Caín pirata - José Zorrilla - E-Book

Caín pirata E-Book

José Zorrilla

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Beschreibung

Caín, Pirata es una obra de teatro singular dentro de la producción artística del poeta y dramaturgo José Zorrilla. Casi en la línea de la comedia palatina del Siglo de Oro español, es una obra de aventuras, marina y trepidante, con personajes arrojados y numerosos duelos.-

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José Zorrilla

Caín Pirata

Euadro de introduccion al drama en fres actos TITULADO UN AÑO Y UN DIA.

Saga

Caín PirataCover image: Shutterstock Copyright © 1842, 2020 José Zorrilla and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726561548

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAS.  ACTORES.

cain , capitan pirata. . .  Señor Lopez.

rodulfo . . . . . . . . .  Señor Latorre.

elena . . . . . . . .  Señora Lamadrid, B.

pedro . . . . . . .  Señor Pizarroso.

tomas . . . . . . . .  Señor Lumbreras.

un marinero de la ma– Señor Espontoni.

rina real . . . . . . . . . .}

dos marineros piratas. — dos de la marina real.

––––––––––

La escena es en la isla Cabrera, una de las Baleares. Siglo XVII.

––––––––––

Este Drama, que pertenece á la Galeria Dramática, es propiedad del Editor de los teatros moderno, antiguo español y estrangero; quien per seguirá ante la ley al que le reimprima ó represente en algun teatro del reino, sin recibir para ello su autorizacion, segun previene la Real orden inserta en la Gaceta de 8 de Mayo de 1837, y la de 16 de Abril de 1839, relativas á la propiedad de las obras dramáticas.

Introducction.

Playa desierta en la isla Cabrera. Mar en el fondo. Rocas á la derecha. La accion empieza al anochecer de un dia de Junio.

ESCENA PRIMERA.

(El mar empicza á calmarse despues de una tempestad y la noche va cerrando. Pedro aparece bajando por los peñascos á la playa, desde donde contempla el mar, sentándose en una piedra.)

pedro.

¡Esto va malo, Perico!

no es esta vida salvage

para quien ha estado siempre

entre seres racionales.

Ello es verdad que no habiéndolos

aqui, tampoco hay percances

de escribanos ni alguaciles...

y esto, ¡qué diablo! algo vale.

Aqui nadie me pregunta

ni exige pruebas legales

que acrediten que soy Pedro,

Diego, Juan, Antonio ó Jaime;

mi oficio, mi ocupacion,

qué casa vivo y qué calle.

Todo eso es verdad, sin duda,

y una ventaja muy grande

para hombres que como yo

no gustan de que se hable

mucho de ellos: mis asuntos

al cabo á nadie le atañen.

Pero ajustando las cuentas

en limpio, y por otra parte

viendo el negocio, es muy duro

que un hombre la vida pase

como un lobo entre las peñas,

los espinos y los árboles,

durmiendo en una caverna,

de peces alimentándose,

y esperando á que la mar

le arroje algo que le cuadre,

presa arrancada á otro pobre

por traidores temporales.

¡Oh, y el de hoy fué cosa horrenda!

hizo noche á media tarde.

Esto va malo, Perico...

mas de la vista al alcance

flota en el agua un objeto,

dos, tres... ¡bah! Dios te lo pague,

Levante amigo, que empujas

hácia tierra el oleage.

Y es un barril... ¡haga el diablo

que no sea de vinagre,

que á fé que no necesito

ácidos que abran el hambre!

¡Hola, hola, y cómo pesa!

y alli viene un cajon grande,

y mas allá veo un fardo

y otro barril; ¡oh santo angel

de mi guarda! y esto es vino,

y esto pólvora.

voz en el mar. ¡Amparadme,

Santo Dios!

pedro. ¡Cielos, qué acento!

voz. ¡Ay de mí!

pedro. (Mirando.) Del agua sale:

¡oh! sí, lo veo, es un náufrago.

(Hociendo seña con las manos.)

¡Eh! buen hombre, ánimo; nade

un poco mas, y está en salvo.

No me escucha... ¡Oh! se desase

del palo á que se agarraha;

no puede mas... á salvarle

voy, si es que alcanza su vida

hasta que llegue á esperarme.

(Se arroja al mar, y queda un momento sola la escena.)

ESCENA II.

pedro. elena.

(Pedro trae á Elena desmayada y la pone sobre las piedras.)

pedro. Dios quiera que aun sea tiempo

de salvarla... ¡Oh! hubo un instante

en que temí por los dos

del agua con los embates!

¡Infeliz! perdió el sentido

antes de que yo llegase,

y ya á merced de las olas

estaba próxima á ahogarse.

Si un sorbo de vino al menos

pudiera hacer que tragase.

¡Vamos á ver!

(Toma una concha, vierte en ella unas gotas del licor que contiene el barril y se lo hace tragar.)

elena. ¡Ay!

pedro. Respira.

elena. ¡Dónde estoy!

pedro. En un parage

seguro ya, aunque no ofrece

sobradas comodidades.

Ea, bebed; que ahora es fuerza

reponerse y calentarse,

porque el baño ha sido largo

y peliagudillo el lance.

elena. Y vos, hombre generoso,

que sin duda por salvarme

vuestras ropas aún mojadas

muestran que al mar os echásteis,

¿quién sois? ¿qué pais es este?

pedro. Contestacion no muy facil

tienen esas dos preguntas,

señora... mas escuchadme,

aunque no den mis palabras

gran consuelo á vuestros males.

La tierra en que estais es una

de las Islas Baleares.

elena. ¡Oh! ¡cuál de ellas!

pedro. La Cabrera.

Pero no hay mas habitantes

que nosotros en su suelo,

y no siendo útil á nadie,

rara vez aporta un buque

á sus riberas salvages.

Há tiempo habia una torre,

de la cual eran guardianes

diez soldados españoles;

mas dos ó tres años hace

que un dia los degollaron

unos piratas de Tánger.

Por lo que toca al pais

os he dicho lo bastante;

y en cuanto á mí, de mi historia

no habrá mucho que relate.

Soy mallorquin: mis negocios

me hicieroń al mar lanzarme

de un pescador en un bote,

y el mar me echó á estos lugares.

Un mes há que estoy en ellos,

y puesto que á ellos llegásteis,

contándoos como vivo

no hay para que mas os canse.

elena. ¡Ay de mí! ¿con que en tal caso

no hay medio de abandonarles?

pedro. Ninguno, como algun buque

no nos descubra, que pase,

ó algun águila marina

de los pelos no nos saque;

lo cual, señora, ya veis

que sería estraño viaje.

elena. ¿Y qué hacer?

pedro. Nada; ponerse

en manos de Dios, estarse

noche y dia en atalaya

por si llegar vemos alguien

que nos socorra, y vivir

en soledad agradable

como allá en el paraiso

nuestros primitivos padres.

elena. ¡Misericordia de Dios!

pedro. No está de mas invocarle.

Mas decidme (esto, señora,

si es que se puede y os place,)

cómo llegásteis aqui.

elena. Un barco de catalanes,

á cuyo bordo á Mallorca

pasaba desde Alicante,

naufragó, perdido el rumbo

con la borrasca, y salvarme

logré asida á ese madero

luchando toda la tarde

con la mar, desesperada

de lograrlo á cada instante.

Esta es mi historia, buen hombre.

pedro. Ea pues, Dios nos depare

buena suerte, y buen auxilio.

Entre aquestos peñascales

tengo una mala barraca;

ocupadla, y que descanse

dejad al cuerpo unas horas

mientras que pongo remate

á la coleccion de frutos

que la marea nos trae.

Y tiempo hay de discurrir

lo que conviene.

elena. Ayudadme,

que estoy entumida toda.

pedro. Dadme el brazo, y animarse:

¡voto va el diablo!

(Énlranse por la derecha, y vuelve luego Pedro solo.)

ESCENA III.

pedro.

Ea pues,

héme aqui ya ¡vive Dios!

en medio de este desierto,

y á la tormenta deudor

de una nueva compañera

que en mi soledad me dió.

Vaya, veamos qué es esto.

¡Hola! barrica de rom,

un baul...

(Lo rompe con una piedra para abrirlo.)

ropa... pistolas...

un collar, un libro, dos,

tres, cuatro... esto era de un sabio;

veamos qué libros son.

Historia de Carlo Magno

y los doce pares... ¡oh!

¡gran libro! tomo tercero,

comedias de Calderon.

Siempre que no hablen en ellas

mas personages que dos

bien las podemos hacer

esa compañera y yo.

(Sigue recogiendo cajones y demas objetos que el mar arroja á la playa.)

ESCENA IV.

pedro. elena , dentro.

elena. (Dentro.) ¡Eh! mirad, mirad.

pedro. ¿Qué es ello?

elena. Un barco.

pedro. ¡Poder de Dios!

(Aparece á lo lejos un bergantin.)

y es cierto; hagámosle seña;

ahí teneis ese jiron

de mi manta... mas ¿qué es esto?

ó á las velas cogen risos:

sí, sí, viran á estrivor,

dirigen aqui su rumbo.

elena. (Desde las peñas.)

¡Oh! mis ruegos escuchó

el cielo, y en ese barco

nos envia salvacion.

pedro. Botan al agua una lancha;

pero válgame el Señor;

buen amparo nos envia.

elena. ¿Qué decís?

pedro. ¡Pues! Ellos son.

elena. ¿Quiénes?

pedro. ¿No veis los arreos?

Piratas.

elena. ¡Cielos! ¡hay hoy

mas desdichas que apurar!

pedro. Pronto, ocultaos, si no

quereis que seamos hechos

cautivos ambos á dos.

Metros entre las peñas;

puede que su espedicion

no sea mas que á hacer agua;

y con prudencia y valor

puede que salgamos bien

y que nos ayude Dios.

elena. Si él no lo hace...

pedro. Ea, venid.

y dejadme que obre yo,

que para perdernos ambos

siempre ha de ser ocasion.

(Vanse por la derecha.)

elena. ¡Piratas! — ¡Ay esperanza

de sueño fascinador!

ESCENA V.

cain . rodulfo . tomas . dos pidatas en una lancha y con trages sicilianos, pistolas al cinto, &c., &e.

cain. Sacad á tierra esas pipas,

bajadlas á la caverna

en que el manantial se oculta,

y avisad cuando esten llenas.

(Los marineros sacan dos toneles y los llevan por detras de las peñas á la derecha.)

(A Tomas.) Preside tú esa maniobra

y cuida de que obedezcan;

y tú, Rodulfo, colócate

de atalaya entre las peñas.

Si algo repentino ocurre

que reclame mi presencia

la tierra de la isla es poca

y oiré al punto la seña.

(Vanse Cain por la izquierda y Rodulfo por la altura de la derecha.)

ESCENA VI.

tomas.

Oscura cierra la noche,

hierve el mar y el viento arrecia.

Ya darnos caza no pueden,

nuestra nave es mas velera,

y traen mucha gente inútil

y poca marina diestra.

¡Ay de mí! ¡quién otros dias

suerte tal me predigera!

Asi las cosas del mundo

se eslabonan y encadenan

las unas tras de las otras

y nos arrastran por fuerza

del oscuro porvenir

á la sima de tinieblas.

ESCENA VII.

pedro aparece sacando la cabeza con precaucion por los peñascos: tomas le descubre al punto y le encañona una pistola.

pedro. No siento nada; tal vez

se internaron por la tierra.

tomas. ¿Quién va?

pedro. ¡Cielos! ¡Soy perdido!

tomas. ¡Eh! buen hombre, sea quien sea,

échese al punto, ó le meto

dos balas en la cabeza:

entregaos.

pedro. Ya me entrego.

tomas. ¿Solo estais?

pedro. Solo.

tomas. Desierta

está hace tiempo esta isla:

¿cómo os encontrais en ella?

pedro. Huyendo de enemistades

y voluntades siniestras

echéme al mar en Mallorca

y el mar me echó á esta ribera.

tomas. ¿Nadais pues como un salmon?

pedro. No nadé, que vine á fuerza

de remos en una barca

de un pescador.

tomas. Cosa es esa

que se acerca á la verdad:

mas ¿y el bote? (Mirando al agua.)

pedro. La marea

se lo tragó, y ya hace un mes

que habito aqui entre las peñas

como un animal salvage.

tamos. ¿Y á Mallorca no quisierais

volver?

pedro. ¿A Mallorca? Oh, no.

tomas. Teneis en aquella tierra

muchos amigos sin duda,

pues la haceis tal preferencia.

pedro. ¡Qué quereis! cosas del mundo.

tomas. Ya. (Si este hombre á mis ideas contribuyese.) (Examinándole.)

pedro. (¡Qué diablos

me examina con tal flema!)

tomas. (Veamos.) Buen hombre, hablemos

ambos á dos con franqueza.

Yo necesito de vos,

y vos de quien os proteja.

Si me servís yo os prometo

que sois libre, y las entenas

de aquel bergantin pirata

no han de saber lo que pesa

el cuerpo de un mallorquin

suspendido en una verga.

pedro. ¡Oh! sí, sea la que fuere,

acepto vuestra propuesta.

tomas. Decidme pues: para ser

hombre de bien en la tierra

¿qué os hace falta?

pedro. Dos cosas.

tomas. Bien, dinero es una de ellas.

pedro. Precisamente.

tomas. ¿Y la otra?

pedro. Otro nombre y otras señas

en mi individuo.

tomas. ¿Quereis

cambiar conmigo las vuestras?

pedro. ¿Con vos?

tomas. Nada os dé cuidado;

caí volviendo de América

en las manos de esa gente,

y aunque hay razones secretas

que abandonarla me impiden,

no hay hombre alguno que pueda

reconocerme en mi patria,