The Chosen – Libro dos - Amanda Jenkins - E-Book

The Chosen – Libro dos E-Book

Amanda Jenkins

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Beschreibung

Usted ha sido llamado a ser diferente.   Tan importante como es conocer y relacionarse con personajes clave de la Biblia, es más importante comprender todo lo que Jesús hizo para tener una relación con usted. Ese es el propósito detrás de la historia de cada personaje: ayudar en la revelación sobrenatural de Jesucristo. Por eso, cada detalle importa. Todo intercambio merece un examen minucioso y una profunda contemplación. Y es a través del desorden, que comenzará a verlo más claramente. Jesús intercede por usted, lo perdona y renueva, lo guía y guarda.   En The Chosen – Libro dos: 40 días con Jesús, tenga un encuentro con Jesús tal como lo hicieron sus seguidores y explore sus trasfondos conmovedores. Escritas para acompañar la exitosa serie de varias temporadas, cada una de estas cuarenta devociones contiene una escritura, una perspectiva única sobre una historia del Evangelio, sugerencias para orar y preguntas que desarrollarán su relación con Cristo.   ¿Qué significa seguir a Jesús realmente? Colocar su identidad en Él. Estar rendido a su voluntad y a su dirección. Ir a donde Él va y hacer las cosas que Él hace. Ser diferente de la manera maravillosa que Él fue diferente. Él conoce sus necesidades. Él ve su sufrimiento. Él entiende su dolor. Y Él es amor perfecto. Así que cuando la vida hace que su alma desfallezca y su fe se debilite, Jesús no lo hará. Él es a quien ama su alma.  

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Los devocionarios Los elegidos son como la serie The Chosen, que ayudan a que la Palabra de Dios se haga una realidad. Valoro todo aquello que hace que las Escrituras sean más que mera información que consumo, sino más bien son palabras divinamente inspiradas las cuales aplico en mi vida y por las que vivo cada día. Eso es lo que han logrado estos devocionarios.

—Mandisa, artista y conferencista

BroadStreet Publishing® Group, LLC

Savage, Minnesota, E.U.A.

BroadStreetPublishing.com

LOS ELEGIDOS, Libro dos: 40 días con JesúsEdición en español, copyright © 2021 The Chosen Productions, LLC

978­1­4245­6318­0 (piel símil)978­1­4245­6319­7 (libro electrónico)

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede reproducirse de ninguna forma, salvo algunas citas breves en reseñas impresas, sin el permiso por escrito de la editorial.

A menos que se indique lo contrario, el texto bíblico ha sido tomado de LA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS © Copyright 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation. Usada con permiso. Las escrituras marcadas como “NVI” son tomadas de la Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015 por Biblica, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo. Las escrituras marcadas como “NTV” son tomadas de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Usada con permiso de Tyndale House Publishers, Inc., 351 Executive Dr., Carol Stream, IL 60188, Estados Unidos de América. Todos los derechos reservados.

Las ediciones en stock o personalizadas de los títulos de BroadStreet Publishing se pueden comprar al por mayor para fines educativos, comerciales, ministeriales, de recaudación de fondos o de promoción de ventas. Para obtener más información, envíe un correo electrónico a: [email protected].

Representado por Steve Laube de la Steve Laube AgencyDiseño por Chris Garborg en garborgdesign.comTraducción, diseño y corrección en español por LM EditorialServices | lmeditorial.com | [email protected] con lacolaboración de Yvette Fernández-­Cortez en la traducción del texto y Candace Ziegler en el diseño interior.

Printed in China21 22 23 24 25 * 5 4 3 2 1

ÍNDICE

Prólogo por Alex Kendrick

Libro nuevo, pregunta nueva

Día 1 Identidad

Día 2 Entre nosotros

Día 3 Lugar solitario

Día 4 Desenlace

Día 5 Desesperado

Día 6 Adivinanzas

Día 7 Sal y luz. Y gozo

Día 8 Amar

Día 9 Oración

Día 10 Ayuno

Día 11 Tesoro

Día 12 Ansiedad

Día 13 Vigas

Día 14 Algo nuevo

Día 15 Fuente de luz

Día 16 Expuesto

Día 17 Pregunta de prueba

Día 18 La respuesta de la prueba

Día 19 Seguidora

Día 20 Desertor

Día 21 La verdad exasperante

Día 22 Inmerecido

Día 23 Maravilloso Jesús

Día 24 Pida, y lo recibirá

Día 25 Pida, y confíe en Él

Día 26 Pida lo que sea de Él

Día 27 Pida, y obtenga lo mejor de Él

Día 28 Expectativas

Día 29 El asesino de la fe

Día 30 Fiel

Día 31 Obtenga el premio

Día 32 La casa que permanence

Día 33 Venderlo todo

Día 34 Típicos seguidores

Día 35 Enviados

Día 36 Atención

Día 37 Con todo su corazón

Día 38 El Justo

Día 39 Compasión

Día 40 Jesús es

Acerca de los autores

PRÓLOGO

Recuerdo la primera vez que vi la serie The Chosen (Los elegidos). Oí de ella por medio de unos miembros del equipo que habían trabajado en el escenario. Muchos de ellos me ayudaron a producir nuestras propias películas, así que sabía que su recomendación para esta serie bíblica merecía mi atención. Admitiré que cuando terminé de verla, volví a verla en su totalidad con mi familia. No solo estaba bien hecha, sino que también me tocó en lo más íntimo. Me hallé preguntándome cómo habría actuado si hubiera estado allí con Jesús. ¿Expresaría mis opiniones tan libremente como Pedro? ¿Habría tratado de calcular sus acciones como Mateo? ¿O lo habría seguido con admiración como María, aferrándome a cada una de sus palabras?

Me imaginé caminando a diario con Él, observando su bondad, su paciencia y la manera en que demostraba su amor a los demás. Sí, me habría sentido extasiado viendo un milagro muy de cerca, pero sentarme y comer con Él de la manera en que lo hicieron sus seguidores o tener una conversación cara a cara con Él para compartirle mis preguntas, pensamientos y preocupaciones… bueno, ¡eso habría sido increíblemente maravilloso!

Y, sin embargo, todavía podemos hacerlo.

El hecho de que este mismo Jesús, que caminó por la tierra con sus discípulos, esté vivo todavía hoy día y quiere pasar tiempo personal a diario con cada uno de nosotros, ¡es todavía sorprendente! Él mandó a su propio Espíritu a habitar en nosotros, para guiarnos y ayudarnos. Él anhela todavía escuchar nuestras preguntas, pensamientos y preocupaciones. Él quiere todavía amar a los demás a través de nosotros. Él quiere todavía ¡hacer milagros! Y Él todavía nos dice: “Síganme”.

A medida que lea estos devocionarios, recuerde que Aquel que lo ama tanto como para entregar su propia vida quiere tener una relación creciente con usted. Él quiere caminar con usted, amarlo y mostrarle más de sí mismo. Y Él espera pacientemente que usted responda a su invitación.

De manera que, encuentre un lugar tranquilo cada día donde usted y Jesús puedan reunirse. Adórelo de todo corazón. Agradézcale por todo lo que ha hecho. Esté atento a cuando Él hable en esa voz gentil, apacible, mientras lee su Palabra. Y reconfórtese en el hecho de que Él todavía lo ve, lo ama y lo ha escogido.

Alex Kendrick

Escritor, director

LIBRO NUEVO, PREGUNTA NUEVA

En nuestro primer libro, las preguntas que regían cada devocionario eran:

1. ¿Qué sabemos de estas personas?

2. ¿Qué deberíamos saber de estas personas?

3. ¿De qué manera nos cambiaría, a nosotros y a otras personas, pasar de no saber de estos personajes a saber de ellos?

Respuestas: Mucho. Todo. Demasiado.

A medida que las historias de María, Pedro, Nicodemo y Mateo se develan y entretejen, llegamos a apreciar esta verdad obvia en una forma totalmente nueva: cada detalle importa. Todo cambio merece un análisis exhaustivo y una reflexión profunda, así como también, el entorno y el contexto en el que residen. Sin excepción, cada aspecto de su vida difícil nos ofrece una migaja más a lo largo de la vereda.

De los cuatro, Nicodemo era a quien conocíamos menos. Estudiarlo fue como conectarnos finalmente con un tío complicado. Sentimos como que entendemos al hombre y esperamos ansiosamente verlo en las reuniones familiares. Mateo y Pedro son ahora nuestros hermanos. ¡Y María! María es nuestra gran amiga. Somos muy cercanos.

Tan afortunado como puede ser saber de ciertos personajes bíblicos e identificarnos con ellos, no está al mismo nivel de entender el gran esfuerzo que hizo Jesús para identificarse con nosotros de tal manera que pudiéramos conocerlo. Ese es el propósito de la historia de cada personaje en la Biblia: ayudar en la revelación sobrenatural de Jesucristo.

Dicho de otra manera:

– Debido a que conocemos mejor a Nicodemo, conocemos mejor a Jesús.

– Debido a que conocemos mejor a Mateo, conocemos mejor a Jesús.

– Debido a que conocemos mejor a Pedro, conocemos mejor a Jesús.

– Debido a que conocemos mejor a María, conocemos mejor a Jesús.

Eso es. Eso es lo que hace que estos amigos sean tan maravillosos. Por medio de sus historias podemos ver la compasión, la paciencia, la misericordia, el amor y la redención de Jesús. A causa de ellos (y de muchos otros), podemos empezar a entender con la mente y el corazón lo que Jesús siente por nosotros. Y, claro está, ayuda tremendamente que ellos fueran tan complicados, a través de ellos podemos ver más claramente el único Camino para estar completos.

Así que, ahora, con este segundo devocionario, estamos cambiando las cosas un poco. En vez de tres preguntas dominantes sobre la gente que rodeaba a Jesús, esta nueva pila de escritos está predicada sobre una sola pregunta inquisitiva: ¿Qué significa realmente seguir a Jesús?

No solamente aparecer periódicamente, esperando recibir una comida o una sanidad, sino entregarnos por completo y seguirlo a Él a donde sea que nos guíe… como, digamos, a la cruz.

Esperamos que usted también apreciará y contemplará los detalles de una manera totalmente nueva, como lo hemos hecho nosotros. Y rogamos humildemente que este devocionario le ayude en su revelación sobrenatural de Jesucristo, de la misma manera en que lo hizo por nosotros.

Amanda, Kristen y Dallas

DÍA 1

DENTIDAD

Cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Y ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; pero otros, Jeremías o uno de los profetas. Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Y Jesús, respondiendo, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.

MATEO 16:13-18

No todo milagro fue tan genial como para que nos dejara boquiabiertos. Había niveles. Un milagro fue tan discreto que pudo haber pasado desapercibido si Jesús no lo hubiera mencionado. Sucedió durante una conversación privada entre Jesús y sus discípulos.

Jesús les preguntó quién pensaban que era Él.

Simón Pedro respondió que Él era el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

Y ¡zas! Un milagro.

Al compararlo con ver a Jesús multiplicar pescados, sanar leprosos, expulsar demonios, este milagro podría haber carecido del factor sorpresa al que habían llegado a acostumbrarse. No obstante, lo que aconteció durante esa corta conversación fue un cambio de vida más profundo. No era Jesús demostrando su autoridad ante la muchedumbre. Era el Padre revelando la identidad de su Hijo individualmente.

Jesús todavía no les había enseñado explícitamente sobre la plenitud de su identidad. Por consiguiente, la respuesta de Pedro no era una conclusión predeterminada. Tampoco era una suposición para lucirse. Era una revelación sobrenatural impartida por el Hacedor del universo, un milagro tan personal y poderoso que nada en la vida de Pedro volvería a ser igual.

Por el contrario, veamos la respuesta de los otros. Juan el Bautista era una buena suposición ya que Jesús tampoco tenía hogar y era un predicador radical. Elías hacía milagros muy sorprendentes; y, al igual que Jesús, Jeremías predicaba valientemente y profetizaba en las cortes del templo. Estas no eran las peores teorías de todos los tiempos, pero estaba claro que faltaba la parte de la revelación sobrenatural.

La gente asumía que Jesús era una representación del segundo acto de peso pesado espiritual que había existido anteriormente. No podía concebir que Él fuera completamente original. Sin embargo, eso es lo que quienes no conocen a Jesús tendían a hacer, improvisaban una clase de conjetura creíble, pero completamente equivocada, respecto a quién o a qué se parecía Jesús. Y el único remedio para nuestra explicación humana mal concebida es la revelación sobrenatural de parte de Dios. Él tiene que abrirnos los ojos.

¿Y una vez que Él nos abre los ojos? Es solo entonces que entendemos exactamente cuán sin igual es Jesús en verdad. Simón Pedro fue el primer discípulo en visualizarlo; el Padre le reveló a Pedro quién era Jesús: El Cristo. Y luego, Jesús le reveló a Simón Pedro quién era Pedro: La roca sobre la cual se construiría la iglesia. Una identidad afirmó a la otra.

Él está impaciente por hacer lo mismo por nosotros. Quién dice usted que soy es la pregunta que Jesús le hace a cada persona. Una vez que podamos ver que Él es el Cristo y le entreguemos nuestra vida, Él afirmará nuestra identidad: Somos elegidos. Hemos sido redimidos. Hemos sido convocados por nombre, y le pertenecemos a Él. Este milagro es tan personal y poderoso que nada en nuestra vida volverá a ser lo mismo. Tan sencillo como parece superficialmente el hecho, no hay nada más genial y sorprendente que conocer a Jesucristo, el Hijo del Dios viviente.

ENFOQUE DE ORACIÓN

Alabado sea Dios que está deseoso de revelarles a su Hijo a quienes lo buscan. Si todavía no lo conoce, pídale al Padre que le abra los ojos para que pueda ver su identidad. Si ya lo conoce, pídale que le dé un entendimiento mayor de la identidad de Él. Agradézcale por haberlo elegido a usted y por un milagro tan personal y poderoso.

DE AHORA EN ADELANTE

○ ¿Quién dice usted que es Jesús?

○ Si conoce a Jesús, describa el momento en que la identidad de Él le fue revelada a usted y cómo reaccionó. Si todavía no lo conoce, describa lo que ha asumido o entendido acerca de Él hasta ahora.

○ ¿De qué manera la verdadera identidad de Cristo impacta, clarifica y solidifica su propia identidad?

DÍA 2

ENTRE NOSOTROS

Y hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, un estanque que en hebreo se llama Betesda y que tiene cinco pórticos. En estos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos… Y estaba allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado allí y supo que ya llevaba mucho tiempo en aquella condición, le dijo: ¿Quieres ser sano? El enfermo le respondió: Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando el agua es agitada; y mientras yo llego, otro baja antes que yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu camilla y anda. Y al instante el hombre quedó sano, y tomó su camilla y echó a andar.

JUAN 5:2-9

La reacción de la escuela dominical a esta historia milagrosa es pensar que es sorprendente, maravillosa y feliz; la escena en el franelógrafo estaría, sin duda, llena de sonrisas. Sin embargo, quizá una respuesta más apropiada es sufrimiento, porque treinta y ocho años son un periodo de tiempo que destroza el alma. Y el alma de este hombre debe haber estado destrozada.

La escena era cruel. Un mar de personas enfermas y discapacitadas estaban tumbadas al lado del estanque de Betesda, esperando recibir sanidad en el agua de la manera en que se rumoreaba que otros la habían recibido. Impredeciblemente, el manantial subterráneo que alimentaba el estanque de cuarenta y cinco pies (13,72 m) de profundidad hacía borbotear el agua. Las burbujas subían a la superficie junto con el sedimento del suelo de la cuenca; sin duda, los minerales del sedimento, junto con el agua fresca aportaban beneficios de salud. Sin embargo, con el tiempo, la gente les atribuyó a los espíritus los poderes del manantial natural y sus efectos colaterales; así que cuando el agua se movía, las personas se apresuraban a entrar con la esperanza de recibir un milagro.

Pero no todas. Al menos, no el hombre que estuvo enfermo durante tanto tiempo y que ya había renunciado a siquiera intentarlo. Él no tenía la capacidad para ayudarse, no tenía manera de llegar al agua ni conocía a alguien a quien le importara lo suficiente como para llevarlo allí.

Jesús entra.

Para el Creador, Redentor y Sanador, ¿cómo era andar entre los que sufrían? Definitivamente, su corazón se quebrantó, y no solo por el dolor de las personas, sino también porque la esperanza de ellas estaba puesta en un lugar equivocado, o carecían totalmente de esperanza.

“¿Quieres ser sano?”.

Qué pregunta tan extraña, pues, claro está, que el hombre lo deseaba. En ese lugar, cada persona con un padecimiento físico quería ser sana; por eso estaban allí. Pero ninguno parecía notar a Aquel que realmente podía sanar. Jesús caminó entre ellos, los enfermos y dolidos, los sordos, ciegos y cojos, mientras ellos se concentraban en su tiempo y energía, y en su esperanza en el agua. Que es lo que todos hacemos hasta cierto punto. Nos enfocamos en nuestras luchas y en las soluciones que fabricamos en nuestra mente mientras que nuestro Creador, Redentor y Sanador está entre nosotros.

“¿Quieres ser sano?”.

El hombre le respondió: “Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando el agua es agitada; y mientras yo llego, otro baja antes que yo”. En otras palabras: Claro que quiero ser sano, ¿estás loco? Pero dejé de intentarlo desde hace mucho tiempo porque es imposible. Estoy completamente solo, y voy a vivir el resto de mis patéticos días sobre esta camilla.

No le molestó a Jesús que el hombre enfermo no entendiera inmediatamente su oferta. Muchas veces, nosotros tampoco lo hacemos. Nuestra tendencia humana es subestimar a Jesús, o no lo estimamos en lo absoluto. Nos quedamos atorados en nuestras circunstancias y en la manera en que vemos el mundo, y no nos damos cuenta o no comprendemos lo que se nos ofrece.

No vemos que nuestro salvador está inclinándose hasta abajo y, sin duda, eso era exactamente lo que Jesús estaba haciendo, arrodillándose al nivel de la vista cuando le habló al hombre sin esperanza. Estoy seguro de que el sonido de su voz era amable. Seguramente su conducta fue paciente. Callado. No hay duda de que había una compasión abrumadora en sus ojos al aproximarse a alguien que no tenía idea alguna de que su rescate era inminente.

“¿Quieres ser sano?”.

Más que estar enfermo y solo durante treinta y ocho años, lo más doloroso para este hombre sería irse caminando a su casa y olvidar a Aquel que lo sanó. Qué desperdicio sería si su transformación física no resultara en una espiritual. Pues la transformación que más importa y que está disponible para todos es la espiritual. Cuán trágico es que muchas personas renuncian a la sanidad del alma y a una relación constante con Jesús. Cuán innecesario es que incluso después de que conocemos al Salvador, continuamos aferrándonos a las partes enfermas y dolidas de nuestro corazón en vez de acudir a Él para recibir sanidad una y otra vez.

¿Quiere ser sano?

Pues Él todavía está entre nosotros.

ENFOQUE DE ORACIÓN

Medite en Jesús. Agradézcale por estar tan cerca. Pídale que le muestre cómo quitar sus ojos de sus propias soluciones y buscar en Él ayuda y esperanza.

DE AHORA EN ADELANTE

○ ¿Qué circunstancias está usted manejando con su propia fuerza, poder o sabiduría?

○ Lea Jeremías 17:14. Sea específico con el Señor sobre dónde cree que necesita ayuda y sanidad. Luego, pídale que le muestre lo que Él piensa, porque muchas veces nuestros pensamientos no son los de Dios (Isaías 55:8-9). Aunque Dios no dice sí a sanar toda dolencia física, nos promete su presencia y fortaleza y la esperanza de una eternidad libre de dolor. Hable con Él sobre lo que le duele y confíeselo a Él.

○ Una vez que Jesús sanó al hombre enfermo en Betesda, le dijo: “Levántate, toma tu camilla y anda”. ¿En qué forma necesita usted levantarse? Ya que una vez sanado, física o espiritualmente, es el momento de actuar como si lo estuviera.

DÍA 3

LUGAR SOLITARIO

Él [Jesús], por su parte, solía retirarse a lugares solitarios para orar.

LUCAS 5:16, NVI

En el salmo 25, la tribulación emocional de David ha llegado a su punto álgido. Está solo. Afligido. Preocupado. Está totalmente fuera de sí. De manera que, fiel a su estilo, David clama al Señor suplicando ser rescatado. “Vuélvete a mí y tenme piedad, porque estoy solitario y afligido. Las angustias de mi corazón han aumentado; sácame de mis congojas” (Salmos 25:16-17).

En el Nuevo Testamento, a ninguna persona se le describe como solitaria. Obviamente, todavía había mucha gente solitaria. Tome como ejemplo a la mujer samaritana. Su vida de aflicción la dejó sin una compañía verdadera. Ella estaba atribulada emocionalmente. Es probable que esa fuera la razón principal por la que estaba en el pozo.

En los Evangelios, solitario no es una condición, es un lugar. Es a donde Jesús se retiraba para pasar tiempo con su Padre. Lo hacía con frecuencia y, a veces, se quedaba y oraba toda la noche. ¿Qué oraba? No lo sabemos con exactitud; al menos no al mismo nivel en que conocemos las oraciones de David.

El lugar solitario de Jesús era algo de intriga. Los discípulos se daban cuenta de que allí sucedía algo mucho más profundo; algo digno de perder noches enteras de sueño. Una vez, después de que Jesús regresó del lugar solitario, los discípulos le pidieron que les enseñara a orar, ellos querían entender. Jesús les explicó a través del Padre Nuestro: honrar a Dios. Buscar su perfecta voluntad. Pedir lo que uno necesita. Esperar en Él. Perdonar. Adorar a Dios.

Esa es la fórmula que David había memorizado. En su soledad buscó al Señor. Le pidió alivio y lo esperó. Repetidamente le pedía a Dios que le mostrara qué hacer y que guiara cada uno de sus pasos. David sabía perfectamente bien que él no podía avanzar por sí solo. Y Jesús también lo sabía.