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¿Ha sentido alguna vez que no es lo suficientemente valioso? ¿Le resulta difícil perdonarse cuando comete errores o carga con la culpa de todo lo que sucede a su alrededor? La relación que mantenemos con nosotros mismos es la más crucial y significativa que podemos experimentar. Sin embargo, en ocasiones somos nuestros peores enemigos: nos saboteamos y permitimos que nuestros miedos, dudas e inseguridades tomen el control de nuestras vidas y mentes. Frases como «no puedo» o «no valgo» se instalan en el cerebro, afectando profundamente al bienestar emocional y obstaculizando el logro de nuestras metas. En Cuando mi enemigo soy yo se explora la compleja relación que mantenemos con nuestro propio ser; el libro se centra en cómo las personas pueden transformar el dolor en fortaleza al aprender a cultivar la autocompasión y la autoestima. Este libro proporciona conocimientos y herramientas esenciales que permiten identificar y modificar patrones de pensamiento y comportamientos destructivos, lo que lleva a alcanzar objetivos y a fomentar relaciones saludables, tanto con los demás como con uno mismo. Mediante una combinación de teoría y ejemplos prácticos, esta lectura le ayudará a desarrollar una mayor autoconsciencia y autoconocimiento que le permitirá gestionar sus emociones. De este modo, podrá reemplazar pensamientos y comportamientos autodestructivos por otros más positivos y constructivos, lo que le facilitará alcanzar sus metas y encontrar la felicidad. Descubra cómo transformar su relación consigo mismo y conviértase en su mejor aliado en lugar de su peor enemigo. Deje que este libro le guíe en el camino hacia el autoconocimiento y la autorrealización, y abrace una vida más plena y feliz.
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Seitenzahl: 220
Veröffentlichungsjahr: 2023
Cuando mi enemigo soy yo
© 2023 Luis Fernando López Martínez y Eva M. Carretero García
Primera edición, 2023
Directora de colección: Mercedes Bermejo
Directora de producción: M.ª Rosa Castillo
Corrección: Nuria Barroso y Haizea Beitia
Maquetación: D. Márquez
Diseño de la cubierta: ENEDENÚ DISEÑO GRÁFICO
© 2023 Editorial Sentir es un sello editorial de Marcombo, S. L.
Avenida Juan XXIII, n.º 15-B
28224 Pozuelo de Alarcón. Madrid
www.editorialsentir.com
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
ISBN del libro en papel: 978-84-267-3668-0
ISBN del libro electrónico: 978-84-267-3705-2
Producción del ePub: booqlab
CUANDO ME AMÉ DE VERDAD
PRÓLOGO DE MIGUEL GUERRERO DÍAZ
NOTA EDITORIAL DE MERCEDES BERMEJO
1. AGRESIÓN VS. AUTOAGRESIÓN
1.1 Agresión física
1.1.1 Concepto de agresión
1.1.2 Violencia
1.1.3 Maltrato
1.2 Conductas autolesivas
1.2.1 Autolesión con intención suicida
1.2.2 Autolesión sin intención suicida
1.3 Automaltrato
2. ¿POR QUÉ A VECES PERMITIMOS QUE NOS TRATEN MAL?
2.1 Falta de autoestima y confianza en uno mismo
2.1.1 Qué es la autoestima y por qué es importante
2.1.2 ¿Es lo mismo autoestima que autoconcepto?
2.2 Miedo al rechazo y al abandono
2.2.1 Cómo el miedo al rechazo puede afectar nuestras decisiones
2.2.2 Cómo el miedo al abandono puede llevarnos a aferrarnos a relaciones tóxicas
2.2.3 Cómo podemos trabajar en nuestro miedo al rechazo y al abandono
2.3 Dificultad para decir «no» y poner límites
2.3.1 ¿Por qué es difícil decir «no»?
2.3.2 Técnicas para mejorar la habilidad de decir «no»
2.3.3 Cómo poner límites de manera efectiva. Ejemplos de frases de cómo decir «no»
2.4 Cómo afecta el trato indebido a nuestro bienestar emocional y físico
2.4.1 Los efectos a corto y largo plazo del trato indebido en nuestro bienestar emocional
2.4.3 Medidas de prevención y protección del bienestar físico, psicológico y emocional ante el maltrato
2.4.2 El caso de Yolanda. Del buen trato al maltrato y la enfermedad
3. SÉ AMABLE Y COMPRENSIVO CONTIGO MISMO
3.1 Introducción
3.2 Autosabotaje
3.2.1 ¿Qué es el autosabotaje?
3.2.2 Ejemplos de autosabotaje
3.2.3 Cómo evitar el autosabotaje
3.3 Autocompasión
3.3.1 ¿Qué es la autocompasión?
3.3.2 Beneficios de la autocompasión
3.3.3 Cómo desarrollar la autocompasión. Estrategias prácticas
4. ¿ME VEO COMO SOY O SOY COMO ME VEO?
4.1 Autoestima vs. autoconcepto
4.2 Autoestima
4.2.1 Características de las personas con alta autoestima
4.2.2 Características de las personas con baja autoestima
4.2.3 Técnicas para fortalecer la autoestima
4.3 Autoeficacia
4.3.1 Técnicas para aumentar la autoeficacia
5. GESTIONANDO LO QUE SIENTO. INTELIGENCIA EMOCIONAL
5.1 Inteligencia emocional
5.1.1 La emoción: esa gran desconocida
5.1.2 Emociones básicas o primarias
5.1.3 Funciones de las emociones básicas
5.1.4 Emociones secundarias
5.1.5 ¿La inteligencia emocional nace o se hace?
5.1.6 ¿Para qué sirve la inteligencia emocional?
5.2 Autoconocimiento
5.2.1 Autoconocimiento
5.2.2 Autocontrol emocional
5.2.3 Automotivación
5.2.4 Reconocimiento de emociones ajenas (empatía)
5.2.5 Relaciones interpersonales. Habilidades sociales
6. DIGO LO QUE PIENSO. PIENSO LO QUE DIGO. ASERTIVIDAD
6.1 Introducción. ¿Qué es la asertividad?
6.2 ¿Por qué es importante ser asertivo? ¿Cómo puedo ser más asertivo?
6.3 El caso de Pedro. Asertividad 2.0
7. EL ARTE DE SENTIRSE BIEN CON UNO MISMO
7.1 MINDFULNESS
7.1.1 Introducción al mindfulness y su relación con el bienestar y la autoestima
7.1.2 ¿Qué es el mindfulness y cómo se practica?
7.1.3 La investigación científica sobre los beneficios del mindfulness para la salud mental y el bienestar
7.1.4 Ejercicios prácticos de mindfulness para integrar en la vida diaria
7.1.5 Consideraciones finales y recursos adicionales para aprender más sobre mindfulness y cómo aplicarlo para mejorar el bienestar y la autoestima
7.2 Técnicas para sentirse mejor con uno mismo
7.2.1 Introducción
7.2.2 Ejercitarse regularmente
7.2.3 Aprender a decir «no»
7.2.4 Establecer metas
7.2.5 Aprender a aceptar las emociones. Habilidades de afrontamiento
7.2.6 Buscar apoyo
8. TÉCNICAS DE RESPIRACIÓN Y RELAJACIÓN
8.1 Técnicas de respiración
8.1.1 Técnicas de respiración para reducir la ansiedad y el estrés
8.2 Técnicas de relajación
DICCIONARIO EMOCIONAL
LISTA DE EMOCIONES
Cuando me amé de verdad
comprendí que, en cualquier circunstancia,
yo estaba en el lugar correcto, en la hora correcta
y en el momento exacto y, entonces, pude relajarme.
Hoy sé que eso tiene un nombre… Autoestima
Cuando me amé de verdad,
pude percibir que mi angustia
y mi sufrimiento emocional, no son sino una señal
de que voy contra mis propias verdades.
Hoy sé que eso es… Autenticidad
Cuando me amé de verdad,
dejé de desear que mi vida fuera diferente
y comencé a aceptar todo lo que acontece
y que contribuye a mi crecimiento.
Hoy eso se llama… Madurez
Cuando me amé de verdad,
comencé a percibir que es ofensivo tratar de forzar alguna situación o persona
solo para realizar aquello que deseo, aun sabiendo que no es el momento
o que la persona no está preparada, inclusive yo mismo.
Hoy sé que el nombre de eso es… Respeto
Cuando me amé de verdad,
comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable:
personas, situaciones y cualquier cosa
que me empujara hacia abajo.
De inicio mi razón llamó a esa actitud egoísmo.
Hoy se llama… Amor propio
Cuando me amé de verdad,
dejé de temer al tiempo libre
y desistí de hacer grandes planes,
abandoné los megaproyectos de futuro.
Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta,
cuando quiero y a mi propio ritmo.
Hoy sé que eso es… Simplicidad y sencillez
Cuando me amé de verdad,
desistí de querer tener siempre la razón,
y así erré menos veces.
Hoy descubrí que eso es… Humildad
Cuando me amé de verdad,
desistí de quedarme reviviendo el pasado
y preocupándome por el futuro.
Ahora, me mantengo en el presente,
que es donde la vida acontece. Hoy vivo día a día.
Y eso se llama… Plenitud
Cuando me amé de verdad,
percibí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme.
Pero cuando la coloco al servicio de mi corazón,
ella tiene un gran y valioso aliado.
Todo eso es… Saber vivir
No debemos tener miedo de cuestionarnos,
de hecho, hasta los planetas chocan,
y del caos suelen nacer la mayoría de las estrellas.
Charles Chaplin
Somos vulnerables. Si algo hemos aprendido tras lo vivido en tiempos de pandemia, ha sido precisamente recordarnos a nosotros mismos una condición humana que nos define: la vulnerabilidad. Como seres humanos, lo somos debido a nuestra naturaleza física, emocional y social. Nuestros cuerpos son vulnerables a enfermedades, lesiones y envejecimiento, y nuestra mente y emociones se ven afectadas por factores externos e internos. Podemos sentirnos atrapados por múltiples problemas interpersonales, laborales, familiares o relacionales al igual que nos hacemos sufrir a nosotros mismos a través de diálogos autodestructivos. A veces nos hablamos con desprecio, con excesivo criticismo, con implacable dureza y con falta de compasión hacia nuestra condición humana. También somos vulnerables a eventos ambientales y contextos sociopolíticos, como desastres naturales, crisis económicas, conflictos armados y pandemias. Ninguno de estos, lamentablemente, nos ha sido ajeno en los últimos años de nuestras vidas.
Además, como seres sociales, nuestra vulnerabilidad también está relacionada con una imperiosa necesidad de conexión y apoyo emocional de otros seres humanos. La falta de apoyo social, la anomia, el rechazo, la discriminación, la exclusión o la soledad tienen profundos efectos nocivos en nuestra salud física y mental. Nuestra superior capacidad cognitiva (inteligencia) y nuestra capacidad para experimentar dolor social, dos ventajas adaptativas de valor incalculable para nuestra supervivencia, nos obligan a pagar un peaje evolutivo. Somos vulnerables al sufrimiento propio y ajeno.
En general, nuestra vulnerabilidad como seres humanos nos recuerda la importancia de la compasión y la empatía hacia los demás y la relevancia de la cohesión social como elemento protector, así como la necesidad de proteger y cuidar a las personas más frágiles en nuestra sociedad.
Vivimos actualmente en una sociedad cada vez más individualista, despiadadamente competitiva, sometida a una especie de dictadura de la felicidad donde abrazamos el hedonismo pero olvidamos la eudaimonia, donde el culto a la imagen y las nuevas tecnologías son valores en alza, donde a pesar de estar hiperconectados por ellas, nuestras interacciones sociales son cada vez más superficiales, líquidas, instrumentales. No estamos dispuestos a tolerar el dolor y sufrimiento ajeno, invisibilizamos a colectivos marginados, minorías o improductivos y discriminamos al diferente. Cuando las cosas materiales han sido creadas para ser utilizadas y las personas para ser amadas, utilizamos a las personas y cuidamos las cosas.
Sin embargo, hay personas que se relacionan de «vulnerable a vulnerable», que están preocupadas y ocupadas por el bienestar de quienes les rodean y que ponen sus conocimientos al servicio de la sociedad a la que pertenecen. Generan esperanza a través de la acción. Escriben para mejorar nuestra salud y bienestar. Escriben para aquellos que nos sentimos vulnerables. Escriben para sanar. Y lo hacen con pasión aunando ciencia, experiencia y vivencias.
Ellos son Eva María Carretero y Luis Fernando López. Ambos me han otorgado el privilegio de prologar su nuevo libro y quiero aprovechar estas líneas para expresarles mi afecto y cariño. Los quiero mucho. Sí, expresar sentimientos de amor no solo nos define como humanos, sino que nos hace comportarnos como humanos. Ambos son ya referentes nacionales en el campo de las autolesiones, conductas suicidas e influencias de las nuevas tecnologías. Ambos dignifican la profesión y, además, en sus roles profesionales (ejercen la psicología) cuidan, protegen, sostienen, acompañan. Dedican su tiempo, esfuerzo y motivación a crear recursos que nos facilitan aprendizajes y habilidades. Ambos presentan un extenso curriculum académico, pero me quedo con el ejemplo de sus vitae. Destaco por encima de todo la humildad que demuestran, la autenticidad que los define, la calidez que desprenden, la cercanía que brindan, la amabilidad que ofrecen y la sabiduría que comparten. Dos personas honestas, responsables y generosas, lo que les permite ser terapeutas sensibles, comprometidos y contenedores.
Gratitud, Eva María y Luis Fernando por regalarnos este nuevo viaje apasionante a través de sus capítulos, donde invitáis a reflexionar sobre constructos psicológicos tan relevantes y pertinentes como la agresividad (auto y heterodirigida), el autoconcepto, la autoestima, la inteligencia emocional o la comunicación asertiva. Nos proporcionan esta herramienta que tienes en tus manos para entrenar y desarrollar una mayor autocompasión, mantener una comunicación más sana y efectiva, mejorar nuestras conexiones interpersonales y ayudarnos a tomar decisiones más éticas y que nuestro bienestar sea compatible con el bienestar del otro. Su lectura nos acerca a ser mejores personas, alfabetizan nuestra salud mental, nos permiten cultivar valores fundamentales y universales (bondad, respeto, justicia, libertad, honestidad) y consiguen movilizar los recursos yoicos de los que todos disponemos pero que en ocasiones no encontramos, con el fin de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás de una forma más saludable y equilibrada. La lectura de este libro pone en valor tres necesidades psicológicas básicas y universales del ser humano: el sentido de competencia, el sentido de libertad y la necesidad del vínculo sano. Para alcanzar un estado de bienestar necesitamos sentir y que nos hagan sentir eficaces, competentes, reconocidos, libres, respetados y, sobre todo, amados.
Es un libro escrito por personas vulnerables para personas vulnerables. Gracias. No solo por lo que hacéis, sino por cómo lo hacéis.
Miguel Guerrero Díaz
Psicólogo Clínico
Estimados lectores:
En el presente libro se presentan historias ficticias de personas que han superado exitosamente sus luchas internas para alcanzar una vida satisfactoria y plena. A través de estos relatos, los lectores podrán aprender a identificar sus propios patrones de pensamiento y comportamiento negativos y descubrir estrategias efectivas para enfrentarlos y superarlos.
Es importante destacar que todos los casos clínicos presentados en este libro son ficticios y no representan a ningún paciente real. Cada caso ha sido diseñado cuidadosamente con fines educativos e ilustrativos para ejemplificar los conceptos y principios presentados en cada capítulo.
Se espera que este libro sea una herramienta valiosa para aquellos que buscan sanar emocionalmente y superar las limitaciones impuestas por sus patrones de pensamiento y comportamiento negativos. En última instancia, se espera que el presente trabajo inspire al lector a ser su mejor versión.
Agradecemos su atención y esperamos que encuentren en este libro un recurso útil para su desarrollo personal.
Atentamente,
Mercedes Bermejo Boixareu
Directora de la colección Sentilibros
Usa el dolor como una piedra en el camino, no como una zona para acampar.
Alan Cohen
Por regla general, entendemos como agresión todos aquellos actos que van dirigidos a provocar un daño intencionado, ya sea directo o indirecto, cualquiera sea la naturaleza de este daño.
Es habitual utilizar de forma indistinta diferentes términos asociados, pero no sinónimos, tales como violencia, maltrato o agresión para referirse al hecho de provocar daño intencional, y si bien es cierto que cada uno de ellos tiene distinta definición y connotaciones que lo distinguen, todos ellos hacen referencia al acto o intención de causar daño de forma intencional y voluntaria, cualquiera sea su forma, naturaleza o finalidad.
Este daño puede ser físico, psicológico, sexual, patrimonial o simbólico y puede ir dirigido a diferentes personas o colectivos y producirse en diferentes entornos o contextos.
Si nos centramos en el concepto de agresión, podemos encontrar muchas y variadas definiciones en función del autor y la disciplina de estudio desde la que se realicen. Existen tres características que aparecen en gran parte de ellas:
• Su carácter intencional.
• Las consecuencias negativas que conlleva la acción sobre objetos o personas, incluido uno mismo.
• La existencia de varias formas o medios de expresión de la conducta (física/verbal, etc.).
De forma general, podríamos considerar agresión todo aquel acto de violencia cuya finalidad sea provocar daño intencionado a una persona, sea dicho acto directo o indirecto.
Es decir, podríamos definir agresión del siguiente modo: «Cualquier forma de conducta, física o verbal, realizada con la intención de dañar, ofender o destruir. El acto violento puede ir dirigido contra uno mismo (autoagresión) o contra otros (heteroagresión)».
Existen distintos tipos de agresión, en función de su naturaleza, su objetivo, a quién va dirigida o el contexto en el que se produce, entre otros.
Una de las distinciones más importantes es la que diferencia entre agresión proactiva y reactiva, que hace referencia a la motivación por la que el agresor recurre a la agresión en el momento de revolver un conflicto interpersonal, pudiendo la agresión ser una reacción ante lo que el agresor percibe como una provocación, ya sea real o imaginada, o que la agresión se realice con un propósito específico para resolver un conflicto o conseguir alguna recompensa o beneficio importante para el agresor. En el primer caso, estamos hablando de agresión reactiva, mientras que en el segundo hablaríamos de agresión proactiva.
Por lo tanto, la agresión reactiva sería una respuesta inmediata y casi sin pensar ante una situación estresante o frustrante que el agresor vive como una amenaza, con lo que se podría considerar en algunos casos como una autodefensa.
Pongamos como ejemplo alguien que está siendo agredido físicamente y que, de forma instintiva, se defiende atacando a su agresor.
Y llamaríamos agresión proactiva a aquella que se realiza de forma planificada y con un fin concreto, es decir, se utiliza para alcanzar un objetivo específico.
Según su naturaleza, podemos distinguir entre distintos tipos de agresión.
•Agresión directa: se realiza de forma perceptible para la persona agredida, es decir, el agredido puede identificar claramente al agresor. Este tipo de agresión puede ser física o psicológica, y puede consistir tanto en llevar a cabo la agresión como en la amenaza de llevarla a cabo.
•Agresión indirecta: en este caso, la agresión se produce de forma anónima. Normalmente, este tipo de agresión suele consistir en la difusión de rumores, calumnias o publicación y difusión de mensajes o contenidos vejatorios, humillantes o ridiculizantes para la víctima.
•Agresión relacional: causa un daño en el entorno y las relaciones sociales de la persona agredida y va habitualmente dirigida a provocar su exclusión social.
•Agresión física: provoca un daño físico, es decir, daños corporales a la persona agredida. No importa cuál sea la gravedad de estos daños ni si estos son temporales o permanentes.
•Agresión verbal/psicológica: en este caso, la agresión no provoca un daño físico directo, pero sí puede provocar algún tipo de daño emocional o psicológico. Este tipo de agresión incluiría insultos, vejaciones o desvalorizaciones, entre otros.
•Agresión sexual: en este tipo de agresión, la parte agresora coacciona a la víctima para tener algún tipo de relación sexual, ya sea con o sin penetración. Este tipo de agresión incluiría cualquier tipo de práctica de contenido sexual sin conocimiento o consentimiento de la víctima.
•Agresión online o cibernética: se realiza a través de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Habitualmente se realiza en forma de insultos o ataques a través de las redes sociales, suplantaciones de identidad, robos de cuentas, publicaciones difamatorias, grabaciones no consentidas, etc.
•Agresión patrimonial: en este caso, la agresión no se hace directamente sobre la víctima, sino sobre alguna de sus posesiones, ya sea a través de la destrucción, daño, sustracción o usurpación. En este caso, la agresión puede ir dirigida a causar un daño emocional a la persona agredida, sobre todo cuando se realiza contra alguna posesión que tenga un alto valor emocional o sentimental para la persona agredida.
•Agresión simbólica: agresión indirecta, en la que la agresión no se realiza directamente sobre la víctima, sino sobre algún elemento o característica representativos o vinculados a ella, como por ejemplo a su orientación sexual, ideas políticas, creencias religiosas, etc.
Figura 1.1 Tipos de agresión.
Al igual que ocurre con la agresión, la violencia puede definirse de muchas maneras, según quién lo haga y con qué intención. En su informe mundial sobre violencia y salud publicado en 2002, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define la violencia de la siguiente manera: «El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones».
A partir de esta definición, podemos inferir tres tipos de violencia en función de a quién se dirige: violencia interpersonal, violencia colectiva y violencia autoinfligida.
Figura 1.2 Tipos de violencia.
En este mismo informe, la OMS también reconoce diferentes tipos de violencia en función de su naturaleza o el tipo de daño que pueda causar: violencia física, sexual, psíquica y privativa.
La violencia se puede clasificar de múltiples formas y en función de variados criterios, siendo los más habituales el tipo de daño causado, tipo de víctima, tipo de agresor, el ámbito en el que se produce, etc.
Figura 1.3 Tipos de violencia.
El término maltrato se utiliza habitualmente para designar aquellas acciones que involucran algún tipo de agresión o violencia.
Al igual que ocurre con la violencia y la agresión, el maltrato puede ser de tipo físico, sexual o psicológico y emocional.
La American Medical Association (AMA), en 1987, definió maltrato como «todo acto u omisión como consecuencia del cual hay un daño o riesgo de daño para la salud o el bienestar de la persona».
Por su parte, las Naciones Unidas definen maltrato como «todo acto físico, sexual, emocional, económico o psicológico que influye sobre otra persona, así como toda amenaza de cometer tales actos, lo cual incluye cualquier comportamiento que asuste, intimide, aterrorice, manipule, dañe, humille, culpe, lesione o hiera a alguien».
Al igual que ocurría en los casos anteriores, existen varios tipos de maltrato, que coinciden en gran medida con las diferentes formas de agresión y violencia.
•Maltrato físico: como su nombre indica, en este tipo de maltrato existe violencia física, que puede tener distinta intensidad y frecuencia.
•Maltrato verbal, emocional o psicológico: en este caso, no se produce violencia física, sin embargo, se llevan a cabo otras conductas que pueden resultar incluso más dañinas a largo plazo a nivel psicológico.
Algunas de las conductas de maltrato psicológico más frecuentes son los insultos, gritos, chantaje emocional, control de las amistades de la víctima, de sus horarios, de las comunicaciones con sus amigos y allegados, control de las redes sociales, críticas constantes, avergonzar en público, amenazar, dar órdenes sobre la ropa que debe ponerse, sobre qué hacer o con quién relacionarse, etc.
•Maltrato infantil: según la Organización Mundial de la Salud, el maltrato infantil se define como «cualquier forma de abuso o desatención que afecte a un menor de 18 años; abarca todo tipo de maltrato físico o afectivo, abuso sexual, desatención, negligencia y explotación comercial o de otra índole que vaya o pueda ir en perjuicio de la salud, el desarrollo o la dignidad del menor o poner en peligro su supervivencia en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder».
•Maltrato sexual: actividad o contacto sexual que ocurre sin consentimiento de la víctima, en ocasiones utilizando la fuerza o amenazas.
•Acoso escolar o bullying: hace referencia al maltrato, ya sea físico o psicológico, que se produce entre iguales en el ámbito escolar.
•Mobbing: maltrato, ya sea físico o psicológico, que se produce en el entorno laboral.
•Ciberbullying o ciberacoso: se refiere al maltrato que se realiza a través de las redes sociales o cualquier otro canal digital. Algunas de las formas más habituales de maltrato a través de la red son los insultos, amenazas, humillaciones, utilización de cuentas sin permiso, envío de imágenes no deseadas y molestas a través de los medios digitales, difusión de cosas íntimas sin permiso, etc.
El ciberbullying se da cuando el maltrato se produce entre menores, mientras que cuando los implicados son personas adultas se denomina ciberacoso.
•Maltrato institucional: este tipo de maltrato se da cuando es una institución, ya sea pública o privada, la que puede, a través de sus actuaciones, normas, leyes o procedimientos, provocar un daño a un individuo o conjunto de individuos a partir del abuso, negligencia o algún tipo de malestar.
•Maltrato económico: uno de los miembros de la pareja o de la familia toma el control del dinero, haciendo uso libre de él y restringiendo el acceso de la víctima a los recursos económicos.
Las que hemos visto hasta ahora son solo algunas de las conceptualizaciones, tipos y clasificaciones de agresión, violencia o maltrato que existen, pero no es objeto de este texto estudiar ni analizar los detalles de estas diferencias ni las sutilezas de las diferentes definiciones, sino más bien al contrario. Lo que se pretende es poner de relieve que todas ellas tienen como características comunes que se realizan de forma voluntaria y provocan un daño o malestar, ya sea físico o psicológico, en la víctima, pero… ¿qué es lo que ocurre cuando el agredido y el agresor son la misma persona? ¿Qué es lo que pasa cuando ese daño, ese maltrato, nos lo provocamos a nosotros mismos?
En ese caso, estaríamos hablando de autoagresión o conductas autolesivas.
Los comportamientos o conductas autolesivas (self-injurious behaviors, SIB) son comportamientos por los que una persona se causa un daño físico, deliberado y directo a sí misma, entre los que se incluyen las autolesiones sin intención suicida (non-suicidal self-injury, NSSI) y las autolesiones con intención de quitarse la vida (suicide attemps).
De la definición anterior podemos extraer que bajo el nombre de autolesión o conductas autolesivas se engloban una gran cantidad de comportamientos de diferente gravedad, letalidad e intencionalidad, que incluyen tanto las autolesiones que se realizan con intención de quitarse la vida (comportamiento o conducta suicida) como aquellas que se realizan por diferentes motivos y cumplen diferentes funciones pero no se realizan con la intención de morir (autolesión sin intención suicida).
Así, a partir de esta definición y basándonos en la literatura existente, podríamos decir que existen dos tipos principales de autolesión: autolesión con intención suicida y autolesión sin intención suicida, que se van a diferenciar principalmente en la frecuencia con la que se lleva a cabo la conducta y la letalidad del método elegido, pero sobre todo en la intención que subyace a la conducta, es decir, si existe o no intención de acabar con la propia vida.
Es la que habitualmente conocemos como comportamiento o conducta suicida. Hace referencia al daño autoinfligido de forma voluntaria con la intención de acabar con la propia vida y recoge una serie de comportamientos de diferente gravedad, todos ellos relacionados con la muerte, que van desde el pensamiento de morir hasta el suicidio consumado.
Figura 1.4 Conducta suicida.
Para que hablemos de suicidio, tienen que darse tres requisitos fundamentales: que se trate de una conducta autoinfligida de forma voluntaria, que haya intención de morir y que exista una clara comprensión y conciencia del término «muerte», ya que puede ocurrir que, por ejemplo, los niños pequeños que aún no tengan adquirido el concepto de irreversibilidad que conlleva la muerte, o personas con algún tipo de discapacidad intelectual, no lleguen a comprender el alcance de su acto y se quiten la vida sin ser conscientes realmente de las consecuencias de su acto.
Habitualmente la conocemos como autolesión y hace referencia al hecho de provocarse un daño voluntario, pero sin intención de acabar con la propia vida.
La conducta autolesiva o autolesión ha recibido y recibe distintos nombres, cada uno de los cuales recoge distintas conceptualizaciones y conductas, pero de forma amplia todas ellas coinciden en que se trata de actos voluntarios en los que la persona se provoca daño a sí misma. Si bien algunas definiciones solo reconocen como autolesión los comportamientos que provocan un daño físico, directo e inmediato, otras recogen también todas aquellas conductas dirigidas a dañarse a uno mismo en un sentido más amplio, considerando daños físicos directos o indirectos e incluso psicológicos.
Podríamos, por tanto, desde este punto de vista, distinguir entre autolesiones directas o indirectas.
En el caso de las autolesiones directas, la conducta se lleva a cabo buscando provocar un daño físico, directo e inmediato, mientras que, bajo el nombre de autolesión indirecta, se recogen todas esas conductas que, pese a que resultan dañinas para uno mismo, no se realizan con esa intención.
Figura 1.5 Autolesión sin intención suicida.
Así, por un lado tendríamos las conductas autodestructivas, que hacen referencia a comportamientos que van a provocar un daño a largo plazo, es decir, no se trata de un daño ni directo ni inmediato, y habitualmente no se realizan ni con la intención ni con la idea de dañarse, pese a que la persona que las lleva a cabo es consciente de los posibles perjuicios en un futuro. Algunos ejemplos de conductas autodestructivas serían, por ejemplo, las conductas sexuales de riesgo, el abuso de sustancias, conductas temerarias, etc. Por otro lado, estaría la autolesión psicológica, en la que la persona se daña a sí misma pero no lo hace de forma física ni se provoca lesiones, sino que lo hace de forma psicológica. Este tipo de autolesión ha sido poco estudiado hasta el momento y son pocos los autores que la contemplan, pero «suelen incluirse el autocastigo y las emociones autodestructivas como sentir envidia, vergüenza y culpa, sentir remordimiento, culpar a otros y tener pensamientos autolesivos».