La cultura del Edén - Johannes Hartl - E-Book

La cultura del Edén E-Book

Johannes Hartl

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Beschreibung

Nuestras vidas se han vuelto complejas. Vivimos sumergidos en un mar de expectativas y de información, y anhelamos sobrevolarlo, tocar tierra firme, distanciarnos. El autor parte de este anhelo, y en un viaje sorprendente por varias disciplinas —filosofía, psicología, sociología, historia del arte y religión— muestra con claridad lo que hemos perdido. Sin visiones negativas, identifica los auténticos nutrientes de nuestra vida, y los sintetiza en tres principios: vínculos, sentido, belleza. Invita así Hartl a tratar de instaurar una nueva cultura, capaz de mirar con esperanza al futuro y de remover los obstáculos que se empeñan en mostrarla inalcanzable.

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JOHANNES HARTL

LA CULTURA DEL EDÉN

Una ecología del corazón para un nuevo mañana

EDICIONES RIALP

MADRID

Título original: Eden Culture. Ökologie des Herzens für ein neues Morgen

© 2021 by Verlag Herder Gmbh

© 2023 de la edición española traducida por David Cerdáby EDICIONES RIALP, S. A.,

Manuel Uribe 13-15 - 28033 Madrid

(www.rialp.com)

Preimpresión: produccioneditorial.com

ISBN (versión impresa): 978-84-321-6430-9

ISBN (versión digital): 978-84-321-6431-6

ISBN (versión bajo demanda): 978-84-321-6432-3

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

ÍNDICE

CERO. EL ANHELO DEL EDÉN

INTRODUCCIÓN: NUESTRO VIEJO JARDÍN

ANTIGUOS MITOS

EL ANHELO DEL EDÉN

UN VIAJE A LOS ORÍGENES

PRIMER SECRETO. VÍNCULOS

ETTY Y LA GRAN FELICIDAD

«EL MUNDO NO GIRA EN TORNO A TI»

¿FUERON NUESTROS ABUELOS MÁS FELICES?

CUATRO ENEMIGOS DE LOS VÍNCULOS

CINCO MANERAS DE VOLVER AL VÍNCULO

SEGUNDO SECRETO. SENTIDO

SEIS CARACTERÍSTICAS DEL SENTIDO

TRES PROBLEMAS ACTUALES

TERCER SECRETO. BELLEZA

LA GRAN RUPTURA (I): PROFANACIONES

LA GRAN RUPTURA (II ): EL CULTO A LO FUNCIONAL

BELLEZA: VERDADERA Y SIN PROPÓSITO

LA BELLEZA ES OBJETIVA

SIETE TESIS PARA UN NUEVO RENACIMIENTO

CUATRO. EDÉN

QUÉ QUEREMOS DECIR CON «SER»

DOS MODOS DE EXISTENCIA

EL AMOR CONOCE EL SER

UNA FIESTA DEMASIADO FAMILIAR

CONSTRUIDO SOBRE LA DESCONFIANZA

EL MUNDO SE VUELVE NUEVO

EL CORAZÓN DEL PROBLEMA

UN GRAN REINICIO

MEJOR QUE EL EDÉN

AGRADECIMIENTOS

NOTAS

Navegación estructural

Cubierta

Portada

Créditos

Comenzar a leer

Agradecimientos

Notas

El 12 de noviembre de 2052, Jonas se encuentra en un búnker. En el exterior, coches quemados y una señal que indica que se trata de una zona contaminada por la radioactividad. Se ve gente con uniforme militar. «Bienvenido al futuro». Eso es lo último que oye antes de quedar inconsciente.

Dark es el nombre de la serie que pinta este cuadro. Es la primera producción de Netflix desarrollada íntegramente en Alemania, un éxito internacional aclamado por la crítica. Aún más conocida es la serie británica Black Mirror. Cada episodio de esta serie pinta una imagen diferente del futuro. La inteligencia artificial que une automáticamente a las parejas perfectas. Biotecnología que, junto con los datos almacenados de las interacciones en las redes sociales, hace que una persona fallecida parezca seguir viva. Vigilancia total. Programabilidad del cerebro. Almacenamiento completo —sin huecos para el olvido— de todas las memorias. Persecución de los disidentes por parte de robots con forma de perro.

Todo esto está muy bien hecho y es más positivo que Dark. Pero no importa cuántos episodios veas, siempre te queda una sensación de hundimiento. ¿Se supone que este es nuestro futuro? ¿Un mundo tecnologizado en el que todo es posible? ¿Un mundo en el que todo se ha vuelto arbitrario, en el que todo carece de sentido y está vacío? ¿Personas desarraigadas y solitarias en constante lucha en un mundo hipermoderno y feo? No importa qué cineasta imagine el futuro: siempre les sale una distopía.

¿«Bienvenido» al futuro?

CEROEL ANHELO DEL EDÉN

INTRODUCCIÓN: NUESTRO VIEJO JARDÍN

HABÍA UN VIEJO JARDÍN alrededor de la casa donde crecí. Parecía tan grande que podías perderte en él. Encerrado entre espesos setos, guardaba innumerables secretos. El olor de las ramas secas de thuja bajo las que nos escondíamos, el césped recién cortado en agosto. Vivir las interminables semanas de verano construyendo una casa en el árbol. Forrar las tablas con cojines y mantas y beber cócteles hechos con zumos de frutas. Acogedor y a la vez salvaje, así era nuestro jardín.

Hoy, treinta años después, mis hijos juegan en ese jardín, ahora todavía más viejo, cuando visitan a sus abuelos. A menudo me he preguntado qué es lo que realmente lo hace tan mágico, sobre todo porque vivimos en la ciudad. Nuestra nueva casa también está en un jardín: un pequeño rectángulo en una nueva urbanización, separado por una valla metálica de los otro treinta jardines de nuestra calle, cubiertos de un manto de césped cortado a la misma altura. No es lo mismo que el gran jardín antiguo.

Cuando mis padres compraron nuestra antigua casa, ya llevaba ochenta años en pie. Cuando los soldados se fueron a la Primera Guerra Mundial, este jardín ya estaba allí. Tal vez ese sea su primer secreto; lo viejo que es. Había un abeto cuyo tronco ni siquiera tres niños podían abarcar con los brazos extendidos, y su copa llegaba hasta el cielo. No puedo olvidarlo, el viejo jardín, y cada vez que pienso en él me invade una ligera melancolía.

Probablemente conozca esta sensación: el salón del abuelo y el tic-tac de un reloj de pared. El laminado verde del pasillo de la escuela primaria y cómo olía. Un alimento especial, su olor y sabor inimitables. La zona en la que vivía y cómo eran las calles. Y no importa si se trata de su sala de estar, el laminado, la comida, algo completamente diferente, o incluso, como en mi caso, un jardín: nuestra melancolía está ligada al sentimiento de haber perdido algo. El jardín simboliza un estado al que anhelamos volver, porque una parte de nosotros sabe que hemos perdido algo. Es precisamente ese lugar de añoranza al que quiere acercarse este libro: un lugar que nos recuerde que la vida fue alguna vez diferente, o al menos nos pareció diferente; y podría volver a serlo. Un recordatorio de cómo queremos vivir realmente. Pero ya no como nostalgia, sino como aquel lugar que anhelamos, el que querríamos que fuese nuestro mundo del mañana.

ANTIGUOS MITOS

ESTA SENSACIÓN DE PÉRDIDA es un sentimiento fundamental para los seres humanos. ¿Cómo se explica si no que los mitos y leyendas de tantas culturas cuenten la historia de una inocencia perdida? Aurea prima sata est; así comienza la poesía de las edades del hombre en la Metamorfosis del poeta latino Ovidio (43 a. C. - 17 d. C.). La frase significa: «En el principio hubo una edad de oro». Había armonía y paz y aún no había ciudades. «La tierra misma lo daba todo por sí misma, sin ser tocada por ninguna azada ni arañada por ningún arado»1. También se describen los deliciosos frutos que crecían allí sin que nadie hiciese nada. Ovidio no es el único que juega con estas ideas. Según la leyenda, los dioses de la antigua Grecia habitaban en el Elíseo, una isla bienaventurada en la que los jardines llenos de pájaros cantores se extienden por doquier, los árboles florecen y crecen deliciosos frutos. En el Antiguo Testamento, la historia de la humanidad comienza con Adán y Eva en el Jardín del Edén: un paisaje paradisíaco, lo suficiente para que coman un hombre y una mujer, ambos desnudos.

¿Son estas ideas ingenuas? De hecho, todos los seres humanos tenemos por lo general tendencia a sublimar el pasado. Como hago yo con el jardín de mi infancia. Por supuesto, tampoco todo era paradisíaco allí. Después de todo, nada menos que dos (¡!) de mis queridos conejos enanos fueron víctimas del perro del vecino en este mismo jardín. Tampoco está claro que la edad de oro haya existido alguna vez. Pero no se puede negar que exista el anhelo. ¿Qué función cumplen estas imágenes? ¿Por qué aparecen con tanta regularidad en nuestra tradición cultural más antigua?

Como humanista, he estudiado el significado de esas imágenes y metáforas y creo que tienen algo extraordinariamente importante que decirnos. El conocimiento humano ha sido codificado en dichas imágenes y metáforas, que moldean inconscientemente nuestro pensamiento y nuestro sentimiento. La Ilustración y la ciencia no han cambiado esto, y de hecho cada vez nos faltan más imágenes de vida para el futuro. No es de extrañar: las culturas antiguas tenían una visión ideal del mundo y una idea de cómo debería ser realmente. Nuestras historias modernas, en cambio, solo nos cuentan cómo no queremos vivir. La espeluznante fascinación de las películas distópicas vive del hecho de que nos estremecemos ante el futuro que se nos presenta. El único problema es que estamos trabajando a fondo para crear precisamente este estado, para hacer realidad la distopía.

DESPERTAR EN UNA DISTOPÍA: ¿O SERÁ EL MUNDO CADA VEZ MEJOR?

Las películas distópicas no parecen ajustarse a la realidad: si cree en las cifras, el mundo cada vez es mejor; las estadísticas pintan un panorama alentador. A nivel mundial, por ejemplo, la proporción de personas desnutridas se ha reducido a más de la mitad en las últimas cuatro décadas. El sociólogo Thomas Robert Malthus había predicho que el crecimiento de la población conduciría a una extinción masiva debida al hambre. Se equivocó. Desde la industrialización, las cosechas han mejorado y las hambrunas son más raras.

En cuanto a la prosperidad, medida por la renta per cápita, también aumenta en todo el mundo. Mientras que la miseria era la norma para todos los que no pertenecían a la clase alta antes del comienzo de la industrialización, a principios de los años ochenta cerca del 40 % de la población mundial seguía viviendo en la miseria. Hoy en día, esta proporción es solo del 10 %2.

¿Quiere más buenas noticias? Las muertes por catástrofes, accidentes aéreos y guerras están disminuyendo en todo el mundo, al igual que la mortalidad infantil, la contaminación por partículas y las armas nucleares. La alfabetización ha aumentado (del 10 % en 1800 al 86 % en la actualidad), el acceso al agua potable (del 58 % en 1980 al 88 % en la actualidad), la escolarización de las niñas, la supervivencia al cáncer infantil, la esperanza de vida3.

PERO NO MEJORAMOS; EL ALMA LLORA

A la vista de las cifras que acabamos de presentar, en realidad tendríamos todos los motivos para ser optimistas. Pero a menudo lo experimentamos de manera muy diferente. En una tarde de lunes normal en Instagram, mi bandeja de entrada está repleta de respuestas. «Cansado», «triste», «sin ganas». Vanesa tiene 32 años y escribe que se siente agotada y abrumada. Todas estas son respuestas a un post en el que pregunto a mis cerca de cincuenta mil seguidores cómo se sienten en este momento. Por supuesto, esto es solo una instantánea, pero no la única. Llevo años publicando conferencias en YouTube sobre una gran variedad de temas. De todos los vídeos subidos, uno fue, con diferencia, el más visto: lleva por título Wenn die Seele weint (Cuando el alma llora), y la han visto casi seiscientas mil personas, aunque es de 2013 y técnicamente no está muy bien grabada. La necesidad de respuestas a este tema es obviamente grande. ¿Realmente le va tan mal a tanta gente? Debe ser que sí, dado que ahora muchos jóvenes se preguntan si es éticamente responsable seguir trayendo niños al mundo. Gregg Easterbrook tiene una observación que denomina la «paradoja del progreso»: «En las naciones occidentales, hay diez veces más personas que sufren depresión u otros sentimientos negativos duraderos sin una causa específica que hace medio siglo. Los estadounidenses y los europeos tienen cada vez más de todo, excepto felicidad»4. Ni que decir tiene que esto no es cierto para todos los individuos, pero la tendencia es clara.

Desde 1997 se ha triplicado el número de días en que los empleados alemanes no han podido ir a trabajar a causa de la depresión y la ansiedad o los trastornos de estrés, según el informe psicológico del DAK para 20205. La situación no es mejor entre los jóvenes6. Según el Instituto Robert Koch, alrededor de un tercio de las niñas y una quinta parte de los niños sufren diversas dolencias psicosomáticas7. Pero no es solo el bienestar psicológico el que parece estar disminuyendo. La capacidad de empatía también está cada vez más deteriorada. Según un metaanálisis de los datos de setenta y dos estudios sobre los rasgos de personalidad de casi catorce mil estudiantes universitarios estadounidenses, su capacidad y disposición media para empatizar disminuyó un 40 % entre 1979 y 20098. Estas alarmantes cifras demuestran que hay algo fundamental que va mal. Solo estamos empezando a vislumbrar los efectos a largo plazo de la pandemia del coronavirus y de las experiencias de confinamiento altamente estresantes, que ciertamente han exacerbado todas estas tendencias que ya estaban en curso. ¿De qué le sirve a una persona tener cada vez más éxito o poder si en el proceso cada vez está más deprimida y se siente más sola? Y ese es obviamente el camino en el que nos encontramos como sociedad.

LA UTOPÍA PERDIDA

La mirada es penetrante. Hace una pausa y mira fijamente a su interlocutor, como si tuviera que darle tiempo para comprender lo que está diciendo en todas sus implicaciones. Si hay alguien que entiende algo sobre el futuro, es él: Elon Musk.

Musk es el jefe en Tesla. Es pionero en los campos de la movilidad eléctrica y la conducción automatizada; además, planea el primer vuelo a Marte. Suena utópico, pero también sonaba así a mediados de los noventa su idea de que se podía pagar electrónicamente y fundó PayPal. En 2018 lo tenemos sentado en el estudio con la estrella de YouTube Joe Rogan, con una camiseta negra que dice «Occupy Mars» y fumando un porro. No está colocado cuando explica sucintamente al principio de la conversación qué futuro espera. La fusión del hombre y la máquina dará lugar a inteligencias transhumanas que superarán a la humanidad. No es una cuestión de si va a ocurrir, sino de cuándo. Máquinas controladas por cerebros humanos y máquinas que pueden controlar cerebros humanos. El único problema es que las máquinas ganarán porque serán infinitamente más rápidas.

La propia empresa de Musk, Neuralink, es líder mundial en la investigación de tecnologías hombre-máquina. Durante diez años, advirtió a los políticos de los problemas que se avecinaban, y luego se rindió. Ahora está más o menos resignado al inevitable dominio de las máquinas9. Esta visión pesimista también la comparte Richard David Precht en su último libro Künstliche Intelligenz und der Sinn des Lebens (La inteligencia artificial y el sentido de la vida)10. Teme una era posthumanista hacia la que nos dirigimos, aunque nadie la desee11. Sin embargo, la pregunta que se hace Precht es: ¿qué sentido tiene la vida si los robots y la tecnología se vuelven más eficientes que nosotros? Y, en contra de lo que promete el título, el libro se vuelve entonces algo vago. La vida humana en sí misma es el sentido. Elon Musk suena aún más desvaído; él tampoco encuentra una respuesta real al problema: queda por ver si las máquinas que dominarán el mundo en el futuro encontrarán algo en la humanidad que les dé una buena razón para mantener con vida a esta humanidad que ha sido superada por la tecnología.

Algo así como nosotros, que dejamos vivir a los chimpancés, aunque seamos superiores a ellos. ¿Así están las cosas? ¿Es eso lo que los seres humanos pensamos de nosotros mismos?

ALGO MÁS QUE ESCEPTICISMO SOBRE EL PROGRESO

La tecnología y el capitalismo son los causantes de todo este lío. Al menos si se cree a Richard David Precht y a muchos otros críticos de la modernidad12. El movimiento del decrecimiento, por ejemplo, es especialmente popular entre los jóvenes: la solución no es el crecimiento económico, sino su limitación. Pero el impulso humano de progreso es tan antiguo como la propia humanidad. Y la industrialización, la tecnología y la economía de libre mercado han contribuido a que estemos materialmente mejor que nunca. Por lo tanto, no hay que demonizarlas.

Así pues, la cuestión no es si el progreso tiene forma, sino qué forma tiene; en qué condiciones el progreso sigue siendo humano. Me preocupa averiguar cómo podemos contemplar las posibilidades técnicas presentes y futuras sin ingenuidad ni escepticismo y, al mismo tiempo, no perder de vista la cuestión de qué tipo de progreso estamos persiguiendo. Es cierto que la razón humana siempre aporta nuevos invenciones, pero al mismo tiempo la razón también significa poder decir no. Darse cuenta de que la dirección elegida es errónea también es una forma de progreso13.

En los últimos años, el concepto de resonancia ha dado mucho que hablar. El sociólogo alemán Hartmut Rosa utiliza este término para describir una relación general entre las personas y el mundo. En la era moderna todo es cada vez más rápido y también se puede experimentar más. Sin embargo, lo que experimentamos nos afecta cada vez menos14. Cualquiera que escuche hablar a Rosa percibe que su investigación está impulsada por el anhelo de un modelo de vida diferente. Durante una velada que pasamos juntos en un restaurante, casi me olvidé de la comida, tan comprometida estaba la conversación en torno a la pregunta crucial: ¿de qué forma alternativa queremos vivir? Rosa cree que «individual y culturalmente, ya no tenemos ninguna forma de vida exitosa ante nuestros ojos»15. Por eso apenas somos capaces de imaginar una forma de vida diferente y apenas esbozamos cómo no queremos vivir.

Por supuesto, siempre es más fácil decir contra qué estamos. Pero ¿a favor de qué estamos?

Excuso decir que no pudimos aclarar esto de forma concluyente durante la cena. No obstante, el concepto de resonancia de Rosa me ha acompañado desde entonces. Vivir en resonancia con el mundo y con otras personas, ser tocado y seguir siendo tocable: en verdad eso suena mucho mejor que el mundo frío y técnico que Dark imagina y Elon Musk directamente nos plantea.

En Psicología Positiva existe el término flourishing («realización»). Mientras que muchas escuelas clásicas de psicología se han centrado en curar el sufrimiento mental, la Psicología Positiva examina lo que una persona necesita para prosperar de forma holística. Y, por descontado, no todas las nuevas invenciones entran en eso que llamamos realización.

Fueron los pioneros de la Escuela de Frankfurt quienes, tras el infierno de la Segunda Guerra Mundial, acuñaron la expresión «dialéctica de la Ilustración». Afrontaron la Ilustración como algo que puede promover el bien y el mal. El progreso técnico del hombre puede producir cosas inhumanas. La alternativa, sin embargo, no es la regresión, sino la reflexión sobre lo que constituye el ser humano. «No se trata de conservar el pasado, sino de redimir la esperanza pasada», dice el prefacio de la Dialéctica, escrito en el año 194416. La esperanza impulsa la historia y es precisamente esta llama de la esperanza la que debe mantenerse viva.

ECOLOGÍA HUMANA

Un jersey azul. La mirada es fija, la voz temblorosa. Algunos la honran, otros la odian. Casi nadie permanece neutral cuando Greta Thunberg habla. Sus palabras tienen el peso de un destino inalterable. Ningún movimiento de las últimas décadas puede igualar al movimiento ecológico en términos de impacto y alcance17. Nos ha hecho pensar de forma completamente diferente sobre el planeta.

Los Fridays for future (Viernes por el futuro) atrajeron a millones de personas, en su mayoría jóvenes, a las calles; el cambio climático es visto como una gran amenaza por una abrumadora mayoría. Sin embargo, aunque el título contenga un «para», el movimiento ecológico se define principalmente como un movimiento contra algo: contra el cambio climático y la destrucción ecológica. Es obvio que no queremos extinguirnos. ¿O sí?

Aunque todo el mundo está de acuerdo en que merece la pena proteger a las especies animales en peligro, no está tan claro cuando se trata de los seres humanos. Al fin y al cabo, los humanos son el problema del planeta. Suena radical, y lo es. En su libro Kinderfrei statt kinderlos. Ein Manifiest (Libre de niños, en vez de sin niños. Un manifiesto), tener niños es lo peor que se le puede hacer al planeta; en el libro se pide premiar a las personas sin hijos. El movimiento Birth Strike (Huelga de nacimientos) de la cantante británica Blythe Pepino, que llama a no reproducirse hasta salvar el clima, también ha encontrado eco en Estados Unidos. Y como voz probablemente más destacada, el príncipe Harry anunció que él y su esposa Meghan querían limitarse a dos hijos por el bien del medio ambiente18. Hablan literalmente de «limitarse a sí mismos», por lo que consideran que tener hijos es algo potencialmente peligroso, igual que no se debe conducir demasiado o comer demasiada carne.

El punto ciego de algunas partes del movimiento ecologista es, sobre todo, el ser humano. ¿Por qué muchos quieren proteger el planeta cuando ni siquiera están seguros de que la vida humana merezca ser transmitida? Necesitamos una nueva ecología del ser humano. De lo contrario, el mundo del mañana será como el movimiento radical Extinction Rebellion anuncia de forma típicamente distópica en su página de inicio: «HOLA, TU FUTURO PARECE UNA MIERDA»19.

ESPERANZA

No creo que tu futuro, mi futuro y nuestro futuro sean una mierda. Por eso este es un libro de esperanza, la esperanza ardiente y tenaz que no cree que pueda haber otra vida. ¿Quiere llamarme soñador? Y a mucha honra. Me parece que hay muy pocos sueños y muy poca visión actualmente. Sobra pragmatismo. Nos estamos resignando a un mundo en el que ya ni siquiera estamos seguros de poder justificar la presencia de niños. Yo tengo cuatro hijos. Cuando mi hija Anna tenía diez años, paseábamos por un callejón del hermoso casco antiguo de Augsburgo. Mientras miraba las casas históricas, de repente me hizo una pregunta que se me ha quedado grabada desde entonces: «Papá, ¿por qué todas las casas antiguas son tan bonitas y las modernas son solo bloques de hormigón blanco?». Con esta pregunta en mente, empecé a ver la ciudad de forma diferente. Por supuesto, la fachada del ayuntamiento renacentista es más atractiva que la de los cercanos bloques de apartamentos de los años setenta, las antiguas casas de artesanos con sus altos frontones y vigas talladas son más acogedoras que la sucursal bancaria de enfrente. No sé por qué es así, por qué la primera parece más amable y hermosa. Pero hay una chispa de sabiduría en la pregunta de mi hija, porque lleva a otra aún más importante: ¿qué tipo de futuro queremos construir? ¿Y cómo podemos decir que es mejor que lo que encontramos hoy? Sería letal que no pudiésemos hacernos esta pregunta.

Este libro se inspira en la convicción de que hay un buen futuro para la humanidad, y que los seres humanos son algo que las máquinas nunca serán. Esta humanidad es por la que tenemos que luchar. Esta humanidad necesita visiones y un modelo claro, incluso con más urgencia que el crecimiento económico o la protección de la naturaleza. Porque hay recursos humanos cuya destrucción es al menos tan peligrosa como el cambio climático. No se puede negar, eso sería ignorante y fatal. Si, según el estudio internacional European Perceptions of Climate Change (EPCC, 2016), el 16 % de los encuestados en Alemania duda del cambio climático, eso es preocupante. Pero, al mismo tiempo, también es evidente que un enfoque sostenible del agua y el aire no nos salvará por sí solo si las cosas que nos hacen ser humanos se extinguen. Incluso en un mundo neutro en CO2 , el corazón humano puede asfixiarse.

Pero no tenemos que vivir así. No queremos vivir así. Necesitamos una nueva ecología que vaya más allá de la ecología del ser humano: una ecología del corazón. La encontramos en los mitos e imágenes que nos recuerdan lo que significa ser humano. El secreto de una vida exitosa es algo muy simple, algo que literalmente comienza en nuestra puerta.

EL ANHELO DEL EDÉN

LA MADRE NATURALEZA

Uno de los libros de no ficción más exitosos de los últimos años es La vida secreta de los árboles, del «silvicultor más popular de Alemania» según Die Zeit, Peter Wohlleben20. Cómo cooperan los árboles entre sí, la biodiversidad en la que prosperan, todo ello forma parte de la obra de Wohlleben, para quien son una imagen para el éxito de la vida humana. Mi mujer y yo vimos la película y nos sentimos más relajados de inmediato.

«La felicidad se puede plantar», afirma Kathrin Schumann en su libro sobre el propio jardín como clave de la felicidad en la vida. «Como jardinera o jardinero, sabes más que nadie lo buena que es la vida para nosotros», escribe, explicando que nada es gratuito ni superfluo, sino que todo tiene un sentido21. Las revistas Landlust y Landidee figuran entre las más vendidas en Alemania; la clientela más joven e internacional se decanta por la revista Kinfolk, de gran atractivo estético.

¿Cuál es el atractivo de estas publicaciones? Todas ellas pintan un cuadro de una vida rica y armoniosa. Con la «Madre Naturaleza» todo sigue razonablemente en orden. Solo que nosotros, los seres humanos, no encajamos del todo en el cuadro. Sin embargo, en contacto con la naturaleza parece posible una vida diferente, más armoniosa. El hecho de que los habitantes modernos de las ciudades se sientan atraídos por el campo y su idílica estampa subraya la tesis de que el motivo de la añoranza actúa como antídoto contra la sociedad de la que nos vemos cada vez más rodeados. Y a veces todo esto no se queda en meras fantasías.

LA «NUEVA TRADICIÓN»

Era un día soleado en Varsovia y, por culpa del coronavirus, se había cancelado el acto en el que debía intervenir. Por casualidad, había caído en mis manos un libro que hojeé en mis horas libres en el hotel. De repente me encontré rodeado de ejemplos de cómo el anhelo de una vida diferente impulsa a dar pasos en una dirección muy concreta. El libro, recientemente publicado, muestra una fascinante variedad de personas que están innovando y reviviendo las tradiciones locales.

Por ejemplo, Malena y su hermano Virgilio Martínez desentierran tubérculos que se pueden comer. Llevan años estudiando diferentes ecosistemas de Perú y descubriendo alimentos antiguos y nuevos que preparan respetando la naturaleza. La lista de San Pellegrino clasifica actualmente su restaurante Central como el sexto mejor del mundo. ¿Su secreto? Creen que hay un cambio cultural hacia la agricultura simbiótica22. Fue leerlo y desear con todas mis fuerzas estar en Perú. Pero estaba en Varsovia, pasando las páginas con curiosidad, y me encontré con fotos que me resultaban familiares de mis viajes a Islandia. Un joven empresario redescubrió allí los métodos tradicionales de extracción de sal de la época de sus antepasados. Seguí leyendo y encontré coloridas imágenes de una costa escarpada. En la isla de Fogo, al este de Canadá, jóvenes diseñadores y artistas trabajan con los pescadores de toda la vida para renovar la economía local. Su empeño tenía un aspecto envidiable. La comida ligera, el diseño integrado en el paisaje, el enfoque innovador de estos señalados pioneros: nada de eso es retrógrado ni antiprogreso; no son más que técnicas antiguas combinadas con otras modernas. En una época en la que todo se ha vuelto factible y manipulable, los jóvenes están descubriendo el respeto por lo que ya existe. Me quedé de piedra.

Poco después estaba de vuelta en Alemania y hablando por teléfono con Carsten Waldeck. Cuando Carsten habla, uno empieza de inmediato a soñar. Su entusiasmo es contagioso cuando describe cómo se ha propuesto crear un futuro sostenible en el campo en Homberg (Nordhessen) con otros jóvenes emprendedores. La conexión con la naturaleza es tan importante como las raíces cristianas de HOMEberger. También ha fundado SHIFT, una start-up que ya ha ganado premios internacionales de innovación y tecnología con su teléfono completamente modular y de construcción sostenible, un smartphone que se desarrolla en zonas rurales, se fabrica en condiciones justas y no contamina: esto también forma parte de la «nueva tradición». Después de la llamada telefónica con Carsten Waldeck, me siento tan vigorizado como después de darme una ducha. Al reflexionar, surge un patrón. En todos los ejemplos de la vida alternativa propios de la «nueva tradición» se repiten tres elementos: los vínculos (con la tradición, la gente y la naturaleza), la orientación hacia el sentido y la estética.

Hay un gran anhelo en nuestra sociedad, eso es evidente en muchos lugares. No es de extrañar, porque el anhelo casi siempre apunta a algo profundamente importante que define nuestra humanidad.

UN VIAJE A LOS ORÍGENES

DE DÓNDE VENIMOS

¿Cómo es su paraíso personal? Para mí, es el clásico idilio de postal de una playa de arena blanca, palmeras y mar azul. Según un estudio internacional, en esto soy poco típico. No importa si vive en la gran ciudad, en las estepas heladas o en las montañas: estadísticamente, a la gente le gusta más los paisajes de hierba con una árboles bajos y dispersos, con arroyos o ríos y caminos. ¿De dónde viene esta preferencia estética? Podría tener que ver con nuestro origen, la sabana23. Desde el punto de vista genético, hay pruebas de una descendencia común de todos los humanos a partir de un pequeño grupo de ancestros en África hace unos doscientos mil años24. Allí vivían como cazadores-recolectores, en la sabana; los abrevaderos, los árboles y las praderas conformaban el hábitat óptimo.

Más tarde llegó el desarrollo de la agricultura. El cultivo de ciertas plantas y la eliminación de otras se convirtió en algo decisivo. Esta profunda experiencia es una de las explicaciones de por qué amamos tanto los jardines y los parques, y por qué los hemos cuidado durante tanto tiempo.

Así, el templo funerario de la reina egipcia Hatshepsut en Deir el-Bahari, cerca de Luxor, se construyó en el 1470 a. C. Cuando lo visitamos por primera vez en familia, acabábamos de pasar varias horas en un autobús que transitó una carretera de montaña llena de baches; mi hijo pequeño no paró de vomitar. Sin embargo, los magníficos terrenos nos impresionaron de inmediato. Aunque linda directamente con el desierto, originalmente estaba adornado por un amplio y magnífico jardín de Myroxylon y fuentes. Una obra maestra de la arquitectura.

También encontramos complejos tan impresionantes en otras partes del mundo antiguo. Los jardines colgantes de Semiramis en Babilonia, por ejemplo, ya eran considerados una maravilla del mundo en la antigüedad y fueron descritos por numerosos viajeros. Los jardines ornamentales chinos, a los que sigue la rica tradición de los jardines zen japoneses, tienen probablemente una historia igual de larga.

Pero ¿qué hay detrás de estas plantas que requieren mucho esfuerzo, paciencia y atención al detalle? El jardín no es un lugar al azar, está cultivado por el hombre. El amor por el jardín combina la memoria de la historia humana de los orígenes en la sabana con la experiencia profundamente formativa del asentamiento.

El relato más conocido del mundo sobre la prehistoria del hombre es la historia de Adán y Eva del Antiguo Testamento, en el segundo capítulo del Libro del Génesis. Dios crea al hombre a su imagen y semejanza y lo coloca en un jardín del Edén. En este jardín crecen muchos árboles que son hermosos y dan frutos comestibles. Un río nace en el Edén y fluye en diferentes direcciones. Entre los lugares a los que llegan sus aguas se nombran aquellos donde hay oro, piedras preciosas y fragante incienso. El hombre recibe de Dios la tarea de cultivar y conservar el jardín. También se le permite dar nombres a todos los animales. Dios le ayuda a combatir su soledad creando un segundo ser humano: Eva surge de una costilla de Adán. Los dos son «carne de una sola carne», por lo que viven en estrecha unión y armonía. A pesar de su desnudez, no se avergüenzan de ellos mismos ni ante Dios. La relación con Dios también parece relajada: Dios y el hombre hablan con confianza entre sí, no hay rastro de coacción religiosa.

Todo el jardín está lleno de deliciosas frutas y magníficos árboles. Solo uno de ellos se le oculta al hombre: no se atreverá a comer del árbol del conocimiento del bien y del mal.

La belleza de la historia del Edén es que dice algo fundamental sobre el ser humano, independientemente de si se cree en Dios o se piensa que la Biblia es un libro de cuentos. El biólogo evolucionista Carel van Schaik y el historiador Kai Michel leen la Biblia desde un punto de vista evolucionista. Ni el uno ni el otro son religiosos, y llegan a conclusiones sorprendentes. Al leer la Biblia no como «Palabra de Dios», sino equipada con los últimos descubrimientos de la ciencia evolutiva, descubren algo muy diferente en la Biblia: algo así como el «diario de la humanidad»25. Sus afirmaciones sobre la historia de la humanidad no han recibido en absoluto la atención que realmente merecen. El Edén, por ejemplo, habla del antiguo lugar de anhelo de la comunidad humana antes de establecerse. Codificada en imágenes e historias, expresa lo que realmente nos hace humanos. La lectura antropológica de la Biblia también nos dice lo que es bueno para nuestra primera naturaleza: la comunidad, las experiencias compartidas, la igualdad de derechos y, por supuesto, las historias, e incluso mejores de entre ellas. Es decir, habla de todo aquello que puede devolvernos un trozo del paraíso perdido.

Nuestro viejo jardín me recuerda a mi infancia. ¿Cuáles son los componentes básicos de la vida humana que nos recuerdan los viejos cuentos del jardín? ¿Y cómo se relacionan con la prehistoria real de la humanidad?26

LA NATURALEZA HUMANA (O: LO QUE NOS HACE FUNCIONAR)

La poeta expresionista alemana Else Lasker-Schüler describió al hombre como «un ser extraño con los pies en el barro y la cabeza en las estrellas». El hombre es un ser diurno, la «sombra de un sueño», escribió el primitivo poeta griego Píndaro (522-446 a. C.), y sin embargo su naturaleza es querer ser como los propios dioses27. La tensión entre las predisposiciones biológicas de los seres humanos y sus características, claramente diferentes de las de otros primates, ha impregnado su estudio filosófico desde los inicios. Uno de los fundadores de la antropología filosófica moderna, Arnold Gehlen, califica al hombre de «problema biológico especial»28.

¿Por qué? Mientras que un cerdo o un caballo duplican su peso al nacer en pocas semanas, los humanos necesitan medio año para hacerlo. Llegan a la madurez sexual en la adolescencia; al cerdo doméstico le bastan seis meses. Sin embargo, este crecimiento lento permite el desarrollo de importantes habilidades sociales, especialmente el lenguaje. Aunque los animales también pueden aprender signos fonéticos, solo los humanos pueden inferir los motivos de otras personas29. Esta capacidad es fundamental para nuestro comportamiento social30.

Los humanos son seres conectados de una manera que los animales no lo están. Lo que constituye un ser es una cuestión diferente de cómo llegó a ser lo que es31. Y señalando solamente cómo se desarrolló no se responde aún a la pregunta decisiva: qué es el hombre32. Partiendo, por supuesto, de que es fundamentalmente diferente del animal.

No es casualidad que solo los seres humanos creen lugares de enterramiento y proporcionen a sus muertos el ajuar funerario ritual. Los hallazgos más antiguos entre los enterramientos decorados apuntan a una época anterior al 100 000 a. C.33 Solo los seres humanos se interesan por la muerte, solo los seres humanos son religiosos. Y solo los seres humanos pintan cuevas o cuerpos y se engalanan con collares de conchas. Las hachas de mano son las herramientas más antiguas conocidas por el hombre; su uso comenzó hace más de un millón de años. Es interesante que muchos de los ejemplares encontrados sean simétricos. Esto no tiene sentido desde el punto de vista funcional: un tigre de dientes de sable podría matarse fácilmente con un hacha de mano asimétrica. El filósofo Dennis Dutton opina que los habitantes de la Edad de Piedra simplemente habrían encontrado más bonitas las hachas de mano simétricas34. Esto encaja con el hecho de que la gente ya extraía pigmentos a gran escala en África hace 100 000 años porque los necesitaban para pintar35. Nuestro desarrollo genético y cultural demuestra que los seres humanos difieren del resto de seres del mundo animal, incluso del resto de la naturaleza. Está en nuestra naturaleza un comportamiento social complejo, la religiosidad, la creatividad. Esta idea es fundamental y, a la vista de la historia intelectual, no necesariamente evidente.

NO ES SOLAMENTE UN ANIMAL

Aristóteles podía hablar todavía en su tiempo sin tapujos de una naturaleza humana. Para él, la cuestión de la naturaleza, la physis de una cosa o de un ser vivo, es central. Que una bellota se convierta en un roble está en su naturaleza. Para Aristóteles, está en la naturaleza del hombre convertirse en un ser racional que, a diferencia de los animales, tiene espíritu (nous) y responsabilidad moral. Hoy, las cosas son un poco más complicadas.

¿Cómo se ha podido llegar a esto? Cuando Charles Darwin, en su innovadora obra El origen del hombre (1871), explicó la descendencia del hombre según los principios que ya había explicado antes en plantas y animales, provocó una revolución antropológica. ¿Los humanos se diferencian de los animales solo en grado, pero no categóricamente? ¿Y qué consecuencias tenía esto? Se discute la influencia directa de Darwin en la doctrina nacionalsocialista sobre la raza36, pero lo cierto es que la idea del hombre como animal encajaba perfectamente en la ideología del fascismo. A ello se sumó la filosofía de Friedrich Nietzsche, que pronto se hizo muy popular, tomando el relevo de Darwin en la idea de la lucha como motor del desarrollo superior. El hombre es un animal y el débil es un estorbo37. Según Nietzsche, la moral y la religión son lo que frena al hombre, la voluntad de poder es el verdadero motor de avance38. En el pensamiento de la ideología racial nazi, el hombre es un depredador y el exterminio de las «razas inferiores» es una necesidad biológica.

La segunda gran ideología de principios del siglo XX también fue moldeada por la concepción darwiniana del hombre. En mayo de 1905, un joven ruso visitó Londres con otros compañeros de armas. Discutieron el futuro político del mundo. Vladimir Ilich Ulianov sería más tarde conocido por su nombre revolucionario: Lenin. El programa también incluía una visita al famoso Museo de Historia Natural, que aún alberga muchos hallazgos originales de los viajes de exploración de Darwin en el HMS Beagle. Los esqueletos de los dinosaurios, extinguidos hace tiempo, ilustraban perfectamente el tema de conversación de los jóvenes comunistas. Al igual que las nuevas formas de vida se impusieron a las más antiguas, un nuevo orden social también se impondría a las clases dominantes. Además del museo, había otro lugar importante que visitar en Londres: la tumba del autor del Manifiesto del Partido Comunista, Karl Marx. En su funeral, su compañero de armas Friedrich Engels había dicho ante la tumba abierta que, al igual que Darwin había descubierto la ley de la evolución en relación con la materia, Marx había descubierto la ley de la evolución en relación con la historia humana39. Ya sea la materia o la sociedad humana: leyes puramente naturales. No queda mucho del ser humano y de la humanidad.

DIFERENCIAS Y PARALELISMOS

Lo que llama la atención de los intentos de ver la naturaleza humana o el conjunto de la historia desde el punto de vista de la evolución es su tendencia al reduccionismo. Ni los antiguos filósofos discutían que el hombre es un ser vivo entre otros. El segundo relato de la creación en la Torá va más allá: Dios hace al hombre de la tierra, es materia junto a la materia; el nombre Adán viene de la palabra hebrea para tierra, y el latín homo tiene su origen en humus. Sin embargo, de ahí no se deduce todavía que el ser humano se agote en ser un ser vivo. La convicción de que no hay más que materia y energía, y que el hombre es solo un animal, proviene más bien del reduccionismo, que considera que un objeto complejo no es «más que» lo que encaja en la categoría prevista. Así, el enamoramiento también es un conjunto de reacciones hormonales. Pero quien diga que estar enamorado no es más que un asunto de hormonas ha entendido poco del amor. La Quinta Sinfonía de Beethoven también es un fenómeno acústico. Pero quien piense que no es más que ruido no sabe de lo que habla.

Nadie discute los grandes paralelismos entre los seres humanos y los animales. Pero aún más importantes son las diferencias. El ensayista británico G. K. Chesterton lo expresó en estos términos y en su característico tono en Ortodoxia:

Que los seres humanos y los animales se parezcan es en realidad una obviedad; pero que criaturas tan parecidas sean tan demencialmente distintas, eso nos choca y desconcierta. El hecho de que un mono tenga manos es mucho menos interesante que observar que no hace prácticamente nada con las manos; no juega a las cartas ni al violín; no talla ni mármol ni cocina cordero. Hoy en día, a la gente le gusta decir que la arquitectura es bárbara y la pintura es inferior a la de antes. Pero los elefantes ni siquiera construyen enormes templos de marfil de estilo rococó; los camellos ni siquiera pintan malos cuadros, aunque están dotados del material necesario para crear muchos pinceles de pelo de camello. Los soñadores modernos afirman que las hormigas y las abejas tienen sociedades superiores a las nuestras. De hecho, poseen una civilización; pero por mucho que esto sea cierto, solo borra el hecho de que su civilización es inferior. ¿Quién ha visto alguna vez un hormiguero adornado con estatuas de hormigas famosas?40.

Cuando hablamos de la naturaleza humana, debemos rechazar la reducción a lo biológico. El ser humano no es solo un animal y la vida no es solo materia. El cerebro no es un ordenador, porque la conciencia del yo es algo que desafía cualquier descripción materialista. No somos meras máquinas de supervivencia, robots programados ciegamente por genes egoístas para propagar genes, como escribió en su día el biólogo evolucionista ateo Richard Dawkins41. No, más bien podemos afirmar con el filósofo estadounidense Thomas Nagel en La mente y el cosmos: «El materialismo es incompleto incluso como teoría del mundo físico, ya que el mundo físico cuenta con organismos conscientes entre sus habitantes más sorprendentes»42.

TRES SECRETOS

Si no somos solo materia o energía, si no podemos reducirnos a lo biológico, ¿qué constituye nuestra naturaleza humana? Según el recientemente fallecido Sir Roger Scruton, es sorprendente que solo los humanos se rían de los chistes. La risa, al igual que el llanto, tiene un aspecto social, según el filósofo británico en su libro Sobre la naturaleza humana. Solo los seres que también pueden sacar conclusiones racionales son capaces de entender un chiste43. ¿Es una coincidencia que el androide teniente comandante Data en la nave estelar Enterprise nunca entienda por qué los demás se parten de risa? También hay que interpretar correctamente el significado de un chiste. Y por último, uno puede simplemente disfrutar de una broma, encontrarla atractiva. En la risa encontramos la clave de las tres dimensiones cruciales de la naturaleza humana, los tres misterios: vínculos, sentido y belleza. Corresponden a lo que hemos abordado antes: comportamiento social, religiosidad y creatividad.

El conocimiento profundo de lo que constituye la vida humana se encuentra no solo en la risa o en la historia cultural descrita anteriormente, sino también en forma codificada en las antiguas historias del jardín. Nuestra añoranza del Edén dice más que el recuerdo inconsciente de la sabana africana. Los jardines nos fascinan tanto porque en ellos brilla algo que cada vez perdemos más de vista en la vida humana en general: el ritmo de las estaciones; que algunas cosas no funcionan de inmediato, que todo tiene su tiempo; que incluso los animales y las plantas menos bellos tienen su razón de ser porque son importantes para otros organismos; que no podemos hacer ni controlar todo, pero que seguimos siendo responsables. Los jardines no se reducen a su finalidad: aunque se puede cultivar algo allí, son algo muy diferente a una fábrica o un campo. Inspiran alegría, y a través de esa alegría se convierten en un lugar de encuentro para las personas.

El arquitecto paisajista Dieter Kienast lo expresa así: «El jardín es el último lujo de nuestros días, porque exige lo que se ha convertido en lo más preciado de nuestra sociedad: tiempo, atención y espacio»44. Los vínculos, el sentido y la belleza son los nutrientes que mantienen vital el jardín de lo humano. Se pierden fácilmente de vista; se invisibilizan con la inercia. De hecho, los estamos arrumbando a gran velocidad. En las tres partes siguientes trataré de demostrarlo, y también aportar posibles soluciones. En primer lugar, destacaré la importancia de cada uno de estos secretos para la vida humana utilizando ejemplos concretos y los resultados de investigaciones relevantes de la psicología y la filosofía. A continuación, mostraré en qué aspecto el secreto en cuestión está actualmente amenazado y cómo hemos llegado a ello. Por último, hablaré de pasos muy concretos que cada uno de nosotros puede dar para que juntos podamos construir un futuro que realmente nos parezca deseable.

Los modernos tenemos relativamente claro contra qué estamos. No queremos la destrucción del medio ambiente, el racismo o el terrorismo. Pero ¿a favor de qué estamos? ¿Qué «principio de esperanza» (Ernst Bloch45) podría proporcionar verdaderos impulsos de renovación en la sociedad actual? Tenemos que preguntarnos cómo la vida humana podría empezar a parecerse de nuevo al Edén.

Sobre eso hablaré en lo que sigue.

PRIMER SECRETOVÍNCULOS

SUS PRONÓSTICOS SOBRE el futuro son leídos por millones de personas. En sus exitosos libros Homo Deus y 21 lecciones para el siglo xxi, el profesor de historia israelí Yuval Noah Harari no pinta un panorama demasiado optimista del futuro. Él también asume que las inteligencias artificiales y los algoritmos pronto darán forma a nuestras vidas hasta un punto casi inimaginable. La posesión de datos será el factor de poder decisivo en el futuro. Con ellos se podrán predecir los pensamientos y sentimientos de una persona; hasta cierto punto, ya se puede. Por eso no es de extrañar que Zalando te sugiera exactamente los zapatos que te gustan (y que sepa que realmente estás buscando nuevos zapatos): Zalando lo aprende de sus datos utilizando algoritmos que cada vez son mejores.

Con el conocimiento de estos datos, también crece el peligro de manipulación. Es interesante lo que Harari responde a la pregunta de qué habilidades seguirán contando en un futuro así, sobre todo porque los robots serán mejores en la mayoría de los trabajos: la salud mental y la inteligencia emocional serán más demandadas que nunca46. Porque son precisamente estas las que hacen que una persona sea capaz de resistirse a la manipulación y no renunciar a su propio pensamiento y sentimiento. La capacidad de captar una situación emocionalmente y de percibir y expresar los propios sentimientos y pensamientos: he aquí los que serán factores decisivos para el éxito en el futuro. También se podría decir que es precisamente ahí donde radica nuestra ventaja sobre los ordenadores. Cualquiera que esté interesado en el futuro de la humanidad no puede evitar este tema. Pero ¿en qué consiste esta estabilidad interior y de dónde procede?

ETTY Y LA GRAN FELICIDAD

ALGUNOS DE SUS CONOCIDOS ya han sido detenidos. En la Ámsterdam ocupada por los nazis en el verano de 1941, se oyen cosas terribles sobre transportes en vagones de ganado y campos de exterminio a lo lejos, en el este. Etty Hillesum no se hace ilusiones, sabe que la aniquilación y el sufrimiento pueden estar a un día de distancia. Pero en la tarde del 23 de agosto se sienta en un tren lento, deja vagar su mirada por la ventanilla sobre el paisaje veraniego y encuentra que todo está bien, la vida y la gente. La estudiante judía tiene veintisiete años y escribirá las siguientes frases en su diario en la penumbra de su dormitorio esa noche: «Estaba sola y, sin embargo, me sentía como si estuviera formada por dos personas que se acurrucaban íntimamente y se daban calor mutuo. Un contacto muy estrecho conmigo mismo y, por tanto, un gran calor en mi interior». Antes, mientras caminaba felizmente por una avenida, se había dado cuenta de esto: «Estoy sola conmigo misma en buena compañía y me llevo muy bien conmigo»47.

La paz interior, esa felicidad íntima de la que habla Etty, no había estado siempre en su vida. Como hija muy dotada de un entorno judío secular de clase media con estudios, pronto decide seguir su propio camino. El modo de vida de su familia no la llena; bajo la superficie de una filosofía de vida resignada, Etty percibe un caos sin sentido. Sus padres la apoyan en todo y le dan mucha libertad de movimiento, también y sobre todo para las aventuras eróticas. Pero no podían dar apoyo a sus hijos porque, según Etty, ellos mismos no habían encontrado ninguno. Así que la joven estudiante se embarca en una intensa búsqueda. Las tórridas aventuras y los amores siempre nuevos la dejan decepcionada. La fuente no puede encontrarse en otra persona. El encuentro con el psicoanalista Julius Spier, alumno de Carl Gustav Jung, se convierte en un punto de inflexión. La psicología que propugna, fuertemente orientada al cuerpo, fascina a Etty. El mucho mayor Julius se convierte en su terapeuta, su mentor y su amante. A través de la preocupación por su propia alma, de una profunda búsqueda de sentido y de una honestidad descarnada consigo misma, Etty se da cuenta de que no todo puede resolverse solo con la mente. Algo nuevo y amplio se abre ante ella de forma impremeditada.

Es así como avanza hacia su propia verdad: que la vida merece la pena ser vivida; que Dios existe y que ella puede estar profundamente vinculada a Él, como si fuese un caudaloso pozo en lo más profundo de su ser.

Etty se da cuenta de que ha estado viviendo sin conexión alguna consigo misma todos estos años. Ha devorado un libro tras otro, pero su interior se ha secado en el proceso. Cree que a muchas personas les pasa lo mismo: «Nadie nos roba más que nosotros mismos. La vida me parece hermosa y me siento libre. El cielo es tan amplio en mí como lo es sobre mí. Creo en Dios y creo en las personas, me atrevo a decirlo sin vergüenza. La vida es difícil, pero eso no es malo. Hay que empezar a tomarse en serio a uno mismo, y el resto vendrá por sí solo»48. Así escribía en junio de 1942. ¿Y en qué consiste ese resto que viene por sí solo? En Etty crece un conocimiento cada vez más profundo de su conexión con otras personas. Empieza a conmoverse profundamente por el sufrimiento de los demás y a sentir una simpatía espontánea por los desconocidos: «A veces me asalta una visión de los campos de batalla, que veo de un color verde venenoso; estoy con los hambrientos, los maltratados y los moribundos, todos los días estoy allí, pero también estoy aquí, con el jazmín y el trozo de cielo que hay más allá de mi ventana»49. Esto es algo más que sentimentalismo. Cuando aumentan las deportaciones, se ofrece como voluntaria para servir en los barracones para enfermos del campo de tránsito de Westerbork. Se niega rotundamente a pasar a la clandestinidad que le ofrece su círculo de amigos, alegando que quiere «compartir el destino de su pueblo». Incluso en el campo, su condición interior no cambia. Durante una conversación nocturna en el brezal que rodea el campamento, le confiesa a una amiga que no tiene nostalgia porque está en casa. Hay una felicidad en su interior que nadie puede robarle. «Bajo el cielo uno está en casa. En cada lugar de la tierra estás en casa si llevas todo contigo»50.

En otoño de 1943, Etty Hillesum fue deportada a Auschwitz, y allí fue asesinada. Viajando en el tren de mercancías irradiaba entre los condenados la alegría por la que era conocida. Compartió el destino con Ana Frank y Edith Stein, que también fueron deportadas desde Westerbork. El diario de Etty sigue siendo un testimonio de su extraordinario viaje interior. Aunque solo vivió veintinueve años y sufrió un destino cruel, pudo degustar una vida rica y plena. ¿Cuál es el secreto para conseguir eso?