Hermoso pecado - Kris Buendía - E-Book

Hermoso pecado E-Book

Kris Buendía

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Beschreibung

La ha Seducido & Atrapado y ahora es un... Hermoso pecado. Angel es el nuevo cliente de Hannah, y va a depender de ella para que desee entrar y quedarse en el mundo de la publicidad. Pero las relaciones laborales a veces vienen acompañadas de algo más, y pueden transportarlos a ambos a un mundo de seducción... y peligro.

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Copyright © 2017 Kris Buendia.

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

2a Edición, AGOSTO 2017.

 

HERMOSO PECADO

ISBN DIGITAL: 978-84-17228-83-5

Diseño y Portada: EDICIONES K.

Maquetación y Corrección: EDICIONES K.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

HERMOSO PECADO

 

 

 

 

 

 

 

KRIS BUENDIA

 

 

 

La ha Seducida & Atrapado y ahora es un… hermoso pecado.

 

 

 

SEDUCIDA

 

 

 

 

 

 

 

KRIS BUENDIA

 

 

 

ÍNDICE

 

Sobre la autora

Dedicatoria

Agradecimientos

Sinopsis

It's My Life

Always

Livin' on a Prayer

Wanted Dead or Alive

Bed of Roses

I'll Be There for You

Hallelujah

You Give Love a Bad Name

Have a Nice Day

Thank You for Loving Me

Runaway

Never Say Goodbye

Living in Sin

Born to Be My Baby

This Ain't a Love Song

Bad Medicine

In These Arms Keep the Faith

We Weren't Born to Follow

Misunderstood Make a Memory

Lay Your Hands On Me

Misunderstood

Roulete

 

Escucha a Bon Jovi mientras lees…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CROSSOVER

 

 

TRILOGÍA QUÉDATE CONMIGO.

&

TRILOGÍA LA PROFESIONAL.

 

2da Generación

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Y seguimos soñando…aunque esto no es un pecado, pero sí hermoso.

 

Agradecimientos

 

 

Hace dos años y medio que escribí la trilogía Quédate conmigo y en Septiembre se cumple un año de publicarse la trilogía de la Profesional. Recuerdo que todo comenzó con Brandon Barbieri, la novela estaba destinada a ser libro único y contado por él. Pero conforme iba tomando vida propia la historia, decidí cambiarlo y al final, fueron tres libros. Tres pequeños libros que me abrieron muchas puertas a sus corazones.       Se había publicado en un grupo de literatura romántica donde su descarga era legal y gratuita, supe entonces que la lectura no tiene fronteras, gracias por todo el constante apoyo desde entonces.

Siempre quise volver a releer la historia de Amy y Brandon y darles más de ellos, pero no sabía ni por dónde comenzar, así que mientras tanto, surgieron más historias y llegamos hasta Elaine y Aleksei. Ni en un millón de años me imaginé que a mis veinticuatro años estaría escribiendo novelas eróticas, así que dije ¿Por qué no?

Pidieron más sobre nuestro ruso favorito y lo tuvieron en un pequeño relato navideño, todavía no llegábamos al cierre tan inesperado y la navidad con el regalo perfecto lo hizo. Fue entonces cuando se me ocurrió la loca idea de unir las dos historias, pero que ahora fuesen sus hijos quienes nos enamoraran con su historia.

Espero haberlo logrado.

 

Kris Buendia

 

 

 

¿Conociste a la familia Barbieri?

Las gemelas Barbieri pertenecen al poder italiano.

Hannah es una empresaria exitosa y poderosa como su padre, fría, y controladora. Conoce el perfil de cada ser prestigioso que se mueve a su alrededor.       Dannah es una fotógrafa profesional importante.       Es rebelde y valiente como su madre, algo que Hannah no es. Ambas hermanas se complementan cuando quieren lograr algo. Pero no todo el tiempo podrán estar de acuerdo y más cuando se trata del amor.

¿Te dejaste atrapar por la familia Ivanović?

Los hermanos Ivanović pertenecen al poder ruso.

Angel Ivanović es un periodista y empresario importante. Su hermano menor, Aleksis está a punto de convertirse en un temido abogado como su padre.

Mezclar los negocios con el placer nunca había sido peligroso... Hasta ahora.

Angel es el nuevo cliente de Hannah, y va a depender de ella para que desee entrar y quedarse en el mundo de la publicidad. Pero las relaciones laborales a veces vienen acompañadas de algo más, y pueden transportarlos a ambos a un mundo de seducción... y peligro.

 

 

Déjate Seducir y Atrapar por este Crossover que mezcla las trilogías Quédate Conmigo y La Profesional.

2da Generación.

 

PREFACIO

 

Bien dicen que si mantienes los ojos cerrados nada puede dolerte, puedes ver a través de ellos y protegerte de lo que pasa afuera en el mundo.

Es verdad que cuando creces en cuna de oro, nada puede faltarte. Pero ¿Qué pasa si hay algo que no tienes y que el dinero no puede darte?

Hannah no quiere enamorarse solamente quiere heredar el trono de su padre y dirigir Barbieri Advertising. Dannah quiere conocer el amor, los negocios no son lo suyo, más sí la aventura y el romance.

Las gemelas Barbieri están listas para su nueva aventura, un nuevo socio en la compañía las tiene en la mira y depende de ellas que él quiera quedarse y entrar en su mundo. No es cualquier hombre, las gemelas pertenecen al poder italiano y él, al imperio ruso de su padre.

Angel Ivanović Croft es la esencia de su padre: Periodista, analista, empresario filántropo, heredero billonario, fuerte, inteligente, calculador y sobre todo uno de los hombres más jóvenes en ocupar el título de poder y ser temido por donde quiera que vaya.

Su hermano menor es todo lo contrario a él, es rebelde, y odia que lo traten como un niño.

A veces el pasado no se queda atrás, y si conociste la montaña rusa de estas dos familias, te darás cuenta que a veces la vida no viene con segundas oportunidades.

¿Cómo lo sé?

Fácil…

 

 

1

 

 

En dos mundos totalmente diferentes, con dramas y pruebas del pasado. Había algo que tenían en común dos familias:

El dinero.

La belleza.

El poder y

El deseo.

Aunque para Angel Ivanović ésta última no era problema para él. Ni tampoco lo fue para su padre, Aleksei Ivanović alías “El Camaleón” apodo que se había ganado por su mujer.

Pero ésa es otra historia.

Ahora su legado y una que otra manía la había heredado su hijo mayor de veinticinco años.

Angel no solamente heredó el carácter de su padre, sino, también la bondad y valentía de su madre, la ex agente de la CIA, Elaine Croft, y ahora la señora Ivanović.

Ahora no solamente era el hombre de la casa— Después de su padre y aunque a su hermano menor no le gustara—sino un hombre igual o más temido de negocios a tan corta edad.

Si pensabas que solamente los hombres podían ser poderosos detrás y frente a un escritorio, te equivocas.

Para Hannah Barbieri, de veinticuatro años, enfrentar a hombres poderosos como su padre— Brandon Barbieri alias “Cara dura” o como lo suele llamar su mujer “Póquer Face”—era lo más divertido del día.

Le encantaba humillar a los hombres que la catalogaban como una chica demasiado joven, rica y además hermosa.

Por eso, esa mañana cuando llegó a Barbieri Advertising, no se sorprendió al ver la pila de “posibles tratos” descansando sobre su escritorio. Oficina continúa a la de su padre, el gran jefe y gerente general de Barbieri Advertising.

Una de las empresas más grandes y prestigiosas a nivel mundial sobre publicidad. También era heredera de su línea de casinos y hoteles, pero lo que a Hannah más le apasionaba era la publicidad.

—Buenos días, señorita Barbieri—Saludó Taylor, su asistente personal, con un buen físico y algo más.

Hannah ignoró su sarcasmo de esa mañana, ya que la noche anterior, cuando ambos trabajan hasta tarde, no le importó a la señorita Barbieri, pedirle a su asistente, o más bien, darle la orden de hacerla que se corriera sobre su mesa, mientras se abría de piernas para él cuando le practicaba sexo oral.

—Está muy callada esta mañana—Continuaba.

Hannah giró hasta su silla de ejecutivo de cuero blanco, se sentó y a continuación cruzó una pierna sobre la otra. La falda de tubo negra que había elegido esa mañana era perfecta para esa posición.

—Necesito que leas esto por mí y dejes solamente a los candidatos fuertes—Rechazó su comentario, tomando el papel de lo que realmente era, su jefa. Le señaló la pila de carpetas negras que tenía en la esquina de su gran escritorio.

—¿Vas a ignorarme?—Preguntó Taylor.

Esta vez dejando el respeto sobre su jefa. No le gustaba la arpía que tenía enfrente esa mañana. Cuando la noche anterior, era toda una fiera ardiente y seductora.

—Tenemos trabajo—Respondió Hannah, sin verlo a la cara—:No tengo tiempo para distracciones o asistentes holgazanes.

—¿Distracciones?

Le importaba más esa palabra, haberlo llamado «holgazán» no le importaba, sabía que su trabajo lo desempeñaba bien, y no sabía que también acataría otro tipo de órdenes extra curriculares para mantener a su jefa contenta.

Taylor se dio por vencido, sabía que no ganaría nada discutiendo con ella. Había sido el trato, ambos son atractivos, y el fuego esa noche era ardiente, además, Hannah no era una chica común, no buscaba amor y mucho menos un compromiso, eso estaba en el pasado, dos años atrás para ser más exacta.

Cuando Taylor abrió la puerta, al fin Hannah levantó la mirada, diciéndole.

—¿Taylor?

Taylor la vio por encima de su hombro y se detuvo.

—Lo que pasó anoche—Sentenció apretando su bolígrafo—No volverá a suceder.

Taylor tragó. A diferencia de su jefa, él sí buscaba amor, y lo supo desde la primera vez que la miró. Era demasiado fiel para decírselo, sabía que ella jamás se fijaría en un simple asistente, con deudas que pagar por su recién licenciatura en la universidad. Por eso, cuando Hannah le devoró los labios la noche anterior, todo dentro de él se derritió, y ahora no entendía a la mujer con la que trabajaba.

Sin decir nada, cerró la puerta. Y como si nada hubiese pasado. Hannah revisó su agenda y tenía tres citas ese día y una junta con su padre. No le gustaba salir de la oficina, y mucho menos reunirse con su padre.

Optó por responder unos cuantos emails, ése era trabajo de su asistente, pero debido a lo ocurrido la noche anterior, entre menos lo mirara ese día, mejor. Aparentaba ser una mujer de hierro, pero la realidad era que moría de la vergüenza, si su padre se enteraba de eso, no solamente lo ofendería, sino también despedirían de inmediato a Taylor.

Cuando Hannah estaba a punto de salir de su oficina, alguien irrumpió enseguida sin tocar la puerta.

—¿Por qué no me sorprende?—Dijo Hannah, al saber de que se trataba de su hermana.

—Buenos días para ti también, hermanita.

Dannah, no solamente era la hermana de Hannah, sino también era su hermana gemela, eran idénticas y lo único que las diferenciaba era el cejo fruncido de Hannah, su ropa y carácter sexual, además de sus sueños.

—Buenos días.

Dannah se acercó a su hermana y le dio un beso y un abrazo. Había salido de viaje por dos semanas y la extrañaba, pero Hannah era demasiado fría para admitirlo, aun así, estaba feliz de verla.

—¿Se puede saber por qué no me llamaste mientras estaba en Dubai?—Exigió Dannah.

Su viaje se debía a su carrera, amaba las fotos al igual que su madre y ambas eran fotógrafas. Solamente que la señora Barbieri ahora se dedicaba a la beneficencia y le había pasado la cámara al cuello de su pequeña Dannah.

—Trabajo—Respondió a secas.

—¿Trabajo?—Preguntó decepcionada—Mi padre también trabaja, y él me llamó todos los días a cada segundo, fue algo irritante pero a la vez lindo.

Hannah puso los ojos en blanco.

—Sabemos cómo puede ser nuestro padre de intenso.

—Querrás decir controlador. El pobre no me dejaba en paz, y en cuanto el jet aterrizó, vine directamente acá para que vea que he regresado sana y salva.

—Pues mucha suerte—Hannah tomó su bolso— Me tengo que ir, debo ir a ver a tres clientes.

—¿Por qué no vienen ellos aquí?

—¿Tú qué crees?—Levantó la ceja—Órdenes de nuestro padre para que salga de esta oficina.

—Eso es una buena idea, vas a llenarte de arrugas si continuas sumergida aquí, debiste ir conmigo, he tomado unas fotografías espectaculares.

—Lo veré después, Dan. Me tengo que ir.

Dannah se dejó caer en la silla de su hermana. Lo de trabajar en una oficina jamás fue lo suyo, era demasiado aventurera como para dejar pasar la vida en cuatro paredes. Por eso amaba la fotografía. Y además, buscaba el amor.

—Ana vendrá este fin de semana—Anunció Hannah a su hermana—Dice que tiene nuevas noticias para nosotros, así que tenemos que aguantar a nuestro padre este fin de semana y a nuestra hermana mayor.

Ana, era su hermana seis años mayor. Otra aventurera, pero sentó cabeza cuando inesperadamente se casó en las vegas con su novio de la infancia.

Un buen hombre y además, la familia de él era amiga de la familia Barbieri, por lo que todos pensaron que sería más fácil que su padre la perdonara por fugarse, pero no fue así.

Desde muy pequeña siempre la sobreprotegió. La había amado como a su hija, cuando realmente era su sobrina, hija de su hermano difunto, y además su gemelo idéntico, Brody Barbieri. Pero ésa también es otra historia, y una muy triste.

Se resume que el pasado de Brandon Barbieri y su esposa, Amy, casi se ve destruido por su delincuente hermano. Todo terminó en una gran tragedia, Ana era demasiado joven para recordarlo, y las gemelas ni siquiera habían nacido. Aun así, todo terminó en un gran final feliz, y al final, Brandon no tuvo otro remedio que aceptar que Ana, ya era toda una mujer, y además felizmente enamorada.

—      Todos los Barbieri reunidos, será algo divertido.

Dannah se quedó por unos minutos más en el despacho de su hermana. Vio a su alrededor y no sintió envidia alguna por la importante empresaria en que su hermana se había convertido. Más sin embargo, había algo que siempre admiraba de ella y era lo fuerte que aparentaba ser.

Dannah era muy sensible, aventurera, risueña y valiente. Hannah no, no lloraba, no lo hacía desde algún tiempo. No desde que su prometido murió en un terrible accidente automovilístico. Mismo coche donde ella iba con él, pero que solamente uno sobrevivió al final.

Dannah al recordar cómo lucía su hermana esa noche en el hospital, hizo que se le humedecieran los ojos.

Sabía que esa pérdida seguía afectándole, y ése era el origen a su mal humor, a su seriedad y frialdad con la que vivía la vida.

No era fría con ella, ni con su madre. Solamente lo era con cada hombre que conocía, y de eso no se salvaba ni siquiera su padre. Ese pensamiento hizo que Dannah se pusiera de pie y saliera del despacho de Hannah, se dirigió al despacho de su padre. Tocó una vez y escuchó la voz ronca y acento italiano de su padre.

—¡Sorpresa!—Gritó Dannah en italiano, entrando a la oficina.

Su padre sonrió de oreja a oreja, sus arrugas no le impedían que siguiera luciendo todavía como un hombre de treinta y tantos. Ahora estaba en sus cincuentas y seguía luciendo como un modelo italiano recién sacado de una revista.

—Mi pequeña—se acercó a ella y extendió sus brazos.

La abrazó y Dannah hundió su cabeza en el duro pecho de su padre e inhaló su aroma, le encantaba el perfume de su padre y sentirse protegida entre sus brazos.

—Te he extrañado mucho, papá— Dijo—Aunque eres un dolor en el…

—Lenguaje—Le advirtió y ella sonrió. Le gustaba molestarlo, y una de las cosas que él odiaba eran los tacos y que las mujeres de su vida maldijeran.

—Te quiero, señor—Dijo entre risas y Brandon sonrió.

Su hija tenía un sentido del humor único y siempre lo hacía sonreír.

—También te quiero, mi pequeña comediante.

¿Qué tal el viaje? Debes estar cansada, le diré a Leo que te lleve a casa.

—Oye, tú me dijiste que querías verme en cuanto el jet aterrizara. No estoy cansada, pero encantada de irme contigo a casa. ¿Qué te parece si me llevas a almorzar primero?

—Faltan tres horas para eso, Dannah.—Respondió viendo el Rolex en su muñeca izquierda.

—No importa, puedo quedarme mientras a acompañarte, dormiré en el sofá.

—Mírame—Se separó un poco de ella y la tomó del rostro—¿Qué sucede? Nunca has dormido en ese incómodo sofá, además tu madre debe estar en casa esperándote.

Brandon conocía a sus hijas, incluso más lo que se conocían a sí mismas. Dannah intentó sonreír pero falló.

—Nena, no me asustes—Brandon se alarmó cuando los ojos de su hija se apagaron y la sonrisa desapareció de su rostro.

—Es solamente que estoy preocupada por Hannah, no me llamó nunca cuando estuve en Dubai y eso solamente significa una cosa.

Brandon asintió.

—El aniversario de Miles—Concluyó.

Era su segundo aniversario, no solamente de su muerte, sino también de casada si él no hubiese muerto. Hace un año vieron el cambio de Hannah, se sumergió en trabajo hasta por largas horas, quién sabe dónde dormía porque tampoco llegaba a casa y al día siguiente la encontraban de nuevo en su oficina llevando al pie de la letra cada orden laboral que su padre le daba.

—Todo estará bien, nena.—Le dijo su padre— No la vamos a perder… no de nuevo.

 

2

 

Hannah debía reunirse con el tercer cliente del día. Nada más y nada menos que un almuerzo en el Beverlly Hills Hotel.

Pax, su fiel acompañante también el chofer y guardaespaldas de Hannah, abrió la puerta para ella y salió. Poniéndose sus gafas de sol, tomando su portafolio y bolso como toda una profesional que era.

—Gracias, Pax.

Éste asintió y la acompañó hasta el interior del hotel. Llegó hasta el restaurante donde la estaban esperando. El caballero se puso de pie y le tendió la mano.

—Aaron Carter—Se presentó—Espero no haya sido demasiado que nos reuniéramos aquí, pero el vino blanco de Beverlly Hills es el mejor.

—Hannah Barbieri—Sostuvo fuerte su mano— ¿Vino a esta hora del día?

Hannah conocía muy bien las intenciones de todos los hombres que trataba.

No era la primera vez que un posible cliente la citaba en un hotel y la invitaba una copa. Cinco copas más y era el pase libre para subir a una suite y perderse en el mejor sexo casual del día.

Pero Hannah no era así, nadie la elegía, ella era quien los elegía a ellos.

Aaron sonrió. Sabía a quién estaba tratando, la había investigado lo suficiente, no solamente a ella, sino también a su padre.

Sabía que estaba en territorio peligroso, pero lo irónico era que no tenía esas intenciones con Hannah, no a la primera cita. Aunque sea de negocios.

Primero eran los negocios y aunque no había mujer que se resistiera a Aaron Carter, el mismo heredero de grandes líneas de perfumería alrededor del mundo.

Es por eso que cuando Hannah descubrió que Carter’s & Carter’s quería que Barbieri Advertising fuese quien se encargara de su publicidad, no se sorprendió en absoluto.

Eran los mejores en publicidad alrededor del mundo. Pero con lo que no contaba era que Aaron era más atractivo en persona que en fotos.

—Cualquier excusa es buena para un buen vino y una buena compañía.

—Estoy celosa por el orden de esa oración— Dijo Hannah con sarcasmo.

Aaron suspiró. Sabía que sería una tarde un poco larga. Y lo mantendría todo bajo el nivel de profesionalismo. Aunque cuando miró venir a Hannah con esa falda negra tubo, blusa rosa, cabello castaño largo y su andar de mujer peligrosa.

Podía enamorarse de ella solamente con verla y escucharla hablar.

—Debo admitir que sería todo un honor para Barbieri Advertising tenerlo como uno de nuestros clientes potenciales—Empezó Hannah a decir— Carter’s & Carter’s es una línea que nos encantaría llevar más allá de la cima, nuestra propuesta es la siguiente…

—Siempre eres así— Interrumpió y Hannah no se sorprendió que empezara tan rápido a tutearla.

—¿Directa en los negocios? —Preguntó y Aaron asintió—Mi padre me enseñó a hacerlo. ¿Continúo?

Aaron volvió a sonreír y asintió de nuevo con la cabeza.

—Barbieri Advertising desaparece viejas campañas de dicha marca y nombre comercial para hacer un cambio totalmente radical y no confundir al consumidor con viejas estrategias.

Aaron la observaba, tenía razón, era demasiado profesional, tanto que se olvidó por un momento que estaba frente a una mujer peligrosamente atractiva y se concentró en negocios.

Al menos por ahora.

Le hizo seña al mesero y sirvió el vino. Hannah se limitó a tomar un sorbo de agua mineral y puso su móvil sobre la mesa.

—Identificamos nuevo público objetivo, determinamos las estrategias publicitarias y elegimos qué tipo de publicidad queremos.

Hannah se sabía todo de memoria, siempre las marcas buscaban el mismo objetivo, aunque no las mismas estrategias, pero de eso se encargaba el departamento de imagen. Ella solamente les ofrecía sus servicios y cerraba los tratos.

—Me gustaría mucho que la imagen fuese intensa, sexy, provocadora pero suave.—Dijo Aaron y Hannah tomaba nota mental de sus palabras porque ya sabía hacia donde se dirigía—Así como tú.

—Dudo mucho que se venda algo con una imagen como ésa, pero podemos intentarlo.

Ignoró por completo ese comentario coqueto de él.

—No se diga más, señorita Barbieri—Aaron tomó un sorbo de su copa de vino y Hannah sonrió para sus adentros.

Su padre estaría orgulloso de ella, no era que ya no lo estaba.

Pero al menos estaría tranquilo por un buen tiempo de que su hija no se estaba desviando del camino como se lo hacía saber a cada segundo.

—¿Es un trato?—Preguntó apenas sonriéndole.

—Es un trato desde que aceptó reunirse conmigo esta tarde. No necesita explicarme más. Deme una fecha y yo mismo me reuniré con su equipo, me gustaría mucho conocer a Brandon Barbieri, estoy seguro que recuerda a mi padre.

—Le diré a mi asistente que se ponga en contacto con usted, señor Carter.

—      Llámame Aaron y por favor, tutéame.

Hannah se puso de pie y Aaron también, le tendió la mano y volvió a ponerse las gafas de sol.

—Y por favor. No vuelva a coquetear conmigo.

Él sonrió y la vio andar, hasta que la perdió de vista.

«Creo que estoy enamorado» Pensó en burla y terminó la copa de vino que Hannah que no tocó. No iba a desperdiciar un buen vino.

Por otro lado, siendo Beverly Hills un hotel cinco estrellas. Personas como Hannah o Carter no eran los únicos que decidieron ir esa tarde.

Pero a diferencia de Angel Ivanović él no estaba ahí por negocios.

Bajó las escaleras, y acomodó su corbata, aunque aún llevaba el labial rojo de la rubia que dormía en la suite de arriba en su cuello.

De pronto se detuvo y como si fuese un lobo hambriento, el aroma de un perfume de mujer entró en sus fosas nasales, no era cualquier aroma, no era dulce, ni fuerte. Era peligroso, adictivo y hasta pecaminoso.

Pensaba que había saciado su deseo la noche anterior con una de sus chicas, pero estaba equivocado,

El deseo no solamente era en su entrepierna, había algo más, solamente que no sabía el qué.

«Debo dejar de tomar» Pensó y continuó bajando a toda prisa, hasta que se tropezó con alguien, haciéndola caer al suelo.

—¡Ay!—Se quejó Hannah.

Angel maldijo en voz baja, pero cuando sintió que ese aroma estaba más cerca se dio cuenta que la mujer que había mandado al suelo, era de dónde provenía.

—Y una mierda—Dijo Angel en voz baja.

—¿¡Acaso no te fijas por donde vas, lobo!?—Dijo mientras continuaba en el suelo.

«¿Lobo?» Se preguntó a sí mismo. Seguramente esa mujer no sabía con quién se estaba metiendo.

Intentó ayudarla, pero Hannah le pegó en la mano, rechazándolo, se puso de pie como pudo y se quitó las gafas de sol para enfrentar a quien se atrevía a arrojarla al suelo.

—¿Acaso no tienes ojos?—Le preguntó y maldijo al mismo momento en que hizo la pregunta.

Por supuesto que tenía ojos, y unos ojos verdes muy hermosos que tomaron el color gris de inmediato.

«Por Dios, realmente es un lobo»

Ivanović sonrió pasa sí mismo, su ego se lo permitía. Al ver a la mujer que tenía enfrente, segura de sí misma, atractiva, seria y peligrosa.

«Totalmente deliciosa» Estuvo a punto de decir, pero se contuvo.

—Angel Ivanović— Le tendió la mano y Hannah vio su tamaño, grande, limpia y fuerte.

Por supuesto que sabía quién era Angel Ivanović. Y dudaba mucho que él no supiera quién era ella.

Ambos eran herederos de hombres sumamente importantes alrededor del mundo, además de importantes, peligrosos y ricos.

Ignoró su presentación y levantó su bolso del suelo. Angel la imitó y se adelantó a levantar su portafolio. Como lo sospechó, ella se lo arrebató de las manos y giró para salir de la presencia de ese hombre joven que jamás esperó encontrárselo de frente y mucho menos en esas circunstancias.

—¡Oye!— La siguió Angel y la tomó del brazo, impidiendo su huida—¿Por qué tan deprisa? vas a caerte en esos sexys zapatos de tacón.

Angel Ivanović tenía una manera sin filtro para acercarse a las mujeres, y más aquellas de su misma clase social. Hannah por otro lado, odiaba a tipos como Angel, mujeriegos, con gran sentido del humor, y además atractivos, tan atractivos que empezaba a sentir calor y no era debido al sol de esa tarde.

—¿Todo bien, señorita Barbieri?—Pax apareció y fulminó con la mirada a Angel, aún sostenía el brazo de Hannah, la soltó de inmediato y metió sus manos en los bolsillos esperando que la señorita se dignara a verlo a la cara.

—Todo bien, Pax.—Respondió y miró a Angel.

Le dedicó una mirada de pies a cabeza, Angel no apartó en ningún momento la mirada de ella y además lo estaba volviendo loco su perfume. Jamás había sentido ese aroma en una mujer. Tenía ganas de restregar su nariz por todo su escote y quedarse a vivir ahí eternamente, realmente lo estaba matando.

Y eso jamás sucedía.

—La próxima vez que tumbes a una mujer— Masculló Hannah y prosiguió—: Procura que hayan pasado más de doce horas desde que lo hiciste con otra.

Tocó la marca de labial en su cuello y se puso los lentes de sol.

Angel quedó sin decir una sola palabra. Se sentía avergonzado por ello, pero eso no le impidió a que se acercara nuevamente a ella y abriéndole la puerta del coche le susurró:

—La próxima vez que te tumbe será en mi cama.

Hannah se acaloró, pero no le dio tiempo de protestar o cantarle su par de cosas porque Angel giró y su auto último modelo esperaba por él. Hannah subió al auto y escuchó solamente cuando Angel aceleró y se perdió en el tráfico.

¿Qué demonios había sido eso?

Por primera en mucho tiempo, Hannah estaba sonriendo por ese loco encuentro.

—¿Se encuentra bien, señorita?—Preguntó Pax, viéndola por el retrovisor.

Hannah dejó de sonreír y tomó la misma postura de cara dura al igual que su padre.

—Sí, a la oficina, por favor.

 

3

 

Cuando Hannah llegó a la oficina, Taylor le avisó sobre la junta con su padre. Tenía solamente cinco minutos para recuperar la compostura y entrar a la sala de juntas donde solamente el cara dura la esperaba.

Mientras tanto, el teléfono de su oficina sonó y ella respondió:

—Taylor, dile a mi padre que en un momento iré.

—Es sobre otra cosa, señorita Barbieri.

—¿Qué sucede?—Preguntó.

—Tiene un envío, ¿Se lo hago pasar o espero a que salga de la junta?

No solamente que tomara su rol asistente la sorprendía, también su tono de voz.

—Está bien, tráelo.

A los pocos segundos la puerta se abrió y Taylor traía consigo un ramo de calas color rosa. Aquello era precioso que hizo que Hannah dejara caer su bolígrafo y se acercara a Taylor.

—Se ven caras—Taylor aludió con espina.

Las puso sobre la mesa de su jefa y esperó a que ella leyera la tarjeta escondida entre el gran ramo. Hannah abrió el pequeño sobre y miró una caligrafía perfecta en color negro que decía:

΅ Recuerda: …rodeada de muchas de ellas΅

 

—La próxima vez que te tumbe será en mi cama.

Hannah recordó esas últimas palabras que le dijo.

«Llevarme a su cama rodeada de muchas calas rosas» Concluyó.

De ninguna manera caería en su juego sucio. Qué inmaduro era, estaba loco.

Un loco de remate que se atrevía a mandarle flores. Hannah tomó en puño la tarjeta pero disimuló su enfado acalorado y se dirigió a Taylor.

—¿Mi padre ya se encuentra en la sala de juntas?—Preguntó más seria de lo normal, aunque estaba más roja que un tomate.

—Sí—Respondió enseguida Taylor, abrió la puerta para ella y ambos salieron.

Hannah metió la tarjeta en su chaqueta y se olvidó por completo de todo. Debía concentrarse para enfrentar a su padre. Esas reuniones solamente significaban una cosa.

Intervención Barbieri.

—Buenas tardes, papá.

Hannah entró y su padre estaba serio como de costumbre, porque sonreírle a su hija parecía que era pecado hacerlo. Siempre le dirigía una mirada igual de cara dura que la de él.

—Buenas tardes, pequeña.

Ella se sentó cerca de él y esperó a que fuese él quien empezara a hablar, ya sabía más o menos de qué se trataba todo el embrollo de la junta.

—¿Qué tal tu tarde?—Preguntó.

—Lo mismo de siempre ¿Y la tuya?

De nuevo, no era extraño sus respuestas a medias. Y no porque se encontraran en el trabajo, era lo mismo también en casa, solamente Amy, su madre era capaz de sacarle más de tres palabras, hacerla sonreír e incluso que se mostrara cariñosa.

Brandon sonrió para sus adentros, extrañaba a su mujer, a la que llamaba de igual manera.

Su pequeña.

—Salí a almorzar con Dannah, recibí una llamada de Ana también, parece que vendrán a casa. ¿Sabes algo sobre esa sorpresa que quiere darnos?

—No tengo idea, ya sabes cómo es Ana de misteriosa.

—Todas mis hijas lo son, aunque tú eres la más misteriosa de todas.

Hannah tragó una bola de aire, su padre no era malo con ella, pero lo respetaba lo suficiente para tenerle miedo. No quería fallarle nunca, y hasta ese día, no lo había hecho.

—¿Puedes decirme por qué no cerraste trato con esta persona?

Puso una carpeta negra enfrente de ella y Hannah maldijo para sí.

—Puso una mano en mi pierna.

—¡¿Qué hizo qué?!—Gritó—¡Voy a matarlo!

—Papá—Dijo Hannah—Es broma, tranquilízate.

—No juegues conmigo, Hannah Rose Barbieri.—Le advirtió su padre con una mano en su pecho—Ese modo tuyo todavía no me acostumbro a él, no se sabe si estás bromeando o hablando en serio.

—Los señores Peterson querían que una campaña promocional, estuviese valorada en tres, durante tres meses y hasta un año.

Le dije cuáles eran nuestras políticas, no querían deshacerse de sus viejas promociones como está estipulado como política principal, prácticamente son tan tacaños como lo son de ricos.

No perdí mi tiempo con ellos, además, su línea de ropa interior da comezón.

Brandon analizó su respuesta. Es lo que él le enseñó.

No se aceptan negociaciones de ese tipo y ya había conocido a los Peterson anteriormente. Su hija tenía razón, prácticamente querían una campaña masiva de manera gratuita cuando tenían el dinero suficiente para poder pagarse una, aunque jamás sería de la misma calidad de Barbieri Advertising.

De nuevo, arrojó otra carpeta.

—Sus productos no son buenos, ni con toda la publicidad del mundo podrán vender.

Hizo lo mismo con otra última.

—No querrás saber el tipo de cierre que quería.

Brandon volvió a maldecir, no era la primera vez que se interesaban de esa forma con su hija. Ella era muy buena en lo que hacía y siempre se daba su lugar, aun así, a Brandon no le gustaba que vieran a las mujeres de su vida con otros ojos que no fuesen de respeto.

—Increíble—Se recostó en su silla y suspiró— ¿Puedo saber cómo te fue en los de hoy?

—Cerrados— Le sonrió esta vez—Tenemos: Un importante concesionario, línea de ropa juvenil y perfumería.

—¿Carter’s & Carter’s?—Preguntó sorprendido. Había esperado mucho tiempo trabajar con ellos.

—Así es, me reuní con Aaron Carter hoy en el Beverlly Hills, pronto querrá reunirse contigo, dice que tiene muchas ganas de conocerte.

—      Y yo a él—Asintió—Buen trabajo, hija.

—Gracias, papá.

—Y sobre lo otro—Hizo una breve pausa—¿Qué te parecen unas vacaciones?

Viajar con tu hermana, no lo sé, algo que no me haga enfadar como los buitres viéndote con otros ojos que no sean de respeto.

—Amo mi trabajo como sé que tú lo amas, no te conozco por machista, papá. No vas a hacerme cambiar de opinión, cerrar tratos es lo mío, tengo buen ojo. Que ellos quieran propasarse conmigo no me detiene para seguir adelante, no soy ninguna niña, sé defenderme.

—Ese es el problema, Hannah. No quiero que te andes defendiendo en la vida. Eres joven, hermosa y muy inteligente, puedes hacer muchas cosas.

Desde muy joven cuando saliste de la universidad me pediste que te enseñara, pero jamás me imaginé que quisieras esto para tu vida. Quiero algo mejor para ti.

—Trabajo en tu empresa—Masculló ofendida—Para mí es lo mejor, trabajar contigo. Yo no soy Dannah ni Ana, papá. Aunque no te guste tú y yo nos parecemos, lo mío son los negocios. Es lo que es.

—Entonces serás la directora de Marketing y no la vicepresidenta, cualquier cosa para que no tengas que lidiar con hombres abusivos, que por creer que eres joven y hermosa, pueden poner sus ojos donde no deben.

—No soy una mujer débil.

—No estoy diciendo que lo seas.

—Si haces eso que dices, me iré para siempre de Barbieri Advertising, no puedes hacerme esto, es mi trabajo, soy buena en ello, he cerrado tratos con los mejores nombres comerciales, papá.

—Y estoy orgulloso de ello, pero no de la mujer en la que te has convertido.

El corazón de Hannah se sacudió y miró hacia otro lugar menos a los ojos azules de su padre.

Brandon por otro lado, se dio cuenta de su error. Él sabía perfectamente el origen de la frialdad de su hija.

No era por trabajo, no era por hombres abusivos, era por la muerte de Miles.

—Mejor dime realmente a qué viene todo esto, porque dudo mucho que quieras que me vaya, ve al grano, papá.

—Desde lo de Miles estás así, casi no nos hablas, pasas horas metida en ese despacho, tu madre está preocupada, tus hermanas también… yo estoy preocupado.

Esto último lo dijo con voz ronca. Hannah buscó su rostro y se dio cuenta que tenía razón. Pero era demasiado orgullosa para admitirlo o incluso decirlo.       No solamente el duelo vino después de la muerte de Miles, también la decepción y otras cosas más que no podía decirle a sus padres.

—Con que de eso se trata—Dijo en voz baja y se puso de pie.

—Ven acá, Hannah, no he terminado de hablar.

Hannah se dio la vuelta y lo enfrentó:

—Tú no, pero yo sí. Por lo tanto, me voy tengo que t.r.a.b.a.j.a.r.

—El sarcasmo no te da, pequeña.

—Ni a ti lo mandón, padre. Ya es momento de que dejes de meterte en mi vida, la de Dannah e incluso la de Ana. Tiene treinta y todavía quieres que te llame dos veces por semana.

Otro golpe bajo. Brandon se puso de pie y llegó a grandes zancadas donde su hija.

—Cuando estás a punto de perderlo todo o incluso cuando lo pierdes, la vida te enseña en que no importa la edad que tengas o tengan los demás, lo valoras, lo atesoras y siempre, siempre quieres tenerlo cerca.

A Hannah se le pusieron los ojos aguados y se contuvo de decir una palabra cuando su padre continuó:

—Parece que tú no aprendiste nada con la muerte de Miles, tuvo el efecto contrario, eres fría, ves a los demás como si se trataran de tus enemigos, cuando el enemigo eres tú misma. No quiero ni pensar en que me estás ocultando algo porque tarde o temprano lo averiguaré y lo sabes. Así que más te vale que algún día me lo digas.

—No…

—Ten un buen día, pequeña—La interrumpió. Besó su frente y salió de la sala con el corazón en la mano. Odiaba ver a su hija de esa forma      . Pero tarde o temprano llegaría a él, siempre lo hacía. Era una copia exacta a él, tan iguales, que por eso no coincidían, pero otras veces acertaban. Ese día era uno en los que no podían ni verse sin herirse y antes de que Brandon dijera algo con lo que pudiera quebrar el corazón de su pequeña, le dio el beneficio de la duda y continuó su día.

 

 

 

4

 

Por otro lado, Angel Ivanović, mientras conducía su lujoso Aston Martin, no dejaba de pensar en aquellos ojos verdes de aquella mujer joven, pero que la mirada era como la de una vieja resentida. Soltó una carcajada para sí mismo sólo de pensarlo. Ella no tenía idea de lo que le esperaba.

Llegando a Black Empire, llevaba también un ramo de rosas blancas, esta vez para su madre, quien era la gerente general y propietaria de una de las revistas más influénciales a nivel internacional, sobre sus temas crudos de política y sociedad.

A diferencia de su padre y él. Nunca quiso seguir la carrera de Derecho y convertirse en un abogado como él. Más bien le apasionaba el periodismo, siendo el mejor de su clase y ahora, director de la revista de su madre.

Angel a pesar de tener solamente veinticinco años, no solo era el representante directivo de su madre, también lo era de todo el imperio Ivanović, casinos, hoteles, concesionarios, bares, eran algunos de ellos. Pero lo que más amaba Angel, era ser el primero en leer la columna titulada: “El lente clandestino” escrito por su madre especialista en comunicaciones.

—Señor Ivanović—Lo saludaban todos.

Angel podía ser risueño, controlador, pícaro y sensual, decidido, directo sin filtro, pero no con todo el mundo y mucho menos en el trabajo. Se limitaba solamente a saludar como su madre le había enseñado y sobre todo no coquetear con el personal.

Algo que a veces no lo podía evitar. Pero además, era un hombre demasiado selectivo como para que pusiera sus ojos en cualquier mujer.

—Buenas tardes, Donna.

Cuando Angel estuvo a punto de entrar en el despacho de su madre:

—Alto ahí, Angel Ivanović—Lo detuvo Donna.

La asistente de su madre y también de él. La única mujer que no se dejaba deslumbrar por él. Y además era como la hermana mayor que nunca tuvo.

—Llegas tarde—Le señaló el reloj de la pared y Angel puso los ojos en blanco. Sabía que llegaba tarde, pero no era culpa de él, era culpa de la rubia que seguramente ya había despertado disgustada por no encontrar a Angel por ningún lado.

Angel no dormía con sus conquistas de una noche y mucho menos en un hotel. Es por eso que a mitad de la noche, tomó su ropa y se quedó a dormir en la habitación de al lado. Cuando despertó, recordó la junta que tenía con su madre y fue por eso que bajó las escaleras hecho un rayo, aunque de eso no se arrepentiría por nada del mundo. Sin su prisa, jamás hubiese tumbado en el suelo a aquella chica de cabello castaño, silueta de infarto y ojos fulminantes.

—Lo siento, Donna.—Se acercó a la mujer que le llevaba un poco más de su edad y la besó en la mejilla.

—Ya deberías de saber que tus besos no me convencen, pequeño bastardo. Llegas tarde y tu madre ha preguntado por ti toda la mañana. ¿Se puede saber dónde…

Hizo una pausa y vio el brillo labial rojo en el cuello de Angel. Respiró profundo y le tomó de la mano, arrastrándolo con ella, hacia la oficina de éste.

—Wow, Donna, pensé que no era tu tipo—Se burló cuando ésta empezó a quitarle la camisa—Déjame invitarte una copa primero, nena.

Donna lo fulminó con la mirada, llegó hasta el closet de Angel y sacó una nueva camisa, perfectamente planchada y además limpia y se la tiró en la cara.

—Cámbiate, pareces un prostituto mal pagado.

—Íbamos tan bien—Se burló de nuevo.

Donna puso los ojos en blancos esta vez y salió de su despacho. Angel sonrió y le agradeció al mundo por tener personas como Donna. Prácticamente era como una segunda madre por cómo se preocupaba por él, pero también era su mejor amiga, la única mujer hermosa en la cual no se fijaría, no era que antes no lo haya intentado. Pero era una guerra perdida. Donna inmediatamente se había convertido en alguien fundamental en la vida de él y de su madre, guardaba secretos y siempre estaba salvándole el trasero.

Como ese día.

Cuando Angel por fin, se cambió, peinó su cabello. Ahora lucía totalmente diferente, como el profesional que era y que su madre esperaba que siempre fuese. Salió de su despacho y se detuvo frente a Donna.

—Ahora ve con tu madre— Le ordenó—Y me debes una copa.

Le hizo un guiño y tocó la puerta de su madre, entrando al mismo tiempo.

Ahí estaba la mujer que le había dado la vida. Una mujer ahora en sus cincuentas un par de años menor que su padre. Cabello negro, ojos verdes igual a los de él y una sonrisa de un millón.

—Camaleoncito—Lo saludó su madre y Angel respiró profundo para no reírse. Se había rendido que su madre lo dejase de llamar así.

—No pongas esa cara—Dijo Elaine—Cuando eras pequeño no dejabas que nadie te llamara «Angel», sino «camaleón.»

—Tenía cinco años, madre—Refunfuñó Angel— Deja de torturarme.

Continuó abrazándola hasta que ésta se quejó. A veces su hijo podía ser muy intenso.