Quédate, pequeña mía - Kris Buendía - E-Book

Quédate, pequeña mía E-Book

Kris Buendía

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Beschreibung

Hay una chica, luce nerviosa, es como si nunca hubiese visto a un tipo como yo. Nunca le doy importancia, pero ella, de alguna manera me hace gracia. No intenta disimularlo, y yo tampoco ahora que, no quita sus ojos curiosos de mí. Creo que me divertiré un poco con ella. Mientras leo mi periódico, disfrutando de mi café, puedo sentir sus ojos saltones sobre mí, así que le dedico una mirada y como lo sospeché, huye de mí... Oh no, quédate, pequeña mía. ¿Se atreverá a desafiarme?

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Copyright © 2020 Kris Buendia.

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

1ra Edición, Enero 2020.

ISBN: 978-99979-0-446-1

Título Original:

Quédate, pequeña mía

Diseño y Portada: EDICIONES K.

Fotografía: Shutterstock.

Maquetación y Corrección: EDICIONES K.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Quédate, pequeña mía

Una novela de Quédate Conmigo

Contada por Brandon Barbieri

 

1

Café de miradas

 

Hay una chica, una que luce nerviosa, es como si nunca hubiese visto a un tipo como yo, o uno en un café. ¿Estará bien? Lo sé, tiendo a dejarlas de esa manera y no me causa ofensa alguna.

Nunca le doy importancia, pero ella, de alguna manera me hace gracia. No intenta disimularlo, y yo tampoco de que me he dado cuenta que, no quita sus ojos curiosos de mí.

Creo que me divertiré un poco con ella.

La pequeña mirona disfruta de su café barato y una galleta de mermelada bastante desagradable a esta hora de la mañana. No suelo venir muy a menudo aquí, el café insulta de alguna manera mi boca, pero la vista es espectacular en el centro del parque de la ciudad de los ángeles.

De haber estado aquí antes, la hubiese recordado, pero hasta ahora coincidimos a la misma hora, tendré que venir más a menudo.

Mientras leo el periódico, puedo sentir sus ojos saltones sobre mí, así que le dedico una mirada y como lo sospeché, huye de mí.

¿Se atreve a desafiarme?

Tomo un sorbo de mi café y el juego de miradas continúa.

«Estoy muy viejo para esto.»

Por el rabillo del ojo me doy cuenta que ha sacado una cámara de su inmenso bolso. Si se atreve a tomarme una fotografía juro que voy a sentarla sobre mi rodilla y azotaré ese lindo y pequeño culito que debe tener.

Toma fotografías alrededor y yo sigo fingiendo leer mi periódico y disfrutar de mi jodido café, el clic de la cámara me hace burla y cuando creo que ha terminado, la veo.

¡Te atrapé!

Ha apuntado hacia mí y se ha atrevido a tomarme una fotografía, menuda pequeña, muy valiente o muy tonta. ¿Acaso no sabe quién soy yo?

Se ha dado cuenta que la he atrapado, ahora ya no podrá disimular, ni yo tampoco.

Termino mi café y arrojo un par de billetes a la mesa antes de levantarme de mi silla, pero no me voy del todo, sé hacia donde ir y no me importa llegar tarde a mi junta, hay una pequeña mirona a la cual debo reprender.

Camino hacia ella y es como si quisiera esconderse debajo de la mesa, pero es demasiado tarde, la he atrapado.

«Aunque no como quisieras, cabrón.»

Y sin más le lanzo la siguiente pregunta:

—Señorita, ¿le gusta lo que ve? —me cruzo de brazos y espero, no, exijo una explicación para semejante atrevimiento.

Ella esconde esos ojos saltones de mí y aclara su garganta cuando dice:

— ¿Disculpe?

No, pequeña. No te queda. Aquí el ofendido debería de ser yo.

—He visto como me ha tomado una fotografía—el color escapa de su rostro—le repito, ¿le gusta lo que ve?

Apuesto a que sí.

Ella palidece ante mi pregunta, no tiene escapatoria más que admitir que estoy tan bueno que no se pudo resistir a tomarme una fotografía.

«A lo mejor pensaba tocarse con ella esta noche.»

Arrojo ese pensamiento a un lado, no es momento para pensar en esas tonterías, que me haya tomado una fotografía es inaceptable, y no es que no fuera mi mejor ángulo, es que estoy harto de la gente abusiva, y lo ha hecho en mis narices.

—No era usted mi objetivo, era lo que estaba detrás de usted.

Veo donde sus ojos saltones me señalan, hay una mata de rosas rojas como la sangre detrás de donde estaba sentado, son hermosas y por una extraña razón me hace reír, al menos por dentro, porque no se lo demuestro. Por otro lado, no le creo. Pero le daré el beneficio de la duda, a la pobre quizá no la vuelva a ver y menos mal, lo que tiene de bonita, lo tiene de rara, empezando por esa chaqueta de cuero que lleva con ella, estamos a casi cuarenta grados por el amor de Dios.

—Es una lástima—le digo apoyando mis nudillos en su mesa.

Y hasta que por fin me ve a la puta cara. Ahora quien necesita sentarse soy yo, más no lo hago. No solo tiene ojos saltones, sino unos ojos muy hermosos, una boca exquisita, un cabello castaño perfecto y huele de maravilla, desde aquí puedo sentir ese aroma a jazmines y rosas.

Su forma de vestir es tanto de un marimacho, pero ella de alguna manera con ese rostro y esa figura se ve realmente hermosa que hace que todo lo que quiera ponerse encima se le vea perfecto. Me pregunto qué hay debajo de toda esa capucha de chica ruda.

Y no soy el único que la ve, ella se ha quedado casi sin palabras cuando me le he acercado, hasta el punto de cortar su respiración.

—Ummm, ¿Lástima?

—Sí, hubiera posado para ti.

¿Pero qué mierda le he dicho? Ella se ha sonrojado y ha dejado de respirar, como se desmaye aquí no seré responsable de esto.

Pero su semblante cambia y ahora su mirada es fría cuando dice:

—Lo siento, me gusta toar fotografías a paisajes no a gigolós.

«Nunca nadie me ha llamado de esa forma. Me gusta que sea la primera.»

En otra ocasión, en otra circunstancia y siendo otra mujer, le habría dejado ahí mismo con la palabra en la boca, deseando que le metiera mi miembro para callarla, pero me hace gracia, tanto que le sonrío y yo nunca sonrío, joder.

—¿Gigoló?, nena yo no soy un gigoló, pero si lo fuera te lo haría de gratis.

Ella abre los ojos como platos como me lo esperaba, si se pensaba que se iba a salir con la suya con semejante insulto está equivocada, ni siquiera sé qué hago todavía aquí, pero entre más me provoca, más quiero quedarme, si alguien va a perder definitivamente será ella.

—¡Maldición! —me grita—No sé qué mierda se ha creído, o a quién está acostumbrado a deslumbrar con esos ojos azules que tiene, pero no le he tomado ninguna maldita foto, he tomado a lo que estaba detrás de usted.

Mala chica, dos maldiciones en una sola oración y un taco. Eso es igual a varios azotes y múltiples orgasmos mientras se disculpa por esa boquita que tiene.

—No maldigas—toco mi cabello exasperado y al mismo tiempo una sonrisa estúpida se forma en mi cara, recordándome lo siguiente: —¿Mis ojos azules? Entonces te gusta lo que vez.

De nuevo, ella parece que va a explotar.

—¡No! —respira profundo, recordando donde nos encontramos, no es momento de hacer una escena tan temprano por la mañana, si fuese por mí, estaría gritando de placer y no de frustración.

—¿Sabe lo que me gustaría hacer, señor no gigoló? —me pregunta y yo me cruzo de brazos, esto estará divertido.

—¿El qué, pequeña?

Ahora es ella quien sonríe y mi miembro salta en respuesta.

—Mandarlo a la mierda, y que sus ojos azules le hagan compañía.

En otra ocasión la habría callado ahí mismo con un beso, o con mi polla dentro de su boca. Pero esta vez no. ¿Mierda? Es ella la que tiene toda la mierda en su cara, lo que rectifica lo que me había imaginado antes.

Entonces me rio.

—¿De qué carajos se ríe?

Hago mi último movimiento acercándome un poco a ella, ahora sí ha dejado de respirar, era lo que quería y donde la quería tener, aunque esto último no es del todo cierto.

—Tienes mermelada en tu mejilla—lamo mi labio inferior imaginando lo inimaginable—ojalá pudiera quitártela yo mismo.

Sin más, el juego acaba aquí, porque así lo he decidido, regreso a mi auto y me dirijo a mi jodida reunión, llevándome esa expresión de pequeña traviesa en mi mente, lo que sea que me ayude para poder reunirme con el idiota de mi hermano hoy.

 

 

 

 

 

 

 

2

Tiempo atrás

 

Tuve que hacerle frente cuando tuve que heredar el imperio de la publicidad y hacerme cargo yo solo de todo el conglomerado que era Barbieri Advertising. Era lo que quería, pero no al cumplir los dieciocho, cuando mi padre se retiró y decidió ponerme a mí al frente de todo al mismo tiempo en que estudiaba en la universidad y me encargada de ser un junior-presidente.

Al contrario de mi hermano gemelo, no sabía hacer otra cosa más que meterse en problemas y siempre tenía que ser yo quien limpiara toda la mierda derramada.

Y mi madre, ella estaba bastante ocupada poniéndole el cuerno a mi padre, metiéndose cualquier droga encontrara y viajando por todo el mundo tal cual soltera.

Tenía un familia de mierda, lo sabía, pero no me iba a quedar a ser una mierda más, sabía que mi futuro era Barbieri Advertising y es donde estoy ahora, todo gracias a mí.

Mientras estoy concentrado en las nuevas propuestas de campaña, la puerta se abre, mi padre entra y como siempre, me lanza una mirada de desaprobación. Nunca estuvo de acuerdo con todo lo que hice con la empresa. Cuando él estaba a cargo no tomaba las decisiones correctas, le daba entrada a toda empresa y sacudía nuestro apellido en campañas cutres y sin sentido. Cuando estuve al frente, entrar a Barbieri Advertising era como la jodida invitación a lo más profundo del Vaticano por llegar a un ejemplo. Solamente empresas dignas con servicios o productos de alta calidad trabajaban con nosotros, no eran nuestros clientes solamente, eran nuestras perras y así el apellido Barbieri se adueñó de los Estados Unidos, tenía línea de hoteles, casinos y de más negocios, pero la publicidad era oro puro y todo lo que tocaba mis manos en el negocio también.

Siempre me lo reprochó.

—Has llenado el apellido Barbieri de pura mierda estadounidense—me había dicho en italiano.

—Somos los mejores, no. Soy el mejor. —le respondí en el mismo idioma—Soy el mejor aquí, la mierda estadounidense que llamas, hizo que fuésemos número uno y no solamente aquí, también en Italia y en todo el mundo entero. Que haya hecho un mejor trabajo que tú no te da el derecho a lanzarme tu mierda de anciano cansado.

Eso era, un anciano cansado, envidioso y enfermo.

No era digno del apellido Barbieri, mi abuelo comenzó la idea de la publicidad cuando comenzó repartiendo volantes con las pequeñas tiendas de ropa en Italia, después fue creciendo hasta que los volantes eran sobre los servicios que brindaba.

Mi padre había heredado la empresa en Italia y la había llevado a la mierda después de que mi abuelo falleciera. La reputación en Italia estaría acaba si no fuese porque le insistí que abriéramos cede en los Estados Unidos y comenzara de nuevo, el resto es historia.

Respetaba a mi padre lo suficiente para no caerle a golpes, no se merecía que lo llamara padre, a pesar de todo el dinero que teníamos, nos había hecho pasar miseria mientras él y sus prostitutas bebían vino y comían caviar casi todos los días. Hizo que mi madre nos aborreciera a mi hermano y a mí, yo me concentré en no ser igual y salir de su presencia, pero no fue el caso de Brody.

—Hola—dice al entrar.

—Hola—respondo en un tono seco. Quería preguntarle qué hacía ahí, en vez de estar en casa en reposo como lo había ordenado su médico.

—He venido a ver cómo lo llevas—siempre me dice eso—y también a despedirme, me iré a Italia, si moriré, será mejor que sea en mi tierra.

No digo nada, la frialdad con la que ve su muerte me sorprende, siempre ha sido un hombre frío, pero pensé que al estar al borde de la muerte lo haría cambiar, pensar un poco en todo el daño que le había hecho a esta familia, pero estaba muy lejos de ella, él había aceptado su muerte y también yo. Su frialdad era lo único que agradecía haber heredado.

—Me parece bien, ¿quieres que te visite?

Ni siquiera sé por qué hago a pregunta, sé muy bien la respuesta.

—No, te avisarán cuando muera o no, no me importa. Estás bastante ocupado aquí, desde que tienes dieciocho no has hecho más nada que trabajar en este lugar.

—Se llama trabajar duro, algo que claramente no aprendí de ti.

Él está de acuerdo. Asiente y una sonrisa fría ilumina su rostro.

—También he venido porque tu hermano de nuevo se metió en problemas y creo que esta vez la ha cagado de verdad con Christina.

Christina era mi cuñada y estaba embarazada del estúpido de mi hermano. Como siempre mi padre está ocupado con sus prostitutas o golpeando a mi madre, aunque esto último no lo ha vuelto a hacer desde que le dije que le arrancaría la cabeza. Pero como es de costumbre, tengo que ser yo quien limpie la mierda de mi hermano gemelo y no él.

—¿Qué hizo ahora?

Siempre es lo mismo, sus negocios sucios y Christina enterándose, discuten, él al golpea, Christina viene a mí por ayuda, le pido que lo deje y es el mismo circulo vicioso una y otra vez.

—No lo sé, está detenido por comenzar una pelea en un bar.

—¿Y por qué no has ido por él? —lo fulmino con la mirada. Sabe que tengo mucha mierda encima, como para encargarme de él ahora mismo.

—Porque tengo un vuelo que tomar, además Christina me lo ha pedido.

Christina, ese es el problema, mi cuñada no tiene la culpa de nada, bueno sí; de no dejar al hijo de puta de mi hermano.

—Está bien, iré.

Me levanto de mi silla y abrocho el botón de mi chaqueta, no me molesto en decirle algo más a mi padre, camina detrás de mí cuando abro la puerta. Todos de uno en uno se van haciendo a un lado en el pasillo, dedicándome una mirada de respeto y miedo. He escuchado por ahí que soy el cara dura del lugar, bueno, no me importa. Soy el jefe.

—Te llamaré cuando aterrice—me dice mi padre por última vez antes de subir a su auto y yo en el mío.

—Espero que tu avión se estrelle—digo en voz alta, pero él no puede escucharme.

 

Para los negocios de mi hermano siempre ha tenido muchas cartas bajo su manga y poder salirse con la suya. De todo ha escapado, menos de sus enemigos, sus negocios sucios los sé a la perfección y estoy a cinco pasos delante de él.

— ¿Cargamento? —pregunto de nuevo, al único hombre que sabe y puede sacar a Brody de problemas con mi ayuda.

—Cargamento del grande, armas y muchas mierdas más. Tu hermano no sabe hacer negocios, menos mal que con quien ha hecho alianza es uno de mis hombres, en pocas palabras, tu hermano no sabe que yo le he comprado toda su mierda para que no llegue a oídos y manos de federales, Brandon. Me debes una grande.

Aleksei Ivanović era un ruso temido, además de mi abogado personal, es un fiel amigo. Es temido es Rusia y aquí en los estados unidos, su mundo en el lado legal no choca con el mío en la publicidad, pero cuando se trata de mi hermano, debemos unirnos para sacarlo de problemas. Nos conocemos desde hace años, le había tomado cariño a Brody hasta que vio en la lacra de mierda en la que se convertía. Por mí y por los años de amistad que llevábamos, se introducía en el mundo de Brody y compraba toda su mierda sin que él lo supiese, también queríamos que acabara con ello, pero entre más dinero tenía, en más mierda turbia se metía. Quería darle un escarmiento, meterlo preso, pero no podía hacerle eso a Christina, no ahora que estaba embarazada, así que Brody tendría su última advertencia, o dejaba la mierda en la que andaba metido o Aleksei y yo nos encargábamos de que se pudriera en la ADX Florence, la cárcel de máxima seguridad más peligrosa del mundo.

—No sé cómo agradecerte, ahora mismo estoy transfiriendo una buena cantidad de dinero por esa mierda que acabas de comprarle, te prometo que será la última vez.

Hay un breve silencio del otro lado del teléfono. Para estas alturas Aleksei desde donde sea que esté ya tuvo que haber sacado a Brody de la cárcel, y ahora debo ir yo por él.

Es así como funciona este mundo. Con dinero, con poder y con apellido.

—No hacía falta, sabes que lo hago por la amistad. Pero debes ponerle un alto a Brody, terminará muerto.

Se me hace un nudo en la garganta. A pesar de que no éramos los hermanos más unidos del mundo, a pesar de ser gemelos idénticos, no quería que muriera, a diferencia de mi padre, me importaba una mierda si su avión se estrellaba. Dios debe de estarme reprendiendo en estos momentos, pero es la verdad. Brody no siempre fue así, mi padre lo hizo así y el abandono de nuestra madre también.

Aunque también fue mi culpa, yo lo abandoné refugiándome en mis estudios, alcohol y la bebida para levantar el imperio Barbieri.

—Lo tendré en cuenta, es en lo único que pienso cada vez que me entero que se mete en problemas. Pensé que, era algo pasajero, pero no. Parte de esto es mi culpa, si no te hubiese dicho que le compraras, quizá…

—Y una mierda—me calla mi amigo—si no hubiese sido yo, habría sido la mafia rusa o española, iba a terminar en las manos equivocadas, Brandon.

—Lo sé. Es por eso que le daré un ultimátum hoy mismo.

—Avísame si necesitas ayuda, puedo encerrarlo por unos cuantos meses para darle un escarmiento, sin embargo, está libre—escucho la voz triunfante—el idiota que lo atrapó ha contaminado toda la escena así que es un caso perdido.

—¿Y supongo que lo de “contaminar” también has sido tú?

Un breve silencio.

—Adiós, amigo.

Niego con la cabeza, Aleksei sabe jugar bien sus cartas, y Brody es un maldito con suerte, al menos por hoy.

 

Al momento en que veo a Brody salir del pasillo que da a las celdas, me acribilla con la mirada por verme aquí, otra vez. ¿Qué esperaba? El hada madrina de los mafiosos, quizás, pero soy mejor, soy su maldito salvador.

—¿A qué has venido? —me pregunta molesto. Debería ser yo quien diga la primer pregunta, pero me lo guardo para el camino, no quiero hacer una escena aquí, suficiente con venir a traer su estúpido trasero.

—Camina y no hables—apenas y puede mantenerse de pie, parece que su noche aun no ha acabado, huele como la mierda de alcohol y su ropa es un desastre.

—¿Dónde están tus cosas? —me doy cuenta que no trae consigo ni su teléfono ni su reloj.

—Me lo robaron anoche, qué sé yo—dice con arrogancia recordando su noche—da igual.

Da igual, ojalá a mí me diera igual todo lo que pasa con él, pero a diferencia de él y mi padre yo sí tengo un jodido corazón y una maldita lealtad por la familia invisible que nunca he tenido.

Algún día lo agradecerán.

En cuanto Leo, mi chofer y fiel sombra abre la puerta para nosotros es momento de acabar con esta mierda de una vez, y eso sí que no le dará igual.

—Dale las gracias a Aleksei de mi parte—dice Brody, dejando caer todo su peso en el asiento de al lado.

Una sonrisa incrédula se forma en mi rostro. Ojalá pudiera torcer su cuello ahora mismo y acabar con toda esta mierda, su mierda y la que siempre salpica a Christina y a mí, espero que no llegue a salpicar al bebé cuando nazca. No lo permitiré.

—¿Tienes idea de lo que cuesta sacarte de cada uno de tus problemas?

Ha sido una pregunta retórica, automáticamente Brody cierra sus ojos y deja salir un gran suspiro. Tenemos casi treinta y tres años y toda su vida no ha hecho otra cosa más que meterse en problemas.

—Debes madurar, serás padre muy pronto.

Eso no le gusta y vuelve a abrir sus ojos, es un maldito adolescente, o al menos es así como se comporta.

—¿Y eso qué tiene que ver? —me lanza su mirada inquisitiva, recomponiéndose en el asiento.

—¿Qué tiene que ver? —casi me rio—Que debes de una maldita vez madurar, serás padre y Christina te necesita, tu hija o hijo te necesitarán. No querrás que se meta en problemas como tú, aunque a diferencia tuya tienes quien te saque de tu mierda. ¿Crees que tu hijo podrá contar contigo?

Pienso que provocándolo lo hará reaccionar, pero no veo nada. Su mirada está ida. Y de pronto una diabólica sonrisa se forma en su rostro y estalla en carcajadas.

Los doctores siempre dijeron que mi hermano tenía problemas de personalidad, mis padres no le dieron importancia, pero yo siempre supe que era cierto. Brody no estaba loco, pero ahora no estaba tan seguro de eso. Con el pasar de los años su comportamiento era irracional y para nada normal. Se reía en situaciones peligrosas, se ponía en peligro constantemente. Había heredado la violencia de mi padre. Era como un psicópata que carecía de conciencia.

—Eres un maldito lunático, Brody.

—Si tanto te preocupa Christina, cásate con ella. Cría al bebé que está por tener y a mí déjame en paz.

Mi puño cobra vida por sí solo y va directo a su rostro. Ni un así consigo que reaccione, se lame la sangre de su labio partido y vuelve a reírse.

—Eres un hijo de puta—dice con los ojos cerrados.

—Aquí el único hijo de puta eres tú, no sabes la suerte que tienes.

—¿Qué? ¿Una mujer embarazada?

Veo hacia la ventana, esta vez seré yo quien no lo vea a la cara por lo que estoy a punto de decirle.

—No, una familia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

3

La sangre no siempre es sangre

 

Como lo había dicho mi padre, nos avisaría alguien de su muerte. A solo seis meses de haberse ido, había sufrido un ataque al corazón, ni siquiera su enfermedad lo había matado, había sido de viejo y del corazón.

—Lo siento, Brandon—la mano de Kelly, la mujer que ha estado conmigo los últimos tres años, toma la mía.

Pensé que lloraría, que me sentiría una mierda, pero es todo lo contrario, no siento nada y el no sentir nada, me llena de rabia. No quiero ser como mi padre o Brody, quiero sentir dolor, quiero sentir lo que un ser humano normal debe sentir al enterarse de que su padre ha muerto.

—Ahora no, Kelly—la aparto cuando veo que su mano toca mi miembro. Estoy flojo, el sexo en esta ocasión no funcionará.

Kelly es modelo, ha trabajado para mi compañía muchas veces y fue así como comenzamos nuestra relación. Pero no estoy enamorado, aunque ella sí de mí y espera un anillo de mi parte, eso no funcionará. Lo que me recuerda que debo terminar con ella. Hace mucho tiempo siento que algo extraño pasa, siempre está defendiendo la posición de Brody y desaparece por largas temporadas en sus viajes de modelaje, y aunque yo no me quedo sentado esperándola, siempre hay alguien todas las noches en mi cama, pero no se queda para dormir, ni siquiera ella ha dormido alguna vez en mi casa. Y aquí es donde entra lo de sentir, solo siento mi miembro ponerse duro, enfado cuando Brody se mete en problemas y olfato para los buenos negocios.

—Bien, me tengo que ir, mi vuelo sale en una hora—de despide con un beso.

—Le diré a Leo que te lleve.

—No hace falta, un taxi espera abajo.

Mi radar se enciende y una oleada fría me eriza el cuello, es la sensación de que algo no anda bien o estoy a punto de descubrir algo, fue lo mismo que sentí cuando me enteré de los negocios de Brody.

Al cerrar la puerta, me pongo de pie y tomo mi móvil.

—Leo, prepara el coche.

 

...

 

Mientras voy en el auto, termino de dar las instrucciones por teléfono de lo que será el funeral de mi padre. No quería un circo y estoy seguro que él tampoco, por lo que será una ceremonia cerrada y ese mismo día el entierro.

Ni siquiera he llamado a mi madre.

No sé dónde está y tampoco me importa, la última vez que hablé con ella, fue porque pedí que un investigador privado la buscara. Me llamaba en ocasiones solo para pedirme dinero y me negaba.

—Me niego a creer que ya los millones que te correspondían por el divorcio ya te los hayas gastado… madre.

—No seas insolente, Brandon—me había dicho—Sabes bien que tu padre no fue tan generoso conmigo. Yo necesito un estilo de vida diferente, necesito que me ayudes.

—¿Por qué no regresas? Vives conmigo, trabajas para mí y seamos…

—¿Una familia? —hizo la pregunta en tono de burla—Nunca lo hemos sido, ahora eres un hombre, no necesitas una familia.

Es verdad no necesito una familia, pero no lo hacía por mí. Sino por Brody, que ella se haya marchado le había afectado, siempre fueron muy unidos y de una u otra manera, se me hacía extraño que ella fuese tan fría al respecto.

—Seamos personas normales, era lo que iba a decir. No sé de qué estás huyendo, ni Brody ni yo te hicimos algo para que te marcharas de esa manera, madre.

—Ya eran adultos.

—Teníamos catorce—le recuerdo—no tienes idea de lo que es crecer sin una madre, nos dejaste con el abusivo de nuestro padre, nos hubieses llevado contigo, si tan solo fueras un poco la madre que dices ser, no estarías llamándome una vez cada dos años para pedirme dinero. Ya no lo haré.

Hubo un silencio tras mis palabras. Era la primera vez que le decía algo como aquello, esperaba que, mis palabras le dolieran y reaccionara, pero como era de esperarse, era una despiadada.

—Lo que te pase a ti y a tu hermano se lo buscaron—dijo con frialdad—no tienes ni idea de lo que renuncié para tenerlos, mi carrera como modelo. ¿Tienes idea de lo que le ocurre al cuerpo de una mujer llevando a dos bebes en su vientre? Estrías, celulitis, piel suelta que ni con toda la cirugía del mundo pude verme igual. Haberlos traído al mundo fue una desgracia, su padre no me vio igual, comenzó a lastimarme. ¿Qué querías que hiciera? ¿Qué me quedara a recibir más golpes? Traerlos al mundo ya era suficiente, se las apañarían solos, su padre nunca les puso una mano encima.

Eso era lo que ella pensaba. Siempre estaba demasiado ocupada refugiada en el alcohol o en las compras para darse cuenta como nuestro padre nos veía como saco de boxeo.

—Pudiste denunciarlo.

Se rio.

—Es un Barbieri, yo solamente era su esposa.

—Ahora te puedo proteger de él—había maldecido por haberle dicho eso, estaba rogándole a mi madre. Había tomado las riendas de Barbieri Advertising ese año, así que el poder lo tenía yo y mi padre solamente era quien soltaba el dinero. Eso acabó dos años después cuando tome lo que él empezó y lo hice mío, ahora su dinero no llegaba a hacerle burla al mío y eso lo consumía.

—No regresaré, Brandon—dijo con frialdad—Si no me darás dinero, entonces no veo por qué seguir teniendo esta conversación, eres tan mezquino como tu padre. Ojalá se pudran en el infierno.

Y colgó.

De eso hacía más de diez años y no supe nada más de ella. Había sido tentado en rastrear sus movimientos dos años después de nuestra conversación y supe que se había casado con un banquero español. Había leído que en la noticia ponía que era una viuda y que no tenía hijos.

Malditamente víctima. Despiadada, había destruido lo poco que tenía de corazón y dejé de creer en que una pizca de felicidad podía ser parte de mi vida oscura.

 

Leo se ha detenido y yo observo desde el auto.

El taxi de Kelly aparca y ella baja del auto.

—¿Un vuelo? Y una mierda.

Espero unos minutos antes de bajar el auto y confrontar a mi novia. ¿A qué ha venido a uno de mis hoteles?

En cuanto me bajo del auto Leo viene detrás de mí, cuando entro el personal me reconoce y me dirijo al ascensor, saco mi llave al darme cuenta del último piso donde aterrizó este pedazo de mierda fría y caigo en la lógica solución.

Kelly ha usado una de mis suites, la pregunta es ¿con quién? Y ¿Desde hace cuánto?

Sin más rodeos espero pacientemente hasta que se detiene en el piso veinte. El aroma a velas aromáticas llena mis fosas nasales y me provoca asco. Escucho la música a todo volumen de Marilyn Manson y camino sigilosamente donde proviene el sonido de los gemidos, no de una, sino de varias mujeres.

Lo que veo a continuación me provoca no solo asco, sino querer matar a más de una persona. Leo me detiene al leer mi mente y solamente me digno a disfrutar del show de ver a mi jodido hermano gemelo tirándose a mi novia, o bien, ex novia.

Se me ocurre aplaudir, servirme un trago y sentarme frente a ellos. Cogiendo con dos mujeres más, morenas, usando todo tipo de mierda masoquista.

Pensé que lo había visto todo, pero cuando veo a Brody golpearlas, no con los instrumentos, sino con la palma de su mano el rostro de las tres mujeres desnudas frente a él, dejo caer el cristal de mis manos. Entonces la música se detiene y llamo la atención de ellos.

—¡Oh, Dios, Brandon!

Kelly se molesta en vestirse, las otras dos mujeres están inconscientes debajo de Brody, él, solamente me observa y sonríe.

—¿Hoy? —les pregunto—precisamente hoy, cuando será el maldito funeral de nuestro padre.

Brody se encoje de hombros.

—¿Acaso murió un héroe? —se mofa al decir.

—No, en eso tienes razón. Eres peor que él—cruzo ambos brazos sobre mi pecho, Kelly aún continúa llorando y vistiéndose—¿Desde cuándo usan mi hotel para revolcarse y jugar lo más enfermo que he visto en toda mi vida?

Esta mierda no es sado, es algo más. Lo puedo ver en los ojos de Brody, la forma en cómo las golpeaba, lo disfruta y ellas, ellas están malditamente desmayadas.

—Brandon no es lo que piensas—dice Kelly corriendo hacia mí, le hago gesto con la mano para que no se acerque más y se detiene a medio camino.

—Respondiendo a tu pregunta—Brody se coloca los calzoncillos y se sirve un trago cuando dice: —Desde hace un año.

—Cállate, Brody—Kelly le dice avergonzada.

Yo me quedo observándolo a los dos, no puedo creer que estuviera tan ciego todo este tiempo. Pero la verdad es que solamente me siento enfadado y un completo idiota, de que mi propio hermano se esté tirando a mi novia, vaya mierda de cliché.

—¿Qué pasa, hermano? —escucho la voz de Brody decir y se me hela la sangre—Aún estamos a tiempo de intercambiar de mujeres ¿No crees?

Y es lo único que necesito para caerle a golpes. Lo tomo del cuello y lo arrojo al piso, mi puño se estrella en su cara sin parar una y otra vez, hasta que hago que reaccione y su puño se dirige a mi rostro, pero lo esquivo, está tan malditamente ebrio o drogado o ambas cosas para concentrarse en la pelea que da risa.

—Eres un hijo de puta, no te mereces la familia que tienes.

Otro golpe en sus costillas y él me toma del cuello, ambos caemos sobre una mesa cerca de la pequeña sala de la habitación y todo se vuelve un completo desastre.

—¡Haz algo! —escucho que Kelly le grita a Leo. Pero él sabe que no tiene que hacer nada, a menos que, uno de los dos quiera cometer una locura. Como la que estoy a punto de hacer.

—Eres…débil…—sisea Brody, cuando pongo mis manos rodeando su cuello y voy apretando poco a poco—Mátame…estoy cansado de esta vida, estoy cansado de todos ustedes, de papá, de mamá, de Christina… de esa bebé que acaba de tener…

Leo me aparta de un solo tiro y Brody comienza a toser.

—¿Cansado? —pregunto agitado, estoy tirado en el piso, mi traje está lleno de sangre, de su sangre—¿Cansado de qué? No haces otra cosa más que joderlo todo. ¿Por qué me odias? No he hecho otra cosa más que protegerte…

—¡Eso! —grita como un lunático—Eso es precisamente lo que has hecho toda mi puta vida, protegerme. ¿Acaso me protegiste de mi padre?

—Nuestro padre nunca te puso una mano encima, Brody. Eras su favorito.

Se deja caer de espaldas y escupe la sangre a un lado.

—¿Eso es lo que has creído todo este tiempo? —no respondo—Podrá no haberme golpeado como ti y a mamá, pero no sabes lo que uno de sus amigos me hizo cuando era niño.

Mi padre siempre tenía la costumbre de tener a Brody presente cuando se reunía con sus amigos socios, nunca le di importancia, pero sí noté cuando de un día para otro Brody dejó de estar presente y tomó una actitud extraña.

¿Había sido abusado?

—¿Acaso uno de ellos…

Vuelve a reír, pero esta vez veo un brillo en sus ojos que no puedo descifrar.

—No volverá a tocar a ningún niño, o a cualquier ser humano, me he encargado de él. Papá lo sabía y no hizo una mierda.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—Estabas ocupado jugando a ser empresario.

—Eso no es justo, lo hacía por nosotros, por la familia que se estaba desmoronando.

Me pongo de pie y Brody hace lo mismo. Kelly se ha ido y ni siquiera me di cuenta, las otras dos mujeres siguen desmayadas en la cama.

—Esto no se quedará así, Brody.

Camino hasta la puerta de la habitación y cuando estoy a punto de salir de esta, Brody me dice:

—Dejaré de repartir sufrimiento, no te preocupes. Le daré un final hermoso.

No sé a qué se refiere con eso, en cuanto a mí, tengo que ir por otro cambio de ropa, pues tengo a un Barbieri a quien enterrar.

 

 

 

 

 

 

 

4

Sentir dolor

 

—Lamento toda esta mierda—me dice Roger, mi mejor amigo y también es el director de imagen en Barbieri Advertising.

—Lamento no haber venido antes, he estado rodeado de mucha mierda.

—Bueno, acabas de enterrar a tu padre hace unos meses, es normal que te sientas así.

Lo crea o no, perder y haber enterrado a mi padre no despertó nada en mí. Y más con lo que me dijo Brody. No puedo creer que mi padre lo hubiese puesto en esa posición.

He estado viniendo casi todas las noches al Luxar, uno de mis bares. Y esta vez mi amigo Roger decidió acompañarme. Mientras estoy viendo a la nada y mi trago está sin tocar, recibo una llamada de Christina.

—Christina, ahora no…

—¡Ayúdame! —escucho que grita del otro lado, también escucho un golpe seco, como si alguien quisiera derribar una puerta.

—Christina, ¿Qué sucede?

—¡Es tu hermano!... ¡Por favor solo ven!

La llamada termina tras escuchar de nuevo otro golpe.

—Me tengo que ir, Christina está en problemas.

—¿Te acompañó?

—No, será mejor que me encargue de esto yo solo y sé cómo terminará.

Salgo corriendo de ahí, en el camino hago un par de llamadas, si Brody comete una locura, no habrá otra opción más que deshacerme de él, no puedo permitir que ponga en peligro la vida de su mujer y la de su hija.

Esto tiene que terminar.

—Acelera, tenemos que llegar antes de que cometa una locura—le ordeno a Leo.

 

...

 

Cuando dije que sabía cómo iba a terminar no me refería a mi sobrina de pocos meses de nacida sola en casa, encerrada en el armario, llorando y hambrienta, mientras que la casa estaba hecha un desastre.

El auto de Brody está en la avenida pero no el de Christina. Tengo a la bebé en brazos y no sé qué otra cosa hacer. Ella no cesa de llorar, Leo me ve e intenta ayudar.

—¿Sabes cómo callar a un bebé? —le pregunto. El asiente y me quita a la bebé de los brazos.

—Será mejor que llame a seguridad.

¿Qué mierda pasa conmigo? Estoy en una encrucijada, por un lado la bebé, encontrarla de esa manera me ha jodido por dentro, por otro lado, necesito encontrar a su madre y a mi hermano.

Llamo a mis agentes de seguridad para que hagan la búsqueda exhaustiva de Brody y lo único que debo hacer es esperar.

Malditamente esperar.

Tres horas después recibo una llamada. Mi mundo se paraliza y solamente puedo ver a la bebé Ana, mi sobrina en los brazos de Leo. Se ha quedado dormida con el biberón en la boca. Ni siquiera supe en qué momento la alimentó.

—Lo tenemos.

He llamado a Alicia, la madre de Christina, voy a lamentar darle la noticia de esta forma, pero necesito que se encargue de la bebé en estos momentos, mientras yo pongo a Brody donde pertenece.

 

...

 

Al llegar al lugar donde mis hombres tienen prisionero a Brody me dan ganas de vomitar. Todo ha ocurrido tan rápido que ni siquiera puedo procesarlo. Tengo la mente fría y solamente puedo hacer una cosa.

Cuando veo a Brody lo primero que hago es golpearlo. Mis hombres lo detienen y él solo sabe reírse. Está mal herido, consecuencia del accidente que el mismo provocó.

—¿Te ríes cuando tu mujer acaba de morir? —le hago la pregunta, pero sé que no obtendré la respuesta que quiero—Eres un hijo de puta. Acabo de decirle a Alicia que su hija ha muerto. La has matado.

Vuelvo a golpearlo, esta vez cae fuera de su silla. Está con las muñecas atadas.

—Desátenlo.

Quiero provocarlo, quiero que reaccione, si no reacciona ante la muerte de su mujer, lo hará a golpes, quiero desarmarlo, dejarlo en trizas, que no tenga nada y después, tirarlo tal cual perro. Porque eso es lo que es, un desalmado hijo de puta que no le importó dejar sin madre a su propia hija.

Y lo obtengo.

Una vez no se encuentra más atado, se lanza sobre mí para golpearme, pero el idiota está tan débil y borracho que no puede mantener el equilibrio, lo golpeo en el rostro, en las costillas y vuelve a caer al suelo. Una vez ahí mis patadas van a su estómago y no tiene más aire en sus pulmones.

Leo toca mi hombro para que me detenga.

—Ha terminado con él.

—No he ni empezado—le digo sobre mi hombro.

Me acerco a Brody que yace en el piso, sigue consiente porque me fulmina con la mirada y respira con dificultad. Si sus ojos fueran balas acabaría conmigo.

—Vas a pudrirte donde voy a mandarte—le siseo viéndolo a la cara—y no habrá ni un solo día en que no pienses en lo que has hecho y lo que has hecho a tu propia familia… a tu propia hija. No mereces perdón. Voy a encargarme de que nunca salgas de ahí, y da gracias a Dios que para el mundo estarás muerto, o mejor, nunca exististe.

Ahora no se ríe.

Una lágrima se asoma en su rostro y se resbala por su mejilla, perdiéndose en su incipiente barba de varios días.

—¿Ahora sientes? —ahora soy yo quien se ríe—Demasiado tarde. Vas a pudrirte en ese centro psiquiátrico. Voy a hacer que tus días sean negros y que te vuelvas loco, porque eso es lo que eres, en eso te has convertido en estos años, en un maldito desquiciado que solamente ha sabido a lastimar a las personas que te quieren, yo te quería. Eras mi hermano, ahora… no eres nada.

Me pongo de pie y limpio el dorso de mi mano en mi pantalón, cuando escucho que Brody dice:

—Reza para que no escape de ahí, Brandon—amenaza—porque lo haré, cuando hayas encontrado esa familia que tanto has querido, y tengas a una mujer que te ame y ames… acabaré con ambos cuando menos lo esperes.

No puedo dibujar en mi rostro una sonrisa más incrédula.

¿Amor?

¿Una mujer que me ame?

—No eres el único muerto aquí, hermano. ¿El amor? ¿Familia? No existe tal cosa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

5

En el presente

 

Un día ordinario en el trabajo… ¿O no?

 

Tengo mucho trabajo por hacer. El dolor fuerte en mi cabeza no me deja concentrarme. De pronto la imagen de la chica a la que conocí el otro día en el café viene a mi mente.

Debo concentrarme.

Probablemente sea una chiquilla universitaria que le gusta jugar con su cámara a la cual nunca vuelva a ver.

Es una lástima.

—Tengo las pruebas de las modelos de hoy, el casting estuvo muy bien, hay varias chicas candidatas—continúa Roger—pero hay una que quiero que conozcas. Dice que no es modelo, pero cuando la veas te enamorarás.

Quisiera poder decirle que no me interesa conocer a ninguna, todas son iguales para mí. Y vamos a ignorar lo de enamorarme de ella.

Cara hermosa, cuerpo sin muchas curvas, un poco en la cabeza y mucha ambición.

Paso.

Camino a paso sigiloso hasta llegar al estudio mientras Roger va al lado mío. Desde el momento en que pongo un pie ahí un escalofrío se apodera de mi nuca como si estuviese en peligro. Pero no el de muerte, sino algo más.

Esto es nuevo.

—Amy Collins. Él es el Señor Brandon Barbieri—Roger nos presenta y yo me obligo a levantar la mirada primero que ella.

Y una mierda.

«Debes estar de suerte hoy, cabrón.»

Ella por fin levanta la mirada para verme y su reacción me deja perplejo.

Abre los ojos impresionada y al mismo tiempo, intenta disimularlo con maestría.

Pequeña, traviesa. La pequeña a la que le gusta lo que ve. Y la que me tomó una fotografía. A la que no he podido sacar de mi maldita cabeza y ahora está aquí, frente a mí, casi desnuda… en mi empresa.

El color casi caramelo de su cuerpo me da hambre por devorar, su cabello perfecto castaño y esos ojos que no dejan de verme.

Es justo donde te quería tener.

—Mucho gusto, Señorita Collins —soy el primero en ofrecerle mi mano, y mirándola directamente a los ojos.

—Mucho gusto, Señor Barbieri. —estrecha mi mano y me doy cuenta que está temblando.

«No temas, pequeña. »

Si cree que no la he reconocido está loca. Podría reconocerla donde fuese, así vistiese un saco de papas encima.

—¿Entonces no eres modelo? —pregunto de brazos cruzados.

Casi palidece, pero intenta sonreír.

—La verdad no, pero…

      —¡Pero es perfecta!—dice mi amigo Roger interrumpiendo.

Yo no quito la mirada, en toda ella.

—Buen trabajo, Señorita Collins.

Una sensación desconocida viene a mí, al verla ahí, de pie como un animalito asustado. El hijo de puta en mi interior me dice que salga, pero no huyo, no hoy.

Necesito un trago.

...

 

Me voy a mi oficina y me sirvo un trago. Dije que lo dejaría, y la fotografía en mi escritorio me lo recuerda.

Ana.

Ahora es mi hija. Alicia me dejó hacerme cargo de ella y tengo la custodia completa de mi sobrina, la he criado como hija estos últimos años y cada día es difícil.

Desde el accidente de su madre, ella tan solo era un bebé, pero pudo ver lo que pasó ese día, esa noche en la que Christina la dejó encerrada en el closet para que Brody no pudiera lastimarla.

Y es por eso que Ana no habla. Los doctores dicen que es algo pasajero, un leve trauma que no impide en su crecimiento, solamente que ella ha elegido no hablar. Lo hará cuando lo sienta necesario. Y lo respeto.

Ojalá la vida fuese así, decidir no hacer algo hasta que sea inevitable. Pero cada día que pasa y la veo que crece, me asusto. El mundo puede ser muy cruel allá afuera, y yo no tengo idea de lo que hago. Alicia me ha ayudado en su crianza, pero ella es demasiado unida a mí que me asusta. Quiero ser el mejor padre para ella y protegerla de toda la verdad que me rodea.

Aunque eso sea mentirle por el resto de su vida.

Unos ojos saltones regresan a mí mente y me hacen sonreír. Debo dejar de pensar en ella. Ahora estaré jodido a sabiendas de que ella trabajara aquí en Barbieri Advertising.

O quizás no.

—Julia, dile a la señorita Collins que solicito verla—le digo por teléfono, contando ya los segundos en que la tenga frente a mí nuevamente.

—Enseguida, señor Barbieri.

A los pocos minutos escucho que toca la puerta de mi despacho.

Desde aquí siento su aroma cuando la puerta comienza a abrirse y lo primero que veo es esa horrible chaqueta de cuero que lleva puesta. Se queda observando un poco más mi oficina y me hace gracia.

—Siéntate— le digo para llamar su atención.

—Entonces—digo arrogante, reconociendo que odia eso de mí—¿Te gusta tomarme fotos y también que te tomen?

Aquí claramente hay un juego y reto de miradas y definitivamente no seré yo quien pierda. Puedo ver la vena de su cuello hincharse por lo que acabo de decirle.

—No era usted mi objetivo, señor Barbieri.

— ¿Señor Barbieri? —pregunto sorprendido—Pensé que me llamaba idiota narcisista.

La última vez no me llamó así, sino hubiese puesto el mundo a sus pies.

—Si hubiera sabido que sería mi jefe, no lo hubiese llamado de esa forma, señor Barbieri. —me dice arrepentida.

—Tranquila, me han dicho cosas peores.

Me desvía la mirada.

—¿Por qué no me ves, te pongo nerviosa?

—No, señor—se atreve a mentirme.

—Háblame un poco de ti.

—¿Qué quiere saber? — me responde con otra pregunta.

—¿Entonces puedo preguntar lo que sea?

—No, me refiero a…

—Tranquila, tampoco soy tan curioso.

«Si tú lo dices.»

—Eres estudiante, por lo que puedo ver en tu solicitud.

Y no solamente eso de ti, pequeña.

—Sí, necesito un trabajo para terminar mis estudios en unos días.

Mientras habla, me le quedo mirando más tiempo de lo normal. Hasta que el teléfono de la oficina suena y nos saca a ambos a la realidad.

Mierda.

—¿Qué pasa, Julia? — respondo de mal humor, no me gusta que me haya interrumpido—El doctor Fletcher está aquí, señor.