El cuidado al adulto mayor en escenarios cubanos. Lecturas en clave sociológica - Varios autores - E-Book

El cuidado al adulto mayor en escenarios cubanos. Lecturas en clave sociológica E-Book

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Beschreibung

El aumento de la esperanza de vida, si bien es un logro de las políticas sociales de cada nación, constituye también una problemática por los impactos globales e individuales que trae consigo el creciente envejecimiento poblacional. No se trata solo de vivir más años, sino también de vivirlos con calidad, y para ello hay que tener en cuenta a las instituciones y personas que acompañan a los ancianos en su proceso de envejecimiento. Con tal fin, el Grupo de Investigaciones sobre Cuidado al Adulto Mayor, perteneciente a la Universidad de La Habana, propone lecturas en clave sociológica, un compendio de estudios que analizan el rol de los actores que participan en las labores de cuidado en la sociedad cubana, con mayor o menor reconocimiento: el Estado, la familia, las redes de apoyo, la Iglesia y el mercado. El texto presenta los logros y dificultades que han acumulado en su misión de servicio, y muestra alternativas y experiencias consumadas para responder acertadamente a las necesidades materiales y espirituales del grupo demográfico constituido por los adultos mayores.

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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos,www.cedro.org) o entre la webwww.conlicencia.comEDHASAC/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona.Tel. 93 494 97 20España.

Edición

Daniela Rita Fernández Hernández

 

Diseño de perfil de la colección

Alexis Manuel Rodríguez

Diezcabezas de Armada /

Claudio Sotolongo

 

Diseño

Norberto Molina Martínez

 

Composición

Eduardo Rodríguez Arnedo

 

Conversión a ebook:

Grupo CreativoRuthCasa Editorial

 

Control de la calidad

Marilé Ruiz Prado

 

Imagen de cubierta

«Vida de mi vida». Fotografía digital, 50 x 50 cm, de Alain Cabrera Fernández, 2021.

 

Sobre la presente edición

© Angela Peña Farias (coord.), 2021

© Editorial UH, 2024

 

ISBN

9789597265733

 

Editorial UH

Dirección

de Publicaciones Académicas,

Facultad de Artes y Letras,

Universidad de La Habana,

Edificio Dihigo, Zapata y G,

Plaza de la Revolución,

La Habana, Cuba. CP 10400.

 

Correo electrónico:

[email protected]

Facebook: editorial.uh.98

 

 

Índice de contenido
Presentación
Alina C. Alfonso León / Angela Peña Farias / AIMÉE GROSS
Comentarios acerca del envejecimiento cubano
Un acercamiento a la temática desde el Grupo de Investigación sobre Cuidado a Adultos Mayores
Bibliografía
I. El cuidado al adulto mayor desde el Estado e instituciones formales
Cuba y su panorama sociodemográfico respecto al cuidado. Más cuidado, menos cuidadores
Magela Romero Almodovar / Niuva Avila Vargas
Bibliografía
Las casas de abuelos en Plaza de la Revolución: una forma de organizar el cuidado de los adultos mayores desde el Estado cubano
Jessica Valdés Fuentes / Teresa Muñoz Gutiérrez
Introducción
Envejecimiento y políticas sociales
Las casas de abuelos
A modo de conclusión
Bibliografía
Competencias y experiencia de los trabajadores sociales en los servicios de cuidado de los adultos mayores en el sector de la salud. Un estudio de caso en Centro Habana
Mariana Muñoz Rodríguez
Políticas sociales y trabajo social en el contexto cubano
Experiencia profesional de las trabajadoras sociales que se encuentran en los servicios de cuidado actualmente en el municipio Centro Habana
Consideraciones finales
Bibliografía
Institucionalidad en el cuidado a los adultos mayores. El caso del Convento de Belén
Dayane Proenza / Rafael Valdivia
Introducción
Orígenes e historia del Convento de Belén como institución encargada de proveer servicios de cuidado al adulto mayor
Funcionamiento de la institución de acuerdo a su orientación de cuidado al adulto mayor en el marco de los proyectos sociales de la Oficina del Historiador de la Ciudad
Redes y alianzas interinstitucionales configuradas por el Convento de Belén
Bibliografía
Envejecimiento y ruralidad: aproximación a su estudio en Cuba
Yenisei Bombino Companioni / Maydelin Souto Roda
Introducción
Reflexiones necesarias sobre el envejecimiento poblacional
Población de más de 60 años de edad en las zonas rurales en Cuba. ¿Qué dicen las estadísticas?
Diálogo con la teoría y los estudios consultados
Reflexiones finales
Bibliografía
Asistencia social y envejecimiento en Pinar del Río. Análisis desde la sociología
Yanet Rodríguez Pérez
Bibliografía
II. Familia y redes de apoyo en el cuidado a adultos mayores
Cuidado familiar al adulto mayor dependiente en Marianao. Algunas reflexiones
Dayana Mercedes Moret Muñoz
Introducción
Aproximaciones teórico-metodológicas
Estrategias familiares de cuidado hacia el adulto mayor dependiente. Acciones y procesos organizativos
Incorporación del Estado en la actividad de cuidado hacia el adulto mayor dependiente
Incorporación del mercado en las estrategias familiares de cuidado hacia el adulto mayor dependiente
Conclusiones
Bibliografía
Migrantes internas y cuidado remunerado a adultos mayores dependientes. Nueva estrategia familiar en el contexto cubano actual
Rachel del Corral Diéguez / Aimée Gross Gutiérrez
Introducción
Condiciones laborales de un grupo de migrantes internas en espacios informales de cuidado a adultos mayores dependientes en La Habana. Resultados del estudio de casos
Perfil sociodemográfico de las cuidadoras
Estructura y funcionamiento de las familias que emplean migrantes bajo régimen interno para el cuidado de adultos mayores dependientes
Inserción y condiciones laborales de las migrantes internas en espacios informales de cuidado a adultos mayores dependientes
Conclusiones
Bibliografía
Mujeres y cadenas locales para el cuidado de las personas mayores en el Centro Histórico de la Habana Vieja: reflexiones desde la mirada sociológica
Magela Romero Almodovar / Dayma Echevarría / Danay Díaz Pérez
Introducción
Las cuidadoras ¿quiénes son?, ¿cuáles son sus realidades?
Cuidadoras familiares de adultos mayores en los hogares
Perfil sociodemográfico de la muestra
Habilidades para el cuidado y experiencia laboral como cuidadoras familiares
Condiciones de vida y trabajo de las cuidadoras familiares
Uso del tiempo y labores que asumen las cuidadoras familiares
Percepciones del papel y proyectos futuros de las cuidadoras familiares
Cuidadoras remuneradas de adultos mayores
Perfil sociodemográfico de la muestra y habilidades desarrolladas para la labor de cuidado
Experiencia laboral como cuidadoras remuneradas
Condiciones de vida y trabajo de las cuidadoras remuneradas
Uso del tiempo y labores que asumen las cuidadoras remuneradas
Percepciones de su papel y proyectos futuros de las cuidadoras remuneradas
Conclusiones
Bibliografía
Adultos mayores y capital social. Un estudio sobre las redes de apoyo de ancianos del reparto Fontanar, Boyeros
Yilian Albarello Fernández / Angela Peña Farias
Introducción
Perspectiva teórica del envejecimiento, redes sociales y capital social
Redes de apoyo de los adultos mayores en Fontanar
Conclusiones
Bibliografía
III. Otros actores en el cuidado al adulto mayor
Sector privado y cuidado del adulto mayor dependiente. Estudio de caso de una institución residencial privada en La Habana
Dianelys Lourdes Llorca Camacho / Angela Peña Farias
Introducción
Marcos institucionales para la participación del sector privado en el cuidado al adulto mayor dependiente en Cuba
Estructura y organización de una institución residencial de cuidado al adulto mayor en el sector privado en La Habana
Organización de la institución residencial habanera como entidad laboral privada
Conclusiones
Bibliografía
Envejecimiento y organización del servicio del cuidado al adulto mayor dependiente por la Orden de las Carmelitas Descalzas en el hogar San Francisco de Paula
Kenia Sigler Jiménez / Dayané Proenza González
Introducción
Estructura y funcionamiento del hogar San Francisco de Paula bajo la dirección de la Orden de las Carmelitas Descalzas
Servicio de cuidado proveído desde el hogar San Francisco de Paula a los adultos mayores dependientes
Relaciones entre el hogar San Francisco de Paula y otras instituciones
Logros y desafíos a los que se enfrenta el hogar San Francisco de Paula en el cuidado de los adultos mayores dependientes
Conclusiones
Bibliografía
Sobre los autores

Presentación

Alina C. Alfonso León / Angela Peña Farias / AIMÉE GROSS

 

Comentarios acerca del envejecimiento cubano

A nivel mundial la demografía reconoce el sostenido incremento experimentado por el envejecimiento demográfico, cuya principal manifestación es el hecho de que las personas viven periodos cada vez más largos con mayor o menor grado de salud y nivel de actividad. Este proceso se manifiesta a través del aumento paulatino que se produce en la proporción de personas de 60 años y más, respecto al resto de la población.

Jean-Claude Chesnais (1990) define el envejecimiento de la población como la inversión de la pirámide de edades.1El proceso de envejecimiento desfigura la habitual apariencia de la pirámide, con una base ancha, que asciende en forma piramidal hacia una cúspide estrecha. La figura muestra una base estrecha, que se va empinando de forma casi rectangular hasta llegar a una cúspide más ancha que la base. En otras palabras, con esta óptica se percibe cómo la cúspide de la pirámide que representa la proporción de personas de 60 años y más se va haciendo más ancha, es decir, aumenta dicha proporción, en tanto que su base, donde están las personas más jóvenes, se torna más estrecha.

En este contexto Cuba no es una excepción. Transcurridas las dos primeras décadas del sigloxxi, una de las principales características de la población cubana es su inobjetable envejecimiento. Otros rasgos que se reflejan en la evolución de la población son su lento crecimiento, que incluso ha exhibido momentos de franco decrecimiento, y el incierto comportamiento de la migración externa. Ahora bien, si algo define al proceso de envejecimiento cubano, es la velocidad con que se ha producido. En aproximadamente medio siglo la participación de los individuos de 60 años y más en el monto total de población ha pasado de 9.1 % (1970) a 20.8 % (2019). Por solo mentar un ejemplo de la antes mencionada velocidad del envejecimiento demográfico cubano, nótese que, entre el 2018 (20.4 %) y el 2019 (20.8 %), es decir, en solo doce meses, creció en 0.4 puntos porcentuales (figura 1).

 

Figura 1. Cuba: población de 60 años y más en años seleccionados.

Fuente: elaboración a partir de República de Cuba (1908), República de Cuba, Tribunal Superior Electoral, Oficina Nacional de los Censos Demográfico y Electoral (1921, 1955) y Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) (1970-2013), (1999-2019).

Esta aceleración ha sido motivada por la implementación de políticas públicas de alcance universal, principalmente en la esfera de la salud, que consiguieron apreciables logros en los indicadores demográficos cubanos desde hace varias décadas, comparables a los de países desarrollados. Según García Quiñones (2019), Cuba clasifica como una nación de ingresos medios altos, con políticas sociales avanzadas y un índice de desarrollo humano igual a 0.77, que en el año 2016 la ubicó en el lugar 66 entre 188 países.

En este contexto no se debe desconocer la impronta de otras políticas públicas, campañas y programas llevados a efecto en los ámbitos de educación, empleo, vivienda, bienestar social, por solo citar unas pocas esferas de la sociedad. Las políticas públicas han contribuido a elevar la capacidad de la población cubana no solo para acceder a una vida decente, activa y saludable, sino también para ejercer un papel activo en estas. Pese a todos los esfuerzos desplegados, se reconoce la necesidad de perfeccionar su alcance, calidad y, sobre todo, su implementación.

Hoy día existe consenso de que el envejecimiento demográfico, es decir, el hecho de que los seres humanos alcancen una edad avanzada, lejos de ser un problema, es un triunfo de la vida. El desafío radica en cómo se vive ese envejecimiento. Esta cuestión implica un gran reto para un país que, pese a afrontar enormes dificultades en el orden económico, nunca ha dejado de reconocer el valor del ser humano como objeto y sujeto del desarrollo.

Un examen de las estadísticas oficiales cubanas permite reconocer que el envejecimiento no debe verse como un bloque monolítico, sino que está lleno de matices. De acuerdo a los datos ofrecidos por la ONEI (2019), la población del país asciende a 11 193 470 habitantes. De ellos, el 20.8 %, es decir, aproximadamente 2 328 344, tienen 60 años y más. La proporción por sexos de las personas adultas mayores es 53.6 % de mujeres frente a 46.4 % de hombres. La esperanza de vida al nacer para ambos sexos es de 78.45 años. Se espera que los hombres vivan 76.5 años, mientras que las mujeres vivan alrededor de 80.45 años.

La tabla 1 muestra la población de 60 años y más, según sexos, en años seleccionados; es posible constatar el carácter cada vez más femenino del envejecimiento demográfico del país. Esta condición se refleja por fuerza en la alta participación femenina en las tareas de cuidado, ya sea de sus pares etarios o de otros pertenecientes a otras generaciones.

 

Tabla 1. Población de 60 años y más, según sexos, en años seleccionados en Cuba

Años

Población de 60 años y más  

Porcentajes

Femenino  

Masculino  

1999

1 629 184

51.8

48.2

2008

1 908 532

52.7

47.3

2009

1 950 965

52.7

473

2010

1 996 632

52.8

47.2

2011

2 038 453

52.8

47.2

2012

2 041 392

52.7

47.3

2013

2 095 784

52.9

47.1

2014

2 140 738

53.0

47.0

2015

2 176 657

53.1

46.9

2016

2 251 930

53.2

46.6

2017

2 251 930

53.4

46.6

2018

2 286 948

53.5

46.5

2019

2 328 344

53.6

46.4

Fuente:elaboración a partir de ONEI (1999-2019).

 

De acuerdo a la zona de residencia, también se advierten elementos característicos. El envejecimiento urbano es algo mayor que el rural. Sin embargo, aunque no existen muchos estudios al respecto, un repaso a las cifras emitidas por la ONEI en los últimos años permite apreciar un crecimiento de los porcentajes de envejecimiento ligeramente más acelerado en las áreas rurales que en las urbanas. En apenas una década la zona rural ha sumado 2.6 puntos porcentuales. Al cierre del año 2019 el 21.1 % de los residentes en la zona urbana eran personas adultas mayores, mientras que en la zona rural este valor era de 19.6 % (figura 2).

Figura 2. Porcentaje de envejecimiento urbano y rural en Cuba.

Fuente: elaboración a partir de ONEI (1999-2019).

 

La provincia más envejecida de Cuba es Villa Clara, con un 24 % de población adulta mayor. Le siguen La Habana (21.9 %) y Sancti Spíritus (21.8 %). El 21.6 % de los residentes en la provincia Pinar de Río tienen 60 años y más. La provincia más joven es Guantánamo y el municipio especial Isla de la Juventud exhibe similar condición. Los dos municipios más envejecidos del país son Plaza de la Revolución y Jovellanos, con un 28.3 % y un 25.4 %, respectivamente, de personas adultas mayores. A continuación están Cifuentes y Unión de Reyes, con idéntico porcentaje que Jovellanos. Quemado de Güines y Placetas tienen, por su parte, un 25.3 %.

Ahora bien, profundizando en la situación de los asentamientos poblacionales, los datos del censo de población y viviendas del 2012 (ONEI 2013) registran que el municipio Placetas, en aquel momento el segundo municipio más envejecido del país, contaba con un número de asentamientos que superaba el 30 % de población adulta mayor. Sin embargo, en su territorio existían dos asentamientos con un envejecimiento medio (Roberto Rodríguez y Manuel Tames). En el 2019 Placetas era el quinto municipio más envejecido, con un 25.3 % de personas adultas mayores dentro del total de población del territorio. El país tenía alrededor de 136 asentamientos, distribuidos en 13 provincias, con porcentajes de población adulta mayor que superan el 30 % de la población total. Lo que se proyecta que ocurrirá en la estructura por edades de la población cubana aproximadamente en el 2030 se observa ya en el nivel de asentamientos, y esa es otra característica importante del envejecimiento cubano.

Hasta el momento de realizarse el censo, los municipios más jóvenes de Cuba eran Yateras, con 13.7 % de población adulta mayor, y Caimanera, con un 14.4 %, ambos pertenecientes a la provincia Guantánamo. Sin embargo, en Yateras existen tres asentamientos (Baldor, La Clarita y El Naranjo), donde el envejecimiento supera el 25 %. Todos ellos son asentamientos rurales. La situación antes descrita se mantiene al cierre del 2018.

Otra característica que no se explora frecuentemente dentro del tema del envejecimiento demográfico es el diferencial existente según el color de la piel. Las pirámides de población al respecto, correspondientes a los tres últimos censos (ONEI 1981, 2003, 2013), muestran que este diferencial viene gestándose al menos desde las últimas cuatro décadas y aparentemente tiende a acentuarse. Una primera visión muestra cómo en ambos grupos, blancos, y negros y mestizos, el característico ensanchamiento de la base de este tipo de gráfico se ha ido trasladando hacia la cima. Fundamentalmente en las pirámides de los últimos censos es posible refrendar la condición de más envejecimiento de la población blanca. Esta característica de mayor juventud de los habitantes negros y mestizos (vistos de conjunto), combinada, además, con el aumento cuantitativo de la participación de los mestizos dentro del total de población, los convierte en lo que pudiera calificarse como un grupo emergente dentro de la sociedad cubana actual.

La desigual evolución del envejecimiento según el color de la piel apunta a la existencia de cierta disparidad entre ambos grupos respecto a la duración de la vida humana. En estos contrastes influyen disímiles causas, entre las que se pueden citar los efectos de las políticas de blanqueamiento seguidas en las primeras décadas del sigloxx. Las secuelas que aún subsisten de las iniquidades históricas en el desarrollo económico, así como el desigual comportamiento tanto de la fecundidad como de los procesos migratorios y las conductas de salud seguidas, se reflejan en mayor o menor medida en la calidad de vida y en su duración. El hecho de que este diferencial de envejecimiento según color de la piel sea manifiesto inclina a pensar que no puede soslayarse el basamento histórico-cultural implícito, que aún se refleja en las condiciones de vida de blancos, y negros y mestizos. En sentido amplio, esto ineludiblemente influye en el seguimiento de determinadas conductas y actitudes, de indiscutible ascendiente en el estado de salud individual. En un contexto como el cubano, con preponderancia de las enfermedades no transmisibles, provocadas por los efectos de determinados factores de riesgo, estos comportamientos tienen su impronta en la duración de la vida humana (figuras 3-5).

Figura 3. Pirámide de población cubana, según color de la piel, en el año 1981.

Fuente: elaboración a partir de ONEI (1981).

Figura 4. Pirámide de población cubana, según color de la piel, en el año 2002.

Fuente: elaboración a partir de ONEI (2003).

Figura 5. Pirámide de población cubana, según color de la piel, en el año 2012.

Fuente: elaboración a partir de ONEI (2013).

 

Los datos del censo de población y viviendas de 2012 (ONEI 2013) permiten apreciar otros diferenciales en este grupo etario. Respecto al nivel educacional, alrededor del 49.9 % tiene un nivel educacional de primaria o ninguno. Aunque predominan las personas casadas o unidas, aumentan los porcentajes de viudos, fundamentalmente mujeres, a partir de los 75 años. Desde el punto de vista laboral, aproximadamente el 51.8 % de las personas adultas mayores son jubiladas. Cabe destacar que más del 30 % de estos jubilados tienen 75 y más años de edad. Las pensiones de estas personas no son tan elevadas y esta situación marca de alguna manera el cuidado. Por último, el censo mostró que aproximadamente un 13 % de las personas adultas mayores tienen algún tipo de limitación física.

 

Un acercamiento a la temática desde el Grupo de Investigación sobre Cuidado a Adultos Mayores

Cada vez más desde diferentes disciplinas científicas se hace alusión a la necesidad e importancia de estudiar, reflexionar y proponer pautas de acción sobre el fenómeno del envejecimiento demográfico y sus impactos sociales. En tiempos como los que ha tenido que afrontar la humanidad recientemente, debido a la pandemia por COVID-19 desde el año 2020, ha sido más evidente que nunca la fragilidad de la vida, especialmente la de las personas mayores. El papel que desempeñan los sistemas de cuidado, la familia, las redes de apoyo de diverso tipo y fundamentalmente el Estado se ha hecho más notorio en la garantía de la vida y bienestar de este grupo etario.

En consonancia con esta realidad, el presente libro resume el trabajo de investigación que sobre estos sistemas, en el caso cubano, se ha realizado entre los años 2017 y 2020 por el Grupo de Investigación sobre Cuidado a Adultos Mayores (Gicam). Esta organización, perteneciente al Departamento de Sociología de la Universidad de La Habana, se ha dado a la tarea de registrar las condiciones en que transcurre el cuidado al adulto mayor en el contexto cubano, se ha enfocado en los actores claves del proceso, y hacia ellos también ha dirigido propuestas analíticas (Gicam 2020) y de política (Gross y Peña 2018).

Como producto de una labor de más de tres años del equipo de investigación, el libro que se presenta expone resultados o informes de investigación específicos, conducidos por estudiantes del Departamento de Sociología, investigadoras del grupo y colaboradoras externas. Igualmente se compilan otros trabajos que son resultado de la revisión bibliográfica y la reflexión con vistas a abrir temáticas de escaso tratamiento.

Se ha estructurado este texto en tres partes, de las cuales la primera está dedicada a los resultados de investigación sobre los procesos de cuidado al adulto mayor desde la proyección del Estado, la segunda se adentra en las formas de cuidado en la familia y la relevancia de las redes de apoyo, mientras que la tercera está dedicada a la intervención de otros actores, que no por menos frecuentes o divulgados son menos relevantes, entiéndase la Iglesia o el mercado. Es posible apreciar una cierta intencionalidad en esta organización y agrupamiento: el hecho de que la parte primera se dedique a la acción del Estado demuestra el papel que tanto en la teoría como en la práctica de las políticas de cuidado ocupa este actor en la realidad internacional y en Cuba.

Por su parte la familia, como actor igualmente imprescindible en el proceso de cuidado a los adultos mayores, ha sido abordada en este libro desde diferentes aristas. Se enfatiza en su papel articulador en la intervención de otros actores del régimen de bienestar, así como en las propias condiciones y prácticas que caracterizan la provisión de acciones de cuidado hacia sus mayores.

Como bien se apunta al inicio del libro, en el caso cubano el envejecimiento demográfico se produce a partir de la acción combinada del comportamiento de la fecundidad, la mortalidad y las migraciones. Las dos primeras se caracterizan desde hace décadas por sus bajos niveles. En el caso de la migración, tanto interna como externa, se constata cómo desde hace algunos años incrementan paulatinamente sus efectos en la pirámide de población cubana. Abundando un tanto en el tema de la migración externa, resulta oportuno señalar que, según las estadísticas oficiales, en el periodo 2006-2016 alrededor de un 10 % de esta estuvo conformada por adultos mayores que emigraron de manera definitiva para emprender otros proyectos de vida. En ocasiones esta migración está asociada a la necesidad de apoyar a familiares en labores de cuidado de niños, enfermos y personas adultas mayores.

Transcurridas dos décadas del sigloxxi, no se puede soslayar el compromiso demográfico que experimenta el país. Este afecta de manera casi inmediata no solo la esfera de la producción material, sino también áreas como la salud, los servicios y la seguridad social. A partir del año 2006 se viene registrando un decrecimiento, casi sostenido, en el total de la población. Esto refrenda lo que se alerta en el primer capítulo de este libro: más cuidados, menos cuidadores. Proteger y garantizar todo lo posible la conservación de la salud y la calidad de vida del potencial humano con que cuenta el país cobra mayor urgencia. Así se diseñan estudios y políticas de carácter general o enfocados en las diferentes etapas de la vida. Dentro de estos, se otorga particular atención al alcance de una longevidad satisfactoria, con calidad de vida para los ancianos.

Los capítulos iniciales del libro reconocen con creces esta situación e incursionan en áreas que aún no se estudian con la profundidad que merecen. Uno de los efectos que se manifiesta de forma cada vez más creciente es la aparición de hogares con personas adultas mayores solas o conformados por varios adultos mayores o, incluso, adultos mayores con niños. Otra faceta de gran importancia es promover el estudio del envejecimiento en espacios rurales. En ocasiones, los estudios resultan demasiado urbanos, incluso muyhabaneros, y se olvida ese 24 o 25 % de población que está en espacios rurales, que desempeñan un papel de capital importancia para alcanzar la soberanía alimentaria del país.

Por último, resultaría importante en un futuro evaluar el impacto demográfico no solo en las personas adultas mayores, sino también en sus cuidadores. El comportamiento del potencial de cuidadores que tiende al decrecimiento es una cuestión para la que no se vislumbran cambios en el futuro y compromete el desarrollo armonioso de esta labor.

Este libro visibiliza un amplio espectro de temas desde una diversidad metodológica y teórica-conceptual. El motivo está en la urgencia que el tema impone a la sociedad cubana actual y constituye el primer trayecto de un camino que el Gicam se ha trazado para contribuir al cumplimiento de la demanda social al saber experto. Se invita, entonces, a los lectores a acompañarnos en este trayecto no solo desde su lectura –beneplácita o discrepante–, sino también desde el compromiso que debe resultar para todos la sensibilización con los temas de envejecimiento y cuidados. De este modo pretendemos que este texto motive la reflexión y el debate, pero fundamentalmente la toma de decisiones para la construcción de una política del cuidado de personas mayores en Cuba, basada en la corresponsabilidad social y de género.

 

Bibliografía

Chesnais, Jean-Claude (1990). El proceso de envejecimiento de la población. Santiago de Cuba: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Centro Latinoamericano de Demografía (Celade) e Instituto Nacional de Estudios Demográficos (INED).

García Quiñones, Rolando(2019). «Cuba: envejecimiento, dinámica familiar y cuidados».Novedades de Población, vol. 15, n.o29, enero-junio, pp. 129-140.

Gross, Aimée; Peña, Angela (2018).«La política del cuidado en Cuba. Retos y perspectivas para un diseño multiactoral de cuidado con énfasis en los adultos mayores» [en línea].Revista Universidad de La Habana, n.o286, julio-diciembre. [Consulta: 2020-11-15]. Disponible enhttp://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0253-92762018000200011&lng=es&nrm=iso

Grupo de Investigación sobre Cuidado a Adultos Mayores (Gicam)(2020).Indicadores para analizar la situación del cuidado de personas adultas mayores: propuesta orientada a transversalizar el enfoque de género y el de bienestar de personas cuidadas y cuidadoras. Santo Domingo: Fundación Friedrich Ebert.

Haupt, Arthur; Kane, Thomas(2001).Manual sobre la población. Washington D. C.: Population Reference Bureau.

Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) (1970-2013). Censo de población y viviendas de la República de Cuba. La Habana: [s. e.].

Oficina Nacional de Estadísticas e Información(ONEI) (1981).Censo de poblacióny viviendas de la República de Cuba, 1981. La Habana: [s. e.].

Oficina Nacional de Estadísticas e Información(ONEI) (1999-2019).El envejecimiento de la población cubana. Cuba y sus territorios. La Habana: [s. e.].

Oficina Nacional de Estadísticas e Información(ONEI) (2003).Censo de poblacióny viviendas de la República de Cuba, 2002. La Habana: [s. e.].

Oficina Nacional de Estadísticas e Información(ONEI) (2013).Censo de población y viviendas de la República de Cuba, 2012.La Habana: [s. e.].

Oficina Nacional de Estadísticas e Información(ONEI) (2019).El envejecimiento de la población cubana. Cuba y sus territorios. La Habana: [s. e.].

República de Cuba (1908). Censo de la República de Cuba bajo la administración provisional de los Estados Unidos. 1907. [s. l.]: Oficina del Censo de los Estados Unidos.

República de Cuba, Tribunal Superior Electoral, Oficina Nacional de los Censos Demográfico y Electoral (1921). Memoria del Censo de 1919. La Habana: Maza, Arroyo y Caso, S. en C.

República de Cuba, Tribunal Superior Electoral, Oficina Nacional de los Censos Demográfico y Electoral(1955).Censos de población, viviendas y electoral. Informe general. 1953.La Habana: P. Fernández y Cía., S. en C.

1Una pirámide de población es un gráfico que muestra la composición de una población según edad y sexo (Haupt y Kane 2001).

I. El cuidado al adulto mayor desde el Estado e instituciones formales

 

Cuba y su panorama sociodemográfico respecto al cuidado. Más cuidado, menos cuidadores

Magela Romero Almodovar / Niuva Avila Vargas

 

El envejecimiento poblacional constituye uno de los procesos más acuciantes que desde el punto de vista social, político y económico afronta Cuba. Este constituye un resultado del desarrollo alcanzado, a partir de programas encaminados a la protección, seguridad y asistencia social a sus ciudadanos. Este país, junto a Argentina y Uruguay, se encuentra en la cúspide de la región por el rápido y sostenido incremento de la población senescente, y con Barbados llegará a alcanzar la mayor proporción de población de la tercera edad en la región hacia 2025, cuando una de cada cuatro personas tendrá 60 años de edad o más (Albizu-Campos 2015, p. 17).

Según refieren los datos del último anuario estadístico publicado, al cierre del 2018 la población con 60 años o más había ascendido a 20.4 %, y se estima que para el 2030 llegará al 30.1 % (tabla 1) (Oficina Nacional de Estadísticas e Información[ONEI]2019b).

 

Tabla 1. Evolución de la estructura por edades de la población de Cuba (%)

AÑOS

  Total

0 - 14  

15 - 59  

60 y más

1907 (a)

100

36.6

58.8

4.6

1919 (a)

100

42.3

52.9

4.8

1931 (a)

100

37.4

57.5

5.1

1943 (a)

100

35.5

58.9

5.6

1953 (a)

100

36.2

56.9

6.9

1970 (a)

100

36.9

54.0

9.1

1981 (a)

100

30.3

58.8

10.9

2002 (a)

100

20.5

64.8

14.7

2005 (b)

100

19.0

65.3

15.7

2010 (b)

100

17.3

64.9

17.8

2015 (b)

100

16.5

64.1

19.4

años

total

0 - 14

15 - 59

60 y más

2016 (b)

100

16.3

63.9

19.8

2017 (b)

100

16.1

63.8

20.1

2018 (b)

100

16.0

63.6

20.4

Proyecciones

 

 

 

 

2020

100

16.4

62.1

21.5

2025

100

16.4

57.7

25.9

2030

100

15.5

54.4

30.1

Leyenda:(a)censo de población y viviendas,(b)Sistema de Información Estadística.

Fuente:ONEI (2019b, p. 26).

 

Si se relacionan estos datos con los que aparecen en las figuras 1 y 2 sobre la estructura poblacional en Cuba, se pueden observar cambios significativos en la presente década, sobre todo a partir del ensanchamiento paulatino de la cúspide en la medida que ha aumentado el número de adultos mayores.

 

Figura 1.Estructura de la población cubana por edad y sexo, 2012.

Fuente:ONEI(2014, p. 76).

 

Ambas pirámides muestran que en menos de una década la población del grupo de 0-14 años ha disminuido discretamente, mientras que la población de 60 años y más lo ha hecho a la inversa. Esto se debe a la entrada en este segmento etario de contingentes poblacionales más numerosos, derivados de los nacimientos anteriores a 1978.

 

Figura 2.Estructura de la población cubana por edad y sexo, 2018.

Fuente:ONEI (2019a).

 

Un aspecto que resalta es el paulatino incremento de los subgrupos más longevos. Se espera que la franja de población con 75 años y más sea la que tenga un mayor crecimiento; sin embargo, algunas investigaciones pronostican que será el grupo de 80 y más años el que destaque en ese comportamiento. Barrios Tabares (2019) plantea que «en el período comprendido entre 1950 y 2018, la edad mediana de la población (edad que divide la población en dos grupos de igual número de personas) pasó de 22.3 a 40.6» (p. 19). Esta realidad ya se avizoraba desde la difusión del informe censal de 2012, lo cual implica una tendencia a la concentración de la población en edades cada vez más adultas y el decrecimiento de la población menor de 15 años.

Según proyecciones, se espera que para el 2040 este segmento tenga un peso solo del 18 % en la pirámide poblacional del 40 % que representaba en 1950 (Barrios Tabares 2019, p. 13). Un indicio de la preocupación por estos es que por vez primera en el trienio 2005-2007 se calculó la esperanza de vida hasta los 100 años y más.

Se cree pertinente, para un mejor entendimiento del escenario demográfico del país, la lectura de algunos datos relativos al comportamiento de tres variables que intervienen en el crecimiento de la estructura poblacional: la mortalidad, la fecundidad y las migraciones.

Para la segunda mitad del sigloxxy lo transcurrido delxxi, las condiciones en materia de salud, ciencia, tecnología, educación, asistencia social y otras esferas de las políticas públicas habían incidido en la consolidación de la disminución de la tasa bruta de mortalidad (TBM) por debajo de los 9.5 por cada mil habitantes. Específicamente la infantil tuvo una caída brusca, que la ubica actualmente en los 4 por cada mil nacidos vivos, de 36.4 a la que ascendía en 1967 (ONEI 2018, p. 67). En los últimos años se puede observar que la TBM ha iniciado un leve ascenso, y se espera que esta sea la tendencia (figura 3), debido a la acción de la muerte sobre los segmentos más longevos.

 

Figura 3.Tasa bruta de mortalidad en Cuba por cada mil habitantes.

Fuente:ONEI(2018, p. 85).

Esta distorsión del indicador se debe a la estructura de edades de la población, y responde a sociedades envejecidas. Para aislar esta desviación sería válido calcular la tasa de mortalidad tipificada o acudir al indicador resumen de la mortalidad: la esperanza de vida al nacer.

La prolongación de la vida, traducida en una esperanza al nacimiento, en Cuba se ha elevado. Representó 78.45 años para ambos sexos en el trienio 2011-2013, lo cual implica mayor supervivencia, no siempre con índices de morbilidad adecuados. La mayor ganancia la obtienen las mujeres con 80.45 años; 3.95 más que los hombres. Sin embargo, cuando se compara con países que muestran un grado de envejecimiento similar, la brecha no beneficia tanto a las mujeres (Barrios Tabares 2019, p. 17). Si se compara este trienio con el de 2005-2007, es evidente que los hombres, aunque levemente, mejoraron su indicador más que las mujeres.

El comportamiento de la tasa bruta de reproducción ha sido bajo y desde 1978 no se alcanza el número necesario para garantizar el reemplazo. Las proyecciones de población no avisoran una recuperación del nivel de fecundidad en el país. Una de sus consecuencias es el incremento de la razón entre la población de 60 años y más por cada cien niños y adolescentes en el presente siglo, hecho que no parece revertirse, dada la baja natalidad tendencial, como se muestra en la figura 4. La evolución del patrón cubano de la fecundidad, similar al de países con alto desarrollo, difícilmente vuelva a parecerse al de décadas anteriores.

 

Figura 4.Tasa bruta de natalidad en Cuba por cada mil habitantes.

Fuente:ONEI (2018, p. 61).

Al comportamiento de las variables del crecimiento natural, se le une el de las migraciones. Las corrientes migratorias internas van en las direcciones menos propicias, lo cual acelera los procesos de concentración urbana, mientras que el saldo migratorio externo se ha mantenido sostenidamente con valores negativos (figura 5).

Figura 5. Tasas del saldo migratorio interno y externo por provincias en Cuba durante el año 2018.

Fuente: ONEI (2019a, p. 48).

Si bien los datos que se muestran reflejan una realidad cercana en el tiempo, se sabe que el saldo migratorio ha mantenido valores negativos desde el año 1960, y solo retomó valores positivos como efecto de la aplicación del Decreto Ley 302 (Ministerio de Justicia 2012). Sin embrago, es importante destacar el hecho de que posteriormente a esta fecha se vuelven a restablecer los valores históricos.

A través de la figura 6 se puede apreciar la permanencia de saldos negativos en el tiempo, hecho que condiciona la existencia de vacíos, pues se trata con regularidad de flujos migratorios de mujeres, jóvenes y de relativamente elevada calificación. Se conoce que en el año 2017 el valor del saldo migratorio externo1del país fue de -26 194 personas (ONEI 2018, p. 111).

Figura 6. Tasas del saldo migratorio externo por cada mil habitantes en Cuba (1960-2017).

Fuente: Centro de Estudios de Población y Desarrollo (2018b).

Las nuevas flexibilizaciones de las regulaciones migratorias no han podido esconder ni contener como se hubiese querido los valores negativos del saldo internacional. En este último punto habría que señalar que, a pesar del número de repatriados en el país, muchas veces estos se ubican en los grupos de edades fuera de lo contemplado como laborales o población económicamente activa (PEA), así que estas personas serán, en teoría, del grupo de los dependientes.

Uno de los indicadores que muestra las implicaciones del proceso en los sistemas económicos, de salud, asistencia social y grupo familiar es el índice de dependencia. Este explica la carga sobre los recursos laborales, pero también sobre los sistemas de acompañamiento y de cuidado. En el último periodo la relación entre la población dependiente (0-14 y 60+) y la población en edad laboral (15 a 59 años) creció. Los cálculos2correspondientes a las últimas décadas permiten una reflexión más completa al respecto.

Como puede notarse en la figura 7, en lo que va de la presente década este valor ha ascendido considerablemente (de 540 en 2010 a 571 en 2018), lo que representa una mayor carga o presión sobre la población en edad laboral del país. Más aún preocupa el pronóstico para los próximos años, pues se evidencia un ascenso sostenido de este valor, que puede llegar a alcanzar cifras de 611, 734 y 838, para el 2020, el 2025 y 2030, respectivamente (ONEI 2019b, p. 26); lo que implicará que, en un futuro mediato, las próximas generaciones tengan el peso de una gran población que los rebase en número y demandas sociales.

Figura 7. Relación de dependencia por cada mil habitantes de 15 a 59 años (tendencias).

Fuente: elaboración a partir del Centro de Estudios de Población y Desarrollo (2018a).

Cuba en los próximos cinco años concluirá su bono demográfico, lo que implicará que su población dependiente crecerá mucho más rápido que aquella en edad laboral. Según expertos, el país no logró aprovechar el bono que se creó como consecuencia del boom de nacimientos de los años sesenta, cohortes que décadas más tarde pasarían a integrar la PEA (figura 8).3 De ello resulta una tensión no solo a nivel del sistema de pensiones y seguridad social, sino también hacia el interior de las familias.

 

Figura 8. Evolución de los nacimientos en Cuba (1900-2018).

Fuente: ONEI (2019b, p. 30).

 

 

El panorama anteriormente descrito constituye en términos de política social y dinámicas cotidianas un desafío importante, pues la probabilidad de dependencia se acrecienta. Además, como muestra la figura 9, las condiciones de salud de esta población gravitan sobre las atenciones que demandará tanto al sistema sanitario como a los miembros de las familias a su cuidado.

 

Figura 9. Población de 60 años y más con algún tipo de padecimiento por grupo de edades (2012).

Fuente:elaborado a partir de ONEI (2014, p. 200).

 

Teniendo en cuenta que el porcentaje de personas con alguna discapacidad o padecimiento aumenta con la edad, es de esperarse que los grupos más longevos demanden mayor atención especializada para su cuidado y que disminuyan las probabilidades de una vejez con bienestar, a menos que desde la política se pretenda una realidad diferente, a partir de un enfoque de promoción de salud con énfasis en lo preventivo.

Esta situación tiene implicaciones significativas para el Estado,pero sobre todo para la familia, dos actores con papel protagónicoen el establecimiento de los regímenes de cuidado en el país. Mientras más fuerte sea la asistencia social que puedan brindar los gobiernos a través de sus políticas públicas, menos compleja será la situación para las familias. Sin embargo, la realidad demuestra que, ante un proceso poblacional como el cubano, con situaciones de crisis y afectaciones económicas, las políticas aún son insuficientes para brindar cobertura de asistencia para todos. Las familias deberán asumir el cuidado de sus mayores, lo que no ocurre de manera equitativa, porque continúan siendo las mujeres las encargadas de ejecutar el papel de cuidadoras, función que comparten, además, con su cada vez mayor participación social, política y económica. Esto provoca que en ocasiones comprometan su vida personal para sumir esta nueva responsabilidad.

Además, desconocer este aspecto puede incidir en un desaprovechamiento de las capacidades instaladas en la población para garantizar su propio desarrollo; sobre todo en el caso de las mujeres, marcadas por su posición de género y de clase. Estas pueden ver vulnerados sus derechos, posibilidades de realización y de aporte social ante las encrucijadas limitadoras que les imponela obligaciónde cuidar a otros. La intensificación del trabajo de quienes se quedan a cargo de estas funciones y su poca disponibilidad para construir e impulsar, desde el espacio público, cualquier modelo social y económico es una realidad.

Lo específico del cuidado del adulto mayor ubica el factor tiempo como una variable que afecta a la persona que cuida tanto física y, sobre todo, emocionalmente. A diferencia del cuidado infantil, la dedicación a los adultos mayores va incrementándose con la edad, pues crece la probabilidad de una atención a tiempo parcial o completo. Inclusive pueden demandarse cuidados especializados, si los adultos mayores presentaran algún tipo de enfermedad o limitaciones físico-motoras. Pero, además, no solo se trata del tiempo como parte del ciclo de vida, sino también la cantidad de horas que se deben destinar a tal actividad.

El cuidado no solo se circunscribe a los periodos de dependencia, sino que también incluye el mantenimiento del estado de salud de los adultos mayores. Las mujeres como principales gestoras de la salud familiar serán las encargadas, entonces, de acompañarlo a los servicios médicos, atender su medicación sistemática, así como su alimentación. Según la encuesta nacional sobre igualdad de género (ENIG-2016), en actividades de atención, cuidado y acompañamiento de adultos de 60 años y más que requieren cuidados continuos, las mujeres de 15 a 74 años, como promedio, dedicaban 1.01 horas semanales frente a 0.53 que dedicaban los hombres. La brecha en la tasa de participación en los cuidados del adulto mayor es mucho más abierta: 16.92 % mujeres y 9.83 % hombres (Centro de Estudios sobre la Mujer y ONEI 2018, pp. 32-33).

En el caso cubano la cifra de adultos mayores que vivían solos para el año 2002 era de 158 880, lo que constituía el 32.52 %del total de hogares unipersonales.4Durante el periodo intercensal esta cifra aumentó a 280 591 en números absolutos, pero representó el 39.6 %.5

Las múltiples situaciones que experimentan los hogares cubanos –adultos mayores solos, convivencia de una o dos generaciones de más de 60 años, ancianos dependientes o abuelos que tienen a su cargo menores de edad– complejiza la realidad de nuestro envejecimiento poblacional.

Haber realizado a grosso modo este esbozo del panorama sociodemográfico del país en clave sociológica permite tener una visión más totalizadora de esta realidad. Las reflexiones, más allá de presentar los números, intentan posicionar un necesario debate sobre qué repercusiones pueden tener estos procesos de cambios sociodemográficos en las dinámicas cotidianas de las personas, y en qué medida estas realidades y tendencias tienen que ser tenidas en cuenta para el diseño de la política social.