Nuestra América insurgente - Germán Sánchez Otero - E-Book

Nuestra América insurgente E-Book

Germán Sánchez Otero

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Beschreibung

Esta compilación incluye textos sobre luchas diversas de los pueblos al sur del río Bravo, y el pensamiento de algunos de sus líderes más relevantes. Ofrece un balance crítico de las insurgencias armadas posteriores al triunfo de la Revolución Cubana, una mirada actual enfocada en las ideas del Che sobre la revolución social en el continente, un primer acercamiento a los modos de actuar públicos y no visibles de Fidel en sus nexos políticos con la región, y en especial su relación con Hugo Chávez. Expone una interpretación del proceso chileno durante el gobierno de Salvador Allende, y aspectos esenciales de la Revolución Bolivariana y de su líder Hugo Chávez. Por último, exalta la figura legendaria del comandante Manuel Piñeiro Losada (Barbarroja), jefe y Maestro del autor desde su juventud, y reproduce el texto Barbarroja sin enigmas, una lúcida exégesis de Germán Sánchez sobre el legendario comandante guerrillero cubano.

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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.

Edición, corrección y diseño: Jadier Iván Martínez Rodríguez

Todos los derechos reservados

© Germán Sánchez Otero

© Ruth Casa Editorial, 2023

© Sobre la presente edición:

Ruth Casa Editorial, 2023

Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio, sin la autorización de Ruth Casa Editorial. Todos los derechos de autor reservados en todos los idiomas. Derechos reservados conforme a la ley.

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.

ISBN: 9789962740261

Obra editada por:

Ruth Casa Editorial

Calle 38 y Ave. Cuba, Edif. Los Cristales, Oficina No. 6,

Apdo. 2235, Zona 9a, Panamá

www.ruthtienda.com

www.ruthcasaeditorial.com

[email protected]

Sinopsis

Esta compilación incluye textos sobre luchas diversas de los pueblos al sur del río Bravo, y el pensamiento de algunos de sus líderes más relevantes, en especial Fidel Castro, Ernesto Che Guevara y Hugo Chávez Frías.

Ofrece un balance crítico de las insurgencias armadas posteriores al triunfo de la Revolución Cubana, una mirada actual enfocada en las ideas del Che sobre la revolución social en el continente, un primer acercamiento a los modos de actuar públicos y no visibles de Fidel en sus nexos políticos con la región, y en forma destacada hitos de las relaciones que sostuvo el líder cubano con Hugo Chávez.

Expone una interpretación del proceso chileno durante el gobierno de Salvador Allende, y 12 textos abordan aspectos esenciales de la Revolución Bolivariana y de su líder Hugo Chávez.

Se reproducen también presentaciones de libros del propio autor y de otros pensadores. Y brinda el primer balance sobre los aportes de Fernando Martínez Heredia a temas cruciales de nuestra América.

Por último, exalta la figura legendaria del comandante Manuel Piñeiro Losada (Barbarroja), jefe y Maestro del autor desde su juventud, y reproduce el texto Barbarroja sin enigmas, una lúcida exégesis de Germán Sánchez sobre el legendario comandante guerrillero cubano.

Sobre el autor

Germán Sánchez Otero (Cuba, 1945) Licenciado en Sociología. Fue profesor de Filosofía en la Universidad de La Habana y en la Universidad Católica de Chile. Ha impartido conferencias y participado en eventos científico-sociales en 20 naciones en América Latina, Europa y Norteamérica. Ha publicado ensayos, artículos, prólogos, testimonios y crónicas sobre temas históricos, sociológicos, políticos y económicos, además una novela testimonio. Algunos de sus títulos son: La Universalización del capitalismo (1967). El Moncada; asalto al futuro (1969). Prólogo a la edición cubana de Economía y Sociedad, de Max Weber (1971). La Revolución cubana y sus antecedentes (1972). El Moncada: Crisis del sistema neocolonial, inicio de la revolución latinoamericana (1973). Las relaciones Estados Unidos-Cuba durante las Administración Carter (1979). Los partidos políticos burgueses en Cuba neocolonial (coautor,1985). Che, su otra imagen (1988). Crisis, Deuda Externa e Integración en Nuestra América (1990). Diez Reflexiones sobre el Neoliberalismo (1992). Problemas de la Democracia en América Latina (1993). Cuba y Venezuela; reflexiones y debates (2006). Che sin enigmas (2008). Transparencia de Emmanuel (2008). El año de todos los sueños (2011). Cuba y el VI Congreso del PCC (2011). Abril sin censura. Golpe de Estado en Venezuela (2012). La Nube Negra. Golpe petrolero en Venezuela (2012). Hugo Chávez y la resurrección de un pueblo (Biografía I, 2014). Hugo Chávez y el destino de un pueblo (Biografía II, 2016). Pensamiento Crítico: ¿Cinco años, cinco décadas o cinco siglos? (2017). Proceso Constituyente, ingenio revolucionario de Chávez (2018). Las insurgencias armadas en nuestra América (2019). Fidel, Chávez y el destino de nuestra América (2018).El IV Congreso del PCC y la primera reforma a la Constitución de 1976 (2020). Socialismo, revolución y democracia en Cuba, un debate necesario (2021). Barbarroja sin enigmas (2021). El PCC ante los retos de Cuba (2021). El joven Chávez (2021). Hugo Chávez y el socialismo bolivariano (Biografía III, 2022). Fidel y nuestra América. Sus modos de actuar (2022). Entre los reconocimientos recibidos destacan la Orden Libertador de la República Bolivariana de Venezuela que le impuso el presidente Hugo Chávez Frías, la Medalla al Valor Calixto García de la República de Cuba y la Medalla Conmemorativa 280 Aniversario de la Universidad de La Habana. Fue embajador de Cuba en Venezuela entre 1994 y 2009 y funcionario del CC-PCC durante 23 años. Miembro de la Uneac.

Sumario

Página legal

Sinopsis

Sobre el autor

Noticia

1. Fidel y nuestra América. Sus modos de actuar

2. Actualidad del Che respecto de la revolución social en Nuestra América

3. El Che y su ejemplar batalla en Punta del Este. ¿Qué sucedió después?

4. Las insurgencias armadas en nuestra América. Una mirada actual sobre los años 1960

5. El proceso chileno durante la Unidad Popular. Importancia para experiencias revolucionarias posteriores

6. Fidel, Chávez y el destino de nuestra América

7. Chávez y el socialismo del siglo XXI

8. Chávez y el Partido de sus sueños

9. “Aló Presidente” y la artillería del pensamiento: a 20 años de su primera emisión

10. Guerra económica contra Venezuela

11. Claves para descifrar a la contrarrevolución venezolana

12. Presentación de Hugo Chávez y la Resurrección de un pueblo (Biografía, tomo I)

13. Presentación de Hugo Chávez y el destino de un pueblo (Biografía, tomo II)

14. Presentación de Hugo Chávez y el socialismo bolivariano (tercer tomo de la biografía)

15. Presentación del libro Proceso Constituyente, ingenio revolucionario de Hugo Chávez

16. Presentación del libro Transparencia de Emmanuel

17. Fidel, Operación Emmanuel y la paz en Colombia

18. Contingencias de la diplomacia cubana en Venezuela

19. Presentación del libro de Nils Castro, Las izquierdas latinoamericanas en tiempos de crear

20. Presentación del libro de Marta Harnecker: Un mundo a construir. (Nuevos caminos)

21. La América nuestra en Fernando Martínez

22. Barbarroja, sin enigmas

23. ¿Cambio de época en nuestra América o devenir histórico en disputa?

Noticia

He seleccionado para esta compilación 23 textos, publicados casi todos en sitios digitales cubanos, varios reproducidos allende la isla de igual modo, algunos forman parte de libros colectivos y ocho de ellos son inéditos. Todos, salvo dos, vieron la luz en los últimos diez años, la mayoría entre 2018 y 2022. Fidel y nuestra América, sus modos de actuar, primero de la antología, fue divulgado en noviembre de 2022.

¿Por qué el título Nuestra América Insurgente? Insurgente es una palabra de origen latino (insurgere: rebelarse), cuyo significado más general está asociado a las fuerzas sociales, políticas y militares (de modo individual o juntas), que se levantan contra la autoridad de un sistema de poder, sea local o de una nación, en especial si constituye un movimiento armado en contra de un gobierno.

Como apreciarán los lectores y lectoras al revisar el sumario, buena parte de los escritos abordan temas sobre luchas diversas de los pueblos al sur del río Bravo, y el pensamiento revolucionario de algunos de sus líderes más relevantes en los últimos 70 años, en especial Fidel Castro, Ernesto Che Guevara y Hugo Chávez.

Encontrarán en estas páginas un balance crítico de las insurgencias armadas en América Latina y el Caribe posteriores al triunfo de la Revolución Cubana, una mirada actual enfocada en las ideas del Che sobre la revolución social en el continente, un acercamiento a los modos de actuar públicos y no visibles de Fidel en sus nexos políticos con la región, en especial los que sostuviera con Hugo Chávez, desde que se abrazaron por primera vez el 13 de diciembre de 1994, hasta que fundaran el Alba, diez años después.

Ofrezco también una somera interpretación respecto del proceso revolucionario chileno, durante el gobierno de Salvador Allende, sazonada con algunas de mis vivencias dentro de esa fecunda vorágine abortada por el imperio, lo que me incitó a recordar ciertas lecciones de interés para ulteriores empeños insurgentes y de emancipación.

En contraste con ese primer proyecto socialista democrático y pacífico de la historia, frustrado por el artero golpe castrense y el régimen militar fascista de factura made in USA, la sorpresiva y original Revolución Bolivariana, también democrática y pacífica, pero armada, y su líder Hugo Chávez, centran la atención de doce textos del libro. En ellos, los lectores podrán percibir los entrañables vínculos del autor con el pueblo venezolano y el proceso de orientación socialista bolivariana que concibiera e impulsara Chávez, el más relevante en nuestras tierras luego del triunfo de la Revolución Cubana en 1959.

Además de las presentaciones de cinco libros de mi autoría relacionados con Venezuela (uno también ligado a Colombia), incluyo las que realicé a dos obras de intelectuales y luchadores insignes de la izquierda latinoamericana: Marta Harnecker y Nils Castro. Tales palabras fueron publicadas en Cuba y Panamá respectivamente, y debido a la actualidad de ambos libros, decidí sumarlas.

Un mundo a construir. Nuevos caminos, hizo que Marta mereciera el conspicuo Premio Libertador al Pensamiento Crítico, en 2014, mientras que Nils, en su enjundiosa obra Las izquierdas latinoamericanas en tiempos de crear, ofrece un recuento analítico y de la historia real, de la que él forma parte como actor político, sobre el desempeño contemporáneo de las diversas fuerzas de la izquierda y la centroizquierda latinoamericana y caribeña.

La América nuestra en Fernando, reproduce mis palabras sobre Fernando Martínez Heredia, en el homenaje que le hiciéramos en la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en diciembre de 2017. La calidad y pertinencia de sus aportes al pensamiento revolucionario cubano, se acrecientan con el decurso del tiempo, y resultan más obvias sus reflexiones y advertencias respecto a la transición socialista y a diversos asuntos y problemas fundamentales de nuestra época.

Opté por referirme a sus nexos con América Latina y el Caribe, al ser este un ámbito menos conocido de su creación teórica y de ejercicio político. Desde que lo conociera en 1966, siendo Fernando director del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana, me convertí en beneficiario de sus luces y afecto, y hasta el término de su feraz existencia, nunca dejamos de compartir acciones, ideas y sueños respecto de las luchas por la liberación nacional y social de nuestros pueblos al sur del río Bravo.

Por último, deseo exaltar el texto Barbarroja sin enigmas. Brotó de mi alma una noche de diciembre de 1998, cuando a la mañana siguiente tenía previsto juntarme con un numeroso grupo de revolucionarios venezolanos, en la Embajada de Cuba en Caracas, para recordar al comandante Manuel Piñeiro Losada, tan entrañablemente ligado a ellos y a las bregas de ese pueblo desde los años 1960.

Aunque había dejado de existir físicamente en marzo de 1998, esos combatientes venezolanos de diferentes generaciones quisieron reconocer, trenzados por recuerdos íntimos, los callados aportes solidarios del admirado y querido Barbarroja, que para ellos formaban parte del legado que hizo posible la histórica victoria política de Hugo Chávez Frías en las elecciones presidenciales del 6 de diciembre de ese año.

Desde que empecé a colaborar en 1966 desde la Universidad de La Habana en quehaceres vinculados a la solidaridad con las insurgencias de los pueblos hermanos de nuestra América, el comandante Manuel Piñeiro fue la referencia más emblemática y estimuladora de los modestos aportes que un grupo de jóvenes profesores del Departamento de Filosofía hacíamos a ellas, guiados por Fernando Martínez Heredia.

Mi deseo de trabajar junto a Piñeiro fue de tal envergadura, que una mañana del año 1973, en los días posteriores al golpe fascista en Chile, desperté feliz al soñar que estaba a su lado recibiendo instrucciones junto a un grupo de sus compañeros en la Dirección General de Liberación Nacional del Minint, para apoyar la resistencia y el combate del pueblo de Salvador Allende...

Días después, en octubre de ese año, tuve el privilegio de ser llamado por el legendario comandante guerrillero a su despacho, ocasión en que me propuso incorporarme a tal órgano solidario, en un pequeño equipo asesor de tres compañeros, en una oficina contigua a la suya.

Fue así que aprendí junto a Piñeiro en ese primer lapso y después, durante varias décadas en el Departamento América del Comité Central del PCC, el significado cabal del apotegma martiano: “En la política, lo real es lo que no se ve”. Y a contribuir con humildad, bajo su excepcional jefatura, a hacer realidad la máxima fidelista y guevarista de que el internacionalismo es un deber y una necesidad.

Al cumplirse 90 años de su natalicio este 14 de marzo de 2023, me complace dedicar Nuestra América insurgente, 23 textos para debatir, a Barbarroja.

Esta obra, como mi vida toda desde que tuve la suerte de encontrarme con él, está signada por su ejemplar y fecundo magisterio. Por eso, como cientos de compañeras y compañeros que trabajamos bajo su sabia dirección, siempre estaré agradecido y orgulloso de haber sido y seguir siendo un discípulo que continúa aprendiendo de su creatividad imperecedera, fundada en la lealtad a nuestro pueblo, a Fidel, al Che y a los próceres de la América insurgente, encabezados por Bolívar y Martí.

La Habana, 20 de febrero, 2023.

1. Fidel y nuestra América. Sus modos de actuar 1

Premisas

Propongo comenzar con esta pregunta: ¿Acaso no sabemos mucho más qué dijo Fidel y bastante menos cómo actuó, en función de hacer realidad las proyecciones de la Revolución cubana al sur del rio Bravo?

Es usual referir las ideas que él expusiera en público, sobre disímiles temas y problemas de América Latina y el Caribe. Por ejemplo, sobre el neoliberalismo, la unidad y la inevitabilidad de la revolución social.

Ese legado explícito en relación con nuestro continente es el más conocido. Por su riqueza y valores prácticos, resulta primordial que sigamos estudiándolo y que descubramos en él nuevas enseñanzas.

Sin embargo, a menudo se olvida, o se desconoce, que el quehacer político de Fidel tiene dos dimensiones. La primera es la expresión oral y escrita de sus ideas y el proceso epistemológico que las engendra. Y la otra, es el haz de sus acciones no públicas, y por ende, menos difundidas. Porque desde muy joven él aprendió del Maestro que “en la política, lo real es lo que no se ve”.

Formulo otra pregunta: ¿Podría separarse el proceder discreto del notorio? El legado de Fidel, lo sabemos, es indivisible: tanto en relación con nuestra región, como en todos los demás ámbitos de su historia política. Por consiguiente, es preciso descifrar los nexos entre su ideario y las acciones que realizó, sin descontextualizar ni segmentar su pensamiento.

Razones de Estado y de otra naturaleza, impiden por el momento ventilar buena parte de sus actividades no públicas, incluidas las de carácter conspirativo.

Sin violar tal frontera, interpelo: ¿No es necesario aproximarnos más a esa dimensión soterrada que resulte dable divulgar, a fin de elucidar su herencia íntegra y estar así en capacidad de emplearla con más eficacia?

Es un deber de quienes, además de las vivencias, poseen la capacidad y la prudencia idóneas para tal fin, sin autocensuras innecesarias. Y por supuesto, corresponde a la dirección de la Revolución conducir ese proceso.

Además, no siempre es necesario esperar a que se desclasifiquen documentos secretos y se ofrezcan testimonios de personas que estuvieron a su lado, para avanzar en tal objetivo. Un estudio atento de los textos públicos de Fidel y relacionados con él, por medio de deducciones sucesivas que tomen en cuenta de modo integral las circunstancias de cada momento histórico, puede ayudarnos a descubrir aristas relevantes de sus actuaciones notorias y discretas.

Las ideas y experiencias que expondré, centran la atención en sus maneras de obrar respecto a nuestra América en esa dimensión menos conocida, acorde con las premisas y límites antes señalados.

Me atrevo a compartir este ejercicio analítico y testimonial, consciente de que es una aproximación tentativa, a un tema que, por su complejidad y relevancia práctica, requiere aportes individuales y colectivos diversos.

Comenzaré por el preludio (Cayo Confites y El Bogotazo), y concluiré la primera parte con su visita a Venezuela en enero de 1959. En otros tres segmentos, abordaré en orden cronológico hitos seleccionados desde febrero de ese año, hasta sus vínculos con la Revolución Bolivariana y su líder Hugo Chávez.

Primera parte

Dos escenarios marcan el nexo de Fidel con América Latina y el Caribe, entre sus 20 y 21 años: Cayo Confites, al norte de la actual provincia de Holguín, entre julio y septiembre de 1947, y “El Bogotazo”, en abril de 1948.

Cayo Confites

En 1947 Fidel cursa el tercer año de la carrera de Derecho en la Universidad de La Habana, y por sus verticales posturas contra las mafias vinculadas al gobierno de Ramón Grau que controlan la universidad y gracias a sus magnéticas cualidades de líder, resulta electo primero vice presidente y después presidente de la FEU en su facultad. A la vez, encabeza a nivel de la Universidad el Comité Pro Democracia Dominicana, y en tal carácter mantiene relaciones con algunos de los principales dirigentes de ese país, luchadores contra la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, residentes en La Habana, entre ellos el intelectual Juan Bosh.

Al conocer que varios de estos dominicanos, en coordinación con el gobierno y el ejército cubanos han decidido organizar una expedición armada para luchar en tierra dominicana contra el dictador, el joven dirigente estudiantil decide enrolarse como simple soldado. Así, desde julio y hasta el 29 de septiembre de 1947, fecha en que termina este episodio, Fidel forma parte de un contingente de 1,200 hombres que se entrenan para ese fin en Cayo Confites.2

Resuelve cumplir el compromiso solidario a riesgo de su vida, a pesar de percibir que entre los integrantes de la futura expedición hay dominicanos y cubanos íntegros, pero también aventureros, delincuentes y lumpen.

Primero, lo nombran jefe de un pelotón y después al mando de una compañía. Vísperas del traslado a Quisqueya, se produce la traición del jefe del ejército de Cuba, en contubernio con Trujillo, y la expedición es abortada en el mar. Raudo, Fidel se lanza al agua en la bahía de Nipe y nada hasta la costa, pues quiere evitar ser apresado, al considerar esa deserción un acto deshonroso.

Cayo Confites es su primera experiencia en un proyecto de lucha armada. Sin embargo, él no es neófito en el uso de las armas de fuego. En la finca del padre, en Birán, existían varias de ellas y siendo niño, a los 11 o 12 años, aprendió a emplearlas. Llega a ser un excelente tirador. Había una escopeta semi automática, tres viejos fusiles Máuser, dos Winchester calibre 44, con varias balas en la recamara y algunos revólveres.3

El Joven Fidel no es en 1947, por consiguiente, un advenedizo en el empleo de las armas. Y en ese tiempo, en la Universidad, para enfrentarse a quienes se proponían asesinarlo allí, consigue una pistola Browning de 15 tiros para defenderse de los mafiosos.

Viendo el caos y la desorganización reinante en Cayo Confites, y la supuesta intención de desembarcar y enfrentar en forma convencional al ejército de Trujillo, él pensaba por su parte iniciar una guerra irregular en las montañas, inspirado en las guerras de independencia cubanas.4

Los tres meses en ese islote, le permiten entrenarse militarmente y lograr un buen dominio en el uso de varias armas de fuego. Es uno de los saldos positivos para su futuro desempeño militar. También comprende que una fuerza insurgente con fines revolucionarios, debe ser seleccionada de manera muy cuidadosa, para lograr que sus integrantes posean la calidad ética y política indispensable.

Tres comentarios finales sobre la experiencia de Cayo Confites: 1) por primera vez, Fidel hace valer su disposición a convertir el compromiso solidario en acto; 2) reacciona a gran velocidad, cuando comprende que ha sido engañado y traicionado; y 3) actúa de modo audaz y valiente, pero tiene un elevado instinto para preservar su vida.

El Bogotazo

La participación en El Bogotazo, entre el 9 y el 10 de abril de 1948, es la segunda ocasión en que Fidel demuestra su solidaridad hacia otro pueblo latinoamericano, a riesgo de la vida, apenas seis meses después de Cayo Confites. Esta vez en Colombia, a diferencia de su meditada participación en el proyecto bélico contra Trujillo, debe reaccionar al instante ante una explosión social inesperada, en medio de caóticos enfrentamientos armados y de una despiadada represión.

Además de presidir el Comité Pro Democracia Dominicana, él es también en ese tiempo un destacado activista a favor de la independencia de Puerto Rico y un promotor de la solidaridad con el pueblo de Panamá por el tema del Canal. Al conocer que en la capital de Colombia, a partir del 30 de marzo y durante abril de 1948, se celebraría la Novena Conferencia Panamericana —cuyo objetivo principal era crear la Organización de Estados Americanos (OEA)—, concibe y promueve la ejecución de un Congreso Estudiantil Latinoamericano en los días de ese evento.

Contacta a los dirigentes estudiantiles de Venezuela, Panamá, Colombia y Argentina, y viaja en los primeros días de abril a Caracas, y Panamá, rumbo a Bogotá. En los tres países obtiene entusiasta apoyo a su idea, sumándose también los argentinos, por el tema de las Malvinas y varias organizaciones estudiantiles de casi toda la región. De tal modo, el Congreso tenía en la mira el combate a las dictaduras, contra el colonialismo, por la democracia y de enfrentamiento al imperialismo.

En la memorable entrevista que le concedió en 1981 al escritor colombiano Arturo Alape, que aparece en el libro El Bogotazo: Memorias del olvido,5 dice lo siguiente: “Lo que nosotros estábamos haciendo no tenía nada que ver con los problemas internos de Colombia, era una idea latinoamericana la que estábamos defendiendo (...) en dos palabras, lo nuestro era contra Estados Unidos”.

Ya en Bogotá, las delegaciones participantes reafirman el desempeño del joven cubano como artífice principal del evento. Sus colegas colombianos le hablan sobre el líder popular Jorge Eliécer Gaitán, quien tenía el respaldo de la inmensa mayoría de los estudiantes de esa nación. Pronto, el 7 de abril, Fidel visita a Gaitán en su oficina, junto a sus anfitriones. Luego del precario triunfo conservador en 1946, Gaitán se ha convertido en el dirigente señero del liberalismo, de amplia base popular, con simpatías incluso entre los militares. Su proyecto político se proponía trastocar el poder oligárquico y nadie en sus cabales dudaba de su elección en los comicios presidenciales de l950.

Expresa Fidel en la entrevista aludida: “A Gaitán le entusiasmó la idea del congreso y nos ofreció su apoyo. Conversó con nosotros, se habló y él estuvo de acuerdo con la idea de clausurar el congreso con un gran acto de masas. Y nos prometió que él clausuraría el congreso (...). Nosotros estábamos citados con él de nuevo la tarde del día 9”.

El joven cubano salió del hotel aquel 9 de abril alrededor de la 1:00 p.m. y avanzó lentamente, para estar próximo a la oficina de Gaitán antes de la hora de la entrevista, a las 2:00 de la tarde: “Salimos para ir caminando y acercarnos a la oficina de Gaitán, cuando vemos que empiezan a aparecer gentes corriendo desesperadas en todas direcciones. Uno, dos, varios a la vez por acá, por allá, gritando, ¡Mataron a Gaitán! ¡Mataron a Gaitán! ¡Mataron a Gaitán! Era gente de la calle, gente del pueblo, divulgando velozmente la noticia. ¡Mataron a Gaitán! ¡Mataron a Gaitán! Gente enardecida, gente indignada, gente que reflejaba una situación dramática, trágica, planteando lo que había ocurrido, una noticia que empezó a regarse como pólvora. Hasta tal extremo, que nosotros que habíamos caminado como dos cuadras más y llegamos a un parquecito (…). Ya en ese momento, alrededor de la una y media la gente estaba realizando actos de violencia”.

Lo asesinan al salir de su despacho en la Carrera Séptima, a la 1:05 de la tarde. La multitud enardecida, guiada por las voces que señalan al presunto culpable, a quien nunca se identifica después, lo captura y golpea hasta dejarlo sin vida; al cabo, lo arrastran hacia el Palacio Presidencial, donde dejan su cuerpo destrozado y desnudo.

El desenlace brutal y sorpresivo que sufrió el líder liberal originó en Bogotá un maremoto de violencia incontrolada, durante más de 48 horas. Y también, una revuelta nacional en contra del gobierno conservador de Mariano Ospina, a quien muchos le exigían la renuncia inmediata.

Acudo a la memoria de García Márquez, quien se encontraba esa tarde a menos de tres cuadras del lugar del crimen. Narra en Vivir para contarla:

“No me habían servido la sopa cuando Wilfredo Mathieu se me plantó espantado frente a la mesa:

—Se jodió este país –me dijo–. Acaban de matar a Gaitán frente a El Gato Negro”.6

Al principio, la policía trató de controlar el desborde popular, pero enseguida varios de sus miembros y algunos militares se unen a la revuelta y propician la entrega de armas a civiles, mientras otros abren fuego despiadado contra los manifestantes. El saldo fue de varios cientos de muertos y heridos, la parte central de la ciudad quedó hecha pedazos y cenizas y el país ingresó en la espiral de violencia más diabólica de su larga historia de conflictos armados.

¿Cómo actúa Fidel ante esta circunstancia arrolladora? Pareciera que tuviese una cámara de cine en las manos, al relatar en su entrevista con Álape las imágenes de cuanto ocurre alrededor suyo durante los desplazamientos, y en las actividades en las que participa hasta la tarde del 11 de abril. Muchas veces arriesga su vida, fusil en mano, en un gesto altruista y solidario con ese pueblo hermano.

Ocupa esa arma cuando una multitud exaltada a la que se junta, toma una estación de policía. Y trata de ayudar a que aquellas personas arremolinadas se organicen y encaminen sus acciones por un derrotero militar ofensivo, de orientación revolucionaria: “Yo lo que hice fue sumarme a un levantamiento popular. Por vocación, por principios, por simpatía revolucionaria”.

De especial interés, resultan estas reflexiones: “Me impresionó el fenómeno de cómo puede estallar un pueblo oprimido. Segundo, me impresionó mucho la valentía y el heroísmo del pueblo colombiano, porque lo vi ese día. Aunque junto a esto, junto al extraordinario heroísmo del pueblo colombiano, te puedo decir que no había organización, que no había educación política; más que conciencia política había espíritu de rebeldía, pero no educación política y había falta de dirección”.

Las aspiraciones del pueblo humilde, liberal o conservador, se esfumaron entre los escombros y cenizas del centro de Bogotá. Las cúpulas de los dos partidos, liberales y conservadores, hicieron un pacto y acordaron aniquilar los desbordes populares y neutralizar las amenazas a sus intereses comunes.

Nadie podía sustituir entonces el ímpetu, el atractivo y la perspicacia de Gaitán, insigne líder del pueblo oprimido. El susto que vivieron la oligarquía y el imperio acrecentó el odio, la venganza y la represión hasta el delirio, respaldados por el pacto de marras. Fue entonces que el joven internacionalista cubano debió regresar a Cuba.

Fidel comentó muchas veces a lo largo de su vida las enseñanzas que dedujo de El Bogotazo, reflejo del impacto de ellas en su formación revolucionaria. Tuve la satisfacción de escucharle evocaciones al respecto, y de modo especial cuando leyó el manuscrito del libro que me sugiriera escribir sobre la “Operación Emmanuel”, organizada por Hugo Chávez para recibir en la selva de Colombia un grupo de secuestrados por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en enero de 2008.

Por primera vez, gracias a ese congreso ideado y organizado por él, a los 21 años viaja a otros países de la región y se relaciona en forma personal con dirigentes juveniles latinoamericanos. Y algo importante: se estrena en tejer relaciones de solidaridad junto a otras organizaciones y luchadores del continente, en este caso estudiantiles.

¿Lecciones que le aporta El Bogotazo? Comprueba la potencia volcánica de un pueblo enardecido. Aprende que toda fuerza popular para alcanzar sus objetivos necesita dirección, organización y estrategia. Y aunque debido a su inexperiencia juvenil se expone en demasía –de modo consciente, por ética principista, dice a Álape–, comprende a tiempo que es necesario preservar la vida en medio de un caos sin posible solución satisfactoria.

Por segunda vez, en apenas seis meses, arriesga su existencia en aras de una causa solidaria. En esta ocasión, arrastrado por una circunstancia imprevista, que asumió sin titubear e hizo todo lo posible para contribuir a su mejor desenlace. Y otra vez reacciona a tiempo y se repliega, al percibir que él no puede cambiar el curso de tal rio humano desbordado, sin cauce, ni organización ni dirección.

Del Moncada al Granma

Luego del 26 de julio de 1953 y hasta el triunfo de la Revolución, el 1 de enero de 1959, Fidel demuestra en sus formulaciones públicas la jerarquía estratégica que él le confiere, desde una visión bolivariana y martiana, al nexo de la revolución en la isla con los procesos de emancipación de nuestra América. También es así, en sus actuaciones reservadas y secretas.

La primera referencia a tal conexión, la expone en La Historia me Absolverá. Ahí proclama que, si la revolución hubiera triunfado, “la política cubana en América sería de estrecha solidaridad con los pueblos democráticos del continente y que los perseguidos políticos por las sangrientas tiranías que oprimen a las naciones hermanas, encontrarían en la Patria de Martí (…) asilo generoso, hermandad y pan. Cuba debía ser baluarte de libertad y no eslabón vergonzoso de despotismo”.7

Durante su exilio en México, que comienza el 7 de julio de 1955, consagra sus energías a preparar la nueva etapa insurgente, persuadido de que ha llegado la hora de la revolución en Cuba. Y vislumbra una fecunda relación de esta con las dinámicas políticas que viven los demás pueblos latinoamericanos y caribeños. Aunque mantiene relaciones con exilados dominicanos, nicaragüenses y guatemaltecos, sobre todo prioriza los vínculos con determinados mexicanos, que apoyan de modo fiable sus propósitos insurreccionales.

Es conocida la historia de cómo el joven Ernesto Guevara se involucra en el proyecto revolucionario ideado por Fidel, la misma noche de julio de 1955 en la que, junto a Raúl Castro, conoce al líder cubano y dialogan. El compromiso que sella con el joven médico argentino, de tener este la libertad de luchar por la revolución en Argentina luego de triunfar y consolidarse la de Cuba, muestra desde entonces la voluntad de Fidel de ayudar al avance de auténticas revoluciones en el continente.

A los tres meses de llegar a México, participa en un acto en el monumento a los Niños Héroes de Chapultepec, el 10 de octubre de 1955, aniversario del inicio de las luchas por la independencia de Cuba. Ahí pronuncia un discurso en el que revela nociones fundamentales de su proyección revolucionaria latinoamericanista. Después, durante los preparativos de la insurrección, en 1956, es más parco.

Dice, por ejemplo:

“La presente generación americana está en la obligación de tomar la ofensiva; está en la obligación de enfrentar de nuevo el espíritu democrático; está en la obligación de disminuir las palabras y aumentar los hechos”. Y en lo que a la juventud cubana se refiere, “puedo decirles con satisfacción que está cumpliendo su deber, que quien les habla aquí no viene como un romántico o un iluso sin historia a proclamar su fe en una idea. Quien les habla aquí ha visto caer en combate 70 compañeros, luchando contra la dictadura de Batista (…)”.

Sigue:

“el que les habla aquí puede asegurarles que el pueblo cubano se prepara para librar la batalla decisiva; y no son palabras”. Y enfatiza: “Algún día volveremos aquí para hablar de Bolívar, para hablar de Juárez, para hablar de Sucre, para hablar de Hidalgo, de Morelos, de Martí, de Cárdenas, de Maderos, de Sandino, de todos los próceres; vendremos aquí como un pueblo libre, con el pueblo libre de Cuba en la mano, y les diremos a los exilados de los demás países: allá también tienen, como en México, una patria donde pueden vivir, una patria donde pueden prepararse para la batalla final”.

Concluye con dos ideas esenciales:

“los Niños Héroes pertenecen a México y pertenecen también a América, porque cayeron luchando contra un imperialismo que ha puesto sobre toda la América sus garras”. Y manifiesta su esperanza en América, “y la hago con la fe que sentimos en nosotros mismos”. Porque tiene la seguridad de que “América va a terminar cansándose, que América ya se está cansando, que América se está hastiando de tanta casta de politiqueros y de traidores y de opresores como está padeciendo, ¡que el pensamiento de Martí y la espada de Bolívar van a volver a centellear en América!”.8

Pronto, emprende el proyecto insurreccional. En ese nuevo quehacer, administra con especial cuidado su poderoso verbo público, centrándose de manera secreta en los preparativos insurgentes y en algunas acciones públicas vinculadas a tal fin. Por ejemplo, su gira de 110 días (desde el 20 de agosto hasta el 9 de diciembre de 1955) por varios sitios de los Estados Unidos, para reunirse con los emigrados cubanos en función de recaudar dinero para el proyecto revolucionario y organizar a esta fuerza patriótica siguiendo las huellas de Martí.

Es precisamente en su emotivo y lúcido discurso en el salón “Palm Garden”, en New York, el 30 de octubre, donde por primera vez proclama que “en 1956 seremos libres o seremos mártires”. También realiza en ese periplo algunas entrevistas con la prensa estadounidense (Miami Herald, Diario de las Américas, Tampa Morning Tribune y La Gaceta de Tampa). Y, al concluir, en la isla Nassau redacta el 10 de diciembre el “Manifiesto no. 2 del Movimiento 26 de Julio al pueblo de Cuba”.

“Hacer es la mejor manera de decir”: tal es la brújula martiana de Fidel durante 1956. Ese año, a saber, no participa en actos públicos y escribe solo algunos importantes artículos para la prensa cubana, todos relacionados con el enfrentamiento a Batista y los preparativos revolucionarios.

Se ve obligado a redactar un extenso texto, “Basta ya de Mentiras”, que la revista Bohemia publica el 15 de julio. En él demuestra las falsedades en torno a los revolucionarios cubanos presos en una cárcel mexicana, entre ellos Fidel y el Che, denuncia las torturas y violaciones a sus derechos y la presencia de agentes de Batista en este hecho. Además, enaltece la solidaridad del pueblo mexicano, de varias personalidades de ese país y de varios órganos de prensa azteca, así como de la emigración cubana en general.

Algo a exaltar, pues expresa una constante en el proceder ético y el sentido de gratitud de Fidel, es el nexo que inicia con Fernando Gutiérrez Barrios, oficial de la policía secreta mexicana a cargo del operativo que lo llevó a la cárcel durante un mes, con quien luego del triunfo de la Revolución desarrolla una hermosa amistad.

Del Granma al triunfo de la Revolución

En la nueva etapa de la lucha que comienza el 2 de diciembre de 1956, enseguida que puede, emprende su estrategia comunicacional. Desde la Sierra Maestra, durante 1957 y 1958, emplea diferentes medios de prensa de Estados Unidos, América Latina y Europa para dar a conocer los avances de la lucha revolucionaria, desenmascarar las falacias de la dictadura y denunciar sus horrendos crímenes.

Actúa de modo especial para que los pueblos vecinos estén informados y promueve en forma pública y secreta recibir en la Sierra Maestra, desde el continente, ayuda material en armas y municiones. En su primera alocución en Radio Rebelde, el 14 de abril de 1958, es explícito. Dice:

“Si los dictadores se ayudan entre sí, ¿por qué los pueblos no han de darse las manos? ¿No estamos en la obligación de ayudamos los sinceros demócratas de toda América? ¿Es que no hemos pagado suficientemente caro el pecado de nuestra indiferencia frente al concierto de los tiranos que promueven la destrucción de nuestras democracias? ¿No se comprende que en Cuba se está librando una batalla por el ideal democrático de nuestro Continente? ¿No se percatan de que los últimos dictadores han convertido a Cuba en una de sus últimas trincheras? En Cuba no se lucha ya por la redención de un pueblo solamente, se defiende un principio que interesa a América. Si los dictadores ayudan a Batista, justo es que los pueblos de América ayuden a Cuba”.

Enseguida concreta su pedido:

“En nombre del pueblo de Cuba, que está luchando contra las armas de Batista, Trujillo y de Somoza, demandamos ayuda de los gobiernos democráticos de América. Un extenso territorio de la costa sur de la Provincia de Oriente, entre Cabo Cruz y Santiago de Cuba, está en poder de nuestras fuerzas. Las armas que se lancen en paracaídas a diez kilómetros de la costa en esa larga zona, caerán indefectiblemente en nuestras manos sin que la dictadura pueda interceptarlas”.

Y hasta precisa detalles:

“Necesitamos fusiles automáticos, ametralladoras pesadas, bazucas y morteros para avanzar hacia la Capital. El Gobierno Provisional Revolucionario sufragará todos los gastos que esos envíos ocasionen y el pueblo de Cuba guardará eterna gratitud. Los rebeldes cubanos no pedimos alimentos, no pedimos siquiera medicinas; pedimos armas para combatir, para dejar sentado en América que la voluntad de un pueblo es más poderosa que el consorcio de la dictadura y sus ejércitos mercenarios”.

También adelanta un compromiso solidario:

“los perseguidos políticos de todas las dictaduras tendrán aquí su mejor casa y la mayor comprensión, porque nosotros hemos sido perseguidos políticos”. Y expresa que “la América entera”, vela por el curso y el destino de la Revolución cubana: “Toda ella nos acompaña con sus mejores deseos de triunfo. Toda ella nos respaldará en nuestros momentos difíciles. Esta alegría de hoy no solo es en Cuba, sino en América entera. Como nosotros nos hemos alegrado cuando ha caído un dictador en la América Latina, ellos también se alegran hoy por los cubanos”.9

Esa alocución muestra desde entonces, el significado que Fidel atribuye a la solidaridad recíproca entre la Revolución cubana y los demás pueblos de América Latina y el Caribe. Es parte de sus diversas acciones para conseguir armamento, dentro y fuera de Cuba.

El ejemplo más conocido y fértil es el de Venezuela. Fruto de varias gestiones realizadas por los dirigentes del M-26-7 allí, con la velada participación de Fidel desde la Sierra Maestra, se organiza el envío de un amplio lote de armas y municiones, donado por la Junta Patriótica que gobierna Venezuela.10

Mientras, con el dinero recolectado por el pueblo hermano en la campaña “La marcha del Bolívar para la Sierra Maestra”, se adquiere un avión carguero C-46. Este aterriza con seis toneladas de armas el 6 de diciembre de 1958, en una pista controlada por el Ejército Rebelde. Son 150 fusiles Garand, 20 fusiles ametralladoras Browing, 10 ametralladoras calibre 30 con su parque, 10 mil proyectiles 30.06, 100 granadas de demolición y un fusil FAL con mirilla telescópica, enviado a Fidel por el almirante presidente de la Junta Wolfgang Larrazábal.

Seis días después de recibir los pertrechos, sumamente útiles en la etapa final de la guerra, el 12 de diciembre, Fidel le escribe a Larrazábal una carta de agradecimiento:

“¿Qué puedo decirle después de su noble y espontáneo gesto? Hay que llevar dos años luchando contra todos los obstáculos, las armas confiscadas antes de llegar a Cuba, los frutos de los sacrificios económicos de tantos compatriotas (...) para comprender con cuanta emoción y gratitud recibimos la ayuda que usted nos envía a nombre de Venezuela.

“Desde hoy le digo que cualquiera que sea la posición que usted ocupe en el país, la más alta o la más modesta, para nosotros será siempre el primero de los venezolanos”.11

Esa misiva, muestra la fina sensibilidad de Fidel para valorar y agradecer la solidaridad recibida; la primera de tal envergadura que ocurre desde otro país hermano. También refleja su alto sentido de obligación hacia la persona que asumió la responsabilidad, iniciándose un sincero aprecio recíproco que se prolongó hasta la muerte de Larrazábal muchos años después.

Tal manera suya de expresar ideas, valores éticos y emociones a través de cartas, mensajes y notas personales a diversas figuras del mundo, en especial de América Latina y el Caribe, se repetirá innúmeras veces durante toda su vida. Con ellas, cultivó a menudo espléndidos nexos de amistad, que él lograba de manera natural integrar a quehaceres políticos, públicos y discretos.

Durante la guerra de liberación en la Isla, el jefe del Ejército Rebelde se esmera en transmitir información sistemática a la opinión pública internacional, en especial de América Latina y Estados Unidos, sobre los avances de la insurrección, además de denunciar a la tiranía y pedir solidaridad.

Por ciertas preguntas que le formulan los periodistas extranjeros, comprende que debía también despejar los prejuicios que la dictadura y muchos medios de prensa generaban de modo deliberado, en torno a sus ideas políticas y al programa del Movimiento 26 de julio.

Con tal fin, realiza varias entrevistas exclusivas, fuera y dentro de Cuba. Entre ellas sobresalen, la primera, el 17 de febrero de 1957, ofrecida al experimentado periodista Herbert Matthews, de The New York Times, que se publica en tres partes, los días 24, 25 y 26 de febrero. Otra, del 23 al 28 de abril de 1957, cumplida por Robert Taber, en unión a un camarógrafo de la cadena televisiva de Estados Unidos CBS, que titula Rebeldes en la Sierra Maestra y se divulga el 18 de mayo; incluye una escena final emblemática, donde aparecen Fidel, Raúl y un grupo de guerrilleros cantando el himno nacional con sus fusiles en alto. Luego, en mayo, el periodista Andrew Saint-George, de la revista estadounidense Look, le realiza otra entrevista. Y en 1958, el New York Times publica su segunda entrevista, el 27 de febrero, hecha por Hoomer Biggart.

Ese año 1958 concede tres entrevistas a periodistas latinoamericanos, la primera el 15 de enero al venezolano A. J. Sánchez, utilizando el soporte técnico de lo que pronto sería Radio Rebelde.12 La radio insurgente sale al aire desde la comandancia del Che en la Sierra Maestra, por iniciativa de este, el 24 de febrero. Al poco tiempo de hablar por primera vez desde Radio Rebelde, Fidel decide trasladarla para la Comandancia, bajo su atención directa.

La emisora deviene voz cotidiana de la épica guerrillera y vía primordial para orientar a los jefes, a los combatientes y a todo el pueblo cubano, e informar a la opinión pública mundial, la verdad sobre el desarrollo de la guerra revolucionaria. Incluso, en las noches se unían diversas estaciones radiales de Venezuela, Colombia y Ecuador en la Cadena de la Libertad.

En 1958 lo entrevistan dos excelentes periodistas del cono sur latinoamericano: en febrero, el uruguayo Carlos María Gutiérrez y en abril-mayo el argentino Jorge Ricardo Masetti, que también lo hace con el Che.

Carlos María Gutiérrez —uno de los fundadores en América Latina del llamado “nuevo periodismo”, junto a Gabriel García Márquez y el argentino Rodolfo Walsh— escribe un excepcional reportaje que titula “En La Sierra Maestra con Fidel Castro”, publicado en dos entregas en el diario La Mañana de Montevideo, en marzo. Se trata de una pieza memorable, que recoge en un empaque literario, analítico y reporteril las vivencias del autor durante varios días desde que llega a La Habana, hasta sus encuentros con Fidel en las montañas.

Como mi intención es enfatizar las actuaciones de Fidel, reproduzco las sagaces impresiones de Carlos María Gutiérrez sobre el modo en que responde sus preguntas, y las descripciones y evaluaciones que hace el periodista sobre el entrevistado.

Este testimonio es el más perspicaz que conozco, respecto de cómo procedió el joven líder revolucionario en sus entrevistas y diálogos con los comunicadores extranjeros en la Sierra Maestra.

Relata Carlos María:

“Aparte de otras charlas informales, dos veces pude sostener una larga y deliberada conversación política con Fidel Castro: la primera fue de noche, hasta la madrugada, en un bohío, y siguió afuera, a lo largo de un sendero de montaña que Castro iluminaba con su linterna, mientras caminábamos hacia un campamento. La otra fue a la hora de la siesta, en un sitio de la selva donde el jefe rebelde había procurado un aparte para hablar sin oídos indiscretos, y en ellas estuvieron presentes dos dirigentes de la Resistencia que se encontraban en la Sierra”.

Sigue Carlos María, y ahora hace un retrato al guerrillero:

“Fidel Castro, con una barba que añade varios años al semblante juvenil y su natural corpulencia aumentada por tricotas y camisas de abrigo, da a primera vista la impresión de un hombre ganado por la tosquedad de la vida en la Sierra. A su cintura se ciñen siempre las cartucheras con cuatro kilos de balas; una pistola, una cantimplora y su inseparable rifle belga de precisión, calibre 30.06, completan un atuendo que, aparentemente, no se presta para la discusión sutil de la política. Pero apenas se cala sus lentes de montura de carey, medita un momento y comienza a hablar con su voz suave; en su lentitud de movimientos y en la tranquilidad de su tono se traslucen a cada rato inflexiones ardientes y un natural poder de convicción. El abogado innato que hay en Fidel aparece con la primera indiscreción del interlocutor o la pregunta difícil; suavemente, sin cambiar de tono, busca dirigir la charla hacia otro punto, y a veces lo consigue. Cuando el acoso de una pregunta es demasiado insistente, calla unos segundos mirando el habano que se quema, y después dice: ‘Perdona –todos los cubanos tutean desde el primer momento–, pero eso no puedo contestarlo’”.

Y el periodista termina su relato, con una hábil respuesta del entrevistado:

“Por un momento Fidel fumó su habano, quizás pensaba que había hablado demasiado; sobre todo, después de sus recientes declaraciones (minuciosamente compuestas de lugares comunes y no comprometedoras) a la revista Look. Luego hizo una aclaración:

—Todo esto parece, así, un poco fragmentario. No lo anotes simplemente como te lo dije. Un programa de gobierno no es solo una enumeración de ideas, sino también una cuestión de oportunidad. Nuestro programa tiene un margen flexible para imprevistos”. 13

Cualquier semejanza que el lector observe en esta lúcida respuesta de Fidel, con su manera de concebir e implementar la táctica y la estrategia en cada tiempo político después de 1959, no es pura coincidencia. “Un margen flexible para imprevistos”, dice él. Sobran los comentarios...

Por su parte Jorge Ricardo Masetti, basándose en sus intensas vivencias en la isla y en agudas percepciones, rodeado de peligros realiza un formidable reportaje en forma de libro, que edita en septiembre de 1958 y titula Los que luchan y los que lloran.14 Como él es enviado por una radio argentina, coordina con una emisora venezolana para que grabara las entrevistas que hace a Fidel y al Che, transmitidas ambas por Radio Rebelde.

Al regresar a La Habana, días después de fracasar la huelga revolucionaria del 9 de abril, le informan desde Buenos Aires que no han recibido sus entrevistas. Ante ello, Masetti adopta la osada decisión de retornar a la Sierra Maestra, otra vez con identidad y documentación falsa, para intentar volver a hacer ambas entrevistas, ahora en una situación aún más riesgosa.

Es “premiado” por Fidel, quien accede a repetir la entrevista, grabada esta vez por el propio Masetti para garantizar llevarse las cintas; con el añadido de que el entrevistado analiza las causas del fracaso de la huelga de abril y proyecta de forma optimista la nueva etapa de la lucha insurgente, a pesar del revés.

El jefe del Ejército Rebelde ya tenía una valoración certera de las cualidades de este joven argentino y en un ambiente jocoso, por lo que le sucediera —junto al Che, que reía con ganas—, reciproca su audacia de volver a la Sierra Maestra por segunda vez.

Fidel emplea esta fortuita ocasión, a fin de reiterar sus ideas esenciales, explicar de forma crítica las causas de la derrota de la huelga de abril, y para ofrecer una visión realista y optimista sobre el futuro de la revolución. O sea, su actuación también responde al momento coyuntural. Y armoniza ambas dimensiones, una humana individual, la otra política.

Con estos ejemplos históricos en la Sierra Maestra, he querido ilustrar cómo el joven líder comienza a ejercitar y a ganar, de forma simultánea, la brega militar y la lidia de las ideas más allá de las fronteras cubanas.

Aunque centra su atención en el desarrollo de la guerra, que es el frente político decisivo, no descuida los demás. Atiende las alianzas con otras organizaciones revolucionarias y con sectores políticos en el exilio adversarios de Batista, y también se ocupa de orientar la actividad del Movimiento 26 de Julio, dentro de Cuba y en las Américas.

Discípulo de Martí, sabe que la nueva contienda de liberación debe ser culta, abarcadora e inclusiva. Como aquel, mantiene en silencio los propósitos de más alcance y, a la par, divulga de manera sistemática y efectiva las ideas y tácticas de la revolución, priorizando a la opinión pública de las Américas, y tejiendo las primeras relaciones solidarias, tanto políticas como de ayuda material.

Nuestra América en Fidel, durante los primeros días de la Revolución. La “Operación Verdad”

Desde las jornadas iniciales de la Revolución en el poder, su líder actúa guiado por la doctrina martiana, consciente de que el destino de Cuba está asociado al de los demás pueblos de América Latina y el Caribe, y del papel que le corresponde a nuestra patria como avanzada de la emancipación continental.

En su primer discurso el día de la victoria, el 1 de enero de 1959 en Santiago de Cuba, el radiante orador alude al “ejemplo alentador para América que acaba de producirse en nuestra patria”. Y enfatiza: “Toda ella tiene sus ojos puestos en nosotros. Toda ella nos acompaña con sus mejores deseos de triunfo. Toda ella nos respaldará en nuestros momentos difíciles. Esta alegría de hoy no solo es en Cuba, sino en América entera”.

Marca así, el día de los laureles, su visión sobre el papel y la interacción de Cuba con sus pares de América.

Comenta la noticia de que en la madrugada de ese 1 de enero han escapado “los grandes culpables” de la dictadura: “No faltan miles de hombres que quieran perseguirlos, pero nosotros tenemos que respetar las leyes de otros países”.

Añade: “no queremos aparecer como un pueblo que viole las leyes de los demás pueblos; las respetaremos mientras se respeten las nuestras”. Y adelanta otra directriz: no se pondrá nunca la otra mejilla, a quienes violen nuestra soberanía.

Además, dice, los perseguidos políticos de República Dominicana y de todas las dictaduras, “tendrán aquí su mejor casa y la mayor comprensión, porque nosotros hemos sido perseguidos políticos”. Advierte que si ese país, bajo dominio del dictador Rafael Leónidas Trujillo, “se convierte en base de conspiraciones contra la Revolución Cubana”, serán los propios dominicanos los que actuarán, “nosotros no tenemos que meternos en los problemas de Santo Domingo”.

Los dominicanos, afirma, “han aprendido que es posible pelear contra la tiranía y derrotarla, y ese ejemplo es lo que más temían precisamente los dictadores, el ejemplo alentador para América que acaba de producirse en nuestra patria”.

De tal modo, introduce por primera vez luego del 1 de enero, el valor del ejemplo cubano para las peleas de otros pueblos, que, en su concepto, es también un estímulo y un motivo de mayor responsabilidad para la Revolución que acaba de nacer. El internacionalismo como deber y necesidad, diría más tarde el Che.

La luz del portentoso triunfo cubano, desata en la opinión pública del continente oleadas de simpatía y admiración. En el transcurso de los primeros días del año, buena parte de los gobiernos de América reconocen al gobierno revolucionario.

De súbito, en la segunda semana de enero, se despliega una intensa y sucia campaña a través de las agencias cablegráficas y el Congreso de los Estados Unidos. Buscan presentar un escenario en Cuba de venganza irracional de las nuevas autoridades y del pueblo, contra los culpables de los crímenes y demás fechorías de la dictadura.

Fidel capta enseguida tal andanada mediática y desenvaina su filosa espada, en defensa de la verdad. Es obvio para él: los enemigos “naturales” de la Revolución fuera de Cuba, han comenzado a actuar muy pronto y de manera concertada, movidos por peligrosas intenciones. Las groseras distorsiones sobre el tema de los fusilamientos decididos por los tribunales revolucionarios, empiezan a generar confusión en la opinión pública internacional debido a las torceduras de marras.

Sin demora, concibe y emprende la primera contienda de símbolos a pocos días del triunfo de la Revolución, y la sustenta en tres pilares: 1) un poderoso movimiento de masas, fuerza decisiva de la batalla; 2) su persuasivo verbo; 3) amplia información veraz y todas las facilidades a 380 periodistas de América y Europa, que arriban a La Habana los días 19, 20 y 21 de enero, apenas 72 horas después de que él concibiera la idea de invitarlos a Cuba para cubrir las noticias sobre la aplicación de la justicia revolucionaria a connotados criminales de la dictadura.

Comienza a plasmar de tal modo, basándose en ese triángulo fecundo, lo que será siempre su bitácora en la pugna de las ideas, ya sea para encarar los ataques adversarios, como para desarrollar las ofensivas políticas e ideológicas de la Revolución.

“Operación Verdad”, es el nombre con que Fidel bautiza la vasta movilización de la prensa internacional. Numerosos medios y periodistas foráneos, son invitados por gremios cubanos de ese sector y por colegas de la isla; también apoya el argentino Jorge Ricardo Masetti.

El inesperado operativo, sin precedentes en cualquier país, es coordinado por Celia Sánchez. Y el victorioso Comandante actúa como si estuviera dirigiendo otra vez la contraofensiva estratégica en la Sierra Maestra, durante el jaque mate a la dictadura.

Inicia el contraataque el 13 de enero, en una sesión- almuerzo del club Leones de La Habana, dedicada a rendir homenaje al Ejército Rebelde; después, sigue el 15 de enero, en el Club Rotario de La Habana; al siguiente día, habla a una concentración frente a la terraza norte del Palacio Presidencial, convocada por el ejecutivo del Frente Obrero Nacional Unido para apoyar al gobierno revolucionario en su decisión de encausar y castigar a los responsables de los crímenes de la tiranía batistiana; también el 16 de enero, retoma el tema en el homenaje a Eduardo Chibás, ante su tumba en el Cementerio de Colón; al otro día, aunque afectado por una fuerte gripe, viaja por la carretera central a fin de finalizar la Caravana de la Libertad, a las ciudades de Artemisa y de Pinar del Río, y en sendos mítines populares denuncia ampliamente la campaña de marras.15

Cierra este primer ciclo ofensivo el 21 de enero, ante una magna concentración popular frente al Palacio Presidencial y en amplias zonas adyacentes de este, que suma más de un millón de personas: la más nutrida en la historia de Cuba hasta entonces.

De colofón, al siguiente día, realiza una conferencia de prensa con los más de 380 periodistas extranjeros y cubanos participantes en la Operación Verdad, en el salón Copa del hotel Riviera. Y ofrece entrevistas exclusivas a varios de ellos, en la sede de la Jefatura revolucionaria instalada en el Hotel Hilton.

No es posible aquí exponer el torrente de argumentos, testimonios y datos que ofrece Fidel, para demostrar la legitimidad de los ajusticiamientos a decenas de criminales de la dictadura —que asesinaron y torturaron de manera monstruosa a miles de cubanas y cubanos de todas las edades—, y las intenciones de los autores de la campaña desatada. Recomiendo al lector interesado, las siete comparecencias antes mencionadas.

A los fines del presente texto, que busca sobre todo identificar y valorar sus actuaciones, me interesa destacar lo siguiente:

1) Encara de frente y contraataca mediante acciones múltiples y sustantivas, la inesperada primera arremetida contra la Revolución, procedente de importantes sectores de poder en los Estados Unidos —las tres principales agencias de prensa del mundo y varios importantes medios de comunicación, además de algunos congresistas—.

2) Convierte la disputa con esos integrantes del imperio, en la gran oportunidad inicial de la Revolución para explicar a nuestro pueblo y al mundo, el control de Estados Unidos sobre Cuba desde 1898 y proclamar que por primera vez nuestra patria ha alcanzado la autodeterminación y la soberanía. Muta así el trance provocado por el enemigo, en fuente de irradiación de ideas y en fuerza revolucionaria.

3) Insiste en que la aplicación de la justicia a los criminales es un derecho de Cuba, para resguardar la soberanía, “el derecho a gobernarnos y que nadie pueda trazarnos pautas desde afuera”.

4) Coloca un firme detente a los que en Washington pretenden chantajear a Cuba, mediante la amenaza de una intervención; adelanta el deseo de tener buenas relaciones con Estados Unidos, pero sin sometimiento y advierte que el pueblo cubano derrotará cualquier agresión armada.

5) Aplica su contundente y hábil método del contragolpe: exige a Washington que entregue a Cuba los criminales de guerra, para ser juzgados y castigados como reclama el pueblo cubano, y también que devuelvan los cientos de millones de dólares que aquellos robaron a la nación.

6) Recuerda que el gobierno de Estados Unidos apoyó con armas y entrenamientos a los militares de la dictadura, entre ellos los asesinos de 20 mil cubanos y que nunca en Estados Unidos hubo una campaña contra esos crímenes.

7) Denuncia que se pretende manchar la reputación del Ejército Rebelde, que no golpeó ni humilló jamás un adversario prisionero, ni abandonó a su suerte un enemigo herido, ni asesinó a un hombre que rindiera sus armas. “Ese récord es único en la historia del mundo”, proclama.

8) Además, esta es la primera revolución en el planeta en que no ocurren excesos. Los asesinos y demás esbirros fueron detenidos por las autoridades revolucionarias con la colaboración del pueblo, que no se abalanzó sobre ellos para despedazarlos y ha confiado en la justicia de la Revolución. Más del 93% de la gente, según demuestra una encuestadora profesional, apoya los fusilamientos de los criminales, iguales o peores que los hitlerianos.

9) No hay nada que haga más daño a una sociedad que la impunidad; la falta de justicia predominó en Cuba desde la época colonial y es una de las causas de las desventuras durante la república. “Para que nunca más haya tiranía, tiene que haber justicia y también para que nunca más vuelvan a predominar los bárbaros y los criminales”.

10) Es fundamental contrarrestar a tiempo la campaña de falsedades; divulgar la verdad, para así evitar males mayores: “Ahora declaran que no intervienen, pero si logran confundir a la opinión pública de Estados Unidos, los que están detrás de la maniobra darán nuevos pasos, y después de aislarnos buscarían dividirnos y al final mandar una expedicioncita; esos serían los pasos que seguiría ese proceso, si nosotros no tomamos las medidas oportunas a tiempo”.

¿Cómo se vinculan estos criterios y diligencias de Fidel, con sus opiniones y actuaciones respecto a nuestra América?

Asocia la gran operación política inicial aquí resumida, a una idea matriz suya antes mencionada: los nexos entre la Revolución Cubana y la América latino caribeña, deben ser de mutuo apoyo y beneficio. Este concepto martiano, que ya había madurado antes de ascender al poder, lo ratifica y enriquece en enero de 1959, convirtiéndose desde entonces en guía medular de sus quehaceres.

Para él, la fuerza de Cuba no está en las armas, sino en la opinión pública nacional e internacional: “no tenemos, dice, acceso a los fusiles de Estados Unidos, ni de Brasil, o los de Venezuela, en cambio, en esos países hay opinión pública, y nosotros podemos acercarnos y ganarnos la opinión pública de esos países”. Cuando Cuba tenga una sólida opinión pública en América contra las calumnias, “seremos fuertes e invencibles”.16

Inaugura así la concepción y el método que aplicaría durante toda su vida: enfrentar las mentiras con verdades. Y en función de ello, usar todas las vías necesarias para hacerlas llegar a la gente, sin escatimar los gastos necesarios.

Insisto en la idea: tales costos monetarios en defensa de las verdades de la Revolución y en el ejercicio integral de la solidaridad con los luchadores de otros pueblos, son una inversión estratégica, asociada a la seguridad nacional y la existencia de la revolución.

Expresa en el discurso del 21 de enero, que las campañas internacionales de mentiras se han desatado tan rápido, porque los enemigos saben que la Revolución Cubana es ejemplo para la América, y buscan restarle apoyo.

1) “Me duele pensar en lo que sería el destino de América si esta Revolución es aplastada, porque esta Revolución, (...) debe constituir para los pueblos de América una esperanza”.

2) “¡Qué necesitados están los pueblos de nuestro continente de una revolución como esta que se ha hecho en Cuba! (...) ¡Qué necesitada está de que los millonarios que se han enriquecido robándole el dinero al pueblo, perdiesen todo lo que han robado! ¡Qué necesitada está América de que los criminales de guerra, en los países de nuestro continente, hubiesen sido también fusilados!”.

3) “Porque tal vez nuestro continente no sería lo que es hoy: grupos de naciones divididas, distanciadas, a pesar de tener los mismos sentimientos, las mismas necesidades, los mismos intereses, la misma raza y la misma cultura; no sería la agrupación de naciones divididas y débiles, víctimas de las tiranías consuetudinarias y de las castas militares. ¡Qué necesitada está la América del ejemplo de Cuba!”.

4) “A los hombres honrados de América, a los periodistas honrados de todo el continente, a los pueblos que son nuestros amigos, tenemos que pedirles que defiendan nuestra Revolución, que no dejen que nos la calumnien, porque quieren destruirla, en daño, no solo de Cuba, sino en daño de América; no quieren que la Revolución Cubana levante cabeza para que no pueda levantar cabeza ningún pueblo de América”.

¿Qué noción deseo reiterar? Fidel se orienta en esta histórica cruzada política, por una brújula primordial: el destino de Cuba y el del resto de América Latina y el Caribe son interdependientes, y por eso deben ayudarse entre sí.