3,49 €
- Esta edición es única;
- La traducción es completamente original y se realizó para el Ale. Mar. SAS;
- Todos los derechos reservados.
Poseer una gran fuerza de carácter; la confianza en sí mismo para tomar la iniciativa y triunfar; una voluntad reflexiva, decidida y tenaz; la capacidad de dominarse a sí mismo, de guiarse deliberadamente; una confianza clara, fácil y juiciosa en presencia de cualquiera; el don de influir en los pensamientos y disposiciones de los demás; el vigor mental y la destreza necesarios para superar mil tipos de dificultades: todo esto, en efecto, parece inaccesible para la mayoría de nosotros. Sin embargo, estas cosas se pueden adquirir. Este libro le mostrará cómo determinar metódicamente en usted mismo, en gran medida, todas estas cualidades. Fortalecer mediante la educación la voluntad, el poder que gobierna la conciencia, es una cuestión de ejercicio. La subordinación de las diversas actividades psicológicas al control reflexivo de la inteligencia es la mayor cualidad del éxito, porque hace que uno sea capaz de actuar a pesar de los obstáculos o las dificultades, de acuerdo con una decisión o principio fijado de antemano. En una determinada etapa del desarrollo psíquico, la voluntad está constante e íntimamente asociada al yo central. Permite que la voluntad dirija los pensamientos, modere o aumente, según el caso, las emociones o los impulsos, y reine sobre los estados sensoriales. Las voliciones precisas, continuas e intensas tienen, por supuesto, una acción mucho más eficaz a distancia que los pensamientos indecisos, fugaces y descuidados. Así, la influencia psíquica individual se incrementa reduciendo la multiplicidad de estados de ánimo y aprendiendo a pensar energéticamente. En este libro trataremos de un método de desarrollo de la voluntad; en primer lugar, del autocontrol, luego de la práctica de la influencia mental a distancia sobre una o varias personas, y finalmente de la aplicación de los métodos de condicionamiento voluntario del destino. Los primeros efectos se traducen primero en un impulso a la iniciativa mental, luego en un sentimiento de seguridad, de "poder": se tiene la conciencia de ser capaz de realizar esfuerzos de voluntad. Poco a poco aumenta el dominio de uno mismo, y pronto los sentidos, la sensibilidad y el intelecto se dirigen con la mayor satisfacción. Incluso independientemente de la influencia telepsíquica directa sobre los demás, es evidente que uno ha logrado aprender a dominarse a sí mismo, a razonar sobre sus impresiones. Una mirada que exprese determinación, un discurso preciso y juicioso, una actitud tranquila y enérgica, todo ello causa una impresión considerable. El hombre llevará a cabo lo que ha planeado de manera manifiestamente activa, con plena atención a lo que está haciendo, pasando a la hora señalada a la siguiente ocupación, manteniendo a lo largo de todas las fases de su trabajo la misma directiva que expresa la misma voluntad. El título de este volumen: "El poder de la voluntad" está, pues, estrictamente justificado desde el punto de vista más positivo.
Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I - CÓMO DEBEMOS PREPARARNOS PARA LA FORMACIÓN DE LA VOLUNTAD
CAPÍTULO II - LA FORMA DE REGULAR
CAPÍTULO III - EL MODO DE ADQUIRIR EL PERFECTO DOMINIO DE SÍ MISMO
CAPÍTULO IV - LA FORMA DE ORGANIZAR EL PROPIO DESTINO
CAPÍTULO V - PRINCIPALES FUENTES DE ENERGÍA
CAPÍTULO VI - EL PODER DIRECTO DE LA VOLUNTAD SOBRE EL ORGANISMO Y EL MODO DE EJERCERLO
CAPÍTULO VII - EL PODER DIRECTO DE LA VOLUNTAD SOBRE LOS DEMÁS
CAPÍTULO VIII - LA ACCIÓN DIRECTA DE LA VOLUNTAD SOBRE EL DESTINO
CAPÍTULO IX - CÓMO LOGRAR EL DESARROLLO DE SU VOLUNTAD A TRAVÉS DE LAS OBRAS DEL AUTOR DE ESTE LIBRO
El poder de la voluntad
PAUL C. JAGOT
EL PODER DE LA VOLUNTAD SOBRE UNO MISMO, SOBRE LOS DEMÁS, SOBRE EL DESTINO.
Método práctico de influencia personal
Traducción y edición 2021 por Ediciones Planeta
Todos los derechos reservados
Poseer una gran fuerza de carácter; la confianza en sí mismo que permite la iniciativa y el éxito; una voluntad reflexiva, decidida y tenaz; la facultad de dominarse a sí mismo, de guiarse deliberadamente; una confianza clara, fácil y juiciosa en presencia de cualquiera; el don de influir en los pensamientos y disposiciones de los demás; el vigor mental y la destreza necesarios para superar mil clases de dificultades: todo esto, en efecto, parece inaccesible para la mayoría de nosotros. Sin embargo, estas cosas se pueden adquirir. El presente libro os mostrará cómo determinar metódicamente en vosotros mismos, en gran medida, todas estas cualidades, por poco que estéis dispuestos a ello. La eficacia del método que vamos a exponer ha sido comprobada por los propios lectores de este manual; se han agotado veinticinco mil ejemplares en seis años sin la menor publicidad, porque todo el que ha leído "El poder de la voluntad" ha quedado satisfecho y lo ha recomendado en su propio entorno. Que el más deprimido de los hombres se anime y emprenda con audacia el entrenamiento gradual que indicamos; su voluntad, por débil, indecisa y temerosa que sea, no tardará en fortalecerse, en persistir y en afirmarse... El interés que presenta este entrenamiento es capital, y si el lector le presta la más mínima atención, se sentirá lo suficientemente impulsado a intentar un primer esfuerzo que dará lugar a otros. Fortalecer mediante la educación la voluntad, el poder _que sostiene la conciencia_, es cuestión de ejercicio. Una vez dado el primer paso, del que se creará el impulso al representarse las ventajas a las que tiende, el segundo paso estará mejor asegurado, y cada nuevo intento hará más enérgico y fácil el posterior. La subordinación de las diversas actividades psicológicas al control reflexivo de la inteligencia, constituye la mayor cualidad del éxito, porque le hace a uno apto para actuar a pesar del obstáculo o la dificultad, de acuerdo con una decisión o principio fijado de antemano. Nos parece deseable por encima de todas las demás cualidades, porque asegura el máximo de armonía interior. En un determinado estadio de desarrollo psíquico, la voluntad está constante e íntimamente asociada al yo central. Permite a la voluntad dirigir los pensamientos, moderar o exaltar, según el caso, las emociones o los impulsos, y reinar sobre los estados sensoriales. La estrecha influencia entre lo moral y lo físico, cuya noción se ha difundido en los últimos años a través del uso terapéutico de la sugestión, se manifiesta con la misma precisión e intensidad entre quienes se han entrenado suficientemente en la concentración voluntaria del pensamiento: a ellos, manteniendo en su conciencia la imagen conveniente, les resulta posible actuar sobre los tejidos más profundos de su organismo. Antes de esta posibilidad veremos que es relativamente fácil crear una condición mental que afirme poderosamente la vitalidad y la resistencia contra diversas causas patógenas. Por otra parte, la voluntad (este es un conocimiento ac. certificado por la ciencia experimental), se ejerce fuera del individuo y se proyecta a través del éter hacia aquellos en los que pensamos, ondulando movimientos diez dientes para despertar en ellos estados de ánimo complementarios a los nuestros. Las voliciones precisas, continuas e intensas tienen, se entiende, una acción mucho más eficaz a distancia que los pensamientos indecisos, fugitivos y descuidados. Así, la influencia psíquica individual se incrementa reduciendo la multiplicidad de estados de ánimo y aprendiendo a pensar energéticamente. Varias escuelas filosóficas admiten que la voluntad humana, por un proceso que explican, se afirma como modificadora de las causas secundarias cuando está suficientemente dinamizada; así pesan los ocultistas, los teósofos, los magos, cuyas doctrinas tienen entre todos los pueblos, y en todos los tiempos de la historia, ilustres representantes.
Nos proponemos dar en este libro un método de desarrollo de la voluntad, tratando primero del autocontrol, luego de la práctica de la influencia mental a distancia sobre una o más personas, y finalmente de la aplicación (para quienes deseen probarla) de los métodos de condicionamiento voluntario del destino. Los primeros efectos provocados por las prácticas que se exponen a continuación se traducen primero en un impulso a la iniciativa mental, luego en un sentimiento de seguridad, de "poder": se toma conciencia de ser capaz de realizar un esfuerzo voluntario. Poco a poco (cuanto más rápido, mayor es la aplicación) la autoconfianza se vuelve continua, las ideas parásitas, los estados emocionales disolventes, las solicitaciones sensoriales son dominadas. El dominio de uno mismo aumenta, y pronto los sentidos, la sensibilidad y el intelecto se dirigen con la mayor satisfacción. A partir de este momento, habiéndose hecho apto para concentrar la energía psíquica en una imagen definida, el poder de la voluntad se utiliza, como antes se ha dicho, para actuar de forma regularizadora, para medicar o anestesiar los órganos físicos.
Incluso con independencia de la influencia telepsíquica directa sobre los demás, es evidente que quien ha aprendido a controlarse, a razonar con sus impresiones, a mantener una perfecta confianza en presencia de cualquier persona, influye, debido a esta estabilidad, en aquellos con los que trata. Una mirada que exprese determinación, un discurso preciso y juicioso, una actitud tranquila y enérgica, les impresionan considerablemente. A los anteriores factores de influencia personal se añaden otras cualidades, intrínsecas y obtenidas siempre de manera notable por la educación de la voluntad: tales son el sentido de la oportunidad, la memoria, la conexión lógica de las ideas y la rapidez de asimilación. El hombre medio, cuando ya no pueda ser desconcertado por las circunstancias, por los incidentes imprevistos, por la forma en que los demás se comportan con él, modificará su destino. En efecto, en presencia de todas las eventualidades, conservará la mayor calma y lucidez de espíritu para actuar y reaccionar; discernirá sin perturbación el curso de acción más ventajoso que debe tomarse; finalmente, llevará a cabo lo que ha planeado de manera manifiestamente activa, con plena atención a lo que hace, pasando a la hora señalada a la siguiente ocupación, manteniendo durante todas las fases de su trabajo la misma directiva que expresa la misma voluntad. El título de este volumen: "El poder de la voluntad" está, pues, estrictamente justificado desde el punto de vista más positivo.
1. EL DETERMINISMO Y EL LIBRE ALBEDRÍO. - El carácter de cada individuo se forma ya a la edad en que es capaz de reconocerlo.
Al igual que, para el físico, la constitución orgánica resulta de la herencia, todo lo que constituye todo nuestro ser moral: tendencias, facultades, aptitudes, etc., preexiste a la noción de "yo". La acción recíproca de las funciones sobre el intelecto y del intelecto sobre las funciones parece predisponer a cada una de ellas a sentir, pensar y actuar, necesariamente de forma determinada. Dos conocidos aforismos: "Uno no cambia su naturaleza", y "Echa fuera lo natural y volverá galopando", expresan claramente la opinión, demasiado fácilmente compartida, porque disuade del esfuerzo, de las escuelas filosóficas que afirman que el hombre no puede transformar radicalmente su propia persona. Según esta teoría, la voluntad se desencadena siempre en un momento dado por aquel impulso que el tiempo y las circunstancias hacen más fuerte. Si es cierto que nuestros impulsos, nuestras impresiones, nuestros juicios primitivos, derivan de nuestras condiciones psicofisiológicas, no es menos evidente que una educación extraída de una fuente externa a nosotros mismos y reflejada en nuestra conciencia, puede crear en nosotros la idea, y por tanto la decisión, de reaccionar contra este automatismo. El que se da cuenta de la conveniencia de tal reacción, sin embargo, sufre el empuje de su determinismo hasta que ha aprendido a dominarlo: esto se traduce en la noción de sumisión que expresará diciendo: "fue más fuerte que yo", o: "no pude evitarlo". El primer objetivo del presente libro es enseñar a entrenarse para actuar, a pesar de los impulsos del automatismo, en el sentido que las deliberaciones del juicio indican como preferible.
2. LA MANERA DE CREAR EN UNO MISMO UNA PROPENSIÓN AL ESFUERZO. - "Todo lo que entra por el espíritu sale por los músculos", decían los antiguos. Los psicólogos modernos admiten igualmente la tendencia de toda idea a transformarse en acto. De acuerdo con esta ley, al considerar con toda la atención posible las diversas razones por las que es útil desarrollar la voluntad, nos sentiremos atraídos a comenzar prácticamente este desarrollo. Aquellos a quienes la meditación razonada les es familiar no sentirán ninguna dificultad en abandonarse a la contemplación mental de sus razones para entregarse a la educación psíquica. Por el contrario, si la aptitud para la concentración no está suficientemente preparada, se apoyará eficazmente en la elaboración de un cuadro escrito de las modificaciones que se desean introducir en la personalidad y de las ventajas que estas modificaciones implican. Creemos que seremos útiles a más de un lector dando a continuación algunos ejemplos del tema que tratamos.
"Quiero adquirir una calma continua, una seguridad imperturbable y una confianza justificada en mí mismo".
"Quiero dominar la ansiedad, el miedo, el nerviosismo y otras emociones paralizantes".
"Quiero conservar una perfecta lucidez de espíritu en todas las circunstancias, seguir siendo dueño de mí mismo, pase lo que pase, y sentirme perfectamente tranquilo en presencia de cualquiera.
"Quiero que mi memoria sea exacta y rápida, mi asimilación viva y correcta, mi voluntad infalible".
"Quiero cultivar mis aptitudes al máximo y adquirir en su campo una competencia y habilidad superiores".
"Quiero hacer lo que me conviene a la hora señalada, a pesar de todas las solicitaciones e incidentes susceptibles de alejarme de ello".
"Quiero controlar mis impulsos físicos y emocionales y negarme a obedecer los que son contrarios a mi equilibrio vital, a mi propósito, a mis principios".
"Quiero examinar con reflexión, antes de manifestarlas, todas las ideas que vienen espontáneamente a mi mente, que me son comunicadas, o que adquiero leyendo".
"Quiero manifestar esa tenacidad serena, esa energía graciosa, esa confianza tranquila, que domina a las personas y las circunstancias".
El propósito especial de cada uno de estos ejemplos inspirará al lector con otras fórmulas. Por ejemplo, un enfermo, deseando ante todo recuperar la salud, podría añadir a lo anterior: "Quiero entrenar mi voluntad hasta que tenga la fuerza deseada para modificar mi estado". Después de haber leído el cuadro varias veces de un extremo a otro, es necesario considerar cada párrafo por separado e imaginar concretamente su significado. Así, a la primera afirmación que hemos dado como modelo debe seguirle una representación mental de lo que uno sentiría si supiera que posee una calma perfecta, y de las posibilidades que ese equilibrio nervioso aportaría.
Varios autores recomiendan transcribir con letra fuerte y en negrita cada frase que el lector se proponga meditar, en un rectángulo de papel, y luego mantener la mirada fija en cada fórmula durante unos minutos.
Este procedimiento es especialmente adecuado para los personajes agitados, cuya atención se desvía con menos facilidad al disponer de un punto de apoyo material.
Los perezosos, los inertes encontrarán, para activar su cerebro, una ayuda mecánica para caminar muy rápido mientras repiten las afirmaciones anteriores.
A diferencia de la inmovilidad física, que tiende a calmar la excitación cerebral, el movimiento estimula el pensamiento. Muchos empresarios aplican inconscientemente esta ley mientras van de un lado a otro del estudio, movidos por una preocupación que intentan resolver.
3. LA AYUDA PRESTADA POR LAS PRINCIPALES ASPIRACIONES. - Para observar lo anterior, es necesario ser capaz, así nos parece, de un pequeño esfuerzo razonado. El carácter más débil encontraría la energía necesaria para ello si apelara a su propio juicio; pues es imposible concebir un hombre que no experimentara, en el transcurso del día, varios movimientos internos generados por sus principales aspiraciones.
Estos movimientos se traducen en diferentes estadios de conciencia: deseo de adquirir una capacidad o de eliminar un defecto, deseo de un mejor bienestar material, deseo de un objeto, de cualquier satisfacción, de consideración, de influencia personal, etc.
El hábito de asociar a las aspiraciones, cuando vienen a la mente, la noción del desarrollo de la voluntad, que permitirá realizarlas, crea una disposición, al menos momentánea, al esfuerzo. Utilizar este momento para amplificar el impulso activo mediante la meditación prescrita anteriormente es dar el primer paso y dar acceso al camino de la energía.
La perspectiva de convertirse en una personalidad fuerte, física y moralmente robusta, de alcanzar una mejor posición, de lograr asimilar un arte o una ciencia, de atenerse a "los principios que uno juzga ventajosos y, más generalmente, de alcanzar la meta que se propone en la vida; todo ello constituye una serie de "ideas-fuerza" que se canalizan a favor de la voluntad, mediante la asociación de los pensamientos mencionados.
Al cansancio, a la indecisión y a la inercia opongamos, pues, nuestro egoísmo superior; repitamos que no dejaremos que nuestras tendencias inferiores obstaculicen la realización de nuestros más queridos deseos; consideremos que una voluntad entrenada es una ventaja que tiene un dominio directo o indirecto sobre todas las demás; consideremos que el desarrollo de nuestro poder volitivo mide la eficacia de nuestra reacción contra lo que las circunstancias tienden a imponernos como molesto o doloroso, así como la eficacia de nuestra acción sobre toda cosa deseable.
4. LA FUERZA NERVIOSA. - Un motivo suficientemente imperioso impulsará siempre la voluntad, pero ésta se doblega rápidamente cuando falta la energía necesaria para la actividad psíquica, la fuerza nerviosa. Muchas enfermedades de la voluntad son el resultado de un poder nervioso insuficiente. Sin embargo, se ha observado que todos los abstinentes disipan innecesariamente gran parte de esta preciosa energía, cuya reserva sería suficiente para mejorar su estado casi instantáneamente. Conservando en los diversos complejos la fuerza nerviosa que, de otro modo, se dispersa en expansiones inútiles, la facultad volitiva se tonifica, y entonces se sostiene suficientemente para manifestarse en el momento oportuno.
Prescribimos por ello como primeros esfuerzos de entrenamiento una serie de inhibiciones que tienen, paralelamente al efecto fortificante de todo ejercicio nervioso, el de suprimir importantes emisiones de fuerza nerviosa. Dos o tres días de prueba serán suficientes para convencer al lector de la considerable eficacia de estos ejercicios, ya que. sentirá, consecutivamente a su aplicación. una sensación (casi inmediata) de "poder".
5. LA IDEA GENERAL DE LA SUBORDINACIÓN DE LA AUTO-MAESTRÍA A LA CONCIENCIA. - Todo el mundo puede observar en sí mismo dos elementos que incitan a la acción, dos fuentes de las que se derivan las decisiones. Por un lado, la conciencia, el juicio, la razón, la reflexión; por otro, el automatismo. Un ejemplo mostrará claramente la interacción de estos dos centros de la personalidad: un joven estudiante se sienta en su escritorio a primera hora de la mañana para estudiar una cuestión abstracta de filosofía que no le abstrae. Fuera brilla el sol y desde la ventana entreabierta le llega, junto con deliciosas ráfagas de aire fresco, el eco de mil ruidos alegres. Nuestro chico está muy tentado de dejar de lado su problemático libro y salir a conocer a sus amigos. Pero este movimiento de automatismo, este "impulso" encuentra resistencia en la "conciencia" del joven: el examen se acerca con un programa sobrecargado; sólo el estudio asiduo le permitirá asimilarlo. Entonces comienza la "lucha interna" de cuyo resultado dependerá la conducta del alumno. El ablandamiento del automatismo metódicamente conducido, esforzándose por dominar primero los impulsos insignificantes, luego los más importantes, asegura poco a poco su rápida y fácil subordinación a las representaciones de la reflexión.
6. CONTROL DE LOS IMPULSOS EMOCIONALES. - Un enorme gasto de fuerza nerviosa acompaña a la satisfacción de los impulsos emocionales: por esta razón, la mejor manera de iniciar el cultivo de la voluntad es entrenarse para controlarlos.
Estos son los principales ejes:
1°. Expansión en todas las formas. De manera general, esfuérzate por observar el silencio. Si, por ejemplo, te enteras de una noticia y quieres comunicársela a un amigo, piensa que al hacerlo vas a gastar cierta cantidad de energía. Conserva esta energía: no digas nada. No manifiestes tus impresiones, especialmente las que despiertan en ti las intenciones de quienes te rodean: cada exclamación, cada palabra, cada gesto retenido, aumenta tu reserva nerviosa. No malgastes tu fuerza mental en intenciones sin importancia, comentando los acontecimientos del día, haciendo apreciaciones de las personas que pasan o de las acciones que presencias. Todo esto no significa ya insociabilidad, sino simplemente retener actividades inútiles para uno mismo y para los demás. Cuando tengas que hablar necesariamente, no lo hagas de forma mecánica, automática: piensa en tus expresiones. Sustituye las palabras que pronunciarías "impulsivamente" por palabras reflexivas. No debes hablar con animación: te malgastarías en pura pérdida; sobre todo, no debes discutir. Escucha con calma lo que te comunican, sin expresar tu propio juicio, a menos que sea indispensable. No permitáis que os obliguen a hablar en contra de vuestra voluntad. Si algún charlatán te oprime con su verborrea, interésate por lo que dice, deja que gaste su fuerza nerviosa y sigue condensando la tuya.
2°. Deseo de obtener la aprobación de los demás. Un hombre, siempre que se le presenta la oportunidad de darse a conocer, se esfuerza por dar a los demás una buena opinión de su propia personalidad, manifestando su propia opinión, que siempre considera superior. Observa a quién escuchas: verás cuántos esfuerzos estériles impone la vanidad a la mayoría de las personas inclinadas a desear la aprobación de los demás. Obsérvense bien a sí mismos, para que puedan reprimir cuidadosamente esta tendencia.
3°- Contener la escalada. Al empezar a controlar un ligero movimiento de impaciencia, se consigue mantener una sangre fría imperturbable incluso en presencia de graves provocaciones. La decepción, la irritación y el agotamiento producen expresiones faciales, gestos y una voz fuerte. El ejercicio de la impasibilidad contribuye poderosamente al desarrollo de la voluntad.
7. CONTROLES DE LOS IMPULSOS SENSORIALES. - Nuestros cinco sentidos se ven incesantemente afectados por una multiplicidad de impresiones que reaccionan sobre nuestras disposiciones mentales. Es excelente aplicarse a frenar estas impresiones. Enumeremos algunos característicos para cada sentido: la apariencia de los seres, de las cosas, afecta a veces profundamente a nuestras disposiciones íntimas. Así, nos dejamos influir por el entorno en el que nos encontramos: "No entramos", dice Sylvain Roudès, "de la misma manera, en el hotel de un pueblo, en el salón de una socialité o en el gabinete de un célebre médico", cuando los invitados están ausentes. Los tapices, las "obras de arte; el cristal del salón, los muebles severos del "gabinete médico, ejercen involuntariamente sobre "nosotros una cierta impresión, que tiene un efecto también "en nuestra manera de comportarnos. Si, por casualidad, "presenciamos un accidente más o menos trágico", "volvemos la cabeza instintivamente". La forma de vestir y de andar" de las personas cambia nuestra actitud "hacia ellas". La temperatura y el cielo gris, que dan "a los objetos externos una cierta apariencia de tristeza y malestar, perturban a veces nuestra actividad. "Aquí hay muchas ocasiones para ejercer el dominio sobre " nosotros mismos. El contacto de ciertas cosas, de ciertos animales, "inspira en nuestro tacto una repugnancia o incluso un horror insuperable... en apariencia. Sin buscar este "contacto, sometámonos a él con el mayor valor posible" cuando se presente la oportunidad. Los ruidos discordantes. "Los ruidos discordantes, bruscos e inesperados producen una contracción de los "músculos de la cara, provocan un sobresalto, una excitación: reprimimos estos reflejos y nos entrenamos para "escuchar tranquilamente el ruido del taller, la estridencia de una voz o el ruido de los vehículos. "Cuando un olor desagradable golpea nuestro sentido del olfato, tratamos de eliminar la fuente, especialmente si este "olor señala una posibilidad de intoxicación; pero, si "es inofensivo, no debemos temer sus efluvios, diciendo: 'No permitiré que esta causa insignificante me "moleste'. Es bien sabido que las preferencias y repugnancias alimentarias no siempre se corresponden con la excelencia o "con lo desagradable" de los comestibles que las originan. Alas. "En este caso, debemos apelar a nuestra inteligencia y dejar que se imponga, para regular nuestras investigaciones".
8. POSIBILIDAD INMEDIATA DE LOS ESFUERZOS ANTERIORES. - Ser energético, he escrito en un trabajo anterior, es una cosa, actuar como si ya lo fuera, al menos ocasionalmente, es otra cosa. No digas, por tanto, que "hay que tener ya la voluntad de realizar una cosa determinada". Realizarlo en todo momento y con facilidad, sí; pero al principio no aconsejaríamos a nadie que hiciera tal esfuerzo, que sería exagerado; esforzarse por ajustarse a la conducta que tendría entonces un hombre enérgico, no".