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Ahora os contaré la historia de un brujo que se llamaba No porque era todo lo contrario del Mago Sí. Y os contaré la historia de una niña que se llamaba Catalina, que no quería estudiar para bruja y su maestro tenía que castigarla. ¿Queréis conocer la historia de Catalina? Si no queréis que os la cuente, ya podéis dejar de leer e iros a jugar a otra parte. Si queréis conocerla, tendréis que seguir leyendo. Siguen las andanzas del venturoso Mago Sí, que siempre ayuda a los niños a tomar las decisiones más importantes.-
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Seitenzahl: 34
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Andreu Martín
Ilustraciones de Francesc Rovira
Música de Saki
Saga
El brujo No
Copyright © 1994, 2021 Andreu Martín and SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726962413
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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Ahora os contaré la historia de un brujo que se llamaba No porque era todo lo contrario del Mago Sí.
Y os contaré la historia de una niña que se llamaba Catalina, que no quería estudiar para bruja y su maestro tenía que castigarla.
¿Queréis conocer la historia de Catalina?
Si no queréis que os la cuente, ya podéis soltar el libro e iros a jugar a otra parte.
Si queréis conocerla, tendréis que seguir leyendo.
Dedicado a Irene Alonso,
y a Marina Ayuso,
y a Mariona Coll,
y a Guillem González,
y a Alba Hernández,
y a Carlos Pérez,
y a Nerea Sevilla,
y a Ana Socíes,
y a Nacho Torres,
y a Miguel Viaplana,
y a todos aquellos ninety-oners
compañeros de mi Clara,
que crecerán y se educarán
en un mismo escenario.
Empecemos el cuento como se empiezan los cuentos.
Hace mucho y mucho tiempo, en un país muy alejado de todas partes, había un brujo temible, terrible y hechicero que tenía muy asustados a los habitantes de su país y se hacía llamar No.
Sus conciudadanos creían que, con sus encantamientos, podía provocar toda clase de desgracias, desde las más grandes, como terremotos, inundaciones, plagas de langosta o invasiones de cantantes folclóricos, hasta las más pequeñas, como resbalones sobre pieles de plátano, resfriados o dolorosos juanetes.
Y todos ellos, incluso el rey, le pagaban un tributo para tenerlo contento. Eso le permitia vivir, con veinte criados y un gato, en un castillo imponente, mucho más lujoso que el del mismo rey, situado en la cima de una montaña escarpada e inaccesible.
Un día, el brujo No, hojeando un viejo libro de ensalmos y fórmulas secretas, encontró un capítulo dedicado a las cartas del Tarot.
El Tarot es un juego de naipes que se utiliza para la magia y la adivinación y que se compone de cartas tan extrañas como éstas.
Una de estas figuras, la que lleva el número XXI (veintiuno), representa el Mundo.
En aquel capítulo, el brujo No leyó algo que le interesó tremendamente.
Decía el libro que, si alguien podía meterse dentro de aquel naipe que representa el Mundo, allí encontraría la fuente de la sabiduría.
Al leer aquello, el brujo No pegó un brinco y un chillido.
—¡Tengo que conseguirlo! —decía—. ¡Tengo que meterme dentro de ese naipe!
El brujo tenía un gato que se llamaba Cacamandurrias, y también pegó un brinco sobresaltado por el grito de su amo.
Cacamandurrias vivía con el brujo No desde que éste había necesitado, para uno de sus experimentos, «una cola viva de gato», que tenía que hacer hervir en la olla junto con otros ingredientes misteriosos. Entonces, el brujo No había cazado al gato Cacamandurrias y, agarrándolo por las patas delanteras, probó a sumergirle la cola en el agua hirviendo.
¡No se os ocurra probarlo!
El gato siempre se había mostrado muy tranquilo y dócil, confiaba en aquel bobalicón que le había cazado, pero, cuando se vio amenazado sobre el agua hirviendo, sacó las uñas, empezó a retorcerse, y se puso a patalear con furia endemoniada y en un santiamén ya estaba arañando la cara, las manos, los brazos y la ropa de aquel que inútilmente quería someterlo.
Dos horas de lucha después, con la ropa hecha jirones y todo él convertido en un arañazo viviente, de la cabeza a los pies, el brujo No tuvo que rendirse y dejar aquel experimento para otra ocasión.
Desde aquel momento, el gato Cacamandurrias ya sabía que el brujo No era un simple estafador sin poder ni encanto algunos.