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En los días navideños de 2007, la "Operación Emmanuel" sumó más alegría a millones de personas en el mundo e hizo germinar nuevas esperanzas de paz en Colombia. Un niño de tres años, nacido en la selva colombiana, su mamá Clara Rojas y la ex diputada Consuelo González, cautivos de la organización guerrillera FARC-EP se disponían a alcanzar la libertad, al decidir esta ofrecer una señal favorable a emprender negociaciones de paz. La "Operación Emmanuel", cuyo principal artífice fue el presidente Hugo Chávez Frías, devino preludio de los ulteriores procesos de paz en Colombia. Es un hito emblemático en este tiempo en que el presidente Gustavo Petro, con el respaldo del pueblo granadino avanzan hacia la añorada paz total. El autor –miembro de la comitiva humanitaria–, narra tan apasionante historia a través de las voces de los protagonistas y de sus propias vivencias.
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Edición, corrección y diseño: Jadier Iván Martínez Rodríguez
Primera edición, Ediciones Plaza, Cuba, 2008
Segunda edición, Random House Mondadori S.A., Colombia, 2008
Todos los derechos reservados
© Germán Sánchez Otero
© Ruth Casa Editorial, 2023
© Sobre la presente edición:
Ruth Casa Editorial, 2023
Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio, sin la autorización de Ruth Casa Editorial. Todos los derechos de autor reservados en todos los idiomas. Derechos reservados conforme a la ley.
ISBN:9789962740148
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Ruth Casa Editorial
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En los días navideños de 2007, la “Operación Emmanuel” sumó más alegría a millones de personas en el mundo e hizo germinar nuevas esperanzas de paz en Colombia. Este libro ofrece un testimonio verídico de los sucesos acaecidos en la intimidad de esa acción humanitaria, de impacto planetario.
Un niño de tres años, nacido en la selva colombiana, su mamá Clara Rojas y la ex diputada Consuelo González, cautivos de la organización guerrillera Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), se disponían a alcanzar la libertad, por decisión unilateral de esta, interesada en ofrecer una señal favorable a emprender negociaciones de paz.
Emmanuel estaba destinado a convertirse en un símbolo de armonía y paz. Surgió de un deseo irrefrenable entre Clara y el guerrillero Juan David, en la exuberante selva amazónica: en ese instante ellos no tuvieron fronteras, ni prejuicios, ni odios. Clara, la cautiva; él, miembro de un ejército insurgente que la privó de libertad.
La historia de ese niño engendrado y nacido en el monte, devino preludio de los ulteriores procesos de paz en Colombia. La “Operación Emmanuel”, cuyo principal artífice fue el presidente Hugo Chávez, es un hito emblemático pletórico de lecciones, que vale la pena revisitar en este tiempo en que el gobierno del presidente Gustavo Petro, con el respaldo del pueblo granadino avanzan hacia la añorada paz total.
El autor –miembro de la comitiva humanitaria–, reconstruye los hechos con rigor, a través de las voces de los protagonistas y de sus propias vivencias. Sin que falte el ingenio y la gracia cubanos, el libro nos transmite “los cálidos testimonios en medio de la jungla, de uno de los eventos humanos más deslumbrantes de la historia contemporánea”.
Germán Sánchez Otero (Cuba, 1945) Licenciado en Sociología. Fue profesor de Filosofía en la Universidad de La Habana y en la Universidad Católica de Chile. Ha impartido conferencias y participado en eventos científico-sociales en 20 naciones en América Latina, Europa y Norteamérica. Ha publicado ensayos, artículos, prólogos, testimonios y crónicas sobre temas históricos, sociológicos, políticos y económicos., además una novela testimonio. Algunos de sus títulos son: La Universalización del capitalismo (1967). El Moncada; asalto al futuro (1969). Prólogo a la edición cubana de Economía y Sociedad, de Max Weber (1971). La Revolución cubana y sus antecedentes (1972). El Moncada: Crisis del sistema neocolonial, inicio de la revolución latinoamericana (1973). Las relaciones Estados Unidos-Cuba durante las Administración Carter (1979). Los partidos políticos burgueses en Cuba neocolonial (coautor, 1985). Che, su otra imagen (1988). Crisis, Deuda Externa e Integración en Nuestra América (1990). Diez Reflexiones sobre el Neoliberalismo (1992). Problemas de la Democracia en América Latina (1993). Cuba y Venezuela; reflexiones y debates (2006). Che sin enigmas (2008). Transparencia de Emmanuel (2008). El año de todos los sueños (2011). Cuba y el VI Congreso del PCC (2011). Abril sin censura. Golpe de Estado en Venezuela (2012). La Nube Negra. Golpe petrolero en Venezuela (2012).Hugo Chávez y la resurrección de un pueblo (Biografía I, 2014). Hugo Chávez y el destino de un pueblo (Biografía II, 2016). Pensamiento Crítico: ¿Cinco años, cinco décadas o cinco siglos? (2017). Proceso Constituyente, ingenio revolucionario de Chávez (2018). Las insurgencias armadas en nuestra América (2019). Fidel, Chávez y el destino de nuestra América (2018). El IV Congreso del PCC y la primera reforma a la Constitución de 1976 (2020). Socialismo, revolución y democracia en Cuba, un debate necesario (2021). Barbarroja sin enigmas (2021). El PCC ante los retos de Cuba (2021). El joven Chávez (2021). Hugo Chávez y el socialismo bolivariano (Biografía III, 2022). Fidel y nuestra América. Sus modos de actuar (2022). Entre los reconocimientos recibidos destacan la Orden Libertador de la República Bolivariana de Venezuela que le impuso el presidente Hugo Chávez Frías, la Medalla al Valor Calixto García de la República de Cuba y la Medalla Conmemorativa 280 Aniversario de la Universidad de La Habana. Fue embajador de Cuba en Venezuela entre 1994 y 2009 y funcionario del CC-PCC durante 23 años. Miembro de la Uneac.
1
En los días navideños de 2007, la “Operación Emmanuel” sumó más alegría a millones de personas en todo el planeta.
Un niño de tres años y nueve meses —el rehén de más corta edad en el mundo—, nacido en la selva colombiana, su mamá Clara Rojas y la ex diputada Consuelo González se disponían a alcanzar la libertad, por decisión unilateral e incondicional de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), luego de permanecer cautivos de esa organización guerrillera. Ellas, durante más de cinco años.
Emmanuel estaba destinado a convertirse en un emblema de paz. Surgió de un deseo irrefrenable entre Clara y el guerrillero Juan David, en algún paraje de la exuberante selva amazónica: dos cuerpos desnudos se abrazaron y en ese instante de entrega no tuvieron fronteras, ni prejuicios, ni odios. Ella, la cautiva; él, miembro de un ejército insurgente que la privó de libertad.
Engendrado en un escenario de guerra y rencores, Emmanuel es una pista que ayuda a encontrar razones para mutar a seres antagónicos en personas capaces de entenderse, y para hallar en la convergencia de goces compartidos, la armonía y la paz. Clara y David confirmaron en ese instante prodigioso, la certeza de un lema memorable: “¡Hagamos el amor y no la guerra!”.
La historia de ese niño engendrado y nacido en la selva, devino preludio de los ulteriores procesos de paz en Colombia, hasta nuestros días. Es una referencia de comprensión ineludible de estos, que vale la pena revisitar.
2
Los adversarios sempiternos de la paz en Colombia, esa que el pueblo neogranadino clama en silencio y a gritos y busca de todas las formas imaginables, no pudieron evitar el desenlace exitoso de este emblemático gesto humanitario, ocurrido entre finales de 2007 e inicios de 2008, marcado por la perseverancia y el liderazgo del presidente Hugo Chávez Frías.
Después de superar riesgosas vicisitudes, el 10 de enero de 2008, Consuelo y Clara abrazaron a sus seres queridos en el aeropuerto Simón Bolívar, en Maiquetía, Venezuela. Algunos días más tarde, el pequeñuelo, separado de Clara a los ocho meses de nacer, le daba su primer beso en Bogotá a la madre, que atónita y feliz, temblaba al contemplar la transparencia de Emmanuel en ese luminoso instante.
Tal hecho conmovedor, fue un logro de las mujeres y hombres colombianos que auspician desde siempre la concordia y la paz en su país, avalados por millones de personas solidarias en Nuestra América y en otras latitudes.
Así pues, la operación Emmanuel llevaba en sus genes una fuerza simbólica, capaz de incentivar un proceso de paz integral en Colombia, de amplias repercusiones en toda nuestra América. Porque alcanzar la conciliación en esa nación bolivariana, es un factor esencial para detener las pretensiones estadounidenses de apretar más sus lazos en las gargantas de los pueblos al sur del rio Bravo.
La paz entre los colombianos, es también un clamor universal, signo de los nuevos tiempos. Nadie en Colombia o allende sus fronteras, debiera ignorar esa poderosa corriente de opinión. Pues el dolor y el amor de ese admirable pueblo es tan inmenso y prolongado en el tiempo, que ha suscitado vasta comprensión y solidaridad en el mundo. Y cuando el dolor y el amor se juntan, suelen provocar milagros.
3
El presidente Hugo Chávez, con el respaldo de la senadora colombiana, Piedad Córdoba, y la aceptación del mandatario Álvaro Uribe y de Manuel Marulanda, jefe de las FARC-EP, fue el artífice principal de la original operación humanitaria. Ningún contratiempo logró que Chávez se detuviera.
Cuando me designaron, el 25 de diciembre de 2007, representante del gobierno de Cuba en la comitiva de siete países que respaldaría a Venezuela en la operación humanitaria, solo tenía interrogantes y los mejores deseos de contribuir al éxito de la idea. No sabía cuál sería el plan, ni los modos de ejecutarlo. Y mucho menos que escribiría un libro.
Me preguntaba: ¿Qué sucederá después de este primer evento humanitario? ¿Ocurrirán nuevas liberaciones de rehenes? ¿Será posible que converja una fuerza espiritual y política, dentro y fuera de Colombia, con vigor, inteligencia y alcances suficientes para suscitar la liberación simultánea de los guerrilleros presos en su país y en Estados Unidos de Norteamérica y los rehenes en poder de las FARC? ¿Es acaso iluso pensar que ese y no el camino de las balas, es la opción para avanzar hacia un acuerdo de paz realista y viable?
Mientras me encontraba en el primer escenario de nuestra misión, en el departamento del Meta, el 30 de diciembre de 2007, recibí una antológica llamada telefónica de Fidel. Él me sugirió la idea que tomara notas de todo y me animó a escribir un libro sobre la “Operación Emmanuel”.
Confieso, sin pudor, que se me hizo un nudo en la garganta que solo pude desatar a mediados de febrero, seis semanas después, al concluir la aventura de narrar mis vivencias: desde aquella singular noche de la fiesta cristiana en que supe la noticia, hasta el inefable día en que abracé a Clara y Consuelo, sonrientes y llorosas, en medio de la selva amazónica.
Y declaro con satisfacción —y honra—, que fue Fidel quien me despertó la pasión de contar, en primera persona, cuanto sucediera en derredor y en los resguardos de mi corazón, durante la Operación Emmanuel. Él no solo propuso que escribiera “un libro”: después me alentó varias veces, ayudándome a incentivar el ánima indispensable, si de crear se trata.
Por consiguiente, no exagero al afirmar que el autor principal de esta obra de urgencia, es Fidel. Yo apenas coloqué un cristal límpido, para captar y narrar los avatares y las alegrías de quienes tuvimos el privilegio de ser actores directos en este triunfo de la razón, la sensatez y los nobles sentimientos.
La estructura del texto es sencilla: intento que quienes lo abran, me acompañen en la aventura de la “Operación Emmanuel” y dejo al albedrío de todos los que culminen la lectura, hacer sus propias conclusiones, moralejas y conjeturas. Es una especie de reportaje, crónica y testimonio. Todo a la vez.
El libro fue publicado en 2008 con dos títulos diferentes: Transparencia de Emmanuel, por Ediciones Plaza, de Cuba, y Operación Emmanuel, por la Editorial Debate-Mondadori, para el público de habla hispana. Reitero ahora, aún más optimista debido a la política de paz integral que adelanta el presidente Gustavo Petro, lo que entonces expresé: mi deseo de que este modesto texto contribuya al propósito de enriquecer los valores que conduzcan al feliz desenlace de los conflictos bélicos en Colombia.
Al cumplirse en enero de 2023 quince años de aquel singular evento humanitario y, después, en abril, setenta y cinco años del asesinato del líder popular Jorge Eliécer Gaitán, existen hoy en su patria, en Nuestra América y en el mundo, inéditas circunstancias que permiten apelar con mayores posibilidades de éxito, a la magia fecunda del diálogo y la solución negociada del trance más prolongado, sangriento y absurdo de la historia continental.
4
¿Cómo Fidel se involucra en la gestión humanitaria internacional desenvuelta en Colombia entre el 26 de diciembre de 2007 y el 10 de enero de 2008, cuyo artífice principal, el presidente Hugo Chávez, llamó Operación Emmanuel?
¿Cuál fue el origen y el objetivo de esta? ¿Por qué Fidel Castro sigue desde La Habana con especial interés y regocijo el curso de tal gestión?
Con su habitual lucidez, junto al entrañable amigo bolivariano, él percibe que ese gesto de las FARC-EP podía suscitar otra oportunidad para engendrar un proceso de paz en Colombia, frustrado en reiteradas ocasiones, y en el cual Cuba y Venezuela desempeñaron un papel central, a solicitud de las partes en conflicto.
La extensa mirada de Fidel sobre el significado de la Operación Emmanuel, puede apreciarse en los diálogos telefónicos que sostuve con él —reproduzco íntegros dos de ellos—, siendo representante de Cuba en la comitiva internacional. De ahí su entusiasmo al sugerirme que escribiera un libro, con el fin de divulgar las facetas íntimas y públicas de esa saga tan emotiva y a la vez trascendental. Redacté el texto en seis semanas y este vio la luz en La Habana apenas un mes después, durante un congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac). Además, para mi sorpresa —y honor— Fidel decidió hacer el prólogo.
El interés especial de nuestro líder por la Operación Emmanuel, estaba asociado a una intención suya de más alcance. En los meses siguientes consagra 400 horas a elaborar su propio libro; lo titula La paz en Colombia, y se publica ese mismo año 2008. Entre los numerosos contenidos de valor histórico y político de dicha obra, de 297 páginas, él incluye diversos testimonios y evidencias documentales, casi todos inéditos, de sus numerosas actuaciones para favorecer el camino de la paz en la nación hermana.
Por azar del destino, Fidel vivió a los 21 años el inicio de la más larga noche de violencia que afecta a Colombia hasta hoy, desde que Jorge Eliécer Gaitán fuera asesinado el 9 de abril de 1948. Esa tarde, Gaitán tenía previsto recibir a un pequeño grupo de dirigentes estudiantiles, para coordinar su presencia en la clausura de un evento antimperialista, anticolonialista y contra las dictaduras, de carácter continental, liderado por el joven cubano, quien se dirigía a pie hacia la oficina de Gaitán cuando escuchó la noticia del crimen en las voces de cientos de personas indignadas, y se sumó de inmediato a la rebelión espontánea del pueblo de Bogotá.
Fidel consagró a Colombia desde entonces, muchísimas horas de su vida, en el afán de ayudar a la paz anhelada por el pueblo granadino, al que amó —y conoció— de modo muy profundo. Cultivó innúmeros nexos políticos y entrañables amistades, entre ellas una excepcional: la de Gabriel García Márquez. Actuó siempre sin afanes protagónicos, pero con elevada solidaridad y eficacia, ganándose el respeto de tirios y troyanos.
Ello explica que Cuba haya sido sede principal y garante, junto a Noruega, desde 2012 y durante más de cuatro años, de las negociaciones de paz entre el gobierno de Colombia y las FARC-EP, suscribiéndose en La Habana, el 23 de junio de 2016, los acuerdos esenciales para el cese del conflicto, por el presidente Juan Manuel Santos y el jefe de las FARC-EP, Rodrigo Londoño, alias Timochenko, en presencia del presidente de Cuba, Raúl Castro, quien dio esmerada continuidad a ese sueño de Fidel.
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¿Cómo surge la Operación Emmanuel? El 5 de agosto de 2007, durante un Aló Presidente, Chávez acepta la súbita iniciativa que le formula en el programa la senadora colombiana Piedad Córdoba, de que sirviera como intermediario entre el gobierno colombiano de Álvaro Uribe y las FARC-EP, a fin de lograr un acuerdo humanitario.
El sagaz barinés sabe que esa es una tarea ciclópea, en un escenario plagado de adversarios, descubiertos y solapados. Mas el amor que Chávez siente por Colombia y su vocación bolivariana, hacen que él acepte de inmediato convertirse en facilitador del eventual pacto.
Pronto, el 16 de agosto, se reúne con Piedad Córdoba en Miraflores y dialoga por teléfono con el presidente Uribe, quien reacciona a favor de que ella y Chávez desempeñen el papel de facilitadores. Cuatro días después, junto a la senadora recibe en Miraflores a un grupo de familiares de los secuestrados y secuestradas por la FARC, entre ellos la madre de Ingrid Betancourt, que lleva cinco años cautiva y es ciudadana colombiana y francesa.
Todos los familiares quedan fascinados al percibir la pasión y el compromiso que irradia el anfitrión y así lo expresan a la prensa. La noticia impacta en Colombia y también en Venezuela, donde además viven más de cuatro millones de colombianos. Y por su carácter humanitario, repercute en otros lares, sobre todo de América y en Francia.
Un mes después, el 25 de septiembre, recibe por segunda ocasión a familiares de los aprehendidos por las FARC, esta vez también de tres estadounidenses. En breve tiempo, ha avanzado en contactos con Piedad, Uribe, el presidente francés Nicolás Sarkozy y representantes de otros mandatarios, ampliándose el apoyo al acuerdo humanitario. Algunos, como él, consideran que puede ser la puerta para acceder a un proceso de paz. Incluso, el gobierno de los Estados Unidos expresa su apoyo al canje de prisioneros.
Tanto Uribe como el jefe de las FARC-EP, Manuel Marulanda Vélez, aceptan el papel mediador de Chávez, en función de alcanzar un acuerdo para liberar los secuestrados por la organización insurgente y los guerrilleros presos en cárceles colombianas. Incluso, el líder bolivariano logra que Uribe acepte su osada idea de entrevistarse con Marulanda en San Vicente del Caguán, sede de la jefatura de las FARC.
Chávez está seguro de que su encuentro con el legendario guerrillero, podría acelerar un acuerdo humanitario capaz de allanar el camino hacia la paz. Uribe, al principio, no está de acuerdo, después acepta y pone de condición que la organización guerrillera antes libere un grupo de rehenes. Este es el antecedente de la Operación Emmanuel. Aunque paradójico. Porque el 21 de noviembre, de modo inesperado, con un pretexto baladí, Uribe rechaza la mediación de Chávez.
Ante ello, el líder de la boina roja, como suele hacer, va de frente. El 23 de noviembre, en el programa La Hojilla de la televisora estatal, declara: “(…) el conflicto militar en Colombia no tiene solución militar, hay que buscarle solución política. Entonces, hay que alentar a los sectores y los factores colombianos que quieren la paz. ¡Ah! Pero eso es muy difícil, porque las presiones son terribles, las presiones son infinitas, las presiones desde fuera, desde dentro. Y éste sólo es un caso más, muy lamentable (…)”.
Cuatro días después, el 27 de noviembre, acusa a Uribe de ser “un vocero del imperialismo, un vocero de la más rancia oligarquía santanderista anti bolivariana, que le hace el juego al imperio norteamericano, no sólo en Colombia, sino en la América Latina”.
Alude a las recientes declaraciones del mandatario colombiano, quien lo acusa de tener un proyecto expansionista en la América Latina, y reacciona indignado: “¡Yo proyecto expansionista, presidente Uribe! El imperio es el que tiene el proyecto expansionista. Y usted es un servil instrumento del imperio norteamericano en la América Latina para el proyecto expansionista”.
6
Tal impasse, coloca los nexos bilaterales en crisis y frustra de momento el proyecto del acuerdo humanitario, aunque el Comandante-Presidente está seguro de que este es ya indetenible, como el agua represada en una ladera. Fue entonces que, en acto de desagravio, las FARC deciden el 18 de diciembre entregarle a Chávez al niño Emmanuel, a Clara y a Consuelo.
Uribe se ve obligado a aceptar el gesto humanitario y Chávez organiza una amplia comitiva internacional, que incluye representantes de Argentina, Bolivia, Brasil, Cuba, Ecuador, Francia y Suiza, además de Piedad Córdoba y la Cruz Roja Internacional. El tema alcanza una amplia repercusión mundial y hasta el cineasta Oliver Stone viaja a Venezuela y coordina con Chávez su presencia en la operación, para realizar un documental. Mientras Fidel, en La Habana, sigue al tanto de todo.
El 29 de diciembre, encabezada por Venezuela y en coordinación con el gobierno colombiano, la Comitiva viaja al departamento del Meta, a esperar que las FARC-EP informara las coordenadas del punto de la selva donde entregaría a los rehenes. Mas ocurre algo inesperado: el 31 de diciembre al mediodía, Uribe se reúne con nuestra Comitiva e informa que las FARC no puede cumplir, porque el niño Emmanuel ha sido localizado por el gobierno en una institución de asistencia social, siendo necesario confirmar su identidad, mediante una prueba de ADN a la madre y el hermano de Clara.
Debido a la conmoción que provocan las declaraciones de Uribe y la noticia de que la Comisión suspende de modo provisorio su presencia en Colombia, Chávez decide dialogar esa misma noche en Miraflores con un grupo de periodistas colombianos. Más tarde, en unión de sus hijos y nietos, recibe a los familiares de Clara y Consuelo, para esperar junto a ellos el año nuevo.
Las preguntas de los periodistas de Colombia, buscan saber su opinión sobre el anuncio que hiciera en la tarde el presidente Uribe, y si la Operación Emmanuel seguía en marcha. Él reitera lo que ha dicho por teléfono horas antes en Venezolana de Televisión. Y enfatiza: “(...) yo acuso al Presidente de Colombia (...) de haber ido hoy a Villavicencio a colocar una bomba al proceso que venimos llevando con tanto cariño, con tanto afecto, pero en el cual seguiremos trabajando”.
Sostiene que es imposible crear un corredor, como asegura Uribe, porque solo se dispone de la información sobre un punto, el otro se sabrá en el momento en que las FARC informe las coordenadas. En cambio, dice Chávez, “lo que se le pidió a Uribe, él no lo aceptó: un cese al fuego en un área”. Y explica que las FARC le informaron que decidieron interrumpir la operación, debido a los hostigamientos aéreos indiscriminados (lo que me confirmaría después Consuelo González, el día que fue liberada).
Sobre la identidad de Emmanuel repite que es una hipótesis, ojalá cierta, y Uribe pudo haberla corroborado antes de ir a Villavicencio, pero su objetivo era dinamitar la Operación.
Y enfatiza su voluntad de que la acción humanitaria culmine de manera exitosa: “(…) nosotros seguiremos a la espera, independientemente de lo que hoy ha ocurrido, independientemente de lo que dijo el Presidente, (…) a menos que el Gobierno de Colombia nos eche de su territorio (…) Pero, aun así, por tratarse de un asunto meramente humanitario, nosotros seguiríamos actuando con las otras opciones a las que yo me refería, y que no quisiéramos estar avanzando con opciones clandestinas. Porque eso implica otros riesgos mayores”.
Vísperas de sonar las campanas que transmiten los buenos augurios del nuevo año, Chávez coloca en perspectiva su mensaje al pueblo colombiano: lograr la paz. Él es militar, dice, y sabe que en Colombia ninguna de las dos fuerzas en conflicto va a derrotar a la otra. “Uribe cree que ellos pueden derrotar a las FARC (…)”. En privado, confiesa el barinés, se lo ha dicho a Uribe y antes al presidente Pastrana: “¡No van a poder!”. Como también se lo dijo al comandante Iván Márquez: las FARC no pueden tomar el poder mediante las armas... “¿Qué van a hacer?, ¿pasar ahí 60 años más? Ni uno ni el otro va a poder acabar con algo que llamamos en jerga de combatiente la voluntad de lucha del otro”. Y completa su idea: “es una lucha de desgaste, que desgasta mucho a Colombia, ¡Dios mío!, y nos desgasta a nosotros también, a Venezuela en primer lugar, y a Ecuador”.
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Chávez ha firmado en la mañana de ese 31 de diciembre un decreto de amnistía e indulto, que beneficia a decenas de personas. La mayoría está involucrada en los hechos golpistas de 2002 y 34 presos comunes. Comenta, basándose en tal decisión: “Un Presidente tiene potestades. ¡Uribe, úselas para la paz, no para la guerra! Ojalá. Es lo que yo le pido a Dios en esta casi medianoche ya despidiendo el año 2007”.
Transido de emoción por un asunto tan sensible para el pueblo colombiano, que él siente suyo, dice: “Marulanda, Uribe, vamos a hacer la paz, compadres. No importa, Uribe, lo que nos hayamos dicho, no importa lo que yo he dicho ahora mismo; lo que tú dijiste la otra vez, Uribe, no importa, no me importa nada, vale. No, tú tienes una posición ideológica y yo tengo otra, Uribe. Te deseo feliz año nuevo, a tu familia, a tus hijos que conozco, a tu esposa, a tu equipo de Gobierno. A pesar de lo que he dicho ¡feliz año nuevo!”.
Y va a las raíces del mal, afincado en su proverbial sinceridad: “Desengánchate, Uribe, de Estados Unidos, que no quiere la paz para ustedes los colombianos, ni para nosotros. Mira, si fuera por Estados Unidos harían fiesta en una guerra Venezuela contra Colombia, harían fiesta y nosotros somos hermanos de la misma patria, del mismo padre, de la misma madre. Uribe reflexiona hermano, vamos a trabajar por la paz (…)”.
Sigue en alta, pujante: “el obstáculo más grande que hay en Colombia, que hay en este mundo para abrir la puerta hacía la paz en Colombia se llama el gobierno de los Estados Unidos, que tiene mucho peso en Colombia (…) y Estados Unidos no quiere la paz para nadie, Estados Unidos lo que quiere es dominar al mundo a costa de la muerte, de la sangre, de la guerra”.
Y concluye su mensaje expresándole su respeto a toda Colombia: “a pesar de todas mis crudas palabras, (…) a la Colombia inmensa, infinita, hija como Venezuela de Bolívar y del sueño de un mundo mejor en estas tierras. Les deseo a todos los colombianos y a todas las colombianas el más próspero año 2008 y que sea un año de acercamiento, de reflexión y sobre todo de paz para todos y para todas”.
Por su parte, desde La Habana Fidel continúa pendiente, seguro también de que tales contingencias, de gran impacto mediático, no podrán detener el curso principal de los acontecimientos.
8
En la tarde del 9 de enero de 2008, el canciller Nicolás Maduro me llama para informarme que al siguiente día las FARC entregarán en algún sitio de Colombia a Clara y Consuelo. Pero esta vez, dice, por razones operativas la comitiva solo la integrarían el ministro del interior de Venezuela, Ramón Rodríguez Chacín, la senadora colombiana Piedad Córdoba y la Cruz Roja Internacional.
Minutos después, me informan por teléfono desde la oficina de Fidel en el Consejo de Estado, que el presidente Uribe ha solicitado a nuestro gobierno, que también un representante de Cuba integre la Comitiva. Un hecho explicable por el prestigio de nuestro gobierno y el papel histórico del Comandante en Jefe en las relaciones con Colombia, en especial su perseverancia en contribuir a la paz integral y definitiva.
Chávez acepta de inmediato esa propuesta de Uribe. Y es así que tengo la satisfacción, otra vez, de integrar la comitiva humanitaria y viajar al siguiente día al departamento de Guaviare, en el corazón de la selva amazónica. Allí, por fin, cerca del mediodía del 10 de enero de 2008 una cuadrilla guerrillera de las FARC-EP nos entrega a Clara y Consuelo en un intrincado sitio de la prodigiosa selva. Todo esto, y más, se expone en el libro.
Termino esta nota, evocando un instante alegórico de la Operación Emmanuel, que narré hace 15 años de este modo:
“Fueron muy interesantes los nexos que aprecié entre cada una de las liberadas y varios guerrilleros, estrechos y amistosos, al parecer con aquellos y aquellas que estuvieron más tiempo cerca de ellas. Consuelo y Clara no destilaban odio o rechazo hacia sus ex guardianes. Incluso, al despedirse resultó evidente el afecto de ambas hacia algunos de los miembros de las FARC, sobre todo respecto a las dos jóvenes guerrilleras que antes de partir besaron a las dos liberadas y estas hicieron lo mismo. Una, le dijo sonriente en mi presencia a Clara, después de darle un beso fugaz:
—Que disfrutes al niño, Clarita.
Confieso que ese gesto resultó para mí el más conmovedor de esta despedida singular y antológica. En esa frase espontánea y sincera, capté la maravillosa sensibilidad femenina para comprender el significado que tuvo para Clara parir a su hijo en una circunstancia tan adversa y, después, que le hubiesen quitado al niño sin decirle jamás nada sobre él. ¿Solidaridad... autocrítica?
Clara le respondió sin demora a la guerrillera, creo que estremecida en sus fibras más íntimas:
—Gracias.
Y la besó, también con ternura, desde la transparencia de su Emmanuel”.
Los prólogos suelen usarse para influir en el lector. Se busca alguien con autoridad supuesta o real a quien se le solicita la tarea. A veces quien asume la responsabilidad reitera las ideas y hace una síntesis, aburrida o amena, en ocasiones muy extensa, de la obra, con la cual el lector se ve obligado a leer dos tesis sobre el mismo tema. A mí me ocurre, si estoy muy interesado, que ahorro el prólogo y voy a la obra. Los hay que por el contrario solo leen el prólogo para saber de qué trata el libro.
Este no es mi caso. Más que prólogo, podría llamarlo hago constar. Doy testimonio, a solicitud mía y no de su autor, de lo maravillado que estaba cuando Germán me transmitía en detalle los hechos, directa o indirectamente, por ello le insistí escribiera un pequeño libro en vez de un largo informe. Seguía de cerca cada paso suyo, algunos de los cuales requerían autorización previa.
El autor tenía 13 años recién cumplidos cuando triunfa la Revolución, el 1º de enero de 1959. Inició los estudios primarios en su natal provincia de Pinar del Río y se graduó de sexto grado en una escuela pública de la Habana. El cambio revolucionario de aquel año le facilitó proseguir los estudios en un centro de la capital, donde se gradúa como técnico medio en Economía y Contabilidad. En septiembre de 1963 inició la carrera de Economía en la Universidad de La Habana, donde permaneció tres años. Ante la urgente necesidad de maestros y profesores se le solicita cursar un año como instructor de Filosofía. Comenzó a trabajar con ese carácter en la Escuela de Psicología, a fines de 1966. Tenía entonces 21 años.