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Lúcio está preso por un delito que no cometió pero del que no se ha declarado inocente. A los diez años de su arresto decide hacer una confesión de los motivos que le llevaron a su silencio y a demostrar que nada tuvo que ver con él. La confesión de Lúcio mezcla fantasía y realidad en un relato en el que el protagonista desgrana la angustia que le provoca un duelo interior, un sufrimiento reprimido y una febril locura por un amor imposible. Esta es la trama de una de las obras más relevantes del modernismo portugués y de su autor, el escritor Mário de Sá-Carneiro, uno de los grandes nombres de este movimiento artístico en Portugal. Se trata de una novela breve, portadora de una narrativa en la que se cruzan modernidad, creación artística, amistad, sexualidad, locura, extrañeza y misterio y en la que su autor consigue sumergir al lector que se acerca a ella en una nítida atmósfera modernista, a través de la creación de una intensa profusión de imágenes y de un deslumbrante entramado literario.
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Seitenzahl: 171
Veröffentlichungsjahr: 2022
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Akal / Clásicos de la Literatura / 26
Mário de Sá-Carneiro
LA CONFESIÓN DE LÚCIO
Traducción, introducción, posfacio y notas: Rebeca Hernández Alonso
La confesión de Lúcio, es una de las obras más relevantes del modernismo luso y de su autor, el escritor Mário de Sá-Carneiro, representante destacado de este movimiento artístico en Portugal. Se trata de una novela breve, portadora de una narrativa innovadora en la que se cruzan creación artística, amistad, sexualidad, locura, extrañeza y misterio, y en la que su autor consigue sumergir al lector en una nítida atmósfera modernista, a través de la creación de una intensa profusión de imágenes y de un deslumbrante entramado literario. La novela narra la historia de Lúcio Vaz, un escritor portugués, preso por un delito que no cometió pero del que no se ha declarado inocente. A los diez años de su arresto, decide hacer una confesión de los motivos que le llevaron a su silencio y a demostrar que nada tuvo que ver con él. La confesión de Lúcio mezcla fantasía y realidad en un relato en el que el protagonista desgrana la angustia que le provoca un duelo interior, un sufrimiento reprimido y una febril locura por un amor imposible.
Mário de Sá-Carneiro (1890-1916) fue un poeta, cuentista y novelista luso, uno de los mayores exponentes del modernismo en Portugal. Comenzó a escribir desde su infancia, y a traducir a autores como Victor Hugo o Goethe desde su adolescencia. Inició sus estudios universitarios en Coímbra, donde conoció a Pessoa, quien lo introdujo en el modernismo. Decepcionado con el ambiente lisboeta, marchó a París para continuar sus estudios de derecho, pero se dejó llevar por la vida bohemia y pronto abandonó las clases. En 1914, al inicio de la Gran Guerra, regresó a Lisboa y, junto a Pessoa, asumió la edición de la revista modernista Orpheu, de la cual aparecieron solo dos números, pero que ha sido fundamental en la historia de la literatura portuguesa. Los años comprendidos entre 1912 y 1916, año de su muerte, fueron sin duda los de su mayor producción literaria, en la que destacó como escritor de cuentos: Princípio (1912) y Céu em Fogo (1915); en poesía: Dispersão (1914); en novela, La confesión de Lúcio (1914). También se ha recopilado la correspondencia que se intercambió con Pessoa. A su vuelta a París, en 1915, cayó en una terrible depresión que le llevó a suicidarse con sólo veintiséis años.
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RAG
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Motivo de cubierta: José de Almada Negreiros, Autorretrato en un grupo, 1925, Lisboa, Museo Calouste Gulbenkian.
Título original
A confissão de Lúcio
© Ediciones Akal, S. A., 2022
Sector Foresta, 1
28760 Tres Cantos
Madrid - España
Tel.: 918 061 996
Fax: 918 044 028
www.akal.com
ISBN: 978-84-460-5173-2
Retrato de Mário de Sá-Carneiro (1890-1916),fechado en 1915.
Introducción
Los procesos se dividen
en reversibles e imposibles por un lado
e irreversibles y posibles por otro.
Adília Lopes[1]
Mário de Sá-Carneiro y el modernismo en Portugal
La confesión de Lúcio es una de las obras más relevantes del modernismo portugués y de su autor, el escritor Mário de Sá-Carneiro, uno de los grandes nombres de este movimiento artístico en Portugal. Se trata de una novela breve, portadora de una narrativa en la que se cruzan modernidad, creación artística, amistad, sexualidad, locura, extrañeza y misterio y en la que su autor consigue sumergir al lector que se acerca a ella en una nítida atmósfera modernista, a través de la creación de una intensa profusión de imágenes y de un deslumbrante entramado literario.
Durante su corta vida, Mário de Sá-Carneiro, que nació en Lisboa en 1890 y se suicidó en París en 1916, tuvo una estrecha relación con la capital francesa. La visitó por primera vez en 1904 en un viaje que realizó con su padre por diferentes ciudades europeas y regresó a ella, de nuevo con su padre, en 1907 y el 13 de octubre de 1912 se instaló en París para comenzar la carrera de derecho en la Sorbona, estudios que abandonó a los pocos meses. Entre este año y el 26 de abril de 1916, fecha de su suicidio, Mário de Sá-Carneiro dividió su tiempo entre París y Lisboa, y la capital francesa adquirió en la vida del autor de La confesión de Lúcio una significación especial. En el inicio del periodo en el que Sá-Carneiro se establece allí, París se encuentra en un momento de ebullición y de revolución vanguardista. En febrero de 1912, antes de la llegada del escritor portugués, la galería parisina Bernheim-Jeune alberga la exposición de los pintores futuristas con la presencia de Marinetti y con obras de Severini, Boccioni, Carrà y Russolo. En 1913, los Ballets Rusos de Diághilev estrenan, en el Teatro de los Campos Elíseos, La consagración de la primavera, de Stravinski, con coreografía de Nijinski y escenografía de Roerich, causando sorpresa, espanto e indignación entre el público asistente. Ese mismo año, aparece el poemario Alcools, de Apollinaire y Proust comienza a publicar su À larecherche du temps perdu.
Sá-Carneiro conoce entonces, de primera mano, la efervescencia de las diferentes vanguardias, como el futurismo o el cubismo, con su participación en la vida artística de París. Como afirma a este respecto Clara Rocha,
alojado primero en el Hotel Richmond y justo después en el Grand Hôtel du Globe [Mário de Sá-Carneiro] mantuvo contacto con algunos artistas y editores de revistas, frecuentó los teatros, los music halls y las exposiciones, e inició una relación epistolar con Fernando Pessoa, a quien había conocido meses antes en Lisboa[2].
Toda esta experiencia de la vida artística parisina convertirá a Mário de Sá-Carneiro en uno de los introductores del modernismo y de las vanguardias en Portugal y en una de sus grandes figuras, junto a Fernando Pessoa y Almada Negreiros.
La complicidad en torno a las palabras, la literatura y la vida marcó la amistad entre Sá-Carneiro y Pessoa, como se desprende de la correspondencia que ambos mantuvieron y de la que se conservan las cartas y postales que Sá-Carneiro envió a Pessoa[3]. Hay múltiples muestras de ello, por ejemplo, ambos esbozaron y desarrollaron los ismos que marcaron las vanguardias portuguesas y se influyeron mutuamente en sus proyectos literarios. Pessoa dijo haber creado a su heterónimo Alberto Caeiro para gastarle una «broma» a Sá-Carneiro[4], y Sá-Carneiro dejó en manos de Pessoa la publicación de su obra inédita después de su suicidio. Ambos fundaron también Orpheu, la revista literaria que, a través de los dos números que fueron publicados entre marzo y junio de 1915, introduciría a la literatura portuguesa en la modernidad.
La revista Orpheu reunió a una serie de jóvenes unidos por un mismo sentimiento de «no-identidad», alejados de todo y cualquier espíritu gregario e impulsados por el sentimiento de individualidad de su propia libertad creativa. La publicación de la revista, y el marcado carácter ecléctico de sus contribuciones, provocó una ruptura con el círculo literario portugués y fue, según Almada Negreiros, «el primer grito moderno que se dio en Portugal»[5]. Algunos intelectuales portugueses de la época, como Júlio Dantas[6], mostraron su indignación por esta nueva manera de expresar el arte y la creatividad y se refirieron a la revista como el «órgano de los locos» y a los textos que contenía como «literatura de manicomio».
De este modo, Sá-Carneiro, Pessoa y el polifacético artista Almada Negreiros conformarán el triángulo literario del modernismo en Portugal y los tres, a través de sus creaciones, introducirán la literatura portuguesa en un nuevo tiempo artístico.
La obra de Mário de Sá-Carneiro
La creación literaria de Mário de Sá-Carneiro se desarrolla tanto en el ámbito de la prosa como en el de la poesía. Dentro del género narrativo, escribió los libros de relatos Princípio, en 1912, Céu em Fogo, en 1915 y La confesión de Lúcio, publicada a finales de 1913 con fecha de 1914[7]. Del mismo modo, también a finales de 1913 y con fecha del año siguiente, apareció su primer libro de poesía Dispersão y póstumamente se publicaron los poemarios Indícios de Oiro, en 1937 y Poesias, en 1946.
Sobre la literatura de Mário de Sá-Carneiro, el insigne pensador portugués Eduardo Lourenço afirmó que toda su poética «es una poética de exceso»[8]. En esta misma cualidad incide Clara Rocha cuando dice sobre la obra de Sá-Carneiro que «el exceso es la medida de su arte. A cada paso surge en él la metáfora del fuego que brilla y deslumbra, como figuración del ideal de su plenitud estética»[9].
En el caso de La confesión de Lúcio, narración que aquí nos ocupa, hallamos precisamente eso, un exceso formal y de contenido que se desborda ante los ojos del lector a lo largo de las páginas de la novela. Por una parte, el exceso se manifiesta a través de la trama desarrollada en la novela, mediante la cual Sá-Carneiro mantiene un tenso equilibrio entre la realidad y el delirio, lo carnal y lo espiritual, el amor, la amistad y el deseo, el amor heterosexual y el homosexual, lo extraño y lo insólito, lo luminoso y lo trágico.
Por otra parte, y en su propuesta estilística, Sá-Carneiro construye de un modo consciente en La confesión de Lúcio una atmósfera en la que abundan las sinestesias («miedo rayado de azul», «reminiscencia lejana violeta», «enternecimiento azul», «idea roja», «vicios plateados» por citar sólo algunas), las fronteras difusas entre los sentidos, que se transforman unos en otros («sus poemas, que, vibrados por aquella garganta diamantina, se sonorizaban en una aureola», «me sabía arrastrado, deliciosamente arrastrado, en una nube de luz que me apresaba y me aturdía los sentidos, no me los dejaba ver») o la creación de un poderoso universo estético con un fuerte componente cromático teñido de tonos dorados, rojizos, púrpuras y que viene dado por el recurrente uso de adjetivos relativos a los colores entre los que abundan aquellos como cobrizo, dorado, diamantino, áureo, nimbo o nimbado. Como expresó Cabral Martins, Sá-Carneiro es el más vanguardista de los poetas portugueses[10] y, tomando esta idea como punto de partida, es posible afirmar que, a través de su prosa, el autor portugués crea una deslumbrante escenografía sensorial para el transcurrir de su acción.
La confesión de Lúcio como novela de la modernidad
Además del exceso, otros de los motivos recurrentes de su obra son la modernidad, la excentricidad, el canto a París y a la vida en la capital francesa, las ansias y el sufrimiento de vivir, la dispersión, la disgregación o la fragmentación del yo. En este sentido, podemos considerar iluminador el siguiente poema:
Mi Alma huyó por la torre Eiffel arriba.
La verdad es esta, no nos creemos más ilusiones…
Huyó, pero quedó enganchada en la antena de la TSF
Que la retransmitió al infinito en ondas hertzianas…
(En todo caso, ¡qué bello final para mi Alma!)...
París, 1915[11]
En lo referente a la modernidad, La confesión de Lúcio, publicada a finales de 1913 y, como se ha dicho anteriormente, ya con fecha de 1914, sitúa su acción entre finales del siglo XIX y principios del XX, un periodo en el que la civilización occidental asiste a nuevos avances tecnológicos, en los que la electricidad, las nuevas posibilidades de transporte y las nuevas vías de comunicación comienzan a transformar la configuración del mundo occidental. En el ámbito artístico, la irrupción del modernismo acompaña la novedad que comporta este tiempo y da lugar a corrientes estéticas audaces hasta entonces inimaginables.
En este sentido, La confesión de Lúcio es en sí misma un ejemplo de un modo nuevo de hacer y de concebir la literatura y supone un claro exponente de la renovación artística que, en la segunda década del siglo XX, Sá-Carneiro, Pessoa y Almada Negreiros llevarán a cabo en Portugal.
Como ya se ha indicado, la novela presenta un poderoso desarrollo argumental asentado en una deslumbrante propuesta estética, para la que Mário de Sá-Carneiro crea un vigoroso imaginario estructurado en torno a lo sensorial y sustentado por una ostentosa adjetivación que se identifica con las corrientes simbolista y decadentista. De este modo, se hace posible establecer una relación con la poesía de autores como Baudelaire, Rimbaud o Mallarmé y, en el ámbito de la literatura portuguesa, con las composiciones del portugués Camilo Pessanha (1867-1926) y su luminosa poética simbolista, por la que Mário de Sá-Carneiro sentía una notoria admiración. La atmósfera estética creada en La confesión de Lúcio, que es, por otra parte, recurrente en otras obras literarias del autor, se integra además de un modo natural en la corriente artística del Art Nouveau, de absoluta vigencia en la época, y supone una propuesta estética próxima a la que se puede encontrar en otros ámbitos artísticos, como las esculturas de bronce vienesas de Carl Kauba, Samuel Lipszyc o Demetre Chiparus o la pintura simbolista de Gustav Klimt, por poner apenas unos ejemplos.
Si bien es cierto que hay rasgos de la obra que pueden asociarse con la estética del fin-de-siècle, también es posible percibir, a lo largo de toda la narración, la certeza de la búsqueda de la creación de una obra literaria indudablemente moderna por parte de su autor. De este modo, más que la ya apuntada relación con el simbolismo y el decadentismo, destaca el carácter vanguardista de la novela. En este sentido, el progreso urbano y artístico que tiene lugar en Europa en los últimos años del siglo XIX y los primeros del siglo XX acompaña en todo momento a la narración. El periodo temporal en el que se desarrolla la acción de la novela abarca desde 1895, año en el que el protagonista llega a París y los primeros años de la década de 1910. La confesión de Lúcio refleja la transición hacia la modernidad que tiene lugar durante este periodo y lo hace, como es habitual en las diferentes corrientes vanguardistas de la época, y como se ha referido, a través del canto a las ciudades. De este modo, la acción de la novela de Mário de Sá-Carneiro transita por los paseos y los bulevares de un París cosmopolita, y los espacios en los que se desarrolla la acción son las avenidas en las que se construyen nuevos edificios, son los restaurantes y los cafés, tales como la Closerie o el Café de la Paix, así como los music halls. En el inicio de la novela, los personajes se desplazan en coches de punto y en tranvía y a medida que transcurre la narración aparece el automóvil como medio de transporte. Se trata de un mundo nuevo en el que es posible viajar entre Lisboa y París en tren, algo que comienza a formar parte de la cotidianeidad de la época gracias al Sud-Expréss, tren que circuló por primera vez apenas unos años antes de la acción descrita en la novela, en 1887, y que unió los centros urbanos las dos capitales europeas, con la inauguración, en 1891, de la Estación Central de Lisboa, en el céntrico Rossio lisboeta, y de la Gare d’Orsay de París, construida por ocasión de la Exposición Universal de 1900. De hecho, a lo largo de la historia, se ve cómo el círculo social de Lúcio está formado por artistas portugueses que deambulan entre ambas ciudades. El propio Lúcio se desplaza entre Lisboa y París en varias ocasiones, y otros personajes, como Ricardo de Loureiro o el empresario teatral Santa-Cruz de Vilalva, también circulan entre ambas capitales. Es este también el tiempo de las exposiciones universales, de gran importancia para la época, ya que suponían un signo de modernidad y de progreso; visitarlas era un modo de acceder a un conocimiento del mundo y de la cultura absolutamente novedoso. La torre Eiffel, por ejemplo, fue construida con motivo de la exposición universal de 1889, algo más de cinco años antes de la llegada del protagonista de la novela a la capital francesa, y se convirtió en el edificio más alto del mundo, que ofrecía, además, una vista panorámica de París completamente inédita para la época. En un momento determinado de la acción, Lúcio hace referencia a algunos de sus compatriotas que acudieron a París para visitar la exposición universal de 1900, que significó un verdadero acontecimiento para la época.
De este modo, uno de los principales ejes en los que el progreso es más perceptible, el desarrollo de las ciudades, pasa a ser un protagonista más en las creaciones literarias vanguardistas. En este sentido, y como venimos apuntando, La confesión de Lúcio existe también como canto a la ciudad, al núcleo urbano en el que se concentra la vida, el arte, la literatura. Así, París, por la que Sá-Carneiro sentía una especial predilección, se convierte en un elemento central de la novela y se muestra como una ciudad en la que es posible vivir de un modo intenso dentro de un ambiente artístico. Entre los diferentes modos de expresión de las vanguardias, La confesión de Lúcio presenta, en algunos de sus pasajes, trazos futuristas, como en la descripción que Ricardo de Loureiro hace de París en el capítulo segundo, que camina paralela a los gustos del futurismo, el deslumbramiento hacia Europa, hacia la novedad del momento y los avances industriales, todo ello acompañado por un abundante uso de exclamaciones, puntos suspensivos, enumeraciones, como puede apreciarse en el siguiente fragmento:
¡Europa! ¡Europa! ¡Encréspate dentro de mí, cúbreme con tu vibración, úngeme de mi época!...
¡Levantar puentes! ¡Levantar puentes! ¡Silbar vías férreas! ¡Erigir torres de acero!...
También en lo referente a los movimientos de vanguardias, al inicio de la narración y a través de las opiniones expresadas por el personaje de Gervásio Vila-Nova, se puede percibir una crítica a la vacuidad y a la impostura de algunos de los ismos que surgieron a principios del siglo XX, más preocupados en producir una imagen de impacto que en la propia creación artística.
Por otra parte, la construcción de los personajes femeninos de la obra es también notablemente moderna. Uno de los puntos álgidos de la novela tiene lugar en el primer capítulo de la narración: se trata del baile que realiza la americana excéntrica, bautizado por el personaje Ricardo de Loureiro como «orgía de fuego», y que es de carácter marcadamente vanguardista. En la descripción de este episodio se ha querido ver la influencia de la revisitación que tuvo lugar en el fin-de-siècle del mito de Salomé[12], tanto en la literatura, a través, por ejemplo, de la obra Salomé escrita en francés por Oscar Wilde, como en la pintura, en los cuadros en los que artistas como Gustave Moreau o Klimt plasman su visión de este personaje bíblico, a quien el propio Mário de Sá-Carneiro dedicará también un poema. Pero la orgía de fuego dibujada en la obra no solo contiene reflejos del mito de Salomé sino que, como bien apunta Curopos, comporta un fuerte componente de modernidad, al trasladar a la narración el ambiente los music halls y la asunción abierta de la expresión artística y de la homosexualidad de sus personajes femeninos[13].
Además, y tomando de nuevo como punto de partida el mito de Salomé y el baile que realiza ante Herodes, es también destacable el alto grado de sensualidad y erotismo presente en la construcción de los personajes femeninos a través de la danza, algo que no es ajeno al universo estético de la Belle Epoque. Así, el autor portugués, al final del primer capítulo, compone una sorprendente escena de una profunda e intensa sensorialidad que supondrá un punto de inflexión en la novela. En esta escena, Mário de Sá-Carneiro parece tomar como principal elemento de inspiración a la bailarina estadounidense Loïe Fuller y sus espectaculares bailes de la Serpentina y del Fuego para crear la danza que el personaje de la americana excéntrica ofrece a sus invitados[14]. La presencia del baile de la Serpentina se puede inferir de la frase en la que el narrador evoca un momento del espectáculo en el que «[t]odos los colores enloquecían en su túnica». Otra de las actuaciones de Fuller, el «baile del fuego», también surge retratada en la narración cuando Sá-Carneiro dice de la americana que «serpenteaba en un misticismo escarlata, queriéndose dar al fuego… Pero el fuego la repelía…»[15].
Además de Fuller, hay autores que han apuntado a otras artistas de la Belle Epoque como inspiración para la composición del personaje de la americana excéntrica. Curopos, por ejemplo, también apunta a Natalie Barney (1876-1972) como referente real para la construcción de este personaje femenino. Barney vivía en el Bois de Boulogne, lugar en el que se encuentra el palacete en el que desarrolla la escena de la orgía del fuego y en la época Barney era conocida, además de por su faceta artística e intelectual, por su lesbianismo, la americana excéntrica es definida por el personaje de Gervásio Vila-Nova como «una gran sáfica».