Urbanismo Ecológico. Volumen 4 -  - E-Book

Urbanismo Ecológico. Volumen 4 E-Book

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Si queremos proyectar la ciudad de una forma más ecológica, que incluya múltiples ecologías, tenemos que conocer mejor la ciudad. Solo mediante una comprensión profunda de las ecologías urbanas podremos proyectarlas de modos más eficientes y matizados. En esta sección se discutirán dos formas de sentir: una tiene que ver con cómo puede utilizarse la tecnología para entender de un modo más sutil la ciudad; la otra tiene que ver con los sentidos del olfato y el tacto, además del de la vista. El trabajo del SENSEable City Lab nos muestra cómo puede emplearse la información telefónica para entender mejor las discrepancias que existen entre los recorridos peatonales en la ciudad y, como resultado, planificar mejor su convergencia con los sistemas de transporte público. De esta manera se pone de manifiesto cómo la tecnología puede ser un buen complemento de los sentidos humanos. Sissel Tolaas reta a los urbanistas a que integren consideraciones sobre el olfato en los proyectos de ciudad. Demasiado a menudo estas cuestiones se dejan al azar, pero ¿no es acaso cierto que relacionamos ciertas ciudades con ciertos olores? Ahora bien, no todos los olores nos gustan. Esto suscita preguntas sobre por qué nos gustan ciertos olores y cómo estos, en última instancia, conforman un espacio. En su artículo ?Hay más verde de lo que a simple vista parece?, Gareth Doherty invita a los proyectistas a pensar en el color a la hora de dar forma a la ciudad, en especial en lo que toca a la asociación entre lo ecológico y el medioambientalismo, pues en algunos climas el verde es de difícil mantenimiento. A mayores conciencia, comprensión y sensibilidad por el contexto, más capaces seremos de intervenir en él con precisión.

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Sentir

Si queremos proyectar la ciudad de una forma más ecológica, que incluya múltiples ecologías, tenemos que conocer mejor la ciudad. Solo mediante una comprensión profunda de las ecologías urbanas podremos proyectarlas de modos más eficientes y matizados. En esta sección se discutirán dos formas de sentir: una tiene que ver con cómo puede utilizarse la tecnología para entender de un modo más sutil la ciudad; la otra tiene que ver con los sentidos del olfato y el tacto, además del de la vista. El trabajo del SENSEable City Lab nos muestra cómo puede emplearse la información telefónica para entender mejor las discrepancias que existen entre los recorridos peatonales en la ciudad y, como resultado, planificar mejor su convergencia con los sistemas de transporte público. De esta manera se pone de manifiesto cómo la tecnología puede ser un buen complemento de los sentidos humanos. Sissel Tolaas reta a los urbanistas a que integren consideraciones sobre el olfato en los proyectos de ciudad. Demasiado a menudo estas cuestiones se dejan al azar, pero ¿no es acaso cierto que relacionamos ciertas ciudades con ciertos olores? Ahora bien, no todos los olores nos gustan. Esto suscita preguntas sobre por qué nos gustan ciertos olores y cómo estos, en última instancia, conforman un espacio. En su artículo “Hay más verde de lo que a simple vista parece”, Gareth Doherty invita a los proyectistas a pensar en el color a la hora de dar forma a la ciudad, en especial en lo que toca a la asociación entre lo ecológico y el medioambientalismo, pues en algunos climas el verde es de difícil mantenimiento. A mayores conciencia, comprensión y sensibilidad por el contexto, más capaces seremos de intervenir en él con precisión.

Sentir

La ciudad desde el olfato

Sissel Tolaas

Planeta Urbano: Ciudad de México

Daniel Raven-Ellison

CitySense: una red de sensores a escala urbana

Matt Welsh y Josh Bers

Eat love

Marije Vogelzang

Ecologías autoingeniadas

Christine Outram, Assaf Biderman y Carlo Ratti

Hay más verde de lo que a simple vista parece: ecologías de lo verde en Baréin

Gareth Doherty

Play Me, I’m Yours!

Luke Jerram

Mapping Main Street

Jesse Shapins, Kara Oehler, Ann Hepperman y James Burns

Sentir

La ciudad desde el olfato

Sissel TolaasArtista invitada Rouse, Harvard Graduate School of Design, 2009

Olores buenos, malos o sencillamente interesantes

Creo que “tolerancia” es la palabra clave para una nueva aproxi-mación a la ciudad y a nuestros entornos. Creo que debemos aprender a ser tolerantes para convivir de otro modo. ¡El proceso comienza por la NARIZ!

La intolerancia de la nariz a ciertos olores ha tenido efectos serios y duraderos en el estatus del olfato en nuestras socieda-des. En general, se tiende a asociar el olor con clichés de una decadencia ética, moral y mental. Los llamados malos olores persisten, aun cuando cabe la posibilidad de expresarlos de maneras nuevas, ya sea en el cine, en la literatura o en otros medios de comunicación.

El mundo ideal se nos presenta limpio y desodorizado y se percibe principalmente a través de los sentidos de la vista y el oído. La superficie blanca y brillante, ya sea de un cuerpo des-odorizado, de una pared blanca o de una calle limpia, es la visua-lización del estatus del olfato, una instancia en la que los olores y las imágenes se confunden en la convergencia de sus campos semánticos. Esta retórica de la higiene domina la imaginación colectiva, y generalmente se piensa que ser limpio y pulcro es aquello digno de representar o presentar.

Nuestras ciudades desinfectadas nos privan de la oportuni-dad de utilizar nuestras narices para orientarnos e informar-nos.1¿Qué nos estamos perdiendo? No usamos el 5 % de nuestros genes relacionados con el olor. ¿Qué sucedería si la nariz comen-zara a tener un papel similar al de los ojos y los oídos en nuestros procesos de percepción, orientación y comunicación?

Junto a las ratas y las cucarachas, los seres humanos somos los generalistas con más éxito del mundo: podemos vivir en cual-quier nicho ecológico del planeta y sobrevivir a base de los ali-mentos disponibles. Para los generalistas, la función del olfato consiste en aprender a responder adecuadamente a una fuente particular de olor cuando nos la encontramos, y no a tener una serie de respuestas predeterminadas a olores particulares. Los animales especialistas tienen respuestas olfativas innatas ante las presas o los depredadores; los generalistas no.2

Nuestras respuestas a los olores se basan en el aprendizaje por asociación; no son innatas. Asociamos un olor a las circuns-tancias en las que lo percibimos por primera vez, y seguirá sien-

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1  Drobnick, Jim (ed.), The Smell Culture Reader, Berg Publishers, Oxford/Nueva York, 2006.

2  Ibíd.

3  George Orwell discutió la relación entre los olores y las diferencias de clase en The Road to Wigan Pier [1937] (versión castellana: El camino de Wigan Pier, Destino, Barcelona, 2012).

4  Classen, Constance; Howes, David y Synnott, Anthony, Aroma: The Cultural History of Smell, Routledge, Nueva York, 1994.

do así hasta que queramos cambiarlo. La adaptación cultural, el sentido de la pertenencia y el entendimiento son muy importan-tes en este caso.

El olfato es el primer sentido mediante el cual interactuamos con el mundo y nos relacionamos con él; olemos antes que vemos. Los olores están muy asociados a la identidad personal y de gru-po. Lo que separa más marcadamente a dos personas son sus propios olores. Los humanos manipulan su identidad odorífera para mantener o crear una identidad personal “nueva” o demos-trar su conexión a un grupo. Ninguna sensación de gusto o dis-gusto es tan básica como una sensación física. El odio racial o religioso, las diferencias de temperamento o de educación, de intelecto y de hasta código moral pueden superarse, pero el rechazo físico no.3

Las repulsiones y preferencias olfativas están profundamente arraigadas; manipularlas es una forma muy eficaz de obtener efectos y resultados, ya sean estos políticos, sociales o indivi-duales. Nada es más exitoso que la manipulación de las sensa-ciones de la gente, que es lo que se produce en el mundo comer-cial con los olores. Existe una fuerte relación entre olor, sociedad y poder.4

Debemos superar todos los prejuicios que tenemos en torno al olor y superar la idea de “no soportar cómo olemos”. Hay que cambiarla para que podamos soportarlo. ¡Esto cambiará el mundo!

¿Qué hacer y cómo hacerlo?

Creo que los olores son un componente fundamental en la defini-ción de, y orientación hacia, un entorno, sea este el cuerpo o la ciudad. Los escenarios de los olores pueden pasarse por alto de un modo irreflexivo, sin embargo, son señales de métodos parti-culares de implicación y compromiso ante una situación. Los lugares pueden caracterizarse individualmente, o tipificarse –de manera inolvidable– mediante los olores. Los olores nos rodean en todo momento, estemos donde estemos. ¡La nariz nunca des-cansa! Cada vez que respiramos, inhalamos moléculas de olor que nos brindan importante información sobre microniveles de nuestro entorno.

En las ciudades operamos en tres esferas: la industrial, la pública y la privada. Cada una cuenta con sus propias infraes-tructuras y leyes en lo que se refiere a la tolerancia del olor. Nor-malmente operamos con una tolerancia elevada ante los malos olores si nos movemos en áreas industriales, como fábricas, ver-tederos y demás. ¿Por qué? En la esfera pública, la cosa es distinta: nuestra relación con ella es presumiblemente “neutra”, aunque en realidad operemos con muchas restricciones y prejuicios que pue-den verse provocados por el olor de una comida “extraña” o de alguien que huela “distinto” en el metro. En la esfera privada se

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1  Drobnick, Jim (ed.), The Smell Culture Reader, Berg Publishers, Oxford/Nueva York, 2006.

2  Ibíd.

3  George Orwell discutió la relación entre los olores y las diferencias de clase en The Road to Wigan Pier [1937] (versión castellana: El camino de Wigan Pier, Destino, Barcelona, 2012).

4  Classen, Constance; Howes, David y Synnott, Anthony, Aroma: The Cultural History of Smell, Routledge, Nueva York, 1994.

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1  Drobnick, Jim (ed.), The Smell Culture Reader, Berg Publishers, Oxford/Nueva York, 2006.

2  Ibíd.

3  George Orwell discutió la relación entre los olores y las diferencias de clase en The Road to Wigan Pier [1937] (versión castellana: El camino de Wigan Pier, Destino, Barcelona, 2012).

4  Classen, Constance; Howes, David y Synnott, Anthony, Aroma: The Cultural History of Smell, Routledge, Nueva York, 1994.

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La ciudad desde el olfato

1  Drobnick, Jim (ed.), The Smell Culture Reader, Berg Publishers, Oxford/Nueva York, 2006.

2  Ibíd.

3  George Orwell discutió la relación entre los olores y las diferencias de clase en The Road to Wigan Pier [1937] (versión castellana: El camino de Wigan Pier, Destino, Barcelona, 2012).

4  Classen, Constance; Howes, David y Synnott, Anthony, Aroma: The Cultural History of Smell, Routledge, Nueva York, 1994.

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aceptan casi todos los olores, pero si alguno de ellos llegara a traspasar el límite de la privacidad, se lo percibiría fácilmente como problemático. ¿Puede cambiarse este hecho? ¿Podemos entrenarnos para ir más allá de la aceptación? ¿Qué significaría todo esto para la noción de tolerancia en general?

Si aprendemos a educar nuestro olfato para orientarnos en el contexto urbano, podremos progresar en la tolerancia de los unos con los otros. Deberíamos redefinir nuestras nociones de limpieza y los términos “bueno” y “malo”. Esto es algo importan-te, pues “limpiar” significa cosas muy distintas en las diferentes culturas.

Hay un elemento lúdico en descubrir el mundo a través de sus olores y en conocernos mejor a nosotros mismos y a nuestro potencial de interacción con el entorno. Una relación más cómo-da con el olor genera una actitud más optimista ante las cuestio-nes medioambientales; cambia el estado de ánimo. Retar a que la gente utilice su nariz ofrece nuevas formas de acercase a la reali-dad, diferentes de las que aprendemos viendo desastres por tele-visión. Creo que necesitamos más optimismo y más actitudes positivas para poder entender la seriedad de aquello a lo que nos enfrentamos: nuevos retos, nuevos métodos, nuevas herramien-tas... La nariz es la clave.

Mi experiencia es que la gente en todo el planeta se siente desafiada cuando se les pregunta seriamente para qué utilizan su nariz, además de para inhalar y exhalar. La importancia de esa pregunta no radica en si huelen un olor malo o uno bueno, sino en que, en ese mismo instante, redescubran su entorno –a los otros seres humanos, los lugares o la misma ciudad– al abor-dar los olores de una forma distinta. Cuando la gente entiende por la nariz, entiende de verdad.

Necesitamos una discusión nueva y diferente sobre cómo hacer uso de los códigos ocultos del olfato para unirnos en lugar de separarnos. Tenemos que deshacernos de la idea de que el olor solo tiene que ver con los aspectos intrínsecos, privados y personales de nuestras vidas. Tenemos que salir y desafiar la opinión convencional que establece que los olores son privados y no hay que hablar de ellos. Solo así podremos progresar; y creo que un nuevo acercamiento intelectual a la nariz y a los olores está en camino.

La pregunta más importante es qué constituye un entorno de olores aceptable. ¿Quién decide las reglas? ¿Cómo se justifican? ¿En qué se fundamentan las definiciones de malo o bueno? ¿No es acaso el momento de redefinirlas y de reaprender cómo las abordamos?

Nada apesta, pero pensarlo hace que así sea.

1 Drobnick, Jim (ed.), The Smell Culture Reader, Berg Publishers, Oxford/Nueva York, 2006.

2 Ibíd.

3 George Orwell discutió la relación entre los olores y las diferencias de clase en The Road to Wigan Pier [1937] (versión caste-llana: El camino de Wigan Pier, Destino, Barcelona, 2012).

4 Classen, Constance; Howes, David y Synnott, Anthony, Aroma: The Cultural History of Smell, Routledge, Nueva York, 1994.

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1  Drobnick, Jim (ed.), The Smell Culture Reader, Berg Publishers, Oxford/Nueva York, 2006.

2  Ibíd.

3  George Orwell discutió la relación entre los olores y las diferencias de clase en The Road to Wigan Pier [1937] (versión castellana: El camino de Wigan Pier, Destino, Barcelona, 2012).

4  Classen, Constance; Howes, David y Synnott, Anthony, Aroma: The Cultural History of Smell, Routledge, Nueva York, 1994.

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La ciudad desde el olfato

1  Drobnick, Jim (ed.), The Smell Culture Reader, Berg Publishers, Oxford/Nueva York, 2006.

2  Ibíd.

3  George Orwell discutió la relación entre los olores y las diferencias de clase en The Road to Wigan Pier [1937] (versión castellana: El camino de Wigan Pier, Destino, Barcelona, 2012).

4  Classen, Constance; Howes, David y Synnott, Anthony, Aroma: The Cultural History of Smell, Routledge, Nueva York, 1994.

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1  Drobnick, Jim (ed.), The Smell Culture Reader, Berg Publishers, Oxford/Nueva York, 2006.

2  Ibíd.