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En Ganar amigos un hombre debe vengar la muerte de su hermano y la deshonra de su familia, mientras a la vez lucha contra sus sentimientos. El argumento alude a la justicia y el honor castellano de los tiempos del rey Pedro I el Cruel. Ruiz de Alarcón hace aquí una apología de la amistad. Sentimiento que, junto al amor correspondido, es parte clave de su obra dramática. Esta obra muestra el drama de la renuncia al amor para velar por la amistad, la sociedad y los intereses del reino. En Ganar amigos la redención del orden social se alcanza mediante un pacto de amistad. Aquí destaca el tratamiento del tema de la hidalguía, código moral y de convicciones bastante aceptado en la época. Ruiz Alarcón lo trata con apasionado interés. Al mismo tiempo ataca la ambición y la falta de escrúpulos que demuestran los hombres de poderosos, obsesionados con prevalecer a cualquier precio. Ganar amigos fue escrita en 1617 y representada en octubre de 1621 ante la reina Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV. Se le conoce también con los títulos de Lo que mucho vale mucho cuesta y Quien priva aconseje bien .
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Juan Ruiz de Alarcón
Ganar amigos
Barcelona 2024
Linkgua-ediciones.com
Título original: Ganar amigos.
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: [email protected]
Diseño de cubierta: Michel Mallard.
ISBN tapa dura: 978-84-9953-670-5.
ISBN rústica: 978-84-9816-297-4.
ISBN ebook: 978-84-9897-923-7.
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Créditos 4
Brevísima presentación 7
La vida 7
Personajes 8
Jornada primera 9
Jornada segunda 47
Jornada tercera 83
Libros a la carta 127
Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza (1581-1639). México.
Nació en México y vivió gran parte de su vida en España. Era hijo de Pedro Ruiz de Alarcón y Leonor de Mendoza, ambos con antepasados de la nobleza. Estudió abogacía en la Real y Pontificia Universidad de la Ciudad de México y a comienzos del siglo XVII viajó a España donde obtuvo el título de bachiller de cánones en la Universidad de Salamanca. Ejerció como abogado en Sevilla (1606) y regresó a México a terminar sus estudios de leyes en 1608.
En 1614 volvió otra vez a España y trabajó como relator del Consejo de Indias. Era deforme (jorobado de pecho y espalda) por lo que fue objeto de numerosas burlas de escritores contemporáneos como Francisco de Quevedo, que lo llamaba «corcovilla», Félix Lope de Vega y Pedro Calderón de la Barca.
Corchetes
Don Diego, galán
Don Fernando de Godoy, galán
Don Pedro de Luna, galán
Doña Ana, dama
Doña Flor, dama
El Marqués don Fadrique, galán
El rey don Pedro, el justiciero
Encinas, gracioso
Inés, criada
Ricardo, criado
Soldados
Un Corchete
Un Escudero, viejo
Un Juez
Un Pregonero
Un Secretario
Unos guardas
(Salen Doña Flor e Inés, con mantos.)
Flor ¿Qué dices?
Inés Digo, señora,
que es él.
Flor ¡Desdichada soy!
¿Don Fernando de Godoy,
cielos, en Sevilla agora?
La Fortuna me persigue.
Cúbrete.
Inés Ya es excusado,
porque muestra su cuidado
que conoce lo que sigue.
Flor Cuando el Marqués prometía,
abrasado de amoroso,
pasar mi estado dichoso
de merced a señoría,
¿viene a ser impedimento
de tanto bien don Fernando?
Inés Pues, ¿por qué lo ha de ser?
Flor Dando,
pues ha de seguir su intento,
ocasiones de celar
al Marqués; y es cierta cosa
que a su pasión cuidadosa
nada al fin se ha de ocultar;
que aunque don Fernando, es llano
que amante secreto ha sido,
el disgusto sucedido
en Córdoba con mi hermano
fue público en el lugar;
y lo que entonces pasó,
para sospechar bastó,
si no para condenar;
y esto será impedimento
a la mano que procuro;
que es el honor cristal puro,
que se enturbia del aliento.
Inés Pues desengáñalo luego,
y pide que no te quiera
a don Fernando.
Flor Eso fuera
poner a la mina fuego,
y hacerle esparcir al viento
secretos de amor desnudos;
que ni son los celos mudos
ni es sufrido el sentimiento.
Inés Él llega.
Flor ¡Suerte inhumana!
¿Cómo me podré librar?
Inés En esta tienda ha de estar
aguardándote doña Ana.
(Sale doña Ana, con manto.)
Ana Gracias a Dios que te veo.
Ya tu tardanza acusaba.
Flor No imagines que me daba
menos priesa mi deseo,
pues que mi hermano, sabiendo
que a verte, amiga, venía...
Ana ¡Oh, qué cansada porfía!
(Salen don Fernando y Encinas.)
Fernando Hablarla agora pretendo.
Encinas Llega, pues.
(Aparte a Inés.)
Flor Inés, procura,
mientras hablo, entretener
a doña Ana.
Fernando Si el poder
igualase a la hermosura,
yo fuera, damas hermosas,
esta ocasión por igual
venturoso y liberal.
Encinas Ellas fueran las dichosas.
Fernando Mas puesto que no hay hacienda
que iguale a tanta beldad,
si lo merezco, tomad
lo que os sirváis de la tienda.
Encinas ¿Qué es esto? Nunca te vi
ser galán tan de provecho.
Señoras, milagro han hecho
vuestras deidades aquí;
pero según tus estrellas
que nunca des han dispuesto,
hoy, que tú quieres, apuesto
que no lo reciben ellas.
Inés Doña Ana hermosa, ¿no tiene
gracia el bufón?
Encinas No me llamo
sino Encinas.
Ana (Aparte.) (La del amo
con más razón me entretiene.
Sabré al descuido quién es.)
Agradado me has de suerte,
que estimara conocerte,
porque algunos ratos des
alivio a tristezas mías.
Encinas Harélo yo, si te doy
gusto en eso.
Ana Si; que soy
sujeta a melancolías.
Encinas (Aparte.) Oye, pues. (Buena ocasión
doy a mi señor con esto.)
(Hablan aparte doña Ana y Encinas.)
Inés (Aparte.) (Lindamente se ha dispuesto.)
(Aparte a doña Flor.)
Fernando Dueño de mi corazón...
Flor Tu afición, Fernando mío,
proceda más recatada;
porque ni de esa criada
ni de esa amiga me fío.
Fernando Ya con esa prevención
a hablarte llegué, mostrando
no conocerte.
Flor Fernando,
los nobles amantes son
centinelas del honor
de sus damas.
Fernando Pues, ¿por qué,
si has conocido mi fe,
me previenes eso, Flor?
Flor Tú, Fernando, eres testigo
de lo que nos sucedió
cuando en Córdoba te halló
mi hermano hablando conmigo.
Entonces, para aplacar
los bandos y desafíos
entre tus deudos y míos,
prometiste no llegar
a esta ciudad en dos años,
donde en aquella ocasión
a empezar su pretensión
y acabar aquellos daños
mi hermano partió conmigo,
por estar su majestad
de espacio en esta ciudad.
Fernando Y tú, Flor, eres testigo
que mi palabra a despecho
de mi paciencia he cumplido.
Flor Pues ya que tan noble has sido,
no deshagas lo que has hecho.
Fernando ¿Cómo?
Flor Ocasionando agora
nuevos disgustos, y así,
solo una cosa por mí
has de hacer, mi bien.
Fernando Señora,
no mandes que del amor
que idolatra tu hermosura
desista, y pide segura
el imposible mayor.
Flor Tú verás en lo que pido
que encamino tu esperanza.
Fernando Siendo así, de tu tardanza
está mi amor ofendido.
Flor Ya con el rey sus intentos
tiene en buen punto mi hermano,
y de los suyos es llano
que han de pender mis aumentos.
Da fuerza a su pretensión
y a su razón calidad,
de mi honor y honestidad
la divulgada opinión;
y porque temo, y no en vano,
que han de causar tus pasiones,
al lugar murmuraciones,
e inquietudes a mi hermano,
quiero que, como quien eres,
me prometas que jamás,
Fernando, a nadie dirás
que te quiero ni me quieres;
que vivirán en tu pecho
secretas nuestras historias,
solicitando tus glorias,
o celoso o satisfecho,
tan cauto y tan recatado,
que en el mayor sentimiento
solo con tu pensamiento
comuniques tu cuidado.
Esto le importa a mi honor
y a tu amor.
Fernando Yo te prometo,
como quien soy, el secreto,
mi gloria, de nuestro amor.
¿Estás contenta?
Flor Si estoy.
Fernando ¿Confías que cumpliré
mi palabra?
Flor Sí; que sé
que eres sangre de Godoy.
Fernando Di, pues, agora qué estado
tiene contigo mi amor.
Flor Déjalo a tiempo mejor;
que estoy aquí con cuidado.
Fernando Di, ¿cómo el vernos dispones
entre esas dificultades?
Flor A conformes voluntades
nunca faltan ocasiones.
Búscalas; que yo prometo
hacerlo también.
Fernando A ti
toca el trazarlas, y a mí
el gozarlas con secreto.
Flor Fernando, adiós.
Fernando Flor, advierte
en la firme fe que tengo
tras tanta ausencia, y que vengo
a Sevilla solo a verte.
Flor Yo soy la misma que fui.
(Aparte.) (¡Nunca pluguiera a los cielos
vinieras a darle celos
al Marqués, y pena a mí!)
Fernando (¿Quién dice que las mujeres
no son firmes? Peñas son.)
(A Encinas.)
Ana Doña Ana soy de León.
Si por ventura tuvieres,
que eres forastero al fin,
alguna necesidad,
conocerás mi verdad.
Encinas Pon en mi boca el chapín.
Inés ¿Cómo habéis quedado?
Flor Inés,
el medio que pude dar
he dado, para evitar
sentimientos al Marqués.
(Vanse las tres.)
Encinas ¿Qué tenemos?
Fernando Nada.
Encinas ¿Nada?
Fernando Ya no me trates jamás
de doña Flor.
Encinas ¡Bueno estás!
¡Bien logramos la jornada!
Fernando Al punto que entienda yo
que nadie de ti ha sabido
que algún tiempo la he servido,
ni la historia que pasó
en Córdoba, pagarás
(Aparte.) con la vida. (Así el preceto
ejecuto del secreto.)
Encinas Que lo diga Barrabás,
supuesto que soy testigo
de la furia de tu acero,
y que sabes dar, primero
que la amenaza, el castigo.
(Vanse. Salen el Marqués y Ricardo, de noche.)
Ricardo Sin seso estás.
Marqués ¿No es razón
estar de contento loco,
cuando con mis manos toco
tan dichosa posesión?
Esta noche —¡oh, santo cielo,
permitid que llegue a vella!—
gozo de la flor más bella
que dio primavera al suelo.
Esta noche mis empleos
logran su larga esperanza,
y firme amor alcanza
el fin de tantos deseos,
En esta vida, ¿qué bien
puede igualar a la gloria
de conseguir la vitoria
de un dilatado desdén?
Ricardo ¡Oh, quién te viera, señor,
libre de estas mocedades!
Marqués ¿Agora me persuades?
Ricardo Juzgo que fuera mejor,
cuando te ves tan privado
del rey don Pedro, gozar
de su favor, y asentar
el paso, tomando estado.
Marqués No; mientras viva mi hermano,
Ricardo, a quien justamente,
por honrado, por valiente,
por discreto y cortesano,
como tierno padre quiero,
no quiera Dios que, casado,
a mi casa ni a mi estado
solicite otro heredero.
Yo tengo por Flor la vida,
por Flor desprecio la muerte;
mas si el Amor de otra suerte
con sus glorias me convida
sin que me case, no es justo
quitar la herencia a mi hermano;
que no siempre con la mano
se debe comprar el gusto.
(Sale don Fernando, alborotado, con la espada desnuda.)
Fernando Si sois nobles por ventura,
mostrad los pechos hidalgos
en dar favor a quien tiene
todo el mundo por contrario.