El niño que tenía mucho hermano - Andreu Martín - E-Book

El niño que tenía mucho hermano E-Book

Andreu Martín

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Beschreibung

Éste es el cuento de un niño que solamente tenía un hermano y eso ya le parecía demasiado... y un buen día decidió regalárselo a unos ladrones. ¿Queréis que os cuente la historia de este niño, que se llamaba Valentín? Si no queréis que os la cuente, ya podéis dejar de leer e iros a jugar a otra parte. Si la queréis conocer, tendréis que seguir leyendo. Una nueva aventura del Mago Sí, en la que los más pequeños de casa descubrirán el valor de la familia y de la amistad de quien tienes más cerca: tu propio hermano.-

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CUENTOS DE SÍ

La canción del Mago Sí

Éste es el cuento de un niño que solamen-

te tenía un hermano y eso ya le parecía de-

masiado...

...y un buen día decidió regalárselo a unos

ladrones.

¿Queréis que os cuente la historia de este

niño, que se llamaba Valentín?

Si no queréis que os la cuente, ya podéis sol-

tar el libro e iros a jugar a otra parte.

Si la queréis conocer, tendréis que seguir le-

yendo.

El niño que teníamucho hermano

Andreu Martin

Ilustraciones de Francesc RoviraMúsica de Saki

Saga

A Juanjo y Alex,y a Neus y a Ferrán,y a Ferrán y a Marta,y a Laura y a Joana,y a Nerea y a Laia,y a Laia y a Paula,y a todos esos paresde hermanos que,inevitablemente,habrán tenido que experimentarsentimientos parecidosa los de Valentín.

7

EL NIÑO QUE TENÍA MUCHO HERMANO

1. Dos ladrones

El caso es que, una noche, los ladrones

entraron en casa y se lo llevaron todo, todo,

todo.

Y «todo, todo, todo», en casa, quería decir

muchas cosas, porque mis padres habían ido

a un concurso de la tele, de ésos donde ga-

nas mucho dinero, y hasta un coche y todo,

si sabes contestar preguntas sobre una ma-

teria determinada.

8

Mis padres saben mucho de onomástica,

que es la ciencia que estudia los nombres pro-

pios, y casi acertaron todas las preguntas que

les hicieron.

No llegaron a ganar el coche porque no sa-

bían que el nombre de Vanessa se lo inventó

Jonathan Swift (el autor de Los viajes de Gu-

lliver) cuando escribió su novela Cadenus y

Vanessa, en 1714.

Fallaron, sí, esta pregunta, pero adivinaron

otras muchas, y ganaron esta casita en que

vivimos, que no está nada mal, y un sinfín de

aparatos complementarios, desde una lava-

dora de ropa hasta el secador del cabello, pa-

sando por el microondas, la bicicleta estática

y el esterilizador de biberones.

Los ladrones debieron de ver el programa

en la tele y se percataron de que, entre to-

dos los premios, no había ningún sistema de

alarma antirrobos, y se dijeron: «Ésta es la

nuestra».

9

EL NIÑO QUE TENÍA MUCHO HERMANO

10

Y nos estuvieron espiando días y días has-

ta que vieron que mis padres salían a cenar

con unos amigos y que Toniete y yo nos que-

dábamos solos con la abuela, y pensaron: «o

ahora o nunca», y entraron por la ventana del

water de abajo.

Poner a la abuela para que nos vigilase no

era una idea demasiado acertada, por parte

de mis padres. La abuela era una señora ma-

yor y gorda que parecía muy despierta y acti-

11

EL NIÑO QUE TENÍA MUCHO HERMANO

va de día, cuando sacudía el polvo y charla-

ba con las vecinas, pero de noche, en cuanto

se sentaba a digerir la cena ante el televisor,

se le cerraban los ojos irremisiblemente, se

le caía la cabeza a un lado y se ponía a ron-

car de tal manera que la vidriera del salón ha-

cía «prrrr, prrrr».

Cinco minutos después de que mis padres

hubieran salido de casa, los ronquidos de la

abuela ya estaban despertando a los vecinos,

y podíais soltar todas las ollas de la cocina,

con el estrépito espantoso que eso supone,

que a la buena mujer ni siquiera se le altera-

ba el ritmo de la respiración.

(Y puedo decirlo porque lo probé.)

De manera que se presentaron en casa los

dos ladrones y pusieron manos a la obra sin

obstáculos. Desenchufa por aquí, corta cables

por allí, empaqueta, transporta, amontona,

iban trabajando sin prisas, acumulando apa-

ratos en el recibidor.

12

Yo, que me había despertado en cuanto hi-

cieron el primer ruidito, los espiaba desde mi

habitación, muerto de miedo.

Curiosamente, uno de los ladrones se llama-

ba Claudio y cojeaba y el otro se llamaba Blas

y tartamudeaba.

Y digo «curiosamente» porque debéis saber

que Claudio es un nombre que viene del latín

y significa «cojo», y Blas viene de la palabra

latina «blaesus», que quiere decir «tartamudo».

A Claudio parece ser que, precisamente, le

apodaban «el Cojo».

A Blas le llamaban «el Mocos».

—«Mocos», lleva estas cajas ahí, que yo no

puedo.

—¡No me llames «Mocos»! — protestaba él—.

¡Sabes que no me gusta!

—Está bien, «Mocos», perdona, «Mocos», no

volveré a decirlo, «Mocos».

«El Mocos» rezongaba.