Amor en la ciudad de la música - Jules Bennett - E-Book
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Amor en la ciudad de la música E-Book

Jules Bennett

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Beschreibung

La cantante de country Hannah Banks quería lo que no debía. El propietario de su nuevo sello discográfico, el hombre a cargo de su carrera profesional, era demasiado atractivo. Tanto que Hannah Banks solo podía pensar en él. Con intención de evitar la tentación, se hizo pasar por su hermana gemela, una mujer mucho más discreta. A Will Sutherland no le gustaban esa clase de bromas. Quería a la auténtica Hannah en el estudio de grabación y en la cama, siempre y cuando su relación se mantuviera en secreto. Pero cuando una antigua adversaria descubrió la verdad, Will tuvo que decidir entre no hacer pública su relación o declarar su amor por Hannah a los cuatro vientos.

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Seitenzahl: 169

Veröffentlichungsjahr: 2021

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Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.

Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.

www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47

 

 

Editado por Harlequin Ibérica.

Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

Núñez de Balboa, 56

28001 Madrid

 

© 2021 Jules Bennett

© 2021 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

Amor en la ciudad de la música, n.º 2153 - noviembre 2021

Título original: Twin Games in Music City

Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.

 

Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.

Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

® Harlequin, Harlequin Deseo y logotipo Harlequin son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited.

® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia.

Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited.

Todos los derechos están reservados.

 

I.S.B.N.: 978-84-1105-111-8

 

Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.

Índice

 

Créditos

Capítulo Uno

Capítulo Dos

Capítulo Tres

Capítulo Cuatro

Capítulo Cinco

Capítulo Seis

Capítulo Siete

Capítulo Ocho

Capítulo Nueve

Capítulo Diez

Capítulo Once

Capítulo Doce

Capítulo Trece

Capítulo Catorce

Capítulo Quince

Capítulo Dieciséis

Capítulo Diecisiete

Capítulo Dieciocho

Epílogo

Si te ha gustado este libro…

Capítulo Uno

 

 

 

 

 

Will Sutherland se acomodó en la mesa de banco corrido en un rincón del Rise and Grind y observó a Hallie Banks moviéndose entre las mesas.

Ese breve encuentro no debería irritarle, pero no podía evitarlo. Will no quería ver a Hallie, sino a Hannah, la hermana gemela de Hallie.

Pero evidentemente, Hannah Banks, estrella de la música country adorada en toda América, no podía perder el tiempo en algo tan mundano como encargarse del programa de grabación de su siguiente álbum ni del programa de la próxima gira.

Solo la había visto unas cuantas veces, todas ellas en eventos del mundo de la música. Le parecía una mujer atractiva, como a todo el mundo. Los hombres volvían la cabeza para mirar a Hannah Banks y él no era diferente.

En cuanto a su personalidad, no podía decir gran cosa. Lo único que sabía era que ese primer encuentro, de tipo profesional, no iba como debería.

La antigua empresa discográfica de Hannah podía haberle consentido su desconsideración, pero ahora que había firmado un contrato con Elite, iba a tener que aceptar el hecho de que no era ella quien dirigía la discográfica, sino él.

Hallie le dedicó una sonrisa y le dio la mano.

–Buenos días. ¿Llevas mucho esperando?

Will se puso en pie y estrechó la mano de ella, sorprendido de su delicadeza y suavidad.

No debería haberlo notado. No quería que le atrajeran unas gemelas. No era bueno para los negocios y no era su estilo mezclar el trabajo con el placer.

Hallie era más conservadora en la forma de vestir que su hermana. Quizá se debiera a que Hallie era la manager de Hannah y su trabajo no le exigía lucirse en público; al contrario que Hannah, esplendorosa, no la clase de mujer que debiera atraerle. No obstante, cada día que pasaba era más consciente de la presencia de su nueva estrella.

Necesitaba controlarse.

–Acabo de llegar –Will indicó un asiento frente a él–. Por favor, siéntate.

Ella dejó el bolso en el asiento vacío y se sentó. Un camarero se acercó y, después de pedir lo que querían, se marchó.

–¿Por qué no ha venido Hannah en persona? –preguntó él con la esperanza de obtener una respuesta.

–En realidad, no estoy segura –respondió Hallie pestañeando–. Me llamó para pedirme que viniera yo a la reunión contigo. Después de que hablemos, le llamaré para explicarle el programa. Pero sí me ha pedido que te diga que quiere que la grabación se realice en el estudio de su casa.

Por supuesto. No debería sorprenderle. Beaumont Bay estaba recuperándose de la horrorosa tormenta que había arrasado la zona apenas unas semanas atrás. Todo el mundo estaba trabajando en las reparaciones de las casas de lujo y algunos negocios de aquella comunidad de Nashville.

Beaumont Bay se recuperaría pronto. Era en esa comunidad a orillas del lago donde se firmaban contratos y donde la élite de la música country ocultaba sus secretos. Y también era la ciudad que Mags Dumond, la legendaria productora de música, tenía en propiedad o… creía que tenía en propiedad.

No obstante, había que reconocer el mérito de Mags. Había construido Beaumont Bay con su difunto marido y antiguo alcalde. Con su visión de futuro y su insistencia durante décadas en dar todas sus fiestas allí había conseguido que la gente importante de Nashville tuviera allí, en Beaumont Bay, su casa o su casa de vacaciones.

La familia de Will era de ahí, aunque no tenía nada que ver con el mundo de la música. Travis y Dana Sutherland trabajaban en la industria inmobiliaria y eran propietarios de todo… lo que no era de Mags.

Pero los hermanos Sutherland habían elegido la industria de la música y más o menos habían logrado no tener altercados con Mags. Su familia y esa mujer llevaban años de relaciones conflictivas, pero él se negaba a pensar en ello en esos momentos. Su nueva estrella de la música country, Hannah Banks, iba a permitir a su familia dar el siguiente paso en la creación de un imperio de la música y a concluir la renovación de sus estudios de grabación tras los daños causados por la tormenta.

Desgraciadamente, las obras se estaban alargando demasiado. Tenía que componer y muchos cantantes dependían de él, eso sin contar con la organización de las giras de promoción de nuevos discos.

La situación era una pesadilla en esos momentos. Y Hannah Banks, la superestrella que él le había robado a Mags y con la que contaba para que sus planes se hicieran realidad, no había encontrado tiempo para reunirse con él en persona. Una reunión con la hermana de Hannah, su manager, no era lo mismo.

–Antes de acceder, tendría que ver el estudio de grabación de Hannah –le dijo Will a Hallie–. Vamos a tener que empezar el proceso de producción la semana que viene. Dile a Hannah que iré a primera hora de la mañana a su casa para ver su estudio de grabación.

Hallie apretó los labios y sacudió la cabeza.

–Mañana por la mañana va a ser imposible –Hallie agarró su móvil y pasó los dedos por la pantalla–. ¿Qué te parece el martes a las diez?

Teniendo en cuenta que era viernes, Will no estaba dispuesto a esperar hasta el martes. Respiró hondo y suspiró. ¿Iba Hallie a ponerle tantos obstáculos como la diva de la música country? El mohín de ella le indicó que sí, y le inquietó.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que pasaba algo raro.

–No sé cómo trabajaba con Mags en su productora Cheating Hearts, pero en Elite soy yo quien dirige la empresa y quien dice cuándo se tienen que hacer las cosas.

Hallie empequeñeció los ojos.

–¿Sí? En ese caso, quizá debería haberme quedado en Cheating Hearts.

Ella maldijo en voz baja y Will apretó los dientes. Se había dado cuenta de que pasaba algo raro, pero jamás habría imaginado que su nueva estrella fuera tan infantil como para hacerse pasar por su hermana gemela.

No estaba dispuesto a dejarse engañar. Hannah Banks iba enterarse de quién estaba al mando.

 

 

Maldición. ¿Cómo había podido hacerse pasar por su hermana, vestirse como ella e incluso ponerse gafas y no ser capaz de morderse la lengua?

Hannah enderezó los hombros, miró al malditamente atractivo Will Sutherland y se dio cuenta de por qué. Con él perdía la cabeza. Solo podía pensar en qué sentiría si le acariciara el cabello. Y esos labios… ¿Se le daría bien besar?

¿Por qué era ese hombre el que la atraía? Había esperado que haciéndose pasar por Hallie perdería algo de la atracción que sentía por él, pero le había salido mal la jugada.

Y ya tenía bastantes problemas como para crearse más. Mags era la mandamás de esa ciudad y le había sentado mal que ella dejara Cheating Hearts y se fuera con Elite. Pero Elite y Will se ajustaban más al giro que quería darle a su carrera como cantante y había albergado la esperanza de ignorar su atracción hacia uno de los hombres más sensuales de Beaumont Bay.

–¿A qué estás jugando? –dijo Will inclinándose hacia delante, sus ojos azules oscurecidos.

Entrelazó las manos debajo de la mesa. No iba a dejarse llevar por el deseo. Si Will respondía a sus insinuaciones… ¿qué pasaría? Los medios de comunicación les destrozarían, la acusarían de acostarse con él para conseguir un contrato. Todo lo que había luchado por conseguir estar donde estaba no le serviría de nada.

No, no iba a arriesgar su reputación ni la de Elite Records. Cantar era su vida. Ya había arriesgado bastante al dejar Cheating Hearts con el fin de emprender algo nuevo. No iba a jugárselo todo solo porque él le gustara.

Además, otro de los motivos por el que había elegido a Elite era por ser un negocio familiar. Will y sus tres hermanos trabajaban en la industria de la música. Sabía que el nombre de Elite la ayudaría en la nueva fase de su carrera profesional.

–No estoy jugando –le espetó ella con fingida dulzura.

–Entonces, ¿a qué se debe el engaño?

El camarero les llevó la bebida, interrumpiéndoles momentáneamente antes de volver a dejarles solos. Hannah agarró su taza de té chai con una nube de leche de almendras. Perfecto. Algo normal, algo a lo que estaba acostumbrada, era la medicina perfecta para calmarla en ese momento.

–Hannah…

Hannah le miró a los ojos y encogió los hombros antes de responder.

–Quería saber un poco más de ti como persona, en un ambiente relajado, y sin que supieras que era yo.

Will continuó mirándola sin contestar.

«Cálmate, Hannah. Podría destruir tu carrera si quisiera».

–No te conozco muy bien –continuó ella, tratando de centrarse en el trabajo y no en lo que sospechaba era una mutua atracción–. Pero he arriesgado mucho al pasarme a tu productora. Quería conocerte un poco mejor como persona antes de hablar contigo como yo misma.

–Lo que dices no tiene ningún sentido –dijo él–. De ahora en adelante, nada de juegos tontos.

–Yo no estoy jugando –insistió ella–. Me tomo muy en serio mi trabajo, mi carrera.

Hannah no estaba dispuesta a revelarle todos los motivos por los que había cambiado de compañía discográfica. Lo único que Will sabía era que ella había tenido dificultades con Mags últimamente. Y eso era lo único que necesitaba saber.

Su abuela y Mags se conocían de muchos años, cuando ambas irrumpieron en la escena de Nashville. Su abuela era la mundialmente famosa Eleanor Banks, la mujer que había vendido más discos que ninguna otra de música country, incluida Dolly Parton.

Nadie se aproximaba a la fama que Eleanor había alcanzado, y Mags le había tenido envidia. Mags se había casado con el alcalde de Beaumont Bay, que también tenía intereses en la industria inmobiliaria. El marido de Mags le había comprado una empresa discográfica para tenerla contenta y mantenerla en el mundo de la música. Mags había interferido en la vida de todo el mundo.

A pesar de los años que habían transcurrido, la envidia de Mags no se había apagado, y por eso, diez años atrás, había querido que Hannah firmara contrato con ella.

Ahora, después de una década de encontrarse sometida a la voluntad de Mags, Hannah quería un cambio en su vida, quería dar rienda suelta a su creatividad. Además de cantar, quería componer y sabía que podía hacerlo.

Por eso se había cambiado a la compañía discográfica de Will y había accedido a grabar una canción compuesta por Cash Sutherland, uno de los hermanos de Will, y a que esta fuera la primera canción que interpretara en su próxima gira. Cash no tenía muy buena fama y Will estaba convencido de que haciendo equipo con ella su imagen mejoraría mucho.

–Grabaremos en mi casa –añadió ella con voz firme–. Puedes venir a mi casa a ver el estudio, pero te aseguro que, para mí, es el mejor lugar para grabar. En mi casa me siento cómoda y mi estudio tiene todo lo que podamos necesitar. No encontrarás mejor equipo de grabación en ninguna otra parte.

–Ya veremos –respondió él encogiéndose de hombros–. Una vez que hayamos acabado con las reparaciones de mi estudio, trabajaremos ahí. ¿Has echado un vistazo a la canción de Cash? Se la envié a tu hermana.

Hannah asintió.

–De eso quería hablar contigo. No creo que deba ser la primera canción que salga en un single.

Teniendo en cuenta que quería relanzarse con un nuevo sonido, no le parecía lo mejor utilizar la letra de una canción escrita por otra persona. Ella había compuesto ya varias canciones, pero aún no se lo había dicho a nadie, ni siquiera a su hermana.

–Está en el contrato que firmamos –le contestó Will–. No es negociable.

A Hannah se le encogió el corazón. A pesar de ser Hannah Banks y de haber ganado cinco veces el premio a la mejor vocalista femenina del año durante los últimos seis años, se sentía insegura. Tenía mucho miedo al rechazo y debía ganar confianza en sí misma pronto.

–Necesito ir a ver tu casa y tu estudio –declaró él, sacándola de su ensimismamiento.

–¿Cuándo?

No pudo evitar contemplar la forma como los largos dedos de Will agarraban la taza. Todo en él era fuerza, sensualidad y muchas más cosas en las que prefería no pensar. El suponía un riesgo, un riesgo que quería evitar. Tuvo que hacer un esfuerzo ímprobo para recordarse a sí misma que debía rechazar toda atracción hacia él. Will y Elite eran el medio para dar un nuevo impulso a su carrera, nada más.

–Ya que mañana no va a poder ser, iremos ahora.

Hannah lanzó una carcajada.

–¿Ahora? Eso no va a ser posible.

–Está bien. En ese caso, dentro de una hora –gruñó Will.

Hannah suspiró y sacudió la cabeza.

–Dentro de una hora es prácticamente lo mismo que ahora.

Will soltó su taza y se inclinó hacia ella.

–No sé qué tipo de relación tenías con Mags, pero conmigo… voy a estar presente todo el tiempo, vas a tener que consultarme para todo. Mi nombre está asociado a la marca discográfica, así que no voy a permitir ningún contratiempo.

–¿Crees que quiero que salgan mal las cosas? –le espetó ella–. Se trata de mi carrera profesional…

–Perdone…

Hannah volvió la cabeza y vio a una adolescente con una nerviosa sonrisa delante de ella.

–Perdone –repitió la chica–. Pero es que es usted mi cantante preferida y… ¿le importaría firmarme un autógrafo?

–No, claro que no me importa –respondió Hannah con una sonrisa–. ¿Tienes algo en lo que quieres que escriba?

La chica hizo una mueca de disgusto mientras rebuscaba en su bolsa.

–Toma –dijo Will agarrando una servilleta y sacándose un bolígrafo del bolsillo–. ¿Te sirve esto?

–Perfecto –Hannah agarró la servilleta y el bolígrafo y se volvió hacia la chica–. ¿Cómo te llamas?

–Tasha. Pongo su música todos los días y bailo. Desde que mis padres se separaron, hace que me sienta mejor.

Hannah estampó en la servilleta su autógrafo habitual, un corazón. Todos los que le pedían autógrafos le decían lo mismo, que su música les afectaba mucho, y a ella le encantaba escucharles. Influir en la gente de forma positiva era justo lo que quería. Le encantaba que le dijeran que su música les ayudaba a sobrellevar momentos difíciles.

–Siento mucho lo de tus padres –dijo Hannah a Tasha al darle la servilleta–. Me alegro de que mi música te sirva de escape.

Tasha miró la servilleta y volvió a sonreír.

–Muchas gracias. Estoy deseando enseñárselo a mis amigas.

Hannah echó su silla hacia atrás y se puso en pie. Después, abrazó a la chica.

–Ha sido un placer, Tasha. Me alegro mucho de haberte conocido.

La adolescente se marchó, encantada, y Hannah volvió a ocupar su asiento. Se quedó muy quieta al sorprender a Will mirándola fijamente.

–¿Qué?

–Nada. Solo que no todas las estrellas de la canción interrumpirían un encuentro para firmar un autógrafo a una adolescente.

–Si te ha ofendido que haya interrumpido nuestra conversación para firmar un autógrafo, lo siento. Pero será mejor que te vayas acostumbrando, porque no pienso dejar de hacerlo. Si no fuera por mis fans no sería una cantante famosa y tú no ganarías dinero a mi costa.

Will esbozó una sonrisa que a ella le pareció frustrante y sexy a la vez. Lo que solo significaba problemas.

–No me estaba quejando –explicó él–. Estoy de acuerdo en que hables con tus fans, me parece perfecto. Lo único que he dicho es que no todos los famosos lo harían.

Ruborizada y afectada por el atractivo y la actitud de Will, Hannah lanzó un quedo gruñido y cruzó las piernas. De no haberse traicionado a sí misma, seguiría fingiendo ser Hallie y estaría más tranquila. Hallie era una persona pacífica, sensata y decidida. Al contrario que ella, que con frecuencia se dejaba llevar por las emociones y perdía el control, y dejaba que otros, como Mags, decidiesen la imagen pública que debía dar. Todavía seguía tratando de encontrarse a sí misma.

Por eso necesitaba centrarse en su carrera profesional en esos momentos.

–No quiero discutir –dijo Hannah–. Así que, si quieres ir a mi casa, vamos ya. Tengo cosas que hacer hoy.

Lo que tenía que hacer era asunto suyo y no le iba a dar explicaciones. El hecho de que apareciera en las revistas del corazón y en montones de páginas web de internet no le impedía sentirse insegura. Y aunque le encantaba esa vida, valoraba mucho su intimidad. Y el hecho de que Will ahora controlara su música no significaba que la controlara como persona.

También iba a costarle un gran esfuerzo demostrar a sus fans que no era la diva que Mags les había hecho creer, incluido Will.

Capítulo Dos

 

 

 

 

 

Will no solía sorprenderse de nada, pero cuando vio el moderno estudio de Hannah apenas pudo contener su asombro. Le complació enormemente darse cuenta de que ella prestaba atención hasta los mínimos detalles de su carrera profesional.

Aunque no debería haberle extrañado, teniendo en cuenta que la abuela de Hannah era Eleanor Banks. Sin duda, a Hannah debían haberle inculcado desde pequeña acercarse tanto como le fuera posible a la idea de perfección.

No obstante, dada la fama que tenía de diva y de la importancia que daba a su aspecto físico, le agradaba que no se limitara a cuidar de su imagen y prestara atención a los aspectos técnicos de su trabajo.

–Sí, podremos grabar aquí.

–¡Gracias por el cumplido! –exclamó ella riendo.

Will la miró e ignoró la súbita excitación sexual que sintió. Hannah se había cambiado de ropa y ahora llevaba unos pantalones vaqueros negros tan ceñidos que deberían estar prohibidos y un top azul que acababa a unos cinco centímetros por encima de la cinturilla de los pantalones. Se había puesto más maquillaje y se había hecho algo en el pelo, no sabía qué, que le daba mucho más volumen.

¿Cómo había conseguido transformarse de esa manera en tan poco tiempo? ¿Iba así también cuando estaba en su casa? ¿Se comportaba siempre como una estrella de la canción, incluso en la intimidad? ¿No podía ser ella misma?

Lo mejor era concentrarse en el estudio de grabación y dejar de pensar en ella como persona.

–Quiero que Cash esté aquí cuando grabemos Kiss My Heart