Meditación para principiantes - Jack Kornfield - E-Book

Meditación para principiantes E-Book

Jack Kornfield

0,0

Beschreibung

¿Has pensado alguna vez en meditar pero no has sabido muy bien cómo hacerlo? Con Meditación para principiantes, el célebre maestro Jack Kornfield te mostrará lo sencillo que es comenzar y perseverar en una práctica cotidiana. La meditación vipassana es un método de larga tradición que nos posibilita sosegar el espíritu y aclarar la mente para lograr una comprensión más profunda. En este curso completo, concebido para principiantes, el maestro Kornfield nos proporciona un método gradual y directo para integrar la meditación en nuestra vida cotidiana. Las seis meditaciones guiadas que se incluyen te permitirán descubrir lo fácil que es utilizar la respiración, las sensaciones físicas y hasta las emociones más complejas para llenar de serenidad y amor tu vida cotidiana. Estas prácticas simples y elegantes son tan sencillas que no tardarás en empezar a disfrutar de los beneficios de la meditación y podrás notar que has colocado los fundamentos de una vida de descubrimiento interior.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 93

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Título original: MEDITATION FOR BEGINNERS, by Jack Kornfield

© Jack Kornfield

© de la edición en castellano:

2012 by Editorial Kairós, S.A.

Numancia 117-121, 08029 Barcelona, España

www.editorialkairos.com

© de la traducción del inglés: David González Raga y Fernando Mora

Composición: Pablo Barrio

Diseño cubierta: Katrien van Steen

Primera edición: Marzo 2012

Primera edición digital: Octubre 2012

ISBN papel: 978-84-9988-134-8

ISBN epub: 978-84-9988-167-6

ISBN kindle: 978-84-9988-208-6

ISBN Google: 978-84-9988-209-3

Depósito legal digital: B-25.070-2012

Todos los derechos reservados.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita algún fragmento de esta obra.

Sumario

1. El antiguo arte de la meditación

2. ¿Por qué meditar?

3. Los beneficios de la práctica meditativa

4. Primera meditación: Conectar con la respiración

5. Segunda meditación: El trabajo con las sensaciones corporales

6. Tercera meditación: El trabajo con los sentimientos y con las emociones

7. Cuarta meditación: Observación de los pensamientos

8. Quinta meditación: La meditación del perdón

9. Sexta meditación: Meditación del amor altruista

10. Séptima meditación: La comida meditativa

11. Octava meditación: El paseo meditativo

12. Meditación y responsabilidad social

13. El cultivo de la práctica cotidiana de la meditación

Recursos adicionales

Recursos auditivos

Sobre el autor

Cubierta

Créditos

Meditación para principiantes

1. El antiguo arte de la meditación

Meditación para principiantes ofrece a la sociedad occidental el mismo tipo de enseñanzas y entrenamiento básico que pueden proporcionar los mejores monasterios budistas. El lector encontrará en este libro algunas de las prácticas meditativas más sencillas y universales como, por ejemplo, las meditaciones de la atención plena y del amor altruista.

La mayoría de esas instrucciones forman parte de las seis prácticas de meditación incluidas en la sección de recursos auditivos, que ha sido concebida para proporcionar una experiencia directa de todo el material presentado en este libro.

El objetivo de estas enseñanzas no pretende, en modo alguno, que el lector se convierta al budismo o aprenda ceremonias, rituales y postraciones orientales. Sólo aspira, por el contrario, a enseñarle a utilizar la meditación de un modo que resulte beneficioso para su vida cotidiana. Todo el mundo, cuando se toma el tiempo necesario para serenarse, reconoce la posibilidad de vivir con mayor compasión y lucidez. Meditar es un modo de actualizar esta potencialidad hasta que acabe manifestándose externamente en nuestra vida.

Son muchas las formas adecuadas de práctica meditativa. Cualquier meditación que afiance la conciencia o la atención plena al cuerpo, los sentidos, la mente o el corazón es una buena meditación. Lo que importa no es tanto por cuál de ellas nos decidamos, sino que, una vez tomada la decisión, perseveremos regularmente en ella. Aprender a meditar, como aprender a tocar el piano, requiere disciplina. No basta, si realmente queremos aprender a tocar el piano, con tocar de vez en cuando, hoy aquí y mañana allí. Si realmente queremos aprender una habilidad importante, ya sea tocar el piano o meditar, necesitamos perseverancia, paciencia y un ejercicio sistemático.

Elijamos, pues, el tipo de meditación que más nos atraiga y ejercitémoslo a diario y siguiendo, en la medida de lo posible, las indicaciones de un maestro. Y aprovechemos también cualquier oportunidad que se nos presente de sentarnos con otras personas. Llegará un momento, a lo largo del proceso de adiestramiento, en que desarrollemos la capacidad de abrirnos al presente. La sentada regular nos permitirá desarrollar la paciencia y la compasión necesarias para abrirnos a todo lo que aquí encontremos.

Meditación para principiantes presenta los ejercicios básicos más importantes de la meditación de la atención plena, también llamada vipassana, que constituye el corazón de la meditación budista. El vipassana (un término pali que significa “ver las cosas tal como realmente son”), esencial en todas las tradiciones budistas, es la forma de meditación más extendida y practicada en todo el sudeste asiático. Se trata de una práctica que enfatiza la atención consciente y nos permite cobrar una conciencia inmediata de nuestra experiencia en todos nuestros ámbitos de actividad.

Las meditaciones incluidas en Meditación para principiantes están concebidas para ayudarnos a dirigir la luz de la atención hacia todas las dimensiones de nuestra experiencia cotidiana y mostrarnos el modo de aplicar, a nosotros mismos y a los demás, el poder curativo del amor. La práctica de la atención plena, denominada también “meditación de la visión penetrante”, no pretende concentrar la atención en una imagen meditativa del Buda, en una divinidad, una luz, una vela o unas palabras sagradas. La atención plena, por el contrario, nos ayuda a desarrollar la quietud en medio de la actividad. Es entonces cuando las experiencias más repetitivas y mundanas, como comer, caminar o responder a una llamada telefónica, pueden ser efectuadas con una conciencia meditativa e incluidas en la práctica de la atención plena. La meditación, de este modo, no es un ejercicio que hagamos de vez en cuando, sino que se convierte en una forma de ser que llevamos con nosotros en todos y cada uno de los instantes de nuestra vida.

La atención plena nos enseña a estar más despiertos y presentes ante todo lo que nos encontremos, es decir, lo que Alan Watts denominaba “el arte de vivir”: «El arte de vivir no consiste —según Watts— en aferrarse temerosamente al pasado […] ni en ir a la deriva de un lado a otro, sino en permanecer despierto instante tras instante, considerándolo, con una mente abierta y receptiva, como algo nuevo y único».

Meditar significa contemplar de un modo amable y bondadoso nuestra vida y descubrir la manera de despertar y liberarnos. Todos albergamos numerosas ideas y creencias sobre nosotros mismos. Son muchas las historias que nos contamos acerca de quiénes somos, lo que queremos, nuestra inteligencia y nuestra amabilidad. Pero éstas, con mucha frecuencia, no son más que ideas limitadas y ajenas que acabamos asumiendo e interiorizando acríticamente como propias. Meditar es descubrir nuevas posibilidades y despertar la capacidad de vivir de un modo más sabio, amoroso, compasivo y pleno.

2. ¿Por qué meditar?

Existe una historia sobre el Buda según la cual, poco después de iluminarse, se cruzó con un viajero en medio de un sendero polvoriento.

—¿Quién eres tú, que tan especial pareces? Se diría que no eres humano. ¿Eres acaso un ángel o una divinidad? —preguntó el viajero, sorprendido por la intensa energía que irradiaba el noble monje.

—¡No! —respondió el Buda.

—¿Entonces serás una especie de mago?

—¡Tampoco! —replicó.

—¿Eres un hombre?

—¡No!

—¿Y qué eres entonces?

—¡Estoy despierto! —concluyó el Buda.

En estas breves palabras se resume toda la enseñanza del Buda. La palabra buda, de hecho, significa “el despierto”. Un buda es, pues, la persona que ha despertado a la naturaleza de la vida y de la muerte, alguien que ha despertado y liberado su compasión en medio de este mundo.

La práctica de la meditación no nos obliga a convertirnos al budismo ni nos exige tampoco meditar y convertirnos en personas especialmente espirituales. Únicamente nos invita a actualizar la capacidad de despertar que alienta en todo ser humano. Son muchas las cosas que podemos aprender en el cojín de meditación, y, entre todas ellas, destaca la capacidad de convertirnos en personas más atentas, presentes, compasivas y despiertas. Pero esa misma conciencia sirve también para programar un ordenador, jugar al tenis, hacer el amor, pasear junto al mar o escuchar la vida que nos rodea. Despertar, es decir, estar realmente presente es, de hecho, la clave de todas las artes.

¿Y a qué despertamos? Despertamos a lo que los budistas denominan dharma, una palabra sánscrita y pali que se refiere a las verdades universales, a las leyes del universo y a las enseñanzas que las explican. Descubrir el dharma es, en este sentido, algo inmediato. Y, como el dharma es la sabiduría que siempre se halla presente, puede, en consecuencia, ser descubierta en cualquier momento y en cualquier lugar.

Esto no tiene nada que ver con una gran iluminación espiritual, con una maravillosa experiencia ultramundana ni con esperar a que Dios descienda hasta nosotros envuelto en una nube. El dharma de la sabiduría, al que todos podemos despertar, es la verdad con la que tropezamos cuando, al desembarazarnos de fantasías y recuerdos, regresamos a la realidad presente. Cuando hacemos eso y prestamos una atención cuidadosa, empezamos a reconocer, en medio de la vida cotidiana, las características del dharma.

Uno de los rasgos principales del dharma que se manifiesta en la meditación es su fugacidad e incertidumbre. «Así deberías pensar en la fugacidad de este mundo —dice cierto sutra budista—, como una estrella al amanecer, una burbuja arrastrada por el viento, un rayo saliendo de una nube de verano, un eco, un arco iris, un fantasma o un sueño.» Cuanto más silenciosamente te sientes y más atentamente observas, más cuenta te das de que todo lo que alcanza tu vista está cambiando de continuo. Todo lo que habitualmente experimentamos parece sólido, incluidas nuestras emociones, nuestros pensamientos, nuestra personalidad y el mundo que nos rodea. Es como cuando, al contemplar una película, nos quedamos atrapados en un argumento que, pese a parecernos real, no es, de hecho, más que una serie de destellos de luz proyectados sobre una pantalla. Pero, si prestas una atención detenida a lo que ves, siempre puedes acabar descubriendo que la película está compuesta de una sucesión de imágenes fijas que aparecen, perduran unos instantes y acaban desapareciendo… para verse inmediatamente reemplazadas por otra nueva imagen.

Algo parecido sucede con nuestra vida porque no hay nada en ella que perdure ni se mantenga estable durante mucho tiempo. No es necesario ser un gran meditador para darse cuenta de que todo se halla sumido en un continuo proceso de cambio. ¿Puedes acaso mantener durante mucho tiempo un determinado estado mental? ¿Hay algo en tu vida que se mantenga siempre igual?

Así es como llegamos a la segunda ley del dharma. Cuando queremos que las cosas que cambian de continuo permanezcan igual y nos aferramos a ellas, acabamos sumidos en la decepción y el sufrimiento. Pero ello no es porque necesariamente debamos sufrir ni porque el sufrimiento sea una especie de castigo, sino porque así son las cosas, algo tan sencillo como la gravedad. Por más que nos aferremos a algo queriendo que perdure, ese algo no dejará de cambiar. Tratar de aferrarnos a “lo que fue” no hace sino generar sufrimiento y decepción, porque la vida es un río en el que todo cambia.