Héroes - Franco "Bifo" Berardi - E-Book

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Franco »Bifo« Berardi

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¿Qué relación hay entre el capitalismo y la salud mental? En este volumen, su libro más inquietante hasta la fecha, Franco "Bifo" Berardi se embarca en un estimulante viaje a través de la filosofía, el psicoanálisis y recientes acontecimientos en busca de las raíces sociales de la enfermedad mental de nuestra época. Mediante el relato de una serie de horrores –el asesino, Joker, de Aurora; Anders Breivik; las masacres de las escuelas americanas; la epidemia de suicidios en Corea y Japón; y la última avalancha de los suicidios de "la austeridad" –, Héroes se adentra con bravura en las regiones más oscuras de la obsesión contemporánea por competir y estar hiper-conectados. Este volumen corona cuatro décadas del trabajo intelectual radical de Berardi, que desarrolla percepciones psicoanalíticas de su amigo Félix Guattari y propone una ironía distópica como estrategia para desembarazarnos del fatídico abrazo del capitalismo absoluto. Bifo es un maestro del activismo global en la era de la depresión. Su misión es analizar el capitalismo real de nuestros días. Que el lector respire entre estas páginas la desesperación de las revueltas y disfrute con este "trabajo de lo negativo". Geert Lovink, Fundador y director del Institute of Network Cultures "Entre quienes diagnostican los males de nuestra época, Berardi es sin duda de los más agudos." Slate "¿Busca algo que vaya más allá de la superficie de las cosas?... en última instancia, Bifo aboga por el poder ilimitado de la imaginación y la ironía como los únicos antídotos en un mundo que urge reconstruir desde cero." Bookslut

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Akal / Pensamiento crítico / 54

Franco «Bifo» Berardi

Héroes

Asesinato masivo y suicidio

Traducción: Pilar Cáceres

¿Qué relación hay entre capitalismo y salud mental? En este volumen, su libro más inquietante hasta la fecha, Franco «Bifo» Berardi se embarca en un estimulante viaje a través de la filosofía, el psicoanálisis y recientes acontecimientos en busca de las raíces sociales de la enfermedad mental de nuestra época.

A través del relato de una serie de horrores –la matanza perpetrada por Anders Breivik, las masacres en escuelas norteamericanas como Columbine, la epidemia de suicidios en Corea y Japón, o la última avalancha de suicidios de «la austeridad»–, Héroes se adentra con bravura en las regiones más oscuras de la obsesión contemporánea por competir y estar hiperconectados. Este volumen corona cuatro décadas del trabajo intelectual radical de Berardi, que desarrolla percepciones psicoanalíticas de su amigo Félix Guattari y propone una ironía distópica como estrategia para desembarazarnos del fatídico abrazo del capitalismo absoluto.

«Bifo es un maestro del activismo global en la era de la depresión. Su misión es analizar el capitalismo real de nuestros días. Que el lector respire entre estas páginas la desesperación de las revueltas y disfrute con este “trabajo de lo negativo”.» Geert Lovink, fundador y director del Institute of Network Cultures

«Entre quienes diagnostican los males de nuestra época, Berardi es sin duda de los más agudos.» Slate

«¿Busca algo que vaya más allá de la superficie de las cosas?... en última instancia, Bifo aboga por el poder ilimitado de la imaginación y la ironía como los únicos antídotos en un mundo que urge reconstruir desde cero.» Bookslut

Franco «Bifo» Berardi, fundador de la mítica Radio Alice en 1976 y uno de los miembros más destacados de la Autonomia italiana, es filósofo y psiconauta, investigador y activista de los medios de comunicación. Entre sus libros publicados en castellano, donde aborda cuestiones tales como las transformaciones del trabajo y los procesos de comunicación bajo el capitalismo avanzado, destacan La fábrica de la infelicidad: nuevas formas de trabajo y movimiento global (2003); Máquina imaginativa no homologada (2004); El sabio, el mercader, el guerrero: del rechazo del trabajo al surgimiento del cognitariado (2007), Generación Post-Alfa. Patologías e imaginarios en el semiocapitalismo (2007), La sublevación (2013), Félix. Narración del encuentro con el pensamiento de Guattari, cartografía visionaria del tiempo que viene (2013) o Después del futuro. Desde el futurismo al cyberpunk. El agotamiento de la modernidad (2014).

Diseño de portada

RAG

Motivo de cubierta

Antonio Huelva Guerrero

Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el art. 270 del Código Penal, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes sin la preceptiva autorización reproduzcan, plagien, distribuyan o comuniquen públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, fijada en cualquier tipo de soporte.

Nota editorial:

Para la correcta visualización de este ebook se recomienda no cambiar la tipografía original.

Nota a la edición digital:

Es posible que, por la propia naturaleza de la red, algunos de los vínculos a páginas web contenidos en el libro ya no sean accesibles en el momento de su consulta. No obstante, se mantienen las referencias por fidelidad a la edición original.

Título original

Heroes. Mass Murder and Suicide

© Francesco Berardi, 2015

© Ediciones Akal, S. A., 2016

para lengua española

Sector Foresta, 1

28760 Tres Cantos

Madrid - España

Tel.: 918 061 996

Fax: 918 044 028

www.akal.com

ISBN: 978-84-460-4360-7

AGRADECIMIENTOS

Quisiera expresar mi gratitud a algunos amigos que, de manera consciente o no, me han ayudado a escribir este libro.

Gracias a Marco Magagnoli, o Mago, como se le conoce por su telepática inspiración. Gracias a Max Geraci por ayudarme a encontrar sentido a la colorida oscuridad. Y gracias a Federico Campagna por su amistad y sus innumerables sugerencias.

CUATRO APUNTES A MODO DE PRÓLOGO

1

Decidí escribir este libro en julio de 2012, después de documentarme sobre el tiroteo ocurrido en Aurora, Colorado, en una sala de cine donde se estaba proyectando la última película de Batman. Una mezcla de repulsión y fascinación perversa me ha llevado siempre a leer de manera voraz sobre los artífices de este tipo de asesinatos masivos, al parecer cada día más frecuentes, sobre todo en Estados Unidos. Pero fue a partir de James Holmes y la matanza de Aurora cuando me puse a escribir sobre este asunto. Mi atracción por el tema no residía en la violencia ni en el hecho absurdo de que las armas estén al alcance de cualquier persona con problemas mentales en aquel país. Es una realidad que se nos ha vuelto demasiado familiar. Más inquietante me resultaba, en cambio, la densidad metafórica de un acto del que podría decirse que disuelve la frontera entre el espectáculo y la vida real (o la muerte real, que viene a ser lo mismo). Dudo que James Holmes hubiera leído a Guy Debord. Las acciones de la gente no suelen apoyarse en los textos fundamentales. Aun así, el gesto de Holmes recordaba al situacionismo. Su acto convocaba y volvía a poner monstruosamente en escena toda la historia de las vanguardias del siglo xx. Los dadaístas querían acabar con el arte y abolir la frontera entre el arte y la vida. Holmes, en mi opinión, había querido eliminar la distancia entre el espectador y la película; había querido estar en la película.

Por eso empecé a leer de manera compulsiva sobre el tiroteo que tuvo lugar durante esa proyección del largometraje de Batman. Esas lecturas me condujeron a las historias de otras figuras masculinas (curiosamente siempre se trataba de hombres –blancos, negros, viejos, jóvenes, ricos, pobres–, nunca de mujeres), tiradores y asesinos, y a investigar sobre asesinatos en masa anteriores. De ellas deduje que el devenir del mundo actual podría comprenderse mejor si lo observáramos a partir de este tipo de terrible locura, más que a través de la sinrazón de los políticos y los economistas. Por eso me puse a indagar sobre la agonía del capitalismo y sobre el desmantelamiento de la civilización social desde un punto de vista muy peculiar: el del crimen y el suicidio.

La realidad desnuda del capitalismo está hoy a la vista de todos. Y resulta aterradora.

2

Este libro aborda no solo el asesinato y el suicidio, sino también, de manera más amplia, cómo se ha establecido en nuestra cultura contemporánea un reino nihilista y de instintos suicidas que ha dado lugar a una fenomenología del pánico, la agresión y la violencia. Desde esta perspectiva analizo el asesinato masivo y, en particular, las espectaculares implicaciones de estos actos de matanza y su dimensión suicida.

No me interesa el asesino en serie convencional, esa clase de psicópata sádico y misterioso que se siente atraído por el sufrimiento ajeno y que disfruta viendo a la gente morir. Me interesan los que sufren y se vuelven asesinos porque así dan rienda suelta a su necesidad patológica de publicidad y porque en ello ven una salida a su infierno. Me refiero a jóvenes como Seung-Hui Cho, Eric Harris, Dylan Klebold y Pekka-Erik Auvinen, quienes se suicidaron tras intentar llamar la atención del mundo entero matando a inocentes. También a James Holmes, cuyo simbólico suicidio no acabó con su vida.

Escribo sobre suicidios homicidas espectaculares porque estos asesinos son la manifestación extrema de una de las tendencias más llamativas de nuestra época; en ellos veo a los héroes de una época nihilista, una era de una apabullante estupidez: la del capitalismo financiero.

3

En el libro Los condenados de la pantalla, Hito Steyerl recuerda el momento en que se publicó el single Heroes, de David Bowie, en 1977:

En 1977, el análisis de situación alumbrado por la banda punk The Stranglers proclama una obviedad: el heroísmo se ha acabado. Trotski, Lenin y Shakespeare están muertos. Mientras los izquierdistas acuden en masa al funeral de los miembros de la Fracción del Ejército Rojo Andreas Baader, Gudrun Ensslin y Jan-Carl Raspe, la portada del álbum de los Stranglers muestra una gigantesca corona fúnebre de claveles rojos y declara: No más héroes. Nunca más. Pero también en 1977 David Bowie publica su single Heroes. Canta a un nuevo tipo de héroe, justo a tiempo de la revolución neoliberal. El héroe ha muerto, ¡larga vida al héroe! Pero el héroe de Bowie ya no es un sujeto sino un objeto: una cosa, una imagen, un espléndido fetiche: una mercancía imbuida de deseo, resucitada más allá de la miseria de su propio final. Basta con echar un vistazo a un vídeo de 1977 para entender por qué: muestra a Bowie cantándose a sí mismo desde tres ángulos simultáneos, con técnicas de superposición que triplican su imagen; el héroe de Bowie no solo ha sido clonado, sino que sobre todo se ha convertido en una imagen que puede ser reproducida, multiplicada y copiada, un riff que viaja sin esfuerzo por anuncios que publicitan casi cualquier cosa, un fetiche que empaqueta como producto la glamorosa e impávida imagen de un Bowie más allá de los dos géneros. El héroe de Bowie ya no es un ser humano más grandioso que la vida cumpliendo sensacionales misiones ejemplares, y ni siquiera es un icono, sino un producto resplandeciente dotado de una belleza poshumana: una imagen y nada más que una imagen. La inmortalidad de este héroe ya no se origina en su fuerza para sobrevivir a cualquier prueba, sino en su capacidad de ser fotocopiado, reciclado y reencarnado. La destrucción alterará su forma y apariencia, pero su sustancia permanecerá intacta. La inmortalidad de la cosa es su finitud, no su eternidad[1].

En la tradición clásica, el héroe pertenecía a la imaginación épica, un ámbito separado de la tragedia y de la lírica. El héroe era alguien capaz de someter a la naturaleza y dominar los sucesos históricos mediante la fuerza de su voluntad y su coraje. Era el fundador de la ciudad y mantenía alejadas las fuerzas del caos. Esta visión perdura en el Renacimiento. Podemos considerar al príncipe de Maquiavelo el héroe de la narración política moderna: el hombre que establece el Estado-nación, funda las infraestructuras de la industria y forja una identidad común.

Esta forma épica de heroísmo desapareció hacia finales de la modernidad, cuando la complejidad y la aceleración de los acontecimientos podían más que la voluntad humana. Al prevalecer el caos, el heroísmo épico fue sustituido por gigantescas máquinas de simulación. El espacio del discurso épico fue ocupado por las semiocorporaciones, esos aparatos de donde emanan ilusiones ampliamente compartidas. Muchos de estos juegos de simulación se erigieron en identidades, por ejemplo las de las subculturas populares (el rock, el punk, la cibercultura, etc.). Ahí reside el origen de esta forma de tragedia tardomoderna, en la frontera donde las ilusiones son tomadas por realidad y las identidades percibidas como formas genuinas de pertenencia. Lo anterior viene además acompañado por una desesperada ausencia de ironía, como demuestran las respuestas de los seres humanos que, frente al estado permanente de desterritorialización de nuestros días, dan rienda suelta a sus anhelos por conquistar un sentido de pertenencia a través de una serie de actos asesinos, el suicidio, el fanatismo, la agresión y la guerra.

Creo, sin embargo, que solo a través de la ironía, y mediante la lúcida comprensión de la simulación que anida en el corazón del juego heroico, podrá quizá salvarse el simulado héroe de la subcultura.

4

En 1977 la historia humana llegó a un punto de inflexión. Murieron los héroes, o más bien desaparecieron. No los mataron los enemigos del heroísmo, sino que fueron transportados a otra dimensión: se disolvieron, se convirtieron en fantasmas. La raza humana, guiada por falsos héroes de engañosa sustancia electromagnética, perdió la fe en la realidad de la vida y en sus placeres, y comenzó a creer solo en la infinita multiplicación de las imágenes. 1977 fue el año en que se desvanecieron los héroes y el año de su transmigración, del mundo de la vida física y de la pasión histórica, al mundo de la simulación visual y la estimulación nerviosa. Ese año el mundo se desplazó desde la era de la evolución humana hacia una era desevolutiva o de descivilización.

El producto del trabajo y la solidaridad social comenzó a caer en el proceso predatorio de desrealización de las finanzas. La alianza conflictiva entre la burguesía trabajadora y los trabajadores industriales –cuyo legado en la era moderna había sido el sistema de educación pública, la sanidad, el transporte y el Estado de bienestar– fue sacrificada en el altar del dogma religioso del Dios-Mercado.

En la segunda década del siglo xx, la dilapidación burguesa adquirió la forma de un agujero negro financiero. Este nuevo sistema comenzó a engullir y deshacer el producto de dos siglos de esforzado trabajo y de inteligencia colectiva, transformando la realidad concreta de la civilización social en una abstracción: figuras, algoritmos, furia matemática y acumulación de la nada en forma de dinero. La fuerza seductora de la simulación transformó los objetos físicos en imágenes evanescentes, sometió las artes visuales a la difusión del correo basura y el lenguaje al régimen ficticio de la publicidad. Al final de este proceso, la vida real desapareció en el agujero negro de la acumulación financiera.

La cuestión ahora es ver qué queda de la subjetividad y de la sensibilidad humana y de nuestra capacidad para imaginar, crear e inventar. ¿Podrán los seres humanos salir de este agujero negro e invertir su energía en una nueva forma de solidaridad y de ayuda mutua? Parece muy poco probable que la sensibilidad que caracteriza a una generación de niños que han aprendido más palabras de las máquinas que de sus padres dé lugar a la solidaridad, la empatía y la autonomía. La historia ha sido sustituida por la infinita y rápida recombinación de imágenes fragmentarias. Esta recombinación azarosa de imágenes provenientes de una acelerada actividad precaria ha reemplazado a la estrategia y la conciencia políticas. No sé si hay esperanza más allá del agujero negro o un futuro después del futuro inmediato.

Pero donde crece el peligro, crece también lo que nos salva, decía Hölderlin, el poeta más apreciado por Heidegger, el filósofo que predijo la futura destrucción del futuro. La tarea que ahora tenemos entre manos es la de cartografiar la tierra baldía donde la imaginación social ha sido inmovilizada y sometida al imaginario corporativo recombinante. Solo a partir de este mapa podremos avanzar y descubrir una nueva forma de actividad que, sustituyendo al arte, la política y la terapia por un proceso de reactivación de la sensibilidad, permita a la humanidad reconocerse de nuevo en sí misma.

[1] Hito Steyerl, Los condenados de la pantalla, Buenos Aires, Caja Negra Editora, 2014, pp. 50-51.

CAPÍTULO I

El Joker

Muy real

Veinte de julio de 2012. Un joven compra una entrada de cine, entra en la sala donde se proyecta la película y toma asiento en la primera fila. Unos treinta minutos después sale por la puerta de emergencia, que deja abierta. Luego se dirige a su coche, se cambia de ropa y toma sus armas. A las 12:30 de la mañana vuelve a entrar en la sala por la misma puerta. Lleva una máscara de gas, un casco y unos pantalones antibalas, un cubre-cuello y guantes de protección.

Algunos espectadores se percatan del enmascarado tirador, aunque lo toman por un fan entusiasta de Batman disfrazado para ver la película. Un hombre que estaba con su familia declaró después que al principio pensó que se trataba de un montaje publicitario organizado con motivo del estreno. Pero el espectáculo se volvió «muy real, muy rápidamente»:

Unos veinte minutos después de que empezara la película, durante una escena solemne del largometraje, vimos pasar por delante de la pantalla una especie de bomba de gas –pensé que eran fuegos artificiales– que cayó más o menos a mi lado, enfrente de mí. El público empezó a levantarse de sus asientos y a alborotarse. Luego, a la derecha de donde yo estaba sentado, en el lado derecho de la sala, vimos el fogonazo del arma. En ese momento todavía pensaba que eran fuegos artificiales. Después me dispararon aquí (se señala el hombro, junto al pecho) y entonces me di cuenta de que se trataba de algo mucho más grave. La gente comenzó a gritar. Estalló el caos.

A las 12:38 el joven armado arroja una bomba de gas. El humo comienza a llenar la sala, y el hombre empieza a disparar primero al techo y luego al público. Dispara con un rifle semiautomático Smith&Wesson M&P15, equipado con un cargador de tambor de cien balas, y con una pistola Glock 22. Algunas de las balas atraviesan las paredes, hiriendo al público de la sala contigua, donde se estaba proyectando la misma película:

Debió de disparar unas 19 o 20 descargas. Se oía a la gente gritar por todos lados. Una bala alcanzó a alguien que se encontraba rezagado detrás de nosotros. Dijo que estaba herido. El tirador parecía Terminator. No decía nada y no dejaba de disparar. Había gente arrastrándose por el suelo, intentando escapar por las escaleras. Fue una escena absolutamente horrible.

Salta el sistema de alarma nada más empezar el tiroteo y los empleados del cine se apresuran a evacuar a la gente. Algunos, en vez de llamar a la policía, hablan del ataque en Twitter o mandan mensajes de texto. Murieron doce personas, y otras setenta resultaron heridas. A las 12:45 arrestan cerca de su coche al asesino. No opuso resistencia.

El pelirrojo joven parece aturdido y algo desorientado. Unas horas más tarde, la policía desvela su nombre: James Holmes. Al parecer el asesino actuó en solitario y no formaba parte de ningún grupo ni organización terrorista. Uno de sus compañeros de clase reveló más tarde que Holmes había manifestado en varias ocasiones su deseo de matar.

Según declaró un carcelero al Daily News, Holmes desea saber cómo termina la película, e insiste en que no sabe por qué está entre rejas. Algunos de los trabajadores de la cárcel que están en contacto con él piensan que finge amnesia.

Arte y vida

En cuestión de días se puso a la venta en eBay por 500 dólares una máscara de goma con la cara inexpresiva del pelirrojo Holmes, idéntica a la de su primera foto policial:

Halloween está a la vuelta de la esquina. ¡Sorprende a tus amigos! Lo llamaban el «Joker», «El tirador oscuro caballero», «la Ilama», el «talento extraordinario», aunque su nombre real es James Holmes. Nada más aterrador que meterse en la mente de James Holmes y ponerse su careta. Con sus «ojos fiscalizadores» y sus cabellos rojizos, no hay nada más inquietante que puedas imaginar que poseer la máscara del asesino más peligroso de la historia de Estados Unidos. Es una máscara de látex diseñada por un coleccionista privado del extranjero, un premio que gané jugando al póker en un torneo europeo. Puedo garantizar que es la única de este tipo y que no tiene precio porque es la que sale en el polémico documental que se estrenará en 2013. La máscara se vende tal como se muestra y no se admiten devoluciones. Si no tienes ningún voto y quieres pujar por este artículo, ponte en contacto conmigo primero. Enviaré la máscara en cuanto reciba la transferencia. ¡Buena suerte!

Pero poco después de publicar el usuario «realface13» el anuncio de la máscara, eBay lo retiró. Según informó a ABC News: «Lo eliminamos porque no cumplía con nuestra política sobre materiales ofensivos. Por respeto a las víctimas de crímenes violentos, eBay no permite anuncios que se aprovechen del sufrimiento o de las tragedias humanas».

El corazón roto de Catwoman

Leo sin descanso las noticias y paso gran parte de la noche navegando por internet:

Holmes –que mató a doce personas incluyendo a Veronica Moser-Sullivan, de ocho años– entró en prisión entre gritos que le acusaban de ser un «infanticida». El preso Wayne Medley, de 24 años –recluso en el mismo Centro de Detención de Arapahoe, Colorado–, declaró sobre el encarcelamiento de Holmes: «Todos los reclusos querían matarlo a la menor oportunidad. No se hablaba de otra cosa».

James Holmes les dijo a los policías que era el enemigo de Batman, el Joker. El mensaje que había grabado en el contestador automático estaba inspirado en este personaje. Confinado en una celda bajo vigilancia para que no se suicidara, escupía a los carceleros sin cesar. Un preso dijo de él: «No ha mostrado arrepentimiento alguno. Cree que es el personaje de una película».

Tras el tiroteo, la actriz que interpreta a Catwoman, Anne Hathaway, comentó: «Tengo el corazón roto por la pérdida de tantas vidas y porque la vida de muchas otras personas se ha visto alterada a causa de este inexplicable y absurdo acto. No tengo palabras para expresar mi pena. Pienso en las víctimas y en sus familiares, a quienes dedico mis oraciones».

Christopher Nolan, director de El caballero oscuro: la leyenda renace, hizo la siguiente declaración:

En nombre de los actores y del resto del equipo de El caballero oscuro: la leyenda renace, me gustaría expresar mi profundo dolor por la tragedia absurda de la que ha sido víctima la comunidad de Aurora. No puedo decir que conociera a las víctimas del tiroteo que anoche se encontraban viendo la película. Creo que el cine es una de formas artísticas más importantes que tiene Estados Unidos, y la experiencia de ver cómo se desarrolla una historia en la pantalla es un entretenimiento formidable y placentero. Considero la sala de cine mi casa, y me consterna profundamente la idea de que alguien pueda profanar un sitio tan sagrado y estimulante de una manera tan salvaje. No podemos expresar cuánto dolor sentimos por las víctimas inocentes de este infame crimen. Acompañamos en el sentimiento a las víctimas y a sus familias.

DC Comics retrasaría, además, la publicación de Batman Incorporated #3, donde se incluye una escena en la que una agente de Leviathan, disfrazada de maestra, blande una pistola en una clase de escolares. Warner Bros también retiró el tráiler de la película Brigada de élite (Fuerza antigángster en Hispanoamérica) debido a una escena en la que uno de los personajes dispara al público de una sala con una ametralladora.

El Joker y Dios

¿Quién es James Holmes? ¿Quién es el hombre que irrumpió en la sala de cine de Aurora y traspasó la línea que separa el arte y la vida?

Se había dicho del «Joker», de veinticuatro años, que era un joven «problemático», «inestable» y «aislado de la realidad». Se dijo también que había actuado bajo influencia satánica. Pero el pastor Jerald Borgie, de la iglesia luterana de Peñasquitos (San Diego), le recordaba como un chico tímido e inteligente que destacaba en sus estudios. El sacerdote añadió que la familia de Holmes había frecuentado la iglesia de San Diego durante casi una década, y que la madre del asesino iba a misa de manera regular y hacía trabajo de voluntariado.

Según Benge Nsenduluka, del Christian Post, James era un «buen joven cristiano», educado en la verdad divina de la inspirada e infalible Biblia, igual que millones de jóvenes cristianos de Norteamérica. Era un «chico cristiano normal», que iba con frecuencia a la iglesia presbiterana de su ciudad.

En un artículo titulado «En qué creen los presbiterianos», el reverendo G. Aiken Taylor escribe:

Los presbiterianos creen que todo ocurre según la voluntad de Dios y que todo responde a su mandato. Él permite, según sus propósitos y persiguiendo su gloria, todo aquello que les ocurre a los hombres. Domina las fuerzas del mal y las anula. Todas las cosas están moldeadas de acuerdo a su voluntad y todo –incluso lo que en apariencia es malo– lo convierte en última instancia en un bien en las vidas de aquellos que lo aman, y que son llamados a cumplir sus propósitos[1].

Después del tiroteo, el apologista cristiano Rick Warren culpó a la escuela pública de tener una metodología «liberal» porque enseñaba la teoría de la evolución y prohibía las oraciones en las escuelas. En un tuit a sus seguidores y creyentes, decía: «La educación de los niños no difiere de la de los animales, ambos actúan igual». Bryan Fischer, director de análisis de cuestiones relacionadas con el Gobierno y las políticas públicas de la Asociación de familias americanas, sugirió que el tiroteo tenía mucho que ver con los liberales que «durante sesenta años mandaron a Dios a paseo». En el programa de radio «Focal Point», emitido en las 125 emisoras pertenecientes a la Radio de la familia americana, Fischer explicaba:

La razón por la que América existe es porque Dios la creó para que sentara un ejemplo de nación que respeta las Escrituras y a su Dios […] para ofrecer un modelo al resto del mundo como cultura imbuida del espíritu del Señor y que predica el Evangelio en el mundo. Sacamos la Biblia de las escuelas públicas en 1963. […] Luego nos deshicimos de los Diez Mandamientos en 1980. No olvidemos el siguiente: No matarás. ¿Y si [James Holmes] hubiera recibido este mensaje todos los días en el sistema educativo? ¿Y si se hubieran reforzado los Diez Mandamientos: «No matarás»? […] Quién sabe si las cosas hubieran sido diferentes. Pero lo hicimos del otro modo, al modo liberal, durante sesenta años. ¿Cuál es el resultado? La masacre de Aurora.

Mike Huckabee, el cuadragésimo cuarto gobernador de Arkansas y candidato en las primarias del Partido Republicano, dijo que los culpables de la masacre de Colorado eran el pecado y la mítica e insidiosa secularización: «A fin de cuentas, no se trata de un problema criminal o de armas, ni siquiera de un problema de violencia, sino del problema del pecado».

Víctima de ostracismo

Antes de que James Holmes llevara a cabo su terrorífico plan, había intentado establecer una relación sentimental por internet en un sitio de contactos. Parece que por aquella época ya planeaba su arresto inminente, puesto que en la información que daba en su perfil se podía leer la siguiente frase: «¿Me visitarás en la cárcel?». En la introducción decía: «Busco una chica para una aventura o sexo ocasional. Soy un buen chico. O al menos bastante bueno, pese a meterme en este tipo de lugares».

Holmes se puso en contacto con tres mujeres diferentes después de crear un perfil el cinco de julio, pero las tres lo rechazaron. Una de ellas dijo que a Holmes no le interesaba el sexo y que lo «único que quería era chatear…, pero nada de sexo».

Según el neuropsicólogo Dominic Carone, Holmes había tenido problemas para interactuar con otros a nivel emocional. Aventuró, además, la hipótesis de que la identificación de Holmes con el personaje del «Joker» estuviera basada en su historial de abusos y ostracismo.

Después de preparar su ataque, la noche del jueves Holmes recorrió en coche los ocho kilómetros que separan su casa de los cines multisala Century 16, situados en un centro comercial en los suburbios de la ciudad. Compró una entrada para un pase de medianoche de El caballero oscuro: la leyenda renace, por esas fechas el último largometraje de Batman, y entró en la sala junto a otros animados espectadores para luego abandonarla por la puerta de emergencia en dirección al aparcamiento. Armado de munición, volvió a entrar por la misma puerta por donde había salido y abrió fuego.

Armas

Dan Oates, el jefe de policía de Aurora, informó de que

Holmes había comprado cuatro armas en una tienda cercana a donde vivía y 6.000 cartuchos de munición por internet, además de una cifra superior a 3.000 cartuchos de 0,223 de munición para un rifle de asalto, 3.000 cartuchos de un calibre de 0,40 para dos pistolas Glock y 300 cartuchos para una escopeta del calibre 12. En internet compró, además, varios tambores para el rifle de asalto del calibre 0,223, encontrado en la escena del crimen. Aunque es un arma semiautomática, los expertos aseguran que con esa munición se podían hacer entre 50 a 60 descargas por minuto. El tiroteo de la sala de cine fue, al parecer, muy intenso.

El apartamento de Holmes también era una «bomba trampa» donde había almacenado una serie de material sofisticado.

Unos días después de la masacre de Aurora, Gregory D. Lee publicó el artículo «¿Quién está más loco, James Holmes o los defensores del control de armas?» en el blog theintellhub:

¿Se sentirían mejor los que están a favor de prohibir las armas si, en vez de un «rifle de asalto», Holmes hubiera utilizado explosivos para volar las 16 salas de cines abarrotadas y todo el edificio? ¿O si hubiera atacado a sus víctimas con un machete? La cuestión de fondo no es qué armas utilizó, sino que estaba totalmente decidido a matar el mayor número de personas posible. La gente malvada como Holmes siempre encontrará la manera de hacerlo.

Según John Lott, autor del libro More Guns Less Crime, las leyes que permiten a los ciudadanos llevar escondida un arma reducen de manera constante las tasas de criminalidad, porque los criminales se lo piensan dos veces antes de atacar a una víctima armada. Una gran parte de la población estadounidense parece estar convencida de que ir armados en público les permite proteger mejor su vida y –más importante aún– sus propiedades.

Sin embargo, los dos países con mayor número de casos de asesinatos en masa son Estados Unidos y Finlandia. Estados Unidos ocupa el primer puesto en posesión de armas (ochenta y ocho armas por cada 100 ciudadanos, incluidos los niños). Finlandia está en el octavo puesto, con treinta y dos armas por cada cien habitantes. En medio se encuentran países como Serbia, Irak y Yemen, donde se producen bastantes asesinatos masivos por motivos étnicos, religiosos o políticos.

En el sitio web de Propietarios de armas de América («el único lobby de armas sin compromisos en Washington») se puede leer:

Las armas salvan más vidas de las que se cobran y evitan más daño del que infligen. Los ciudadanos de bien utilizan las armas para defenderse de los criminales en unas 2,5 millones de ocasiones al año, es decir, unas 6.850 veces al día. Lo anterior significa que cada año las armas de fuego se usan 80 veces más para proteger las vidas de honrados ciudadanos que para matar. De las 2,5 millones de ocasiones en que se utilizan como autodefensa cada año, la gran mayoría sólo pretende dar un susto a sus atacantes. Menos del 8 por 100 de las veces lo hacen para matar o herir. Unas 200.000 mujeres usan un arma todos los años para defenderse contra abusos sexuales. Los ciudadanos armados matan más ladrones que la policía, y los ciudadanos disparan y matan al menos dos veces más criminales que la policía cada año (1.527 frente a 606)[2].

No deberíamos olvidar que la identidad estadounidense se ha forjado a partir del exterminio de los nativos que habitaban el territorio antes de la llegada de los puritanos europeos.

¿Qué significa el término «puritano»? Se entendía por puro aquello que según la palabra de Dios es digno de vida. La colonización de Sudamérica por los «impuros» católicos españoles fue atroz, igual que el resto de las colonizaciones. Pero los católicos impuros terminaron por aceptar los mitos y las costumbres de vida de los indios nativos: algo se salvó de las civilizaciones precolombinas de América Central y del Sur. Hoy, además, hay un resurgimiento de la cultura india con líderes que, como Evo Morales, son descendientes de indígenas.

Pero los asesinos puritanos, intolerantes con lo que percibían como «impurezas», borraron las huellas o semillas de la cultura y población nativas, cometiendo un genocidio sin precedentes en la historia de la humanidad en la cuna de los actuales Estados Unidos de América.

Un día bastante vergonzoso

El 28 de septiembre de 2012, a las 7:23de la mañana, un hombre disparó y mató a un enmascarado que intentaba entrar en la casa de su hermana en New Fairfield, Connecticut, dándose cuenta a continuación de que el supuesto ladrón era su hijo de quince años, Tyler Giuliano. La policía sostiene que la hermana, que estaba sola en casa, llamó a su hermano, el padre de Tyler, que vivía en la casa de al lado y que corrió a socorrerla con un arma y abrió fuego contra el enmascarado, quien su vez, según la policía, lo atacó con otra arma.

No está claro por qué el adolescente, vestido de negro y con un pasamontañas, merodeaba en las afueras de la casa de su tía hacia la una de la madrugada. Según un concejal de la ciudad, John Hodge, Giuliano, maestro en una escuela de la ciudad, le dijo a la policía que el enmascarado se le había echado encima y que hasta que no le quitaron el pasamontañas al fallecido no supo que se trataba de su hijo. Tanto Jeffrey Giuliano como su hijo, estudiante en el instituto de New Fairfield, parecían felices y eran bastante conocidos. Una vecina, Lydia Gibbs, había oído nueve disparos, que confundió con fuegos artificiales.

«Parece sacado de un guion de Hollywood», afirmó Hodge.

El 14 de diciembre de 2012, un joven de veinte años, Adam Lanza, cometió uno de los crímenes más espantosos en la historia de Norteamérica: después de disparar y matar a su madre, se dirigió hacia la escuela de primaria de Sandy Hook y mató a seis empleados y a veinte niños. Cuando llegó la policía, el joven asesino se había pegado un tiro en la cabeza. Fue el segundo tiroteo más sangriento llevado a cabo por una sola persona en la historia del país, tras la masacre del Politécnico de Virginia en 2007, y el segundo en causar más víctimas en una escuela norteamericana, después del ocurrido en 1927 en la escuela de Bath, en Michigan.

El tiroteo reabrió el debate sobre el control de armas en Estados Unidos, y motivó una propuesta para que se aprobara legislación que prohibiera la venta y fabricación tanto de ciertos modelos de armas de fuego semiautomáticas como de tambores de más de nueve cartuchos de munición. Pero el debate y la indignación popular quedaron en nada, porque la enmienda para que se extendiera el control a la venta de armas no prosperó en el Senado debido a un republicano filibustero.

Tras el voto, un furioso Barack Obama reprendió duramente a los senadores (casi todos republicanos) que bloquearon la propuesta y a la Asociación nacional del rifle, que había financiado a los congresistas:

«Hoy es un día vergonzoso para Washington». Igual que en otras muchas ocasiones a lo largo de sus dos mandatos, Obama ejemplificó la impotencia de la política, una especie de negación en la práctica del lema que lo condujo al poder: «Sí se puede».

Batman y Rove

En su celda, el autoproclamado Joker, James Holmes, pregunta si la película tiene un final feliz. Por supuesto que sí. El final feliz está garantizado cuando se trata del imperio de la imaginación made in Hollywood.

Fui a ver El caballero oscuro: la leyenda renace en cuanto pude. Se trata de una cinta mediocre con un trasfondo nazi. Bane, el malo de la película, es un gigante que carece de sentido del humor y que tiene aterrorizada a la población de Gotham; lleva a cabo una especie de golpe fascista con la ayuda de guerrillas armadas similares a los yihadistas y a los activistas anti-globalización. El mensaje es retorcido y esencialmente racista.

Recuerdo la película de Batman de 1989, dirigida por Tim Burton. Presentaba al superhéroe de los cómics DC como un psicópata obsesionado con su ego paranoico, enfrentado a otro psicópata –el Joker–, a su vez acuciado por un ego esquizofrénico.

Tim Burton explica sobre Batman que «la película es como el duelo de los monstruos. Es una pelea entre dos personas desfiguradas». Y añade:

El Joker es genial como personaje porque tiene una completa libertad. Un personaje que funciona al margen de la sociedad, y al que todos tachan de monstruo y de marginal, tiene la libertad de hacer lo que quiera.

La locura es, de una forma más que terrorífica, la mayor libertad que puedas tener, porque no te atan las leyes de la sociedad[3].

El ingenio y la perspicacia de Tim Burton están ausentes en la torpe película de Nolan. De hecho, como escribió Andrew Klavan sobre El caballero oscuro, la trilogía de Nolan «es un elogio a la fuerza y al coraje moral que ha mostrado George W. Bush en estos tiempos de guerra y terror»[4]