La verdad sospechosa - Juan Ruiz de Alarcón - E-Book

La verdad sospechosa E-Book

Juan Ruiz de Alarcón

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Beschreibung

En La verdad sospechosa, comedia de madurez y una de las mejores de Ruiz de Alarcón, al contrario de lo que ocurre en el teatro de la época, no puede encontrarse ninguna moraleja; de hecho, se ha visto en ella una comedia de regocijo que muestra cierto gusto juvenil por la vida.

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LA VERDAD SOSPECHOSA

“Con Alarcón —son palabras famosas de Alfonso Reyes—, México toma la palabra ante el mundo.” Y el mismo don Alfonso, uniendo a Juan Ruiz de Alarcón (¿1581?-1639) la figura de Sor Juana, añade: “¡Oh, qué grandes Juanes de México! ¡Qué voces claras, únicas, diferentes de las demás! ¡Son nuestros de pleno derecho... nuestro él por la discreta y urbana manera, de que la sociedad colonial vivía como enamorada, entre su señorío provinciano y su candorosa exaltación del buen decir!”

Don Juan Ruiz de Alarcón habla con voz velada, afirma que la suave cortesía es la rueda donde se afinan los bajos estímulos animales. Es su deseo que haya un hombre verdaderamente humano, que logre emanciparse del arrebato, que no esté entregado a la casualidad y que imponga a su acción y a su pensamiento su querer consciente y libre.

No extraña que un hombre así haya chocado directamente con el público que asistía a los teatros –corrales– madrileños donde se representaban las comedias, público al que llama sin ambages “bestia fiera”, no menos bestial, sin embargo, que la desatada intelectualidad peninsular de su tiempo que acumuló contra el mexicano tal cantidad de zaherimientos que con ellos podría llenarse un volumen.

La verdad sospechosa, comedia de madurez y una de las mejores de Ruiz de Alarcón, tiene como personaje principal a don García, quien en la obra se ve atrapado por la máquina de mentiras que pone en circulación. Al contrario de lo que ocurre en el teatro de la época, no puede encontrarse ninguna moraleja en la comedia; al contrario, se ha visto en ella una comedia de regocijo que muestra cierto gusto juvenil por la vida.

JUAN RUIZ DE ALARCÓN

LA VERDAD SOSPECHOSA

letras mexicanas

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

Primera edición (Lecturas Mexicanas), 1985 Segunda edición (Letras Mexicanas), 1997    Primera reimpresión, 2013 Primera edición electrónica, 2015

D. R. © 1997, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F. Empresa certificada ISO 9001:2008

Comentarios:[email protected] Tel. (55) 5227-4672

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen, tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

ISBN 978-607-16-2582-3 (ePub)

Hecho en México - Made in Mexico

LA VERDAD SOSPECHOSA

NOTICIA

ESTA pieza, una de las mejores de Ruiz de Alarcón, parece haber sido escrita hacia 1619-1620, y desde luego con anterioridad al 31 de marzo de 1621, fecha de la muerte del rey Felipe III, apellidado el Santo, a quien como vivo se alude en la comedia.1

De la trama de ésta dará idea el resumen siguiente del conde de Schack:2

“Un joven de prendas poco comunes, aunque deslustradas por su propensión a la mentira, ve, recién llegado a Madrid, dos bellas damas, enamorándose de una. Habla con ella, y pretexta, ya por seguir su natural propensión, ya por realzar su mérito a sus ojos, que es un americano residente en Madrid hace un año, y que desde esta fecha está enamorado de ella, sin haber encontrado ocasión de declarárselo. Poco después encuentra a un amigo, enamorado también de la misma dama, y celoso de ella por haber oído que otro amante le ha dado una fiesta a orillas del Manzanares la noche anterior; el embustero, que ignora la pasión de su amigo, le dice, para darse importancia, que él ha sido el autor de aquella fiesta. Habla luego con su padre, que le propone un enlace con una dama de belleza y amabilidad tan extraordinarias, que ninguna otra puede comparársele. Ésta es la misma de quien está apasionado el mancebo; pero no conociendo su verdadero nombre y para oponerse al casamiento propuesto por su padre, finge que se ha casado ya en Salamanca, y lo obliga, por tanto, a anular el trato ya hecho. De estas tres complicaciones, y de otras que nacen de su argumento, combinadas con el mayor ingenio, teje Alarcón su fábula, desenlazándose de suerte que el embustero pelea con su amigo, se convierte en objeto de las burlas de todos, pierde la mano de su amada y se casa con otra que no es de su agrado.”

La crítica por lo común ha visto en esta y otras producciones de Ruiz de Alarcón una intención moralizadora. “Lo primero que observaremos a nuestros lectores es que su autor se propone manifiestamente en ella un fin moral, lo cual pocas veces se verifica en nuestras comedias, cuyo principal objeto es divertir; y si encierran lecciones morales, es como de paso y mezcladas unas con otras. Aquí es al revés: toda la fábula se encamina a demostrar que el embustero se cubre de oprobio a los ojos del mundo, y cae a veces en los mismos lazos que arma a los demás hombres. Además, como el vicio que ridiculiza es uno de los más propios de la comedia, resulta una pieza de carácter, que puede competir con cualquiera de las mejores que se han escrito dentro y fuera de España.”3 “Esta pieza es eminentemente moral, y su acción la misma que la de la fábula del zagal que engañaba a los pastores gritando que venía el lobo. No se creyó al mentiroso cuando dijo la verdad, y se halló cogido en su mismo lazo. La máxima que Esopo encerró en un pequeño apólogo, la amplificó Alarcón en una comedia en tres jornadas. El embustero es castigado, no sólo porque pierde su crédito, sino también la mujer que amaba, y la pierde de resultas de sus mentiras. Es imposible ejercer mejor la justicia dramática.”4 “Toda la desarmonía de su físico fue compostura y orden en su carácter moral que refleja su producción, especialmente las comedias de carácter; por ellas vemos que debió de ser un hombre rebelde a la calumnia y a la murmuración, porque escribió Las paredes oyen, contra la maledicencia; agradecido y leal, porque contra la ingratitud redactó La prueba de las promesas; firme en sus sentimientos y empresas, porque en Mudarse por mejorarse, clamó contra la inconstancia amorosa; y hombre veraz a fuer de honrado, como lo muestra su obra más importante, que fue La verdad sospechosa, ingenioso dardo contra el innoble vicio de mentir.”5

Ángel Valbuena, por su parte,6 considera que La verdad sospechosa “pertenece al grupo de índole moral, género creado por el autor, con modalidad característica. Aunque Lope había compuesto obras como Las flores de don Juan o pobre y rico trocados, en que se castiga al pródigo y se apremia al virtuoso, y Mira de Amescua nos deja la moraleja contra el vicio del juego en La casa del tahur, se trata de planos distintos al de la fina observación psicológica, al de la fusión del orden ético y el estético que representa, con algunas otras obras alarconianas, La verdad sospechosa”.7

Castro Leal, en cambio, al enjuiciar la comedia de que tratamos, adopta una posición distinta. La verdad sospechosa no sería “una invectiva contra los mentirosos”, sino “una comedia de regocijo que muestra cierto gusto juvenil por la vida… Las mentiras de don García son un triunfo de la imaginación sobre la realidad, y constituyen una verdadera rebelión poética. Esta figura juvenil desconcierta, pero agrada secretamente a todos los que se sienten vencidos por la verdad… Don Beltrán, asegurándose primero de que no lo ve su hijo, paga con una sonrisa complaciente el entusiasmo de las damas. Porque don Beltrán no es tan severo como parece, ni Alarcón tampoco. Don García es al fin castigado, no por haber mentido, sino simplemente porque confundió a Jacinta con Lucrecia. La comedia no tiene ningún propósito didáctico, y debemos agradecerle a Alarcón que no haya redondeado en ella todas las aristas en las que siempre tropiezan los que quieren demostrar que La verdad sospechosa es la obra de un moralista”.

La argumentación es ingeniosa, y lleva a sus últimas consecuencias una observación de Henríquez Ureña, según la cual, diríase que Alarcón por momentos se pone de parte de don García. Por lo demás, no nos parece imposible conciliar el modo tradicional de considerar la comedia en cuestión y ese punto de vista nuevo, tan brillantemente defendido por Castro Leal. Sin atrevernos a negar la persistente preocupación ética de nuestro dramaturgo, habrá que reconocer, en definitiva, con el ilustre crítico dominicano, que “afortunadamente su doctrina no se presenta como adición estorbosa: va siempre entretejida en la estructura de la obra, y el problema moral es muchas veces la sustancia del conflicto dramático”.8

1 Aunque la edición que salió al público con el nombre de Lope de Vega lleva la fecha de 1630, la aprobación y licencia del racionero Andrés Omella están dadas en Zaragoza el 11 de noviembre del año anterior. La verdad sospechosa debieron de estrenarla María de Avendaño y Roque de Figueroa, ya que en marzo de 1624 figuraba en el repertorio de estos representantes “como obra de general y reiterado aplauso”. Sainz de Robles, El teatro español. Historia y antología (Bibliografía A, núm. 20).

2Historia de la literatura y del arte dramático en España, IV, pp. 27-28.

3 B. García Suelto, en Obras, ed. Hartzenbusch (Bibliografía A, núm. 5), p. 526.

4 A. Lista, ibid., p. 527.

5 A. del Saz, prólogo a su ed. de La verdad sospechosa (Bibliografía de esta comedia, núm. 29), p. VI.

6 Prólogo a su ed. (ibid., núm. 40).

7 “Son muy contadas las comedias de nuestro antiguo repertorio en que se castiga un vicio: todas ellas se reducen por lo general a un ingenioso enredo en que el poeta se propone lucir su talento de interesar con lances inesperados y de halagar el oído con hermosos versos. Alarcón, por el contrario, nunca pierde de vista el fin moral.” Ochoa, Tesoro (Bibliografía A, núm. 4, p. 432).

8 Prólogo al núm. 37 de la Bibliografía de La verdad sospechosa.

PERSONAS

DON GARCÍA, galán.

DON JUAN, viejo grave.

DON JUAN, galán.

TRISTÁN, gracioso.

DON FÉLIX, galán.

Un Letrado.

DON BELTRÁN, viejo grave.

CAMINO, escudero.

DON SANCHO, viejo grave.

Un Paje.

JACINTA, dama.

LUCRECIA, dama.

ISABEL, criada.

Un Criado.

La escena es en Madrid.

ACTO PRIMERO

ESCENA I

Sala en casa de don Beltrán.

Por una puerta, don García, de estudiante,ay un letradobviejo, de camino;cy por otra, don Beltrán y Tristán.

DON BELTRÁN: Con bien vengas, hijo mío.

 

DON GARCÍA: Dame la mano, señor.

 

DON BELTRÁN: ¿Cómo vienes?

 

DON GARCÍA:                          El calor

 

del ardiente y seco estío

 

me ha afligido de tal suerte,

 

que no pudiera llevallo,

 

señor, a no mitigallo

 

con la esperanza de verte.

 

DON BELTRÁN:     Entra, pues, a descansar.

Dios te guarde. ¡Qué hombre vienes!

10

Tristán…

 

TRISTÁN:               Señor…

 

DON BELTRÁN:                   Dueño tienes

 

nuevo ya de quien cuidar.

Sirve desde hoy a García;

 

que tú eres diestro en la corte,

 

y él bisoño.

 

TRISTÁN:           En lo que importe

 

yo le serviré de guía.

 

DON BELTRÁN:     No es criado el que te doy,

 

mas consejero y amigo.

 

DON GARCÍA: Tendrá ese lugar conmigo.

(Vase.)

TRISTÁN: Vuestro humilde esclavo soy.

20

(Vase.)

ESCENA II

Don Beltrán, el Letrado.

DON BELTRÁN:       Déme, señor Licenciado,

 

los brazos.

 

LETRADO:                Los pies os pido.

 

DON BELTRÁN: Alce ya. ¿Cómo ha venido?

 

LETRADO: Büeno, contento, honrado

 

de mi señor don García,

 

a quien tanto amor cobré,

 

que no sé cómo podré

 

vivir sin su compañía.

 

DON BELTRÁN:       Dios le guarde; que en efeto

siempre el señor Licenciado

30

claros indicios ha dado

 

de agradecido y discreto.

Tan precisa obligación

 

me huelgo que haya cumplido

 

García, y que haya acudido

 

a lo que es tanta razón.

Porque le aseguro yo

 

que es tal mi agradecimiento,

 

que, como un corregimiento

 

mi intercesión le alcanzó

40

(según mi amor, desigual),

 

de la misma suerte hiciera

darle también, si pudiera,

 

plaza en Consejo Real.

 

LETRADO:      De vuestro valor lo fío.

 

DON BELTRÁN: Sí, bien lo puede creer;

 

mas yo me doy a entender

 

que, si con el favor mío

 

en ese escalón primero

 

se ha podido poner, ya

50

sin mi ayuda subirá

 

con su virtud al postrero.

 

LETRADO:      En cualquier tiempo y lugar

 

he de ser vuestro criado.

 

DON BELTRÁN: Ya, pues, señor Licenciado,

 

que el timón ha de dejar

 

de la nave de García,

 

y yo he de encargarme dél,

 

que hiciese por mí y por él

 

sola una cosa querría.

60

LETRADO:       Ya, señor, alegre espero

 

lo que me queréis mandar.

 

DON BELTRÁN: La palabra me ha de dar

 

de que lo ha de hacer, primero.

 

LETRADO:      Por Dios juro de cumplir,

 

señor, vuestra voluntad.

 

DON BELTRÁN: Que me diga una verdad

 

le quiero sólo pedir.

Ya sabe que fue mi intento

 

que el camino que seguía

70

de las letras don García

 

fuese su acrecentamiento;

 

que para un hijo segundo,

 

como él era, es cosa cierta

 

que es ésa la mejor puerta

 

para las honras del mundo.

Pues como Dios se sirvió

 

de llevarse a don Gabriel,

 

mi hijo mayor, con que él

 

mi mayorazgo quedó,

80

determiné que, dejada

 

esa profesión, viniese

 

a Madrid, donde estuviese,

 

como es cosa acostumbrada

entre ilustres caballeros

 

en España; porque es bien

 

que las nobles casas den

 

a su rey sus herederos.

Pues como es ya don García

 

hombre que no ha de tener

90

maestro, y ha de correr

 

su gobierno a cuenta mía;

 

y mi paternal amor

 

con justa razón desea

 

que, ya que el mejor no sea,

 

no le noten por peor,

 

quiero, señor Licenciado,

 

que me diga claramente,

 

sin lisonja, lo que siente

 

(supuesto que le ha criado)

100

de su modo y condición,

 

de su trato y ejercicio,

 

y a qué género de vicio

 

muestra más inclinación.

Si tiene alguna costumbre

 

que yo cuide de enmendar,

 

no piense que me ha de dar

 

con decirlo pesadumbre.

Que él tenga vicio es forzoso;

 

que me pese, claro está;

110

mas saberlo me será

 

útil, cuando no gustoso.

Antes en nada, a fe mía,

 

hacerme puede mayor

 

placer, o mostrar mejor

 

lo bien que quiere a García,

 

que en darme este desengaño

 

cuando provechoso es,

 

si he de saberlo después

 

que haya sucedido un daño.

120

LETRADO: Tan estrecha prevención,

 

señor, no era menester

 

para reducirme a hacer

 

lo que tengo obligación;

 

pues es caso averiguado

 

que cuando entrega al señor

un caballo el picador

 

que lo ha impuesto y enseñado,

 

si no le informa del modo

 

y los resabios que tiene,

130

un mal suceso previene

 

al caballo y dueño y todo.

Deciros verdad es bien;

 

que demás del juramento,

 

daros una purga intento

 

que os sepa mal y haga bien.

De mi señor don García

 

todas las acciones tienen

 

cierto acento, en que convienen

 

con su alta genealogía.

140

Es magnánimo y valiente,

 

es sagaz y es ingenioso,

 

es liberal y piadoso;

 

si repentino, impaciente.

No trato de las pasiones

 

proprias de la mocedad,

 

porque en ésas con la edad

 

se mudan las condiciones.

Mas una falta no más

 

es la que le he conocido,

150

que por más que le he reñido,

 

no se ha enmendado jamás.

 

DON BELTRÁN:      ¿Cosa que a su calidad

 

será dañosa en Madrid?

LETRADO: Puede ser.

 

DON BELTRÁN:            ¿Cuál es? Decid.

LETRADO: No decir siempre verdad.

 

DON BELTRÁN:     ¡Jesús, qué cosa tan fea

 

en hombre de obligación!

LETRADO: Yo pienso que, o condición

 

o mala costumbre sea.

160

Con la mucha autoridad

 

que con él tenéis, señor,

 

junto con que ya es mayor

 

su cordura con la edad,

 

ese vicio perderá.

 

DON BELTRÁN: Si la vara no ha podido,

 

en tiempo que tierna ha sido,

 

enderezarse, ¿qué hará

 

siendo ya tronco robusto?

 

LETRADO: En Salamanca, señor,

170

son mozos, gastan humor,

 

sigue cada cual su gusto:

 

hacen donaire del vicio,

 

gala de la travesura,

 

grandeza de la locura;