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El quinto curso ha sido el peor año de la vida de Marc. Era pésimo en la clase de gimnasia, las matemáticas eran demasiado difíciles para él, la comida de la escuela era horrible y la excursión anual fue un desastre porque no sabía nadar. Pero ¿qué ha sido lo más terrible del quinto curso? Kenny Williamson, el matón de clase, que se hace llamar el Rey del patio. Cuando la madre de Marc le dice que su tío Jake pasará con ellos todo el verano, Marc no puede esperar. Jake es un hombre de verdad, un Navy SEAL. Y el tío Jake tiene un plan. Convertirá a Marc en un chico guerrero. Convertirse en un guerrero no es fácil. ¡Esto significa que hay que hacer muchísimas flexiones, abdominales, sentadillas, flexiones en la barra, nadar, comer bien y estudiar más que nunca! ¿Podrá Marc transformarse en un chico guerrero antes de que empiecen las clases en otoño y, finalmente, enfrentarse al Rey del patio? El camino del chico guerrero es un libro ilustrado del reconocido autor de éxito, número uno en la lista de los más vendidos del New York Times y Navy SEAL retirado, Jocko Willink.
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Seitenzahl: 130
Jocko Willink
EL CAMINO DEL PEQUEÑO GUERRERO
De flojeras a guerrero con el método de los Navy SEAL
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Colección Psicología
EL CAMINO DEL PEQUEÑO GUERRERO
Jocko Willink & Jon Bozak (ilustrador)
1.ª edición en versión digital: junio de 2018
Título original: Way of the Warrior kid
Traducción: Manuel Moreno
Maquetación: Marga Benavides
Corrección: M.ª Ángeles Olivera
Diseño de cubierta: Enrique Iborra
© 2017, Jocko Willink
Publicado por acuerdo con Feiwel & Friends sello editorial
de MacMillan Pub. Group LLC, a través de Sandra Bruna Ag. Lit. S.L.
(Reservados todos los derechos)
© 2018, Ediciones Obelisco, S.L.
(Reservados los derechos para la presente edición)
Edita: Ediciones Obelisco S.L.
Collita, 23-25. Pol. Ind. Molí de la Bastida
08191 Rubí - Barcelona - España
Tel. 93 309 85 25 - Fax 93 309 85 23
E-mail: [email protected]
ISBN EPUB: 978-84-9111-372-0
Maquetación ebook: leerendigital.com
Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, trasmitida o utilizada en manera alguna por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o electrográfico, sin el previo consentimiento por escrito del editor.
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Índice
Portada
El camino del pequeño guerrero
Créditos
Contenido
Agradecimientos
Capítulo 1. El peor año
Capítulo 2. El peor día
Capítulo 3. El comienzo del verano
Capítulo 4. Compañeros de habitación
Capítulo 5. El pequeño guerrero
Capítulo 6. Comienza el programa
Capítulo 7. Qué significa ser un guerrero
Capítulo 8. Un regalo de fuerza
Capítulo 9. Los ochos
Capítulo 10. Jiu-jitsu
Capítulo 11. Hidrofobia
Capítulo 12. Disciplina igual a libertad
Capítulo 13. La flexión número uno
Capítulo 14. Las fichas de la furia
Capítulo 15. ¡Palmeando la colchoneta!
Capítulo 16. Echándole combustible a la máquina
Capítulo 17. Como pez en el agua
Capítulo 18. Persiguiendo récords y rompiendo mesetas
Capítulo 19. Presidentes, capitales y Gettysburg
Capítulo 20. Marc contra Goliat en la colchoneta
Capítulo 21. Superacuamán
Capítulo 22. ¡Diez!
Capítulo 23. Ser autónomo
Capítulo 24. Primer día de vuelta al cole
Capítulo 25. Carta al tío Jake
Este libro está dedicado a Marc Lee, Mike Monsoor y Ryan Job,
del SEAL Team Three, Task Unit Bruiser,
que vivieron, lucharon y murieron como guerreros.
Agradecimientos
Gracias por leer este libro de Feiwel and Friends.
Los amigos que han hecho posible El CAMINO DEL PEQUEÑO GUERRERO en su versión original inglesa son:
Jean Feiwel, editor
Liz Szabla, editora asociada
Rich Deas, directora creativa sénior
Holly West, editora
Kat Brzozowski, editora
Alexei Esikoff, editor general sénior
Kim Waymer, gerente de producción sénior
Anna Roberto, editora
Christine Barcellona, editora
Emily Settle, auxiliar administrativa
Anna Poon, editora asistente
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CAPÍTULO 1:
EL PEOR AÑO
¡Mañana es el último día de escuela y no puedo esperar a que se acabe! ¡Este ha sido el peor año de la historia! Pero lo peor de todo es que no veo que el año que viene vaya a ser mejor. El quinto curso ha sido horrible y me temo que el sexto será aún peor. ¿Por qué ha sido tan malo? ¿Por dónde empiezo?
Las cinco razones principales por las que el quinto curso ha sido horrible:
1. Es la escuela! Estoy sentado en mi pupitre todo el día.
2. He aprendido que soy tonto! Es así. En todos los cursos que he hecho hasta ahora pensaba que era «listo». ¡Pero este año ha sido un fracaso! ¡Todavía no me sé las tablas de multiplicar! ¿Qué demonios voy a hacer el curso que viene?
3. Los almuerzos escolares. Ellos lo llaman «pizza», y no tengo ni idea de por qué. ¿Desde cuándo una rebanada de pan blanco cuenta como masa de pizza?
4. Las clases de gimnasia. A la mayoría de la gente le gusta la gimnasia. Pero en mi escuela tenemos «pruebas» y a mí se me dan de pena. Especialmente las flexiones en la barra. ¿Adivinas cuántas flexiones puedo hacer? ¡Cero! ¡Puedo hacer cero flexiones en la barra! Soy una desgracia de diez años de edad, y toda la clase lo sabe. Incluso las chicas. ¡Sobre todo las chicas que pueden hacer más flexiones en la barra que yo!
5. Las excursiones al campo. Como ocurre con las clases de gimnasia, a la mayoría de los niños les gustan las excursiones. Bueno, siempre vamos de excursión al mismo lugar: Mount Tom. Vamos allí en otoño, antes de que haga demasiado frío, y en primavera, cuando empieza el buen tiempo. Pero aquí está el quid de la cuestión: Mount Tom no es una montaña. Es un lago. Y éste es el problema: ¡no sé nadar! Lo disimulé muy bien durante la excursión del pasado otoño. Pero esta primavera los chicos se dieron cuenta. «¿Por qué no vienes al agua? ¿Por qué te quedas en la orilla? ¿Por qué no saltas desde el trampolín?». ¿Qué clase de persona ni siquiera sabe nadar? Yo: ¡yo soy ese tipo de persona! ¡Aaahhh!
6. Sé que he dicho cinco razones principales, pero hay una más, y es probablemente la razón más importante: Kenny Williamson. Él es grande y también es malo. Es el amo del patio y de todos los juegos. ¡Incluso se llama a sí mismo el rey de los columpios o Rey Kenny!
Si cualquier otro niño quiere jugar en los columpios, o bien tiene que ser amigo de Kenny o seguir sus reglas.
Todos los profesores dicen que en mi escuela no hay matones. Incluso celebramos un día del No-Bullying, en el que hablamos acerca de la intimidación y lo mala que es y que debemos decírselo a los maestros si vemos que ocurre. Bueno, déjame decirte que Kenny es definitivamente un matón, y que está en mi escuela. ¡Y nadie les cuenta a los profesores nada de él!
¡Ésas son las principales razones por las que el quinto curso ha sido horrible, y el sexto no va a ser mucho mejor! ¡No puedo esperar a que se acabe la escuela mañana y que pare el sufrimiento y empiecen las vacaciones de verano!
Este verano va a ser impresionante. Sí, es guay no tener que estar en la escuela, pero hay algo que todavía es mucho mejor. ¡Mi Tío Jake viene a pasar el verano con nosotros!
Ha sido un Navy SEAL durante ocho años y deja la Marina para empezar la universidad. Pero antes de irse a la universidad se quedará con nosotros todas las vacaciones de verano. ¡Un Navy SEAL! ¡De verdad! ¡En mi casa!
El tío Jake es el mejor. En primer lugar, es superguay porque es un Navy SEAL. Ha luchado en guerras de verdad. Mi madre dice que estaba «en el frente». Eso significa que estaba cara a cara con los malos. ¡Guau! El tío Jake también es impresionante, porque es todo lo contrario a mí. Yo soy débil y él es fuerte. Yo soy tonto y él es listo. ¡Yo no sé nadar y él puede nadar cargado con una mochila! ¡Yo les tengo miedo a los matones y los matones le tienen miedo a él!
De todos modos, no he pasado demasiado tiempo con el tío Jake porque nosotros vivimos en California y él ha estado en Virginia durante mucho tiempo. ¡Espero que no piense que soy tan estúpido y flojeras que no quiera estar conmigo! Tal vez no se dé cuenta.
¡Aahhhhh! Seguro que se dará cuenta. ¡Él es un tipo duro! ¡Y yo soy un idiota! Bueno, creo que lo averiguaré pronto.
CAPÍTULO 2.
EL PEOR DÍA
Hoy es el peor día de mi vida. Sé que el último día de escuela se supone que es divertido, pero déjame decirte que es lamentable, horrible, espantoso y terrible. ¿Cómo es posible? ¿Por dónde empiezo?
Primero, es el Día del Deporte, que tendría que ser divertido. Eso quiere decir que nos pasamos toda la mañana fuera, en el patio de recreo, jugando a un montón de cosas y enfrentándonos a desafíos, por ejemplo. No se trata sólo de cosas como el fútbol y el baloncesto, sino también otras como carreras a tres piernas, morder la manzana y carreras de sacos de patatas. Hacemos cada actividad durante un rato hasta que los profesores gritan «¡Rotación!», y entonces podemos pasar a la siguiente actividad. Al principio no está tan mal. Nadie se lo toma muy en serio, y todo el mundo disfruta de un poco de diversión.
Eso quiere decir que en realidad nadie se fija en lo debilucho que soy yo en todos esos deportes y juegos diferentes. Sobre todo porque Fred Turner está en mi grupo y es aún peor que yo en todo. Así que no está tan mal.
Hasta que llega el momento de hacer flexiones. Así es. Una de las actividades que debemos hacer son flexiones en la barra y otras cosas en los aparatos que hay en el patio, y ¡con todo el mundo mirando! Así que hago lo que haría cualquier chico débil pero listo: ¡me escondo! Me pongo al final de la fila y me mezclo con los demás niños. Cuando los otros chicos hacen flexiones en la barra, todo el mundo está mirándolos. Mike Swearington hace dieciocho. ¡Billy Hacker hace veintidós! ¡Jennifer Phillips, que hace gimnasia, hace veintisiete!
Allí estoy yo, de pie al final de la fila, escondido, esperando que acabe todo esto.
Y allí está el Rey del Patio, Kenny Williamson. Hace once flexiones en la barra, que en realidad está bastante bien si tenemos en cuenta lo grande que es. No parece importarle, hasta que alguien grita desde la multitud: «¡No es tan fuerte como parece!». Se oyen algunas risas, y veo que Kenny se enfada cada vez más. No está seguro de qué hacer hasta que me ve mirándolo y nuestros ojos se encuentran.
Levanta el dedo poco a poco y lo apunta directamente hacia mí.
—¿Y qué pasa con él? –ladra Kenny. De repente la multitud se queda en silencio, mirando cómo Kenny me apunta–. ¡Él todavía no las ha hecho! ¡Vamos a ver qué puede hacer Marc! –Esto es maldad en estado puro. Kenny sabe muy bien que yo no puedo hacer ninguna flexión en la barra. Durante todo el curso me ha visto en las clases de gimnasia tratando de hacer una y fallar cada vez. Me encojo aún más, detrás de la multitud–. ¡Vamos, Marc! ¡Ven aquí! –grita Kenny.
En ese momento, alguien me empuja por detrás, obligándome a salir del grupo y dejándome al descubierto. No puedo ocultarme más.
El señor Maguire, el profesor responsable de esta actividad, se da media vuelta y me mira.
—¿Ya has hecho las flexiones en la barra, Marc? –me pregunta.
—No, señor Maguire. Pero estoy... –Trato de pensar en algún tipo de excusa. ¿Estoy enfermo? Pero si acabo de participar en los otros juegos. ¿Me he hecho daño? Pero ¿cómo puedo haberme hecho daño mientras miraba al resto de los chicos haciendo las flexiones? ¿El perro se ha comido mis flexiones?
—Vamos, comienza a hacerlas, Marc –dice Maguire con una mirada severa pero alentadora–. Vamos a ver qué haces.
—Está bien –le respondo. Con tranquilidad me dirijo hacia la barra de flexiones. La multitud me mira directamente a los ojos. Todo lo que puedo ver son ojos por todas partes.
—Adelante, Marc. Ven aquí –afirma el señor Maguire.
—Sí –ha gritado Kenny–. ¡Veamos qué sabes hacer!
Por fin llego a la barra de flexiones y la miro. Deseo con todas mis fuerzas poder hacer algunas flexiones esta vez. O poder desaparecer.
—Vamos, Marc, venga –repite el señor Maguire.
—Sí, Marc, venga –añade Kenny, burlándose del señor Maguire.
La multitud se queda en un silencio total cuando me ve inmóvil. Flexiono las rodillas, doy un salto y me agarro a la barra. Y allí colgado empiezo a tratar de levantarme. No sucede nada. Tiro con más fuerza. No ocurre nada. Sacudo todo el cuerpo. Nada. Por último, con todo mi aliento, me esfuerzo más que en toda mi vida. Subo unos tres centímetros y luego me paro.
Tiro más, pero no subo más. Poco a poco, la gravedad me lleva de nuevo hacia abajo. Me suelto de la barra.
—¡Cero! –grita Kenny a pleno pulmón–. Un. Cero. Bien. Gordo.
La multitud se une a él:
—¡Cero! ¡Cero! ¡Cero! ¡Cero! –Yo bajo la mirada y trato de hacerme invisible.
—Está bien, está bien –dice Maguire, tratando de calmar a la multitud–. No todo el mundo puede hacer una flexión en la barra.
Entonces, desde el fondo de la multitud, alguien suelta:
—¡Y tampoco sabe nadar! –Y todo el mundo se ríe.
Aunque sé que no poder hacer flexiones y no saber nadar no hace que seas una mala persona, ya tengo suficiente. Puedo sentir cómo se me acumulan las lágrimas en los ojos. No quiero que nadie me vea llorar, así que me voy corriendo. Avanzo hasta salir de la pista, cruzo el patio y me escondo detrás de la biblioteca, donde nadie va nunca. Me siento allí, y eso es todo. Lloro como un bebé.
Éste ha sido mi último día de clase.
CAPÍTULO 3
EL COMIENZO DEL VERANO
—¿Qué te pasa? –me pregunta mi madre mientras me siento a la mesa a desayunar.
Después de lo de ayer, es bastante difícil fingir que soy feliz. Pero lo intento.
—Nada. Estoy bien –digo con una sonrisa forzada.
—Vamos, Marc. ¿Qué es lo que te pasa?
Así es siempre con mi madre. Ella entiende lo suficiente como para saber que no soy feliz, pero aunque le contara qué es lo que me sucede, ¿qué podría hacer ella al respecto? No podría hacerme más fuerte. No podría hacer que Kenny Williamson me deje en paz. Entonces, ¿de qué sirve decirle lo que me sucede? Si lo hago, ella me dirá algo como: «Bueno, ese chico está celoso porque eres más inteligente que él», o «Serás más fuerte cuando crezcas un poco más», o «No te preocupes por lo que dicen los demás, porque yo sé que eres alguien muy especial».
Aunque sé que mi madre tiene buenas intenciones, el quid de la cuestión es que Kenny Williamson no está celoso de mí. ¡Y no importa si me hago más fuerte cuando sea mayor, soy débil ahora! ¡Y claro que mi madre piensa que soy especial, es mi madre! En serio, no tiene sentido decirle a mi madre lo que me sucede.
—Es que voy a echar de menos a mis amigos durante el verano –le digo.
—Oooohh… –responde ella–. Bueno, puedes estar seguro de que jugarás mucho con ellos este verano.
—Gracias, mamá –respondo con la esperanza de que me deje en paz. Mi madre es un sol, pero trabaja muchísimo y siempre está en la oficina, y la mayoría de las veces parece que realmente no me entiende. Está bien. Yo sé que trata de ser amable. Mi padre también lo es, pero está fuera la mayor parte del tiempo, viajando por su trabajo y esas cosas.
—Te diré algo –añade–, tu tío Jake llegará aproximadamente dentro de una hora. ¿Quieres venir conmigo a recogerlo?