Los seis primeros jueves de mes - Various - E-Book

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Various

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Beschreibung

«Hija mía, mi querida esposa, haz que yo sea amado, consolado y reparado en mi Eucaristía. Di en mi nombre que a cuantos hagan bien la santa Comunión, con sincera humildad, fervor y amor en los primeros seis jueves de mes consecutivos y pasen un hora de adoración ante el sagrario, íntimamente unidos a mí, les prometo el cielo». Jesús confía a Alejandrina María da Costa la misión de difundir el amor por la Eucaristía y la Comunión en los seis primeros jueves de mes. En este libro encontrarás seis modelos de adoración para cada primer jueves de mes.

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Veröffentlichungsjahr: 2025

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Colección:El Hijo

Editado por: Maria Rita Scrimieri

© Editrice Shalom s.r.l. - 09.4.2023 El Domingo de Pascua

© Libreria Editrice Vaticana (textos de los Sumos Pontífices)

© Textos bíblicos: Versión oficial de la CEE

(Conferencia Episcopal Española)

ISBN 978 88 8404 793 9

ISBN ePUB 979 12 5639 189 9

Via Galvani, 1

60020 Camerata Picena (AN) - Italy

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La editorial Shalom no cede los derechos de autor (ni patrimoniales, ni morales) al autor del presente libro.

ÍNDICE

VIDA Y EXPERIENCIA MÍSTICA

Beata Alejandrina María da Costa

La vocación eucarística y los seis primeros jueves de mes

Peticiones y promesas de Jesús a la beata Alejandrina

Ahora me toca a mí…

VIVIR LOS SEIS PRIMEROS JUEVES

El sacramento de la Reconciliación

La santa Comunión

La adoración eucarística

Primer jueves del primer mes

Primer jueves del segundo mes

Primer jueves del tercer mes

Primer jueves del cuarto mes

Primer jueves del quinto mes

Primer jueves del sexto mes

Para venerar las santas llagas y unirse a los dolores de la Virgen dolorosa

Oración para venerar la llaga de la sagrada espalda

Oración para venerar las llagas del Señor

Oración a la Virgen dolorosa

codice 8089 Los seis primeros jueves de mes

Acrónimos

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VIDA Y EXPERIENCIAMÍSTICA

«Te he elegido para felicidad de muchas almas».(Jesús a Alejandrina)

La Beata Alejandrina María da Costa

«“¿Me amas?”, pregunta Jesús a Simón Pedro. Este responde: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero”. La vida de la beata Alejandrina María da Costa puede resumirse en este diálogo de amor. Impregnada y abrasada por estos deseos de amor, no quiso negar nada a su Salvador: con voluntad fuerte, lo acepta todo para mostrar que lo ama. Esposa de sangre, revive místicamente la pasión de Cristo y se ofrece como víctima por los pecadores, recibiendo la fuerza de la Eucaristía, que se convierte en el único alimento de sus últimos trece años de vida. En el ejemplo de la beata Alejandrina, expresado en la trilogía “sufrir, amar y reparar”, los cristianos pueden encontrar estímulo y motivación para ennoblecer todo lo que la vida tiene de doloroso y triste con la mayor prueba de amor: sacrificar la vida por quien se ama» (San Juan Pablo II, Homilía, 25 de abril de 2004).

Alejandrina nace en Balasar, provincia de Oporto (Portugal), el 30 de marzo de 1904 y es bautizada el 2 de abril. Hasta los 7 años de edad estuvo con su familia, luego es enviada a Pòvoa do Varzim, a la familia de un carpintero, para que pudiera ir a la escuela, pues en Balasar no había. Aquí recibe la Primera Comunión en 1911 y, un año después, la Confirmación.

Después de dieciocho meses vuelve a Balasar, a vivir con su madre y su hermana, Deolinda, en la localidad llamada «Calvario», donde permanecerá toda la vida.

Teniendo una constitución robusta, empieza a trabajar en el campo. Vive una juventud alegre: dotada de un carácter abierto y comunicativo, su compañía es muy apreciada. A los 12 años enferma: una grave infección – posiblemente una fiebre intestinal tifoidea – que está a punto de acabar con ella. A pesar de superar el peligro, su cuerpo llevará siempre los signos de esta enfermedad.

Cuando tiene 14 años sucede algo que cambiará el curso de su existencia. El Sábado Santo de 1918 ella, Deolinda y otra chica están cosiendo cuando se dan cuenta de que tres hombres están intentando entrar en su habitación. A pesar de que las puertas están cerradas, los tres consiguen forzarlas; Alejandrina, para salvar su pureza, se tira por la ventana, desde una altura de cuatro metros. Las consecuencias son terribles: las visitas médicas detectan daños irreversibles.

Hasta los 19 años es capaz todavía de acercarse a la iglesia pero, con el progreso de la parálisis, llega a quedarse totalmente inmovilizada. El 14 de abril de 1925, Alejandrina se ve obligada a quedarse en la cama, donde estará los restantes treinta años de su vida.

Hasta 1928 no deja de pedir su curación al Señor, por intercesión de la Virgen, prometiendo que, si cura, será misionera. Pero, cuando comprende que el sufrimiento es su vocación, se abandona a la voluntad de Dios: «Nuestra Señora me ha concedido una gracia todavía mayor. Primero la resignación, luego la conformidad completa a la voluntad de Dios y, finalmente, el deseo de sufrir».

A este período se remontan los primeros fenómenos místicos, cuando Alejandrina comienza una vida de gran unión con Jesús en los sagrarios, por medio de María. Un día que se encontraba sola, le viene este pensamiento: «Jesús, tú estás prisionero en el sagrario y yo en mi lecho por voluntad tuya. Nos haremos compañía». Entonces comienza su primera misión: ser como la lámpara del sagrario. Pasa las noches como peregrinando de sagrario en sagrario. En cada Misa se ofrece al Padre Eterno como víctima por los pecadores, junto a Jesús y según sus intenciones.

En la soledad de su cuartucho, Alejandrina se convierte en el ángel consolador de Jesús Eucaristía presente en todos los sagrarios del mundo, viviendo siempre unida a él en espíritu de amor, adoración y reparación. Su programa de vida espiritual es «amar, sufrir, reparar», como Jesús le había inspirado para llevar a cabo su vocación de víctima por la salvación de las almas, en unión a Jesús Cordero inmolado.

Se inscribe en la asociación mariana Hijas de María y del movimiento eucarístico Las Marías de los Sagrarios, asociación fundada por el obispo español san Manuel González García, conocido como el «Obispo de los sagrarios abandonados».

Los sagrarios abandonados y la salvación de las almas son las misiones que Jesús le confía en 1934. A través de Alejandrina, Jesús pide que: «Se predique y propague bien la devoción a los sagrarios, porque durante días las almas no me visitan, no me aman, no me reparan… no creen que yo viva allí. Quiero que se encienda en las almas la devoción por estas prisiones de amor. Son muchos los que, cuando entran en las iglesias, ni siquiera me saludan ni se paran un momento a adorarme. Quisiera tener muchas guardias fieles, postradas ante los sagrarios, para no dejar que sucedan tantos crímenes» (1934).

Desde 1935 Alejandrina es la apóstol escondida de la consagración del mundo al corazón inmaculado de María. El jesuita, p. Mariano Pinho, su primer director espiritual, hizo llegar al Santo Padre las repetidas peticiones de Jesús para que el Papa consagrara el mundo al corazón inmaculado de María, un mundo amenazado por el ateísmo y la Segunda Guerra Mundial. «Así como pedí a santa Margarita la consagración del mundo a mi sagrado corazón, así ahora te pido a ti que el mundo sea consagrado al corazón de mi Madre santísima» (1935).

El signo dado por el Señor para confirmar el origen divino de la petición de consagración del mundo es la pasión de Cristo hecha visible en Alejandrina. De hecho, del 3 de octubre de 1938 hasta el Viernes Santo de 1942, Alejandrina, todos los viernes, desde las 12 hasta las 3 de la tarde, en éxtasis se levanta del lecho en el estrecho espacio de su cuarto y revive la pasión de Jesús, desde la agonía en el huerto hasta la crucifixión en el Calvario. Esta es, al mismo tiempo, su extraordinaria participación y cooperación con Dios por la salvación de las almas.

Pío XII, el 31 de octubre de 1942, consagra el mundo al corazón inmaculado de María, Reina de la victoria, Reina de la paz, respondiendo así a la invitación que en ese tiempo le había llegado de varios sitios, además de Alejandrina.

Con la consagración del mundo al corazón inmaculado de María terminan los éxtasis de la pasión visible, pero Alejandrina continua participando interiormente en los sufrimientos de Cristo Redentor y, en el mismo año, comienza un ayuno total de comida y bebida, ayuno que se extiende hasta el fin de sus días.

Durante los últimos trece años de su vida, su único «alimento» es la Eucaristía. Esta es la última misión que le confía Jesús: «Hago que vivas solo de mí, para demostrar al mundo el valor de la Eucaristía, y lo que es mi vida en las almas: luz y salvación para la humanidad» (1954).

Su vida fue un milagro eucarístico viviente.

Desde 1944 tiene como director espiritual, el segundo, al salesiano P. Humberto María Pasquale, que se convierte también en su principal biógrafo. El mismo año ella se convierte en Cooperadora Salesiana.