Miradas y voces de maestros jubilados - Víctor Amar Rodriguez - E-Book

Miradas y voces de maestros jubilados E-Book

Víctor Amar Rodríguez

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Beschreibung

La experiencia se atesora y no debe quedar olvidada en una gaveta. Máxime cuando esta experiencia es personal y profesional, como es el caso de un grupo de maestros y maestras de la provincia de Cádiz, que tienen a bien compartir con el lector sus narrativas de vida, simulando miradas y voces que en nuestro patrimonio sensitivo adoptan formas de un pasado que recuperamos para darlo a comprender. Un libro relevante que no quiere "morir" en el olvido, pues sus protagonistas son personas de la educación que, con mayor o menor grado de consciencia, impulsaron la renovación educativa de aquellos años del tardofranquismo o la transición democrática. Un texto de autoría compartida, escrito por profesorado de la Facultad de Educación de la Universidad de Cádiz, que se suma a un proyecto hilvanado en las acciones avaladas de la Universidad gaditana (Proyecto de Innovación y Mejora Docente), con el propósito de compartir y dar a comprender esa parte de la historia (de vida) que les pertenece y que generosamente nos brindan. Una manera de aprender de los maestros y maestras del pasado, de modo que las nuevas generaciones de profesionales también atesoren el cariz de implicación e ilusión personal que estas narraciones nos ofrecen.

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Víctor Amar (coord.)

Miradas y voces de docentes jubilados

Una investigación desde la narrativa

mágina - Octaedro

Miradas y voces de docentes jubilados. Una investigación desde la narrativa

Primera edición en papel: enero de 2016

Primera edición: enero de 2016

© Víctor Amar Rodríguez (coord.)

© De esta edición:

Ediciones Octaedro Andalucía (Ediciones Mágina, S.L.)

Pol. Ind. Virgen de las Nieves

Paseo del Lino, 6 – 18110 Las Gabias – Granada

Tel.: 958 553 324 – Fax: 9958 553 307

[email protected][email protected]

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

ISBN: 978-84-943964-5-8

Diseño, producción y digitalización: Servicios Gráficos Octaedro

Fotografía de la cubierta: © Juan Carlos Ortega Parra

Prólogo

Juan Pérez Ríos

 Departamento de Didáctica. Universidad de Cádiz

El conjunto de textos que sigue a este prólogo responde a varios presupuestos sobre la profesión de enseñar, el proceso de investigación en educación y la propia formación del docente, que han ido tomando forma y adquiriendo legitimidad en la investigación educativa actual, para lo que ha sido necesario que se fueran mostrando insuficientes y, con frecuencia, inadecuados los anteriores.

Reconocer que el profesorado sabe y tiene un pensamiento que no resulta un mero reflejo de lo descubierto por la investigación aplicada; que adquiere tal pensamiento denominado «práctico» reflexionando sobre su práctica y en colaboración; o que el auténtico proceso formativo requiere un cuestionamiento y modificación del propio pensamiento práctico, constituyen algunos de los presupuestos fundamentales actualmente vigentes.1

En paralelo, se acepta la complejidad del enseñar y la insuficiencia de los métodos cuantitativos para captar la realidad escolar. Enfoque cualitativo, estudio de casos, historias de vida, biografías, narrativas… se presentan como métodos alternativos y más adecuados.2

Finalmente se parte de la constatación de lo superficial de la formación recibida en las universidades y su escasa influencia en la modificación del pensamiento y la práctica adquiridos en los años de escolaridad y durante el proceso de socialización del futuro docente. Solo el cuestionamiento de su utilidad y la comprobación de la existencia de otro más exitoso permiten su arraigo en la mente y su traducción en la práctica de un pensamiento alternativo más racionalmente fundamentado.

Legitimada la importancia del enfoque biográfico, así como la necesidad de contar con criterios específicos de valoración, podemos plantearnos ahora su utilidad para la formación de futuros docentes, así como su posible utilización.

Los autores y las autoras del presente texto no han querido precisar demasiado la metodología de la obtención de información ni los criterios de validez de lo obtenido, más preocupados y urgidos por la función estimulante y de llamada a la acción que han descubierto en lo que los entrevistados han puesto de manifiesto. Su entusiasmo por la enseñanza, su visión de la misma, las características de la relación educativa, sus orientaciones prácticas y su satisfacción por la labor realizada no dejan de constituir aportaciones valiosas que ofrecen a los lectores, entre los que esperan encontrar futuros y actuales docentes.

Pensando en la utilidad especialmente para los futuros docentes, las historias que se presentan:

Ofrecen modelos de actuación: aprender haciendo, enseñar paso a paso construyendo andamiajes, comenzar en la lectura nivelando a los alumnos para un mejor aprendizaje o no confundir libro de texto con programa constituyen algunos de los principios señalados por los docentes entrevistados.Señalan esquemas interpretativos para pensar la realidad del aula. Así por ejemplo, se defiende que el conflicto, en contra de lo que pudiera pensarse, no es una pérdida de tiempo o la concepción del niño como «pozo de agua rica» que hay que saber sacar.Permiten captar identidades profesionales con las que identificarse y muestran el carácter totalizador y absorbente de la profesión: se es docente las 24 horas del día, la responsabilidad como agente de nivelación social, la problemática de la carrera docente de la mujer por la atención a los hijos o el peso de los recuerdos que impide pasar por la puerta del centro una vez jubilada resultan afirmaciones destacadas sobre las peculiaridades de la profesión.Amplían horizontes impidiendo reducirse a lo conocido como lo único real y posible. Los modelos de docentes, sus visiones de la enseñanza, las estrategias variadas… que muestran las diversas historias señalan que existen otras maneras, otras visiones, otras alternativas que nos permiten salir del mundo reducido de nuestra pequeña experiencia.Facilitan criterios de valor con los que analizar la propia actuación: la mejor educación es la que facilita «raíces y alas», o la importancia de considerar la felicidad del alumno como meta constituyen orientaciones importantes en las que tal vez no se ha caído.Demuestran la existencia de condicionantes sociales e institucionales y el margen de libertad que siempre queda: la nueva situación de la familia que demanda del docente que supla su función o la importancia del impulso de la Consejería de Educación y de los Movimientos de Renovación Pedagógica en el cambio educativo.Muestran la complejidad del enseñar (el conjunto de dimensiones que abarca) y las exigencias de profesionalidad que requieren del docente: el paso por diferentes destinos y su carácter provisional, los padres que ahora «denuncian por todo» o la exigencia ética que supone que los niños «no pueden elegir a sus maestros», que son quienes les pueden llevar a la felicidad, al fracaso o al éxito.

En resumen, nos permiten compartir experiencias y facilitan, así, la construcción de identidades y prácticas, desde los propios participantes.

Hay también una frecuente referencia al carácter vocacional que, creo, no debe entenderse como la obediencia a una llamada, sino que remite a las sobreexigencias e implicación personal de la labor docente y que van más allá de lo exigido a un oficio o profesión. En este sentido, las diversas biografías nos recuerdan la función estratégica del docente en el bienestar personal de sus alumnos y en la mejora de la estructura social; una apelación a la justicia en una sociedad marcadamente desigual que plantea al docente el papel de agitador social. Como se ha repetido innumerables veces, quien solo es docente ni siquiera es docente.

Sea bienvenido el presente trabajo que ayuda al reconocimiento del saber del docente, facilita pistas de actuación y supone un aldabonazo al siempre cuestionado papel de la formación inicial del profesorado. Todos los autores, ligados a la Facultad de Ciencias de la Educación de Cádiz, nos ofrecen una buena ocasión de traducir y utilizar lo descubierto, en el día a día del proceso formativo en el que estamos profesionalmente inmersos.

Bibliografía

Breve, incompleta pero representativa bibliografía de la evolución del campo de estudio.

Abraham, A. (1973). El mundo interior del docente. Barcelona. Promoción cultural.

Álvarez Álvarez, C. (2011). «La relación teoría-práctica en la enseñanza y el desarrollo profesional docente. Un estudio de caso en Educación Primaria». Tesis Doctoral, Universidad de Oviedo.

Barquín Ruiz, J (1991). «La evolución del pensamiento pedagógico del profesor». Revista de Educación 294, 245-274.

Bolívar, A. (2002). «¿De nobis ipsis silemus?: Epistemología de la investigación biográfico-narrativa en educación». Revista Electrónica de Investigación Educativa, 4 (1). [Consultado el 31 de mayo de 2015 en: <http://redie.uabc.uabc.mx/vol4no1/contenido-bolivar.html>]

Bruner, J. (1980). Realidad mental y mundos posibles. Barcelona: Gedisa.

Cohran-Smith, M. y Litle, S. L. (2002). Dentro/Fuera. Enseñantes que investigan. Madrid: Akal.

Contreras Domingo, J. (1985). «¿El pensamiento o el conocimiento del profesor? una crítica a los postulados de las investigaciones sobre el pensamiento del profesor y sus implicaciones para la formación del profesorado». Revista de Educación, 277, 5-28.

Estebaranz García, A. y Sánchez García, V. (eds.) (1992). Pensamiento de profesores y desarrollo profesional (2 t.). Sevilla: Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla.

Esteve Zarazaga, J. M. (1987). El malestar docente. Barcelona: Laia.

González Monteagudo, J. (1996). «Vida cotidiana y profesión docente: teoría y práctica educativas centradas en historias de vida. Un enfoque etnográfico». Tesis Doctoral, Universidad de Sevilla.

Guba, E. G. (1983). «Criterios de credibilidad en la investigación naturalista». En Gimeno Sacristán, J. y Pérez Gómez, A. La enseñanza: su teoría y su práctica. Madrid: Akal.

Hernández, F., Sacho, J. M. y Rivas, J. I. (coord.) (2011). Historia de vida en educación. Biografías en contexto. Barcelona: Dipòsit Digital UB. <http://hdl.handle.net/2445/15323>

Jackson, P. W. (1974). La vida en las aulas. Madrid: Marova.

Martínez Bonafé, J. (1989). Renovación pedagógica y emancipación profesional. Valencia: Universitat de Valencia.

Pérez, A. (1987). «El pensamiento del profesor, vínculo entre la teoría y la práctica». Revista de Educación, 284, 199-221 (ponencia presentada en 1984 en el «Symposium sobre teoría y práctica de la innovación en la formación y perfeccionamiento del profesorado», organizado por la Subdirección de Formación del Profesorado).

Pérez, A. (1988). «El pensamiento práctico del profesor: implicaciones en la formación del profesorado». En Villa, A. (coord.). Perspectivas y problemas de la función docente. Madrid: Narcea, pp. 128-148.

Pérez, A. y Gimeno, J (1988). «Pensamiento y acción en el profesor: de los estudios de la planificación al pensamiento práctico». Infancia y Aprendizaje, 42, 37-63.

Rivas, J. I., Hernández, F., Sancho, J. M. y Núñez, C. (2012). Historias de vida en educación: Sujeto, diálogo, experiencia. Barcelona: Dipòsit Digital UB. <http://hdl.handle.net/2445/32345>.

Salgueiro, A. M. (1998). Saber docente y práctica cotidiana. Barcelona: Octaedro.

Villar Angulo, L. M. (1987). Evaluación diagnóstica de los procesos mentales de los profesores. Sevilla: Universidad de Sevilla.

Villar Angulo, L. M. (Dir.) (1988). Conocimientos, creencias y teorías de los profesores. Alcoy: Marfil.

Villar Angulo, L. M. (Edit.) (1986). Pensamiento de los profesores y toma de decisiones. Sevilla: Mad (I Congreso Internacional sobre… La Rábida, Huelva).

1. El largo proceso se inicia en España en la década de los 80, con los estudios sobre el pensamiento del profesor Miguel Villar (1986, 1987 y 1898) y la crítica de su reduccionismo (Contreras Domingo, 1985, Ángel Pérez, 1987 y Ángel Pérez y José Gimeno, 1988) que supuso un desplazamiento hacia la importancia del saber del docente. Con un poco de antelación se había prestado atención al mundo interior del docente (Ada Abraham, 1974) y ya en la misma década, a su equilibrio emocional (Esteve Zarazaga, 1987). Por los mismos años, Bruner (1988) nos hace llegar la importancia de la narración como una de las dos modalidades irreductibles de conocimiento (la otra corresponde a la lógico-científica). En España varias investigaciones habían insistido en la explicitación y reconocimiento del pensamiento del profesor (Martínez Bonafé, 1989, González Monteagudo, 1996, Salgueiro, 1998, y Álvarez Álvarez, 2011) y se disponía ya de categorías para su análisis y de la convicción de su importancia en la formación de futuros docentes. El término «pensamiento práctico» aunaba la constatación de que el docente sabía y la consideración de dicho ámbito como lugar privilegiado de formación (Pérez, 1988).

2. Para no olvidar que no siempre fue así, convine recordar el enfrentamiento cuantitativo-cualitativo, y la exigencia de rigor y legitimidad en el enfoque cualitativo, quedando las propuestas de Guba (1983) como ejemplo de lo conseguido. Admitiendo que la credibilidad exigida a todo trabajo científico tenía cuatro aspectos (valor de verdad, aplicabilidad, consistencia y neutralidad) señalaba las modalidades que debían adaptar según el enfoque de la investigación fuera racionalista o naturalista. Validez interna, validez externa-generabilidad, fiabilidad y objetividad tenían como réplica en el otro enfoque, credibilidad, transferabilidad, dependencia y confirmabilidad respectivamente. Cochran-Smith y Lytle (2002: 39) han actualizado la propuesta de nuevos criterios de cientificidad en las investigaciones llevadas a cabo por docentes y que denominan «estándares de rigor metodológico». Una buena revisión en Bolívar (2002).

Introducción

Víctor Amar

Coordinador del libro

Me imagino que recordarán aquel tango argentino, Volver, escrito por Alfredo Le Pera que dice «Volver con la frente marchita las nieves del tiempo, platearon mi sien sentir que es un soplo la vida, que 20 años no es nada que febril la mirada errante en la sombras te busca y te nombra. Vivir con el alma aferrada a un dulce recuerdo que no ha de volver». Pero no son veinte años, sino que tal vez sean más los que se atesoran en sus vidas laborales… que se los ha llevado el tiempo y, qué injusto, por su fragilidad, se diluyen en el olvido. No obstante, una idea, una canción, un beso y hasta una maestra o un maestro vive entre nosotros hasta el último instante en que se les recuerdan. Por ello, este libro con el título genérico de Miradas y voces junto a los maestros jubilados de la provincia de Cádiz. Una investigación desde la narrativa se nutre del sentir, de las emociones y las evocaciones que dejamos por escrito, a partir de lo que un grupo de maestras y maestros dieron a su alumnado, a la comunidad y a la institución educativa, es decir, lo que todavía más apreciamos: sus mejores años de vida, sus conocimientos, sus convicciones y, ahora, entre nosotros, sus recuerdos hechos de palabras.

Existe un concepto que se repite y repercute en nuestros tímpanos: la felicidad del alumnado. No es que el tiempo haya pasado, no es que el sistema los saque del quehacer… sino que su preocupación fue y continúa siendo la felicidad de su alumnado. La palabra felicidad que hacemos retroceder en el pasado, hasta su origen, para abrazarla al concepto de fértil. Y ellos, en plena eclosión de fecundidad no son olvidados, pues perviven en el recuerdo o en la ensoñación de sus discentes, pero sí son apartados de la productividad, de la única acepción del producto dentro de un proceso de rendimiento, obviándose su poderío en cuanto a generosidad o saber hacer.

Y no es como dice el tango Sur, de Homero Manzi: «Nostalgia de las cosas que han pasado. Arena que la vida se llevó». No es, precisamente, la nostalgia de la vida lo que nos embarga. Es, simplemente, el reconocimiento. Y en ello estamos este grupo de profesorado de la Facultad de Educación de la Universidad de Cádiz. Interprétenlo como una acción por distinguir aquellas miradas y voces del ahora jubilado maestro gaditano. Cuando éramos, nosotras y nosotros, sus alumnos y en la actualidad somos formadores de maestros y maestras para el siglo xxi. Es decir, estamos ante un libro tripartito: del ayer de ellos, del presente de nosotros y del futuro de nuestro alumnado de la facultad. Ojalá esta iniciativa sirva para que el saber no se diluya y que seamos capaces de aprender escuchando las voces de una mirada que no languidece… pues está aferrada a la verdad y a la vida.

El tango, siempre el tango, nos vuelve a dar una lección de vida. Para ello, atiendan a la letra de Rendido de Alberto Andes Leiva, que dice: «Yo no pido que vuelvas, yo no te pido piedad. Tiemblo al horror de llamarte y saber que no vendrás. Lloro en silencio el tormento de no poderla olvidar y me hace daño la angustia de no verte nunca más». Claro que los vemos o que los sentimos, pero con el paso del tiempo en sus costas (en la acepción de aquello primero que vemos en el rostro como la orilla de una persona/personalidad, pero, también, en el sentido de espalda o, igualmente, como gastos relacionados con un proceso vital). Son, los maestros jubilados, el resultado de sus vidas, y nosotros, en parte, también. Con todo, nuestro más sincero agradecimiento, pues sin ellos no seríamos lo que somos y, curiosamente, tampoco existiría aquella semilla que depositamos en nuestro alumnado de la facultad.

Por último, este libro está enmarcado dentro de un proyecto de Innovación y Mejora Docente, dentro del marco de las Acciones Avaladas convocadas por la Universidad de Cádiz; y, al fin y al cabo, este es el resultado. Al menos, es el punto y seguido de algo que hemos abierto e iniciado, como es recuperar la memoria de la escuela; que ya el año pasado también publicábamos otro libro con el título de Recuperar y compartir y que soñamos con continuar. Pues lo dice Eladia Blázquez en su tango Sueño de barrilete: «Desde chico ya tenía en el mirar esa loca fantasía de soñar, fue mi sueño de purrete ser igual que un barrilete que elevándose entre nubes con un viento de esperanzas sube, y sube. Y crecí en ese mundo de ilusión, y escuché solo a mi propio corazón, mas la vida no es juguete y el lirismo es un billete sin valor»… Ella, quien siempre supo «honrar la vida» (en alusión a su éxito musical)… es una invitación que presagiemos para nuestras maestras y nuestros maestros.

Trazos de un maestro: don Daniel

M.ª Jesús Bernal Acuña

Departamento de Didáctica de la Educación Física, Plástica y Musical

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Introducción

Un maestro es alguien que enseña y une las dos formas en que suele dividirse la vida humana, es decir, la vida contemplativa y la vida activa. La historia de nuestro maestro comienza en el colegio marianista San Juan Bautista de Jerez de la Frontera.

Guillermo José Chaminade, fundador de la Familia Marianista, le tenía un especial cariño a España. En 1830, cuando la Compañía de María, que así se llama la institución religiosa, apenas contaba con trece años de vida, pensó en la posibilidad de fundar en este país.

En marzo de 1887 llegó la petición de fundar en San Sebastián. Días después de haber acordado en firme esta fundación llegó una carta del obispo de Cádiz en la que decía que todo estaba dispuesto en Jerez y que sólo faltaba que llegaran los marianistas… Y así fue: en 1888, Antonio Enjugier, inspector general, y Luis Labrunie, ayudante económico general, viajaron a España para conocer el terreno. Después de recorrer distintas partes de España, el 6 de septiembre, llegan a Jerez cuatro marianistas. Eran el padre Francisco Javier Delmas, el padre Juan Bourdel, don Antonio Cubillo y don Juan Causse. Jerez se convertía así en el segundo colegio de una congregación que actualmente cuenta con diecisiete centros escolares en toda España.

Por otra parte, Juan Manuel Sánchez López de la Torre, natural de Santander, de familia acomodada, se trasladó a Jerez, donde hizo fortuna como bodeguero y donde residió hasta su muerte en 1838. En su testamento manifiesta su voluntad de fundar un «Colegio de Humanidades» regido por patronos. Así fue como con sus instrucciones y su capital se abrió el Colegio el 18 de octubre de 1838. Los primeros patronos fueron Juan Manuel González y Esteban González del Castillo; el primer local se abre en la calle Sevilla para pasar al año siguiente a la plaza del Mercado. El Colegio llegó a alcanzar gran fama en la ciudad. Aconsejados por el obispo de Cádiz, Vicente Calvo y Valero, los patronos optaron por instituir el centro privado encomendado a una congregación religiosa para así asegurar el cumplimiento de la voluntad fundacional. Se busca un nuevo local en la calle Porvera y los patronos deciden su compra con ayuda del obispado de Cádiz. En octubre de 1887 se firma el contrato entre la Compañía de María y los patronos del Colegio San Juan Bautista de Jerez de la Frontera. El objeto es fundar un Colegio de Humanidades destinado a impartir una educación católica.

Así iniciaron los marianistas su andadura en nuestra ciudad. Once religiosos formaron la primera comunidad, jóvenes todos y uno solo español, Antonio Cubillo; el 7 de octubre de 1898 se cede mediante escritura el Patronato a la Compañía de María… (Por aquel entonces era alumno de este colegio nuestro genial pintor Carlos González Ragel).3 A partir de 1940 y ante el creciente número de alumnos se adquiere la finca de Santa Fe adecuada para actividades deportivas. Esto provoca un gran desarrollo de estas actividades y en octubre de 1940 el Pilar C. F. constituye su junta directiva. Posteriormente, esta finca, ampliada en varias ocasiones, será la ubicación del actual Colegio Nuestra Señora del Pilar

En el arte de enseñar, nuestro protagonista es D. Daniel, el Maestro

Son las siete de la tarde y estamos en una sala silenciosa y ordenada que tiene un amplio ventanal desde el que se ve el mar. Estamos sentados en dos sofás que hacen esquina y hemos acercado la mesita para que yo pueda escribir lo que D. Daniel me cuenta; es su historia de vida. La lámpara que está sobre la mesa dibuja una esfera de luz en el papel y una llama de ideas prende, como chispas, en la mente de D. Daniel:

Yo me vine a Cádiz en el 75. Me faltaban dos asignaturas para terminar magisterio, yo era estudiante de magisterio en Cádiz. En la comunidad éramos siete, el capellán estaba con nosotros. En la Porvera,4 había 14 o 15 chavales internos, como de postulantes. Había internos en el Pilar… En la congragación de marianistas estábamos los religiosos que se dedicaban a la educación, los sacerdotes y los hermanos vinculados al servicio doméstico, no hay categorías, todos forman parte de la misma comunidad, no había rangos. También estaban los contratados externos.

Una vez que esta avalancha de ideas comienza a ordenarse, nuestro maestro nos habla de la dedicación y la responsabilidad que tiene el profesor con los niños.

Dedicábamos gran parte de nuestro tiempo a los niños, mucho tiempo elaborando informes psicopedagógicos. Acompañábamos la evaluación con informes de cada niño que entonces eran muchos, 40 en cada clase. Trabajábamos con poca preparación psicológica, pero con mucha experiencia. La observación del niño, la obediencia; observábamos al niño siempre… en las actividades, en el deporte. Yo me acuerdo que en el 75 había más seglares que marianistas… ¡la cantidad de horas que echábamos!

El maestro tiene una responsabilidad muy especial con sus alumnos. Debe conseguir desarrollar una serie de vivencias y experiencias que motiven y activen la imaginación y la creatividad del niño. Para ello, hay que conocer al niño; a cada uno de ellos, observarlos, comunicarse con ellos, dejarlos expresarse libremente mediante actividades que fomenten el cultivo de la percepción y el desarrollo de la sensibilidad. En este sentido, la teoría del aprendizaje constructivista de Piaget (2011: 41) considera que:

El aprendizaje del alumno se va gestando progresivamente y de un modo activo como resultado de la interacción (desequilibrio o conflicto cognitivo) que se genera entre sus capacidades innatas, conocimientos y experiencias previas y la formación que recibe del entorno. Como consecuencia de ello, el profesor debe diseñar experiencias de aprendizaje en las que el alumno pueda participar e implicarse activamente en la construcción y reflexión de su propio conocimiento.

Don Daniel traza líneas que dibujan sus vivencias en diferentes colegios: La Porvera y El Pilar en Jerez y San Felipe Neri en Cádiz.

Al colegio San Felipe Neri de Cádiz, llegué de director, a las ocho y media estaba en la puerta saludando a los chavalillos que llegaban; terminábamos las clases a la cinco y de cinco a nueve teníamos a los chavales en lo que llamábamos el club Felipín… Había que echarlos, (se ríe) no se iban… Algunos como Eduardo5 me siguen llamando D. Daniel.

¡Claro! Don Daniel, es normal, es su nombre, así lo hemos llamado siempre, es lo que escuchábamos en casa… Don Daniel, don Tomás, don José María, me acuerdo cuando íbamos en coche con mi madre a recoger a mis hermanos del colegio de la Porvera; ella paraba un momento en la misma puerta, yo me bajaba y corriendo entraba en el patio a buscarlos. Muchísimos niños jugando a baloncesto y a futbol. Y entre ellos, don Daniel y don Josemaría.

¡Aquí está la Bernala! Me decías, con esa voz tan vital entrecortada por el juego. Tengo muchas imágenes en mi mente y espero encontrar alguna foto para que todos puedan verlas. Fotos en blanco y negro de niños y maestros que saltan apiñados, como un triángulo hacia arriba y en la punta de sus manos el balón.

Se queda un instante pensativo y dice…:

De vez en cuando había que castigar, no los castigaba yo… había dos que siempre estaban en el pasillo, eran buenos niños, Miguel Ángel y del Junco… Uno de estos niños murió, parece ser, en olor de santidad… un chiquillo.

Las siguientes palabras de nuestro protagonista nos dan a conocer un contexto escolar en el que se establece un proceso de comunicación didáctica mediante el juego, la lectura, el compañerismo; contribuyendo mediante este buen ambiente a la formación integral del alumno. Fortaleciendo la relación enseñanza-aprendizaje.

Teníamos una revista del club Felipín, tirábamos… ¡ciclostil6 creo que se llamaba!… metíamos el cliché que habíamos escrito a máquina y hacíamos tiradas. En la revista contábamos todo, alguno lo conserva todo grapadito y ordenado… Me lo recuerdan. Nos quedábamos jugando al futbol en el patio, teníamos una liguilla. Como el patio estaba rodeado de puertas, en dos de ellas metíamos un travesaño y las utilizábamos de portería. La nave del club estaba también en una de estas puertas que daban al patio. Los chavales tenían hasta su carnet, esto les encantaba, cada uno con su número, allí se dejaba entrar a cualquiera, pero les hacía ilusión tener su carnet. Allí pasábamos ratos y ratos, teníamos mucha relación, jugaban con los puzles, había una sección de biblioteca, pimpón, futbolines, juegos de ajedrez, damas… un ambiente muy bueno, muy bueno. Nunca tuve que enfadarme. Dábamos clase desde preescolar, niños de cuatro y cinco años ¡cincuenta y dos niños para una profesora!, para una sola profesora y sin ayuda de ninguna clase… y hasta quinto de EGB.

Siguiendo con su exposición hace alusión al deporte y la lectura: acción e imaginación.

En Jerez yo era profesor de un curso de segundo y tercero de EGB. Hacíamos muchas actividades, además teníamos nuestra liguilla de baloncesto y de futbol. Y la lectura… los chavalines leían.

¿De dónde procedían los libros de la biblioteca?

Unos comprados por el colegio y otros aportados por los niños; en esa época empezaba «El barco de vapor» y «El pirata garrapata», del escritor Juan Muñoz Martín. Fray Perico y su borrico, leíamos en clase. A los niños les gustaban los libros que leíamos y los querían; los pedíamos a la editorial. SM, la editorial, empezaba a mover autores, recuerdo que le dije: ¿por qué no vienes a Cádiz un día? (al escritor Juan Muñoz Martín)7… Al final, por motivos personales, no vino y me escribió una carta. No llegué a conocerlo; tenía que ser un tío muy gracioso. Los libros no se sacaban, se leían en el club. Leían su libro, lo marcaban dejando un papelito con el nombre y la clase y lo volvían a coger otro día.

Recuerdo una anécdota de Jerez. ¿Cómo fue? ¿Cómo fue? Sí, una abuela que venía a recoger a su nieto… Me dice: ¿sabes quién quiere conocerte? Gloria Fuertes. Se ve que la conocía porque el nieto le contaba a la abuela cómo leía sus poesías en clase. Empezaba yo, seguía otro, después otro. A veces no solamente los libros que teníamos en clase, sino libros que ellos traían de su casa. Hay un escritor muy bueno, Jordi Serra y no sé qué,8 que tenía unos cuentos muy bonitos, ha escrito para todos, no solo para pequeños; este vino a Cádiz. Empezó en el mundo de la música, tiene libros publicados en «El barco de vapor», lo trajo la editorial al colegio para que le hablara a los chavales, pasaron mil y pico de chavales, él tenía libros de todos los estilos, no solamente libros de texto, sino libros de lectura.

Se ha seguido haciendo la biblioteca de aula y se van renovando los libros.

Y el frío de poniente nos trasladó a Briviesca

El contexto es una pieza fundamental, son las raíces en la educación de un niño. Los olores, los sonidos, los amigos, las costumbres, la familia; son vivencias y recuerdos que construyen la vida del ser humano. El catedrático Sagredo García (1990: 142) presenta una ciudad histórica, sobria, sensible, artística y en plena naturaleza; elementos claves para la formación de nuestro protagonista:

La Plaza Mayor de Briviesca te proporciona el primer impacto del aire señorial que ha tenido siempre. La plaza es el centro, lugar obligado de paso y encuentro, invitación diaria al diálogo y la convivencia. Nada mejor para presidirla que el agua y la música, desde un templete coqueto construido en 1909 y totalmente restaurado en 1983. Amplitud y regularidad en los espacios, pista de baile, paseo circundante, calzada, superficie arbolada, dentro de una estudiada traza.