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El cáncer no es una enfermedad, de Andreas Moritz, puede hacer tambalearse o incluso desmantelar los cimientos mismos de tus creencias sobre el cuerpo, la salud y la curación. Ofrece al lector de mente abierta y preocupado por el cáncer una comprensión radicalmente diferente de lo que realmente es el cáncer. Según Andreas Moritz, el cáncer es un intento desesperado y final del cuerpo por mantenerse con vida mientras las circunstancias lo permitan, circunstancias que, de hecho, están bajo su control. Los métodos convencionales actuales de matar, cortar o quemar las células cancerosas ofrecen un mero 7 % de «éxito» en la remisión del cáncer, y la mayoría de los pocos supervivientes se «curan» sólo durante un período de cinco años o menos. En esta edición ampliada del libro, descubrirás qué causa realmente el cáncer y por qué es tan importante curar a la persona en su totalidad, no sólo los síntomas del cáncer. También aprenderás que el cáncer sólo aparece después de que hayan fallado todos los demás mecanismos de defensa del organismo. Un tumor maligno no es un monstruo despiadado que quiere matarnos en represalia por nuestros pecados o por abusar de nuestro cuerpo. Como descubrirás, el cáncer no intenta matar al cuerpo; al contrario, intenta salvarlo. A menos que cambiemos nuestra percepción de lo que es realmente el cáncer, seguirá amenazando la vida de 1 de cada 2 personas. Este libro abre una puerta a quienes desean volver a estar completos: cuerpo, mente y espíritu.
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Seitenzahl: 623
Veröffentlichungsjahr: 2025
JOE VITALE
EL PARADIGMA DE LA ABUNDANCIA
DE LA LEY DE LA ATRACCIÓN
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Los editores no han comprobado la eficacia ni el resultado de las recetas, productos, fórmulas técnicas, ejercicios o similares contenidos en este libro. Instan a los lectores a consultar al médico o especialista de la salud ante cualquier duda que surja. No asumen, por lo tanto, responsabilidad alguna en cuanto a su utilización ni realizan asesoramiento al respecto.
Colección Salud y Vida natural
El cáncer no es una enfermedad
Andreas Moritz Título original: Cancer Is Not a Disease
1.ª edición en versión digital: enero de 2025
Ilustraciones: Andreas Moritz
Traducción: Juli Peradejordi
Corrección: Sara Moreno
Conversión a ebook: leerendigital.com
© 2005, 2016 Andreas Moritz
© 2025, Ediciones Obelisco, S.L.
(Reservados los derechos para la presente edición)
Edita: Ediciones Obelisco S.L.
Collita, 23-25. Pol. Ind. Molí de la Bastida
08191 Rubí - Barcelona - España
Tel. 93 309 85 25 - Fax 93 309 85 23
E-mail: [email protected]
ISBN EPUB: 978-84-1172-262-9
Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, trasmitida o utilizada en manera alguna por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o electrográfico, sin el previo consentimiento por escrito del editor. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org ) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
Índice
Portada
El cáncer no es una enfermedad. Es un mecanismo de curación
Créditos
Con gratitud
Dedicatoria
Introducción
1. El cáncer no es una enfermedad
2. Causas físicas del cáncer
3. Desmitificando el cáncer
4. La inteligencia corporal en acción
5. Otros principales riesgos de cáncer
6. Lo que necesitas saber para sanarte
Resumen y conclusiones
Referencias, enlaces y recursos
Con gratitud
La sabiduría y los descubrimientos revolucionarios de Andreas en torno a la salud y el bienestar natural –cuerpo, mente y espíritu– son un regalo raro y una bendición para todos nosotros. A través del tiempo, continúan enriqueciendo nuestra vida al expandir nuestro pensamiento, abrir nuestro corazón y guiarnos en nuevas y, a menudo, inesperadas direcciones. Décadas de su trabajo entregado han impactado en el bienestar de miles de vidas de innumerables maneras y, con gratitud, continúan conmoviéndonos profundamente.
En esencia, Andreas siempre está con nosotros a través de su brillante conocimiento, experiencia y escritos; su hermoso arte sanador; sus mensajes inspiradores centrados en el corazón, y toda la información que compartió tan generosamente, con el fin de ayudarnos a vivir vidas más saludables, felices y plenos. Su profunda conciencia espiritual y su compasión, combinadas con una comprensión exhaustiva del cuerpo humano, han inspirado a personas de todo el mundo a llevar vidas más vitales, inspiradoras y equilibradas.
Que el profundo conocimiento y la orientación compasiva de Andreas continúen proporcionando consuelo y calidez, envueltos en un apoyo y sanación atemporales desde el corazón.
La familia Ener-Chi y el Centro de Bienestar Ener-Chi extendemos nuestra gratitud amorosa hacia ti.
Dedicatoria
Dedico este libro a quienes confían en la sabiduría e inteligencia del cuerpo para sanar por sí mismo, a quienes desean trabajar con el cuerpo, no en contra de él, a quienes no culpan a nadie por su enfermedad o infortunio, incluyéndose a sí mismos, a quienes perciben todo lo que les sucede como algo útil, sin importar lo amenazante o doloroso que pueda parecer al principio, a quienes nunca dudan de la capacidad innata del cuerpo para sanar.
Introducción
Lo que estás a punto de leer puede estremecer, e incluso desmontar, los cimientos de tus creencias sobre tu cuerpo, la salud y la curación. El título, El cáncer no es una enfermedad, puede resultar inquietante para muchos, provocador para algunos, pero alentador para todos. Este libro puede ayudarte a lograr una revelación profundamente transformadora si estás lo suficientemente receptivo a la posibilidad de que el cáncer no sea una enfermedad en sí misma. Si se dice la verdad, es posible que llegues a la conclusión de que el cáncer debe ser un intento elaborado y final del cuerpo para curarse a sí mismo y mantenerse con vida el mayor tiempo posible, bajo circunstancias que, como descubrirás, probablemente estén bajo tu control.
Quizás te sorprenda saber que, si sufres alguna de las causas fundamentales del cáncer (que constituyen la verdadera enfermedad) es probable que mueras rápidamente, a menos que tu cuerpo realmente desarrolle células cancerosas. En esta obra, expondré la lógica y la comprensión de que el cáncer es un proceso de curación que debemos apoyar, no suprimir ni combatir. Además, ofrezco pruebas de que este enfoque, aunque poco ortodoxo, es mucho más efectivo que los métodos que implican destruir el cáncer.
También afirmo que el cáncer –uno de los mecanismos de curación más sofisticados del cuerpo– sólo se activa después de que se hayan cumplido una o ambas de las siguientes condiciones previas, raramente sospechadas:
1. Los principales sistemas de eliminación de desechos y desintoxicación del cuerpo han vuelto ineficientes.
2. Una situación de estrés psicoemocional importante se ha resuelto o ya no es relevante en la vida de la persona.
Estas dos razones principales para desarrollar cáncer requieren una explicación en profundidad, la cual iré detallando a lo largo del libro. Mientras que la primera condición puede sonar razonable para quienes están familiarizados con la conexión entre las toxinas y el cáncer, la segunda no tendrá sentido de inmediato, pero te aseguro que lo comprenderás a medida que continúes leyendo.
Por ahora, deseo señalar que un cáncer inducido por el estrés nunca aparece durante un evento estresante, sino después de que dicha situación ha alcanzado algún tipo de resolución o finalización. Los eventos de estrés pueden incluir estar sin trabajo durante un tiempo, pasar por un divorcio doloroso, la enfermedad grave y prolongada de un ser querido que puede llevar a su muerte, el abuso emocional o físico, sufrir un accidente traumático, perder el hogar o posesiones, etc. Si el cáncer es realmente un mecanismo de curación, como afirmo, tiene sentido que los síntomas de curación, como el crecimiento de tumores, ocurran después de una crisis o conflicto psicoemocional, y no durante éstos.
Existen pruebas de que este mecanismo no sólo está presente en el desarrollo del cáncer, sino también en la mayoría de las otras enfermedades. Aunque las dos razones a menudo coinciden (ocurriendo al mismo tiempo), no tienen por qué hacerlo. En circunstancias extremas, la exposición a grandes cantidades de agentes cancerígenos puede provocar un colapso de las defensas del cuerpo en cuestión de semanas o meses. Esto puede requerir, posteriormente, un rápido y agresivo crecimiento de un tumor canceroso para lidiar con la agresión. Sin embargo, en general, lleva mucho más tiempo que los llamados tumores malignos se formen y se hagan visibles en los diagnósticos.
Desafortunadamente, conceptos erróneos básicos o la falta total de conciencia sobre las verdaderas razones que subyacen al crecimiento de tumores malignos han convertido a las células anormales en monstruos despiadados que intentan matarnos indiscriminadamente, tal vez como represalia por nuestros pecados o por abusar del cuerpo. Sin embargo, como pronto descubrirás, el cáncer está de nuestro lado, no en nuestra contra. Tampoco es una ocurrencia accidental y sin sentido.
A menos que cambiemos nuestra percepción de lo que realmente es el cáncer, probablemente resistirá el tratamiento, particularmente los métodos médicos más avanzados y comúnmente utilizados. Si tienes cáncer, y el cáncer es, de hecho, parte de las complejas respuestas de supervivencia del cuerpo y no una enfermedad, debes encontrar respuestas a las siguientes preguntas importantes:
• ¿Qué razones obligan a tu cuerpo a desarrollar células cancerosas?
• Una vez identificadas estas razones, ¿cómo te ayudarán a sanar tu cuerpo?
• ¿Qué determina el tipo y la gravedad del cáncer que padeces?
• Si el cáncer es realmente un mecanismo de curación, ¿qué deberás hacer para evitar que tu cuerpo utilice medidas tan extremas de autoconservación, ahora y en el futuro?
• Dado que el diseño genético original del cuerpo siempre favorece la continuación de la vida y la protección contra adversidades de cualquier tipo, ¿cómo podría el cuerpo permitir un cambio genético que conduzca a su propia desaparición?
• ¿Por qué tantos cánceres desaparecen por sí mismos, sin intervención médica?
• ¿La radioterapia, la quimioterapia y la cirugía realmente curan el cáncer en algunas personas, o los pacientes con cáncer se curan a sí mismos a pesar de estos tratamientos radicales llenos de efectos secundarios?
• ¿Qué papeles desempeñan el miedo, la frustración, la baja autoestima y la ira reprimida en el origen y el resultado del cáncer?
• ¿Por qué tantos niños desarrollan ahora tumores cerebrales o leucemia?
• ¿Cuál es la implicación del cáncer en el crecimiento espiritual, si es que existe alguna?
Para sanar las causas subyacentes del cáncer, debes encontrar respuestas satisfactorias y prácticas a las preguntas anteriores. Las descubrirás a medida que continúes leyendo las páginas de este libro. Cada vez que encuentres una respuesta, sentirás una innegable confianza y un conocimiento interno de la verdad, acompañado de alivio e incluso euforia.
Si sientes el impulso interno de darle sentido a este evento transformador (el cáncer), te beneficiarás enormemente al continuar leyendo. El cáncer puede ser tu mayor oportunidad para ayudar a restaurar el equilibrio en todos los aspectos de tu vida, pero también puede ser el presagio de un trauma y un sufrimiento grave si lo percibes como una amenaza para tu vida. De cualquier manera, descubrirás que siempre tienes el control. Puede que no puedas cambiar una situación particular como un diagnóstico de cáncer, pero ciertamente tienes el control de tu respuesta a ella. Tu respuesta es el determinante final de si te vuelves a sentir completo o sigues fragmentado en la percepción de ser una víctima de una terrible enfermedad.
Para vivir en un cuerpo humano, debes tener acceso a una cierta cantidad de energía vital. Puedes usar esta energía inherente para nutrir y sanar el cuerpo, o desperdiciarla luchando contra una enfermedad que, según la teoría médica, está destinada a matarte. La elección es, en última instancia, tuya.
En caso de que elijas consciente o inconscientemente descuidar tu cuerpo (o luchar contra él) en lugar de darle atención amorosa y respeto propio, probablemente terminará luchando por su vida. Al final, la cuestión principal no es si tienes cáncer, sino cómo lo percibes y qué vas a hacer al respecto.
El cáncer es sólo una de las muchas formas en las que el cuerpo te obliga a cambiar la forma en la que te ves y te tratas a ti mismo, incluido tu cuerpo físico. Puedes ver el cáncer como algo terrible que te deja victimizado e impotente, o verlo como una oportunidad para defenderte, defender tus valores y tu respeto hacia ti mismo. Esto inevitablemente plantea el tema de la salud espiritual, que creo que desempeña un papel al menos tan importante en el cáncer como lo hacen las razones físicas y emocionales.
El cáncer parece ser un trastorno muy confuso e impredecible. Parece afectar tanto a los muy felices como a los muy tristes, a los ricos y a los pobres, a los fumadores y a los no fumadores, a los muy saludables y a los no tan saludables. Y aunque la aparición del cáncer entre los niños solía ser extremadamente rara, ya no lo es.
Personas de todos los orígenes y ocupaciones pueden tener cáncer. Sin embargo, si te atreves a mirar detrás de la máscara de sus síntomas físicos, como el tipo, la apariencia y el comportamiento de un tumor canceroso, encontrarás que el cáncer no es tan accidental o impredecible como parece ser.
¿Qué hace que el 50 % de la población estadounidense sea tan propensa a desarrollar cáncer, mientras que la otra mitad no tiene ningún riesgo? Culpar a los genes es sólo una excusa para encubrir la ignorancia de las verdaderas causas, o atraer a las personas afectadas por el cáncer hacia programas de tratamiento y prevención costosos.
Más adelante en el libro, analizaré las investigaciones más recientes sobre los posibles factores hereditarios en relación con los cánceres de mama, pulmón y muchas otras partes del cuerpo. Te sorprenderá saber que los genes tienen poco o nada que ver cuando varios miembros de diferentes generaciones de la misma familia desarrollan los mismos tipos de cáncer. De hecho, los principales investigadores genéticos afirman ahora que el comportamiento de los genes está determinado, en última instancia, por la forma en la que comemos, pensamos, sentimos y vivimos nuestra vida. Los genes no simplemente fallan en nosotros un día, nos enferman y luego causan la misma enfermedad en nuestros hijos y nietos. De hecho, la investigación actual contradice completamente la antigua creencia de que la mutación genética puede causar o propagar el cáncer.
El cáncer siempre ha sido una enfermedad extremadamente rara, excepto en las naciones industrializadas durante los últimos 50-60 años. Sin embargo, los genes humanos no han cambiado significativamente en miles de años. ¿Por qué cambiarían tan drásticamente ahora y de repente decidirían atacar y destruir los cuerpos de casi la mitad de la población? La respuesta a esta pregunta, que desarrollaré más en este libro, es sorprendentemente simple: aunque los genes pueden estar mutando por razones que se verán más adelante, incluso si se dañaran o fallaran, aún no podrían matar a nadie.
Es importante saber que el cáncer rara vez causa la muerte de alguien, aunque es innegable que muchas personas afectadas por cáncer también mueren. No obstante, a menos que un tumor cause una obstrucción mecánica importante en un órgano vital, o impida gravemente el flujo sanguíneo a dicho órgano o el drenaje linfático, un paciente con cáncer tiene muchas más probabilidades de morir por las razones que llevaron a la mutación celular y al crecimiento tumoral que por el cáncer en sí.
Toda terapia contra el cáncer debería centrarse en las causas subyacentes del cáncer, pero la mayoría de los oncólogos suelen ignorarlas. Por ejemplo, una dieta compuesta de comida basura, que generalmente carece de cualquier valor nutricional y energía real, provoca condiciones caóticas y traumáticas en el cuerpo que son idénticas a las experimentadas durante la inanición física. En este libro, explicaré cómo un proceso de autodestrucción como éste requiere inevitablemente una respuesta de curación importante por parte del cuerpo.
Cada vez es más evidente que casi todos los cánceres están precedidos por algún tipo de suceso traumático en el pasado, como un divorcio, la muerte de un ser querido, un accidente, la pérdida de un trabajo o posesiones, un conflicto continuo con un jefe o pariente, un desastre nacional severo o la exposición a poderosas toxinas. El cuerpo no tiene otra opción que responder a factores de estrés tan profundos con mecanismos de supervivencia o afrontamiento biológico predecibles que pueden involucrar un crecimiento celular anormal temporal. Aunque la mayoría de los médicos aún están de acuerdo con la teoría de que el tumor resultante es una enfermedad, y no un mecanismo de curación, eso no significa que sea cierto.
Los tumores cancerosos son simplemente síntomas de una enfermedad causada por algo más que puede no ser obvio al principio. Sin embargo, está claro que no simplemente aparecen sin razón alguna. Por un lado, los conflictos emocionales constantes, el resentimiento, la ansiedad, la culpa y la vergüenza pueden suprimir fácilmente el sistema inmunitario del cuerpo, sus funciones digestivas y sus procesos metabólicos básicos, creando así las condiciones para el crecimiento de un tumor canceroso.
Afortunadamente, la conexión entre el estrés psicológico y el cáncer ya no permanece en el ámbito de la ficción y la incertidumbre. Respaldada por abundante evidencia científica, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDCP) hacen la siguiente declaración importante en su sitio web: «El estrés intenso y prolongado puede llevar a diferentes efectos negativos en la salud a corto y largo plazo. Puede interrumpir el desarrollo temprano del cerebro y comprometer el funcionamiento del sistema nervioso e inmunitario. Además, el estrés infantil puede conducir a problemas de salud en la vida adulta, incluyendo alcoholismo, depresión, trastornos alimentarios, enfermedades cardíacas, cáncer y otras enfermedades crónicas».[01]
A pesar de la evidencia innegable que respalda las afirmaciones de los CDCP, la mayoría de los médicos rara vez reconocen o intentan tratar estas causas profundas de la enfermedad, enfocándose en cambio en erradicar sus síntomas. Quizás esta inexactitud crucial y potencialmente fatal que impregna casi todo el campo médico esté arraigada en la falta de reconocimiento de la conexión entre el estrés y las enfermedades; la relación mente/cuerpo ciertamente no se enseña en las escuelas de Medicina.
Después de haber visto a miles de pacientes con cáncer durante un período de tres décadas, comencé a reconocer un cierto patrón de pensamiento, creencias y sentimientos que era común en la mayoría de ellos. Para ser más específico, aún no he conocido a un paciente adulto con cáncer que no se sienta agobiado por una pobre autoimagen, un conflicto no resuelto, una preocupación persistente o un conflicto/trauma emocional pasado que aún persiste en su mente subconsciente y en su memoria celular. Creo que el cáncer, la enfermedad física, no puede ocurrir a menos que haya una fuerte corriente subterránea de inquietud emocional y frustración profundamente arraigada.
Los pacientes adultos con cáncer a menudo sufren de falta de respeto por sí mismos o sensación de valía, y generalmente tienen lo que yo llamo «asuntos pendientes» en su vida. El cáncer puede ser, de hecho, una forma de revelar la fuente de un conflicto interno no resuelto. Además, el cáncer puede ayudarlos a enfrentarse a tal conflicto e incluso sanarlo por completo. La forma de eliminar las malas hierbas es arrancándolas junto con sus raíces. Así es como deberíamos tratar el cáncer; de lo contrario, puede volver a aparecer finalmente.
A menudo, escucho el afirmar que la conexión entre el estrés emocional y el cáncer puede aplicarse a los adultos, pero ciertamente no a los niños pequeños que han enfermado de leucemia o cáncer cerebral. Suelo no estar de acuerdo. La posición del CDCP en este asunto confirma mi opinión. El estrés infantil puede conducir al cáncer, según los CDCP, y los estudios han demostrado que los seres humanos experimentan estrés desde muy pronto, incluso antes de nacer.
Es un hecho científico que algunas de las influencias más poderosas que un niño puede experimentar ocurren mientras aún está en el útero de la madre. Se ha demostrado claramente que lo que la madre atraviesa emocional y físicamente tiene un fuerte impacto en la salud emocional y física de su hijo. Por ejemplo, la investigación citada en mi libro Los secretos eternos de la salud describe en detalle las reacciones severas de los fetos a las ecografías obstétricas, lo que puede conducir a problemas de desarrollo más adelante.
Además, no tener un parto normal, sino nacer por cesárea, puede tener efectos traumáticos en los bebés. Asimismo, no amamantar a un bebé o mantenerlo en una habitación separada de la madre puede causar un trauma de separación biológica que incluso puede causar muerte súbita infantil. No sentir el latido del corazón de la madre puede provocar una ansiedad severa en un bebé. Los bebés nacidos prematuramente pueden quedar traumatizados por la ansiedad de separación.
Además, las vacunas provocan reacciones de shock biológico, similares a pequeños accidentes cerebrovasculares, además de exponer al bebé a las numerosas toxinas cancerígenas que contienen. Cada vez más niños tienen fuertes reacciones alérgicas a los ingredientes de las vacunas, lo que puede traumatizarlos e incluso causar su muerte. En los niños sensibles, el dolor de la inyección y la respuesta de curación resultante también pueden tener consecuencias traumáticas.
La ausencia de la lactancia materna se sabe que causa problemas psicológicos, emocionales y de desarrollo en un niño pequeño.
La exposición directa a la radiación emitida por los teléfonos móviles, tanto en el útero como después, puede afectar profundamente la salud de los niños. (Véase en el capítulo dos, «Teléfonos móviles mortales y otros dispositivos inalámbricos»).
Una dieta inadecuada que incluya azúcar, leche de vaca pasteurizada, proteínas animales, alimentos fritos y comida rápida o basura también afecta enormemente a los niños. Y si la madre consume alcohol, fuma, come comida basura o toma medicamentos durante el embarazo, o si ella misma ha sido vacunada, esto también tiene efectos perjudiciales en la salud y el desarrollo del feto.
Un hallazgo muy preocupante muestra que las radiografías realizadas a niñas jóvenes aumentan su riesgo de desarrollar cáncer de mama. Tras informes recientes que revelaron que se están realizando demasiadas pruebas diagnósticas en adultos, han salido nuevos informes con advertencias de que algunas de estas pruebas no sólo pueden causar cáncer en los niños, sino que también pueden inducir nuevos cánceres en los niños que están siendo tratados por cáncer. Por ejemplo, investigadores del Memorial Sloan-Kettering Cancer Center en la ciudad de Nueva York informaron que las niñas que reciben radiación en el pecho para tratar el cáncer infantil tienen un alto riesgo de desarrollar cáncer de mama a una edad temprana. Incluso aquellas que recibieron dosis más bajas del tratamiento común contra el cáncer se enfrentan a un mayor riesgo de cáncer de mama más adelante, dijeron los científicos.
En un informe diferente, la revista médica británica The Lancet informó que las tomografías computarizadas (CT) también pueden causar cáncer en los niños. Las tomografías pueden producir imágenes que salvan vidas de lesiones en la cabeza, neumonías complicadas e infecciones en el pecho. Pero si un niño está expuesto a la radiación de sólo dos o tres tomografías, su riesgo de desarrollar cáncer cerebral se triplica. Cinco a diez tomografías pueden triplicar el riesgo de leucemia.
Además, tratar a los bebés con antibióticos para infecciones daña gravemente su sistema inmunitario en desarrollo.
Un estudio realizado por el Environmental Working Group (EWG) ha demostrado que las muestras de sangre de recién nacidos contenían un promedio de 287 toxinas, incluidas mercurio, retardantes de fuego, pesticidas, aditivos alimentarios, productos químicos de productos de cuidado personal, contaminantes del aire, compuestos plásticos tóxicos y productos químicos de teflón. Muchas de estas toxinas son altamente cancerígenas.
Según el informe del EWG, en el mes previo al nacimiento, el cordón umbilical transfiere el equivalente a al menos 300 litros de sangre de la placenta al niño en desarrollo. Esto significa que el recién nacido tiene la misma carga química que la madre. Además, las madres que no están en buen estado de salud y aún amamantan a sus bebés continúan contaminándolos.
Ya sólo el bisfenol-A (BPA), un disruptor endocrino que puede provocar errores cromosómicos en el feto en desarrollo, ha demostrado desencadenar abortos espontáneos y daños genéticos. Este químico tóxico se encontró en el 96 % de las mujeres embarazadas que fueron sometidas a pruebas.
En general, el estudio detectó un verdadero cóctel químico en el 99-100 % de las mujeres embarazadas, suficiente para iniciar las etapas iniciales de crecimiento del cáncer en los niños no nacidos.
Además, un gran estudio epidemiológico realizado en 2006 mostró evidencia clara, encontrada en 151 estudios independientes, de que vacunar a los niños contra las enfermedades infantiles aumenta significativamente su riesgo de desarrollar cáncer más adelante en la vida. Cubriré esta importante investigación en mayor detalle en el capítulo uno.
En una serie de estudios, el veneno flúor, añadido al agua potable municipal en los Estados Unidos y otros países, ha sido claramente vinculado con la causa del cáncer de huesos (osteosarcoma), así como otros tipos de cáncer. La buena noticia es que, después de haber respaldado el flúor en el agua potable durante décadas, los CDCP emitieron una advertencia urgente en enero de 2011 indicando que los niveles actuales de flúor en el agua potable pueden causar graves daños a los niños. Desafortunadamente, muchas madres desinformadas aún utilizan agua del grifo fluorada para preparar la fórmula de los bebés.
Pinzar el cordón umbilical demasiado pronto, en lugar de esperar los 40-60 minutos requeridos después del nacimiento, puede reducir la oxigenación de la sangre en el bebé en más del 40 %, e impedir que las toxinas sean filtradas de la sangre por la placenta. Se ha descubierto que esta práctica relativamente nueva tiene efectos negativos graves en el crecimiento de los niños.
Todo lo que afecta físicamente a un niño, también lo afecta emocional y psicológicamente. En otras palabras, no es necesario ser adulto para verse afectado por un trauma emocional.
Los hallazgos de la investigación también demuestran que el estrés infantil puede impactar la salud en la adultez. Uno de los estudios más grandes de su tipo, el Estudio de Experiencias Adversas en la Infancia (ACE, por sus siglas en inglés), demuestra una conexión entre:
1. Factores estresantes específicos relacionados con la violencia, incluyendo el abuso infantil, el descuido y la exposición repetida a la violencia de pareja, y
2. Conductas de riesgo y problemas de salud en la adultez.[02]
El Estudio ACE, una colaboración entre los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDCP) y la Clínica de Evaluación de Salud de Kaiser Permanente en San Diego, abarcó a más de 17 000 adultos que participaron en su investigación desde 1995 hasta 1997. Recogió y analizó información detallada sobre el historial pasado de abuso, descuido y disfunción familiar de los participantes, así como sus comportamientos actuales y estado de salud.
Los hallazgos del Estudio ACE se han publicado en más de treinta artículos científicos. Revelaron que el abuso infantil, el descuido y la exposición a otras experiencias adversas son comunes. Casi dos tercios de los participantes del estudio reportaron al menos una experiencia adversa en la infancia, y más de 1 de cada 5 reportaron 3 o más. Los hallazgos del Estudio ACE sugieren que ciertas experiencias son factores de riesgo importantes para las principales causas de enfermedad y muerte, así como para una baja calidad de vida en Estados Unidos.
Recuerda, el estrés emocional prolongado puede comprometer el sistema inmunitario y, por lo tanto, hacer que el cuerpo sea susceptible a prácticamente cualquier tipo de enfermedad, incluido el cáncer. Volveré a este tema importante más adelante.
Por último, exponer a los niños a radiación ionizante a través de tomografías computarizadas (CT) después de un golpe en la cabeza es una práctica médica muy arriesgada y a menudo innecesaria que puede provocar fácil y rápidamente cáncer cerebral y otras graves enfermedades. Según un gran estudio de más de 40 000 niños con traumatismo craneal, la simple observación es el mejor y más saludable enfoque. Los resultados aparecieron en la edición de junio de 2011 de Pediatrics (publicada en línea el 9 de mayo de 2011). Por supuesto, los cerebros en desarrollo de los niños tienen muy poca o ninguna protección contra la radiación ionizante.
El primer capítulo de este libro ofrece profundas ideas sobre lo que realmente es el cáncer y lo que representa, visto desde una perspectiva física. Es una comprensión del cáncer que tal vez nunca hayas encontrado antes. Esta nueva y, sin embargo, atemporal comprensión del cáncer permite nuevos enfoques dirigidos a curar realmente sus causas, en lugar de simplemente tratar sus manifestaciones sintomáticas.
En este capítulo, también aprenderás sobre los asombrosos descubrimientos realizados por investigadores líderes en cáncer, que prueban que no lo causa únicamente la mutación celular, sino que requiere el apoyo y la participación de todo el organismo. Además, revisa los nuevos hallazgos que muestran por qué tantos tumores cancerosos diagnosticados son en realidad completamente inofensivos y desaparecen por sí solos.
Los capítulos dos y tres abordan las causas físicas y emocionales/espirituales, respectivamente. Para mayor claridad, he intentado separar estas categorías, aunque soy muy consciente de que dicha división es arbitraria y no existe. Lo he hecho con un solo propósito: enfatizar que curar las causas del cáncer debe incluir la restauración del bienestar físico, emocional y espiritual de una persona. Dejar fuera sólo uno de estos factores socavaría las posibilidades de una recuperación completa y finalmente llevaría a la recurrencia del cáncer (un gran número de cánceres tratados médicamente reaparecen). Como mínimo, un enfoque tan incompleto afectaría gravemente la salud mental y física de una persona y, sobre todo, su estado de felicidad y autoestima.
La siguiente afirmación, que atraviesa como un hilo rojo todo el libro, es muy importante en la consideración del cáncer: «El cáncer no causa que una persona e enferme; es la enfermedad de la persona lo que causa el cáncer».Y a esto añadiré: «Una vez que ha ocurrido un cáncer, su propósito principal es devolver a la persona enferma a una situación equilibrada de mente, cuerpo y espíritu».
Esto es tan contradictorio con lo que la medicina convencional y los medios quieren que creas, que puede parecerte escandaloso. Sin embargo, si el cáncer te cura o te lleva a la muerte tiene en realidad más que ver con lo que sucede en tu vida personal que con el cáncer en sí; es decir, lo agresivo sea o lo temprano se detecta.
Toma como ejemplo a Dave. A los 58 años, le diagnosticaron cáncer de pulmón durante un chequeo de salud rutinario. Aunque se sentía bien antes del diagnóstico, su salud declinó rápidamente durante las siguientes dos semanas. Perdió el apetito, no podía dormir, su respiración se volvió muy superficial y sufrió ataques de pánico severos y dolor en el pecho. Murió veinte días después del diagnóstico. El certificado de defunción decía que murió de cáncer de pulmón, pero está claro que, sin el diagnóstico de cáncer, ninguno de estos abrumadores efectos inducidos por el estrés habría ocurrido.
Ya no hay duda de que el estrés emocional puede desactivar tu sistema inmunitario y no sólo impedir que tu cuerpo sane, sino también enfermarte gravemente. Hay evidencia médica que demuestra que, durante un estrés severo, las personas pueden morir de un ataque cardíaco masivo sin tener ninguna enfermedad cardíaca previa ni arterias obstruidas.
Tu capacidad para recuperar tu salud requiere que te sientas completo nuevamente en todos los niveles del cuerpo, la mente y el espíritu. Una vez que las causas fundamentales del cáncer y otros impedimentos para sentirte completo se hayan identificado correctamente, será evidente lo que necesita hacerse para lograr una recuperación completa. Éste es el tema de los capítulos posteriores de este libro.
Es un hecho médico que cada persona tiene millones de células cancerosas en el cuerpo en todo momento de su vida. Esto no indica que haya algo mal en nosotros. Por el contrario, como veremos, esto forma una parte esencial para mantener el equilibrio saludable del cuerpo.
Esos millones de células cancerosas permanecen indetectables mediante pruebas estándar. Sin embargo, se manifiestan como tumores una vez que se han multiplicado hasta varios miles de millones. Cuando los médicos les anuncian a sus pacientes con cáncer que los tratamientos que les recetaron han eliminado con éxito todas las células cancerosas, simplemente se refieren a pruebas que son capaces de identificar el tamaño detectable de los tumores cancerosos.
Los tratamientos estándar contra el cáncer pueden reducir el número de células cancerosas a un nivel indetectable, pero esto ciertamente no puede erradicar todas las células cancerosas. Mientras las causas del crecimiento tumoral permanezcan intactas, el cáncer puede volver a desarrollarse en cualquier momento, en cualquier parte del cuerpo y a cualquier velocidad.
Curar el cáncer tiene poco que ver con deshacerse de un grupo de células cancerosas detectables. Tratamientos como la quimioterapia y la radioterapia (radiación) ciertamente son capaces de envenenar o quemar muchas células cancerosas, pero también destruyen células sanas en la médula ósea, el tracto gastrointestinal, el hígado, los riñones, el corazón, los pulmones, etc., lo que a menudo conduce a daños permanentes e irreparables en órganos y sistemas completos del cuerpo.
¿Es de extrañar que el efecto secundario número uno de la quimioterapia sea el cáncer? De hecho, la quimioterapia mata a muchas más personas al causar nuevos cánceres de los que cura del cáncer. Al reducir el tamaño de los tumores, los medicamentos de quimioterapia fomentan el crecimiento, la división y la multiplicación de células cancerosas más fuertes, que se vuelven resistentes a la quimioterapia. Esto es lo que hace que los cánceres secundarios sean tan arriesgados. Además, dado que la incidencia de los efectos secundarios devastadores de la quimioterapia es bien conocida, casi todos los receptores de estos fármacos citotóxicos experimentan un aumento en la proteína de estrés HSF-1, o factor de choque térmico-1. La HSF-1 permite que las células cancerosas dañadas por estos medicamentos se reparen a sí mismas y reanuden sus actividades cancerosas.
Lo mismo ocurre con la radioterapia. La exposición a la radiación a una dosis de 100 mSv[03] es la dosis anual en la que el riesgo de cáncer a lo largo de la vida es evidente. Según la investigación, 10 000 mSv es una dosis fatal.[04] La radioterapia bombardea el cuerpo con 20 000-80 000 mSv, dependiendo del tipo de cáncer involucrado. Nada podría ser peor que el tratamiento con radiación. En comparación, la fuga de radiación que resultó del terremoto de Japón en 2011 se consideraría inofensiva.
Los productos químicos tóxicos contenidos en los medicamentos de quimioterapia pueden causar una inflamación tan grave en cada célula del cuerpo que incluso los folículos capilares ya no pueden retener los mechones de cabello. Una verdadera cura del cáncer no ocurre a expensas de destruir otras partes vitales del cuerpo. sólo es alcanzable cuando se han abordado las causas del crecimiento excesivo de células cancerosas y el cuerpo está siendo adecuadamente apoyado a través de su proceso natural de curación. El cáncer es el proceso de curación que el cuerpo puede elegir para restablecer la homeostasis. No reconocer el cáncer como un mecanismo de curación puede resultar fatal, y a menudo lo es.
Este libro está dedicado a descubrir las causas del cáncer, y propone tratar éstas en lugar de sus síntomas.
Tratar el cáncer como si fuera una enfermedad es una trampa en la que millones de personas han caído y han pagado un alto precio por no atender sus causas profundas.
Aunque creo firmemente que el cáncer es una fase final de curación, no una enfermedad, soy plenamente consciente de que la mayoría de las personas consideran el cáncer como una temida enfermedad. No pretendo que mi comprensión del cáncer sea la única correcta, pero propongo que es una de las muchas interpretaciones correctas.
El antiguo dicho: «El conocimiento es diferente en diferentes estados de conciencia», revela que la verdad es una proyección subjetiva de la mente, consciente o subconsciente. En otras palabras, si insistes en que el cáncer es una terrible enfermedad que puede quitarte la vida, esta creencia de temor a la muerte probablemente cumplirá con tu temida expectativa. Recuerda, el trauma emocional suprime el sistema inmunitario y previene la curación. Del mismo modo, si percibes el cáncer como una fase de curación que aborda un desequilibrio subyacente, tu verdad también te ayudará a lograr un resultado positivo, uno que coincida con tu expectativa alentadora. Investigaciones recientes sobre el cerebro han revelado que el poder de la expectativa positiva es el único verdadero inductor de curación en el cuerpo.[05]
Es lamentable que la profesión médica, en su mayor parte, haya desalentado a los pacientes a participar, o influir, en sus propias curaciones. Rara vez se incluye a los pacientes en el proceso de curación. En cambio, los tratamientos médicos se promueven ahora como el único remedio para los males actuales. En verdad, si una persona se cura o no está mayormente controlado por el estado del cuerpo, la mente y el espíritu del individuo. Aceptar esto como un hecho puede tener efectos enormemente empoderadores que considero esenciales para que la curación ocurra y sea efectiva.
Nota: Dondequiera que en este libro me veas hacer referencia al cáncer como una enfermedad mortal, a personas muriendo de cáncer, o al cáncer como una enfermedad agresiva o terminal, etc., ten en cuenta que lo hago sólo para presentar las interpretaciones oficiales de la investigación médica y las teorías. Sin embargo, quiero dejar muy claro que mi comprensión e interpretación del fenómeno del cáncer no son compatibles con este modelo médico actual. No estoy de acuerdo con la idea de que es el cáncer lo que mata a alguien, y seguiré elaborando mi posición a lo largo de este libro.
A menos que un tumor canceroso provoque una obstrucción mecánica que ponga en peligro la vida o una hinchazón y posterior asfixia de un órgano, no se puede considerar que el cáncer dañe o mate al cuerpo. Más bien, el cáncer es un mecanismo de curación o supervivencia que ocurre cuando la vida de una persona está amenazada por una o varias razones analizadas en este libro. El cáncer es una indicación de que el cuerpo está críticamente desequilibrado y puede posiblemente morir por lo que sea que lo está desequilibrando. Cuando escuchas que la radiación ionizante o la aspirina causan algunos de los cánceres más graves o agresivos, debes ser consciente de que los cánceres resultantes constituyen intentos de supervivencia o curación del cuerpo, no una enfermedad.
Este libro distingue claramente entre las causas del cáncer y sus síntomas. Los síntomas, como el crecimiento de un tumor canceroso, sólo indican que el cuerpo ya está intentando abordar las causas subyacentes del cáncer. A menos que apoyemos al cuerpo en este proceso de curación y no lo ataquemos con tratamientos médicos dañinos, el cáncer –el proceso de curación– puede permanecer incompleto, puede seguir creciendo y, por lo tanto, considerarse incurable.
El propósito de este libro es proporcionarte el conocimiento y la confianza en la infinita sabiduría e inteligencia del cuerpo, con los cuales la curación puede llegar a su fin y el cuerpo puede regresar a su estado natural de equilibrio y vitalidad.
[01]. http://www.cdc.gov/violenceprevention/pub/healthy_infants.html.
[02]. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3232061/.
[03]. Un mSv es la unidad básica utilizada para medir la concentración de radiación.
[04]. Para más detalles, consulte este artículo de Mike Adams, NaturalNews.com: http://www.naturalnews.com/032136_radiation_exposure_chart.html
[05]. Para información detallada, consulta mi artículo sobre la expectativa positiva en http://www.enerchi.com/articles/positive-expectation-a-medical-miracle/
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El cáncer no es una enfermedad
El poder en la palabra
Se considera que el cáncer es la segunda causa principal de muerte en Estados Unidos. Según la Sociedad Americana del Cáncer, en 2010 ocurrieron un total estimado de 1 529 560 nuevos casos y 569 490 muertes por cáncer en Estados Unidos. Entre los hombres, los tres diagnósticos de cáncer más comunes son el de próstata, el de pulmón y el colorrectal. Los tipos de cáncer más comunes entre las mujeres son el de mama, el de pulmón y el colorrectal.
El Instituto Nacional del Cáncer (NCI) enumeró los diez cánceres más mortales (muertes entre 2003 y 2007):
1. Cáncer de pulmón y bronquios: 792495 vidas
2. Cáncer de colon y recto: 268783 vidas
3. Cáncer de mama: 206983 vidas
4. Cáncer de páncreas: 162878 vidas
5. Cáncer de próstata: 144926 vidas
6. Leucemia: 108740 vidas
7. Linfoma no Hodgkin: 104407 vidas
8. Cáncer de hígado y conducto biliar intrahepático: 79773 vidas
9. Cáncer de ovario: 73638 vidas
10. Cáncer de esófago: 66659 vidas
Cualquiera que sea tu nivel de formación médica, parece seguro decir que el cáncer parece estar matándonos en cifras récord. Sin embargo, a pesar de millones de vidas perdidas y miles de millones de dólares gastados en investigación, las tasas de cáncer no parecen estar disminuyendo.
Y el problema va más allá de simplemente no entender las causas fundamentales del cáncer o cómo tratarlo mejor. El doctor Samuel S. Epstein, en su libro National Cancer Institute and American Cancer Society: Criminal Indifference to Cancer Prevention and Conflicts of Interest, demuestra claramente que gran parte de la culpa del creciente predominio del cáncer en nuestra sociedad recae en el Instituto Nacional del Cáncer (NCI) y la Sociedad Americana del Cáncer (ACS), algunas de las mismas asociaciones que están respaldadas por el Gobierno de EE. UU. (y, por lo tanto, por los dólares de los contribuyentes) y que están encargadas de luchar contra la guerra de Estados Unidos contra el cáncer, las cuales también están plagadas de conflictos de intereses y ocultan demasiada información valiosa para ayudar verdaderamente a los estadounidenses a prevenir y tratar el cáncer. De hecho, aproximadamente la mitad de la junta directiva de la ACS está compuesta por médicos y científicos estrechamente vinculados con el NCI, muchos de los cuales reciben financiamiento de ambas entidades.
¿El resultado? El dinero federal y los fondos caritativos gastados en investigación sobre el cáncer han aumentado 25 veces, de 220 millones en 1971 a 4600 millones de dólares en 2000. Sin embargo, a pesar de la grandiosa promesa del presidente del NCI, Andrew von Eschenbach, en 2003 de eliminar el sufrimiento y la muerte por cáncer para 2015, las tasas de cáncer han aumentado aproximadamente un 18 % y no muestran signos de desaceleración.
Como resultado, el cáncer afecta a casi 1 de cada 2 hombres y a más de 1 de cada 3 mujeres; sin embargo, los miles de millones de dólares de impuestos y donaciones caritativas dedicados a la investigación sobre el cáncer se centran abrumadoramente sólo en el tratamiento, con casi ningún estudio realizado sobre la prevención. «La mejor defensa es un buen ataque», dice el viejo adagio, sin embargo, la sabiduría convencional sobre el cáncer nos dice lo contrario.
Esto se debe, en parte, a las enormes ganancias disponibles para las compañías farmacéuticas y médicas por mantener una actitud basada en el tratamiento en lugar de en la prevención del cáncer, así como a la falta de voluntad a abordar las causas de cáncer más allá de las elecciones individuales de estilo de vida. En otras palabras, aunque se reconocen factores como fumar y una mala alimentación, se ignoran aquellas causas que pueden afectar negativamente a ciertas industrias, como la contaminación ambiental, los contaminantes en productos de consumo y los tratamientos médicos tóxicos.
Cuando los productos farmacéuticos se consideran las únicas opciones adecuadas para tratar la enfermedad, mantener a los pacientes enfermos y sobremedicados se convierte en un negocio cada vez más lucrativo. Considerando esto, no es tan sorprendente que los tratamientos alternativos o no aprobados sean sistemáticamente vilipendiados por la industria médica y el sistema de salud en relación con el cáncer. Cada vez más, los médicos que continúan abogando por métodos de tratamiento naturales y señalan los importantes beneficios de la prevención holística del cáncer son acosados y vilipendiados como charlatanes si se niegan a alinearse con las directrices fuertemente sesgadas del NCI y la ACS. Es muy revelador que la FDA haya aprobado alrededor de cuarenta medicamentos farmacéuticos para el tratamiento del cáncer, pero aún no haya aprobado ni un solo tratamiento alternativo no patentado.
Al observar los hechos, está claro que las únicas personas que realmente se benefician de la cultura actual del cáncer son los profesionales médicos y los grupos de presión en posiciones de poder, y no sus pacientes. Como admitió el exdirector del NCI, el doctor Samuel Broder, en una entrevista de 1998 en el Washington Post: «El NCI se ha convertido en lo que equivale a una empresa farmacéutica del gobierno». De hecho, es el contribuyente estadounidense quien sigue financiando ensayos clínicos costosos para medicamentos que, en última instancia, terminan siendo vendidos a ellos mismos a precios inflados. Ya sea por prioridades de financiación mal orientadas, la omisión selectiva de nuevas investigaciones o tratamientos alternativos, o la supresión directa de los hechos, los pacientes con cáncer no están siendo protegidos por aquellos organismos que se supone deben protegerlos.
En resumen, las últimas décadas, más que cualquier otro período en la historia, han infundido en nuestra sociedad un miedo exagerado al cáncer, por lo que no es sorprendente que la mayoría de los pacientes con cáncer simplemente hagan lo que sus médicos les dicen: recurrir a más medicamentos farmacéuticos y tratamientos tóxicos para combatir su aterradora enfermedad. Pero al no centrarse en la prevención, que es económica y mínimamente tóxica, a favor de tratamientos costosos y extremadamente tóxicos, agencias supuestamente objetivas como el NCI han exacerbado el problema que tienen la tarea de resolver. Como resultado, las tasas de diagnóstico de cáncer están en niveles asombrosos y continúan aumentando. Y además de los casos diagnosticados de cáncer, hay decenas de miles de personas desfavorecidas que tienen cáncer, pero que nunca recibirán un diagnóstico porque no pueden permitirse un seguro de salud o una cita con un médico.
No hace falta decir que las palabras en sí mismas tienen un poder tremendo, y el cáncer no es una excepción. En muchos casos, el cáncer no es sólo una palabra, sino también una declaración que se refiere a un comportamiento anormal o inusual de las células del cuerpo. La mera mención de la palabra «cáncer» es suficiente para evocar imágenes de sufrimiento y dolor. Al adjudicarle esta palabra a una persona, se puede inspirar instantáneamente miedo debilitante y estrés en su psique.
Sin embargo, en un contexto diferente, el cáncer se refiere a un signo del Zodíaco, simplemente otro miembro de la familia astrológica. Cuando alguien pregunta tu fecha de nacimiento y dice que eres Cáncer, ¿vas a temblar de miedo ante una muerte inminente? Tal reacción es improbable, porque tu interpretación de ser del signo de Cáncer no implica que tengas cáncer, la enfermedad. Pero si tu médico te llama a su oficina y te dice que tienes cáncer, probablemente te sentirás conmocionado, paralizado, entumecido, aterrorizado, desesperado o todo lo anterior. La palabra «cáncer» tiene el potencial de jugar un papel muy perturbador y delicado en tu vida, uno capaz de dictar una sentencia de muerte y, como descubrirás en este libro, incluso ejecutarla, a menudo simplemente por el papel que esas seis pequeñas letras han llegado a jugar en nuestra sociedad aterrorizada.
Aunque ser paciente de cáncer parece comenzar con el diagnóstico de la enfermedad, sus causas pueden haber estado presentes durante muchos años antes de que el paciente se sintiera enfermo. Sin embargo, en un breve instante, la palabra «cáncer» puede poner el mundo de alguien patas arriba.
¿Quién o qué en este mundo ha dotado a esta simple palabra o declaración de tanto poder que puede regir sobre la vida y la muerte? ¿O realmente posee este poder? ¿Podría ser que nuestra convicción colectiva y social de que el cáncer es una enfermedad mortal, junto con los tratamientos agresivos que generan traumas después del diagnóstico, sea en realidad la principal responsable de la actual escalada dramática del cáncer en el hemisferio occidental? Tal pensamiento podría parecerte demasiado descabellado. Sin embargo, en este libro, argumentaré de forma convincente que el cáncer no puede tener poder o control sobre ti a menos que las creencias, percepciones, actitudes, pensamientos y sentimientos que tienes sobre el cáncer le permitan hacerlo.
¿Tendrías tanto miedo al cáncer si supieras qué lo causa, o al menos entendieras cuál es su propósito subyacente? ¡Es poco probable! Si se dijera la verdad, probablemente harías todo lo posible para eliminar las causas del cáncer y, al hacerlo, sentarías las bases para que el cuerpo se cure a sí mismo.
Cierto conocimiento, en el sentido convencional, que también podría llamar ignorancia, es, de hecho, algo peligroso. Casi todo el mundo, al menos en el mundo industrializado, sabe que beber agua de un estanque fangoso o de un lago contaminado puede causar diarrea potencialmente mortal. Sin embargo, relativamente pocas personas se dan cuenta de que aferrarse al resentimiento, la ira y el miedo, o evitar la exposición al Sol y así causar una deficiencia de vitamina D, o no dormir lo suficiente de forma regular, o sostener un teléfono móvil cerca de tu cabeza durante una hora al día, o estar expuesto regularmente a rayos X, mamografías o tomografías, o comer comida basura, aditivos químicos y edulcorantes artificiales, es tan peligroso como beber agua contaminada. Estos hábitos de vida pueden tardar un poco más en matar a una persona que cualquier veneno o ameba diminuta, pero no hay duda de que pueden hacerlo.
Juicio erróneo
Todos sabemos que, si los cimientos de una casa son fuertes, la casa puede soportar fácilmente factores de estrés externos, como una tormenta violenta o incluso un terremoto. Como veremos, el cáncer es, de manera similar, una indicación de que algo ha estado faltando en nuestro cuerpo y en nuestra vida. El cáncer revela que algún aspecto de nuestra vida física, mental y espiritual está en terreno inestable y es, por decirlo suavemente, bastante frágil.
Sería absurdo que un jardinero regara las hojas marchitas de un árbol cuando sabe que el verdadero problema no está donde parece estar, en la superficie de esas hojas marchitas. Sabe que la deshidratación de las hojas es simplemente un síntoma de la falta de agua en la parte menos visible de la planta: su sistema de raíces subterráneo. Al regar las raíces de la planta, el jardinero atiende naturalmente el nivel causante y, en consecuencia, toda la planta se revive y reanuda su crecimiento normal. Para el ojo entrenado de un jardinero, el síntoma de las hojas marchitas no es una enfermedad terrible. Reconoce que el estado deshidratado de estas hojas es simplemente una consecuencia directa de la retirada de nutrientes, nutrientes que se necesitan para sustentar las raíces y el resto de la planta.
Aunque este ejemplo de la naturaleza puede parecer una analogía simplista, sin embargo, ofrece una comprensión básica de algunos procesos de enfermedad muy complejos en el cuerpo humano. Describe con precisión uno de los principios más poderosos y fundamentales que controlan todas las formas de vida en el planeta. Por mucho que hayamos aprendido a manipular las funciones de nuestro cuerpo a través de las herramientas de la medicina alopática, esta ley básica de la naturaleza no puede ser suprimida o violada sin pagar el alto precio de sufrir mala salud en los niveles físico, emocional y espiritual.
Desafío fervientemente la afirmación de que el cáncer es una enfermedad mortal. Además, demostraré que el cáncer no es en absoluto una enfermedad. Muchas personas que recibieron una sentencia de cáncer terminal en realidad desafiaron el pronóstico y experimentaron una remisión completa. George, mi primer paciente con cáncer de riñón, fue uno de ellos. Sus médicos en uno de los hospitales universitarios más prestigiosos de Alemania le habían dado sólo tres semanas más de vida cuando me buscó para pedir ayuda. Según ellos, su cáncer estaba demasiado avanzado y extendido como para considerar tratamientos de quimioterapia o radiación. Resultó que no recibir más tratamiento médico fue una gran bendición para George.
Curar el cáncer frente a combatirlo
George había perdido uno de sus riñones a causa del cáncer un año antes. Después de salir de la sala de operaciones, sus médicos le dieron un informe de salud favorable. Utilizaron la famosa frase: «Lo hemos eliminado todo» para infundir esperanza y aliento. Por supuesto, tenía mucho sentido para él; después de todo, habían extirpado el tumor, junto con todo el riñón. Sin embargo, sólo unos meses después, su segundo riñón también comenzó a llenarse de cáncer, y el único consejo razonable que tenían para él era que se ocupara de sus asuntos personales.
Afortunadamente para George, no murió. Desafiando a la sentencia de muerte que sus médicos habían pronunciado, George sintió que debería haber algo más que pudiera hacer al menos para alargar su vida por unos meses. Al cabo de sólo tres semanas de lidiar con las causas fundamentales de su enfermedad, el cáncer se redujo a una pequeña mancha, y durante su siguiente chequeo importante en la clínica de cáncer en Alemania seis meses después, el cáncer mortal no se encontraba por ningún lado. Quince años después, George sigue gozando de un excelente estado de salud, sin indicios de que su otro riñón no funcione correctamente.
No le di a George ni un diagnóstico ni un pronóstico. Eso no es lo que hago, de todos modos. ¿Qué sentido habría tenido decirle lo mal y desesperada que era su situación? Además, una declaración objetiva de un médico de que el cáncer de su paciente es terminal (que lo llevará a la muerte) es en realidad un punto de vista puramente subjetivo de una situación altamente impredecible. El médico deriva su juicio convincente y final casi exclusivamente de las observaciones que ha hecho con pacientes anteriores que sufrían de síntomas similares. Su juicio absoluto, sin embargo, descarta la posibilidad de recuperación como resultado de tratamientos alternativos desconocidos para el médico tratante. El hecho de que el relativamente joven sistema de medicina occidental no sepa cómo tratar el cáncer con éxito sin herir gravemente al paciente y arriesgar la recurrencia del cáncer, no implica que las formas antiguas de medicina sean igualmente inútiles. Hay buenas razones por las cuales ciertas formas de medicina holística oriental, aunque antiguas, no han desaparecido: han demostrado a lo largo de milenios que son efectivas. Entonces, ¿por qué no estar abiertos a su potencial?
En la medicina ortodoxa, a los pacientes no se los anima a esperar una remisión espontánea de su cáncer. Siendo realistas, los médicos quieren evitar darles a sus pacientes falsas esperanzas. Sin embargo, me pregunto si realmente puede haber tal cosa como una falsa esperanza. O hay esperanza o no la hay; cualquier esperanza genuinamente sentida no puede ser incorrecta o falsa.
La esperanza puede actuar como un placebo[06] poderoso que a menudo es mucho más efectivo que cualquier medicamento para el cáncer. Además, la esperanza puede incluso convertir un fármaco de quimioterapia peligroso en un placebo, lo que puede reducir posteriormente los efectos secundarios del fármaco. Asimismo, hay investigaciones que demuestran claramente que los médicos que proporcionan esperanza y aliento a sus pacientes tienen mayores tasas de éxito con el cáncer y otras enfermedades que aquellos que no lo hacen. ¡Imagínate lo que la esperanza, el aliento y la euforia, combinados con un tratamiento completamente natural, podrían lograr!
Por otra parte, el futuro no está escrito en piedra, y los médicos no son necesariamente videntes que sepan lo que el futuro les depara a sus pacientes. Ninguna persona en este mundo puede predecir con absoluta certeza lo que sucederá en el futuro cercano o lejano. Un médico puede hacer una buena suposición de cuál podría ser el resultado más probable de una enfermedad, pero tal conjetura difícilmente puede llamarse científica o llevar el sello de certeza absoluta. En resumen, la esperanza debería ser alentada por todos los médicos, nunca desalentada, por muy aparentemente grave que sea la situación.
Para ilustrar este tema, un joven con un tumor cerebral extremadamente raro e inoperable, cuya historia fue documentada en televisión en vivo en horario de máxima audiencia en EE. UU. en 2007, desafió el pronóstico de una vida muy corta y continúa llevando una vida bastante activa y vibrante varios años después. Incluso se casó después. Y ése es sólo uno de muchos casos similares en los que pacientes a quienes se les dijo que no tenían esperanza terminaron desafiando todas las expectativas realistas de sus médicos, recuperando su salud y viviendo mucho más allá de los pronósticos más generosos. La historia médica está llena de estos milagros inexplicables. Sería prudente tratar de explicarlos, e incluso recrearlos.
Pero volvamos a George, mi paciente terminal con cáncer de riñón. Para evitar las complicaciones que pueden surgir al diagnosticar enfermedades, como hacer que una persona crea que es una víctima indefensa de algún tipo, simplemente animé y motivé a George a prestar atención en primer lugar a las diversas razones responsables de causar y promover el crecimiento del cáncer. De hecho, rara vez mencioné la palabra «cáncer» en su presencia. Siendo un hombre de negocios inteligente y exitoso, George se dio cuenta rápidamente de que seguir anclado en la idea de que el cáncer de alguna manera se había apoderado de él, arrastrándolo a la muerte, no le servía de nada. Era muy consciente de que tal mentalidad de víctima sólo lo mataría más rápido. George ya conocía el valor del autoempoderamiento y el pensamiento positivo.
Mi enfoque fue compartir con él los métodos más básicos y prácticos para hacer que el cuerpo sea más saludable, vital y resistente. En mi opinión, George ni siquiera era un hombre enfermo; simplemente había olvidado cómo vivir su vida de manera saludable. George de repente se dio cuenta de que ya no era una víctima de las circunstancias desafortunadas, sino que estaba a cargo de su cuerpo y su mente. Esta noción de autoempoderamiento lo hizo sentir eufórico, y pronto hizo que sus familiares y amigos, que antes se sentían tristes y apenados por él, participaran en su recién descubierta pasión por la vida.
Posteriormente, su cuerpo naturalmente comenzó a encargarse de los detalles, lo que incluyó la eliminación del síntoma: el cáncer. Fue una hazaña bastante menor una vez que las causas del cáncer no existían.
La remisión total del cáncer de George no fue el resultado de curar lo que parecía ser una enfermedad horrible y autopropagada, ni un milagro. Fue un simple proceso de devolverle al cuerpo lo que necesitaba para regresar a su estado más natural y normal de equilibrio. George simplemente eliminó las razones por las cuales su cuerpo necesitaba luchar por su vida. Por simple que parezca, se curó a sí mismo al asumir la responsabilidad de todos los aspectos de su vida, incluido su cuerpo y estilo de vida.
La lección que se puede aprender de la experiencia de George es que la verdadera curación requiere que dejes de luchar y, en su lugar, elijas confiar y abrazar los mecanismos de curación naturales y ancestrales de tu cuerpo, ya que, de hecho, luchar contra el cáncer, como veremos, es lo que realmente impide una cura real y duradera.
Buscando respuestas
Cada tipo de cáncer ha sido superado por alguien, sin importar lo avanzado que estuviera. Por lo tanto, si una sola persona ha tenido éxito en curar su cáncer, debe haber un mecanismo para ello, así como hay un mecanismo para crear el cáncer. Cada persona en el planeta tiene la capacidad de hacer ambas cosas.
Si te han diagnosticado cáncer, es posible que no puedas cambiar el diagnóstico, pero ciertamente está en tu poder alterar las consecuencias destructivas que este diagnóstico puede tener sobre ti, tal como lo hizo George. La forma en la que percibes el cáncer y los pasos que eliges seguir después del diagnóstico son algunos de los factores determinantes más poderosos para tu bienestar futuro o la falta de éste. (Véase el capítulo tres, «Desmitificando el cáncer»).
La referencia indiscriminada al cáncer como una enfermedad mortal, tanto por profesionales como quienes no lo son, ha convertido al cáncer en un trastorno con consecuencias trágicas para la mayoría de los pacientes que lo sufren y sus familias. El cáncer se ha vuelto sinónimo con una extraordinaria carga de miedo, sufrimiento y muerte. Esta percepción continúa, a pesar del hecho de que hasta el 90-95 % de todos los cánceres pueden aparecer y desaparecer por sí solos.
No pasa un solo día sin que el cuerpo fabrique millones de células cancerosas. Algunas personas, bajo un estrés temporal severo, producen más células cancerosas de lo habitual. Estas células cancerosas se agrupan en tumores que desaparecerán nuevamente una vez que el impacto del estrés haya disminuido y después de que una respuesta de curación (como lo indican los síntomas de enfermedad) se haya completado. En el capítulo tres, detallaré la forma exacta y predecible en que esto ocurre.
Quiero mencionar en este punto que, según la investigación médica, las secreciones de la poderosa hormona anticancerígena del ADN, la interleucina 2, disminuyen bajo el estrés físico y mental, y aumentan nuevamente cuando la persona se relaja y siente alegría. Las bajas secreciones de interleucina 2 aumentan la incidencia de cáncer en el cuerpo, y las secreciones normales de esta hormona mantienen el cáncer a raya.
Sin embargo, las personas generalmente no están bajo un estrés severo todo el tiempo. Dado que la incidencia de cáncer aumenta y disminuye con la experiencia de un estrés severo, muchos cánceres desaparecen sin ninguna forma de intervención médica y sin causar ninguna preocupación real. En consecuencia, en este mismo momento, millones de personas caminan con cáncer en su cuerpo sin tener ni idea de que lo tienen. Del mismo modo, millones de personas curan sus cánceres sin siquiera saberlo. En general, hay muchas más remisiones espontáneas de cáncer que cánceres diagnosticados y tratados.
El The New York Times publicó un artículo en su edición de octubre de 2009 que ciertamente planteó algunas preguntas reveladoras a la luz de hechos que se han vuelto muy inconvenientes para el sistema de lucha contra el cáncer y sus defensores. El artículo, escrito por Gina Kolata, se titula: «Los cánceres pueden desaparecer sin tratamiento, pero ¿cómo?».