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Este volumen analiza la creación literaria de las mujeres durante el largo siglo XIX y su legado contemporáneo, que evidencia las sólidas redes de conocimiento y creación que se establecen entre las escritoras, incluso rompiendo la barrera temporal con los siglos XX y XXI, con la finalidad de establecer diálogos a través del tiempo que sigan haciendo avanzar la agenda feminista. La obra responde, por tanto, al objetivo principal de demostrar que estas mujeres narraron para reivindicar cambios sociales más allá incluso de su derecho al voto y que, al hacerlo, construyeron genealogías literarias en femenino que siguen respondiendo a momentos de cambio y crisis.
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Seitenzahl: 246
Veröffentlichungsjahr: 2025
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Encuentros: Culturas y Literatura
4
DIRECCIÓN:
Laura Monrós-Gaspar (Universitat de València)
Rosario Arias Doblas (Universidad de Málaga)
CONSEJO EDITORIAL:
Yolanda Arencibia Santana (Universidad de las Palmas de Gran Canaria)
Antonio Ballesteros González (UNED)
José Ramón Bertomeu Sánchez (Universitat de València)
M.ª Pilar Blanco (University of Oxford)
Miriam Borham Puyal (Universidad de Salamanca)
Pura Fernández Rodríguez (CSIC)
Rafael Gil Salinas (Univertsitat de València)
Jo Labanyi (New York University)
M.ª Jesús Lorenzo Modia (Universidade da Coruña)
Kate Mitchell (The Australian National University, Canberra)
Eugenia Perojo Arronte (Universidad de Valladolid)
Ermitas Penas Varela (Universidad de Santiago de Compostela)
Patricia Pulham (University of Surrey)
Pedro Ruiz Castell (Universitat de València)
Miguel Teruel Pozas (Universitat de València)
Este volumen se enmarca en el programa «Narrar para reivindicar: genealogías literarias en femenino ante un mundo en crisis» (31-10ACT-23), dirigido por la Dra. Miriam Borham-Puyal, de la Universidad de Salamanca, y financiado por el Instituto de las Mujeres mediante la convocatoria de subvenciones públicas destinadas a la realización de posgrados de estudios feministas y de género y actividades del ámbito universitario relacionadas con la igualdad para el año 2023. Asimismo, se encuadra en las actividades del grupo de investigación reconocido «Intersecciones: Literatura, Arte y Cultura en el Limen» (iLAC) de la Universidad de Salamanca y del proyecto «¿Narrar la resiliencia para conseguir la felicidad? Hacia una narratología cultural» (PID2020-113190GB-C22), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación.
Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, ya sea fotomecánico, fotoquímico, electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el permiso previo de la editorial. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
© Los autores y las autoras, 2024
© De esta edición: Universitat de València, 2024
Publicacions de la Universitat de València
Arts Gràfiques, 13 • 46010 València
http://puv.uv.es
Coordinación editorial: Juan Pérez Moreno
Corrección y maquetación: Letras y Píxeles, S. L.
Diseño de la cubierta: Quinto A. Estudio Gráfico
ISBN: 978-84-1118-491-5 (papel)
ISBN: 978-84-1118-492-2 (ePub)
ISBN: 978-84-1118-493-9 (PDF)
Edición digital
Introducción. Feminismo politemporal y la construcción de genealogías literarias en femenino
Miriam Borham-Puyal
I. Redes femeninas decimonónicas: construyendo narrativas de cambio
1. Entre lo humano y lo animal: médiums, activismo ambiental y diálogos ecofeministas en el espiritismo decimonónico
Clara Contreras Ameduri
2. Emma Goldman, Djuna Barnes y las redes de aguafiestas en tiempos de la Nueva Mujer
Isabel González Díaz
3. Reivindicar la muerte para salvar la vida: estética y política en las narrativas decimonónicas sobre el suicidio femenino
Juan Pedro Martín Villarreal
4. L. S. Phibbs a escena: el teatro sufragista ayer y hoy
Laura Monrós-Gaspar y Sarai Ramos Cedres
II. (Re)visitando las crisis que nos crearon: (re)escrituras contemporáneas con voz de mujer
5. ¿Seguimos temiendo a la Nueva Mujer? (Re)escribiendo miedos patriarcales desde el siglo XIX hasta nuestros días
Marta Bernabéu Lorenzo
6. (Re)imaginando a la mujer de color en el largo siglo XIX: retratos contemporáneos de un pasado compartido en Queen Charlotte (2023)
Andrea Gutiérrez Ricondo
7. La botánica y el género en la literatura y cultura (neo)victorianas: una perspectiva ensamblada
Rosario Arias
Anexo
Reunión de madres, de Mrs. Harlow Phibbs
Miguel Teruel (Traducción)
La pierna de Jim, de L. S. Phibbs
Miguel Teruel (Traducción)
Miriam Borham-Puyal
Universidad de Salamanca
La literatura es un espacio de transmisión de cultura y de valores, lo que contribuye a conformar nuestra identidad individual y colectiva. Como consecuencia, cuando se establece un canon literario, este se constituye en un instrumento de poder que silencia u obvia ciertas voces, textos y experiencias (Baranda, 2007: 422). Por ello se hace necesaria una labor de recuperación de escritoras y sus obras, así como de voces femeninas olvidadas, reflejadas en estos textos, para reconstruir una historia literaria y cultural sesgada. Esto sirve para corregir la memoria cultural colectiva que igualmente ha obviado las narrativas y perspectivas femeninas sobre conflictos globales u específicos –luchas armadas, la pugna por el sufragio femenino o a la defensa de la vida animal, por poner algunos ejemplos–, donde la voz masculina sigue siendo imperante. Además, existe un impacto socioeconómico que puede medirse por el valor de este capital cultural femenino, ya que la literatura no solo contribuye a la riqueza material de un país, sino también a la mejora de la vida, a la posibilidad de conocer otras realidades y a plantear acercamientos críticos a las crisis pasadas y presentes. Una buena muestra de estos dos aspectos, el impacto económico y social de la literatura, ha sido el auge de la lectura en plena crisis sanitaria durante la pandemia por COVID-19 o el debate sobre el creciente número de autoras premiadas o superventas que, además, escriben sobre experiencias femeninas, como la maternidad.1
De un modo aún más relevante, la literatura tiene el valor añadido de generar «reconocimiento» (Felski, 2008), es decir, la capacidad de (re)conocerse, de generar empatía, de ponerse en el lugar del otro. Esto es fundamental para educar en igualdad, al acercar de manera intelectual y emocional la realidad de mujeres en contextos de crisis y cambio, lo que también sienta las bases de un enfoque interseccional que da acceso a realidades menos complacientes que las de los países más desarrollados en materia de igualdad. La literatura se convierte así en un instrumento sociológico que permite conocer la historia de las mujeres, que a la vez es capaz de mover a la reflexión (o autorreflexión) y al cambio, al establecer diálogos con tiempos pasados que resaltan los paralelismos con el momento actual de la lectura (Borham-Puyal, 2020: 7-9). En este sentido, conviene tomar como punto de partida la conceptualización de la historia feminista como «politemporal» (Browne, 2014). Desde esta perspectiva, el presente que vivimos se entiende como una cesura generativa («generative caesura»), como una compleja conjunción de plurales pasados, presentes y potenciales futuros, que mira hacia atrás para orientarse hacia adelante (Browne, 2014: 40). En este presente, el pasado se manifiesta, deja su huella, al mismo tiempo que desde el momento actual se (re)escribe ese pasado a través de la interpretación de estos vestigios y su reconfiguración en una narrativa histórica (Browne, 2014: 51). Esto también incluye la ya mencionada recuperación de ese capital cultural femenino borrado de las historias literarias.
Esta visión dinámica y dialógica de la historia del feminismo evita caer en la complacencia de considerar ciertas discriminaciones o violencias contra la mujer superadas, al tiempo que fomenta un diálogo entre pasado, presente y futuro para construir genealogías de historias escritas y narradas por mujeres y reflexionar sobre la necesidad de erigir una historia feminista integradora e interseccional, donde se reconozca la labor de mujeres en el pasado, pero asimismo se reflexione sobre cómo los contextos de crisis actuales agravan desigualdades todavía no superadas que traen ecos de luchas pretéritas. Desde esta perspectiva politemporal es posible trazar redes a través del tiempo, donde los grupos de mujeres creadoras del XIX inspiran a las actuales, quienes recuperan y revisitan sus vidas y obras. Esta reivindicación de mujeres pasadas a menudo toma la forma de (re)creaciones literarias, enmarcadas en el movimiento neovictoriano, que propugna los actos de (re)interpretación, (re)descubrimiento y (re)visión de todo lo que concierne a los victorianos (Heilmann y Llewellyn, 2010: 4).2
Con esta reivindicación, la narración se entiende asimismo como un vehículo para la construcción de resiliencia, e incluso resistencia (Fraile, 2020), lo que de nuevo debe llevar a una defensa de las humanidades, en general, y de la literatura, en particular, como importantes generadoras de pensamiento crítico y movimientos sociales en cualquier momento histórico. En este contexto, el presente volumen busca aproximarse al contradiscurso teórico feminista en diversas representaciones literarias y culturales del llamado largo siglo XIX, junto a otras contemporáneas, para explorar cómo las narrativas de resiliencia afirman, cuestionan o critican la forma de existir en el mundo y los discursos impuestos a las mujeres en tiempos pasados y presentes. Se destaca así el potencial performativo de las narrativas de resiliencia para influir en cómo percibimos y transformamos la sociedad. Y se demuestra cómo las narrativas escritas por mujeres exponen los discursos patriarcales en torno a las crisis personales y colectivas para cuestionar las formas en las que estos discursos limitan y oprimen a las mujeres. También conecta con la idea de la necesidad de una sororidad y resiliencia relacional o colectiva (Borham-Puyal, 2023) que permita crear genealogías literarias y reivindicativas a través del tiempo y que desarrolle empatía o reconocimiento hacia las diversas narrativas y experiencias para construir una historia feminista intertemporal e interseccional, capaz de oponerse a estas narrativas limitantes.
Con la intención de cimentar la adecuación de conceptualizar el feminismo como politemporal y de resaltar el impacto del XIX en la sociedad actual debido al continuismo de determinadas controversias, la primera parte de este volumen, titulada «Redes femeninas decimonónicas: construyendo narrativas de cambio», se centra en las narrativas de este periodo en torno a la Nueva Mujer, con el objetivo, por una parte, de (re)visibilizar figuras clave en la lucha por la igualdad de derechos en el largo siglo XIX y el amplio espectro del feminismo encarnado en diversas voces y posturas, y, por otra, de reivindicar el uso que de la escritura hicieron estas mujeres para contribuir al debate público en lo referente al sufragio, la violencia de género o la libertad femenina, en cualquiera de sus facetas, ya fuera esta política o sexual.
Esta sección comienza con la presentación de redes femeninas que, desde posiciones liminales, desarrollaron espacios de diálogo, creación y cuestionamiento del statu quo. El capítulo de Clara Contreras Ameduri, profesora de la Universidad de Extremadura, explora el papel de las médiums desde la perspectiva de las humanidades ambientales para reclamar el rol fundacional de la mujer espiritista en el activismo animalista. A través del estudio de sus redes y escritos, Contreras demuestra cómo estas mujeres participaron activamente en las polémicas de su época y avanzaron cuestiones tan relevantes hoy en día como el vegetarianismo y la lucha contra la vivisección o la experimentación con animales. Su contribución, por tanto, evidencia cuánto queda por conocer sobre los logros sociales silenciados de estas Nuevas Mujeres.
El siguiente capítulo, escrito por Isabel González Díaz, de la Universidad de la Laguna, expone las contribuciones sociales y literarias de dos mujeres extraordinarias que, en palabras de González, contribuyeron a ampliar el concepto de la Nueva Mujer. Se trata de Emma Goldman (1869-1940) y Djuna Barnes (1892-1982), dos autoras poco o nada conocidas en el contexto español, y que bien merecen salir de un injusto olvido. Usando el término acuñado por Sara Ahmed para describir el papel social de las feministas, González enfatiza las redes de apoyo que estas «aguafiestas» tejieron a través de sus vivencias personales, su activismo o sus escritos, fueran literarios o no, y con ello alcanzaron una concepción más amplia e interseccional de la lucha feminista.
A continuación, Juan Pedro Martín Villareal, de la Universidad de Cádiz, analiza la obsesión cultural decimonónica con el cuerpo femenino bello e inerte, así como la medicalización de las mujeres. Este capítulo se centra en la narrativización del suicidio femenino, explicando cómo se presentó desde visiones patriarcales y de qué manera escritoras británicas, en consonancia con otras contemporáneas europeas, (re)presentaron esta figura para deconstruirla desde una perspectiva más compleja y subversiva. El autor aborda la obra de Mary Elizabeth Braddon, escritora fundamental de este periodo, pero la contextualiza con referencias menos conocidas, como Eliza Lynn Linton (1822-1898) o Catherine Crowe (1803-1876), por poner un par de ejemplos. De nuevo, esto permite vislumbrar conexiones literarias entre estas autoras dentro y fuera de las fronteras británicas.
Para cerrar este apartado centrado en el XIX, Laura Monrós Gaspar y Sarai Ramos Cedres, de la Universitat de València, recuperan la vida y obra de una dramaturga esencial en el contexto de la Nueva Mujer: L. S. Phibbs. Esta contribución se abre con una fascinante exploración del contexto de las actrices y los clubs femeninos, con especial énfasis en la construcción de sólidas asociaciones y redes de formación, activismo y creación, como la fundación de la Actresses Franchise League. El activismo y la obra de Phibbs se presentan como paradigmáticos de la labor de estas Nuevas Mujeres a finales del siglo XIX para exponer los grandes debates al público a través de sus obras teatrales. Este trabajo de recuperación no queda en un mero estudio de estas obras, sino que se presenta aquí, por primera vez, una traducción al castellano de dos de sus piezas más conocidas, representadas en riguroso estreno en el marco del trabajo desarrollado por el grupo de investigación liderado por Monrós-Gaspar. Estas traducciones, a cargo de Miguel Teruel, pueden encontrarse en el anexo.
Como manifestación de este diálogo entre pasado y presente, la siguiente sección, «(Re)visitando las crisis que nos crearon: (re)escrituras contemporáneas con voz de mujer», gira en torno a obras actuales que desde una mirada al periodo decimonónico analizan nuestro momento actual. Así, Marta Bernabéu Lorenzo, perteneciente a la Universidad de Salamanca, reconceptualiza la Nueva Mujer y su legado, al trazar una línea literaria desde el XIX hasta nuestros días centrada en la representación de personajes femeninos que se salen de la normatividad y que exponen los límites impuestos a las mujeres en su contexto. Para ello, analiza una obra (neo)victoriana que ya podría considerarse canónica, Rebecca (1938) de Daphne du Maurier, entendida como reescritura de Jane Eyre, pero con una perspectiva original al añadir una comparación con otra novela menos conocida de Brontë, Vilette. Para concluir, la autora estudia una obra de reciente publicación, La señora March (2022), opera prima de Virginia Freito que dialoga con Brontë y Du Maurier.
Por su parte, Andrea Gutiérrez Ricondo, también de la Universidad de Salamanca, añade la perspectiva de raza a la de género para analizar una producción audiovisual de reconocido impacto y popularidad, como es la saga Bridgerton y, en concreto, la serie La reina Carlota, emitida por Netflix en 2023. Gutiérrez expone la construcción en ocasiones unidimensional de la reina, lo que puede ocultar su legado histórico y cultural, así como su potencial transgresión como mujer de color en la Inglaterra georgiana, comprendida en el periodo conocido como el largo siglo XIX. También ofrece una reivindicación del papel de la reina, así como un interesante estudio de su representación en el periodo, junto con la de otras mujeres racializadas, y sus implicaciones socioculturales.
Finalmente, el volumen se cierra con la contribución de Rosario Arias Doblas, catedrática de la Universidad de Málaga y pionera en los estudios (neo)victorianos en España. En este capítulo, a través de la noción del ensamblaje, se destaca cómo la literatura neovictoriana adopta un enfoque «binocular» y resalta las correspondencias entre pasado, presente y futuro, en este caso concreto, al presentar de manera interrelacionada la botánica y el género, con una esencial reivindicación de la relevancia y el legado, tanto científico como artístico, de las botánicas del XIX. La contribución se abre con un exhaustivo contexto teórico e histórico que ahonda en la original aplicación de la noción de ensamblaje a los estudios literarios, así como en el contexto de las mujeres científicas en el largo siglo XIX. A continuación, Arias analiza varias obras contemporáneas centradas en la figura de la mujer botánica, como es el caso de The Botanist’s Daughter (2018) de Kayte Nunn y A Quiet Tide (2020) de Marianne Lee. Se visibiliza, pues, tanto la contribución de las mujeres del pasado como la de autoras actuales que buscan (re)crear la historia de estas científicas para el público contemporáneo y destacar su relevancia presente y futura.
Como puede concluirse de la descripción de los contenidos aquí incluidos, este volumen hace un detallado recorrido por el largo siglo XIX y su legado contemporáneo, y evidencia las fuertes redes de conocimiento y creación que se establecieron entre las mujeres, incluso rompiendo la barrera temporal con autoras del XX y XXI que revisitan los logros de sus antecesoras para establecer diálogos politemporales que sigan permitiendo el progreso en la agenda feminista. Responde, por tanto, al objetivo principal de demostrar que estas mujeres narraron para reivindicar cambios sociales más allá incluso de su derecho al voto, y que al hacerlo construyeron genealogías literarias en femenino que siguen respondiendo a momentos de cambio y crisis.
Baranda, Nieves. «Desterradas del parnaso». Bulletin hispanique, vol. 109, no. 2, 2007, pp. 421-447. https://doi.org/10.4000/bulletinhispanique.236
Browne, Victoria. Feminism, Time, and Nonlinear History. Londres, Nueva York, Palgrave Macmillan, 2014.
Borham-Puyal, Miriam. «Nurses, mothers, sisters: Relational resilience and healing vulnerability in Emma Donoghue’s The Wonder and The Pull of the Stars». World Literature Studies, vol. 15, no. 2, 2023, pp. 31-43. https://doi.org/10.31577/WLS.2023.15.2.3
Borham-Puyal, Miriam. Contemporary Rewritings of Liminal Women. Echoes of the Past. Londres, Nueva York, Routledge, 2020.
Felski, Rita. Uses of Literature. A Manifesto for Positive Aesthetics. Malden, Oxford, Blackwell, 2008.
Fraile-Marcos, Ana M.ª. «Introduction: Glocal Narratives of Resilience and Healing». Glocal Narratives of Resilience, ed. Ana M.ª Fraile-Marcos, Londres, Nueva York, Routledge, 2020, pp. 1-20.
Heilmann, Ann, y Mark Llewellyn. Neo-Victorianism: The Victorians in the Twenty-First Century, 1999-2009. Houndmills, Basingstoke, Palgrave Macmillan, 2010.
1 Como muestran los artículos que pueden encontrarse aquí: https://www.elmundo.es/la-lectura/2024/04/19/661fe7f821efa031778b45c0.html y https://letraslibres.com/literatura/adriana-pacheco-boom-femenino-escritoras-debate/
2 «[…] act of (re)interpretation, (re)discovery and (re)vision concerning the Victorians».
Clara Contreras Ameduri
Universidad de Extremadura
Cuando hablo por mis amigos anti-vivisec-cionistas [...] espiritistas o defensores de la libertad de las mujeres, siempre siento [...] que el movimiento vegetariano es la base para todos los demás movimientos hacia la pureza, la libertad, la justicia y la felicidad.
Anna Kingsford, Her Life, Letters, Diary and Work (1896)1
En 1853, un grupo de reformistas norteamericanas celebró un banquete, abstemio y vegetal, en celebración de «Women’s Rights and Vegetarianism» (Adams, 2010: 218), lo que contribuyó a una creciente corriente de sufragistas que rechazaban el consumo de carne (Gregory, 2007: 164). Aunque los vínculos entre el pensamiento feminista y la conciencia ambiental puedan parecer recientes, lo que se refleja, por ejemplo, en la mayoría de liderazgo femenino en campañas animalistas actuales (Adams y Donovan, 1995: 5), lo cierto es que ambos movimientos han interactuado a lo largo de la historia, especialmente a partir del siglo XIX (Adams, 2010: 217). Desde las analogías literarias entre la condición de la mujer y el sufrimiento animal hasta la organización del activismo político contra la explotación de la naturaleza, los objetivos de la lucha feminista han coincidido a menudo con los del ecologismo, y se han manifestado a través de diversos textos literarios publicados por autoras interesadas en la perspectiva alterhumana (Donald, 2020: 44). A ambos lados del Atlántico surgieron asociaciones revolucionarias cuyos planteamientos reflejaron la flexibilización que se produjo en cuanto a barreras culturales, sociales, interraciales e interespecie a lo largo del siglo XIX. En concreto, estas colaboraciones entre movimientos reformistas fueron particularmente características en las comunidades espiritistas, basadas en la supuesta comunicación con las almas de los difuntos (Braude, 1989: 8).
Como puede apreciarse en la producción literaria del espiritismo, este movimiento, fundado y liderado por mujeres (Braude, 1989: 17), constituyó un vehículo para cosmovisiones antiespecistas que hoy en día podrían catalogarse como ecofeministas. Esta postura subversiva se materializaba, especialmente, a través del papel de la médium, la comunicadora con el más allá que canalizaba historias fantasmales (Owen, 1990: 216). Según académicas como Tatiana Kontou, esta labor implicaba una visibilización de perspectivas marginalizadas en la cultura decimonónica, ya que consistía en otorgar voz propia a entidades silenciadas (2009: 5). Para numerosos ocultistas, la misma sensibilidad que capacitaba a la clarividente para acoger narraciones de ultratumba también le permitía sentir las vibraciones de las emociones animales, lo cual facilitaría la inclusión de perspectivas no humanas en la narrativa de la sesión necromántica (Leadbeater, 1913: 34). Esta empatía mediumística hacia la experiencia animal incluía, por ejemplo, visiones místicas en las que las mujeres habitaban el cuerpo de un mamífero perseguido por el hombre (Rudacille, 2000: 33-34), artículos periodísticos contra la industria cárnica (Gregory, 2007: 140) y obras de ficción protagonizadas por leales fantasmas caninos (Heholt, 2021: 117). De este modo, numerosos textos espiritistas demuestran la relevancia de los círculos ocultistas en la coexistencia interseccional de diversos movimientos reformistas finiseculares, entre los que la protección de los animales y los avances en los derechos de la mujer compartieron varios puntos en común en un momento histórico marcado por el crecimiento de la expresión femenina en la esfera pública.
Sin embargo, a pesar de haber sido el objeto de prolíficas investigaciones en los ámbitos de la crítica feminista y los estudios victorianos por destacadas académicas como Ann Braude, Alex Owen o Janet Oppenheim (Ferguson, 2012: 432), la cultura espiritista decimonónica apenas ha sido examinada desde las humanidades ambientales (Hall, 2017: 8),2 sobre todo en lo que se refiere al papel de la mujer espiritista en los orígenes del activismo animalista. Por lo tanto, la intención de este capítulo es detectar similitudes entre nociones espiritistas decimonónicas y ciertos aspectos de teorías ecofeministas contemporáneas, ofreciendo una lectura interseccional de precedentes que permitieron el desarrollo exponencial de políticas feministas, ecologistas y animalistas a partir de la segunda mitad del siglo XX. Para ello se pretende observar la participación de autoras espiritistas en los inicios del vegetarianismo occidental y de la lucha contra la vivisección, o la experimentación con animales, atendiendo a cómo dichas iniciativas revelan el desarrollo paralelo de dos corrientes que han sido marginalizadas simultáneamente por las narrativas históricas dominantes: los derechos de la mujer y la defensa de los animales (Adams, 2010: 167). Tal y como se argumentará en este capítulo, ambas trayectorias se encuentran entrelazadas en textos ocultistas que evidencian, de acuerdo con pensadoras ecofeministas como Carol Adams, la necesidad de recuperar y reivindicar perspectivas doblemente silenciadas por dinámicas patriarcales y especistas (Adams, 2010: 202).
Tanto el espiritismo victoriano como los primeros movimientos animalistas surgieron en respuesta a un momento histórico de constante cambio en numerosos ámbitos (Kucich, 2014: 11), marcado por un creciente interés en formas de vida alterhumanas (Murphy, 2019: 23). Ante la destrucción ambiental impulsada por factores como la Revolución Industrial (Adkins y Parkins, 2018: 5), que fomentó el desarrollo de nuevas herramientas para el control y la manipulación de la naturaleza (Merchant, 1980: 192),3 numerosos intelectuales cuestionaron la posición vulnerable de los animales a merced del ser humano (Turner, 1980: 78). Esta postura emergente fue claramente influenciada por textos científicos como el conocidísimo Origen de las especies (1859), a través del cual Charles Darwin desestabilizó las fronteras de la scala naturae, y que transformó para siempre la autopercepción humana (Denenholz y Danahay, 2007: 2). Si bien esta nueva posibilidad de una continuidad fluida entre el ser humano y el animal produjo toda suerte de relatos de terror (Adams, 2010: 377), también dio lugar a una preocupación empática por la perspectiva alterhumana a través de la escritura y de otras manifestaciones artísticas (Denenholz y Danahay, 2007: 3). Esta temática tuvo particular relevancia en la literatura femenina de la época (Murphy, 2019: 26), ya que novelas como El perro de Flandes (1872) o Azabache (1877) se caracterizaron por la consideración de subjetividades no humanas, a la vez que las primeras campañas animalistas destacaron por su liderazgo femenino (Donald, 2020: 48).4
El prominente papel de la mujer decimonónica en los primeros esfuerzos públicos por el bienestar animal supuso, como plantea Diana Donald, una ruptura con la vinculación tradicional de la feminidad a la esfera doméstica (2020: 99). Estas actividades políticas ofrecían a las militantes un contexto propicio no solo para participar en debates cruciales a nivel nacional (Donald, 2020: 100), sino también para el cuestionamiento de discursos androcéntricos que configuraban a las mujeres y los animales como criaturas inferiores al hombre (Murphy, 2019: 23). Como veremos a continuación, varias escritoras espiritistas ocuparon lugares influyentes en esta corriente, apoyándose en sus creencias esotéricas para adoptar un marco común que justificase su militancia animalista. Las numerosas colaboraciones entre círculos ocultistas y la defensa de la naturaleza se manifestaron, por ejemplo, a través de la prensa de la época: el vegetarianismo y la antivivisección se volvieron temas recurrentes en periódicos espiritistas como The Medium and Daybreak (1870-1895) y The Herald of the Golden Age (1896-1918) (Gregory, 2007: 140), mientras que, bajo la dirección de editoras ocultistas, revistas como The Lady’s Own Paper (1866-1872) evitaron publicar anuncios que promocionasen productos de origen animal (Gregory, 2007: 93). Asimismo, tanto los salones espiritistas como los primeros restaurantes vegetarianos ofrecían espacios alternativos para encuentros reformistas (Gregory, 2007: 141), así como para intercambios intelectuales entre mujeres en un lugar seguro (Adams, 2010: 202), al margen de la cultura patriarcal decimonónica (Grimes, 2016: 86). En estos ámbitos liminales se desarrollaba la organización de activismo político interseccional (Adams, 2010: 202), que abarcaba la deconstrucción de diversos tipos de injusticia social (Braude, 1989: 85).
Cabe destacar que la organización igualitaria de estos espacios coincidía con las visiones antijerárquicas de la filosofía espiritista, que aplicaba, tanto en sus campañas revolucionarias como en las sesiones necrománticas, el concepto anarquista de no-organizationism (Braude, 1989: 163). Dicha postura estaba, supuestamente, inspirada por mensajes fantasmales en los que los espíritus describían el más allá como un estado utópico, libre de rangos sociales y de otras distinciones terrenales (Braude, 1989: 164). Según defendían médiums como la clarividente norteamericana Cora Scott, estos consejos de los muertos contenían instrucciones para el progreso de los vivos, cuya liberación debía comenzar por la desaparición de cualquier tipo de jerarquía (Braude, 1989: 165). Como explica Robert Nelson, esta ideología estaba intrínsecamente ligada al activismo de la comunidad espiritista, ya que esta resistencia sociopolítica implicaba una desestabilización de las fronteras terrenales que los supuestos fantasmas recomendaban transcender (Nelson, 2013: 34). Los mensajes de ultratumba canalizados por las médiums sostenían que, para lograr una mayor evolución psíquica, todos los individuos deberían relacionarse solo espiritualmente, sin importar las barreras étnicas o de género, imitando así la coexistencia igualitaria que existiría después de la muerte (Nelson, 2013: 34). Por lo tanto, teniendo en cuenta esta filosofía, la creencia espiritista en el alma animal permitía incluir a las criaturas alterhumanas en una cosmovisión holística (Bates, 2017: 58), planteando así una desestabilización esotérica de los límites entre especies.
Esta búsqueda de interacciones armoniosas entre todos los seres vivos conllevaba una difuminación de límites impuestos por el pensamiento dominante, ya que el propio discurso espiritista negociaba las fronteras binarias entre la vida y la muerte, las esferas separadas y otras dicotomías presentes en la cultura decimonónica (Kucich, 2014: 11). Su cuestionamiento del orden jerárquico impuesto por la religión ortodoxa fomentaba una descentralización del antropocentrismo que concuerda con planteamientos de teóricas ecofeministas contemporáneas como Ynestra King o Josephine Donovan, que proponen un acercamiento interseccional para observar cómo interactúan las fuerzas de dominación patriarcal, antropocéntrica y especista (Donovan, 1990: 358). «Creemos que todas las opresiones están interconectadas», explican Adams y Donovan, «y hasta que la mentalidad de la dominación sea abolida en todas sus formas, estos problemas continuarán» (1995: 3, traducción de la autora).5 Este cuestionamiento de barreras androcentristas, que bien podría tratarse de una reflexión espiritista decimonónica (Braude, 1989: 17),6 requiere el desarrollo de alternativas holísticas a la ideología individualista y materialista que ha predominado en Occidente, como señala Stephanie Lahar (1991: 37). En este sentido, el esoterismo decimonónico ofrecía un vehículo idóneo para desmontar lo que la teóloga ecofeminista Rosemary Radford Ruether llama «la ideología masculina del dualismo trascendental», donde se encuentra el origen bíblico de la opresión de la mujer y la explotación de la naturaleza (Ruether, 1992: 195, traducción de la autora).7 De modo que, atendiendo a las dinámicas subversivas de la sesión necromántica (Grimes, 2016: 86), es posible apreciar la relevancia de las creencias espiritistas en el inicio de corrientes ecofeministas a finales del siglo XIX. Como veremos, esta correlación entre el pensamiento ocultista y la subversión de dicotomías androcéntricas alcanzó su máxima expresión a través de la figura de la médium.
A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, la médium espiritista operaría como una frontera porosa de comunicación entre especies, en el sentido tanto literal como simbólico, ya que la perspectiva animal se encontraría entre las voces silenciadas que canalizaba, no solo en sus estados de trance, sino también a través de la creación literaria. Al igual que cruzaban la frontera entre nuestro mundo y el de los difuntos para transcribir mensajes de fantasmas maltratados, discriminados o racializados en vida (Bennett, 2002: 102), las mujeres espiritistas empleaban sus habilidades sobrenaturales para transgredir barreras interespecie y así tratar de traducir la experiencia animal. «Quizás, si conociésemos todo», se preguntaba la escritora ocultista Catherine Crowe, «no estaríamos tan sordos ante el sufrimiento de estas criaturas, que seguramente poseen algún tipo de facultades que no somos capaces de comprender» (Crowe, 1859b: 132, traducción de la autora).8 Tal y como explica Ruth Heholt, estas reflexiones pueden interpretarse como mensajes ecologistas que dejan entrever el interés de la autora por los derechos de los animales (2021: 98). Encontramos ideas similares respecto a la incapacidad de las criaturas alterhumanas para verbalizar su sufrimiento o, al menos, expresarlo en nuestro lenguaje, en el discurso de otras activistas contra el maltrato animal que también destacaban la necesidad de ponerse en el lugar de otros seres vivos (Donald, 2020: 57). En este sentido, la médium se convertiría en una traductora de la experiencia animal, en oposición a la negación androcéntrica de la conexión interespecie (Ruether, 1992: 195), como denunciaba Crowe: «El hombre, indiferente ante cualquier sufrimiento salvo el suyo, es absolutamente insensible hacia aquellos que le complace denominar “animales inferiores”» (1859b: 132, traducción de la autora).9