Sancho García - José Zorrilla - E-Book

Sancho García E-Book

José Zorrilla

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Beschreibung

Considerada en su día como la mejor obra estrenada hasta el momento por José Zorilla, Sancho García es una tragedia teatral en tres actos con grandes dosis de suspense y emoción. Aborda un relato histórico-legendario de la edad media española, alrededor de la figura del Conde de Castilla, Sancho García, su traición hacia su padre con ayuda de su amada y su posterior gobierno en su condado hasta que él mismo es víctima de traición.-

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José Zorrilla

Sancho García

COMPOSICIÓN TRÁGICA EN TRES ACTOS

Saga

Sancho GarcíaCover image: Shutterstock Copyright © 1905, 2020 José Zorrilla and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726562019

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Esta composición, escrita expresamente para el beneficio de D. Carlos Latorre,

fué aprobada para su representación por la Junta de censura de los Teatros del Reino en 14 de Julio de 1849.

PERSONAJES  Actores

Sancho García, Conde de Castilla..  Sr. Latorre.

Isa Condesa viuda, su madre...  Sra. Lamadrid (b.).

Hissem-Alamar...  Sr. Lumbreras.

Estrella...  Sra. Valero.

Sancho Montero...  Sr. Alverá.

Simuel Benjamín...  Sr. López.

Elías...  Sr. Pizarroso.

Un Caballero...  N. N.

Caballeros, pajes y villanos.

––––––––––

La escena es en Burgos por los años primeros del siglo XI.

ACTO PRIMERO

Parque del palacio ó castillo de los Condes de Castilla en Burgos, cuyo edificio ocupa la derecha del escenario y parte del fondo, formando un ángulo entrante. En la parte del edificio que ocupa la derecha, una puerta que da á las habitaciones del Conde. En la del fondo otra que da á las de la Condesa. El edificio tiene algunas ventanas abiertas en ambas fachadas. En medio del escenario, un cenador ó kiosco, donde pueda ocultarse una persona. Desde el ángulo en que concluye la parte del palacio que ocupa el fondo, se extiende un muro con un postigo que da al campo. Árboles y es de noche.

ESCENA PRIMERA

la condesa y estrella

estrella

Señora, retirémonos; la noche

es cada vez más lóbrega y obscura

y os daña la humedad.

 

la condesa

Estrella mía,

tanto este sitio mi dolor endulza,

que siempre me apesara y me contrista

abandonar su soledad inculta;

porque siempre que dichas imagino,

tan sólo aquí mi corazón las busca.

¿Ves los millares de hojas que en los ár-

al paso de los céfiros susurran? [boles

Pues un recuerdo delicioso, Estrella,

germina en mi memoria cada una.

Si de aura mansa al perfumado soplo

en apagado son, lentas murmuran

adormecen mis penas, y me tornan

en gozo melancólico mi angustia.

Si ráfaga veloz, con roncas alas

cruza sus ramas y en sus ramas zumba,

responden á su son dentro mi pecho

secretos mil, que mi conciencia anublan.

¡Oh! Y tengo tantos, cual menudas hojas

esta enramada soledad fecunda,

tan expuestos al viento como ellas,

y como ellas también tranquilos nunca.

 

estrella

Si humilde lealtad puede esas penas

calmar, en mí depositad algunas,

señora, y si al consuelo se resisten,

al menos de hoy las lloraremos juntas.

 

la condesa

¡Llorar! Consuelo de serviles almas

á quien su suerte miserable abruma;

mas ponzoña de nobles corazones

que fieramente con su suerte luchan.

 

estrella

¿Tanto os acosa vuestro mal, señora?

¿No va don Sancho la morisca chusma

doquier venciendo, y la vertida sangre

lava de vuestro esposo con la suya?

 

la condesa

Que no suene ese nombre en mis oídos.

 

estrella

Perdonad, ya lo sé; sé que á una viuda

que llora un noble esposo, por quien casta

á la mundana vanidad renuncia,

por quien la hermosa faz y esbelto talle

en toscos paños codiciosa enluta,

no deben con inútiles recuerdos

del esposo, aumentar su pena justa.

Mas cuando queda un hijo, que apilando

cabezas de enemigos en su tumba,

las glorias de su padre….

 

la condesa

Calla, Estrella,

que tu ignorante lealtad te ofusca.

¿No ves que ese hijo tan bizarro y fiero,

al derribar las berberiscas lunas,

el cetro de Castilla de las manos

de su madre arrebata, se le usurpa?

 

estrella

¡Señora!

 

la condesa

¿Y que annque venza mil batallas,

al cabo vendrá á ser vencido en una?

¿No ves que sólo en pelear pensando,

de sus pueblos el bien descuida en suma,

la paz, que es sólo su fortuna cierta?

Y si sus campos él de sangre inunda,

¿qué pan, Estrella, comerán mañana

los que sus campos á talar le ayudan?

Paz el moro le ofrece; ¿por qué ahora

él la desecha con fiereza estúpida?

 

estrella

¿La aceptaríais vos?

 

la condesa

(Con prontitud.)

Y de eso trato.

 

estrella

¿Y son tal vez por eso esas nocturnas

visitas que admitís de ese africano?

 

la condesa

Ese secreto para siempre oculta

dentro del corazón, Estrella, ó teme

que te abra ante los pies la sepultura.

 

estrella

Perdonadme, señora; mas hoy que oigo

de vuestros labios la verdad desnuda,

de mi fiel corazón hoy permitidme

que los ruines temores os descubra.

 

la condesa

(¡Qué es lo que va á decir!) Di.

 

estrella

Creí un tiempo

que un amor encerraba esta aventura.....

 

la condesa

¡Necia!

 

estrella

Mi inexperiencia me disculpe;

mas hoy que cesa tan villana duda

y hallo la causa del secreto trato,

gozo leal el corazón me inunda.

 

la condesa

¡Ea, ya basta! ¿De García Hernández

la viuda altiva, por la llama inmunda

se abrasara de un moro? Tal vileza

cabe no más en la simpleza tuya.

Mas oye: todo en el silencio quede,

y eterna sombra mi secreto cubra;

y aquí quiero advertirte, Estrella incauta,

que los hondos proyectos que se anudan

dentro de los palacios en secreto,

son ¡vive Dios! mortífera cicuta

para aquellos que, necios ó traidores,

dentro del corazón no los sepultan.

Conque si has de vivir hoy más, Estrella,

éste guarda en el tuyo, y no descubras,

ni aun á tu mismo confesor, que es tu ama

á quien el moro por la noche busca.

(Ruido á lo lejos.)

¿Qué ruido es ese?

 

estrella

Que se acerca el Conde,

y el pueblo al retirarse le saluda.

Todo Burgos le adora.

 

la condesa

Sí, ahora vence;

mas ¡ay del Conde si los moros triunfan!

 

una voz

(Dentro.)

¡Viva el conde don Sancho!

 

el pueblo

(Dentro.)

¡Viva!

 

voz

(Dentro.)

¡Viva

el vencedor del moro!

 

el pueblo

(Dentro.)

¡Viva!

 

voz

(Dentro.)

¡Viva

nuestro ángel tutelar!

 

el pueblo

(Dentro.)

¡Viva!

ESCENA II

el conde y varios caballeros

(Entra e1 Conde por la puerta del parque que figura dar al campo, precedido de dos pajes con hachones, y seguido de Sancho Montero y varios caballeros y villanos que le aplauden.)

el conde

(Á los villanos.)

Apartaos;

basta de aplausos ya, bravos pecheros;

gracias, y retiraos.

Y vosotros, mis fieles caballeros,

idos también con ellos, y aprestaos

á descansar, que acaso en breves horas

os llamarán las trompas y atabales

para salir contra las huestes moras.

 

UN CABALLERO

Todos, señor, saldremos

y con vos venceremos,

ó moriremos junto á vos leales.

 

EL CONDE

Gracias; así lo espero; idos ahora,

que en vos segura mi esperanza estriba.

 

UNO

¡Viva el conde don Sancho!

 

OTROS

¡Viva!

 

TODOS

(Saliendo de la escena.)

¡Viva!

ESCENA III

el conde , al volverse cuando los suyos se alejan, ve á la condesa

el conde

Dios vele sobre vos, madre y señora.

 

la condesa

Contigo venga, victorioso Conde.

 

el conde

¿Tan tarde y en el parque todavía?

 

la condesa

Aun no lo es tanto.

 

el conde

(Aparte.)

¿Que misterio esconde

su inquietud y su gran melancolía?

(Á Sancho.)

Sancho, lejos mis órdenes espera.

(Á Estrella.)

Y aparta tú también, que á solas quiero

con mi madre quedar.

 

la condesa

(Con desdén.)

La vez primera

en muchos días es.

(Vanse Montero y Estrella: él por la puerta de la derecha, jue se supone dar á las habitaciones del Conde; ella por la del fondo, que da á las de la Condesa.)

ESCENA IV

la condesa y el conde

el conde

¿Puede un guerrero

disponer de los suyos á su antojo?

¿Puédolos yo emplear en la ternura,

cuando del moro el temerario arrojo

provoca mi arrogancia y mi bravura?

Madre, ya lo sabéis; la tierra tinta

aun con la sangre de mi padre humea.

 

la condesa

Tal verdad en tu rostro el duelo pinta;

mas ¿quién causó la desigual pelea?

 

el conde

¡No, madre, no me hagáis tamaña injuria!

Si errores juveniles me arrastraron

de mi buen padre á provocar la furia,

con mi llanto y mi sangre se lavaron.

Fuí rebelde un momento, ¡ah! lo confieso

con dolor; mas también desde aquel punto

fué mi vida ejemplar; y fué por eso

al honor de mi padre mi honor junto.

Mi pueblo olvidó ya las inquietudes

que un tiempo le causé; yo le dí gloria,

y hoy aplaude su prez y sus virtudes,

porque vive en su hijo su memoria.

Todo es hoy para mí dicha, esperanza,

y todos hoy mis triunfos victorean.

¡Sólo á mi madre mi placer no alcanza,

y mi gloria sus lágrimas afean!

Decidme: ¿qué anheláis? ¿Qué hay en la

[vida

que el enarcado ceño os desarrugue?

¿Qué hay en la tierra, qué hay, madre

[querida,

que vuestro llanto interminable enjugue?

 

la condesa

La paz.

 

el conde

¿La paz? Pues bien, por ella lidio;

por esa paz consoladora y bella,

que para vos, para mi pueblo envidio.

 

la condesa

Pues bien: el moro te brindó con ella.

 

el conde

¡Con una paz vendida á peso de oro!

¡Con vergonzosa paz, ruin y traidora!

¡Con esa paz que me propone el moro,

porque él, no yo, la necesita ahora!

No, madre, no; yo venzo; cada día

ensancho más y más nuestras fronteras;

su tierra tiembla en la presencia mía,

y huye espantada su canalla impía

á la sombra no más de mis banderas.

Por eso, paz y tregua me proponen;

temen que mi valor los acorrale,

y en la paz se aperciben y disponen

á que otra vez la suerte nos iguale.

No, madre; no haya paz, no haya cuar-

aquí ni allí; cuando vencidos sean, [teles

cuando haga yo con sus tostadas pieles,

con sus lenguas que injurian y bravean,

los frenos adobar á mis corceles,

esa paz les daremos que desean.

¡En tanto, madre, seamos los mejores:

ó todo ó nada, ó siervos ó señoresl

 

la condesa

Siervos, nada tal vez: ¿ellos acaso

no tienen armas, gente, capitanes?

Si el terrible Almanzor te gana un paso,

¿qué valdrán tu valor y tus afanes?

Todo ó nada, á su vez te dirán ellos;

todo ó nada, y metiendo sus caballos

por medio de tus míseros vasallos,

sus cimitarras segarán sus cuellos.

 

el conde

Mi padre fué por vos á tierra extraña,

y es natural que, ajena aquí en Castilla,

(Con frialdad.)

sintáis temor por nuestra noble España;

mas no la conocéis: no es maravilla.

 

la condesa

Pero conozco el mundo y la fortuna,

que lo trastorna todo, y será un día

en que triunfe tal vez la media luna.

 

el conde

¡Tened, por Dios, la lengua, madre mía,

si ha de ser de enemigos abogada! [ros?

¿Qué esperáis de esa paz? ¿Qué de los mo-

¿Os seducen, tal vez, de su embajada