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Diccionario de la literatura Cubana IV. R-Z Este Diccionario dividido en cuatro tomos, suma más de 2.000 páginas. Contiene las fichas biográficas de los escritores cubanos más relevantes hasta 1980, año de su publicación. Incluye también entradas dedicadas a géneros literarios y publicaciones (revistas y periódicos). Los trabajos de preparación del Diccionario de la literatura cubana empezaron en 1966 en el Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba. La edición de estos cuatro volúmenes estuvo a cargo de los sucesivos jefes del Departamento de Literatura del Instituto de Literatura Cubana: - Ángel Augier, - Mary Cruz - y Sergio Chaple.Asimismo colaboraron, entre otros: - Jesús Abascal, - Armando Álvarez Bravo, - Roberto Branly, - Celia Martínez Páez, - Manuel Díaz Martínez, - Alberto Rocasolano, - Enrique Saínz de la Torriente, - Adolfo Suárez, - Cintio Vitier, - Fina García Marruz, - Salvador Bueno, - José Lezama Lima, - Salvador Arias - y Rine Leal.Pese, a sus polémicas omisiones de numerosos autores cubanos del exilio, como es el caso de Guillermo Cabrera Infante; o conservadores, como Alberto Lamar Schweyer, durante las últimas décadas este Diccionario de la literatura cubana ha sido el texto de referencia en los estudios sobre la literatura de Cuba.
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Autores varios
Diccionario de la literatura cubana Tomo IV
Barcelona 2020
linkgua-digital.com
Créditos
Título original: Diccionario de la literatura cubana.
© 2020, Red ediciones S. L.
e-mail: [email protected]
Diseño de cubierta: Michel Mallard
ISBN rústica: 978-84-9897-357-0.
ISBN ebook: 978-84-9953-951-5.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.
Sumario
Créditos 4
R 7
S 155
T 277
U 348
V 378
X 482
Y 484
Z 485
R
Ramillete, El (Matanzas, 1879-?). Revista semanal. Comenzó a publicarse el 5 de octubre bajo la dirección de Rafael Otero y Jaime F. Torrens. En su prospecto, que apareció el 12 de septiembre, señala sus objetivos al expresar: «Constantes pues en nuestros propósitos, hemos pensado ofrecer a nuestras bellas matanceras este Semanario que no será más que un Ramillete ideal, compuesto de música, flores y poesía, pero no somos tan egoístas que pensemos ser los únicos que quieran depositar sus flores en este modesto Bouquet, pues todos los escritores de la Isla que nos honren con su colaboración tienen abiertas las columnas de este periódico.» Más adelante, se añade que será un «periódico puramente literario y festivo», que «no admitirá en sus columnas más que artículos humorísticos, revistas de bailes, teatros, paseos y escritos de costumbres». En el ejemplar correspondiente al 27 de marzo de 1880 (no se ha visto otro desde el segundo número de enero) aparecen Rafael Otero y Vicente A. Tomás como directores, y Jaime F. Torrens como editor propietario. A partir del 27 de junio de 1880 deja la dirección Vicente A. Tomás. La revista reflejó la vida cultural de Matanzas en su época. Dio noticias, además, sobre su población y otros progresos de la zona. Publicó poesías, relatos y novelas extranjeras. En sus páginas abundan las crónicas (culturales y sociales), tanto de Matanzas como de La Habana. La propia publicación presenta entre sus colaboradores a Nicolás Heredia, Guillermo Schweyer, Federico Rosado, Álvaro y Alfredo Lavastida, Miguel Garmendía, Bonifacio Byrne, Ildefonso Estrada y Zenea, Augusto Madan, Isidoro García Arias, Francisco Valdés Rodrfguez, Alfredo Hernández, Diego Vicente Tejera, Luis Victoriano Betancourt, Carlos Vinageras, Benjamín Giberga (bajo el seudónimo Natalia). Otras figuras, además de sus directores, aparecieron en sus páginas, entre ellas, Úrsula Céspedes de Escanaverino, Alfredo Torroella, Ramón Vélez, Mercedes Matamoros, Luisa Molina, Carlos Caballero Álvarez, Aurelia Castillo de González, Julio Rosas (seudónimo de Francisco Puig y de la Puente), Cornelio, Raquel, Lábaro, Pseudónimo, Barco y otros. El último ejemplar encontrado corresponde al 17 de abril de 1881.
Ramírez y Rodríguez, Arturo (Manzanillo, Oriente, 15-8-1908). Se graduó de Doctor en Derecho Civil y Público en la Universidad de La Habana. Ejerció la profesión de abogado durante muy poco tiempo. Entre 1932 y 1960 trabajó en la revista Carteles, donde redactó crónicas y entrevistas teatrales. Ha colaborado en Acción, Luz, El País, Social y Verde Olivo. Recibió premios de la agrupación de Redactores Teatrales y Cinematográficos (ARTYC). Viajó por Estados Unidos. Se trasladó a España desde antes del triunfo de la Revolución.
Bibliografía activa
Frente a la vida. Cuentos. Santiago de Cuba, Tipografía Arroyo Hermanos, 1925.
Pasionales. Cuentos. Prólogo De Max Henríquez Ureña. Santiago de Cuba, Casa Editora Arroyo Hermanos [1928].
La Cruz Roja Cubana. La Habana. Alfa, 1938.
Lo que me dijeron sobre la guerra de España. La Habana, La Universal, 1938.
Preinvasión. Desde las entrevistas de El Cairo y Teherán hasta la liberación de Roma. La Habana, Compañía Editora de Libros y Folletos, 1944.
Alma desnuda. Versos. La Habana, Editorial Neptuno, 1945.
Problemas nacionales. Prólogo De Guillermo Alonso Pujol. La Habana, Molina, 1949.
El canto de la alondra (Reportaje de una trayectoria artística). La Habana, Editorial Lex, 1957.
En tono gris. Cuentos. Santiago de Cuba, Talleres Tipográficos El Lápiz Rojo [s. a.].
Bibliografía pasiva
«El homenaje a Arturo Ramírez», en Carteles. La Habana, 24 (24): 48, junio 13, 1943.
Ibarzábal, Federico de. «Arturo Ramírez», en su Cuentos contemporáneos. Recopilación, prólogo y notas de [...]. La Habana, Editorial Trópico, 1937, págs. 177.
Ramiro y Corrales, Mariano (Cádiz, España, ? 1834-La Habana, 8-12-1886). Llegó a Cuba en 1845. Realizó diversos trabajos, como dependiente de peletería, talabartero, cajista de imprenta, mozo de fonda y actor cómico. Regentó el periódico La Aurora de Matanzas. En 1862 se dio a conocer como poeta con la publicación de una letrilla titulada «El día menos pensado». Fue líder obrero. Viajó a Estados Unidos (1880), donde permaneció poco tiempo. Fue concurrente asiduo a las tertulias literarias que se efectuaban en las casas de José María Céspedes y de Nicolás Azcárate. Por sus conocimientos tipográficos llegó a ser director de la imprenta La Propaganda Literaria, casa impresora, en su tiempo, de los billetes de la lotería. Fue colaborador en Razón, Guirnalda Cubana, La Legalidad, El Triunfo y El Fígaro. Publicó en colaboración con José Triay, la colección de versos Ensayos (Cárdenas, Matanzas), Establecimiento Tipográfico El Comercio, 1866). Utilizó los seudónimos Juan Pérez y Ramón María Río.
Bibliografía activa
¡Alza Pilili! Colección de artículos de costumbres humorísticos y mal humorados y poesías entreveradas. Cárdenas (Matanzas), Imprenta El Horizonte, 1871.
Amor y fiambre. Cuento verosímil. La Habana, La Propaganda Literaria, 1880.
Cándido [Lances de todos los días] [sic]. La Habana, La Propaganda Literaria, 1880.
Versos. Con unas cuantas palabras por José Q. Suzarte. La Habana, La Propaganda Literaria, 1880.
Punto final. Versos póstumos. Prólogo de José de Armas y Cárdenas. La Habana, La Propaganda Literaria, 1887; 23 edición La Habana, Imprenta La Universal, 1909.
Bibliografía pasiva
Carbonell, José Manuel. «Mariano Ramiro (1836-1886)», en su La poesía lírica en Cuba. Recopilación dirigida, prologada y anotada por [...]. T. 4. La Habana, Imprenta El Siglo XX, 1928 págs. 26-28 (Evolución de la cultura cubana. 1608-1927, 4).
Triay, José E. «Mariano Ramiro», en La Lotería. La Habana, 2(6): 44, febrero 8, 1885.
Ramos, José Antonio (La Habana, 4-4-1885-Id., 27-8-1946). Llegó a obtener los grados de Bachiller, el del Seminario Diplomático y Consular y el de la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana. A los quince años trabajó como traductor de inglés y, además, en el Departamento de Obras Públicas como mecanógrafo. En 1907 se fue a París, de donde regresó en 1909. Fundó a principios de 1910 la Sociedad de Fomento del Teatro junto con Max Henríquez Ureña y Bernardo G. Barros, secundado por Ramón A. Catalá, Luis Baralt y Peoli y otros intelectuales. En ese año la compañía de Regino López llevó a escena, en el Payret, su sainete A La Habana me voy. Ingresó en la carrera consular en 1911 y fue enviado a Madrid. Calibán Rex, su drama político, fue estrenado en La Habana en 1914 por la compañía de Miguel Muñoz y publicado en Cuba Contemporánea (julio, 1914). Es uno de los fundadores de la Asociación Cívica Cubana (Matanzas, 1914). Ese año pasó a desempeñar el cargo de vicecónsul en Lisboa. Su drama Tembladera obtuvo el premio del concurso de literatura de 1916-1917 de la Academia Nacional de Artes y Letras. Su labor como diplomático continuó en Veracruz, México (1917). Fue enviado a Vigo (1918) como cónsul y después a Nueva York (1919) y a Atenas (1921). En 1922 es cónsul de primera clase en Filadelfia. Su novela Coaybay obtuvo, el Premio Minerva, instituido por el dueño de la librería de ese nombre, señor Valentín García. Participa en la VI Conferencia Internacional Americana celebrada en La Habana (1928). En Filadelfia permanece hasta 1932, en que fue depuesto del cargo por el gobierno de Gerardo Machado. Ejerció además como profesor auxiliar de lengua española en la Universidad de Pennsylvania y completó sus estudios en literatura Porteamericana y de técnica biblioteconómica. Al caer el gobierno de Machado, pasó a Génova como cónsul general en 1934 V después, en ese mismo año, a Veracruz. Tramita en 1935 su expediente de jubilación, que nunca llegó a disfrutar. Laboró en la Secretaría de Estado desde 1936, donde desempeñó diversos cargos y donde se le designó la responsabilidad de asesor para organizar y clasificar su biblioteca. Estuvo, en comisión en la dirección de la Biblioteca Nacional (1938-1946), para la cual tradujo y adaptó las tablas de clasificación Dewey, que fueron aceptadas por el I Congreso Internacional de Archiveros, Bibliotecarios y Conservadores de Museos del Caribe, celebrado en La Habana (1942). Como crítico, publicó artículos desde Madrid para La Prensa, crónicas de teatro en La Noche, conferencias en Social y en Revista de La Habana. Colaboró, además, en Cuba Contemporánea, El Fígaro, Cervantes, Revista de Avance, El Siglo, Noticias de Hoy, Revista Bimestre Cubana, Información, El Comercio, Letras, Gaceta del Caribe, El Sol, El Mundo y otras publicaciones. Entre las obras dramáticas que escribió están Hacia el ideal, drama; De las Villas a La Habana, sainete; Cuando el amor muere, comedia mundana en un acto que fue insertada junto con Liberta. Es autor de La penaduría corporativa (Proyecto de reforma constitucional) (La Habana, Imprenta El Siglo XX, 1914). Al morir ostentaba el cargo de cónsul general de la República. Utilizó los seudónimos El Capitán Araña y Pancho Moreira jr.
Bibliografía activa
Almas rebeldes. Drama en cuatro actos. Barcelona, Librería de Antonio López, 1906.
Una bala perdida. Drama en tres actos. Barcelona, A. López 1907.
2.ª edición.
Una bala perdida [y] La hidra. LaHabana, Imprenta de la Compañía Cinematográfica Cubana, 1908.
La hidra. Drama en tres acto. La Habana, Imprenta de la Compañía Cinematográfica Cubana, 1908.
Humberto Fabra [Novela] París, Gemler Hermanos [1908]. 2 T.
Nanda. Alta comedia en tres actor. La Habana, Imprenta de la Compañía Cinematográfica Cubana, 1908.
Liberta. Novela escénica en cuatro jornadas. Carta-prólogo de Jacinto Benavente. Madrid, Imprenta y Librería Médica Casa Vidal, 1911.
Entreactos [Colección de artículos]. La Habana-Madrid, Ricardo Veloso, editor- [Imprenta Helénico], 1913.
Satanás. Drama en un prólogo y dos actos. Madrid. Imprenta Helénico, 1913.
El hombre fuerte. Drama en tres actos. Madrid, Imprenta Artística, 1915.
Manual del perfecto fulanista, apuntes para el estudio de nuestra dinámica político-social. La Habana, Jesús Montero, 1916.
Tembladera. Drama en tres actos. La Habana, Imprenta El Siglo XX, 1918.
Coaybay. Novela. La Habana, Imprenta El Siglo XX, 1926; prólogo de Imeldo Álvarez García. Apéndice «Las impurezas de la reglidad», por José Antonio Portuondo. La Habana, Editorial Arte y Literatura, 1975.
Las impurezas de la realidad. Novela, Barcelona, Tipografía Cosmos, 1929.
En las manos de Dios. Drama en un prólogo y dos actos. México, Botas, 1933.
Panorama de la literatura norteamericana (1600-1935). México, Eda. Boca, 1935.
Caniquí. Trinidad, 1830. La Habana, Cultural, 1936; 24 edición La Habana, Consejo Nacional de Cultura, 1936;.
La voz nueva de América. Discurso de ingreso, leído por el doctor [...], miembro electo de la Sección de Literatura, en la sesión celebrada el día 21 de junio de 1937. Discurso de contestación por el doctor Antonio Iraizoz, miembro de la Sección de literatura. La Habana, Molino [1937]; prólogo de Noel Noveno. La Habana, Editorial Arte y Literatura, 1975.
Cartillas del aprendiz de bibliotecario. Ceiba del Agua (La Habana), Imprenta Escuela del Centro Superior Tecnológico del I. C. M., 1941-1942. 3 T.
El traidor. La leyenda de las estrellas. La recurva. (Teatro). La Habana, La Verónica, 1941.
Manual de biblioeconomía. Clasificación decimal, catalogación metódico-analítica Y organización funcional de bibliotecas. La Habana, P. Fernández, 1943. FU-3001.
Comedia dramática en tres actos. La Habana, Editorial Lex, 1944.
A los queridos amigos de la Sociedad Amigos de la Biblioteca Nacional [La Habana, 1945] [Texto mimeografiado].
Cartillas de aprendiz de bibliotecario. 1 (Clasificación). 2.ª edición, Ceiba del Agua, Sección de Artes Gráficas de Centro Tecnológico del I. C. M., 1945.
Bibliografía pasiva
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«Evocación de José Antonio Ramos» en Revista Iberoamericana. México, D.F., 12 (24): 251-261, junio 30, 1947.
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Troncoso, Arturo. «Una novela cubana» [Sobre Las impurezas de la realidad], en Atenea. Concepción (Chile), 9, 22 (93-94): 374-376, noviembre-diciembre, 1932.
«Panorama de la literatura norteamericana (1600-1935), por José Antonio Ramos», en Revista Cubana. La Habana, 3 (7): 144-137, julio, 1935.
«Caniquí, novela de José Antonio Ramos», en Atenea. Concepción, 13, 36 (137): 218-221, noviembre 1936.
Valdés Rodríguez, José Manuel. «Tembladera, un éxito del Teatro Popular» en El Mundo. La Habana, 40 (13 434): 8, septiembre 5, 1943.
«José Antonio Ramos», en El Mundo. La Habana, 45 (14 373): 15, agosto 29, 1946.
«José Antonio Ramos y el teatro en Cuba», en Universidad de La Habana. La Habana, (70-72): 194-203, enero-junio, 1947.
Valle, Adrián del. «Almas rebeldes, Una bala perdida, por José Antonio Ramos», en Cuba y América. La Habana, 10, 23 (20): 350, mayo 25, 1907.
Velasco, Carlos de. «José Antonio Ramos», en Cuba Contemporánea. La Habana, 2, 4 (2): 154-155, febrero.1914.
Velázquez, José Sergio. «La novelística de José Antonio Ramos», en El Mundo. La Habana, 36 (1 292): 13, noviembre 3, 1936.
Ramos, Sidroc (Sancti Spíritus, Las Villas, 27-8-1926). Residió en Guantánamo, Oriente, donde terminó el bachillerato (1945). Jefe de la plana internacional del periódico Noticias de Hoy (1951-1953). Fue director de la Escuela de Instrucción Política del Partido Socialista Popular (1955-19.58). En 1958 se incorporó a la Columna 8, del comandante Ernesto Guevara, en el Escambray, donde alcanzó el grado de capitán del Ejército Rebelde. En las F. A. R. fue profesor de oficiales. Trabajó en su Departamento de Instrucción Revolucionaria (19591962). Tomó parte en la conferencia de Punta del Este (Uruguay, 1961). Fue, además, director de la Ciudad Escolar «Camilo Cienfuegos» (1962-1965), rector de la Universidad Central de Las Villas (1965-1967) y director de la Biblioteca Nacional José Martí (1967-1973). Ha viajado por Egipto, los países socialistas de Europa, Europa occidental, Brasil. Ha colaborado en Última Hora, Cuba Socialista, Verde Olivo, Bohemia, Islas, Unión y Signos, así como en publicaciones extranjeras. Es director de la sección de países socialistas en el MINREX desde 1973.
Bibliografía activa
Cuadragésimo año [Poesía]. La Habana, UNEAC, 1970.
Razón, La (La Habana, 1870-?; 1876-?). En la página 74 de su trabajo «Los orígenes de la prensa en Cuba» —aparecido en la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí (La Habana [3.ª época] 2 (14): 67-89, enero-diciembre, 1960)—, José Rivero Muñiz señala: «El primer número de este “semanario de literatura y bellas artes” vio la luz el día 11 de diciembre de 1870, apareciendo como su director José de Jesús Márquez —el campeón del cooperativismo en sus primeros tiempos—. Más tarde el propio [Saturnino] Martínez se encargó de la dirección y no tuvo más remedio que dar la cara a sus enemigos.» Agrega Rivero Muñiz que Saturnino Martínez publicó «... en las columnas de La Razón muchas de sus poesías y los trabajos en prosa y versos de sus amigos y colaboradores Francisco M. de Acosta, Francisco de P. Gelabert, Julio Rosas [seudónimo de Francisco Puig y de la Puente], Carlos Rafael, Fernando Urzáis, Gerónimo Sanz y Gabriel Zendeguí [sic], en su mayoría figuras bien conocidas en la literatura patria gracias a sus indiscutibles méritos»; para concluir señala «que en su primera etapa no disfrutó de larga vida y que fue un periódico esencialmente obrero». El 23 de julio de 1876 reapareció como «Periódico de literatura, ciencia, artes, mercantil, noticias y anuncios», bajo la dirección de José de Jesús Márquez. Salía semanalmente. En su prospecto expresa que «... no hemos titubeado en aceptar la idea de dar a luz un periódico que lleva por lema moralidad e instrucción». Desde el tercer número (que apareció con fecha 20 de agosto, luego de no publicarse desde el 30 de julio) cambió su subtítulo por el de «Semanario económico mercantil, de ciencias, literatura y noticias. Dedicado a los artesanos», y a partir del ejemplar correspondiente al 5 de enero de 1879 toma el de «Semanario político dedicado a los artesanos». Reflejó en sus páginas los problemas, actividades, huelgas e intereses de los artesanos. Además, brindó amplias noticias sobre la economía del país y sobre el movimiento obrero mundial. En general, sus poesías, cuentos, noticias, artículos y otros trabajos fueron dedicados a los trabajadores y a la mujer humilde. Además, presentó trabajos sobre crítica literaria o libros publicados recientemente. Hizo énfasis en reflejar la prensa de su época. Colaboraron en sus páginas Saturnino Martínez, Antonio Sellén, Ángel Mestre y Tolón, Aurelia Castillo de González, José Fornaris, F. A. Pérez Carrión, José E. Triay, Ramón VéIez Herrera, Luis Victoriano Betancourt, Alfredo Torroella, Teodoro Guerrero, Emilio Blanchet, Mariano Ramiro, Francisco de Figueroa, J. Fernández Tripland, José Manuel Gutiérrez Zamora, Juvenal, Harmodio, Violeta, El artesano, El tabaquero, Heliana y otros. El último ejemplar (número 385) corresponde al 30 de diciembre de 1883.
Bibliografía
Roigs, E. «La Razón», en La Razón. La Habana, (44): 3, junio 2, 1877.
Real Seminario de San Carlos y San Ambrosio En sus orígenes, este establecimiento religioso-docente fue llamado Colegio de San Ambrosio, establecido en 1689 por el obispo Diego Evelio de Compostela con el fin de educar a doce niños pobres para posteriormente hacerlos sacerdotes. El sucesor de Compostela, don Jerónimo Valdés, llegado a La Habana en 1707, mejoró notablemente el Colegio al dotarlo de nuevas cátedras como las de filosofía, moral y cánones. El colegio adquirió el rango de seminario, con el nombre de Colegio Seminario de San Carlos, por el del monarca español Carlos III. Una vez expulsados los jesuitas de La Habana en 1767, el Colegio ocupó el edificio que éstos habían edificado, y ya a partir de 1773, gracias a la iniciativa del obispo Santiago José de Hechayarría, se convirtió en Real Seminario de San Carlos y San Ambrosio. Los mayores progresos que alcanzó esta verdadera institución cultural se lograron cuando el obispo Juan José Díaz de Espada y Landa se hizo cargo del arzobispado en 1802, cargo que desempeñó hasta su muerte en 1832. Introdujo el obispo un gabinete de física, clases de esta ciencia, así como de química y botánica. Se convirtió así, como señala Emilio Roig de Leuchsenring en la página 181 del tomo 3 de su obra La Habana. Apuntes históricos (La Habana, Consejo Nacional de Cultura, 1964) «en establecimiento de enseñanza general, y de la más alta calidad, no meramente eclesiástico, haciéndole vivir [el obispo Espada] su período más brillante y trascendental para el desarrollo de nuestra cultura, hasta el punto de que habiendo sido fundada con anterioridad la Universidad de La Habana, por muchos años fue el Seminario el centro principal del saber en Cuba, el más docto a la vez que el más progresista, excepcional así por la excelencia y novedad de sus enseñanzas como por la extraordinaria ilustración y la apostólica consagración de los grandes maestros que en él profesaron...» En efecto, ocuparon cátedras en el Real Seminario, entre otros destacados intelectuales y pensadores cubanos, el padre José Agustín Caballero, Félix Varela —quien además de desempeñar la cátedra de Filosofía se ocupó de la de Constitución, creada a iniciativas de la Sociedad Económica de Amigos del País en 1820, como consecuencia de haber sido restablecida en España la Constitución liberal de 1812—, José Antonio Saco, quien reemplazó a Varela en la cátedra cuando éste fue a España como diputado a Cortes; José de la Luz y Caballero, Nicolás Manuel Escobedo y Bemardo O’Gavan. Posteriormente, el seminario fue estrechando los amplios marcos culturales que había logrado alcanzar y su carácter se redujo a lo que fue en sus inicios; o sea, un establecimiento dedicado a la preparación de sacerdotes.
Bibliografía
Bachiller y Morales, Antonio. «Real Colegio de San Carlos y San Ambrosio de La Habana», en su Apuntes para la historia de la letras y de la instrucción pública en la isla de Cuba. T. 1.
«Bibliografía de Antonio Bachiller y Morales», por Vidal Morales y Morales. La Habana, Academia de Ciencias de Cuba. Instituto de Literatura y Lingüística, 1965, págs. 283-296.
Rosain, D. «La Habana antigua. Seminario San Carlos», en Cuba y América. La Habana, 15 (31): 11, julio 6, 1912.
Realismo Más que una escuela literaria enmarcada en determinado período histórico, el realismo resulta una constante en nuestra literatura y particularmente en su narrativa, en cuyas primeras manifestaciones aparecen elementos realistas que, al coexistir con otros propios del romanticismo, tornan espinosa la clasificación al investigador literario. De este modo, junto a obras como Matanzas y Yumurí (1837), de Ramón de Palma, Antonelli (1839), de José Antonio Echeverría, o los primeros relatos de Cirilo Villaverde —todas de muy marcado sabor romántico»—, encontramos otras en que los elementos realistas van haciéndose sentir. Así, en novelas de indudable filiación romántica como El cólera en La Habana (1838) y Una Pascua en San Marcos (1839), del propio Palma, Sab (1841), de Gertrudis Gómez de Avellaneda, y muy especialmente en Francisco de Anselmo Suárez y Romero —concluida en 1839, pero no publicada hasta 1880—, donde la idílica presentación de los desgraciados amores de Francisco y Dorotea contrasta con las escenas de la penosa vida de los esclavos en los barracones y los castigos inhumanos que les eran infligidos por parte de sus mayorales, descritas con gran crudeza. Esta coexistencia de elementos de ambas normas estéticas —la romántica y la realista—, que tan tempranamente se inicia, caracteriza buena parte de nuestra narrativa decimonónica y perdura hasta los inicios del presente siglo, como se aprecia en las novelas de Álvaro de la Iglesia (Una boda sangrienta; o, El fantasma de San Lázaro, 1900; La bruja de Atarés; o, Los bandidos de La Habana, 1901, etc.), en las del propio Martín Morúa Delgado (La familia Unzúazu, 1901) con caracteres similares a los de Sofía, (de 1891), introductor entre nosotros del naturalismo francés, o en las de Emilio Barardí (Vía Crucis, 1910-1914; Doña Guiomar, 1916-1917).
Mas, hecha esta observación fundamental, resulta incuestionable que dadas la influencia imperativa de las distintas literaturas, que fue dejándose sentir en nuestro medio, y en especial la coyuntura histórica particular condicionadora de la producción literaria cubana en el siglo XIX, a partir de la segunda mitad de ese siglo la narrativa fue encaminándose cada vez más decididamente por la senda realista, al punto de que sus obras más logradas constituyen en ocasiones verdaderos documentos de valor inapreciable para la comprensión plena del proceso evolutivo del pensamiento político y de las costumbres de nuestro pueblo.
Acontece, pues, que como consecuencia del agudizamiento de las contradicciones en el seno de la sociedad y del paulatino despertar de la conciencia nacional, forjado por Pensadores de la talla de Félix Varela, José de la Luz y Caballero o José Antonio Saco —quienes sin alcanzar a explicarse científicamente la verdadera causa de los males que afligían a Cuba adquirieron conciencia de ellos, los denunciaron en sus escritos y supieron preparar el camino para la acción libertadora de las generaciones venideras—, la actitud de los escritores se hace cada vez más radical y se enfocan día a día con mayor rigor crítico los problemas nacionales. Ejemplo elocuente de la gran repercusión que produjo en la conciencia social la Memoria sobre la vagancia (1832), de José Antonio Saco, lo constituye la novela de José Antonio Betancourt Una feria de la Caridad en 18...-(1856), también ligada a moldes románticos en la que se describe con acierto la sociedad camagüeyana de la época de El Lugareño (seudónimo de Gaspar Betancourt Cisneros). Esta toma de conciencia de nuestra cubanía, esta indagación en nuestro modo de ser se irá expresando, paralelamente a la narrativa, a través de la obra de los mejores escritores costumbristas (El Lugareño, José Victoriano Betancourt, Luis Victoriano Betancourt, José María Cárdenas y Rodríguez, Francisco de Paula y Gelabert). Ésta encuentra su expresión de conjunto más acabada en las colecciones Los cubanos pintados por sí mismos (1852) y Tipos y costumbres de la Isla de Cuba (1881), ilustradas ambas por Víctor Patricio Landaluce (véase Costumbrismo).
En la narrativa, junto al folletín romántico del corte de las novelas de Eugenio Sue, como Los misterios de La Habana (1879), de Pedroso de Arriaza, va surgiendo una literatura más honda, más cardinalmente enraizada en la problemática nacional, que irá hurgando en nuestra realidad por distintas vías. Así, aunque languideciendo, continúa cultivándose la novela antiesclavista. En 1875 publicará Antonio Zambrana en Chile El negro Francisco, inspirada en la novela de Anselmo Suárez y Romero. Francisco Calcagno escribió Romualdo o uno de tantos (1891), secuestrada por el gobierno español, y Julio Rosas (seudónimo de Francisco Puig y de la Puente), La campana del ingenio (1883-1884). Son todas ellas novelas de escasa o nula calidad literaria, que nada añaden a lo mucho que habían aportado en esa directriz con anterioridad Suárez y Romero y la Avellaneda. De mucha mayor importancia al resulta la aparición de una novela que con negros tintes y en forma satírica irá desarrollando un tema —el súbito encumbramiento de un personaje por vías inescrupulosas— que constituirá una verdadera denuncia del estado de corrupción social imperante Entre los escritores de cierta importancia a Ramón Piña, con sus novelas Gerónimo el honrado (1857) e Historia de un bribón dichoso (1860), el que inaugura este tema; lo continúa un escritor mejor, Nicolás Heredia, en su primera novela Un hombre de negocios (1883); lo culmina Ramón Meza, autor de una de las novelas más logradas escritas entre nosotros en el siglo XIX: Mi tío el empleado (1887).
Pero la obra que sintetizaría las corrientes principales de nuestra novelística del siglo XIX y vendría a darnos una visión totalizadora de la sociedad reflejada en ella (1812-1831), es Cecilia Valdés (1882), de Cirilo Villaverde, quien resulta el autor que mejor ejemplifica en su obra la conjunción de elementos románticos y realistas que hemos dejado señalada. Esta unión de elementos se observa en novelas como La joven de la flecha de oro (1841), El guajiro (1842), La peineta calada (1843), Dos amores (1843), El penitente (1844), La tejedora de sombreros de yarey (1844-1845) y sobre todo Cecilia Valdés, verdadero centro de su obra novelística, que pese a toda la suerte de reparos imputables es el más realista tableau de la sociedad decimonónica cubana que nos haya sido legado por nuestras letras.
Con Amistad funesta (1885), de José Martí, hace su aparición el modernismo en la novela de habla hispana. Seis años más tarde lo hará el naturalismo entre nosotros con Sofía, de Martín Morúa Delgado. A lo largo del siglo XX se irán sucediendo los distintos «ismos» literarios, pero el carácter realista de nuestra narrativa permanece como una constante, aunque no han faltado incursiones en el campo de la literatura puramente imaginativa, por lo general desasida de su circunstancia social, como es el caso de la cuentística de Arístides Fernández, de los narradores del Grupo Orígenes, de los cultivadores de la llamada «ficción científica», ya en el período revolucionario. En nuestros días ha teorizado en defensa del realismo el más importante de los narradores cubanos contemporáneos, Alejo Carpentier, quien en el prólogo de su novela El reino de este mundo (1949) opone al llamado «realismo mágico» su concepción de lo «real maravilloso». La casi totalidad de los creadores, entre los cuales se cuentan aquellos que pertenecen a los más jóvenes promociones de escritores, producen obras de filiación decididamente realista y no desdeñan la ganancias aportadas por el desarrollo evolutivo de los distintos géneros en el presente siglo el ensanchamiento de la concepción del realismo.
Recreo Literario (La Habana, 1837-1838). Colección escogida [sic] de novedades científicas, cuadros históricos, artículos de costumbres y misceláneas jocosas con el título de [...]. Publicación que corresponde a la segunda serie de la Biblioteca selecta de amena instrucción. Comenzó la salir en el segundo semestre de 1837, dirigida por Mariano Torrente. Publicó doce tomos. Esa su prospecto, el director define la revista al expresar: «Que presumiendo que por haber recargado de demasiada doctrina mi primera empresa, desearán mis lectores no tener que fatigar tanto su entendimiento en la segunda i [sic] recibirla más bien como objeto de deleite que como sería meditación, adaptaré de preferencia artículos de costumbres, que son el espejo de la vida; cuadros históricos, que son la mejor escuela del hombre, variedades teatrales que son en el día el tipo de buen gusto: i [sic] misceláneas jocosas que disipan el mal humor aún del más tétrico misántropo, sin dejar de sembrar de trecho en trecho sustanciales semillas de instrucción científica i [sic] literaria.» Añade, además: «... podré tener a mis lectores al corriente de cuanto se publica de más interesante en toda la Europa culta, ahorrándoles el ímprobo trabajo, i los inmensos gastos que sufrirán si quisieran recurrir a las fuentes originales [sic]». La revista cumplió sus propósitos, pero nunca trató sobre temas cubanos. Muchos de sus trabajos o artículos fueron reproducciones de la prensa extranjera. Termina su salida con el tomo 12, en el cual publicó su índice general.
Bibliografía
Almaviva, seudónimo de ? «Recreo Literario», en El Noticioso y Lucero. La Habana, 5 (308): [2] noviembre 5, 837.
LL. EE. «Recreo Literario por don Mariano Torrente. Cuaderno tercero», en El Noticioso y Lucero. La Habana, 5 (336): [3] diciembre 4, 1837.
«Recreo Literario [...]», en El Noticioso y Lucero. La Habana, 6 (18): [2-3] enero 18, 1838.
Varios suscriptores. «Comunicados. Recreo Literario por don Mariano Torrente», en Diario de La Habana. La Habana, (221): 1-2, agosto 9, 1838.
Redención (La Habana, 1932-1933; 1935; 1946-[1947?]). Órgano oficial de la Milicia Martiana Nacional. Revista. Empieza su segunda época, con una periodicidad mensual, en septiembre de 1946, bajo la dirección de Ángela Grau Imperatori. Antonio Llano Montes fungía como jefe de redacción. En el «Editorial» de ese primer número se expone que «vio la luz por primera vez en 1932 y continuó publicándose en 1933; surgió de nuevo en el exilio después de la “huelga de marzo de 1935». Su propietario y fundador, Vicente Grau Agüero, la inscribió al nacer como “Vocero que luchará por la abolición de la Enmienda Platt” y hoy vuelve a publicarse». No se ha podido consultar ningún ejemplar anterior a 1946. Era una publicación variada en la que predominaban los trabajos sobre Martí y temas históricos, aunque incluía también la actualidad nacional, deportes y artículos sobre educación, literaturas, arte y notas culturales. Publicó poemas de Bonifacio Byrne y de Miguel de Varona. Colaboraron en sus páginas Gustavo Torroella, Raimundo Lazo, Herminio Portell Vilá, Mariano Florit, Roberto Garriga, René Ray Rivero, Surama Ferrer, entre otros. El último ejemplar encontrado (número 12 de la segunda época) corresponde a agosto de 1947.
Reflejo, El (La Habana, 1856). «Publicación semanal de literatura, con litografías», se lee en la cubierta correspondiente a la quinta entrega, que tiene fecha 8 de octubre de 1856. Fueron su director y editor, respectivamente, Fernando Pié y Faura y M. de San Pedro del Álamo. Las restantes entregas que forman la colección revisada no poseen cubierta, por lo que no puede determinarse con exactitud la fecha en que comenzó a publicarse, aunque se supone que haya sido con posterioridad al 30 de agosto de dicho año, fecha que aparece al pie de la «Introducción»» con que se abre la primera entrega. En ese texto introductorio se señala: «Ya dijimos en el prospecto de esta publicación los nombres de los conocidos escritores de quienes esperábamos esas útiles y bellas concepciones que, con muestras de honroso aprecio, acogen siempre los amantes del talento, en los diversos periódicos que se dignan proteger, y hoy podemos asegurar la cooperación que tanto anhelábamos, para el buen logro de nuestras ideas. El dulcísimo Mendive nos regalará sus blandos himnos: Vélez, el decano de los poetas de Cuba, nos cederá sus inspiradas odas y sus fáciles romances: Luaces, que con tanto ardor estudia a Anacreonte, nos escribe las ligeras estrofas que se consagran a Baco y al Amor [...].» Y continúan nombrando otros colaboradores, como «...Felicia Auber de Noya, Poey, Lembeye, Costales, Zambrana, Guridi y otros [...]». Publicó poemas, cuentos, artículos morales, notas biográficas, apuntes sobre viajes y trabajos traducidos del inglés. Además de los colaboradores que anunciaban, quienes efectivamente publicaron allí sus trabajos, figuran las firmas de Antonio Sellén, Rafael A. Toyrail, Tristán [de Jesús] Medina y Felipe López de Briñas. Al final de la última entrega revisada (que suponemos sea la cuarta), se dice en una nota firmada por Pié y Faura, fechada el 26 de octubre de 1856: «Convencidos con el señor Editor o único dueño de este periódico, del cual nos encomendó la dirección y redacción solamente, por cuatro entregas, cuyo número se completa en la presente, y las que continuará dando a luz más adelante por hallarse en la actualidad entendiendo en asuntos de importancia que reclamen su presencia en diversos puntos retirados de esta ciudad, causa por la que nos abstuvimos hasta ahora de consagrar nuestras tareas a otra publicación de nuestra exclusiva [sic] propiedad y de la misma especie titulada El Mensagero [sic], esperamos que los Sres. suscritores [sic] de El Reflejo admitan la anterior, que sin demora recibirán y donde se insertarán los filosóficos y aún no concluidos artículos [sic] señor Pbro. don Rafael A. Toymil, las comenzadas Críticas literarias y la novela (el final) que lleva por nombre Tragedia indiana.» A pesar de lo expresado, todo indica que salió, por lo menos, una quinta entrega —a la que ya hicimos mención—, aunque no se explica la diferencia de fechas entre la misma y la nota firmada por Pié y Faura a la que acabamos de aludir. El Mensajero, subtitulado «Periódico semanal de amena literatura», dirigido por Fernando Pié y Faura, ofreció su primer número (único localizado) el 2 de noviembre de 1856. El director apuntaba en un artículo inicial, entre otras cosas, lo siguiente: «El Mensajero, cada vez que se coloque en vuestras manos, os mostrará en sus páginas las sabias lecciones del sacerdote, los himnos del poeta, los principios correctivos del moralista, las curiosas observaciones del naturalista, las opiniones ilustradas del crítico, los variados escritos del literato, por último, y aún tal vez los humildes pensamientos del aplicado joven que oye obediente los consejos de la experiencia [sic] y de la instrucción. ¿Qué más os podemos brindar? ¿Queréis ciencias? —¿Queréis arte?— Las tendréis sin duda.» Las colaboraciones aparecidas —poemas, crítica literaria y un artículo sobre moral— aparecen firmadas con los seudónimos ElTriste, Malarrabia y Octavio.
Reforma Social, La (La Habana, 1914-[1916]; Nueva York, 1917-[1921?]). Revista mensual de cuestiones sociales, económicas, políticas, parlamentarias, estadísticas y de higiene pública. El primer número correspondió al mes de abril. Era dirigida por Orestes Ferrara. Como su subtítulo lo indica, fue una publicación de contenido variado: sobre la guerra europea, trabajos históricos, sobre religión, asuntos lexicográficos, en algunas ocasiones temas literarios, datos y cuadros estadísticos, leyes, decretos y documentos, medicina, sanidad, artículos de carácter legislativo, etc. Mantuvo las secciones «Bibliografía», que reseñaba los últimos libros aparecidos, tanto en Cuba como en el extranjero, y «Revista de publicaciones periódicas», dedicada a comentar las últimas revistas recibidas. Figuraban entre sus colaboradores Fernando Ortiz, Manuel Márquez Sterling, José Antonio González Lanuza, Raimundo Cabrera, Antonio L. Valverde, Adrián del Valle, Israel Castellanos, Carlos de Velasco y Alfredo Zayas. El último número visto corresponde a julio de 1916. León Primelles señala en la página 352 de su Crónica cubana. 1915-1918 (La Habana, Editorial Lex, 1955) que «Reanudó su publicación en New York en octubre» de 1917, aún bajo la dirección de Ferrara. Igualmente la menciona en el año 1918. Refiere Primelles en la página 214 de su Crónica Cubana. 1919-1922 (La Habana, Editorial Lex, 1957) que «... desaparece La Reforma Social [en 1920] [y] que aunque se sigue publicando en New York, no debe ya considerarse una revista cubana». Igual comentario hace en 1921, pero no la menciona ya en 1922. De esta etapa en Nueva York no se ha consultado ningún ejemplar.
Bibliografía
Lescano Abella, Marco. «La revista del doctor Ferrara», en Universal. La Habana, 3 (70): 19, mayo 3, 1914.
Regañón, El (La Habana, 1859-[1860?]). Periódico dominical de ciencias, literatura, artes y satírico-burlesco, con caricaturas y grabados. Comenzó a publicarse el 2 de octubre. En su introducción se expresa: «Por tercera vez sale al público el Regañón. Sus desapariciones de la escena fueron accidentales y no definitivas como vemos que sucede generalmente a muchos periódicos en La Habana. Pero como quiera que sea, el Regañón, ajustándose a todas las medidas y circunstancias, vuelve a presentarse al público, de esta capital, con el mismo nombre, que es ya muy significativo para ciertas personas; y en cada domingo, según su primera costumbre. En cuanto a lo esencial del papel, que es lo principal, protestan desde luego los redactores no apartarse ni un punto de sus sanas ideas, ya manifestadas desde la primera publicación del periódico. La crítica literaria será el objeto principal de sus tareas, atento siempre, a la manera de las Vestales, en conmemorar el buen gusto de las letras, como aquellas en conservar el fuego del templo a que estaban consagradas.» Publicó relatos, poesía y artículos sobre literatura y publicaciones periódicas cubanas. Aparecieron en sus páginas artículos de interés cultural y trabajos de crítica literaria sobre poetas cubanos. También bosquejó parte de las actividades de la Real Universidad Literaria de La Habana y del Colegio del Salvador. En sus páginas aparecieron las firmas de Joaquín Lorenzo Luaces, José Fornaris, Ramón Vélez, Fernando Saavedra, Fernando VaIdés Aguirre, Carlos Navarrete y Romay, José Agustín Quintero, Antonio Cartas, T. Segura, Fernando Garrido, Miguel Morayta, Ignacio Moré, Enrique Horstmann, Alejandro Tapia y Rivera, Felipe López de Briñas, Gargantúa (seudónimo de Enrique Piñeyro), Julio Rosas (seudónimo de Francisco Puig y de la Puente), Adolfo de la Azucena (seudónimo de Juan Clemente Zenea), El músico ciego, Cubafilo y otros autores. El último ejemplar encontrado corresponde al 4 de marzo de 1860.
Regañón de la Havana, El (La Habana, 1800-1801). Periódico que comenzó a publicarse el 30 de septiembre. Lo fundó Buenaventura Pascual Ferrer, quien además fue su propietario y único redactor, según afirma Joaquín Llaverías en las páginas 232 y 235 del tomo 1 de su Contribución a la historia de la prensa periódica (La Habana, Talleres del Archivo Nacional de Cuba, 1957). En sus propósitos, que Llaverías reproduce en su obra antes citada, expresa lo siguiente: «Dará a luz muchos rasgos de literatura, así Nacionales como Extranjeros, que se traducirán, los más interesantes y raros, que posee, extractados de las mejores obras, que se han publicado en Europa: Hará una crítica juiciosa, y arreglada de los usos, costumbres, y diversiones públicas de esta ciudad, y de los monumentos de las bellas Artes, que en ella existen: Censurará mensualmente todos los Discursos, que se dan a la luz en los diversos Periódicos que se han publicado: Finalmente demostrará a los que no lo sepan, el verdadero camino del buen gusto en las Ciencia y Artes.» Salía los martes. Según señala el propio Llaverías en la página 237 de su obra antes citada, al ausentarse de la Isla Ferrer, se publicó, a partir del 3 de marzo de 1801, bajo la dirección de José Antonio de la Ossa y con el título de El Substituto del Regañón. Bajo este título salió hasta el 27 de octubre del mismo año. Reaparece de nuevo ElRegañón de la Havana el 3 de noviembre de 1801 y continúa ocupándose de la dirección y redacción del Periódico Buenaventura Pascual Ferrer. Mantuvo en su trayectoria dos secciones: la primera dirigida «Al Señor Público», y la otra «Mesa Censoria», que se denominó más tarde «Tribunal Censorio». Fue un periódico dedicado a la crítica, a través de la cual reflejó los hábitos, vicios costumbres y educación. Además, publicó los progresos de la ciudad, críticas sobre algunos temas tratados en las publicaciones periódicas y sobre el teatro y espectáculos públicos de la época. Por tales críticas, se suscitaron en sus páginas algunas polémicas. No publicó anuncios. Ferrer firmó sus trabajos bajo el seudónimo de El censor mensual y El censor general, y De la Ossa con el de El censor substituto. Otros autores se ocultaban tras los seudónimos La avergonzadora de los hombres y Liborio de Tirteafuera. El último número encontrado corresponde al 29 de diciembre de 1801, pero Joaquín Llaverías señala en la página 239 de su obra antes citada, que salió hasta el «13 de abril de 1802, número con el cual se despidió del público de esta manera: “Ha llegado ya el tiempo de que se concluya el Tribunal censorio que tanto ha dado que hacer a los escritorcillos y poetas que han danzado en la literatura de esta ciudad. El Regañón y censor general que los dirigía está próximamente a marcharse por la capital del reino de España...”». Por su parte, Carlos M. Trelles ofrece, en la página 5 del tomo 1 (1820-1825) de su Bibliografía cubana del Siglo XIX (Matanzas, Imprenta de Quirós y Estrada, 1912), el 27 de abril de dicho año como la fecha en que apareció el último número. Antonio Bachiller y Morales también señala en la página 195 del tomo 2 de su obra Apuntes para la historia de las letras y de la instrucción pública en la Isla de Cuba (La Habana, Academia de Ciencias de Cuba. Instituto de Literatura y Lingüística, 1971) que se publicó hasta 1802, pero sin precisar día exacto. Recogida y prologada por José Lezama Lima se publicó una antología de artículos titulada El Regañón y El Nuevo Regañón (LaHabana, Comisión Nacional Cubana de la UNESCO, 1965).
Bibliografía
Lezama Lima, José. «Don Ventura Pascual Ferrer y El Regañón», en su La cantidad hechizada. La Habana, UNEAC, 1970, págs. 189-212.
Llaverías, Joaquín. «[El Regañón de la Havana]», en su Contribución a la historia de la Prensa Periódica. T. 1. Prefacio de Emeterio S. Santovenia. La Habana, Talleres del Archivo Nacional de Cuba, 1957, págs. 232-243 (Publicaciones del Archivo Nacional de Cuba, 47).
«El Regañón de La Habana [I] y [II]», en El Triunfo. La Habana, 1 (19 y 20): 2-3 y 2-3, julio 23 y 24, 1878.
Roig de Leuchsenring, Emilio. «El Regañón de la Havana y El Regañón Substituto», en su La literatura costumbrista cubana de los siglos XVIII y XIX. T. 3. La Habana, Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, 1962, p, 5-101 (Colección histórica cubana y americana, 25).
Regla Literaria (Regla, La Habana, 1882-?). Periódico quincenal. Comenzó a salir en agosto, bajo la dirección de Manuel González Marrero. Lo redactaron Carlos Rafael [Tipcomb] y Juan Balloveras [Martínez]. En sus propósitos expresan: «Los que suscriben, guiados tan solo por el deseo de reunir a todos los que en este pueblo se dedican al cultivo de las letras y con el objetivo de desvanecer la opinión infundada de que esta población es refractaria a toda idea elevada y civilizadora, tratan de fundar un periódico quincenal, exclusivamente consagrado a las letras y las artes, con el título Regla Literaria,» Publicó poesías, artículos literarios y de interés general. Además, brindó noticias culturales de la ciudad y de La Habana. Colaboraron en sus páginas Mariano Fernández, J. Mayol, Genato J. Saens, Lorenzo B. Flores, Manuel Cádiz, Diego Vicente Tejera, Manuel N. y otros. El último ejemplar encontrado corresponde a septiembre de 1882.
Remos y Rubio, Juan José (Santiago de Cuba, 8-4-1896-¿, 21-9-1969). En La Habana cursó la primera enseñanza y el bachillerato. Fundó la Sociedad de Estudios Artísticos. Se doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana. Se graduó en la Escuela Profesional de Periodismo. En 1914 dirigió la revista Arte. En 1917 ocupó la Sección de Bellas Artes del Ateneo de La Habana. Ganó por oposición, ese mismo año, la cátedra de gramática y literatura castellanas en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. Fue profesor de estética de la música en el Conservatorio Nacional. Durante la presidencia de Laredo Bru estuvo al frente de la Secretaría de Estado y representó a Cuba en la Conferencia Internacional Panamericana de Lima.. En 1929 dirigió la revista Ideas. Entre 1936 y 1940 ocupó los cargos de ministro de defensa nacional, de relaciones exteriores y de educación. Fue delegado permanente de Cuba ante la UNESCO. Ocupó el cargo de embajador extraordinario y plenipotenciario para asuntos culturales. Fue embajador de Cuba en España. Asistió como delegado a diversos encuentros internacionales, como la Primera Conferencia del Caribe (La Habana, 1939), el IV Congreso del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana (La Habana, 1940), el Primer Congreso de Academias de la Lengua Española (México, 1951). Era miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras, de la Academia Cubana de la Lengua, individuo de número de la Academia de la Historia de Cuba y miembro correspondiente de diversas instituciones culturales extranjeras. Colaboró en Universidad de La Habana, Revista Cubana, Diario de la Marina y en la Revista de Indias, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, de Madrid. Es autor de la Antología comentada de textos españoles e hispanoamericanos (La Habana, 1926), para uso de institutos y escuelas normales. Dirigió, con Ramiro Guerra, Emeterio S. Santovenia y José Manuel Pérez Cabrera, la Historia de la nación cubana, en 10 volúmenes, para la que escribió ocho monografías. Fue uno de los asesores del gobierno de Fulgencio Batista. Después del triunfo de la Revolución abandonó el país y se trasladó a Estados Unidos donde siguió vinculado a Batista y a grupos contrarrevolucionarios. Utilizó los seudónimos Falstaff y El duque de Saint-Simon.
Bibliografía activa
Adaris. Drama romántico en 3 actos y 8 cuadros. Juicio-prólogo de José A. Rodríguez García [La Habana], Casa Editorial Arte, 1916.
Curso de historia de la literatura castellana. La Habana, Imprenta de Álvarez, López, 1918-1919; 2.ª edición, corregida y aumentada, La Habana, Imprenta López, Prado y Fernández, 1920; prólogo de Mariano Aramburu. 3.ª edición, corr, y aum. La Habana, Librería Cervantes, 1922; 4.ª edición, Refundida. La Habana, Cultural, 1928.
Discurso pronunciado en el reparto de premios a los alumnos del plantel Concepción Arenal celebrado en el Teatro Nacional el día 3 de septiembre de 1922. La Habana, Ponce, 1922.
Juan Montalvo. La Habana, Imprenta Los Rayos X, 1922.
Programa de las cátedras de gramática castellana, literatura preceptiva, literatura castellana y literatura cubana y de un curso especial sobre Cervantes. Explicados por [...]. La Habana, Rambla Bouza, 1924. Discurso pronunciado con motivo de la entrega del título de muy ilustre otorgado por S. M el rey de España al Centro Gallego de La Habana, el 21 de diciembre de 1924. La Habana, Fouce y Guerra, 1925.
Historia de la literatura cubana. T. 1. La Habana, J. Albela, 1925.
Las ideas estéticas de Lipps. La Habana, Imprenta El Fígaro, 1925.
El genio de Esteban Borrero Echevarría en la vida, en la ciencia y en el arte. Discurso de ingreso como miembro de número de la Sección de Literatura leído por [...] en la sesión solemne celebrada por la Academia Nacional de Artes y letras la noche del 27 de marzo de 1930. Discurso de contestación por Ramón A. Catalá. La Habana, Imprenta Avisador Comercial, 1930.
Resumen de historia de la literatura cubana, para uso de institutos y escuelas normales. La Habana, Tipos-Molina, 1930; 2.ª edición, corregida. [La Habana], 1945.
Tendencias de la narración imaginativa en Cuba. La Habana, Casa Montalvo-Cárdenas, 1935. Discurso en el acto de Constitución del Consejo de Dirección de la Asociación [de escritores y artistas americanos] efectuado el día 18 de agosto de 1937. La Habana, Imprenta El Score, 1937. Discursos: 1936-37. Prólogo y notas de Leopoldo Zarragoitia Ledesma. La Habana, Casa Montalvo Cárdenas [1937].
Doce ensayos. La Habana, Molina, 1937.
Micrófono. La Habana, Imprenta Molina, 1937.
El día de la cultura americana. Discurso en el acto solemne de constitución de los Institutos de Cultura de América, en el salón de recepciones de la secretaría de Estado de la República cubana, el día 13 de octubre de 1930. La Habana, Imprenta El Siglo XX, 1938.
Espíritu de América. La Habana, Cárdenas, 1941.
Hombres de Cuba. La Habana, Cárdenas, 1941.
Individualismo de Chopin. La Habana, Cárdenas, 1941.
La obra literaria. Estética y técnica La Habana, Imprenta P. Fernández, 1941.
Rodó, apóstol de la esperanza. La Habana, Cárdenas, 1941.
Panorama literario de Cuba en nuestro siglo. La Habana, Cárdenas, 1942.
Los poetas de Arpas amigas. Cursillo de seis disertaciones. Palabras iniciales de José M. Chacón y Calvo. La Habana, Publicaciones del Ateneo de La Habana, 1943.
Historia de la literatura cubana. Prólogo de José María Chacón y Calvo. La Habana, Cárdenas, 1945. 3 T.
La cátedra creadora. La Habana, Imprenta Ramiro F. Moris, 1946.
En torno a José Antonio Ramos y su labor como novelista [La Habana], Revista Ibero-americana, 1947.
Proyecciones de la biografía y su presencia en la literatura cubana. Discursos leídos en la recepción pública del doctor [...] el día 16 de mayo de 1949.
Contesta en nombre de la Corporación el doctor José María Chacón y Calvo. La Habana, Imprenta El Siglo XX, 1949.
La bandera en la emoción de nuestros poetas. La Habana, Imprenta El Siglo XX, 1950.
San Martín, el austero, La Habana, Imprenta El Siglo XX, 1950.
La emoción histórica en la prosa de Martí. La Habana, Academia de la Historia de Cuba, 1951.
El general Miró Argenter, guerrero y cronista de la invasión. La Habana, Imprenta El Siglo XX, 1952.
Historiadores del 68. La Habana, Imprenta El Siglo XX, 1952.
Deslindes de Martí. La Habana, Tip. J. Suárez, 1953.
Hidalgo, el fundador. La Habana, Imprenta El Siglo XX, 1953.
El 10 de otubre de 1868. La Habana, Academia de la Historia de Cuba, 1955.
Un héroe de tres guerras y un constructor en la paz: el general Emilio Núñez. La Habana, Imprenta El Siglo XX, 1955.
Historiadores de Cuba. La Habana, Editora Biblioteca Nacional, 1955.
La personalidad de Nicolás Heredia y su obra polémica. La Habana, P. Fernández, 1955.
La unidad de América por la cultura. Prólogo de Francisco Ichaso. La Habana, Comisión Nacional Cubana de la UNESCO, 1955.
Colonia y protesta. (Vetas del proceso cubano en sus luchas por la independencia). La Habana, Sociedad Colombista Panamericana, 1956.
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Persiles. De Anales Cervantinos. T. 5. 1955-56.
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Bibliografía pasiva
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Catalá, Ramón A. «Discurso de contestación al de ingreso del doctor Juan J. Remos, como miembro de la Sección La Literatura, leído por el Académico doctor Ramón A. Catalá, en la sesión solemne celebrada el día 27 de marzo de 1930», en El genio de Esteban Borrero Echevarría en la vida, en la ciencia y en el arte. Discurso de ingreso como miembro de número de la Sección de Literatura leído por el doctor Juan J. Remos en la sesión solemne celebrada por la Academia Nacional de Artes y Letras la noche del 27 de marzo de 1930. La Habana, Imprenta Avisador Comercial, 1930, págs. 73-88.
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P. de Cisneros, Enrique. «El panamericanismo es un hecho: doctor Juan J. en Bohemia. La Habana, 31, 31 (3): 37, enero 15, 1939.
Renacimiento (La Habana, 1915). «Revista literaria», se lee en la cubierta del primer número publicado (correspondiente al 1.º de abril). En el interior se expresaba que era una «Revista de Arte y Letras». Aparecía dos veces al mes, bajo la dirección de Marco Antonio Dolz. «Renacimiento es una tribuna abierta a la exposición de todas las ideas, aun las más avanzadas», se señalaba en todos los números; se indicaba siempre que «Todos los originales que publica son escritos expresamente para la Revista, salvo las excepciones que se indiquen en el texto». Su programa se reducía, según se señalaba en el primer número, a «...establecer, entre todos los escritores cubanos, del resto de la América y los de España, un lazo de estrecha unión. En estas páginas, llenas de juventud y de independencia y de sinceridad, se confundirán las firmas de los prosistas y poetas americanos y españoles». En el número 3, fechado el 1.º mayo, se anuncia que Miguel de Marcos Suárez ha entrado en la revista en calidad de secretario de redacción. El primer número del segundo volumen apareció en septiembre, luego de haber estado suspendida la publicación por enfermedad del director. En adelante salió mensualmente. En sus páginas vieron la luz poesías, cuentos, pequeñas obras teatrales, artículos de crítica e historia literarias, trabajos sobre música, teatro y arte y notas bibliográficas, cartas y otras notas de actualidad cultural y literaria, nacional y extranjera. Además, dio a conocer prólogos y fragmentos de libros próximos a salir o recién editados. Contó con la colabonición de escritores como Max Henríquez Ureña, Rufino Blanco Fombona, Luis G. Urbina, Antonio Gómez Restrepo, Salvador Rueda, Alejandro Andrade Coello, Osvaldo Bazil, Américo Lugo, Ricardo Miró, Luis Rosado Vega, Ricardo Arenales, Andrés González Blanco, J. D. Jaramillo Meza y otros. Entre los colaboradores cubanos se destacan las firmas de Bonifacio Byrne, Agustín Acosta, Medardo Vitier, Fernando Llés, Joaquín N. Aramburu, José de Armas, Eusebio Hernández, Félix Callejas, José Manuel Carbonell, Armando Leyva, Luis Felipe Rodríguez, José A. Rodríguez García, Emilio Blanchet, Emilio Bobadilla, Pedro Alejandro López, François G. de Cisneros, Aurelia Castillo de González, Miguel Galliano Cancio, Luis Rodríguez Embil, Enrique Gay Calbó, Emeterio S. Santovenia y otros menos conocidos. El último ejemplar consultado, con formato y número de páginas ampliados, corresponde a octubre de 1915. Fue el último que salió, según expresa León Primelles en la página 53 de su Crónica cubana. 1915-1918 (La Habana, Editorial Lex, 1955).
Bibliografía
«La prensa cubana y Renacimiento» en Renacimiento. La Habana, 1, 1 (2): 111-116, abril 15, 1915.
Renacimiento