La inapropiabilidad de la Tierra - Yves Charles Zarka - E-Book

La inapropiabilidad de la Tierra E-Book

Yves Charles Zarka

0,0

Beschreibung

La Tierra está en estado crítico. La propiedad domina nuestro tiempo y también aumenta la desigualdad entre las sociedades del mundo. La Tierra no es solo la tierra, sino que también y fundamentalmente es el mundo habitable; pero está siendo continuamente destruida, el hombre la destruye. Es urgente pensar en ello y si la humanidad desea permanecer libre pensar en qué va a transmitir a las generaciones futuras. Mucho se ha dicho y escrito sobre otros desarrollos posibles, pero carecía de un principio que pudiera explicar el sentido filosófico de la vuelta que debemos tomar. Este es el tema de este libro, que tiene la intención de repensar el concepto de inapropiabilidad, nuestro ser en su relación con los demás, para la humanidad y el mundo de los vivos. Esta reforma tiene tres pilares (cosmopolitas, políticos y éticos) y viene a revisitar nuestra forma de vivir y actuar, individual y colectivamente. En última estancia, debemos superar el nihilismo contemporáneo y restaurar la esperanza en el futuro que no esté obsesionado con el fantasma del desastre.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 97

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



LA INAPROPIABILIDAD DE LA TIERRA

Este libro ha sido escrito en el marco de trabajo hecho posible por el programa ANR-DEMOENV «La democracia frente a los desafíos medioambientales».

Título original en francés:

L’inapropriabilité de la Terre, Principe d’une refondation philosophique,

de Yves Charles ZARKA

© ARMAND-COLIN, Paris, 2013, first editon.

ARMAND-COLIN is a trademark of DUNOD Editeur – 5 rue Laromiguère

– 75005 PARIS

© De la edición francesa original 2013, primera edición, Dunod Éditeur, París

© De la traducción: Alfonso Díez

Corrección: Marta Beltrán Bahón

© De la imagen de cubierta: Ap Photo / Gtresonline

Cubierta: Silvio Aguirre García

Derechos reservados para todas las ediciones en castellano

© Nuevos Emprendimientos Editoriales, S. L., 2016

Preimpresión: Editor Service, S.L.

Diagonal, 299, entlo. 1ª – 08013 Barcelona

eISBN: 978-84-944424-9-0

La reproducción total o parcial de esta obra sin el consentimiento expreso de los titulares del copyright está prohibida al amparo de la legislación vigente.

Ned Ediciones

www.nedediciones.com

Índice

INTRODUCCIÓN

1 EN BUSCA DEL PRINCIPIO

2 LOS DESAFÍOS DE NUESTRO TIEMPO Y DE LA FILOSOFÍA

CONCLUSIÓN

SOBRE EL AUTOR

INTRODUCCIÓN

El cambio

Hoy en día, todos y cada uno de nosotros sabemos, de una forma más o menos explícita, que el curso de las cosas no puede continuar así. Ya no podemos continuar sobreexplotando la Tierra del mismo modo, sin arriesgarnos a destruirla y a destruirnos a nosotros mismos con ella. Ya no podemos aceptar las desigualdades cada día más evidentes en el seno de nuestras sociedades y entre las diferentes partes del mundo. Existe una correlación entre la humanidad y la Tierra, que no es tan sólo el globo terráqueo, sino también el mundo habitable. Tenemos que dar un giro si no queremos traspasar el punto de no retorno, es decir, ese momento en el cual ya no se podrá hacer nada, cuando nuestro destino ya no estará en nuestras manos. Ahora bien, este cambio debe afectar a todos los aspectos de la vida individual y colectiva: la economía, la sociedad, las representaciones, las formas de vida, el derecho, la política, etc. Es la condición necesaria para que la Tierra siga siendo el suelo de la humanidad y el mundo habitable, más allá de nosotros mismos, para las generaciones futuras.

Se han hecho muchos trabajos teóricos para pensar otro tipo de desarrollo económico, un mundo libre del consumo desenfrenado, un valor de las cosas esenciales que no se reduzca a su precio, otro urbanismo, nuevas formas de circulación, una reducción de las desigualdades, una legislación repensada, otra democracia, etc. Sin embargo, me parece que a todo ello le faltaba un principio capaz de dar cuenta del cambio que debemos emprender y de sus implicaciones. No obstante, este principio tan sólo puede ser filosófico, porque exige que nos remontemos hasta las formas de ser del hombre y su vínculo con la Tierra.

Este remontar filosófico hasta el principio ha permitido mostrar que la relación tradicional del ser humano con la tierra es la apropiación. Se trata de una forma legalizada de depredación, hoy radicalizada, con la sobreexplotación de los hombres, los territorios, los océanos, los recursos fósiles, etc.

Sin embargo, la apropiación es en realidad el olvido de lo que somos en nuestro vínculo tanto con la humanidad como con el mundo vivo más allá de la humanidad.

El concepto de la inapropiabilidad de la Tierra es precisamente el principio a partir del cual es posible repensar nuestro ser en el mundo y justificar en el plano más fundamental el giro que debemos dar colectivamente, si queremos seguir siendo, al menos parcialmente, dueños de nuestro destino.

El desafío de este libro, acabo de decirlo, es remontarse al principio a partir del cual es posible otra comprensión de nuestro ser en relación a los otros, a la humanidad y al mundo vivo en su totalidad. Esta comprensión también debe permitir una reconsideración, una revisión, una transformación de la materia a partir de la cual vivimos y actuamos, individual y colectivamente. Además, debe permitir superar lo que hay que llamar por su nombre, el nihilismo en el que la época contemporánea se halla sumergida, nos demos cuenta de ello o no. Hay, pues, que restaurar la esperanza en un mañana que no esté atormentado por el fantasma de la catástrofe.

Se entiende entonces la importancia que le damos al asunto: de la solidez del principio dependerá la solidez de toda la construcción filosófica que en él debe sostenerse. Esta construcción debe tener tres dimensiones: cosmopolita, política y ética.

La refundación de la idea del cosmopolitismo ya ha sido planteada con toda claridad.1 Tiene como objeto devolver el sentido, en el mundo contemporáneo, a una idea antigua elaborada por los estoicos y reformada en la época moderna por Kant. En el punto de partida se halla la correlación inscrita, en el mismo principio, entre la inapropiabilidad de la Tierra y de la humanidad a través del concepto de responsabilidad de la humanidad, a la cual le corresponde hacerse responsable de todo el mundo vivo. De ahí se deduce la idea de un derecho de resistencia cosmopolita y una nueva figura del humanismo capaz de superar los atolladeros fundamentales del humanismo tradicional: la insularidad, es decir, la separación respecto del mundo vivo, y la homogeneidad, es decir, el silenciamiento de las diversidades culturales al servicio de la universalización de una de ellas. Será, pues, un humanismo de la pertenencia y de la diferencia, en el que lo universal no niega la diversidad sino que es su resultado.

Esta refundación de la idea de cosmopolitismo, que permite poner como punto de partida de la filosofía a la humanidad y no al ego, al individuo o al Dasein,2 es decir, el ser individual de la existencia humana, tiene que ir seguida de una política. Se tratará aquí del pasaje de lo universal a lo histórico, a lo colectivo, a los pueblos, a las fronteras, a la ciudadanía social y política, a las cuestiones de poder y de derecho, de igualdad y justicia, de legalidad y legitimidad, de orden y desorden internacional, de guerra y de paz. Emprenderemos una elucidación de la libertad humana como libertad frágil y del ideal de la autonomía política como autonomía precaria. Por lo tanto, una reconsideración de la democracia, ya no desde un punto de vista abstracto y limitado en el presente, sino en función de los territorios y del futuro. Se trata de entender el futuro político de la responsabilidad para con la Tierra y las generaciones futuras. Una teoría política tan sólo puede ser realista: tiene que considerar a los seres humanos y a los pueblos tal y como son, ni peores ni mejores. No se beneficiaría en nada atribuyéndose el objetivo de cambiar a los seres humanos. Sólo puede repensar la organización de las sociedades y definir las instituciones capaces de regular las acciones tanto del lado de los gobernantes como de los gobernados. Pero el realismo político no es de ninguna manera una reducción al historicismo: en efecto, lo político debe tener como principio regulador las normas metapolíticas del cosmopolitismo. El ciudadano político no tiene que ser una negación del ciudadano del mundo. Dicho de otro modo: por encima de la soberanía del pueblo está la soberanía de la humanidad, es decir, los principios de justicia.

La ética vendrá en tercer lugar. De acuerdo con un proceder que va de lo universal (cosmopolitismo) a lo singular (ética) pasando por lo colectivo (política). La cuestión central aquí es la superación de la oposición filosófica entre un pensamiento de lo vivo (ciencias de la vida) y un pensamiento de la existencia y del sentido (fenomenología). Dicho de otra manera, se trata de abrir una vía que asuma a la vez la inscripción del hombre en lo vivo y en la cuestión del sentido. Esto no puede llevarse a cabo como una síntesis entre dos perspectivas opuestas. Es preciso tener otra perspectiva, partiendo de otro punto de vista, el de la pertenencia, directamente ligado al concepto de la inapropiabilidad de la Tierra, a partir del cual conviene pensar la inscripción del ser humano —no sólo de su cuerpo, sino también de sus funciones sensoriales e intelectuales— en lo vivo. La cuestión del sentido se plantea una vez se ha constituido lo propio del ser humano, a su vez inapropiable, que debe ser pensado entonces en términos distintos de los de la propiedad (la idea de que el ser humano es el único ser que se pertenece a sí mismo). La génesis de la ipseidad3 es algo secundario, ligado a la consciencia de la temporalidad y de la espacialidad, así como al vínculo con la alteridad. Esta ética surge de una ética del vínculo, vínculo con el mundo vivo y vínculo con la alteridad. La identidad debe ser pensada, de entrada, como moldeada por la diferencia. Cosa que implica que la vida afectiva deba ser íntegramente entendida en términos relacionales. Aquí se presenta una alternativa ética fundamental entre una vida relacional basada unilateralmente en la apropiación (la empresa, el conflicto, la lucha a muerte, la dominación) y una vida relacional basada en el reconocimiento de lo inapropiable: el ser humano, el mundo vivo y la Tierra.

Notas:

1.Zarka, Y.C., Refonder le cosmopolitisme, Presses Universitaires de France, París, 2014.

2.N. del T.: Término alemán que se traduce como ser-ahí, concepto formulado por Heidegger en El Ser y el Tiempo (1927).

3. Según la concepción de Paul Ricoeur.

1 EN BUSCA DEL PRINCIPIO

La inapropiabilidad de la Tierra

La tragedia de nuestro tiempo es la apropiación.4 Por supuesto, la apropiación bajo diferentes formas no es nada nuevo. Posiblemente sea tan antigua como la humanidad misma. Pero lo que caracteriza a nuestro tiempo es su radicalización, y al mismo tiempo su universalización. Ya nada puede escapar a ella: ya no se limita únicamente a los bienes materiales, productos de la actividad humana, esto es, del trabajo, se extiende mucho más allá, a los bienes inmateriales, a los diversos bienes culturales y también a la imagen, al nombre, a la vida privada, a la intimidad, sin olvidar la naturaleza en todos aspectos, incluso los que tradicionalmente se consideraban inapropiables al ser esenciales para la vida de las personas, y más allá de esto, a los seres vivos en general. Hoy en día, una de sus formas más exacerbadas es la apropiación de lo vivo mediante patentes nuevas y la inflación de las ya existentes. Por ejemplo, en cuanto se aísla una secuencia de ADN de su entorno se convierte en patentable y, en consecuencia, apropiable, pensando en los beneficios que podrían obtenerse en el campo de la biotecnología o de la industria.

Esto es una tragedia por dos razones: 1) Al ser la apropiación por definición exclusiva, implica la exclusión, incluso el expolio. Aquello de lo que me apropio excluye al resto de usarlo o de compartirlo. 2) Implica una competición o una lucha sin fin. Hay una dinámica inflacionista o acumulativa de la apropiación. Esto también concierne a los territorios, a los bienes, cualesquiera que sean, y a la investigación científica. Tan sólo es posible oponerse a una apropiación mediante una apropiación opuesta, hasta la catástrofe. En resumen, la apropiación es la forma legalizada de la depredación. Ya nadie puede escapar a ella. Todos los días vemos las consecuencias de esta dinámica de la apropiación en un mundo finito en bienes y recursos de toda clase. Sus consecuencias son la degradación, la destrucción e incluso la catástrofe. Una catástrofe sin catastrofismo, una catástrofe silenciosa, una catástrofe