Enseñanzas espirituales - Ramana Maharshi - E-Book

Enseñanzas espirituales E-Book

Ramana Maharshi

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Beschreibung

El Maharashi no instruía a sus devotos a pensar los problemas, sino a disolver los pensamientos, a liberar la mente de preocupaciones irrelevantes, a ensanchar la individualidad hasta el Infinito. Esa enseñanza, a menudo, consistía en una mera irradiación desde el silencio. Todos cuantos le conocieron coinciden en ello: su sola presencia llenaba a sus visitantes de energía. Pero hubo también una enseñanza oral y escrita, cuya esencia transcribimos en este libro, que puede considerarse como un clásico de la mística hindú y de la mística de todos los tiempos. Contiene además un glosario y un interesante prólogo de Carl G. Jung.

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Seitenzahl: 173

Veröffentlichungsjahr: 2023

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Ramana Maharshi

ENSEÑANZAS

ESPIRITUALES

Prólogo de Carl G. Jung

Título original: The Spiritual teachings of Ramana Maharshi

© 1972 by Sri Ramanasramam

© de la edición en lengua española:

1983 Editorial Kairós, S.A.

www.editorialkairos.com

Traducción: Marta I. Guastavino

Primera edición en papel: Abril 1984

Primera edición digital: Julio 2023

ISBN-10: 84-7245-262-X

ISBN-13: 978-84-7245-262-6

ISBN epub: 978-84-1121-206-9

ISBN kindle: 978-84-1121-207-6

Composición: Quares

Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita algún fragmento de esta obra. Si necesita algún fragmento de esta obra.

ÍNDICE

PREFACIO

INTRODUCCIÓN

SRI RAMANA Y SU MENSAJE AL HOMBRE MODERNO

ENSEÑANZAS ESPIRITUALES

¿QUIÉN SOY YO?

(NAN YAR)

LA INSTRUCCIÓN ESPIRITUAL

LA INSTRUCCIÓN (

Upadesa

)

LA PRÁCTICA (

Abhyasa

)

LA EXPERIENCIA (

Anubhava

)

EL LOGRO (

Arudha

)

EL EVANGELIO DE MAHARSHI

TRABAJO Y RENUNCIACIÓN

SILENCIO Y SOLEDAD

EL CONTROL DE LA MENTE

BHAKTI Y JNANA

EL SÍ-MISMO Y LA INDIVIDUALIDAD

LA REALIZACIÓN DEL SÍ-MISMO

EL GURU Y SU GRACIA

LA PAZ Y LA FELICIDAD

LA INDAGACIÓN DEL SÍ-MISMO

LA SADHANA Y LA GRACIA

EL JNANI Y EL MUNDO

EL CORAZÓN ES EL SÍ-MISMO

AHAM Y AHAM-VRITTI

GLOSARIO

NOTAS

PREFACIO

Una inspiración suave, no acompañada de pensamiento alguno, puede aportar el éxtasis de una conciencia total, que trasciende las palabras.

En estos tres libros, recopilación de respuestas a preguntas que le fueron formuladas, Bhagavan Ramana Maharshi, sin agraviar al sentido común, la razón o la lógica, se ha aproximado tanto como es posible a decir lo indecible y señala el camino –los innumerables caminos– para que Tú encuentres el Sí-mismo y Seas.

Para Entender lo Último se necesita una experiencia Íntima.

Más allá de lo que piensas se encuentra lo que eres. Darse cuenta de esto no pone en juego otras prácticas o actitudes específicas que el Entendimiento. No es necesario ningún alejamiento –no hay que cambiar el momento, el lugar o la condición presente¬–, sino sólo un cambio del punto de vista, que tú puedes producir en ti mismo para tu Sí-mismo.

En una carta reciente, S. S. Cohen dice: «"Ser" resume la totalidad de la enseñanza práctica de Bhagavan. Nada hay en la vida material que pueda compensarlo; ni la riqueza, ni el sexo, ni el arte, la ciencia o cualquier otro ideal. Es el Bien Supremo, la beatitud y la verdad absolutas».

Bhagavan llegó solo a la Iluminación, sin la ayuda de ningún guru físico.

En estos libros que reúnen preguntas y respuestas, quizás encuentres tu respuesta. Este puede ser un viaje que ponga término a todos los viajes. ¡Si encuentras quién eres, no podrás dejar de Ser! Sabe que Eres inmortal y que tienes que SER. Que Todos los Seres Estén Bien. Que Todos los Seres Sean Felices.

Paz, paz, PAZ.

Joe y Guinevere Miller

INTRODUCCIÓN

SRI RAMANA Y SU MENSAJE

AL HOMBRE MODERNO

Carl Gustav Jung

Sri Ramana es un auténtico hijo de su tierra india. Auténtico y, además, completamente excepcional. En la India, él es el punto más blanco de un espacio blanco.

Lo que encontramos en la vida y las enseñanzas de Sri Ramana es la más pura esencia de la India; su aliento de una humanidad liberada del mundo, y que libera del mundo, es un canto de milenios. Esta melodía está construida sobre un único y gran motivo, que en un millar de reflejos multicolores, se rejuvenece en el seno del espíritu indio, y cuya última encamación es el propio Sri Ramana Maharshi.

La identificación del Sí-mismo con Dios aparecerá escandalosa al europeo. Tal como se expresa en las manifestaciones de Sri Ramana, es una Comprensión específica mente oriental. Nada más puede aportarle la psicología, a no ser el señalamiento de que proponerse semejante cosa excede en mucho la medida de su alcance. Sin embargo, para el hindú está claro que el Sí-mismo, en cuanto Fuente espiritual, no es diferente de Dios; y en la medida en que el hombre permanece en su Sí-mismo, no sólo está contenido en Dios, sino que es Dios Mismo. Respecto de esto, Sri Ramana es clarísimo.

El objetivo de las prácticas orientales es el mismo que el del misticismo occidental: el foco se desplaza del «yo» al Sí-mismo, del Hombre a Dios. Esto significa que el «yo» desaparece en el Sí-mismo y el Hombre en Dios. Un esfuerzo similar se describe en los exercitia spiritualia, en los cuales la «propiedad personal», el «yo» se somete, en la mayor medida posible, a ser poseído por Cristo. Sri Ramakrishna adoptó la misma posición en relación con el Sí-mismo, pero con él, el dilema entre el «yo» y el Sí mismo se acerca un poco más al primer plano. Sri Ramana declara sin lugar a dudas que el verdadero propósito de la práctica espiritual es la disolución del «yo». A este respecto, sin embargo, Ramakrishna muestra una actitud más vacilante. Por más que dice: «En tanto que perdure el sentimiento del yo, el verdadero Conocimiento (Jnana) y la verdadera Liberación (Mukti) son imposibles», debe reconocer la naturaleza fatal del ahankara. «¡Qué pocos», dice, «pueden alcanzar esta Unión (Samadhi) y liberarse de este "yo"! Muy raras veces es posible. Habla todo lo que quieras, aíslate continuamente, y aun así el "yo" seguirá volviendo a ti. Si hoy cortas el álamo, mañana encontrarás que ha echado nuevos brotes. Cuando finalmente encuentres que este "yo" no puede ser destruido, déjalo que permanezca como "yo", el sirviente.» En relación con esta concesión, Sri Ramana es ciertamente más radical.

Las relaciones cambiantes entre estas dos cantidades, el «yo» y el Sí-mismo, representan un campo de la experiencia que la conciencia introspectiva del Este ha explorado hasta un punto poco menos que inalcanzable para los seres humanos de Occidente. La filosofía oriental, tan diferente de la nuestra, representa para nosotros un don sumamente valioso; un don, sin embargo, que «debemos alcanzar para poder poseerlo». Una vez más, las palabras de Sri Ramana resumen los principales elementos que ha acumulado el Espíritu de la India durante miles de años pasados en contemplación del Sí-mismo Interior; y la vida y la obra del Maharshi, en cuanto individuo, vuelven a ejemplificar el más íntimo esfuerzo del pueblo de la India por encontrar la fuente original y liberadora.

Las naciones orientales se encuentran amenazadas por una rápida desintegración de sus bienes espirituales, y no siempre se puede considerar que lo que va a reemplazarlos pertenezca a lo mejor de la mentalidad occidental. Por ende, se puede considerar que Sabios como Sri Ramakrishna y Sri Ramana son profetas modernos, que no sólo nos recuerdan milenios de cultura espiritual crecida en suelo indio, sino que directamente la encarnan. Su vida y sus enseñanzas constituyen una advertencia impresionante de que no hemos de olvidar las exigencias del alma en medio de todas las novedades de la civilización occidental y de las preocupaciones técnico-materialistas y comerciales del mundo. En todos los campos –político, social e intelectual–, el jadeante impulso a obtener y poseer, que todo lo revuelve en el alma occidental, generando una pasión aparentemente insaciable, se está difundiendo también en el Este y amenaza con generar consecuencias que no es bueno pasar por alto. No sólo en la India, también en China se ha perdido ya mucho de lo que era fruto y alimento de la vida del alma. Es verdad que la cultura occidental, basada en la externalización, puede hacer desaparecer muchos males, cuya destrucción parece muy deseable y ventajosa. Pero, tal como lo ha demostrado la experiencia, semejante progreso se paga demasiado caro, con una pérdida de cultura espiritual. Indudablemente, es más cómodo vivir en una casa bien ordenada y con los necesarios adelantos higiénicos, pero eso no responde a la cuestión de quién es el morador de esa casa, ni nos dice si su alma disfruta de un estado similar de orden y de pureza, un estado como el de la casa que sirve para la vida externa. Una vez que se lanza en persecución de las cosas externas, el hombre jamás está satisfecho, tal como lo demuestra la experiencia, con las meras necesidades de la vida; siempre va en pos de más y más y, fiel a sus prejuicios, ese más lo busca siempre en las cosas externas. Se olvida totalmente de que, pese a todos los éxitos externos, interiormente sigue siendo el mismo, y por consiguiente se queja de su pobreza cuando posee solamente un automóvil en vez de dos, como sus vecinos. Indudablemente, estar provisto de todo lo «necesario» es una fuente de felicidad que no hay por qué subestimar. Pero por encima de ella, y trascendiéndola, el hombre interior hace oír su clamor, que ningún bien externo puede satisfacer; y cuanta menos atención se presta a esta voz, en medio de la cacería de «las cosas maravillosas» de este mundo, tanto más se convierte el hombre interior en fuente de inexplicable mala suerte y de desdicha incomprensible, en medio de unas condiciones de vida de las que cabría esperar algo muy diferente. La externalización conduce a un sufrimiento incurable, porque nadie puede entender cómo puede uno sufrir a causa de su propia naturaleza. Nadie se sorprende de su propia insaciabilidad, sino que la considera parte de su patrimonio, sin darse cuenta de que la unilateralidad de semejante dieta para el alma le llevará, en última instancia, a desequilibrios gravísimos. Es esto lo que genera la enferme dad del occidental, que además no descansa mientras no ha contaminado al mundo entero con su voracidad y su desasosiego.

La Sabiduría y el Misticismo del Este tienen, por tanto, mucho que decirnos, siempre que puedan hablar en su propio e inimitable estilo. Están ahí para recordarnos las cosas similares que tenemos en nuestra propia cultura y que hemos olvidado, y para llamarnos la atención sobre aquello que dejamos de lado, restándole importancia: nada menos que el destino de nuestro hombre interior. La vida y las enseñanzas de Sri Ra mana no sólo son importantes para el hindú, sino también para el occidental. No sólo configuran un documento de gran interés humano, sino también un mensaje de advertencia, dirigido a una humanidad que corre el riesgo de perderse en el caos de su inconsciencia y de su falta de control.

(Material extraído de la Introducción del doctor C. G. Jung al libro del doctor Zimmer Der Weg zum Selbst, The Way to the Self, o La vida y las enseñanzas de Bhagavan Sri Ramana Maharshi.)

ENSEÑANZAS

ESPIRITUALES

¿QUIÉN SOY YO?

(NAN YAR)

Pues que todos los seres vivos desean ser felices siempre, sin desdicha, y que en el caso de cada uno se ha observado supremo amor por el propio ser, y pues que sólo la felicidad es la causa del amor, con el fin de obtener esa felicidad que es la propia naturaleza y que se experimenta en el estado de sueño profundo, en que no hay mente, se debería conocer el propio ser. Para ello, el medio principal es la senda del conocimiento, la indagación que toma la forma de la pregunta «¿Quién soy?»

****

l. ¿Quién soy yo?

El cuerpo burdo, que se compone de los siete humores (dhatus), eso no soy; los cinco órganos sensoriales cognoscitivos, a saber, los sentidos del oído, el tacto, la vista, el gusto y el olfato, que aprehenden sus respectivos objetos, a saber, el sonido, las cualidades táctiles, el color, el sabor y el olor, eso no soy; los cinco órganos sensoriales conativos, a saber, los órganos del habla, de la locomoción, del asimiento, de la excreción y de la procreación, que tienen como sus funciones respectivas hablar, moverse, asir, excretar y disfrutar, eso no soy; los cinco aires vitales, el prana, etc., que desempeñan respectivamente las cinco funciones de la inhalación, etc., eso no soy; no soy siquiera la mente que piensa, y tampoco la nesciencia, que sólo está dotada con las impresiones residuales de los objetos, y en la cual no hay objetos ni funcionamientos.

2. Si nada de eso soy, entonces, ¿quién soy?

Tras haber negado todo lo arriba mencionado diciendo «eso no», «eso no», esa Conciencia que es lo único que permanece, eso soy.

3. ¿Cuál es la naturaleza de la Conciencia?

La naturaleza de la Conciencia es Sat-Chit-Ananda, existencia-conciencia-beatitud.

4. ¿Cuándo se alcanzará la realización del Sí-mismo?

Cuando el mundo que es lo-que-se-ve haya sido depuesto, entonces se dará la realización del Sí-mismo que es el mismo que ve.

5. ¿No habrá realización del Sí-mismo incluso mientras el mundo esté ahí (y se lo tome como real)?

No la habrá.

6. ¿Por qué?

El que ve y el objeto que ve son como la fábula de la cuerda que parece una serpiente. Así como el conocimiento de la cuerda que es el sustrato no se producirá mientras no desaparezca el falso conocimiento de la serpiente ilusoria, tampoco se obtendrá la realización del Sí mismo que es el sustrato mientras no se elimine la creencia en que el mundo es real.

7. ¿Cuándo será eliminado el mundo que es el objeto que se ve?

Cuando la mente, que es la causa de todas las cogniciones y de todas las acciones, se aquiete, el mundo desaparecerá.

8. ¿Cuál es la naturaleza de la mente?

Lo que se llama «mente» es un poder sobrecogedor que reside en el Sí-mismo. Es causa de que surjan todos los pensamientos. Aparte de los pensamientos, no hay nada a lo que se pueda llamar mente. Por consiguiente, el pensamiento es la naturaleza de la mente. Aparte los pensamientos, no hay una entidad independiente que se llame el mundo. En el sueño profundo no hay pensamientos y no hay mundo. En el estado de vigilia y cuando se sueña, hay pensamientos, y también hay mundo. Así como la araña emite el hilo (de la tela) sacándolo de sí misma y vuelve a recogerlo dentro de sí misma, así la mente proyecta el mundo sacándolo de sí misma y vuelve a disolverlo dentro de sí misma. Cuando la mente sale del Sí mismo, el mundo aparece. Por consiguiente, cuando el mundo aparece (como real), el Sí-mismo no aparece; y cuando el Sí-mismo aparece (resplandece) el mundo no aparece. Cuando uno indaga persistentemente cuál es la naturaleza de la mente, la mente terminará por dejar (como residuo) al Sí-mismo. Aquello que denominamos el Sí-mismo es el Atman. La mente existe siempre sólo en dependencia de algo burdo; no puede mantenerse sola. Es la mente aquello que se llama el cuerpo sutil o el alma (jiva).

9. ¿Qué senda ha de seguir la indagación para entender la naturaleza de la mente?

Aquello que en este cuerpo surge como «yo» es la mente. Si uno indaga dónde surge primero, en el cuerpo, el pensamiento «yo», descubrirá que surge en el corazón. Tal es el lugar donde se origina la mente. Incluso si uno piensa constantemente «yo», «yo», será conducido a ese lugar. De todos los pensamientos que surgen en la mente, el pensamiento «yo» es el primero. Sólo después que ha surgido éste aparecen los otros pensamientos. Después de la aparición del pronombre de primera persona aparecen los pronombres de segunda y de tercera persona; sin el pronombre de primera persona, el de segunda y el de tercera no existirían.

10. ¿Cómo ha de aquietarse la mente?

Mediante la indagación de «¿Quién soy?». El pensamiento «¿quién soy?» destruirá todos los otros pensamientos y, tal como el palo que se usa para atizar una pira ardiendo, finalmente terminará por destruirse. Entonces surgirá la Realización del Sí-mismo.

11. ¿Cuál es el medio de tener constantemente presente el pensamiento «¿Quién soy?»?

Cuando surgen otros pensamientos, no se ha de ir en pos de ellos, sino que debe uno preguntarse: «¿A quién se le ocurrieron?». No importa cuántos pensamientos surjan; a medida que aparecen, uno ha de preguntarse con diligencia: «¿A quién se le ha ocurrido este pensamiento?». La respuesta que aparezca será: «A mí». Si a continuación uno pregunta «¿Quién soy?», la mente regresará a su fuente, y el pensamiento que había surgido se aquietará. Con la repetición, así, de esta práctica, la mente adquirirá la habilidad de permanecer en su fuente. Cuando la mente sutil sale a través del cerebro y de los órganos sensoriales, aparecen las formas y los nombres burdos; cuando permanece en el corazón, las formas y los nombres desaparecen. No dejar que la mente salga y retenerla en cambio en el Corazón es lo que se llama «interiorización» (antar-mukha). Dejar que la mente salga del Corazón es lo que se conoce como «externalización» (bahir-mukha). De tal manera, cuando la mente permanece en el Corazón, el «yo» que es la fuente de todos los pensamientos se irá y resplandecerá el Sí-mismo que siempre existe. Haga uno lo que hiciere, debe prescindir del «yo». Si uno actúa de esa manera, todo aparecerá como si fuera de la naturaleza de Siva (Dios).

12. ¿No hay otros medios para silenciar la mente?

Aparte la indagación, no hay otro medio adecuado. Si por algún otro medio se intenta controlar la mente, parecerá que ésta se halla controlada, pero volverá a funcionar. La mente se aquietará también mediante el control de la respiración, pero sólo se mantendrá acallada mientras se tenga la respiración controlada, ya que cuando ésta vuelva a su movimiento natural, también la mente empezará a moverse y a divagar como impelida por impresiones residuales. Para la mente y para la respiración, la fuente es la misma. El pensamiento, de hecho, es de la naturaleza de la mente. «Yo» es el primer pensamiento de la mente, y eso es «egoidad». De allí donde se origina la egoidad se origina también el aliento. Por consiguiente, cuando la mente se acalla el aliento está controlado, y cuando la respiración está controlada, la mente se acalla. Pero en el sueño profundo, aunque la mente se acalle, la respiración no se detiene. Esto se debe a la voluntad de Dios, para que se pueda preservar el cuerpo y otras personas no vayan a tener la impresión de que está muerto. En el estado de vigilia y en el de Samadhi, cuando la mente se acalla la respiración está controlada. El aliento es la forma burda de la mente. Hasta el momento de la muerte, la mente mantiene el aliento en el cuerpo; y cuando el cuerpo muere, la mente se lleva consigo la respiración. Por consiguiente, ejercitar el control respiratorio no es más que una ayuda en el empeño de acallar la mente (manonigraha), pero no llegará a destruir la mente (manonasa).

Tal como la práctica del control respiratorio, también la meditación sobre las formas de Dios, la repetición de mantras, las restricciones en la comida, etc., no son más que ayudas para acallar la mente.

Al meditar sobre las formas de Dios y mediante la repetición de mantras, la mente se vuelve unidireccional. La mente siempre quiere andar vagabundeando. Tal como cuando a un elefante se le da una cadena para que la lleve en la trompa, echará a andar aferrando la cadena y nada más, también así cuando la mente está ocupada con un nombre o una forma se aferrará a eso y nada más. Cuando la mente se expande y toma la forma de innumerables pensamientos, cada pensamiento se debilita; pero cuando los pensamientos se disuelven, la mente se vuelve unidireccional y fuerte; para una mente así, la indagación del Sí-mismo se facilita. De todas las reglas restrictivas, la mejor es la que se relaciona con el consumo de alimentos sátvicos en cantidades moderadas; si se observa esta regla, se incrementará la cualidad sátvica de la mente, y eso será útil para la indagación del Sí-mismo.

13. Las impresiones residuales (ideas) de los objetos aparecen incesantemente como las olas en el océano. ¿Cuándo serán eliminadas?

A medida que la meditación sobre el Sí-mismo vaya elevándose, serán destruidos pensamientos e ideas.

14. ¿Es posible que las impresiones residuales de los objetos que vienen, por así decirlo, desde más allá del tiempo, se disuelvan, y que uno permanezca como el puro Sí-mismo?

Sin ceder a la duda ni preguntarse «¿es o no es posible?», uno debe atenerse persistentemente a la meditación sobre el Sí-mismo. Aun si fuera un gran pecador, no debe uno preocuparse y gemir, preguntándose cómo podrá salvarse, si es tan gran pecador; se ha de abandonar por completo la idea de «soy un pecador», para concentrarse intensamente en la meditación sobre el Sí-mismo; entonces, seguramente uno tendrá éxito. No hay dos mentes, una buena y otra mala; la mente no es más que una. Las que pertenecen a dos géneros, uno auspicioso y otro que no lo es, son las impresiones residuales. Cuando la mente está bajo la influencia de impresiones auspiciosas, se dice que es buena, y cuando sufre la influencia de impresiones poco propicias, se la considera mala.