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A la muerte del Rey Salomón, debido a su desobediencia, el Reino fue dividido en dos naciones distintas, Judá en el Sur e Israel en el Norte. Las tribus del norte rápidamente se sumergieron en la idolatría bajo su primer Rey, Jeroboam I. Él guió al pueblo en caminos pecaminosos y virtualmente la mayoría de los diecinueve reyes que le sucedieron siguieron sus pasos. El Señor envió profetas poderosos como Elías y Eliseo para advertirles, sin embargo, ellos no quisieron apartarse de sus malos caminos. Este libro nos revela una verdad solemne que será manifiesta, especialmente en los últimos días. “Se mostrará piedad al malvado, y no aprenderá justicia; en tierra de rectitud hará iniquidad, y no mirará a la majestad de Jehová” (Isaías 26:10). Porque el amor por la verdad no está en ellos.
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Los Reyes de Israel
DR. BRIAN J. BAILEY
Título original “The Kings of Israel”
© 2005 Brian J. Bailey
Versión 1.1 en inglés, revisada en julio 2017
Título en español “Los reyes de Israel”
© 2008 Brian J. Bailey
Versión 2.0 en español (2024)
Diseño de portada:
© 2005 Brian J. Bailey y sus licenciadores
Todos los derechos reservados.
Primera edición en español: Guatemala, enero 2008
Tercera edición en español: Marlene Z., Honduras, junio 2024
Libro de texto de Zion Christian University
Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico o mecánico, sin permiso por escrito del editor, excepto en el caso de citas breves en artículos o reseñas.
A menos que se indique lo contrario, las citas son tomadas de la Santa Biblia, versión Reina-Valera © 1960, propiedad de las Sociedades Bíblicas Unidas.
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ISBN versión electrónica (E-book) 978-1-59665-770-0
Al equipo de trabajo de Instituto Bíblico Jesucristo, Guatemala, por su labor en la traducción y edición de la versión en castellano.
Al equipo editorial de ZCP: Carla B., Suzette T., Mary H., David K., Justin K. Sarah K., Raquel P., Hannah S., Caroline T. y Suzanne Y.
Queremos hacer extensiva nuestra gratitud a estas queridas personas, porque sin ellas, y sin sus muchas horas de invaluable ayuda, este libro no habría sido posible. Estamos realmente agradecidos por su diligencia, creatividad y excelencia en la compilación de este libro para la gloria de Dios.
Hemos adoptado como tema para este libro acerca de los reyes de Israel “la miseria del que se descarría”. Todos estos reyes tuvieron testimonio de los caminos del Señor. Sin embargo, abandonaron el camino de los justos y se deleitaron, no solamente en los caminos del mundo, sino también en los de Satanás.
Los reyes de Israel fueron como aquellos que el apóstol Pablo describe en Romanos 1:23-25, hombres que cambiaron la gloria de Dios por la adoración de una imagen “de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén”.
El resultado fue que la mayoría de estos 20 reyes tuvieron una vida y una muerte miserables. Es más, tenían al Todopoderoso como enemigo contra ellos; en cambio, aquellos reyes del linaje de David tenían al Todopoderoso como su amigo. Sus vidas sirven como lecciones para motivarnos a caminar en las sendas de justicia y para nunca apartarnos hacia otros caminos.
Lamentablemente, de acuerdo con las epístolas de Pedro (cf. 2 P. 3:17), desde tiempos inmemoriales los creyentes se han apartado de las sendas de justicia y se han unido a las filas de aquellos que fueron arrastrados por el error de los inicuos. Eso no aplicaba únicamente a estos reyes de Israel.
El rey David lamenta el hecho de que algunos se desvían tras la mentira (Sal. 40:4), mientras señala que otros abandonan al compañero de su juventud (Pr. 2:17). En Proverbios 5:13-14 dice: “¡[…] No oíla voz de los que me instruían, y a los que me enseñaban no incliné mi oído! Casi en todo mal he estado, en medio de la sociedad y de la congregación”. El corazón del pastor se lamenta constantemente{1} por aquellos que han conocido la verdad y han abandonado los caminos del Señor.
El estudio sobre los reyes de Israel va a revelar que en Israel hubo 20 reyes en un período relativamente corto de 209 años. El reino de Judá tuvo 20 reyes en un período de 345 años (desde el 931 a.C. hasta la caída de Jerusalén, en el 586 a.C.).
Antes que el reino unido de Israel (las doce tribus) se dividiera en Israel (diez tribus) y Judá (dos tribus), había tenido solamente tres reyes: Saúl, David y Salomón, en un período de unos 120 años. Durante un período de 934 años, del 1066 d.C. al 2000 d.C., el Reino Unido de Gran Bretaña tuvo 40 soberanos. Por consiguiente, comparando estos ejemplos con el reino de Israel, notamos el ritmo tan frecuente con que Israel cambiaba de rey.
¿Por qué era así? Salomón escribió: “Por la rebelión de la tierra sus príncipes son muchos; mas por el hombre entendido y sabio permanece estable” (Pr. 28:2). La Nueva Versión Internacional dice: “Cuando hay rebelión en el país, los caudillos se multiplican; cuando el gobernante es entendido, se mantiene el orden”.
Sin embargo, en Israel no hubo rey que comprendiera los caminos del Señor, pues todos eran malvados y rebeldes. En consecuencia, reinaron solo por períodos cortos de tiempo, y la tierra tuvo muchos gobernantes, los cuales eran todos corruptos. Por tanto, con la caída de Samaria (su capital) ante el ejército asirio, Israel fue a la cautividad en el año 722 a.C.
A continuación, una tabla nos muestra a los reyes de Israel, con las fechas y la duración de sus reinados. Por favor observe que la aparente disparidad entre las fechas de los reinados y el período de tiempo que reinaron, se debe a que se emplearon dos calendarios. El calendario judío varía considerablemente del que hemos aceptado en la Era de la Iglesia. Una diferencia es que el método en las Escrituras calcula una fracción de un año como si fuera un año completo. De aquí la disparidad aparente de las fechas.
El segundo libro de Reyes capítulo 17, describe los últimos días el reino del Norte, Israel, cuando cayeron ante los reyes de Asiria. Este capítulo muestra la razón de la ira de Dios: habían quemado incienso a sus estatuas e imágenes de Asera en todo collado alto, y debajo de todo árbol frondoso. Ellos no quisieron oír, aunque Dios dio palabra en contra de Israel a través de los profetas. Rechazaron Sus estatutos y Su corrección, y fueron tras las naciones paganas que estaban alrededor de ellos. El Señor estaba muy enojado con Israel y los quitó de delante de Su rostro. Así fue sacado Israel de su propia tierra y llevado a Asiria. No quedó nadie, sino solamente la tribu de Judá.
REY
REINO (A.C.)
DURACIÓN
Jeroboam I, hijo de Nabat
931 – 909
22 años
Nadab, hijo de Jeroboam I
909 – 908
2 años
Baasa, hijo de Ahías
908 – 886
24 años
Ela, hijo de Baasa
886 – 885
2 años
Zimri, siervo de Ela
885
7 días
Tibni, hijo de Ginat
885 – 880
6 años
Omri, capitán del ejército
885 – 874
12 años
(traspuesto con Tibni)
Acab, hijo de Omri
874 – 853
22 años
Ocozías, hijo de Acab
853 – 852
2 años
Joram, hijo de Acab
852 – 841
12 años
Jehú, hijo de Josafat
841 – 814
28 años
Joacaz, hijo de Jehú
814 – 798
17 años
Joás, hijo de Joacaz
798 – 782
16 años
Jeroboam II, hijo de Joás
793 – 753
41 años
(regencia simultánea con Joás)
793 – 782
Zacarías, hijo de Jeroboam II
753
6 meses
Salum, hijo de Jabes
752
1 mes
Manahem, hijo de Gadi
752 – 742
10 años
Pekaía, hijo de Manahem
742 – 740
2 años
Peka, hijo de Remalías
752 – 732
20 años
(traslapando años con Pekaía)
742 – 740
Oseas, hijo de Ela
732 – 722
9 años
Caída de Samaria
722
Las referencias en las Escrituras para este estudio de Jeroboam se encuentran en 1 Reyes 11:26, 14:20 y 2 Crónicas 10:2 – 13:20. El rey Jeroboam reinó desde el 931 hasta el 909 a.C. (22 años). Jeroboam I fue el primer rey del Israel compuesto por las diez tribus del Norte, después de la división del reino. En cierto sentido, él fue el fundador del reino dividido.
En la vida, es un principio que el fundador (ya sea de una compañía, iglesia o nación), marca el estilo y la visión para las generaciones futuras. Esto puede verse claramente en la religión musulmana, en la mormona y en la budista, las cuales fueron moldeadas por sus fundadores. Su doctrina original se ha mantenido virtualmente igual y, a través de los siglos, ha moldeado el destino de sus seguidores. En estas religiones, todos los maestros que vinieron después, buscaron interpretar los dichos de sus fundadores.
En un sentido positivo, esto se puede ver en el cristianismo. Primero, a través de los cuatro Evangelios, el Nuevo Testamento registra los dichos y las enseñanzas del Fundador, el Señor Jesucristo. Los demás libros que componen las Escrituras del Nuevo Testamento, se dedican a exponer las enseñanzas de Cristo. Asimismo, estos libros registran las obras de Sus discípulos. También, queda claro que las vidas de Sus seguidores deben ser medidas conforme Su ejemplo sin mancha, dedicado e irreprochable. Debemos andar en este mundo como Él anduvo.
Habiendo establecido este principio, nos damos cuenta de que Jeroboam hizo exactamente esto con el reino de Israel. Una y otra vez, los reyes que siguieron son reprochados por andar en los caminos de Jeroboam, los que, como veremos en breve, fueron extraordinariamente caminos de maldad.
Antes de ver su carácter pecaminoso y el ejemplo que estableció para las futuras generaciones de reyes, tomemos en cuenta los primeros años de la vida de Jeroboam, tal como los revelan las Escrituras. A pesar del hecho de que su madre era una viuda, parece que Jeroboam era un hombre rico, con la habilidad de equiparse a sí mismo y a otros para la guerra. De hecho, al principio Jeroboam nos es presentado como un adversario del rey Salomón, quien fue el último rey del reino unido de Israel antes que este fuera dividido. Como veremos en breve, Jeroboam había sido levantado por el Señor para afligir a Salomón (1 R. 11:26) por su desobediencia.
Salomón tuvo un buen comienzo. A edad temprana, el Señor lo amó y lo llamó Jedidías, que significa “amado del Señor” (2 S. 12:24-25). Su padre, el rey David, lo había criado para ser un hombre sabio. Cuando Salomón ascendió al trono, el Señor lo visitó en un sueño y le preguntó qué le gustaría que Él le concediera. Salomón pidió sabiduría, una petición que complació al Señor, Quien le concedió su petición de forma abundante y añadió a esta, tanto riquezas como gloria (1 R. 3:1-15).
Sin embargo, más adelante en su vida, Salomón no cumplió con las leyes para los reyes (Dt. 17:14-20). Estas prohibían específicamente tener muchas esposas, para que ellas no desviaran el corazón del rey de seguir al Señor. Leemos en 1 Reyes 11:1-8 que cuando Salomón era viejo, sus esposas desviaron su corazón para ir tras otros dioses. Por esto, el Señor levantó adversarios: Hadad el edomita y Rezón de Soba (quien reinó en Damasco y fue enemigo de Israel durante todo el tiempo de los postreros días de la vida de Salomón). Jeroboam, el hijo de Nabat, también levantó su mano contra el rey.
Cuando Salomón estaba construyendo Milo y reparando los portillos de la ciudad de David, vio que Jeroboam (un efrateo de Sereda) era tanto industrioso, como valiente y esforzado. Jeroboam estaba cumpliendo Proverbios 22:29: “¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará; No estará delante de los de baja condición”.
Entonces Salomón lo hizo gobernador sobre toda la casa de José. Después de esto, leemos en 1 Reyes 11:29-31, 35, 37: “Aconteció, pues, en aquel tiempo, que saliendo Jeroboam de Jerusalén, le encontró en el camino el profeta Ahías silonita, y éste estaba cubierto con una capa nueva; y estaban ellos dos solos en el campo. Y tomando Ahías la capa nueva que tenía sobre sí, la rompió en doce pedazos, y dijo a Jeroboam: Toma para ti los diez pedazos; porque así dijo Jehová Dios de Israel: He aquí que yo rompo el reino de la mano de Salomón, y a ti te daré diez tribus […] Pero quitaré el reino de la mano de su hijo, y lo daré a ti, las diez tribus. Yo, pues, te tomaré a ti, y tú reinarás en todas las cosas que deseare tu alma, y serás rey sobre Israel”.
Luego, cuando Salomón fue informado, evidentemente, sobre esta profecía, procuró matar a Jeroboam, pero Jeroboam huyó a Egipto. Encontramos que Sisac, el rey de Egipto, se volvió amigo de Jeroboam. Al morir Salomón, el pueblo mandó a llamar a Jeroboam y lo hizo rey sobre todo Israel (1 R. 12:20), pues para entonces, la profecía de Ahías en 1 Reyes 11:30-39 se había vuelto de conocimiento popular. Durante ese tiempo, Jeroboam debió haber causado una impresión sobre el pueblo, dejando claro que él era el líder sobre la casa de José.
Esta profecía en 1 Reyes 11:30-39 también contenía una promesa de Dios: “Y si prestares oído a todas las cosas que te mandare, y anduvieres en mis caminos, e hicieres lo recto delante de mis ojos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como hizo David mi siervo, yo estaré contigo y te edificaré casa firme, como la edifiqué a David, y yo te entregaré a Israel” (1 R. 11:38). Por tanto, a Jeroboam se le estaban ofreciendo las mismas bendiciones de David. El Señor no hubiera hecho semejante promesa si Jeroboam no hubiera sido un hombre de habilidad inusual y cualidades para el liderazgo.
Mark Twain hizo la observación que el verdadero carácter de un hombre es revelado cuando le dan autoridad y responsabilidad, no cuando está pasando por tiempos difíciles. Ciertamente, las cualidades buenas de Jeroboam, de ser industrioso y valiente, fueron eclipsadas por aquellas que salieron a relucir cuando se convirtió en rey.