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Un año y un día es una obra teatral de José Zorrilla, un drama familiar que se desarrolla en Cabrera, en las Islas Baleares y que, como es habitual en el autor, supone una velada crítica a la sociedad española de su época.-
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Seitenzahl: 125
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José Zorrilla
Saga
Un año y un día
Cover image: Shutterstock
Copyright © 1905, 2020 José Zorrilla and SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726562040
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Introducción
Personajes
Actores
Caín, Capitán pirata.
Sr. López.
Rodulfo.
Sr. Latorre.
Elena.
Sra. Lamadrid.
Pedro.
Sr. Pizarroso.
Tomás.
Sr. Lumbreras.
Un Marinero de la Marina Real.
Sr. Espontoni.
Dos marineros piratas.
Dos marineros de la Marina Real.
La escena es en la isla cabrera, una de las Baleares. Siglo XVII.
Playa desierta en la isla Cabrera. Mar en el fondo. Rocas a la derecha. La acción empieza al anochecer de un día de junio.
El mar empieza a calmarse después de una tempestad, y la noche va cerrando. Pedro aparece bajando por los peñascos a la playa, desde donde contempla el mar, sentándose en una piedra.
Pedro
¡Esto va malo, Perico!
No es esta vida salvaje
para quien ha estado siempre
entre seres racionales.
Ello es verdad que no habiéndolos
5
aquí, tampoco hay percances
de escribanos ni alguaciles...,
y esto ¡qué diablo! algo vale.
Aquí nadie me pregunta
ni exige pruebas legales
10
que acrediten que soy Pedro,
Diego, Juan, Antonio o Jaime;
mi oficio, mi ocupación,
qué casa vivo y qué calle.
Todo eso es verdad, sin duda,
15
y una ventaja muy grande
para hombres que, como yo,
no gustan de que se hable
mucho de ellos: mis asuntos,
al cabo a nadie le atañen.
20
Pero ajustando las cuentas
en limpio, y por otra parte
viendo el negocio, es muy duro
que un hombre la vida pase
como un lobo entre las peñas,
25
los espinos y los árboles,
durmiendo en una caverna,
de peces alimentándose,
y esperando a que la mar
le arroje algo que le cuadre,
30
presa arrancada a otro pobre
por traidores temporales.
¡Oh, y el de hoy fue cosa horrenda,
hizo noche a media tarde!
Esto va malo, Perico...;
35
mas de la vista al alcance
flota en el agua un objeto,
dos, tres... ¡Bah! Dios te lo pague,
Levante amigo, que empujas
hacia tierra el oleaje,
40
Y es un barril... ¡Haga el diablo
que no sea de vinagre,
que a fe que no necesito
ácidos que abran el hambre!
¡Hola, hola, y cómo pesa!
45
y allí viene un cajón grande
y más allá veo un fardo
y otro barril: ¡oh, santo ángel
de mi guarda! y esto es vino,
y esto pólvora.
(Voz en el mar.)
Voz
¡Amparadme,
50
Santo Dios!
Pedro
¡Cielos, qué acento!
Voz
¡Ay de mí!
Pedro
(Mirando.)
Del agua sale:
¡oh, sí, lo veo, es un náufrago!
(Haciendo seña con las manos.)
¡Eh, buen hombre, ánimo; nade
un poco más, y está en salvo!
55
No me escucha... ¡Oh! se desase
del palo a que se agarraba;
no puede más..., a salvarle
voy, si es que alcanza su vida
hasta que llegue a esperarme.
60
(Se arroja al mar, y queda un momento sola la escena.)
Pedro y Elena.
(Pedro trae a Elena desmayada y la pone sobre las piedras.)
Pedro
Dios quiera que aun sea tiempo
de salvarla... ¡Oh! Hubo un instante
en que temí por los dos,
del agua con los embates.
¡Infeliz! Perdió el sentido
65
antes de que yo llegase,
y ya, a merced de las olas,
estaba próxima a ahogarse.
Si un sorbo de vino al menos
pudiera hacer que tragase...
70
¡Vamos a ver!
(Toma una concha, vierte en ella unas gotas del licor que contiene el barril, y se lo hace tragar.)
Elena
¡Ay!
Pedro
Respira.
Elena
¿Dónde estoy?
Pedro
En un paraje
seguro ya, aunque no ofrece
sobradas comodidades.
Ea, bebed, que ahora es fuerza
75
reponerse y calentarse,
porque el baño ha sido largo
y peliagudillo el lance.
Elena
Y vos, hombre generoso,
que sin duda por salvarme,
80
vuestras ropas aun mojadas
muestran que al mar os echasteis,
¿quien sois? ¿Que país es éste?
Pedro
Contestación no muy fácil
tienen esas dos preguntas,
85
señora..., mas escuchadme,
aunque no den mis palabras
gran consuelo a vuestros males.
La tierra en que estáis es una
de las islas Baleares.
90
Elena
¡Oh! ¿Cuál de ellas?
Pedro
La Cabrera.
Pero no hay más habitantes
que nosotros en su suelo,
y no siendo útil a nadie,
rara vez aporta un buque
95
a sus riberas salvajes.
Ha tiempo había una torre,
de la cual eran guardianes
diez soldados españoles;
mas dos o tres años hace
100
que un día los degollaron
unos piratas de Tánger.
Por lo que toca al país
os he dicho lo bastante;
y en cuanto a mí, de mi historia
105
no habrá mucho que relate.
Soy mallorquín: mis negocios
me hicieron al mar lanzarme
de un pescador en un bote,
y el mar me echó a estos lugares.
110
Un mes ha que estoy en ellos,
y puesto que a ellos llegasteis,
contándoos cómo vivo
no hay para que más os canse.
Elena
¡Ay de mí! ¿Conque en tal caso
115
no hay medio de abandonarles?
Pedro
Ninguno, como algún buque
no nos descubra, que pase,
o algún águila marina
de los pelos no nos saque;
120
lo cual, señora, ya veis
que sería extraño viaje.
Elena
Y ¿qué hacer?
Pedro
Nada; ponerse
en manos de Dios, estarse
noche y día en atalaya,
125
por si llegar vemos alguien
que nos socorra, y vivir
en soledad agradable,
como allá en el Paraíso
nuestros primitivos padres.
130
Elena
¡Misericordia de Dios!
Pedro
No está de más invocarle.
Mas decidme (esto, señora,
si es que se puede y os place)
cómo llegasteis aquí.
135
Elena
Un barco de catalanes,
a cuyo bordo a Mallorca
pasaba desde Alicante,
naufragó, perdido el rumbo
con la borrasca, y salvarme
140
logré, asida a ese madero,
luchando toda la tarde
con la mar, desesperada
de lograrlo a cada instante.
Esta es mi historia, buen hombre,
145
Pedro
Ea, pues Dios nos depare
buena suerte y buen auxilio.
Entre aquestos peñascales
tengo una mala barraca;
ocupadla, y que descanse
150
dejad al cuerpo unas horas,
mientras que pongo remate
a la colección de frutos
que la marea nos trae.
Y tiempo hay de discurrir
155
lo que conviene.
Elena
Ayudadme,
que estoy entumida toda.
Pedro
Dadme el brazo y animarse,
¡voto va el diablo!
(Éntranse por la derecha, y vuelve luego Pedro solo.)
Pedro.
Ea, pues,
heme aquí ya, ¡vive Dios!
160
en medio de este desierto,
y a la tormenta deudor
de una nueva compañera
que en mi soledad me dio.
Vaya, veamos qué es esto.
165
¡Hola! Barrica de ron,
un baúl...
(Le rompe con una piedra para abrirle.)
Ropa... Pistolas...
Un collar, un libro, dos,
tres, cuatro... Esto era de un sabio.
Veamos qué libros son:
170
«Historia de Carlo Magno
y los doce Pares...» ¡Oh,
gran libro! Tomo tercero,
«Comedias de Calderón.»
Siempre que no hablen en ellas
175
más personajes que dos,
bien las podemos hacer
esa compañera y yo.
(Sigue recogiendo cajones y demás objetos que el mar arroja a la playa.)
Pedro, y Elena dentro.
Elena
¡Eh! Mirad, mirad.
Pedro
¿Qué es ello?
Elena
Un barco.
Pedro
¡Poder de Dios!
180
(Aparece a lo lejos un bergantín.)
Y es cierto; hagámosle seña;
ahí tenéis ese jirón
de mi manta... Mas ¿qué es esto?
O veo visiones yo,
o a las velas cogen rizos.
185
¡Sí, sí, viran a estribor,
dirigen aquí su rumbo!
Elena
(Desde las peñas.)
¡Oh, mis ruegos escuchó
el cielo, y en ese barco
nos envía salvación!
190
Pedro
Botan al agua una lancha;
pero ¡válgame el Señor,
buen amparo nos envía!
Elena
¿Qué decís?
Pedro
Pues ¡ellos son!
Elena
¿Quiénes?
Pedro
¿No veis los arreos?
195
Piratas.
Elena
¿Cielos, hay hoy
más desdichas que apurar?
Pedro
Pronto ocultaos, si no
queréis que seamos hechos
cautivos ambos a dos.
200
Meteos entre las peñas;
puede que su expedición
no sea más que hacer agua;
y con prudencia y valor
puede que salgamos bien
205
y que nos ayude Dios.
Elena
Si él no lo hace...
Pedro
Ea, venid,
y dejadme que obre yo,
que para perdernos ambos
siempre ha de ser ocasión.
210
(Vanse por la derecha.)
Elena
¡Piratas! ¡Ay, esperanza
de sueño fascinador!
Caín, Rodulfo, Tomás y dos piratas en lancha y con trajes sicilianos, pistolas al cinto, etc., etc.
Caín
Sacad a tierra esas pipas,
bajadlas a la caverna
en que el manantial se oculta,
215
y avisad cuando estén llenas.
(Los marineros sacan dos toneles y los llevan por detrás de las peñas a la derecha.)
(A Tomás.)
Preside tú esa maniobra
y cuida que te obedezcan;
y tú, Rodulfo, colócate
de atalaya entre las peñas.
220
Si algo repentino ocurre
que reclame mi presencia,
la tierra de la isla es poca
y oiré al punto la seña.
(Vanse, Caín por la izquierda, y Rodulfo por la altura de la derecha.)
Tomás.
Obscura cierra la noche,
225
hierve el mar y el viento arrecia.
Ya darnos caza no pueden,
nuestra nave es más velera,
y traen mucha gente inútil
y poca marina diestra.
230
¡ay de mí! ¡Quién otros días
suerte tal me predijera!
Así las cosas del mundo
se eslabonan y encadenan
las unas tras de las otras
235
y nos arrastran por fuerza
del obscuro porvenir
a la sima de tinieblas.
Pedro aparece sacando la cabeza con precaución por los peñascos; Tomás le descubre al punto y le encañona una pistola.
Pedro
No siento nada; tal vez
se internaron por la tierra.
240
Tomás
¿Quién va?
Pedro
¡Cielos! ¡Soy perdido!
Tomás
¡Eh! Buen hombre, sea quien sea,
échese al punto, o le meto
dos balas en la cabeza.
Entregaos.
Pedro
Ya me entrego.
245
Tomás
¿Solo estáis?
Pedro
Solo.
Tomás
Desierta
está hace tiempo esta isla:
¿cómo os encontráis en ella?
Pedro
Huyendo de enemistades
y voluntades siniestras,
250
echéme al mar en Mallorca
y el mar me echó a esta ribera.
Tomás
¿Nadáis, pues, como un salmón?
Pedro
No nadé, que vine a fuerza
de remos, en una barca
255
de un pescador.
Tomás
Cosa es esa
que se acerca a la verdad;
mas ¿y el bote?
(Mirando al agua.)
Pedro
La marea
se lo tragó, y ya hace un mes
que habito aquí entre las peñas
260
como un animal salvaje.
Tomás
¿Y a Mallorca no quisierais
volver?
Pedro
¿A Mallorca? ¡Oh, no!
Tomás
Tenéis en aquella tierra
muchos amigos, sin duda,
265
pues la hacéis tal preferencia.
Pedro
¡Qué queréis! Cosas del mundo.
Tomás
Ya. (Si este hombre a mis ideas
contribuyese.)
(Examinándole.)
Pedro
(¿Qué diablos
me examina con tal flema?)
270
Tomás
(Veamos.) Buen hombre, hablemos
ambos a dos con franqueza.
Yo necesito de vos,
y vos de quien os proteja.
Si me servís, yo os prometo
275
que sois libre, y las entenas
de aquel bergantín pirata
no han de saber lo que pesa
el cuerpo de un mallorquín
suspendido en una verga.
280
Pedro
¡Oh! Sí; sea la que fuere,
acepto vuestra propuesta.
Tomás
Decidme, pues: para ser
hombre de bien en la tierra,
¿qué os hace falta?
Pedro
Dos cosas.
285
Tomás
Bien; dinero es una de ellas.
Pedro
Precisamente.
Tomás
¿Y la otra?
Pedro
Otro nombre y otras señas
en mi individuo.
Tomás
¿Queréis
cambiar conmigo las vuestras?
290
Pedro
¿Con vos?
Tomás
Nada os dé cuidado;
caí, volviendo de América,
en las manos de esa gente,
y aunque hay razones secretas
que abandonarla me impiden,
295
no hay hombre alguno que pueda
reconocerme en mi patria,
pues años ha salí de ella.
Pedro
Si no hay peligro en mostraros...
Tomás
Ninguno.
Pedro
Pues cosa hecha.
300
Tomás
Pues tomad. Todos los años
volveréis por esta época
a esta isla, y hallaréis
una cantidad como ésa
donde queráis enterrada.
305
Pedro
Pero ¿qué hay que hacer por ella?
Tomás
Oíd. Con esos papeles
que contiene esa cartera
acreditaréis que sois
Tomás Ruiz de Villanueva.
310
Pedro
Que sois vos.
Tomás
Seguramente.
Escrita en una hoja de esas
veréis mi historia, que es breve;
usadla como os convenga.
Pedro
Bueno.
Tomás
Y siendo Tomás Ruiz
315
arribaréis a Marbella,
a Alicante, a cualquier punto
de España, donde os parezca.
Iréis luego a Andalucía,
y en el Valle de Purchena
320
hallaréis un lugarcillo
de seis casucas de tierra.
Preguntaréis por vos mismo,
tomaréis todas las señas
y noticias que allí os den
325
de vuestra mujer.
Pedro
La vuestra.
Tomás
Por supuesto. Allí hallaréis,
si por ventura no es muerta,
una hija que Dios me dio:
amparadla, protegedla,
330
decidla que sois su padre:
no le digáis la manera
con que vivo, y sed vos bueno,
sed indulgente con ella.
Si yo no parezco más,
335
lo que es fácil que suceda,
os doy todos mis derechos:
persona fiel y secreta
os llevará la noticia
de mi muerte, y suma inmensa
340
os entregará en mi nombre;
mas si el mensaje no llega,
seguid haciendo mis veces