporcionadas por Lacan y algunos actores lacanianos que operan en este ámbito (François Ansermet, Manuel Fernández Blanco), atravesando la literatura nosográfica actual de la neuropsiquiatría y algunos autores esenciales para la perspectiva psicodinámica como Bernard Brusset, llega a articular una lectura estructural de las formas diferenciales de anorexia infantil irreductibles entre ellas. El capítulo 13, «Adolescencia contemporánea y cuestión anoréxica», es una tentativa de pensar la anorexia actual como síntoma de la adolescencia contemporánea, como impasse del proceso de subjetivación de la pubertad, y al mismo tiempo como vía de solución de este impasse. El texto desarrolla, a partir de las indicaciones de Lacan, unidas a los elementos de la clínica de los adolescentes, una teoría de la adolescencia como proceso de iniciación sexual, ya esbozada por mí en el pasado en otros escritos, cuyos tiempos lógicos se exploran. En la época contemporánea, el declive de la función paterna unido a la caída del velo en torno al enigma del sexo han modificado las coordenadas simbólicas de referencia a partir de las cuales los jóvenes tratan la cuestión de la emergencia pulsional en juego en el deseo sexual. La anorexia desde sus inicios es aquí reconsiderada en el interior de este nuevo marco de referencia, en el cual se hace posible articular una clínica diferencial del síntoma en la adolescencia. El capítulo 14, por último, «Clínica diferencial de la anorexia de la joven», intenta articular las formas estructurales que componen el campo de la anorexia de la joven, mostrando también a partir de referencias clínicas las diferencias específicas que hacen irreductible la anorexia histérica a la anorexia en las psicosis francas, así como en las formas «frías» de la psicosis, sin delirios ni alucinaciones, que hemos querido enmarcar en el campo de la psicosis ordinaria.

El libro se cierra con algunas conclusiones que, en realidad, se presentan más bien como una apertura a las perspectivas de investigación psicoanalítica en las queestamos actualmentecomprometidos, a la luz de un cambio paradigmático en curso, desde la perspectiva de las nuevas formas del síntoma hasta la clínica del exceso. Desplazamiento paradigmático que intenta ir aún más a la raíz de los síntomas contemporáneos aislando el núcleo real que los mueve. Y que tiene en cuenta el paso realizado por Lacan, y subrayado por Miller, de la época del inconsciente a la época del hablanteser, así como sus consecuencias en la práctica clínica del psicoanálisis.

Notas:

3. D. Cosenza, Il muro dell’anoressia, Astrolabio, Roma, 2008, pág. 212.

4. D. Cosenza, Le refus dans l’anorexie, Presses Universitaires de Rennes, 2014.

5. D. Cosenza, «Anoressia-bulimia, patologia della commensalità», La Psicoanalisi, 1997, nº 22, pág. 75.

6. F.H. Freda, «Les nouvelles formes du symptôme», Revue de l’ECF, 05/1992, nº 21, pág. 85.

7. J. Lacan, Il Seminario, Libro XXIII. Il Sinthomo (1975-1976), Astrolabio, Roma, 2006, págs. 129-130.

8. J. Lacan, «Les non-dupes errent», lección del 9 de abril de 1974, inédito.

9. Sobre este punto, véase La Psicoanalisi, Rivista internazionale del Campo Freudiano, Astrolabio, Roma, nº 50, jul.-dic. 2011, en particular, además de mi artículo «L’anoressia nell’ultimo insegnamento di Lacan», aquí reproducido, el artículo de Adela Succetti «Per me pochissimo. Anoressia e sapere inconscio», págs. 25-34.

10. N. Soria, Psicoanálisis de la anorexia y la bulimia, Tres Haches, Buenos Aires, 2000. La nueva edición del libro, parcialmente modificada y editada por Del Bucle, Buenos Aires, 2016, es introducida por un prólogo mío a la segunda edición titulado «El nudo anoréxico en Nieves Soria», págs. 7-10.

11. Los resultados de esta elaboración, además de en el capítulo 2, aquí reeditado, «Anorexia-bulimia, patología de la comensalidad», pueden ser encontrados en mi amplio capítulo «La comida y el inconsciente. Anorexia, bulimia y discurso alimentario», en M. Recalcati (al cuidado de), Il corpo ostaggio. Clínica e teoria dell’anoressia-bulimia, Borla, Roma, 1998, págs. 129-179.

12. Una versión de esta parte se puede localizar en lengua española en mi La comida y el inconsciente. Psicoanálisis y trastornos alimentarios, Tres Haches, Buenos Aires 2013.

Primera parte. Síntomas de la civilización contemporánea

1. Angustia y dependenciasen la clínica actual13

Autoterapia y Superyó sádico en la lectura psicoanalítica de las dependencias patológicas

La clínica psicoanalítica aborda el campo de las dependencias patológicas a partir, ante todo, de una tesis que subvierte el planteamiento de las terapias cognitivo-comportamentales y la lógica descriptivo-clasificatoria del DSM-IV, y también de la más reciente edición del DSM-5. En efecto, estas terapias ponen de relieve la dimensión del trastorno y la disfunción que comportan las dependencias, y entienden el trabajo clínico en este campo como una acción programada para normalizar las conductas y los conocimientos perturbados. El psicoanálisis, por el contrario, enmarca la dependencia patológica, en última instancia, como un intento de tratamiento, como una solución, que el sujeto encuentra en su camino, para hacer frente a algo insoportable que atraviesa su existencia. Es en el interior de un paradigma autoterapéutico, pues, que son leídas las dependencias patológicas en el campo del psicoanálisis. En efecto, la dependencia patológica se presenta con los rasgos de la autoterapia inconsciente, como una respuesta actuada y sistematizada que el sujeto produce ante lo insoportable. En efecto, a menudo funciona, para el sujeto, como alternativa al pasaje al acto suicida. Esta autoterapia gira en torno a la elección de un objeto, de una sustancia o de una situación, que acaba asumiendo para el sujeto la función de catalizador irresistible del goce. El sujeto es empujado inexorablemente al consumo de la sustancia o de la situación que lo hace gozar. No puede decirles que no. Es absorbido y devorado precisamente por aquello que había encontrado como solución a su malestar insostenible. Encontramos, pues, en el corazón de las patologías de dependencia, el funcionamiento de un Superyó sádico como revés topológico de la dimensión autoterapéutica-sanadora interna a la estructura de la dependencia patológica. Es la lección que Lacan ofrece en Kant con Sade, que encuentra un campo de aplicación extraordinario en la actual clínica de las dependencias patológicas. La autoterapia de la toxicomanía, etílica, anoréxico-bulímica u obesa, para citar sólo algunas, es, en efecto, una autoterapia mortífera, más allá del principio de placer, que el sujeto se impone a sí mismo a partir de un impulso más fuerte que él que lo mueve. En este sentido las dependencias patológicas son patologías del Superyó sádico que ordena al sujeto que goce de la sustancia sin límites. Aparece con toda claridad en la clínica cuando, inevitablemente, los pacientes mismos nos lo dicen, en el momento en que empiezan a experimentar los efectos destructivos de la dependencia como egodistónicos, por tanto, ya no como una solución, sino como una condena a la que dicen que ya no pueden sustraerse. «¡Es más fuerte que yo!» es la frase típica que dicen estos pacientes después de su enésima recaída en el consumo de la sustancia. Y en esta definición, «patologías del Superyó sádico», podemos encontrar otra clave de lectura, junto a la autoterapéutica, que el psicoanálisis nos ofrece para las dependencias patológicas.

Las dependencias patológicas como alternativas a la angustia

Pero es preciso ir a la raíz de la respuesta autoterapéutico-masoquista que presentan las dependencias patológicas para tratar de decir a qué intentan responder por el sujeto. Es aquí donde entra en liza la dimensión de la angustia. En efecto, las dependencias patológicas se configuran —es una tesis— como alternativas a la angustia y a su atravesamiento. Como soluciones del sujeto a lo insoportable que la emergencia de lo real presentifica en él. Algo no simbolizado o, como en el caso de las psicosis, algo no simbolizable que remite a la fragmentación estructural del sujeto. Es un fenómeno al que asistimos a menudo con sujetos que sufren de dependencias: cuando el consumo de la sustancia es detenido o reducido, la angustia emerge o aumenta. Esto revela la función farmacológica que la sustancia asume para el sujeto toxicómano: tapar lo insoportable de la angustia. Clausurar la división subjetiva del neurótico, compensar la fragmentación constitutiva del psicótico. El problema es que la angustia se presenta para el sujeto humano, como enseña Lacan en el Seminario X, como la «señal de lo real»14 de la que es imposible sustraerse o curarse. El núcleo de la angustia es intratable, y lo que es posible hacer respecto de la angustia en la enseñanza de Lacan, como ha subrayado Jacques-Alain Miller, no es curarla, sino atravesarla.15 El problema que nos presenta la clínica concierne, pues, al atravesamiento de la angustia y las condiciones que la hacen posible para el sujeto. Ante todo, podemos preguntarnos si el tratamiento de las toxicomanías es o no una modalidad de atravesamiento de la angustia. La clínica nos conmina a decir que el atravesamiento de la angustia es precisamente lo que el sujeto toxicómano trabaja para evitar a toda costa. La literatura psicoanalítica y psicodinámica está plagada de expresiones para esta particular operación que el sujeto pone en práctica en la dependencia patológica para evitar el atravesamiento de la angustia: evitación, negación y escisión. En nuestro lenguaje, podemos ordenar estas formulaciones en los términos de variantes particulares de una operación generalizada indicada por Miller y Laurent respecto de las nuevas formas del síntoma, y articulada en la fórmula: rechazo del Otro. Esta fórmula, en la cual se designa un circuito autárquico del sujeto caracterizado por la experiencia de un «goce sin Otro», localizable en las nuevas formas del síntoma, presupone una doble operación: a) una operación respecto del Otro, que produce el efecto de un desenganche del sujeto; b) una elevación del objeto (a) al cénit, al puesto de mando de la estructura discursiva, como precisa Miller en su discurso de Comandatuba. Dentro de estas coordenadas de referencia, la clínica de las dependencias patológicas, que impregna las nuevas formas del síntoma, se presenta como un campo diferenciado en el que nos corresponde localizar las distintas modalidades de rechazo del Otro y de elevación del sujeto al cénit que lo distinguen. Esto claramente a la luz de las referencias para nosotros clásicas a la clínica diferencial de estructura y a la singularidad irreductible del anudamiento sinthomático16 del sujeto.

Un ejemplo tomado de la clínica de la obesidad

Intento articular este punto sirviéndome de una experiencia clínica particular: un análisis de una sesión de grupo con pacientes obesas que dirijo en una institución. El tema del análisis es qué ocurre cuando se verifica el momento de la crisis que provoca el atracón. Marta dice que su análisis es el siguiente: alguien que para ella es importante le dice algo que la concierne, pero en esta comunicación aflora algo que la hace sentir excluida/ella experimenta un estado de angustia/entonces se desconecta de la comunicación con el Otro/en este punto se precipita en el atracón. Lisa dice que para ella el momento típico se caracteriza por una especie de trance en el que ella, en un estado de soledad doméstica insostenible, queda anulada, y entonces entra en escena la boca de una Lisa niña que pone en práctica el consumo automático de la comida. En esta secuencia podemos encontrar dos variantes que conducen al resultado de la solución de la devoración propia de la experiencia de dependencia del sujeto obeso. En el caso de Marta, la secuencia es: el encuentro con el deseo del Otro produce angustia en el sujeto/el sujeto responde con dos operaciones: a) la desconexión o el rechazo del Otro; b) el consumo irresistible de la sustancia. En el caso de Lisa, la secuencia es: lo real surge con la representificación del objeto oral primario, la propia boca de la infancia/el sujeto responde a esto con una solución alternativa a la angustia: a) experimentando el propio eclipse y la propia desconexión del Otro; b) dándose el atracón. De ello nace, en ambos casos, de formas diferentes, un tratamiento del afloramiento de lo real que va en la dirección opuesta a un atravesamiento de la angustia y su sintomatización, que intentamos realizar, en cambio, en el trabajo analítico.17 La solución es el pasaje al acto toxicómano como alternativa a la angustia, como anticipación sistemática de su despliegue, como puesta a cero de su punto de origen, lo que Lacan llama el «punto de angustia».18 En efecto, el sujeto obeso tiende a obstruir la angustia a través de dos operaciones consustanciales. La primera operación es sobre el Otro y consiste en el rechazo o en la desconexión respecto de él. Este punto no siempre está claro con los sujetos obesos, porque se presentan fenomenológicamente, por el contrario, como sujetos a menudo extremadamente permeables al Otro, oblativos y disponibles. Pero el Otro al que responden es el Otro de la demanda, mientras que el Otro que rechazan, que no soportan, es el encuentro con el Otro del deseo, al cual cierran las puertas espantados. De ahí su especial dificultad para comprometerse efectivamente en una relación transferencial en el trabajo de la cura.

La segunda operación es sobre el sujeto de la dependencia, y se realiza en el consumo irrefrenable y constante de comida. Propongo extender esta doble operación, más allá de los límites de la clínica de la obesidad, al campo más amplio de las dependencias patológicas como alternativas al atravesamiento de la angustia, e indagar las formas específicas de su funcionamiento.

Notas:

13. Intervención hecha el 7 de mayo de 2005 en Palermo, en el V Congreso nacional de la SLP «Afecto de angustia». Texto revisado, actualizado y publicado enAttualità Lacaniana, 2, Franco Angeli, Milán, 2005, págs. 67-72.

14. J. Lacan, Il Seminario. Libro X. L’angoscia (1962-1963), ed. it. al cuidado de A. Di Ciaccia, Einaudi, Turín, 2007, pág. 174.

15. J.-A. Miller, «Introduction a L’angoisse», La Cause Freudienne, nº 58, Navrin, París, octubre de 2001, pág. 64.

16. N. del T.: En relación a la noción lacaniana de «sinthome», modificación del término «síntoma».

17. Sobre la sintomatización de la angustia en el trabajo analítico, véase D. Laurent, «Inhibition, symptome et angoisse, aujourd’hui», en La Cause Freudienne, op. cit., pág. 58.

18. J. Lacan, Il Seminario. Libro X. L’angoscia, op. cit., pág. 255.

2. Anorexia-bulimia, patología de la comensalidad. Psicoanálisis aplicado y discurso alimentario19

Psicoanálisis y problema alimentario

Para el psicoanálisis contemporáneo, la epidemia anoréxico-bulímica que desde hace cuarenta años está invadiendo de manera exponencial los países de capitalismo avanzado plantea un problema radical de reconsideración de la clínica. En efecto, las patologías alimentarias introducen en la clínica psicoanalítica algo que nos permite profundizar en lo que Lacan, releyendo el malestar de la civilización de Freud, quiso expresarnos articulando su concepción del discurso, y en particular su formulación del discurso del capitalista. El psicoanálisis ha mostrado en el curso de su historia cómo la clínica del discurso social se abre a partir de la desaparición de la exigencia fisiológica de la necesidad, de su satisfacción garantizada, ante la cual el sujeto empieza a mostrar su malestar por aquella dimensión inmaterial y singular que, desde Freud, hemos aprendido a designar como deseo. Freud lo mostró en dos giros fundamentales de su clínica: desde finales del siglo XIX ante la histeria, que puso en cuestión la relación del sujeto humano con el sexo, haciendo de él un enigma simbólico irreductible al plano fisiológico de la necesidad; desde 1920 ante la clínica del masoquismo, que reescribió la relación del hombre con la muerte en la vida, revelando el rasgo irreductible, no transitorio, más allá del principio de placer, del goce humano en el sufrimiento. Lo que hoy pone el tela de juicio de manera radical la clínica de la anorexia-bulimia, según la definición ofrecida por Massimo Recalcati,20