Filosofía y Sociedad hoy - Varios autores - E-Book

Filosofía y Sociedad hoy E-Book

Varios autores

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Convocados de manera independiente por Contraste Editorial para responder un breve cuestionario en torno a la situación y perspectivas de la filosofía contemporánea, los destacados profesores aquí reunidos terminan por desarrollar ante el lector, en realidad, una conversación. Se trata, en sentido estricto, de una conversación filosófica, es decir, de una conversación crítica, propositiva y comprometida con los más altos valores humanos. En los tiempos que corren, la razón de lo anterior debiera resultar evidente: la encrucijada moral y política que vivimos reclama reflexión profunda y, sobre todo, respuestas audaces. Una reflexión imprescindible en la actualidad, las colaboraciones originales aquí presentes constituyen una muestra significativa del pensamiento filosófico actual en España, Canadá, Inglaterra, Alemania y México. En su conjunto, el libro es una reivindicación del punto de vista filosófico, sus posibilidades y futuro, en un mundo donde las ideas son las que debieran encaminar la transformación que urge emprender para dar lugar a sociedades verdaderamente humanas. Colaboran: Gabriel Amengual, Ronald Beiner, Mauricio Beuchot, John Dunn, Otfried Höffe, María Pía Lara, Sergio Pérez, Francisco Piñón, Viridiana Platas, Jorge Rendón, Roberto R. Aramayo y Gabriel Vargas.

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Seitenzahl: 170

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Filosofía y Sociedad Hoy

Una conversación

(Colección Humanidades)

Filosofía y Sociedad Hoy

Una conversación

Gabriel Amengual Coll

Ronald Beiner

Mauricio Beuchot Puente

John Dunn

Otfried Höffe

María Pía Lara Zavala

Sergio Pérez Cortés

Francisco Piñón Gaytán

Viridiana Platas Benítez

Jorge Rendón Alarcón

Roberto R. Aramayo

Gabriel Vargas Lozano

CoNtRaStE

Primera edición electrónica, 2017

© Gabriel Amengual Coll, Ronald Beiner, Mauricio Beuchot Puente, John Dunn, Otfried Höffe, María Pía Lara Zavala, Sergio Pérez Cortés, Francisco Piñón Gaytán, Viridiana Platas Benítez, Jorge Rendón Alarcón, Roberto Rodríguez Aramayo, Gabriel Vargas Lozano. Por la traducción © Francisco Iracheta Fernández, Suzanne Islas Azaïs

© Contraste Editorial S. A. de C. V.

I. Ramírez 4, Chilpancingo, Guerrero, 39000

www.contrasteed.jimdo.com/facebook/linkedin

Contacto: [email protected]

Diseño de la portada: © Arq. Juan Carlos Rendón Alarcón

Imagen de la portada: detalle del cuadro “Giros” de René Villalobos

eISBN 978-607-97617-0-7

Reservados todos los derechos conforme a la ley

Hecho en México

Contenido

Presentación

Preguntas

Filosofía y evolución social, Gabriel Amengual Coll

La filosofía y las grandes preguntas en torno a la condición humana, Ronald Beiner

La filosofía como conciencia de la sociedad, Mauricio Beuchot Puente

La filosofía que necesitamos hoy y mañana, John Dunn

La filosofía, el derecho y la justicia, Otfried Höffe

La filosofía en el espacio público, María Pía Lara Zavala

Un diagnóstico de la filosofía, Sergio Pérez Cortés

Filosofía: ética y humanismo, Francisco Piñón Gaytán

El papel social de la filosofía, Viridiana Platas Benítez

La filosofía como saber humano en el ámbito de su realización ético-política, Jorge Rendón Alarcón

Urge atreverse a pensar por cuenta propia, Roberto R. Aramayo

La filosofía en la realidad mexicana y latinoamericana, Gabriel Vargas Lozano

Los autores

Por lo que concierne al individuo, cada uno es, sin más,

hijo de su tiempo; y, también, la Filosofía

es el propio tiempo aprehendido con el pensamiento.

(GWF Hegel, Prólogo a la Filosofía del Derecho)

Presentación

Convocados de manera independiente para responder vía correo electrónico un breve cuestionario en torno a la situación y perspectivas de la filosofía contemporánea, los profesores-doctores aquí reunidos terminan por desarrollar ante el lector, en realidad, una conversación. Se trata, en sentido estricto, de una conversación filosófica, es decir, de una conversación crítica, propositiva y comprometida con los más altos valores humanos. En los tiempos que corren, la razón de lo anterior debiera resultar evidente: la encrucijada moral y política que vivimos reclama reflexión profunda y, sobre todo, respuestas audaces.

Así, al llamado a integrar un libro en torno al estado actual de la filosofía que fuera al mismo tiempo diálogo, memoria y diagnóstico, respondió de manera entusiasta un grupo de destacadas voces filosóficas de nuestro tiempo: Gabriel Amengual Coll, Ronald Beiner, Mauricio Beuchot Puente, John Dunn, Otfried Höffe, María Pía Lara Zavala, Sergio Pérez Cortés, Francisco Piñón Gaytán, Viridiana Platas Benítez, Jorge Rendón Alarcón, Roberto Rodríguez Aramayo y Gabriel Vargas Lozano. Si bien, como el propio profesor Beiner hace énfasis en su colaboración, la filosofía no tiene ciudadanía y supone más bien una vocación universal, esta muestra de profesores de Alemania, Canadá, España, Inglaterra y México resulta representativa de las preocupaciones comunes que hoy en día atañen a esta disciplina del pensamiento. Las preguntas planteadas, como podrá verse enseguida, tienen que ver con la filosofía del siglo XX, las perspectivas de la reflexión filosófica en un mundo signado por la realidad virtual, el escepticismo generalizado y de Estados nacionales que tienden a cerrarse y, por último, la situación de la filosofía en su país y sus propias preocupaciones intelectuales actuales.

Cabe señalar que hemos decidido organizar las respuestas recibidas sin necesidad de volver a presentar las preguntas y tan solo señalando el número al que corresponde, excepción hecha de los profesores Dunn y Pérez Cortés, quienes decidieron enviarnos su colaboración en términos de un testimonio general de su experiencia filosófica. En ambos casos el lector no tendrá dificultades para encontrar también allí las respuestas a nuestras preguntas. En la mayoría de las colaboraciones, como editores nos hemos tomado además la libertad de organizar el índice destacando la idea que en términos generales consideramos sintetiza la perspectiva filosófica del autor en cuestión.

Toda disciplina del pensamiento de cuando en cuando se detiene para reconsiderar sus presupuestos y modificarlos o reafirmarlos. Los grandes descubrimientos científicos, por ejemplo, siempre representan un hito renovador en las llamadas ciencias de la naturaleza. Con respecto a las ciencias del espíritu lo anterior ocurre con (y contribuye también a) los cambios de época. En este caso, nuestra preocupación en torno al presente y futuro de la filosofía tiene que ver con las condiciones actuales que tiene que enfrentar esta forma de reflexión: un mundo social donde parecen imponerse los dictados del yo, el pensamiento no elaborado y un tiempo humano que parece volcado al presente y ajeno a toda permanencia. La influencia de la tecnología y las nuevas formas de comunicación acelerada son desde luego un factor importante en esta experiencia y representan un reto para una forma del pensamiento —la filosofía— que solo puede desplegarse con efectividad en los tiempos largos y desde las sustancias humanas.

El cierre político del siglo XX significó, por otra parte, el fin de las ideologías, pero también —nos parece— de toda utopía y, con ello, de aspiraciones humanas legítimas. Se canceló así, como afirma la profesora Lara, “la idea de futuro”. Lo anterior en nombre, por un lado, de supuestas realidades políticas establecidas, pero además —tenemos que señalarlo— como resultado de la exigencia de una asepsia del pensamiento que terminó por vaciarlo de contenido humano. Ocupadas sobre todo en los métodos y procedimientos más que en los contenidos, algunas de las corrientes filosóficas más destacadas del siglo terminaron por constituirse, creemos, en un reto para la reflexión misma.

Las reflexiones aquí presentadas terminan en todos los casos por rebasar el ámbito de la disciplina meramente académica para adentrarse en el presente y futuro de las sociedades actuales. Y es que, en efecto, si bien la literatura indaga en el alma de los seres humanos y las sociedades, la filosofía lo hace en sus razones, de forma tal que las voces filosóficas aquí reunidas terminan inevitablemente por expresar también su preocupación por la crisis política y moral que vivimos y se plantean posibles formas de enfrentarla. La actitud, en todos los casos, es una actitud filosófica. Como bien se sabe el propio Kant, sin duda uno de los filósofos más ocupados en lo relacionado con el rigor y la sistematicidad de la disciplina, en alguna ocasión señaló que las preguntas de la filosofía (¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué cabe esperar?), en realidad podían resumirse en una sola: ¿Qué es el hombre? La filosofía es pues en primer lugar, y sobre todo, autoconocimiento.

Luego de un siglo violento y enfrentado ideológicamente que ha dado lugar al desencanto ciudadano, la crisis de las democracias y la quiebra moral que vivimos, urge recuperar los derechos de la razón para empezar a construir un mundo distinto. Habrá de ser una razón que, por supuesto, aprenda de la experiencia del siglo XX pero que, al mismo tiempo, sea capaz de recuperar su capacidad crítica y la confianza en sí misma con el objetivo de hacer valer una reflexión trascendental de carácter humano.

Por último, un libro como éste, una idea concebida en México y cuyo tema central es el presente y futuro de la filosofía, no puede dejar de tener presente al Dr. Luis Villoro, cuya autenticidad intelectual y diálogo valiente con los clásicos del pensamiento filosófico es y seguirá siendo un ejemplo para todos quienes desde este país aspiran a desempeñarse en la disciplina. Villoro, como recordamos, también se ocupó del futuro de la filosofía y al respecto señaló en 1993: “El siglo XXI será, sin duda, el de un nuevo pensamiento ético”. Esta afirmación, lejos de ser un sueño de la razón, tenía su sustento en la idea práctica con la que Villoro cierra su reflexión en ese mismo texto: “Porque si ha de advenir una nueva época, tendrá el rostro que nosotros mismos proyectemos”.1

No podemos concluir estas líneas sin reiterar nuestro profundo agradecimiento a todos y cada uno de los destacados pensadores que aceptaron nuestra invitación a colaborar y han hecho posible el presente libro.

Suzanne Islas Azaïs

Contraste Editorial

Preguntas

1. ¿Cuál es su balance de la filosofía del pasado siglo XX?

2. En un mundo como el actual signado por la realidad virtual, el escepticismo generalizado y de Estados nacionales que tienden a cerrarse para enfrentar las crisis alejándose así de la idea kantiana de una sociedad cosmopolita, ¿Qué lugar considera usted que tiene la reflexión filosófica? Y, en este sentido, ¿Cuáles cree que deben ser los temas, autores y problemas de los que preponderantemente tendría que ocuparse la filosofía en este siglo XXI?

3. ¿Podría usted ofrecernos una idea de la situación de la filosofía en su país?

4. ¿Cuáles son sus preocupaciones y proyectos filosóficos actuales?

Filosofía y evolución social, Gabriel Amengual Coll2*

1. Cuando a finales de los años sesenta del siglo XX José Ferrater Mora (1912-1991) quiso trazar el panorama de la filosofía de mediados de siglo XX,3 lo hizo usando aquella metáfora de los tres continentes, cada uno de los cuales se dedicaba al cultivo de una determinada forma de filosofía: el europeo, dedicado a la fenomenología; el soviético, al marxismo; y el angloamericano a la filosofía analítica.

Recuerdo que para unas jornadas de filosofía a principios del siglo XXI me pidieron que hablara sobre el “Futuro de la filosofía” e hice alusión a este panorama trazado por Ferrater. En aquel momento afirmé que “la clasificación, si no totalmente exacta, era, no obstante, sugerente y reflejaba unas grandes líneas, aunque existían posibles contaminaciones y trasvases de un continente a otro y que esta clasificación, en cambio, ya dice muy poco sobre la situación de hoy, no solo porque las fronteras entre estos continentes se han vuelto borrosas, sino porque los continentes se han desfigurado o hasta han desaparecido. La filosofía marxista, si queda, es más bien residual, en todo caso, presente como telón de fondo, como es el caso de la Escuela de Frankfurt, que hoy posiblemente es más estudiada dentro del nuevo departamento de pensamiento judío que no dentro del marxista. De la filosofía analítica no se puede decir que no exista, pero ya tan mezclada con la hermenéutica, la literatura o la ciencia, que ya poco tiene de aquella analítica primera, sobria y austera, precisa y desconfiada, rigurosa y cazafantasmas, más cerca de la sintaxis y, por tanto, de la lógica que de la semántica y la pragmática, a la que finalmente la condujo el mismo Wittgenstein en su segunda época. La fenomenología seguramente es la que sigue más firme, aunque también con derivaciones hermenéuticas de todo tipo, derivaciones metafísicas y antimetafísicas, existenciales y lingüísticas, irenistas y deconstructoras”.4

Actualmente me inclino a pensar que el esquema de Ferrater sigue siendo sugerente por el esfuerzo de esquematizar y trazar compendiosamente unas líneas generales de todo el panorama y cuáles son las fuentes de las que se nutren las diferentes corrientes, obviamente enriquecidas por la conexión con otros afluentes y otros campos. Lo único que varía es que todos estos continentes se han visitado y revisitado por sus respectivos vecinos foráneos, se han establecido conexiones y préstamos, de modo que cada continente se ha transformado desde dentro. Ya en aquel momento Ferrater los presentaba no como islas, sino como continentes o imperios con fronteras borrosas, a veces incluso muy porosas, como en el caso del continente europeo, en comunicación de unos con otros, y que ninguno de ellos —quizás con la excepción de la URSS— tenía un monocultivo en exclusiva.

En concreto la filosofía analítica ha dejado de pretender aclarar el lenguaje mediante la sintaxis y la lógica y se ha abierto a la complejidad del lenguaje y especialmente a la pragmática e, incluso, a la hermenéutica. Además ha llevado a cabo una profundización en su cercanía con la ciencia; es sin duda la corriente filosófica que se presenta más cercana a la ciencia, de modo que los filósofos de la ciencia son prácticamente todos analíticos, como si éste fuera el único modo de acercarse a la ciencia, lo cual va en perjuicio de la filosofía de la ciencia, de la ciencia y de la filosofía en general. En tercer lugar la filosofía analítica se ha abierto a los clásicos, tanto los de la antigüedad como a los modernos. En el caso de Hegel puede decirse que se ha establecido un nuevo modo de estudiar a Hegel, procedente del mundo analítico, cuyo nombre más emblemático es seguramente Robert Brandon. Si ello se compara en cómo Hegel era (o pudiera ser) visto por Bertrand Russell o Alfred Julius Ayer, se hace patente la distancia entre un punto de vista y otro, aunque todos sean inconfundiblemente analíticos.

El marxismo, por su parte, ha dejado de tener una dogmática definida y controlada por una autoridad central y se estudia tomando de él inspiraciones más o menos parciales, abandonando tesis que antaño se hubieran definido como irrenunciables, aplicándolo a campos distintos. Quizás incluso se le estudie más desde otras escuelas, como la de Frankfurt o Walter Benjamin, marxistas no siempre ortodoxos. En este sentido el marxismo aparece de manera larvada, oculta, se hace uso de argumentos suyos, pero no su cuerpo de doctrina; quizás pueda decirse que ha dejado de ser un cuerpo teórico para convertirse en un elemento de la cultura general, aunque ello signifique un debilitamiento de sus posiciones. Entre estas nuevas recepciones cabe señalar la constatación que la teoría marxista es muy rica en crítica de la sociedad y de su economía (la sociedad civil), en cambio es muy pobre su teoría del Estado,5 y no solo su política sino también su ética.6 Este último problema ha llevado a establecer una clara separación en el progreso de las fuerzas productivas y el progreso moral, separación que está en la base de todo el desarrollo de la teoría comunicativa de Jürgen Habermas.7

Dado que ya se han mencionado cabe señalar la buena salud que goza el estudio sobre la Escuela de Frankfurt, especialmente Adorno y Benjamin, aunque de este último no pueda decirse que perteneciera a dicha Escuela, a pesar de los estrechos vínculos de amistad y de pensamiento especialmente con Adorno y Horkheimer y de que colaborara con la revista del Instituto de Investigación Social. Es verdad que ambos autores se encuentran también en la nómina de los Estudios Judíos, pero sin duda también por su pensamiento marxista.

Creo que cabe añadir un ítem nuevo y quizás propio del siglo XX, a saber, la filosofía de inspiración judía. Algunos autores casi cabría calificarlos como pensadores judíos, o incluso teólogos judíos como Martin Buber, Franz Rosenzweig y Emil L. Fackenheim, pero que también hacen incursiones en el campo estrictamente filosófico y además inspiran a otros pensadores judíos, estrictamente filósofos, como es el caso de Hermann Cohen, Walter Benjamin, todos los componentes de la Escuela de Frankfurt, desde Adorno y Horkheimer hasta Habermas, con sus diferentes colaboradores, Jacob Taubes. Se ha dicho que la religión que en siglo XX más ha influido en la filosofía ha sido el judaísmo. Ello es patente en autores como Emmanuel Lévinas. Este pensamiento judío filosófico se extiende a todas las ramas de la filosofía, pero especialmente al que se refiere a la historia y la memoria, la culpa y el perdón, crítica social y de la cultura, la ética radicada en el otro y abocada a él.

Finalmente quisiera reseñar la fenomenología, una corriente propia del siglo XX, que nace con él y se ha desplegado a lo largo de todo el siglo con una admirable creatividad. Quizás por su misma estructura, de ser más bien un método que un contenido, ha tenido muy fácil el diálogo con otras corrientes: tanto con la filosofía analítica como con el marxismo, e incluso con la escolástica, cuya presencia, si alguna queda en el siglo XX, va unida a la fenomenología. Su enorme creatividad ya se hace manifiesta en sus mismos orígenes, dando lugar a posiciones como la de Max Scheler y la de Alfred Schütz, que introdujo la fenomenología en las ciencias sociales; una primera ruptura —o quizás se la pueda considerar una radicalización y aplicación a la metafísica— fue el giro que le dio Martin Heidegger. Otro giro, ya iniciado por el mismo Heidegger y formulado por Hans-Georg Gadamer, es el hermenéutico; dentro de este giro cabe situar la obra de Paul Ricoeur. En Francia se ha hablado de otro giro, “le tournant théologique” de la fenomenología,8 en referencia a autores como Emmanuel Lévinas, Paul Ricoeur, Michel Henry, Jean-Luc Marion, Jean-Louis Chrétien, Jean-Yves Lacoste; tal afirmación provocó naturalmente un debate en los años noventa del siglo pasado, en el que se afirmó que sería más exacto hablar de giro levinasiano.

2. Las tendencias en el mercado de trabajo, que a su vez inciden en los planes de estudio y la formación de los estudiantes, no favorecen en absoluto a la filosofía (como tampoco al ámbito de las letras o humanidades en general). Más bien parece que va quedando relegada a formar parte de la cultura, del suplemento cultural de los periódicos, pero no del estudio riguroso, del mismo modo que en la propia cultura de una persona formada incluye el conocimiento de algunas grandes obras literarias. A ello se dedican los suplementos culturales de los periódicos para uso de los ciudadanos informados. El pensamiento está siempre más dominado por la ciencia pura y dura, de modo que ésta no solo se presenta como el oráculo de la verdad sobre la realidad, sino que implica un modo de pensar por lo menos tendencialmente positivista. Por otra parte, la ciencia misma va ampliando su campo de investigación llegando a construirse su propia epistemología y su ética, de modo que no consiste solo en un ámbito del saber, sino una perspectiva del saber más o menos omniabarcante.

Esta ampliación de su campo de acción fácilmente puede convertirse en un ejercicio puro y duro de la ideología, que siempre va a justificar lo existente, puesto que no ejerce crítica sobre sus propios presupuestos y prejuicios y por su influencia tanto en la política como en la economía. En este sentido siempre me ha hecho pensar el estudio de Habermas Ciencia y técnica como 'ideología', tanto por lo que dice como lo que insinúa. Lo que justifica lo establecido no es la religión, sino la ciencia y sus rendimientos técnicos y económicos, que provocan el asentimiento del pueblo.

A ello hay que añadir que la filosofía, además de superflua en el ámbito del conocimiento, se muestra inútil para formar la fuerza de trabajo que requiere la sociedad actual y sobre todo la del futuro. A las universidades se les pide siempre más que se dediquen a formar fuerza de trabajo, futuros técnicos y especialistas en habilidades demandadas por el mercado de trabajo, que aporten algo al avance de la técnica o en general que contribuyan “a mejorar y a aliviar la condición humana”, como dijo Fr. Bacon. Lo demás pertenece al ámbito de las actividades culturales de la universidad, como pueden ser los cursos para mayores que una vez jubilados quieren ampliar su cultura.

Frente a estas tendencias adversas a la filosofía hay que mencionar una cierta demanda de la filosofía incluso en el campo de la técnica y la empresa, considerando al filósofo como una persona capaz de pensar, formular fines y medios, organizar las diferentes finalidades y tiempos. Como también un ejercicio de cordura y sabiduría tanto en el plano empresarial o institucional como en el personal, de modo que se han abierto despachos de consulta filosófica.

A pesar de lo dicho, la dificultad de encaje, que experimenta la filosofía dentro de los desarrollos de las universidades y del mercado laboral, es una prueba más de su necesidad. Más que nunca se hace necesario pensar la evolución social, lo que es, en vez de vernos arrastrados por la corriente. No resulta fácil circunscribir unos temas de especial importancia. No obstante intento nombrar algunos:

a. Toda la problemática derivada de la investigación biológica y neurológica, así como la tecnología aplicada a estos campos, que parece va a transformar al hombre, haciendo de él una nueva especie (tal como se dice). En todo este campo me parece de primera importancia no olvidar la consideración ética, de lo contrario nos veremos abocados a hacer del hombre mismo una mercancía, ciertamente muy cara, al alcance de los ricos. Ahí tienen que trabajar juntas la antropología filosófica y la ética.

b. Las relaciones sociales entre individuos, grupos y naciones. Se trata de que el creciente individualismo no haga desaparecer el sentido de comunidad y su tejido o red de relaciones. Ello requiere la afirmación tanto de la autonomía del individuo como de la cohesión social y la solidaridad. Para ello es necesario empezar por lo más básico: una mejor distribución de la riqueza, y a partir de ahí repensar y reactivar la justicia, dinamizar la solidaridad y establecer instancias de diálogo en todos los niveles, hasta en el intercultural.