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El eco del torrente es un drama teatral en tres actos del dramaturgo José Zorrilla. Entendido como la segunda parte de El zapatero y el rey, sigue los hechos de esta primera parte y sus consecuencias.-
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Seitenzahl: 79
Veröffentlichungsjahr: 2021
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José Zorrilla
DRAMA EN TRES ACTOS
Saga
El eco del torrenteCover image: Shutterstock Copyright © 1905, 2020 José Zorrilla and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726561654
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
PERSONAJES ACTORES
El Conde de Castilla, Garcí-Fernández Don pedro gonzález mate.
La Condesa Argentina Doña teodora lamadrid.
Zelina, esclava moraDoña bárbara lamadrid.
Lotario, señor deRoquefortDon carlos latorre.
Jenaro, escudero de Lotario Don francisco lumbreras.
Ginés Don pedro lópez.
Hassan, esclavo moroDon n. Sánchez.
Egidio, caballero castellano »
Un paje »
Damas, esclavas y caballeros.
_________
Siglo X.—Año
Á
D. Tomás Rodríguez Rubí
en prenda de franca y leal amistad,
Jose horrilla.
Madrid, 22 de Euero de 1842.
Aposento de la condesa Argentina. Decoración cerrada, con balcón en el fondo; dos puertas en primer término y dos secretas en el segundo. Zelina, sentada en un almohadón, despierta al ruido do la puerta de la derecha, por donde llama Argentina.
zelina y argentina
zelina
¡Maldito quien á deshora
viene mi sueño á turbar!
Ni aun el placer de soñar
logrará la pobre mora.
argentina
(Entrando.)
¡Esclava!
zelina
(Aparte.)
(¡Cuánta altivez!)
argentina
Tarda has andado en abrir.
¿No me sentiste venir?
¿Tal vez dormías?
zelina
Tal vez.
Tres noches pasó velando
del Conde á la cabecera;
¿qué extraño es que me rindiera
el sueño?
argentina
Siempre aguardando
á tu señora te rinde.
zelina
Descansa el ánima inerme
de la esclava cuando duerme,
que no hay placer que la brinde
tranquilamente á velar,
sabiendo que, mientras viva,
sólo gozará cautiva
el bien que logre soñar.
argentina
Importunas, mora, son
tus quejas, á lo que creo.
zelina
Que no las siente ya veo
vuestro feliz corazón.
argentina
¿Feliz le llamas?
zelina
Pues ¡no!
¿Qué deseo le acosara
que al punto no le lograra?
argentina
Más feliz eres que yo,
Zelina; que aunque es verdad
que vives cautiva aquí,
¿sería en tu patria, di,
más franca tu libertad?
Encerrada tu hermosura
en el harén de un señor,
el alcázar de tu amor
fuera á par tu sepultura.
zelina
De mandar á obedecer
va grande trecho, señora.
argentina
Esclava es siempre una mora
desde que acierta á nacer.
Infiel y altivo su esposo,
su amor con varias divide,
y amor en su esposa pide
como absoluto, celoso.
zelina
Mas con placer se obedece
de quien se ama el capricho.
argentina
Está, mora, muy bien dicho,
pero es cuando él lo merece;
porque es muy duro tormento
mentir fortuna y amor,
dentro del alma el dolor
y en el semblante el contento.
Es muy terrible guardar
un pensamiento escondido
en el corazón nacido,
sin poderle de él echar;
vivir de noche y de día
velando la oculta idea,
para que nadie la vea,
ni la entienda quien la espía.
¡Ah! ¡Tú no comprendes eso!
zelina
¡Pluguiera á Alá fuera así!
Pero yo arrastro ¡ay de mí!
tras de mi vida ese peso.
Cuanto con afán mayor
ocultarle me interesa,
más el secreto me pesa,
es más íntimo el dolor.
Vos en el vuestro, á lo menos,
tenéis quien os le consuele;
el mío á nadie le duele,
que á todos les son ajenos
de un esclavo los pesares.
argentina
¿Qué vale mi libertad,
si es ella sola, en verdad,
la causa de mis azares?
Vosotros, que en vuestro dueño
podéis mirar un verdugo,
de sacudir vuestro yugo
hora buscáis con empeño.
Yo soy tu ama, te digo,
y tú, al caer á mis pies,
con ira secreta ves
en tu señor tu enemigo.
Á mí, Condesa me llaman
y danme el más alto puesto;
mas ¿quién sabe si detesto
á los mismos que me aclaman
su bien, su amor, su señora?
Ya ves que fué gran desliz
tenerme á mí por feliz
á par de una esclava mora.
zelina
Mas podéis tener amigos
ó buscarlos; pero yo…..
argentina
¿Amigos has dicho? No;
fueran de mi mal testigos.
zelina
Tenéis un esposo noble,
galán, amante y discreto,
con quien partir un secreto
que os agobia.
argentina
Y fuera doble
mi pesar; fuera el postrero,
sin duda, Zelina, y fuera
hacer de una ruin quimera
un verdugo verdadero.
No, no, jamás: si algún día
de mi corazón le echara,
á él solo se le ocultara.
zelina
¿Acaso le ofendería?
argentina
¡Necia de til ¿No conoces
la razón de mis enojos,
cuando pregonan mis ojos
lo que no dicen mis voces?
¿No ves que al llorar la calma
de mi corazón perdida,
guardo en secreto escondida
mi desventura en el alma?
zelina
¡Callad! Sus secretos son,
mientra en suspiros los lanza,
faros de dulce esperanza
que alumbran el corazón.
Mas si en la lengua atrevida
á palabras se reducen,
son áspides que introducen
su ponzoña en nuestra vida.
argentina
Sí, ¡por Dios!
zelina
Señora, quedo;
el secreto que guardáis
callad, no me le digáis,
pues pagárosle no puedo.
argentina
Pagarle!
zelina
Pagarle, sí,
con el mío; mas es tal,
que el vuestro es menos fatal
que el que me acongoja á mí.
argentina
Esclava, ¿qué desvarío
te asalta? ¿Con cuál objeto
uno por otro secreto
mides? ¿Te dije yo el mío?
zelina
Y mis sentidos, ¿cegados
por ventura están? Mis ojos,
¿no ven de vuestros enojos
los arcanos tan guardados?
Quien al pie de vuestro lecho
os vela vuestro dormir,
¿no se podrá introducir
con astucia en vuestro pecho?
argentina
¡Traidora!
zelina
No es la traición
obra mía; es vuestro el dolo;
vuestro labio fué el que solo
vendió á vuestro corazón.
Él fué quien en vuestro sueño
pronunció el oculto nombre,
y no era el que lleva el hombre
de cuyo honor sois el dueño.
No: en la alcoba solitaria,
con amorosa porfía
le invocabais, y yo oía
la recóndita plegaria.
Llorabais, ¡ah! y yo también,
sí; con llanto abrasador
vos, vuestro perdido amor,
y yo mi imposible bien.
argentina
¡Oh! Te dolías de mí;
de mis pesares testigo,
los lamentabas conmigo.
zelina
Recordó los míos, sí,
que es uno mismo el objeto
de nuestros males, señora,
y el corazón de la mora
guarda también un secreto.
argentina
¿Tú amas?
zelina
¡Con cuánto ardor!
Mas si el aire sorprendiera
mi secreto, aun de él temiera
que me vendiese traidor.
Sí, yo amo á un hombre también;
mas el nombre del que adoro
escondo como un tesoro,
mi corazón es mi harén.
Aquí sin cesar le llevo
indeleble, solitario,
fanal de oculto santuario
á cuya luz no me atrevo.
argentina
Dichosa tú que conoces
á quien amas, y le ves.
zelina
¡Vuestro amor…..
argentina
Solamente es
el son de mis tristes voces.
Le amé y me adoró algún día,
mas ya, á mi ver, me olvidó;
niebla que se disipó
con la luz del nuevo día.
Mas me olvido de quien soy,
y de quien eres me olvido;
esclava, lo que has oído
olvídalo tú desde hoy.
¿Qué me importan tus secretos
ni tus necios desvaríos?
¿Te he confiado los míos?
Si los sabes…..
zelina
Bien sujetos
los tengo en mi corazón,
y no se me escaparán.
argentina
Silencio, pues; de tu afán
no pregunto la razón.
Tus cantares me agradaron,
y entre ciento te elegí
para entretenerme á mí,
aunque mil te desearon.
Tu oficio es sólo cantar,
de inclinaciones desnuda;
¿lo oyes? Sorda, ciega y muda
has de ser si has de medrar.
Y en tu memoria altanera
con cifra indeleble graba
que te tengo por esclava,
pero no por consejera.
zelina
Dadme paciencia, Señor,
para sufrir su altivez.
argentina
Silencio, pues, otra vez,
ó tiembla de mi furor.
(Vase Zelina á una seña de Argentina.)
argentina , sola.
¡Sorprendió mi amor antiguo,
mas lo callará prudente!
Además, que aunque lo cuente,
en dédalo tan ambiguo
meterá á quien se lo escuche,
que sin hilo conductor,
jamás saldrá del error
con que alucinado luche.
Mas ¡ay de mí! ¿Qué recelo,
si yo misma al cabo ignoro
la existencia del que adoro
y el sino que le dió el cielo?
Al Conde podrá decir
lo que ella me oyó soñar;
mas ¿á otro no pude amar
antes de á Burgos venir?
¿Qué hay que reprocharme en esto?
Ha un año que estoy casada
y de él no he sabido nada,
ni medios para ello he puesto.
Le amo, es cierto; pero ¿y qué?
Si olvidarle no he podido,
la culpa, ¿de quién ha sido?
¿Por voluntad me casé?
Y si jamás le ofendí,
¿de qué se podrá quejar?
¿De que no le puedo amar?
Quéjese de él, no de mí.
(Abre la ventana y dice asomándose:)
La noche lóbrega cierra,
no brilla estrella ninguna,
y encapotada la luna,
alumbra á trozos la tierra.
¡Quién ¡ay! de mi dulce Francia
sobre sus rayos pudiera,
al soplo de una hechicera,
cruzar la inmensa distancia!
Mas mis ojos alucina
torpe ilusión, ó el espacio
del jardín de este palacio
cruza un hombre y se avecina.
¿Quién pudo á tal hora entrar
en los jardines? Se para…..
Conmigo acaso se encara…..
¿Qué busca en este lugar?
Me hace seña….. Mas no entiendo
lo que pretende….. Se aparta.