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La figura del Che enmarca una paradoja de mitos respecto a su imagen que ha ocasionado ciertos enigmas y mistificaciones producidas por el sistema capitalista —para ellos un ser originador de violencia revolucionaria y un arcaico comunista— a través de la prensa internacional que ha sabido manipular desde los mass media a la industria cultural, pues el Che ha sido y es un referente primordial en las luchas de cambios sociales en muchos países. Los aportes del Che a la teoría revolucionaria se miden por el impulso estratégico y perdurable de su aporte en la mutación de la sociedad contemporánea. El presente ensayo es confeccionado desde el análisis del pensamiento de Ernesto Guevara y las publicaciones negativas o positivas en torno a su vida, donde el autor desmiente estos escritos que a raíz de su desaparición física se han realizado para tergiversar su vida e ideales. Por tanto consagrar la obra del Che no es consignarla en un mito o un enigma, cuando el expresó: "No soy un libertador. Los libertadores no existen. Son los pueblos quienes se liberan a si mismos".
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Germán Sánchez Otero. Licenciado en Sociología. Fue profesor de la Universidad de La Habana y de la Universidad Católica de Chile. Ha impartido conferencias y participado en eventos científicos-sociales en varios países de América Latina, Europa y Norteamérica. Ha publicado en diversos países ensayos, artículos, prólogos, reseñas, entrevistas, testimonios y crónicas sobre temas históricos, políticos, sociológicos y económicos; además una novela testimonio. Algunos de sus títulos son: Diez reflexiones sobre el imperialismo (1991); Permiso para opinar sobre Cuba (2004); Abril sin censura (2012) y Hugo Chávez y la resurrección de un pueblo (2014). Entre los numerosos reconocimientos recibidos destacan la Orden Libertador de la República Bolivariana de Venezuela, que le impuso el presidente Hugo Chávez, y la Medalla al Valor Calixto García, de la República de Cuba. Fue embajador de Cuba en Venezuela entre 1994 y 2009.
Edición para e-book: Ailenis Hernández Díaz
Composición para e-book: Irina Borrero Kindelán
Diseño de cubierta: Deguis Fernández
© Germán Sánchez Otero, 2008
© Sobre la presente edición:
Editorial de Ciencias Sociales, 2015
ISBN 979-959-06-1561-0
Estimado lector le estaremos muy agradecidos si nos hace llegar su opinión, por escrito, acerca de este libro y de nuestras ediciones.
Instituto Cubano del Libro
Editorial de Ciencias Sociales
Calle 14 no. 4104 entre 41 y 43, Playa, La Habana, Cuba
Presentación
Parte I : Che: su otra imagen
Capítulo 1. El mito, sin enigmas
Capítulo 2. ¿Cómo se convirtió el Che en mito?
Capítulo 3. Las biografías
3.1 La más perversa biografía
3.2 Biografía del aventurero
3.3 Una biografía en 45 días
3.4 Un biógrafo que lo “admira”
3.5 Che, psicoanalizado
3.6 Biografía periodística
3.7 Una biografía sincera
3.8 Biografía desde el “socialismo real”
3.9 Biografías recientes: continuidad y aportes
3.10 Visión de conjunto sobre las biografías
Capítulo 4. ¿Enigmas o fisuras entre Fidel y el Che?
Capítulo 5. Imagen en la prensa
5.1 Referencias al “mito”, la “leyenda”, el “fantasma”
5.2 Defensor inflexible de la Revolución armada, de la violencia sin importar el costo en sangre, exacerbador del odio entre los hombres
5.3 Referencias a la muerte del Che
5.4 La decisión de abandonar Cuba y emprender la acción revolucionaria en Bolivia, fue consecuencia de su frustración como ministro y de las discrepancias con Fidel y la URSS
5.5 La muerte del Che significa el fin de las guerrillas en América Latina
5.6 Un dilema: discrepancia ideológica, pero ¿respetar su figura?
5.7 Referencias al pensamiento del Che
Capítulo 6. Resumen valorativo: desde su muerte física hasta la actualidad
Capítulo 7. La revolución social
7.1 Estrategias y tácticas para alcanzar el poder
7.2 ¿Se inmoló el Che en Bolivia?
7.3 Tergiversaciones sobre la revolución social
7.4 Aproximación a las verdaderas ideas del Che sobre la revolución social
Capítulo 8. Economía y transición socialista
8.1 La polémica que mostró la coherencia socialista del Che
8.2 Democracia y Socialismo
8.3 La formación del hombre nuevo y el desarrollo económico
8.4 Apuntes críticos a la Economía Política
8.5 Un comentario final
Parte II : El internacionalismo del Che
¿Por qué es universal el Che?
Deber y necesidad
Un soldado de América
Internacionalismo en y desde Cuba
¿Cómo deben ser y actuar los colaboradores cubanos en otros países?
El valor de la solidaridad que Cuba recibe
Imperialismo, internacionalismo y liberación
La paz, la liberación y el internacionalismo
La unidad de los pueblos y el internacionalismo
Respeto a la autodeterminacióny la soberanía
Patriotismo y luchacontinental
Internacionalismo, socialismo y el hombre nuevo
Bibliografía
Che Guevara es solo el otro nombre
de lo que hay de más justo y digno
en el espíritu humano
José Saramago
¿Cuál es el secreto del interminable renacer del Che? ¿Hasta cuándo durará ese furor planetario en torno a su figura?
El Comandante Ernesto Guevara devino hombre primordial de nuestra época, en los años sesenta del pasado siglo. La magia procedente de su historia y personalidad suscitó un paradigma nunca antes, ni hasta hoy visto.
¿Cuál Che? Esta podría ser la pregunta a formular, antes de leer cualquiera de los miles de ensayos, biografías y artículos publicados en torno a Ernesto Che Guevara.
Pocas figuras del sigloxxhan generado un interés universal y apasionado, junto a interpretaciones tan diversas de sus ideas y del significado real de su opción de vida. Aún menos son las personalidades que, luego de morir, multiplican su influencia sobre tanta gente disímil y por motivaciones que muchos consideran un enigma.
La sabiduría e imaginería populares lo convirtieron en mito, santo laico, profeta y modelo del ser humano del futuro, en conciencia crítica del capitalismo y también del socialismo. Todo eso y más es el Che.
Desde percepciones diversas, él seguirá presente en los quehaceres emancipadores por venir y será estímulo perdurable en la búsqueda del perfeccionamiento de la sociedad y en la inmensa faena de transformar al hombre-lobo en Hombre Nuevo.
El Comandante Guevara se convirtió, desde hace cuatro décadas, en símbolo y en referente imprescindible para losmilitantes anticapitalistas de todo el mundo, así como en emblema ético para millones de personas, de generaciones y filiaciones doctrinales heterogéneas.
Al despuntar el siglo xxi, el Che es cada vez más venerado. Mientras aumenta en influencia, cautivan sus atributos y alienta con la imagen erguida, sus enemigos de siempre lo distorsionan y le disparan cortinas de humo grisáceo, con el propósito de ensombrecer “al caballero Bayardo”, aludido por la doctora Mirta Aguirre en su hermoso poema “Canción antigua a Che Guevara”:
¿Dónde estás, caballero Bayardo,
caballero sin miedo y sin tacha?
En el viento, señora, en la racha
que aciclona la llama en que ardo.
Sin embargo, ni su ideario ni su biografía ni el significado más hondo de su ejemplo existencial, tan debatidos entre la izquierda y la derecha y en el interior de ambas fuerzas políticas, han sido suficientemente esclarecidos. Más aún, la bibliografía publicada fuera de Cuba referente al Che es escasa en textos iluminadores y vasta en torceduras y confusiones.
Durante los primeros años después de su muerte, fueron casi inexistentes y hoy resultan insuficientes los análisis que asumen una visión totalizadora y veraz de la vida y obra del Che.
Ello, por supuesto, solo pueden cumplirlo cabalmente autores guevaristas, pero en muchos de ellos lo común son las evaluaciones parciales. Seleccionan las dimensiones más resonantes de su vida, mientras acuden a explicaciones sencillas —suerte de consuelo emocional— frente a los filos polémicos de sus aportes, en vez de emprender a fondo el examen de su obra.
Así, en los primeros años después de su muerte, no pocos desde la izquierda y también los defensores del Estado burgués, coincidieron en acercarse al Che desde posturas retóricas, para adorarlo o denostarlo. Más tarde, el silenciamiento fue el ardid utilizado por sus enemigos, cuando advirtieron que en el campo revolucionario muchos prefirieron aquella opción antes que divulgar sus ideas y menos aún afrontar plenamente su estudio.
Por ende, resultó común la tendencia a la disminución de las publicaciones relacionadas con el Che. Hubo unboomentre 1968 y 1971, disminuyeron desde 1972 hasta 1977 y casi no aparecieron nuevos títulos hasta las vísperas del vigésimo aniversario de su muerte, 1987, en que tanto en América Latina como en Estados Unidos y Europa rebrotó el interés por el estudio y el análisis de la vigencia del pensamiento del Che. Ello sucedió, precisamente, en los momentos en que la polémica en torno al socialismo era más ardiente, al calor de la agudización de la crisis del llamado “socialismo real”.
Dos años más tarde, en 1989, se desintegraron, primero, el Muro de Berlín —fetiche del socialismo falaz— y seguidamente, el sistema autoritario y burocrático del socialismo “irreal”.
Murió así un modelo de socialismo, que como muy bien indicó el Che, había comenzado a degenerar desde los años veinte del pasado siglo y acerca del cual, él adelantó proverbiales críticas y advertencias respecto de las causas éticas, doctrinales y de dirección política y económica subyacentes en el curso erróneode aquel.
Sin embargo, ocurre un fenómeno paradójico: en el transcurso de la última década del sigloxx, cuando los enemigos del socialismo cantaban victoria y suponían que también perecería el atractivo mundial en torno a la figura del Che, esta, lejos de sucumbir, cobró más alcance internacional desatándose un amplio despliegue divulgativo y comercial.
Desde 1995, el posible hallazgo de los restos del Che en Bolivia —finalmente ocurrido en julio de 1997— y la aproximación del trigésimo aniversario de su desaparición física en octubre de 1997, estimularon de manera espectacular el interés por él.
En consecuencia, en esos años volvieron a proliferar otra vez las ediciones de viejas y nuevas biografías, de textos suyos o sobre él, unido a millones de reproducciones de objetos diversos con su efigie e identidad. Todo ello, bajo el influjo de un mercado ávido de consumir sus imágenes, pero también de un creciente público ansioso por conocer quién es el Che. Otra novedad muestra este notable interés: en el ciberespacio, surgen miles de páginas web, dedicadas al querido y polémico Comandante.
¿Qué explica esta inagotable presencia del Che en el mundo?
Pareciera confirmarse la interrogante lanzada por el escritor uruguayo, Eduardo Galeano: “¿Por qué será que el Che tiene esta peligrosa costumbre de seguir naciendo?”.
Pregunta oportuna y muy difícil de responder, pues la figura del Che encierra una enigmática paradoja: es al mismo tiempo un producto de consumo masivo en el capitalismo y un referente primordial contra los cimientos de ese sistema.
Más allá de las distorsiones, la leyenda cruza fronteras y alcanzan las nuevas generaciones; suscita pasión, curiosidad, admiración, pues es “el hombre más completo de nuestra época”, según lo definió en elocuente síntesis el filósofo francés, Jean Paul Sartre.
Se trata de que una y otra vez necesitamos al Che para encarar y superar la crisis de valores de la sociedad contemporánea, las inhumanas contradicciones del capitalismo y los cambios unipolares de las relaciones internacionales. Lo requerimos para encontrar opciones diferentes al neoliberalismo, para descifrar los dilemas de la realización individual y social, y en la búsqueda del sentido de la vida. Nos resulta imprescindible ante la decadencia de la axiología occidental, tener al alcance de la mano su ética y espiritualidad, para contrarrestar el materialismo consumista, enajenante y anticivilizatorio, que hace peligrar al género humano. Nos hace falta en las inmensas e inéditas faenas creadoras, que implican forjar un socialismo genuino en el sigloxxi.
En estos sentimientos, razones y urgencias, radica el porqué del renacer pertinaz del Comandante Guevara. Debemos, pues, tomar conciencia y acercamos ante todo al hombre histórico, real, al que más temen sus enemigos y por eso lo ocultan o mitifican con su propia acepción.
Hombre histórico, no significa limitar sus alcances a la década de los años sesenta del sigloxx.Es cierto que ese segmento crucial de nuestra época fue un formidable y singular escenario, donde las virtudes del Che resplandecieron. La gesta revolucionaria cubana y las proyecciones internacionales de esta, le permitieron colocarse a la vanguardia de una generación que en América Latina y el Caribe se lanzó al asalto del poder, y en Europa y Estados Unidos se rebeló en miles de formas contra la cultura dominante, mientras en África y Asia el colonialismo agonizaba y surgían allí diversas alternativas no capitalistas de liberación nacional y también socialistas.
El Che fue intérprete de esos anhelos y el más ejemplar batallador por conseguir tales cambios.
En los años sesenta, tal parecía que el mundo iba a transformarse definitivamente:la era está pariendo un corazón—sentenció el cantautor cubano Silvio Rodríguez—, en su memorable composición. El Che es el símbolo más célebre de ese intento radical de mutación humana, tal vez el más audaz y abarcador del sigloxx, y es también el personaje más integral de ese tiempo, que dio respuesta con su propia existencia multidimensional al reclamo del filósofo Herbert Marcuse en su libroEl hombre unidimensional,una de las obras más famosas de aquella década iconoclasta.
Por otra parte, hay pocas figuras de la historia contemporánea que hayan provocado una suma tan alta y variada de calumnias, distorsiones y prejuicios. Ello expresa también, por supuesto, la medida de su estatura revolucionaria y el impacto social y político de sus ideas y de su ejemplo ético.
Es menester hacer un balance de esta otra imagen del Che: la que surge de las versiones equivocadas y tergiversadoras que se han acumulado en torno a él, en particular con respecto a su pensamiento y biografía. Y urge recuperarlo en primer lugar de la zona de ambigüedades donde ha sido colocado, para asimilar sin prejuicios ni dogmas sus ideas, su historia personal y el proyecto de vida por el que murió.
¿Hemos estado a la altura de los imperativos de esa polémica?
Pienso que la izquierda, a nivel internacional, no ha hecho lo suficiente para contrarrestar las falsificaciones y distorsiones aludidas, de origen burgués, ni tampoco aquellas formulaciones simplificadas y equívocas generadas en el seno del campo revolucionario. Peor aún: no son pocos quienes en ese ámbito resultan víctimas de la ideología dominante, al asumir estereotipos y valoraciones de esta alrededor del Che.
En Cuba, muy especialmente desde 1987, tomó auge el estudio de su vida y obra. Años después, las investigaciones y publicaciones de diversos autores cubanos, colocan a las ciencias sociales de la Isla en la avanzada de los análisis certeros respecto al Che, y que tienen en Fidel su exégeta más cabal.1
1 Relaciono algunas obras del Che que fueron publicadas durante los últimos veinte años, así como otros textos referidos a él, escritos por autores cubanos en ese período. Ver Bibliografía, página 175.
En la actualidad, dos acontecimientos históricos y sus respectivos líderes han colocado al Che como estandarte de ambos procesos revolucionarios: Hugo Chávez en Venezuela y Evo Morales en Bolivia.
El presidente venezolano suele terminar sus discursos con la consigna guevarista: “¡Hasta la victoria siempre!”, y en muchas de sus alocuciones públicas hace citas y referencias al pensamiento político, ético y económico del Che. La imagen del Che tiende a multiplicarse en los actos políticos del pueblo bolivariano y los seguidores de la revolución, en especial los jóvenes, buscan en sus obras aportes que puedan tener vigencia en el propósito de avanzar hacia el socialismo del siglo xxi en Venezuela. Cada vez más los revolucionarios de ese país descubren la ética del Che, sus criterios sobre el burocratismo y la corrupción, la solidaridad internacional y el valor del ejemplo. También se interrogan de cuál modo conciliar las peculiaridades del tránsito hacia el socialismo en Venezuela con las coherentes ideas económicopolíticas del Che, aunque muchas de estas no sean aplicables en la etapa que actualmente vive la Revolución bolivariana.
Por su parte en Bolivia, Evo Morales alude una y otra vez al ejemplo del Guerrillero Heroico y al vínculo suyo con el proceso de cambios que hoy acontece en esa tierra emblemática, en que su pueblo percibe con asombro el porqué de la epopeya del Che en 1967.
En el presente texto, me empeño en develar sin concesiones ni subterfugios, como el Che merece, las numerosísimas versiones sesgadas —a veces monstruosas y otras sutiles— de la biografía, las ideas y la utopía del Comandante Guevara.
Deseo de ese modo contribuir a que se conozcan mejor tales versiones incorrectas —intencionadas o no, de izquierda o de los enemigos— para replicarlas convincentemente y de la mejor forma: divulgándolo más en su propia letra; interpretándolo fielmente, del modo en que él lo hizo con las ideas que le precedieron, con juicio sereno, penetrante e implacable con las tergiversaciones.
Porque el valor de los aportes del Che a la teoría revolucionaria, se mide por el impulso estratégico y perdurable que ellos dieron a a la mutación de la sociedad contemporánea. Ahí radica su vigencia, y en ello hay que centrar el juicio y no en el criterio mecanicista y filisteo sobre cada una de sus ideas o acciones, consideradas de forma inconexa.
Por consiguiente, aquí formulo propuestas de análisis y evaluaciones sobre la extensa obra y la intensa vida del Che, con el ánimo de mostrarlo en su entrañable transparencia: sin enigmas, ni distorsiones.
El libro incluye dos ensayos. El primero,Che: su otra imagense publicó en Cuba dentro de la obra colectivaPensar al Che,en 1989, y posteriormente fue reeditado en Argentina, Bolivia, España, Italia, Cuba y Venezuela. Este primer ensayo,pretende desmitificar la figura del Comandante Guerrillero y encontrar al personaje humano, cierto y real.
Para alcanzar los resultados que exponemos, enChe: su otra imagenfue necesario examinar una extensa bibliografía y determinar los aspectos, conceptos y momentos de la vida del Che más frecuentemente deformados. Se tomaron en consideración distintas cuestiones, entre ellas: la orientación ideológica de los autores, su nacionalidad, la fecha del texto, los aspectos que aborda, el género de la obra y su calidad intelectual.
Tras un proceso de decantación y reordenamiento de la información, procedimos a la evaluación final de la bibliografía, bajo la orientación teórica y el prisma ético del autor, que serán apreciables a lo largo del trabajo.
En primer lugar, se examinan las razones y causas que convirtieron al Che en un mito.
Desmitificar al Che significa acercarnos a él como ser humano, y analizar su vida y sus ideas, sin manipulaciones ni torceduras. Y es también comprender que el Che existe como mito,pues los pueblos necesitan creer en esa transfiguración ideal de ciertos seres excepcionales, quienes les insuflan aliento, esperanza y coraje.
Por ello, me propongo desmitificarlo de las versiones que buscan cortarle las alas a esta Ave Fénix de nuestra época. Y lo hago, sin temor a contribuir a su inevitable remitificación, desde la opción sublime y terca de quienes creemos en un nuevo tipo de ser humano y vemos en el Che un paradigma con savia fecunda capaz de estimular ese afán universal.
En segundo lugar se evalúan las biografías. Seleccioné una amplia y variada muestra de las biografías publicadasdesde diciembre de 1967, pues en ellas se evidencian muchas veces los nudos más reiterados en las interpretaciones mendaces sobre su vida y obra.
Más adelante, se examinan las imágenes y versiones que irradia la prensa,en especial durante los primeros treinta días luego de morir el Che, y en los años posteriores. Allí identificamos una buena parte de las falsedades que serán después comunes y más divulgadas, tanto en los medios de prensa masivos como en obras mayores.
Finalmente, abordamos dos áreas fundamentales del pensamiento del Che, donde se advierten las deformaciones más elaboradas sobre su ideario: la revolución social y la transición socialista.
El segundo ensayo que contiene esta obra, El internacionalismo del Che, fue divulgado en Cuba y Argentina en 1988.
En este se valora, integralmente, la conducta y el pensamiento internacionalista de quien vivió y murió para la humanidad, razón primordial que hoy explica la dimensión ecuménica alcanzada por el Che.
Tal vez el ensayo El internacionalismo del Che sea, a saber, el único trabajo en el que se intenta abarcar todas las dimensiones de su internacionalismo: desde la importancia solidaria que él le atribuye al quehacer cotidiano de un trabajador o un dirigente que cumple con sus responsabilidades en Cuba —para crear y desarrollar un modelo socialista atractivo en la Isla y fuera de ella—, hasta el apoyo leal que deben ofrecer los revolucionarios y los estados socialistas a aquellos pueblos que emprenden el camino de la liberación del dominio imperial. Expresado con las propias palabras del Guerrillero Heroico: el internacionalismo, entendido como un deber y una necesidad.
Ambos ensayos, en especialChe: su otra imagen, fueron revisados, actualizados, corregidos y ampliados para la presente edición.
El Autor
Caracas, junio de 2007
Parte I
Che:
su otra imagen
El potencial movilizador del Che fue captado rápidamente —aún antes de su muerte, en octubre de 1967—, por la industria cultural y propagandística del sistema dominante. A través de una operación ideológica refinada, a finales de los años sesenta del pasado siglo, la industria cultural y los medios de comunicación burgueses transformaron la figura del Che en un mito, con el fin de desvanecer en atributos secundarios —a veces espectaculares— el sentido esencial de su vida y de su pensamiento.
Esa falseada imagen suya fue difundida en formas disímiles y reiteradas; incluso fabricaron diversos objetos de uso personal grabados con su rostro o su nombre, para saturar el mercado y tratar de desgastar su simbolismo. Una de las coartadas implícitas en esa operación ideológica pretendía convertir al mito-Che en una imagen para idolatrar y para satisfacer nostalgias y frustraciones individuales. Se buscó también producir el rechazo y la maldición, acordes con los ingredientes satánicos de ese mito fabricado por sus adversarios.
De otra parte, sectores de la izquierda reaccionaron de manera equívoca después de la muerte del Che: primero lo exaltaron de manera acrítica; más tarde pasaron al culto renacentista del héroe y al rechazo o el olvido de los aspectos clave de su pensamiento, sin estudiar la integralidad de este.
Quienes desde 1967 pretenden reducirlo a una mercancía y lucrar con su imagen, son a menudo los que temen a la reencarnación de sus ideas y ejemplo en las nuevas generaciones. Escritores, periodistas, cineastas y especialistas de imagen y marketing, con posturas adversas a la revolución, buscan desde entonces desviar la atención de la gente hacia un Che adorno y convertido en ícono inofensivo para el status quo prevaleciente.
Así lo evidencia, por ejemplo, Newsweek, “Che vive”, acepta con ironía la revista estadounidense, al insertar esa frase memorable de los sesenta en la portada de su edición del 23 de julio de 1997. En sus páginas, por supuesto, introduce conceptos, versiones y argucias con el afán desvirtuador, característico de casi todos los medios del sistema: matar al verdadero Che.
Lo pintan insensible, implacable, drástico, inflexible, aventurero, un fracasado —salvo una vez—, matizado con ciertos atributos románticos y así venden una visión supuestamente objetiva. Con esa maniobra quieren desnaturalizar al Che, al percatarse de que su fantasma recorre el mundo, muy de prisa. Este fenómeno ideopolítico en torno al Che, también desmiente la tesis de Francis Fukuyama, según la cual con la caída del Muro de Berlín desaparecería la confrontación ideológica y con ello la búsqueda de utopías.
De la epopeya histórica de los años sesenta nació el Che, y también el mito-Che. Las huellas de la vorágine de esa década están en el Che y en ella dejó plasmadas las suyas.
Desde aquellas formidables realidades sociales, se convirtió en un vislumbrador y en un modelo humano del futuro. De ahí su misteriosa presencia. Y por ello no será asombroso que nuevas generaciones lo vuelvan a redescubrir y descifrar, pues muchas de las hondas frustraciones y aspiraciones del mundo en que surgió el revolucionario argentino-cubano siguen vigentes.
El Che fue y es un curador del Hombre y será trascendente, mientras el género humano no supere sus enfermedades seculares. Y después, recibirá por siempre el tributo por sus excepcionales aportes y virtudes.
En las raíces de ese proceso histórico subyacen los orígenes del mito. La mitificación del Che significa la generalización de su figura, de tal modo que sus elementos múltiples, imprecisos e inconexos puedan ser manipulables y satisfacer intereses diversos.1
1El tema del Che-mito es abordado por muchos autores. Un tratamiento inicial acertado fue realizado por Carlos María Gutiérrez enLos motivos del Che, Casa de las Américas, La Habana, 1969.
De tal suerte, el Che verdadero ha sido objeto de muy pocas investigaciones y análisis serios: el generador de preguntas inéditas y temas nuevos, el crítico irreverente de la sociedad burguesa, quien reexaminó sin esquemas los caminos más idóneos de la nueva sociedad, quien discrepó de los dogmas y estimuló la polémica en pos de la verdad, el combatiente ejemplar por su acción y visión internacionalista de la revolución. A ese Che universal se le quiere obviar, silenciar, o peor: se le pretende convertir en un ser excepcional de su tiempo, válido si acaso para aquellas circunstancias o para un futuro lejano; nunca para hoy. Así, el mito-Che fue construido apelando a sus atributos de manera aislada. Se exalta, por ejemplo, la “metamorfosis” médico-guerrillero-estadista-guerrillero y su decisión de abandonar el cargo de ministro para irse a las selvas bolivianas; o sus valores éticos personales y su hermosa y carismática imagen visual.
¿Quién creó ese mito? La pregunta no es ociosa, pues la respuesta nos conduce a una realidad que es necesario identificar para afrontarla correctamente, en esta hora en que —en buen momento— nos acercamos a él para entenderlo mejor: en Cuba y en nuestra América, en el tercer mundo, y en todos los demás territorios.
El mito fue creado tanto por la izquierda como por los aparatos de propaganda burgueses. O mejor, los mitos, pues en rigor hay dos mitos principales, de naturaleza clasista diferente, aunque encierran algunos ingredientes y puntos de encuentro comunes.
La versión de un hombre excepcional, que rompió con su ámbito familiar y con su clase y logró la cúspide de la revolución a golpe de voluntad y aventuras, es un componente del mito positivo. Su imagen de hombre de violencia y aventurero a ultranza, es un ingrediente del mito generado por los medios ideológicos del imperio.
Los adversarios de Cubaafirman que el gobierno de la Isla creó el mito. Otros responsabilizan a la izquierda internacional. ¿Quién lo hizo primero, los seguidores o los detractores del Che? Tal vez sucedió lo mismo que ocurrió con Cristo: sus enemigos lo convirtieron en mito y después este fue recreado por sus seguidores.
El mito que imaginó la izquierda, encierra valores revolucionarios y su reelaboración por las masas populares muchas veces insta a la lucha y promueve la fe en el triunfo. En la tradición oral y axiológica de los pueblos latinoamericanos, la imagen del Che mitificado funciona de esa manera; es el mito, en el sentido histórico y sociológico activador de la gente, que le asignara José Carlos Mariátegui.
Ese mito tergiversado y manipulado puede ser también, sin embargo, tan disolvente del verdadero Che y tan peligroso como el otro. En efecto: un Che adorno, un Che extrahumano, un Che perfecto, válido solo para el futuro, un santo laico para rendirle culto en sus fechas es, incluso, más inofensivo para el orden burgués que su opuesto, en el que se ponen al descubierto la ira y la precariedad de sus adversarios.
En el mito creado por los defensores del sistema dominante, el Che suele ser definido a través de uno o varios personajes históricos; es el Quijote, el Cid, Robin Hood o Garibaldi. Y es el mito de la deformación de las virtudes: la violencia revolucionaria y el odio de clases son transformados en necesidades psicopatológicas.
El mito burgués tiene un factor común: el miedo al Che. Comenzó a surgir, a construirse, antes de su muerte, en las reiteradas veces que la prensa mató al Che y lo identificó conspirando y haciendo la revolución en cualquier parte; el temor a sus movimientos, a sus posibilidades ciertas de desatar un proceso revolucionario de alcances continentales, alimentó entonces la leyenda del Che.
Es curioso que la prensa con esa orientación en los primeros meses después de la muerte del ejemplar guerrillero, culpara a la izquierda de haber creado el mito.2Ello ratifica el sentido positivo y catalizador de la leyenda tejida por los pueblos y, sobre todo, el significado moral y racional del Che símbolo, o sea la versión correcta de su figura, despojada de atributos míticos.
2 Esto queda evidenciado en la compilación de prensa realizada por el Centro Internacional de Documentación (CIDOC), que examinaremos en el capítulo cinco, Editorial Planeta, México D.F., 1996.
No fue casual, por consiguiente, que desde entonces la maquinaria ideológico-cultural del imperialismo se diera a la tarea de sustraer del Che, como de tantos otros héroes, sus fermentos subversivos. Esta operación esterilizante llega hasta asimilar sus “virtudes”, identificándolas con supuestos valores de la sociedad burguesa.
Desarraigado de sus circunstancias y motivaciones de lucha históricas, el héroe se transfigura en una entelequia, un superhombre noble, bueno, aventurero, una efigie que no molesta al sistema dominante. También con el Che se aplicó esa técnica. Su rostro, estampado sobre algunas prendas de vestir, puede entonces exhibirse junto a otras ropas lujosas en cualquier establecimiento comercial. Ese extremo supera al mito, convirtiéndose en una mistificación de su imagen.