El mejor periodismo chileno 2022 - Varios autores - E-Book

El mejor periodismo chileno 2022 E-Book

Varios autores

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Desde hace 20 años que el Premio Periodismo de Excelencia de la Universidad Alberto Hurtado elige a grandes periodistas, editores, profesores y pensadores de la comunicación para que seleccionen, como prejurados y jurados finalistas, a aquellos trabajos periodísticos que logran ir más allá: los que descubren las causas, las consecuencias, las tendencias, lo que está pasando y lo que muestra el germen de lo que vendrá.

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EL MEJOR PERIODISMO CHILENO

Premio Periodismo de Excelencia 2022

Ediciones Universidad Alberto Hurtado

Alameda 1869 – Santiago de Chile

[email protected] – 56-228897726

www.uahurtado.cl

ISBN libro impreso: 978-956-357-421-0

ISBN libro digital: 978-956-357-422-7

Diagramación digital: ebooks Patagonia

www.ebookspatagonia.com

[email protected]

Coordinación colección Periodismo

Ximena Orchard

Edición al cuidado de

Roberto Herrscher y Montserrat Martorell

Directora editorial

Alejandra Stevenson Valdés

Editora ejecutiva

Beatriz García-Huidobro

Diagramación interior

Gloria Barrios A.

Diseño portada

Francisca Toral R.

Con las debidas licencias. Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamos públicos.

PrólogoRoberto Herrscher

IntroducciónVeinte años del mejor periodismo chilenoPatricia Poblete Alday

Listado de ganadores y ganadoras del Premio Periodismo de Excelencia Escrito y Periodismo de Excelencia Universitario

Jurado del Premio Periodismo de Excelencia Escrito y Periodismo de Excelencia Universitario 2022

PREMIO PERIODISMO DE EXCELENCIA ESCRITO Y PREMIO CATEGORÍA REPORTAJE

La memoria de los fotógrafos presidencialesPedro BahamondesThe Clinic

TRABAJOS FINALISTAS CATEGORÍA REPORTAJE

Cuando los gigantes de viento están a menos de 500 metros de las casasLukas Jara y Javier LouitEdición de Catalina Gaete y Paulette DesormeauxLa Pública

La esperanza de los niños que nacen con VIHMuriel AlarcónRevista Sábado de El Mercurio

Suicidios en el Costanera CenterAmanda Marton RamaciottiAnfibia, Chile

Loa: el río que agoniza en el desiertoMichelle CarrereMongabay LATAM

PREMIO CATEGORÍA CRÓNICA O PERFIL

Bajo el tusi y las balas hay un niño muertoArturo GalarceRevista Sábado de El Mercurio

TRABAJOS FINALISTAS CATEGORÍA CRÓNICA O PERFIL

“Era una máquina de matar”: cómo los pandilleros de El Salvador se inician en la violenciaNicolás AlonsoLa Tercera

Vivir en pausa: la historia de Nancy CortezFrancisca Varea y Javiera MoraEl Desconcierto

PREMIO CATEGORÍA ENTREVISTA

La historia no contada de las hijas de la jueza AtalaCarola SolariRevista Sábado de El Mercurio

TRABAJOS FINALISTAS CATEGORÍA ENTREVISTA

Enrique Paris: la calma después de la tormentaEstela CabezasRevista Sábado de El Mercurio

Gabriel Salazar: “En este momento el presidente es el gran cocinero”Lenka Carvallo GiadrosicLa Segunda

Polimá Westcoast: “Quiero que haya un presidente negro en Chile”Joaquín ZúñigaThe Clinic

PREMIO CATEGORÍA INVESTIGACIÓN

Así se gasta la billetera de la Teletón: millonarios pagos a Enrique Correa y boletas por $156 millones a Ximena CasarejosMacarena Segovia, Benjamín Miranda y Nicolás SepúlvedaCiper

TRABAJOS FINALISTAS CATEGORÍA INVESTIGACIÓN

La ruta del dinero apunta a Volterra: SII indagó solo tres casos vinculados al robo de madera en siete añosFelipe Díaz Montero y Nicolás Parra TapiaBiobío Chile

FF.AA. y policías en la mira: se han robado 126 armas de sus arsenales por fallas en seguridad y protocolos de fiscalizaciónRocío González Trujillo y Catalina Olate HidalgoEl Mostrador

PREMIO PERIODISMO DE EXCELENCIA UNIVERSITARIO

Te recuerdo, Luisa: el legado rebelde de Luisa ToledoGabriela Acuña y Javiera Arias DomínguezUniversidad de Chile

Prólogo

El año cuyo periodismo celebramos con este libro ha sido, como todos los años anteriores, difícil y peligroso para el ejercicio del periodismo libre y sin bozal. Lo saben bien los (y sobre todo las) colegas de México, de Palestina, de Cuba, de Bielorrusia, de Nicaragua y de las zonas remotas y desprotegidas de Sudamérica, donde los depredadores del ambiente y de los pueblos originarios amenazan con silenciar la investigación periodística y las voces críticas.

Tradicionalmente, las peores noticias para nuestro gremio venían de fuera. Pero Chile también se está volviendo una sociedad más violenta: este año fue asesinada la colega Francisca Sandoval, con un disparo en la cara durante una marcha por el Día del Trabajo, el 1 de mayo.

Desde 1986, cuando agentes de la dictadura mataron a José “Pepe” Carrasco Tapia, no habían asesinado a un periodista en este país.

Y ese clima de miedo, de dolor, de muerte, siento que empapa los trabajos que premiamos. Como muestran las historias que merecieron el reconocimiento de los jurados de este año, creció el narcotráfico, los crímenes se volvieron más sangrientos y la vida tras la pandemia fue muy dura para los sectores más vulnerables de la sociedad —menores en abandono, adultos mayores en soledad, pobres sin salida y desesperados que quieren terminar con todo.

Junto con la gracia y elegancia de la pluma y la creatividad de las estructuras, una nube de tristeza cubre los reportajes, crónicas, entrevistas e investigaciones de 2022, como si a las autoras y a los autores de los textos recopilados en este vigésimo Mejor periodismo chileno, las tristezas y dolores sobre los que investigaron y escribieron se les metiera debajo de la piel y se colara en sus pesadillas.

Los textos que leerán son producto del entrar en las vidas quebradas de tanta gente, para que, contándolo, nos enteremos y así se encuentren menos solos la polola de Elías, que nació con VIH; la familia de Waleska, que se tiró al vacío en el Costanera Center; Víctor Palape, que malvive a la orilla de un río que muere; Edgardo Hidalgo, que sufre noche y día el ruido de las aspas de molinos de viento.

Y también entremos en el dolor de dos madres: la de Paola Alvarado, asesinada y todavía sin aparecer, y la del adolescente Matías, que soñó con ser pandillero y ni a eso alcanzó a llegar.

Estos seres anónimos son rescatados por una cofradía de contadores de historias en su dignidad, su indignación, su forma de interpelar al poder y conectar con los miedos de una sociedad y con el espíritu de una época.

Algunos de los autores y medios son habituales en las páginas de estos libros: Arturo Galarce, Muriel Alarcón, Carola Solari y Estela Cabezas, de Revista Sábado de El Mercurio; Nicolás Alonso, de La Tercera; Macarena Segovia, Benjamín Miranda y Nicolás Sepúlveda, de Ciper Chile. Su experiencia muestra un continuo ejercicio de buscar nuevas historias y escuchar nuevas voces.

A su lado surgen medios digitales y autores con otros temas y entusiasmos. Por ejemplo, Lukas Jara y Javier Louit, de La Pública, traen una mirada sorprendente sobre la energía eólica; Amanda Marton, de la flamante Anfibia Chile, se interna en el dolor y las quejas de los que sobreviven a los suicidas; un río se seca, pero revive en las páginas de Mongabay LATAM por la pluma de Michelle Carrere y Gerardo Álvarez. Y en El Desconcierto, Francisca Varea y Javiera Mora dan voz a una madre que clama por justicia para su hija asesinada y para todas las víctimas de femicidio.

En la siempre fecunda sección de entrevistas, impresionó mucho al jurado la urdiembre de voces con que Carola Solari construyó el relato de la vulneración de derechos de las tres hijas de la jueza Atala. Lenka Carvallo interroga en La Segunda al historiador Gabriel Salazar; Estela Cabezas logra un perfil humano y muy claro de Enrique Paris en Revista Sábado de El Mercurio, y Joaquín Zúñiga se adentra en el cerebro del joven músico urbano Polimá Westcoast para El Desconcierto.

En la sección relativamente nueva, PPE de Investigación, junto con el tradicional Ciper y su descubrimiento de datos incómodos sobre la Teletón, destacan Felipe Díaz y Nicolás Parra, del equipo de investigación de la radio Biobío Chile, explicando la compleja trama de robo de madera que termina, sorprendentemente, en las mismas manos de algunas de las empresas robadas, y Rocío González Trujillo y Catalina Olate Hidalgo, de El Mostrador, que aportan datos valiosos y hacen preguntas precisas sobre el robo de armas por parte de carabineros retirados y en servicio, y que en muchas ocasiones terminan en poder de los delincuentes que sus compañeros de armas deben enfrentar.

No fue una decisión consciente, pero este año, el trabajo minucioso de los seis equipos de jurados preseleccionadores y de los dos jurados finales de estas categorías escrita y universitaria, eligieron en su mayoría trabajos sobre los olvidados, los que no salen en las portadas de los diarios y los resúmenes de los informativos. No encontrarán la mayoría de estos nombres entre los hashtags de Twitter y las fotos de Instagram. Son las historias necesarias de los perdedores que se rindieron o que, pese a todo, siguen luchando.

También destacan este año las historias no contadas, las sombras de instituciones o actividades con “buena prensa”, como para demostrar, como sabemos bien los periodistas que, si se investiga a fondo y sin prejuicios, casi nada es enteramente blanco o negro. Los males que puede traer la energía eólica o las cuentas opacas de un emprendimiento tan admirado como la Teletón —el ganador de la categoría de Investigación de este año y un tema inusual para su medio, Ciper— son ejemplo de ello.

Un caso distinto, y por eso especialmente destacable, es el reportaje elegido como el gran ganador de 2022: “La memoria de los fotógrafos presidenciales”. Es sobre presidentes, pero también da cuenta de —y denuncia— dos injusticias.

Por un lado, la invisibilidad de los fotógrafos, los contadores en imágenes de la trayectoria de los seis presidentes desde el regreso de la democracia en Chile. Esos fotógrafos y esas fotógrafas que supieron mirar, elegir los ángulos, los momentos, los lugares, los destellos de luz y los gestos en los que se congela y refleja la historia.

Y, por otro lado, que no exista un archivo, que con cada presidente se pierda el legado y la riqueza de las fotos del anterior, como en las estelas mayas, en las que cada nuevo rey ordenaba destruir las imágenes que glorificaban a su antecesor para que solo quede la propia gloria.

Este hermoso trabajo de Pedro Bahamondes, en el otrora admirado medio de investigación y crónicas vigorosas The Clinic, es una mirada al pasado en un año especial: se cumplen cincuenta años del golpe de Estado que rasgó como un cuchillo la piel del país. Para recordarlo, la memoria de estos fotógrafos celebra el legado de los demócratas.

Y sobre los crímenes de la dictadura trata el ganador del Premio Universitario: “Te recuerdo, Luisa: el legado rebelde de Luisa Toledo”.

Como Víctor Jara recuerda a Amanda y sus cinco minutos de amor, las estudiantes de la Universidad de Chile Gabriela Acuña y Javiera Arias Domínguez relatan, analizan y honran la vida de Luisa Toledo, la emblemática madre coraje que luchó hasta su último aliento por verdad, justicia y reparación para las familias de los desaparecidos en Chile.

Para honrar los veinte años del premio, quiero mencionar dos contenidos muy especiales que hacen que este El mejor periodismo 2022 sea distinto a todos los anteriores.

En primer lugar, una introducción que repasa la historia de esta categoría escrita del PPE, por una de las principales estudiosas de la crónica y el periodismo literario en el país, la doctora Patricia Poblete Alday, profesora de la Universidad Finis Terrae. Una mirada conocedora e independiente que nos observa desde la academia.

Y, en segundo lugar, un listado de los ganadores en las dos categorías de estos veinte años, para que su registro, además de poder verse en la web del PPE, figure como corresponde en este libro celebratorio.

Luego, antes de los textos ganadores y finalistas figura, como de costumbre, los nombres y una breve biografía de nuestros jurados de este año.

Finalmente, estamos convencidos de que llevamos ya dos décadas en esto porque las y los periodistas de Chile, los medios, las universidades y la sociedad nos adoptaron como su principal referente, año tras año, sobre la calidad de los productos periodísticos, y como brújula ética.

Como todo grupo humano, nuestros jurados no son perfectos, pero siempre deliberaron y decidieron con buena fe, con absoluta libertad de criterio, independencia y conocimiento de los temas y de la práctica periodística. En cada reunión, fue emocionante ver cómo profesionales de gran experiencia escuchaban con apertura de mente y se dejaban convencer con buenos argumentos. Por eso pienso que este premio refleja lo mejor de la práctica democrática de este complejo inicio de siglo en Chile.

Roberto HerrscherDirector Premio Periodismo de Excelencia Universidad Alberto Hurtado

Introducción Veinte años del mejor periodismo chileno

El Premio Periodismo de Excelencia surgió menos de un afán auto consagratorio que de una necesidad práctica y bastante más humilde: generar una bibliografía local para los estudiantes de periodismo. Hacia fin del siglo pasado, los ejemplos de reportería y buena pluma que se utilizaban en nuestras aulas eran en su mayoría extranjeros (Tom Wolfe y Truman Capote, Gabriel García Márquez, Oriana Fallaci, con suerte Rodolfo Walsh y Tomás Eloy Martínez), y si bien para entonces ya se habían publicado dos grandes libros del periodismo nacional —Los zarpazos del puma, de Patricia Verdugo, en 1997, y El libro negro de la justicia chilena, de Alejandra Matus, en 1999—, no existían recopilaciones de textos breves que sirvieran como material de docencia actualizado y en diálogo con nuestra realidad nacional.

Hoy, veinte años después, los libros que reúnen las piezas finalistas y ganadoras de este premio nutren la bibliografía de las Escuelas de Periodismo de todo el país, y suelen ser referidos como resumen del año noticioso, al estilo de los viejos almanaques. Su valor, sin embargo, sobrepasa con creces lo documental, y quiero aquí señalar algunos ámbitos en los cuales estos libros, y el premio que los sustenta, revelan cosas que sus creadoras —las periodistas Andrea Vial y Andrea Palet— acaso nunca pensaron que podrían llegar a decir.

En conjunto, estos veinte libros ofrecen una panorámica extraordinaria del estado de la profesión en Chile, de sus transformaciones, sus temas y voces determinantes. Desde estas páginas podemos fechar el auge y la desaparición de medios como Fibra, Rolling Stone, Siete+7, La Nación; la consolidación de otros, como Revista Sábado de El Mercurio, The Clinic o Ciper; y la aparición, sobre todo durante los últimos años, de algunos medios alternativos e independientes que vienen a ventilar nuestro claustrofóbico y poco variado menú mediático: El Desconcierto, Pousta, La Otra diaria, EMF. Podemos, también, identificar la amalgama y el recambio generacional de reporteros.

Y, si desviamos la mirada hacia la parte vacía del vaso, podemos incluso inventariar nuestras carencias: medios regionales de calidad (menos del 15% de los medios premiados o finalistas son de regiones), pautas innovadoras, edición rigurosa, mujeres. Si bien la brecha de género es móvil (aunque siempre con supremacía masculina), en los textos que implican reportería (Reportaje, Entrevista, Crónica), en Opinión —género que supone un reconocimiento a priori como voz autorizada o al menos relevante— se hace escandalosa: cuarenta y ocho firmas de varones y solo diez de mujeres en estas dos décadas.

Desde estos libros podemos, también, observar el auge y decantación de lo que se llamó el boom de la crónica latinoamericana. Desde sus inicios, este género tuvo una presencia mayoritaria entre los textos seleccionados, alcanzando su peak en 2011. Asimismo, la relevancia progresiva que va adquiriendo el reportaje en este certamen, desde 2014, puede comprenderse como consecuencia tanto de la crisis financiera global (que generó draconianos recortes presupuestarios para las redacciones y apuró el cierre de las revistas, cuna y nicho de la crónica latinoamericana), como de la emergencia de un periodismo independiente, enfocado sobre todo en la fiscalización y la denuncia1.

En la elaboración de estos porcentajes no se consideraron las categorías Opinión y Crítica, dado que ellas no son, necesariamente, producto de una labor periodística, pese a que obviamente muchos de ellos son de una calidad incuestionable.

Con ello, y tras varios cambios a lo largo de estos años, las categorías del PPE hoy consideran solo aquellos géneros que son resultado de un trabajo propiamente periodístico, y que demandan una serie de capacidades específicas que hay que desarrollar antes de sentarse a escribir: identificar focos noticiosos, cruzar e interpretar datos, salir a terreno, conseguir y contrastar fuentes, realizar acompañamiento (más que entrevistas), reconocer variables, verificar información. Creo que la decisión de acotar las categorías del premio a Reportaje, Investigación, Entrevista y Crónica es otra forma de reconocer y dignificar la especificidad de este oficio.

Otro aspecto que me parece destacable en la historia del PPE lo constituye su internacionalización, proceso que se inició en 2018, mediante una alianza con la Fundación Gabo. El establecimiento de vínculos y redes que ello supone no solo permite el trabajo colaborativo —que está en la base de muchos de los grandes trabajos periodísticos de los últimos tiempos—, sino que amplía y complejiza la mirada autorreflexiva propia de todo reconocimiento público, poniendo en perspectiva los logros, avances y desafíos del desarrollo local de la profesión.

En este sentido, al permitirnos comparar nuestro ecosistema periodístico, nuestras prácticas y nuestros resultados, este movimiento “hacia afuera” funciona como un necesario cable a tierra luego de los abrazos y las preseas, haciéndonos notar qué falta, qué no hemos hecho, qué podemos hacer mejor.

Hablo en plural porque los retos que desde aquí se abren nos tocan también a quienes colaboramos con el periodismo desde la retaguardia: estudiando su historia y sus procesos, pero también procurando que los futuros colegas comprendan en hombros de quiénes están situados. Los textos de este libro, así como los de los otros diecinueve que le anteceden, nos auxilian en la docencia, proporcionando ejemplos concretos de buen periodismo local, probando —más allá de toda defensa corporativa— que no todo el gremio es sensacionalista, que no toda cobertura es superficial, que no todos los medios son obsecuentes. Pero, además, ayudan a estrechar la brecha —a veces crítica, siempre incómoda— que existe entre la praxis profesional del periodismo y la mirada académica, teórica.

Así, del mismo modo en que la lectura atenta de estos libros permite identificar fortalezas y desafíos para el periodismo nacional, también nos da pistas respecto de los retos para su investigación y docencia. Quisiera señalar dos. El primero es la concentración de la mayoría de los premios y reconocimientos en periodistas egresados/titulados (incluyo aquí el PPE Universitario) de tres universidades: de Chile, Católica y Diego Portales. Pero junto a esto —que puede comprenderse, además, en el marco de la tradición y de los buenos indicadores generales de estas casas de estudio—, se observa una presencia creciente durante los últimos años de periodistas de otras dos universidades: del Desarrollo y la Nacional Andrés Bello.

Esto último puede funcionar como un índice de calidad específico tanto de los planes de enseñanza de la profesión como de los docentes que allí se desempeñan pero, sobre todo, da cuenta de que, contrario a lo que normalmente se cree y se dice, existe un interés real y concreto por formar profesionales de excelencia en esta área.

El segundo desafío para la docencia que se desprende del análisis de estos veinte años del PPE, proviene del contraste entre el alto porcentaje de textos cronísticos reconocidos y el bajísimo índice de su docencia formal a nivel de pregrado. En otras palabras: no estamos enseñando a escribir un periodismo que trascienda lo informativo y lo coyuntural y, sin embargo, este es el tipo de textos que los periodistas y futuros periodistas quieren escribir. Este vacío, que se llena de forma autodidacta, con estudios de posgrado o a través de instancias informales (como talleres), constituye desde hace mucho una de las oportunidades de las cuales, hasta ahora, no hemos sabido hacernos cargo.

Como decía al inicio de estas páginas, estos veinte libros resumen mucho más que cada año noticioso: en conjunto, ayudan a comprender nuestros procesos de cambio social y el rol que el periodismo ha jugado en ellos, al tiempo que dan cuenta de las transformaciones, hitos y retos de nuestro ecosistema comunicacional. Por lo mismo, esta bibliografía —así como el premio que la enmarca— se ha vuelto referente esencial y fuente invaluable para la historia del periodismo chileno que está por escribirse.

Patricia Poblete AldayUniversidad Finis Terrae

Listado de ganadores y ganadoras del Premio Periodismo de Excelencia Escrito2

PPE escrito 2003-2021

Año

Categoría competencia

Título

Nº autores

Nombre autor/a

Medio

2003

Escrito

Hable ahora o calle para siempre

1

Luis Miranda Valderrama

Revista Fibra

2004

Escrito

Víctor Jara: la sangre de un poeta

1

Juan Cristóbal Peña

Rolling Stone

2005

Reportaje

La verdadera historia de “la balserita”

1

Francisco Aravena

Revista Sábado de El Mercurio

2006

Reportaje

La maldición del narco sin cabeza

1

Pablo Vergara

The Clinic

2007

Reportaje

Los secretos del espionaje político en democracia

1

Claudia Farfán

Qué Pasa

2008

Reportaje

Registro Civil: graves irregularidades en millonaria licitación

3

Francisca Skoknic

Ciper

2008

Mónica González

2008

Juan Cristóbal Peña

2009

Reportaje

Serie: la historia secreta del secuestro de Cristián Edwards

2

Juan Cristóbal Peña

Ciper

Pedro Ramírez

2010

Crónica

La ola maldita

1

Juan Andrés Guzmán

Paula

2012

Reportaje

Serie: lucro en la Universida d del Mar Capítulo: sistema de acreditación universitaria bajo sospecha por polémico contrato

3

Gregorio Riquelme

Ciper

Juan Andrés Guzmán

Juan Pablo Figueroa

2013

Crónica

La partida de Hugo y Teresa

1

Jorge Rojas

The Clinic

2014

Reportaje

El último golpe del martillero

3

Carla Mandiola

Revista Sábado de El Mercurio

Carla Ruiz

Rodrigo Fluxá

2015

Golpe periodístico

Un negocio Caval

1

Juan Pablo Sallaberry

Qué Pasa

2016

Reportaje

Los negocios que Piñera hizo en el mar peruano durante el juicio de La Haya

1

Sergio Jara

Radio Biobío

2017

Reportaje

Las “empresas zombis” que compró Piñera para ahorrar millones en impuestos

2

Catalina Albert

Ciper

Juan Andrés Guzmán

2011

Entrevista o perfil

El extraño mundo de Johnny

1

Rodrigo Fluxá

Revista Sábado de El Mercurio

2018

Reportaje

Las acusaciones contra Herval Abreu / Los pecados de Nicolás López, el director sin filtro

4

Paula Escobar

Revista Sábado de El Mercurio

Andrew Chernin

Rodrigo Fluxá

Rodrigo Munizaga

2019

Investigación

Serie de investigación: la trampa de los medidores “inteligentes” de electricidad (dos artículos)

2

Gabriela Pizarro

Ciper

Nicolás Sepúlveda

2020

Escrito

Soldaditos del narcotráfico

1

Matías Sánchez

Revista Sábado de El Mercurio

2021

Investigación periodística

Pandora Papers: familias Piñera Délano sellaron millonaria preventa de minera Dominga en Islas Vírgenes Británicas

2

Alberto Arellano

Ciper

Francisca Skoknic

Listado de ganadores y ganadoras del Premio Periodismo de Excelencia Universitario3

PPE univeritario 2009-2021

Año

Título

Nombre autor/a

Universidad

2009

El largo camino que muestra la verdad

Daniela Pérez

Católica de Chile

Francisca Stuardo

2010

Trasplantes: los órganos que el sistema pierde y los chilenos se niegan a donar

Gregorio Riquelme

Alberto Hurtado

2011

La última campaña de Evelyn Matthei

Stefanía Doebbel

Católica de Chile

2012

Amenazas, chantajes y vacíos legales frustran la carrera de promesas del fútbol

Felipe Guler

Del Desarrollo

2013

Conflictos de interés en las recomendaciones vacunatorias del Ministerio de Salud

Zarco Castillo

Del Desarrollo

2014

Veinticinco diputados financiaron sus encuestas electorales con dinero de la Cámara Baja

Pedro Pablo Ramírez

Católica de Chile

2015

Gendarmería reconoce que presos trabajan bajo condiciones ilegales en las cárceles

Valentina Araya

Javiera Yáñez

Católica de Chile

2016

En 2015, el Ejército gastó más de $1.000 millones recontratando con boletas a uniformados pensionados

Natalia Correa

Católica de Chile

Sebastián Varela

2017

Abusadas y castigadas: las FF.AA. sancionan a las soldados que denuncian abusos sexuales si no tienen pruebas suficientes

Daniel Pizarro

Matías Brown

Católica de Chile

2018

Salud pública en vigilia: la sobreexplotación de los médicos en formación

Maite Pizarro

Diego Portales

Cristóbal Baeza

2019

La dinastía de los sacerdotes acusados de abusos sexuales en el Hogar San Ricardo

Nadia Volenski

Diego Portales

Rocío Ñancupil

Joaquín Abud

2020

Sigma: el código secreto de los suicidios en el metro

Camila Bohle

Valentina Medina

Diego Portales

2021

Salud, embarazo y violencia obstétrica: los problemas de gestar tras las rejas

Luis Felipe Castañeda

Del Desarrollo

María Ignacia Galleguillos

Jurado del Premio Periodismo de Excelencia Escrito 2022

María Martínez Mur

Nació en Madrid en 1988. Es licenciada en Economía y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Tras pasar por distintos medios en España, como la radio Cadena SER o el diario Público, en 2015 llega como corresponsal a Centroamérica con la Agencia EFE. Con base en Panamá, cubrió, entre otros eventos, la VII Cumbre de las Américas, en la que Barack Obama y Raúl Castro se dieron por primera vez la mano; la visita del papa Francisco; la ramificación del caso Odebrecht o las revueltas de 2018 en Nicaragua. En octubre de 2019, en pleno estallido social, es enviada por EFE a Chile, desde donde trata de explicar la crisis identitaria que vive el país en busca de un nuevo modelo de sociedad. Los temas relacionados con derechos humanos, medio ambiente y mujeres son su especialidad.

Ramón Ulloa

Nació en Castro y es periodista de la Universidad de Chile. Lleva treinta años de trabajo en televisión, partiendo en TVN y luego pasando por Mega, CNN Chile y Canal 13. En dichos canales se ha desempeñado como reportero, editor periodístico, realizador de reportajes y conductor de informativos.

Patricio de la Paz

Es periodista, licenciado en Información Social de la Universidad Católica. Parte del equipo ganador del Premio Periodismo de Excelencia Digital 2018 por el capítulo “De gemelas a mellizos”, del podcast Relato Nacional.

Cecilia Lanza Lobo (Bolivia)

Es periodista, magíster en Estudios Culturales. Fundadora y directora de la revista Rascacielos de periodismo narrativo, creadora del Premio Nacional de Crónica. Su programa de crónica televisiva Contramano fue premiado por la Asociación de Periodistas de La Paz. Fue subdirectora de Pie Izquierdo, primera revista boliviana de periodismo narrativo, bloguera de Americas Quarterly y videoperiodista de Video Journalism Movement (Holanda). Es autora de los libros de crónica Mayo y después, los últimos días de la dictadura (1995), Cuando cae la noche, las voces de los otros (2004), Los días del descalabro (2010), y el ensayo Crónicas de la identidad (2004). Su más reciente libro es El color de las ovejas negras. Crónica de un parricidio (2023).

Verónica López

Es periodista de la Pontificia Universidad Católica de Chile, creadora y directora de las revistas (1972-2016), Contigo, Cosas, Semana (en Colombia), MasterCard, Caras, Noticias del Hogar de Cristo y Antílope. Distinguida como la primera periodista no norteamericana en obtener la beca Nieman Fellowship at Harvard (1996). Profesora de cursos especiales en la Universidad Católica, Universidad de Chile y Universidad Alberto Hurtado. Premios: Lenka Franulic, Embotelladora Andina, Asociación de Periodistas de Espectáculos, Nieman Fellowship. Autora de 40 años de revistas (Catalonia, 2017) y La chica invisible (Cuarto Propio, 2022). Presidenta de la Asociación Nacional de Mujeres Periodistas (2020-2022).

Andrea Lagos 

Es periodista y licenciada en Historia de la Universidad Católica y tiene un magíster en Edición de la UDP. Ha trabajado en medios como Canal 13, revista Cosas, diario La Tercera y revista Siete + 7. También ha colaborado con El País de España, revista Capital y Revista Sábado de El Mercurio. Fue editora de revista Qué Pasa y es académica de la Escuela de Periodismo de la Universidad Diego Portales. Entre los años 2004 y 2010 fue agregada de prensa en la Embajada de Chile en Estados Unidos. Es coautora del libro Los archivos del cardenal. Casos reales (Tomo 2), y autora del libro Precht. Las culpas del vicario, finalista del Premio Municipal de Literatura de Santiago 2018, en la categoría Investigación Periodística. En 2021 publicó con Penguin Random House el libro Voces de mujer. Historias de abuso en Chile.

Roberto Herrscher

Es periodista, escritor y profesor de periodismo en la Universidad Alberto Hurtado de Chile, donde dirige el Premio Periodismo de Excelencia y el Diplomado de Escritura Narrativa de No Ficción. Herrscher es licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por Columbia University, Nueva York. Es autor de Los viajes del Penélope (Tusquets, 2007); Periodismo narrativo, publicado en Argentina, España, Chile, Colombia y Costa Rica; El arte de escuchar (Editorial de la Universidad de Barcelona, 2015), y Crónicas bananeras (Tusquets, 2021). En 2021 publicó su primer libro colectivo como editor: La voz de las cosas (Carena, 2021).

Jurado del Premio Periodismo de Excelencia Universitario 2022

Faride Zerán

Es Premio Nacional de Periodismo 2007. Profesora titular de la Universidad de Chile, fundadora y directora del Instituto de la Comunicación e Imagen (ICEI) entre 2003 y 2010. Destacada periodista cultural; entre 2014 y 2022 se desempeñó como vicerrectora de Extensión y Comunicaciones de la Universidad de Chile. Hasta marzo de 2023 fue presidenta del Consejo Nacional de Televisión.

Gregorio Riquelme

Es periodista de la Universidad Alberto Hurtado con experiencia en investigación periodística, política, chequeo de datos, creación de contenidos culturales, realización audiovisual y de procesos de participación ciudadana. Ganador del PPE (2012) y del PPEU (2010), es coautor de investigaciones sobre el lucro en la educación superior y del Crédito con Aval del Estado, entre otras.

Mónica Maureira

Es periodista con postítulo en Derechos Humanos y Procesos de Democratización de la Universidad de Chile y estudios en comunicación política. Tiene vasta trayectoria en estrategias políticas y comunicacionales para organizaciones nacionales e internacionales en desarrollo, género y derechos humanos de las mujeres. Es experta de Chile en el Mecanismo de Seguimiento de la Convención Belém do Pará (MESECVI), responsable de las comunicaciones de la Dirección de Género, Diversidad y Equidad de la Universidad de Santiago de Chile, docente en la Escuela de Periodismo de la Universidad Diego Portales y en el Diplomado de Comunicación y Derechos Humanos de la Universidad Alberto Hurtado. Además, es integrante del Observatorio Género y Equidad y de la Red de Periodistas Feministas. Trabajó en Oxfam en Chile y Honduras, y fue consultora de la Unión Europea y UNFPA en Chile. En medios, trabajó en el diario La Época, La Nación y revista Apsi.

Tamy Palma

Es periodista de la Universidad Alberto Hurtado, becada por el consulado de Estados Unidos en el programa Edward R. Murrow: Research and Investigation, y beneficiaria de la Beca Alianza del Pacífico en la Universidad Iberoamericana de México, cursando estudios en Periodismo y Relaciones Internacionales.

Cuenta con una amplia experiencia en medios de comunicación, especialmente en prensa escrita y medios digitales como La Tercera y The Clinic, y ha desempeñado funciones en comunicaciones corporativas, especialmente centradas en generar redes de contacto y gestionar las comunicaciones externas e internas para instituciones del mundo público y privado. Asimismo, es coautora del libro Joyitas. Los protagonistas de los mayores casos de corrupción en Chile (2021), publicado en Editorial Hueders. Actualmente ejerce la agregaduría de prensa en la Misión de Chile ante Naciones Unidas en Nueva York.

Montserrat Martorell

Es periodista y comunicadora social de la Universidad Diego Portales, máster en Escritura Creativa y doctora en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Complutense de Madrid. Diplomada en Pensamiento Contemporáneo: Filosofía y Pensamiento Político. Es profesora universitaria y realiza talleres literarios. Actualmente escribe su cuarta novela. Es académica de planta del Departamento de Periodismo de la Universidad Alberto Hurtado, donde ejerce la coordinación del Premio Periodismo de Excelencia.

TRABAJOS PREMIADOS

PREMIO PERIODISMO DE EXCELENCIA ESCRITO Y PREMIO CATEGORÍA REPORTAJE

LA MEMORIA DE LOS FOTÓGRAFOS PRESIDENCIALES

Pedro Bahamondes17 de agosto de 2022The Clinic

Este reportaje fue una elección a la vez lógica y sorprendente por parte de los jurados de este año.

Es lógica, porque el recorrido que hace Pedro Bahamondes por las experiencias, conclusiones y recuerdos de los fotógrafos oficiales de todos los presidentes, desde la transición a la democracia en 1990, fue investigado con enorme pericia y dedicación y escrito con gracia y profundo conocimiento del arte de contar —con palabras y con fotos—. Y es sorprendente porque se aparta de los temas habitualmente tratados por los ganadores de este premio.

No devela datos ocultos ni hace hablar a voces silenciadas: es una delicada revisión de un pasado reciente y en muchos casos olvidado, y contribuye a la memoria de Chile. Ante la ausencia de un archivo público que reúna los retratos oficiales y registros fotográficos de los presidentes de Chile y aprovechando el Mes de la Fotografía, la revista The Clinic usa atractivos recursos digitales y la pluma precisa de Bahamondes para presentar un camino creativo por los recuerdos y reflexiones de los retratistas y fotógrafos personales de Aylwin, Frei, Lagos, Bachelet, Piñera y Boric.

Esto dice el acta del jurado: “Se otorga el Premio Periodismo de Excelencia escrito a La memoria de los fotógrafos presidenciales por su originalidad en forma y fondo, porque cuenta con respeto y claridad trastiendas que no se conocían, porque permite acceder a la intimidad y algo esencial de personajes imprescindibles de la historia de Chile. Presenta una minuciosa caracterización de esos protagonistas en las sombras, los fotógrafos, a todos los cuales el autor logró entrevistar”.

1. Los negativos extraviados de Patricio Aylwin

Nunca trabajó directamente en La Moneda, pero sí tomaba ciertos encargos: retrató a Eduardo Frei Montalva en 1969, en su último año de gobierno, y meses después la campaña presidencial de Allende. También estuvo en el palacio de gobierno para el Tanquetazo. Sus vínculos con el palacio y la presidencia, Luis Poirot los retomó con el regreso a la democracia y la elección presidencial de Patricio Aylwin, en 1990.

“Me llamaron para realizar el retrato oficial de don Patricio porque ya había tomado las fotos de su campaña y creo que él se sentía cómodo conmigo”, cuenta hoy el fotógrafo.

“Hice colocar unas cortinas blancas con el escudo presidencial en una ventana en donde entraba sol de mañana, trasladé el escritorio de forma que fuese un fuerte contraluz, un espacio abierto. Luego y contra la opinión de todos sus asesores, le dije: ‘Presidente, recién terminamos un período lleno de símbolos externos de poder, medallas y parafernalia. Esta foto suya creo que debe transmitir paz y tranquilidad luego de la violencia; es la imagen de la autoridad moral de un padre justo. Debe ser sin banda, porque es algo que queda mal en un traje de calle, es para el esmoquin que ya no se usa’”, recuerda Poirot.

“Las cortinas transparentadas por la luz a sus espaldas con el escudo de Chile y la bandera a un costado con el escudo solo pertenecen al presidente. Me escuchó y aceptó mis argumentos, mientras los asesores guardaban silencio —continúa relatando Poirot—. Me pidió hacer unas pocas con la banda para regalar a los amigos. Tomé las fotos y cuando le llevé las muestras confirmó mi idea del retrato oficial como una imagen del presidente cercano a su pueblo, servidor de los ciudadanos”.

Archivo pendiente

Hoy en día es prácticamente imposible encontrarse con el retrato oficial de un Presidente de la República que no sea el de turno. Algunos más antiguos —como los de Aguirre Cerda, Frei Montalva, Allende, Aylwin y otros— se venden como artículos freak en Internet, ferias libres y persas, pero en su mayoría desaparecen del mapa y del imaginario colectivo con la alternancia del poder. La única forma de acceder a ellos es solicitándolos formalmente en la Biblioteca Nacional y en las fundaciones de cada exmandatario. Nunca han sido editados en un libro ni expuestos al público.

“Es archivo pendiente y un documento histórico que se pierde y que desaparece injustamente con el cambio de un presidente a otro”, dice Poirot. “Hoy podríamos ver mucho más a través de esos retratos, pero no están en ninguna parte. Además, esconden un anecdotario extraordinario”.

Su nombre era Jorge Opazo Galindo (1908-1979) y fue un afamado fotógrafo de modas. Oriundo de Concepción, buena parte de su trabajo estuvo inspirado por el glamur y las divas del cine. Conocido por el potencial dramático que lograba dar a cada uno de los personajes que retrataba, en 1938 le fue encargada la imagen oficial del recién asumido presidente Pedro Aguirre Cerda, quien lo nombró Fotógrafo Oficial de la Presidencia, cargo que desempeñó hasta 1970.

Opazo fue también autor de los retratos de los presidentes Juan Antonio Ríos (1942), Gabriel González Videla (1948), Carlos Ibáñez del Campo (1952, quien además lo nombró agregado cultural en Francia), Jorge Alessandri (1958) y Eduardo Frei Montalva (1964). Tras su muerte, fue donado todo su archivo al Museo Histórico Nacional.

El retrato de Salvador Allende, en tanto, lo tomó el suboficial de la Fuerza Aérea y fotógrafo de la Oficina de Informaciones y Radiodifusión de la Presidencia, Leopoldo Víctor Vargas (1933-2011). La anécdota no queda ahí: su autoría no se supo sino hasta el 2015.

Vargas se lo tomó casualmente el 3 de noviembre de 1970, el mismo día en que Allende asumió como presidente en el Congreso. El fotógrafo lo vio sentado en un sillón en el Salón Rojo de La Moneda y se le acercó con su cámara. Le tomó unas cuantas fotos sobre un fondo estrellado y notó que Allende estaba posando para él. Estaba perfectamente vestido y no llevaba puesta la banda oficial.

Días después, Allende mandó a llamar a Vargas a través de su fotógrafo personal, Orlando ‘el chico’ Lagos. Le pidió ver las fotos que había tomado, él llevó varias copias impresas y el presidente escogió una que se convirtió en su imagen oficial. Antes de distribuirla en todo el país, fueron borradas las estrellas blancas del fondo.

En 2015, Erika Caroca, esposa del fotógrafo, donó la imagen oficial del expresidente Allende a la Biblioteca Nacional. “La incorporación de este nuevo retrato nos permitirá completar una galería de presidentes de Chile, que son muy buscados por usuarios e investigadores”, decía por ese entonces Soledad Abarca, jefa del Archivo Fotográfico de la Biblioteca Nacional.

“Salvador Allende eliminó lo del retrato oficial con banda en las oficinas públicas”, dice Poirot. El fotógrafo revela, además, que Augusto Pinochet le encargó también su imagen oficial a Jorge Opazo, el histórico retratista de los presidentes.

“Opazo se negó a ir a La Moneda a fotografiar al dictador y este, por seguridad, no quiso ir a su estudio en Providencia. El retrato lo tomó René Combeau (otro de los célebres fotógrafos de la época y gran retratista del teatro chileno de mediados del siglo XX”, asegura).

Por ley, los expresidentes no están obligados a transferir su documentación fotográfica al Archivo Nacional, institución que originalmente recibía material fotográfico oficial desde la Presidencia de la República y cuyo rol es precisamente archivar las memorias de las instituciones de la Administración del Estado. Esto último debiera incluir, para muchos, copias de sus retratos oficiales y los registros de sus años en La Moneda.

Desde el Archivo Nacional informan que en sus dependencias actualmente solo existen registros en papel y negativos de los gobiernos de Patricio Aylwin y Eduardo Frei, además de los dos períodos presidenciales de Michelle Bachelet, digitalizados en ambos casos. Tampoco hay mucho más en la Biblioteca Nacional o el Museo Histórico. El resto del material permanece también en las fundaciones de cada expresidente y nunca ha sido catalogado, editado ni exhibido conjuntamente en nuestro país.

Hubo dos intentos claros para reunir y catalogar todo el material, uno más concreto y menos polémico que el segundo: en 1990, el presidente Aylwin envió un proyecto de ley para crear un archivo público oficial de los presidentes de la República, y años más tarde, en 2018, Sebastián Piñera anunció una polémica galería —que devino de un museo— de la democracia en el Museo Histórico Nacional. Ninguna de estas iniciativas prosperó.

Aylwin, un interés histórico

Jesús Inostroza (1956) trabajó como fotógrafo deportivo desde fines de los años 70 en las revistas Foto Sport, Estadio, El Gráfico y Deporte Total. Ni una de ellas existe hoy. Era el chascón del grupo de reporteros gráficos de la época: llevaba una melena crespa que le caía sobre los hombros y su cámara al cuello. Pasó por La Nación en plena dictadura; en 1987 entró a trabajar al recién fundado diario La Época y allí amplió la mirada: le tocó pasar de los estadios a la arena política y estar en la visita del papa Juan Pablo II a Chile, y en el plebiscito del Sí y el No un año después. Tras la caída del régimen y de cara a la primera elección en democracia, surgió al fin el candidato Aylwin e Inostroza se ofreció en el diario para cubrir su campaña.

“No lo conocía, pero me interesaba el personaje y me mandaron. Más que afinidades políticas, era un interés histórico”, cuenta Inostroza en una oficina en el Instituto Alpes, en calle República, donde estudió y da clases hace varios años.

“Hasta ese momento, para mí Aylwin era un cómplice de la dictadura. Yo tenía familiares comunistas, gente conocida que estuvo detenida en el Estadio Nacional y oculté a personas en mi casa mientras estaba en La Nación. Yo no era democratacristiano y nunca me guardé una opinión con don Patricio. Él, en ese sentido, siempre fue muy respetuoso”, señala el fotógrafo.

Mientras lo seguía para La Época, Inostroza recibió el encargo de tomarle una foto a Aylwin para una agencia de publicidad. “Querían una imagen de él caminando por la playa con la señora Leonor (Oyarzún), su mujer”, recuerda.

“Pude ver claramente en ese gesto la intención de volver a (John F.) Kennedy. Esa sigue siendo, para muchos, la campaña ideal, incluso en el caso de Kast. Y qué es lo ideal: la familia, todos juntos y todo muy conservador. Sin embargo, el fotógrafo de Kennedy se metió por todos lados y logró retratar a su personaje en pijama, con Jackie y los cabros chicos. Él abrió su intimidad. Eso aquí no se da tanto, pero en ese momento don Patricio sí estuvo dispuesto a hacerlo”, comenta Inostroza.

Aylwin lo citó en su casa de Algarrobo. Hicieron varias fotos en la playa y luego el presidente lo invitó a tomar té. “De repente don Pato agarra el diario y me dice: ¿Le puedo hacer una pregunta, Jesús? ¿Qué opina usted de mi candidatura?”, cuenta Inostroza. “Chucha, le dije, yo a usted lo relacionaba con la dictadura. Usted es democratacristiano y son todos golpistas, pero mirando lo que hay, le dije, creo que usted es la persona indicada para ser presidente. Él se cagó de la risa y siguió leyendo. Después pensé: ¿la habré cagado?”.

El día de la elección presidencial de 1989, Inostroza volvió a compartir con Aylwin, quien ya se refería a él como ‘su amigo Jesús’. Esa tarde lo vio pasearse en traje de baño, compartiendo entre amigos y cuando ya se conocían los cómputos y estaban a punto de salir de Lampa rumbo al hotel San Francisco, donde estaba su comando. Inostroza se lo encontró solo en el living mirando la televisión. Disparó su cámara unas cuantas veces.

“Después de esa foto se subió al auto y partimos. Ya no era la comitiva de la campaña, era la comitiva presidencial —recuerda el fotógrafo—. Llegamos aún de día al hotel. Estaba lleno, subimos y yo ya me sentía parte del grupo. Fotografié casi todos los saludos oficiales que él recibió esa tarde. Otros fotógrafos de prensa también estaban ahí y se apegaban a mí porque sabían que yo era el regalón de Aylwin”.

400 rollos fotográficos por mes

Semanas antes de asumir como presidente, Aylwin y su equipo contrataron a Jesús Inostroza como jefe del nuevo Departamento de Fotografía de La Moneda. Tenía 34 años. Una de las primeras decisiones que tomó, recuerda ahora, fue despedir a los fotógrafos que quedaban de la dictadura y armó un nuevo equipo desde cero. “Consideré en ese momento que quienes habían estado del lado de la dictadura no podían estar en el nuevo período”, comenta.

Al comienzo no tenía muy claro qué tenía que hacer. “Me decían: haz fotos y mándalas a la prensa. Cuando ya dominaba esa parte, pensé que podía ser bonito regalarle fotos a la gente con Aylwin, firmadas por él. Y eso hicimos”, cuenta. “Era una forma de meter al presidente en la casa de los chilenos y de acercarlo a la gente. Era muy costoso porque en esa época todo se imprimía. Nosotros trabajábamos con rollo y para las giras viajábamos con laboratoristas de La Moneda para despachar. Lo hacíamos en una máquina que se llamaba Unifax, que pesaba como bestia y se demoraba 25 o 30 minutos en enviar cada foto”.

Inostroza se convirtió en el fotógrafo personal del presidente. Tuvo acceso libre a casi todo; a su despacho en La Moneda, las reuniones privadas, la trastienda de las giras, y también a su familia, su casa, su familia, las vacaciones y todo tipo de celebraciones. “Durante la campaña, el presidente se empezó a poner brillante y alto. Sus discursos también eran cada vez mejores. Yo pensaba: miren a este viejo pechoño, baila, saluda, es cariñoso, se toma su “whiscacho”. Era un viejo choro. Empezó a tenerme cada vez más confianza y yo entendí que como fotógrafo de La Moneda le debía lealtad absoluta”, recuerda Inostroza.

En un viaje conoció al fotógrafo del rey de España. “Me contaba que el rey siempre le decía: ‘que yo no sepa dónde estás, pero tú siempre tienes que saber dónde estoy yo’. Me hacía mucho sentido porque yo intentaba ser la sombra de Aylwin todo el tiempo. Me sentía una especie de escolta suyo con una cámara entre las manos en lugar de un arma”, dice.

“Aylwin tenía plena conciencia de que él en La Moneda no era Aylwin, sino el Presidente de la República. Al principio fue difícil para él acostumbrarse a mi presencia, pero después yo ponía un lente largo no más para ver con qué cara andaba ese día. De repente estaba de malas y se aburría y uno tenía que replegarse, no quedaba otra. Mi trabajo era conseguir que siempre se viera bonito, luminoso y saber cuándo era el momento”, dice Inostroza.

En cuatro años le tomó miles de fotografías —unos 400 rollos mensuales de 36 fotos cada uno, a color y en su mayoría en blanco y negro, precisa—, algunas de las cuales ya tienen para él un peso histórico: la creación del Informe Rettig en 1990, las visitas privadas del Dalai Lama y Joan Manuel Serrat, y hasta conmovedoras escenas, como el viaje del presidente Aylwin en tren desde Rancagua mientras lo despedían los trabajadores, además de las tensiones con Pinochet. En una imagen están el presidente y el dictador y entonces comandante en jefe del Ejército en un ensayo de la Parada Militar. En un descuido de este último, Aylwin parece hacer una mueca. Inostroza no pudo mostrar la foto en ese entonces y no lo hizo sino hasta el año 2003.

“Se veían una vez a la semana, porque como comandante en jefe Pinochet no escuchaba al ministro de Defensa. Pedía ver y hablar directamente con el presidente. Aylwin me decía: ‘Para qué le va a tomar fotos al general, no lo incomode’”, revela el fotógrafo. “El presidente era bien pacificador, pero a veces se enojaba. Lo vi muchas veces saliendo de las reuniones de gabinete puteando al cielo. Yo a veces estaba en un rincón de un salón, esperándolo, y lo escuchaba hablar no más. A veces me hacía comentarios para que yo no le contestara. Las visitas que más lo descomponían eran las de Pinochet”.

Durante una visita a Roma, recuerda Inostroza, el entonces presidente del Senado, Gabriel Valdés, lo invitó a tomar un café. “Me preguntó: ¿Jesús, usted es comunista? Le dije que no y por qué lo preguntaba. Me contó que para una Parada Militar le tocó sentarse al lado de Pinochet y que el viejo me apuntó con el dedo. Le dijo a Valdés: ¿Ves a ese? Es comunista. Valdés miró a Pinochet y le respondió: ‘No, general, ese es Jesús, el fotógrafo oficial del presidente’. Pinochet sabía perfectamente quién era yo. No me podía ver. Les preguntaba a los edecanes de La Moneda por qué yo subía al segundo piso: ‘Él es de la casa’, le decían”.

Jesús Inostroza permaneció en La Moneda hasta el 2001. Pasó también por los gobiernos de Frei, más brevemente por el de Lagos y siguió siendo jefe de los fotógrafos de La Moneda, aunque ya no era el más cercano al presidente. “Todo era muy distinto. Cada uno trajo a su fotógrafo personal y el ambiente al interior del palacio era otro. Me costó acostumbrarme y ellos a mí, también. Hicieron que me peinara, por ejemplo. Entró a La Moneda la solemnidad grave que ahora recién está volviendo a desaparecer de la política chilena”, opina.

“Me echó la gente de Lagos justo cuando íbamos a entregar el archivo al Museo Histórico Nacional. Cuidábamos harto los rollos y los teníamos ordenaditos en La Moneda. Los metimos en cajas y los llevamos. Supimos que los metieron en un mueble y que se los robaban del museo. Después eso se llovió y se pegaron las tiras de contacto. Luego fueron a parar al Archivo Nacional porque ocupaban mucho espacio en el museo y solo se habían quedado con una selección. Chucha, dije, afortunadamente le había entregado todo el material a la Fundación Aylwin”, cuenta Inostroza.

En abril de 2016, Inostroza supo del delicado estado de salud del expresidente. Retrató su funeral y ese mismo día cerró su registro e historia personal con él.

“Aylwin tuvo conciencia del archivo fotográfico que estábamos creando. Hicimos muchas imágenes, no solo de él. Hay registros de mucha gente, de muchos lugares de Chile y situaciones en las que el presidente se involucró y nadie supo, en escuelitas en el campo, con los niños con los pies en el barro, los bomberos, la gente que bailaba cueca. Es un relato paralelo al de la historia oficial y don Pato lo entendía así también”, cuenta.

“Empezamos juntos a escribir y a promover una ley para que el Departamento de Fotografía y Cine de La Moneda fuera manejado por una persona que no cambiara con el gobierno de turno y diera un relato, una continuidad a ese registro. Aylwin intentó mandar la ley, pero no se la aprobaron. Con los años se relajó la forma de archivar, pero sobre todo se perdió la mirada histórica de ese material, que le pertenece al Estado y que el mismo Estado debería financiar y resguardar”.

El domingo recién pasado4, Inostroza inauguró una muestra en la galería Fotocíclope, en el cerro Concepción de Valparaíso, en la que incluyó parte de su registro histórico de Aylwin. Se mantendrá abierta al público hasta el 17 de septiembre.