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Una confesión entrañable. Estamos ante el discurso que pronunció Irene Vallejo Moreau cuando fue designada Alumna Distinguida de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza, España, en abril de 2021. Con el título hace referencia a los fantasmas de sus dos abuelas, que hubieran querido cursar estudios universitarios, pero a las que se les impidió por las circunstancias sociales de su época. La autora hace un recuento de los múltiples obstáculos que se les impuso a las mujeres de generaciones anteriores para estudiar en la universidad y sostiene que poder hacerlo en la actualidad es una conquista de libertades de todas y todos, y que la educación es el ascensor social más justo que jamás hemos soñado.
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Seitenzahl: 19
Veröffentlichungsjahr: 2025
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Los sueños de mis fantasmas
COLECCIÓN
PEQUEÑOS GRANDES ENSAYOS
Universidad Nacional Autónoma de México
Coordinación de Difusión Cultural
Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial
TIEMPOS LEJANOS Y VIVOS
La conocí en su ciudad natal, Zaragoza, en España, en 2019, antes de la publicación de El infinito en un junco, de la pandemia y de la reunión gozosa de lectoras y lectores de todo el mundo alrededor de este libro mágico. Porque sólo puede ser magia la escritura sabia y buena de Irene, que nos ha devuelto una fe: en las palabras, en el placer y el consuelo de vivir entre libros. En aquella ocasión, en Zaragoza, yo visitaba la librería Cálamo, mítico punto de encuentro de escritores y lectores del territorio aragonés. Estaba ahí para presentar mi libro de cuentos, publicado por otro zaragozano, el editor Juan Casamayor. Irene estaba entre el público y más tarde terminamos conversando con una cerveza en la mano, entre un grupo de amigos, y luego caminamos por las calles de la ciudad. La maternidad sin idealizar era uno de los temas que tejimos; también me contó que pronto publicaría un libro en Siruela. Lo dijo con ese rasgo de su personalidad que no la abandona ni siquiera hoy, tras más de un millón de ejemplares vendidos y cuarenta y tantas traducciones: con una modestia sin afectación. Hoy que la conozco un poco mejor sé por qué también nos acercó la experiencia del duelo: ella había trabajado en su obra maestra mientras su padre estaba en el hospital, enfermo de cáncer. En el umbral de la pena escribió y sus palabras no resultaron amargas, sino profundamente luminosas y esperanzadoras. Así nos regaló la biografía de un gran superviviente, como ella lo llama: el libro. Y así sobrevivía ella misma.
Irene es generosa. Se ha entregado a sus lectores de una manera que sólo puedo describir como temeraria. La he visto firmando libros durante horas, atender al último lector, componer dedicatorias que intentan hablarle a cada persona. En dos ocasiones he tenido el privilegio de conversar con ella ante audiencias enamoradas de su obra y de una personalidad cálida y cercana: en la UNAM, junto con la escritora Rosa Beltrán, y en la FIL de Guadalajara ante mediadores de lectura; cada vez hemos recalado en el lugar precario que las mujeres han ocupado en la historia de la cultura escrita.