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Una de las principales tendencias contemporáneas en el manejo del territorio, sobre todo en la región latinoamericana, se ve expresada en la dedicación de grandes áreas a un solo cultivo, así lo expresa el escritor y político cubano José Martí, para quien la dependencia de un pueblo a un solo producto acarrea consecuencias negativas que se ven reflejadas en las condiciones sociales y en su medio físico natural. En el marco de explotación económica del modelo de desarrollo capitalista, una de sus principales características consiste en la implementación de nuevas tecnologías, mayor incorporación de materia prima, uso intensivo de los recursos naturales (como la tierra, el agua y los ecosistemas estratégicos), y la supresión de las fronteras espaciales; lo que ha dejado como resultado un sistema de explotación cuya huella social, económica y ambiental, se ve expresada en el deterioro progresivo de las oportunidades y condiciones labores de la población, asociado a los efectos negativos en materia de salud, educación y bienestar social. Este modelo, que intensifica la actividad de la explotación agroindustrial en cultivos comerciales, tiene en el monocultivo la panacea para alcanzar mejores niveles de rentabilidad y ganancia económica a corporaciones y grupos empresariales que en el corto y mediano plazo traen consigo efectos a los ecosistemas, desigualdad social, inequidad y vulnerabilidad de los niveles de subsistencia de las comunidades
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RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS
© Universidad Autónoma de Occidente
Rector: Luis H. Pérez
Vicerrector Académico:
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Gestión Editorial
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y Desarrollo Tecnológico:
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Jefe del Programa Editorial:
José Julián Serrano Q.
Coordinación Editorial:
Pamela Montealegre Londoño
Autores
© Hernando Uribe Castro y Aceneth Perafán Cabrera
Historia ambiental de la agroindustria cañera en el valle del río Cauca
Primera edición en pdf, 2020
Primera edición impresa e Epub, 2021
ISBN (impreso): 978-958-619-068-8
ISBN (pdf): 978-958-619-069-5
ISBN (Epub): 978-958-5168-83-1
Cali, Valle del Cauca, Colombia
Km. 2 vía Cali-Jamundí, A.A. 2790,
Elaborado en Colombia
Made in Colombia
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CORRECCIÓN DE ESTILO
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DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN
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DISEÑO DE CUBIERTA
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Personería jurídica, Res. No. 0618, de la Gobernación del Valle del Cauca, del 20 de febrero de 1970. Universidad Autónoma de Occidente, Res. No. 2766, del Ministerio de Educación Nacional, del 13 de noviembre de 2003. Acreditación Institucional de Alta Calidad, Res. No. 16740, del 24 de agosto de 2017, con vigencia hasta el 2021. Vigilada MinEducación.
Uribe Castro, Hernando
Historia ambiental de la agroindustria cañera en el valle del Río Cauca / Hernando Uribe Castro, Aceneth Perafán Cabrera.-- Primera edición.-- Cali: Programa Editorial Universidad Autónoma de Occidente; Programa Editorial Universidad del Valle, 2020.
168 páginas, ilustraciones.-- (Colección Investigaciones). Contiene referencias bibliográficas.
ISBN: 978-958-619-068-8
1. Industria azucarera. 2. Caña de azúcar-Cultivo. 3. Valle del Cauca. 4. Monocultivos-Aspectos socioambientales. 5. Biodiversidad agrícola. I. Aceneth Perafán Cabrera. II. Universidad Autónoma de Occidente.
338.4/76641- dc23
El contenido de esta publicación no compromete el pensamiento de la Institución, es responsabilidad absoluta de sus autores. Este libro no podrá ser reproducido por ningún medio impreso o de reproducción sin permiso escrito de las titulares del copyright.
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INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO IEL TRÁNSITO HISTÓRICO Y ESPACIAL DEL “ORO BLANCO” DESDE ORIENTE AL OCCIDENTE AMERICANO
1. Una travesía: desde Oriente hacia Occidente
2. Cuba, epicentro de la “revolución azucarera” en el mar Caribe
CAPÍTULO II“ORO BLANCO” Y SU PRESENCIA EN EL VALLE GEOGRÁFICO DEL RÍO CAUCA: MODIFICACIÓN DEL PAISAJE Y DEL TERRITORIO
1. El valle geográfico prehispánico: un territorio biodiverso
2. Presencia del sistema colonial en el valle geográfico del río Cauca
3. Siglo XIX, periodo sociopolítico turbulento, antesala al siglo XX
CAPÍTULO IIITRANSICIÓN, ESPLENDOR Y CONSOLIDACIÓN DEL “ORO BLANCO”
1. Los tres periodos: de transición, proteccionista y neoliberal
2. Transición de la hacienda a la empresa agrícola capitalista
3. La autonomía departamental y el proyecto de región
4. Adopción de técnicas y tecnologías
5. Misiones internacionales y asociaciones gremiales
6. Cuotas azucareras y la necesidad de intervenir con infraestructuras el territorio
7. De los ochenta y la llegada de las políticas neoliberales en los noventa
CAPÍTULO IVEFECTOS SOCIOAMBIENTALES Y DISPOSITIVOS SIMBÓLICOS Y CULTURALES ASOCIADOS A LA EXPANSIÓN DEL ORO BLANCO
1. Las resistencias campesinas e indígenas
2. Los efectos en los ecosistemas y la biodiversidad
3. Los dispositivos simbólicos y culturales en torno a la explotación cañera
A MANERA DE REFLEXIÓN
BIBLIOGRAFÍA
ANEXO
NOTAS AL PIE
El azúcar, que se cultivaba en pequeña escala en Sicilia y en las islas Madeira y Cabo Verde y se compraba, a precios altos, en Oriente, era un artículo tan codiciado por los europeos que hasta en los ajuares de las reinas llegó a figurar como parte de la dote. Se vendía en las farmacias, se lo pesaba por gramos. Durante poco menos de tres siglos a partir del descubrimiento de América, no hubo, para el comercio de Europa, producto agrícola más importante que el azúcar cultivado en estas tierras. Se alzaron los cañaverales en el litoral húmedo y caliente del nordeste de Brasil y, posteriormente, también las islas del Caribe –Barbados, Jamaica, Haití y la Dominicana, Guadalupe, Cuba, Puerto Rico– y Veracruz y la costa peruana resultaron sucesivos escenarios propicios para la explotación, en gran escala, del «oro blanco». Inmensas legiones de esclavos vinieron de África para proporcionar, al rey azúcar, la fuerza del trabajo numerosa y gratuita que exigía: combustible humano para quemar. Las tierras fueron devastadas por esta planta egoísta que invadió el Nuevo Mundo arrasando los bosques, malgastando la fertilidad natural y extinguiendo el humus acumulado por los suelos.
Eduardo Galeano. Las venas abiertas de América Latina, 2004.
Comete suicidio un pueblo que fía su subsistencia a un solo fruto.
José Martí (1883)
Una de las principales tendencias contemporáneas en el manejo del territorio, sobre todo en la región latinoamericana, se ve expresada en la dedicación de grandes áreas a un solo cultivo, así lo expresa el escritor y político cubano José Martí, para quien la dependencia de un pueblo a un solo producto acarrea consecuencias negativas que se ven reflejadas en las condiciones sociales y en su medio físico natural. En el marco de explotación económica del modelo de desarrollo capitalista, una de sus principales características consiste en la implementación de nuevas tecnologías, mayor incorporación de materia prima, uso intensivo de los recursos naturales (como la tierra, el agua y los ecosistemas estratégicos), y la supresión de las fronteras espaciales; lo que ha dejado como resultado un sistema de explotación cuya huella social, económica y ambiental, se ve expresada en el deterioro progresivo de las oportunidades y condiciones labores de la población, asociado a los efectos negativos en materia de salud, educación y bienestar social.
Este modelo, que intensifica la actividad de la explotación agroindustrial en cultivos comerciales, tiene en el monocultivo la panacea para alcanzar mejores niveles de rentabilidad y ganancia económica a corporaciones y grupos empresariales que en el corto y mediano plazo traen consigo efectos a los ecosistemas, desigualdad social, inequidad y vulnerabilidad de los niveles de subsistencia de las comunidades.
Esta difícil, preocupante y compleja realidad se ve ejemplificada en el espacio territorial del valle geográfico del río Cauca (Colombia), en el que la primacía de la explotación cañera ha producido un grave deterioro socioambiental, principalmente a lo largo del siglo XX, que parece prolongarse en el nuevo siglo XXI. Comprender este proceso de transformación ocurrido en el valle geográfico del río Cauca es el principal motivo de esta obra con la que se pretende evidenciar cómo la especialización productiva de esta región, orientada hacia el sector agroindustrial cañero, trajo consigo una ampliación del monocultivo en detrimento de la diversidad productiva, la eliminación sistemática de humedales, la deforestación del bosque seco, la contaminación de las aguas de ríos y lagos, la destrucción de los hábitats naturales y biodiversos, el empobrecimiento del paisaje y la pérdida de la soberanía alimentaria, entre otros efectos.
Para comprender este proceso de transformación, modificación y diseño antrópico de este territorio, se ha recurrido a la combinación de la teoría geográfica sobre el medio modificado (Santos, 2000) con la perspectiva del campo de la historia ambiental. La perspectiva teórica de Milton Santos (2000) plantea que el medio geográfico es un producto social que resulta del proceso de transformación ocasionado por la acción humana en el tiempo y que se presenta a través de varias etapas: se pasa de un medio natural (en gran medida prístino), a un medio técnico (producido por las acciones y modificaciones realizadas por las tradicionales formas de intervención humana), y finalmente a un medio técnico-científico-informacional (caracterizado por las modificaciones más sustanciales producidas por la intervención de los agentes del Mercado y del Estado, apoyadas en el conocimiento y desarrollo de la ciencia y la técnica para una mejor disposición productiva de los espacios).
Por su parte, la historia ambiental se interesa por comprender este proceso de construcción y modificación del medio geográfico, teniendo en cuenta lo que ello significa, y sus consecuencias para los ecosistemas existentes. La historia ambiental es un campo emergente que poco a poco ha tomado importancia sustancial con respecto al modo de reinterpretar, reconstruir y recomponer la historia de los diferentes escenarios humanos y los efectos ambientales (Perafán, 2013). Bien lo señaló el intelectual brasileño Eurípides Funes (2014):
No campo da história ambiental, entendemos que nenhum setor da vida social pode ser compreendido isoladamente dos demais. No proceso de apropriação da natureza pelos homens, estes constroem e reconstroem permanentemente espaços, ao mesmo tempo em que os fatores naturais interferem na própria conformação das estruturas econômicas e sociais. (p. 205)
La historia ambiental no se puede comprender solo como la historia de los fenómenos naturales, como si estos estuvieran aislados de su relación con el ser humano (Camus, 2001). La historia ambiental parte de la idea de que el ser humano, sus percepciones, apreciaciones, acciones, políticas y costumbres intervienen sobre lo natural y, por tanto, es posible establecer un proceso bidireccional en el que se produce la interacción ser humano-naturaleza y naturaleza-ser-humano en un marco espacio-temporal concreto. Los elementos que componen, conforman y existen en la naturaleza interaccionan, interactúan y se relacionan con la trama de la vida y con todos los seres humanos:
Animales y plantas tienen historia sólo en su interacción con los hombres. No es posible disociar completamente la historia de los animales de la historia de los hombres, ambos constituyen un factor ambiental y los documentos que analizamos tienen origen humano, son estudiados y comentados por los hombres, para los hombres. (Camus, 2001, p. 12)
Desde la historia ambiental, la idea de ambiente es resultado de una construcción social; en este sentido, la percepción y la construcción de los hábitats son expresiones de procesos de transformación históricamente significativos. Uno de sus campos de acción se orienta a la comprensión de los valores, creencias y costumbres sociales (Camus, 2001). Los tiempos de la naturaleza no son los tiempos del ser humano y de ahí que la acumulación de impactos sobre el medio ambiente se verifica en los tiempos largos, pues la actividad humana genera impactos inesperados que se comprueban en la larga duración. La situación ambiental solo es explicable a través de los procesos históricos que condujeron a ella como parte de problemas de un sistema en el tiempo, que incluyen el entorno, la economía, los grupos sociales y los efectos naturales del sistema planetario.
La historia ambiental tiene una perspectiva interdisciplinaria, de manera que dialoga y se relaciona con la geografía, la ecología, la biología, la economía, el urbanismo y la arquitectura, entre otras (Camus, 2001). Su desarrollo depende de la capacidad de relacionarse con otros saberes, pues se trata de un campo del conocimiento que está al servicio de disciplinas que requieren de una mirada temporal de sus problemas de investigación. En esta perspectiva, Brailovsky (2007) considera que:
Se hacía necesario encontrar y desarrollar un hilo conductor para la comprensión de las relaciones naturaleza-sociedad, que permitiera organizar conceptualmente al conjunto de la experiencia humana para el desarrollo pedagógico de las concepciones ambientales, y en tal sentido la historia ambiental reveló un alto potencial integrador. En la medida que la historia es lo que nos hace humanos, la historia de las relaciones naturaleza-sociedad nos permite integrar al conjunto de la experiencia ambiental humana, con independencia de las ciencias particulares que hayan producido cada información utilizada. (p. 36)
Dicha historia ambiental también emerge en un contexto de pensamiento que involucra esfuerzos intelectuales que establecen una conexión estrecha con las grandes temáticas de preocupación contemporáneas en las que el ambiente cumple un rol estratégico. Esta mirada, desde una visión retrospectiva, posibilita el desarrollo de nuevos cuestionamientos, nuevos abordajes y explicaciones, así como de renovados métodos orientados a consolidar unas bases sólidas para comprender más claramente las lógicas y dinámicas de las problemáticas ambientales presentes y futuras.
En el marco de la preocupante situación medioambiental contemporánea en materia, se plantea un gran desafío que implica repensar la relación sociedad-naturaleza a fin de favorecer acciones críticas y reflexivas que involucren formas de pensamiento innovadoras y posibiliten nuevos patrones de relación con el medio natural y humano.
Los aportes de la historia ambiental, en este sentido, resultan bastante significativos, dado que este enfoque busca desarrollar una aproximación al conocimiento histórico de las distintas formas y procedimientos de apropiación del medio natural realizado por el ser humano, conformando de esta forma un saber que indaga acerca de la acción social como productora y transformadora del sistema planetario (González, 1993, p. 7).
Así pues, la historia ambiental puede considerarse como una herramienta para el análisis de los cambios sociológicos. Los fenómenos de la sociedad son dinámicos, con implicaciones en los entornos ambientales; por tanto, la historia ambiental aporta a la reconstrucción de las dinámicas que se ven expresadas en el territorio. Para autores como Gallini (2005), en la historia ambiental se ha ido configurando una masa crítica ramificada, por lo menos, en tres direcciones: a) las referidas al estudio de las interacciones de determinadas sociedades humanas con ecosistemas particulares y en continuo cambio; b) la que investiga las variantes nociones culturales de la relación hombre-naturaleza; c) la que abarca la política ambiental, entendida como ciencia de lo político referido al medio ambiente, que incluye los movimientos ambientalistas y el ambientalismo así como decisiones institucionales y legislativas relativas al manejo y la protección del medio ambiente. Para esta historiadora:
La historia ambiental trata entonces de conocer cómo los humanos han sido afectados por el medio ambiente a través del tiempo, pero también cómo ellos mismos han afectado al medio ambiente y con cuáles resultados. La naturaleza asume consecuentemente el papel de socio cooperante y deja de ser “el contenedor frágil y vulnerado de la presión antrópica, el inerte telón de fondo sobre el que destacan las maravillosas gestas de los hombres”, en palabras del historiador italiano Piero Bevilacqua. (Gallini, 2005, p. 3)
Los autores del presente, ubicados bajo los lineamientos teóricos propuestos por la geografía crítica y la historia ambiental en cuyas miradas cobran gran relevancia las dinámicas de interacción del ser humano con la naturaleza, consideran pertinente retomar estas contribuciones para comprender el fenómeno de la transformación del valle geográfico del río Cauca producido por la presencia del monopolio agroindustrial cañero.
Este libro, que es presentado por el Instituto de Estudios para la Sostenibilidad de la Universidad Autónoma de Occidente, es un producto ampliado y actualizado de algunos de los resultados de la tesis doctoral titulada Transformaciones Ambientales y Acción Colectiva frente a la agroindustria cañera en el Valle Geográfico del Rio Cauca: tres estudios de caso, desarrollada en el marco del Doctorado en Ciencias Ambientales, elaborada por Hernando Uribe Castro, con la dirección de la doctora Aceneth Perafán Cabrera, y tiene como propósito promover el conocimiento en torno a las lógicas de transformación y cambio socioterritorial con impactos ambientales, paisajísticos, económicos y sociales en el valle geográfico del río Cauca, e incorpora en su estructura cuatro capítulos:
El primero, denominado, “El tránsito histórico y espacial del ‘oro blanco’ desde Oriente al Occidente americano”, describe el proceso de difusión histórica y espacial de esta gramínea desde su lugar de origen hasta posicionarse en el continente americano, especialmente en el mundo antillano.
El segundo capítulo: “‘Oro Blanco’ y su presencia en el valle geográfico del río Cauca: modificación del paisaje y del territorio” analiza el proceso de incursión de la actividad cañera y el proceso de modificaciones dadas en el orden territorial, económico y ambiental desde el periodo colonial y de hacienda hasta las primeras décadas del siglo XX.
En el capítulo tres titulado: “Transición, esplendor y consolidación del ‘Oro Blanco’”, se examina la transición del sistema de hacienda a la empresa capitalista, el proceso de modernización impulsado en el territorio por los agentes económicos y políticos, con asesoramiento de misiones internacionales como la Chardón, que abrieron el camino para el despegue del negocio azucarero a partir del diseño socioecosistémico del valle geográfico del río Cauca y la posterior consolidación lograda por este sector productivo hacia finales del siglo XX e inicios del siglo XXI, auspiciadas por el mercado global del azúcar y las políticas neoliberales.
El capítulo cuatro: “Efectos socioambientales y dispositivos simbólicos y culturales asociados a la expansión del oro blanco”, gira en torno a las severas consecuencias que a nivel ecosistémico y social produjo la especialización agroindustrial del territorio del valle geográfico del río Cauca. Frente al grave deterioro ocurrido en este entorno, han sido recurrentes las diversas manifestaciones sociales expresadas en movimientos de resistencia promovidos por distintas comunidades locales, campesinas y étnicas que han sido vulneradas, en gran medida, por la implementación de este modelo. Adicional a ello, en este capítulo se analizan y se ponen en evidencia los mecanismos y dispositivos sociales y culturales implementados por el gremio azucarero para lograr la incorporación de una representación positiva y exitosa del negocio de la caña de azúcar, y sus beneficios sociales y ambientales en la sociedad regional.
Este es un trabajo académico que destaca el aporte significativo de la historia ambiental y de la geografía crítica para comprender los procesos históricos y socioambientales ocurridos en torno al uso y aprovechamiento del territorio del valle geográfico del río Cauca en el marco de un proceso en el que se gestaron diferentes dinámicas de cambio que trajeron consigo graves repercusiones de orden ecosistémico y social.
Se constituye, entonces, en una apuesta académica con la que se pretende aportar a la crítica y a la reflexión acerca de la necesidad de establecer unas mejores relaciones e interacciones con los elementos de la naturaleza y la compleja trama de la vida. Es un llamado a poner en práctica miradas y acciones más integrales, holísticas, responsables y éticas con el sistema viviente. Representa una voz de alerta que invita a despojarse del antropocentrismo, del egocentrismo y de la arrogancia de la especie que valora instrumentalmente cada recurso del planeta.
Los autores agradecen al Programa Editorial de la Universidad Autónoma de Occidente y al Programa Editorial de la Universidad del Valle por acoger esta publicación y hacerla posible. Al vicerrector académico, Álvaro del Campo Parra Lara, y al profesor Jesús Alfonso Flórez, decano de la Facultad de Humanidades, por haber ofrecido a Hernando Uribe Castro todo el apoyo para su formación doctoral.
La búsqueda del oro y de la plata fue, sin duda, el motor central de la conquista. Pero en su segundo viaje, Cristóbal Colón trajo las primeras raíces de caña de azúcar, desde las islas Canarias, y las plantó en las tierras que hoy ocupa la República Dominicana. Una vez sembradas, dieron rápidos retoños, para gran regocijo del almirante. El azúcar, que se cultivaba en pequeña escala en Sicilia y en las islas Madeira y Cabo Verde y se compraba, a precios altos, en Oriente, era un artículo tan codiciado por los europeos que hasta en los ajuares de las reinas llegó a figurar como parte de la dote. Se vendía en las farmacias, se lo pesaba por gramos. Durante poco menos de tres siglos a partir del descubrimiento de América, no hubo, para el comercio de Europa, producto agrícola más importante que el azúcar cultivado en estas tierras. Se alzaron los cañaverales en el litoral húmedo y caliente del nordeste de Brasil y, posteriormente, también las islas del Caribe —Barbados, Jamaica, Haití y la Dominicana, Guadalupe, Cuba, Puerto Rico y Veracruz y la costa peruana resultaron sucesivos escenarios propicios para la explotación, en gran escala, del «oro blanco».
Eduardo Galeano. Las venas abiertas de América Latina,2004.
1. Una travesía: desde Oriente hacia Occidente
Existen interesantes estudios (Mintz, 1996; Pruna, 2014) que detallan la ruta de la caña de azúcar desde Nueva Guinea, su lugar de origen, donde se domesticó como cultivo, pasando por la India, el mundo árabe que incluyó el norte de África, hasta llegar a la península Ibérica y de ahí hasta las colonias en el continente americano:
La caña de azúcar (Saccharum officinarum) fue domesticada en Nueva Guinea, en tiempos muy antiguos. Los botánicos Artschwager y Brandes creen que hubo tres oleadas de difusión de caña de azúcar desde Nueva Guinea, la primera hacia el 8000 a. C. Unos dos mil años más tarde fue llevada a Filipinas, India y posiblemente Indonesia (aunque algunos especialistas consideran que Indonesia es otro punto de domesticación). (Mintz, 1996, p. 47)
Otros autores como Pedro M. Pruna Goodgall (2014) en su libro titulado Historia de la ciencia y la tecnología en Cuba reconstruye la ruta del azúcar a lo largo del planeta, distinguiendo también su origen en Nueva Guinea, donde fue domesticado, y de ahí por procesos migratorios humanos pasó a otras áreas planetarias como el Oriente, asentándose en la China para luego proseguir hacia la ruta occidental que marcó rumbo por India, norte de África y Europa, hasta llegar al continente americano con los viajes de Colón:
La caña de azúcar, planta originaria de la Nueva Guinea, fue domesticada en el sureste de Asia, de donde pasó a la India. Fue allí donde recibió el nombre de sakkara, con el cual pasó al árabe, de donde derivan todas las denominaciones actuales del azúcar en los idiomas europeos (sugar, zucker, sájar, sucre, etc.). Pero al parecer fue en la antigua Persia (el actual Irán) donde se estandarizó el cultivo y la explotación de la caña de azúcar. De allí tomaron los árabes no solo la planta, sino los procedimientos para su cultivo y para la extracción del azúcar. Con los invasores árabes, la manufactura azucarera se extendió por el norte del África y pasó a al-Andalus, el país árabe en España, probablemente en el siglo IX. Ya en el siglo X la obtención de azúcar de caña estaba extendida por las actuales regiones españolas de Andalucía y Valencia.
Los portugueses introdujeron la caña en Madeira, en el siglo XV, cuando colonizaron la isla, que pronto se convirtió en una de las principales suministradoras de azúcar a Europa. Allí se concentraron empresarios y comerciantes de Génova, Venecia y Francia, así como los judíos conversos portugueses que, en definitiva, llegaron a dominar la producción y la explotación de azúcar de Madeira. A principios del siglo XVI, algunos de estos empresarios se trasladaron a Brasil, y desarrollaron –en Pernambuco– una floreciente industria azucarera. La zona fue conquistada por los holandeses en 1630, y cuando los portugueses la recuperaron en 1654, procedieron a expulsar a los comerciantes judíos, quienes se establecieron en algunas posesiones inglesas y dieron inicio allí a una importante producción azucarera, que pronto compitió con la de Brasil. (p. x)
En La Española, donde la caña traída por Cristóbal Colón en 1493 se cultivó por primera vez en América, la industria se vinculó con las técnicas que se utilizaron en las Islas Canarias, colonizadas por España durante el siglo XV. En los años cuarenta del siglo XVI ya había 43 ingenios (así llamaban entonces a los molinos movidos por agua) y trapiches (como llamaban a los molinos movidos por caballos) en La Española; la explotación de azúcar se convirtió en un renglón importante de la actividad de esta colonia (Pruna, 2014).
El azúcar fue el primer producto básico mundial del siglo XVII, era “la mercancía que ocupaba el primer lugar en importancia sobre la base del valor total de las transacciones del comercio internacional” (Moreno, 2001, p. 11). En tierras americanas primero se usó mano de obra indígena para su proceso productivo, la cual no dio abasto, razón por la que se recurrió a la mano de obra esclava; al respecto, señala Galeano (2004) que:
Inmensas legiones de esclavos vinieron de África para proporcionar, al rey azúcar, la fuerza de trabajo numerosa y gratuita que exigía combustible humano para quemar. Las tierras fueron devastadas por esta planta egoísta que invadió el Nuevo Mundo arrasando bosques, malgastando la fertilidad natural y extinguiendo el humus acumulado por los suelos. El largo ciclo del azúcar dio origen, en América Latina, a prosperidades tan mortales como las que engendraron, en Potosí, Ouro Preto, Zacatecas y Guanajuato, los furores de la plata y oro; al mismo tiempo, impulsó con fuerza decisiva, directa e indirectamente, el desarrollo industrial de Holanda, Francia, Inglaterra y Estados Unidos. (pp. 83-84)
En Brasil la actividad azucarera fue muy destacada en el mundo colonial al ser el mayor productor hasta mediados del siglo XVII, lugar en donde se concentró también una importante legión de mano de obra esclava. Los comerciantes europeos usaban el trabajo esclavo para limpiar campos o preparar las inmensas hectáreas de terreno para las plantaciones, como es el caso de Pernambuco y Bahía al nordeste de Brasil, donde eran utilizados para cosechar el cultivo que, posteriormente, era transportado hasta los trapiches en las centrales para ser molido y purgado. Freyre (1985) explica que de la isla de Madeira llegaron los ingenios al norte del Brasil con sus técnicos para la fabricación del azúcar, a lo que se sumó la flota de buques y la mano esclavizada del África. Fue esta una maniobra de gran movilización llevada a cabo por “un número ridículo de europeos”.
Los individuos de categoría, guerreros, administradores, técnicos, eran, a su vez, trasladados por la política colonial de Lisboa como piezas de un tablero de chaquete, de Asía a América, o de aquí al África, de acuerdo a las necesidades del momento o de la región. A Duarte Coelho, enriquecido de experiencia en India, don Juan III le otorga la nueva capitanía en Pernambuco. Sus hijos, Jorge y Duarte de Alburquerque, adiestrados en los combates contra los indios americanos, son requeridos para guerras más cruentas en África. De la isla de Madeira vienen a los ingenios del norte del Brasil técnicos para la fabricación del azúcar. Se utilizan buques de la carrera de las Indias para el comercio con la colonia americana. Se transportan del África, destinadas a las faenas agrícolas del Brasil, naciones casi completas de negros. Una movilidad asombrosa. El dominio imperial, realizado por un número ridículo casi de europeos, corriendo de una a otra de las cuatro partes del mundo entonces conocidas, como formidable juego de las esquinitas. (p. 37)
Entre 1630 y 1654 la Dutch West India Company se tomó el nordeste del Brasil y se hizo a las plantaciones existentes ampliando su campo de acción. Fue en este lugar donde se formó el conocimiento técnico que luego fue usado para las plantaciones en las islas caribeñas, como en Barbados, una vez los holandeses fueron expulsados del Brasil. Según Galeano (2004), las plantaciones de azúcar habían arrasado el nordeste del Brasil. La franja húmeda del litoral que se había caracterizado por los suelos fértiles debido a la humedad, las sales minerales y la abundante vegetación, quedó destrozada. Un daño que, como dice Galeano, se extendió entre Bahía y Ceará, convirtiendo esta línea húmeda litoral en sabana (De Castro, 1984):
Poucas regiões do mundo se prestam tão bem para um ensaio de natureza ecológica como a do Nordeste açucareiro, com sua típica paisagem natural, tão profundamente alterada, em seus traços geográficos fundamentais, pela ação do elemento humano. Com seu revestimento vivo quase que completamente arrasado e substituído por um outro inteiramente diferente: região de floresta tropical, transformada pelo homem em região de campos abertos, teve o Nordeste a vida do seu solo, de suas águas, de suas plantas e do seu próprio clima, tudo mudado pela ação desequilibrante e intempestiva do colonizador, quase cego às conseqüências de seu atos, pela paixão desvairada que dele se apoderou, de plantar sempre mais cana e de produzir sempre mais açúcar. (p. 105)
Hacia finales del siglo XVII había menos de 120 ingenios azucareros (Galeano, 2004); Freyre (1985) analizó las características de la dinámica azucarera en Brasil, en su estudio clásico titulado Nordeste, en el que se aprecian con claridad los efectos de las usinas1 nordestinas: “Aqui, como en Cuba, a indústria de açúcar quase só tem feito crescer ‘territorialmente’, ao mesmo tempo em que o homem vem sendo diminuído por ela, que as águas vêm sendo degradadas pelas usinas, as matas devastadas pelo sistema monocultor” (p. 40).
En el caso de Brasil, así como en el caso de Cuba, como se verá más adelante, la caña de azúcar estuvo acompañada de otros cultivos, en especial del tabaco. Según lo explica Funes (2014), existió una evolución paralela entre la ganadería y la caña de azúcar en el metabolismo industrial cubano. En el caso del Brasil, Freyre (2004) indica el estrecho vínculo con respecto al cultivo tabacalero en el nordeste:
Resaltaba que al igual que en muchas otras zonas de monocultivo en las Américas, al lado de cultivos dominantes, como la imperial caña de azúcar, que requería poca o ninguna atención parte del año, se establecieron otros cultivos de ocio o de gozo. Ese fue el caso del tabaco, para los señores; o de la marihuana, para los trabajadores. No era casual, pues, que en los focos de la civilización azucarera de Cuba y Bahía fuese donde se perfeccionó o se fabricó el habano antillano y el charuto brasilero. (p. 41)
En el caso de las Antillas, explica Funes (2014) que Barbados, una isla de 430 km2, “inició su revolución azucarera en la segunda mitad del siglo XVII y fue el primer exportador hasta inicios del siglo XVIII” (p. 30). Para Galeano (2011) fueron los holandeses expulsados de Brasil los que instalaron las plantaciones en esta isla y sus vecinas. Existía en 1666 alrededor de ochocientas plantaciones de azúcar y más de ochenta mil esclavos. Con las plantaciones, la diversidad de cultivos desapareció por el imponente verde de caña insular. Su propagación había tomado casi todas las Antillas, Guyanas y Jamaica. Autores como M. Palacios (2009) señalan cómo en la Isla de Santo Domingo, en las Antillas, fue importante el colonialismo de plantación. Dice Palacios (2009) que “a fines del siglo XVIII el valor de las exportaciones azucareras de Santo Domingo (Haití) a Francia eran equivalentes a las de oro y plata de Hispanoamérica a España” (p. 48). No obstante, la fuerza alcanzada por la producción azucarera, primero en Brasil, luego en Haití y Jamaica, cobró una importancia sustancial para la dinámica comercial de los siglos XIX y XX en Cuba.
2. Cuba, epicentro de la “revolución azucarera” en el mar Caribe
Tal fue el proceso de desarrollo de la actividad agroindustrial en el Caribe, que autores como Taylor (1994) consideran que influyó en la dinámica de la economía-mundo-capitalista. Incluso se ha llegado a pensar, como se notará en la siguiente cita textual ampliada, que el modelo de revolución industrial inglesa pudo tener inspiración en el modelo de explotación de mano de obra del sistema agroindustrial caribeño (Taylor, 1994). Lo interesante del asunto es que si bien España y Portugal tuvieron en su poder las islas de las Indias occidentales, se desinteresaron de ellas dando paso a que fueran los Países Bajos, Francia e Inglaterra los que se apropiaran y dieran un uso a las tierras de estas islas:
Entre 1620 y 1670 los Países Bajos, Francia e Inglaterra crearon veinticinco colonias en el «Gran» Caribe. Además, Inglaterra se apoderó de tres colonias españolas, y los Países Bajos de tres colonias portuguesas. Después de esta «pelea», la zona comprendida entre el sudeste de Norte América y el Nordeste de Brasil se convirtió en la «América de las plantaciones», que producía tabaco y, sobre todo, azúcar. Estos dos cultivos constituían «sabores» nuevos para los consumidores del centro, por lo que tenían un mercado boyante incluso en la época del estancamiento (Wallerstein, 1980ª). La producción de azúcar requería mucha mano de obra y era perjudicial para el medio ambiente. Al agotarse el suelo cultivable, la producción se había ido desplazando, a finales del siglo XVI, desde las islas del Mediterráneo hacia el Oeste, a las Islas del Atlántico y al nordeste de Brasil. Desde allí los holandeses lo introdujeron en Barbados, los ingleses en Jamaica y los franceses en Santo Domingo. A finales del siglo XVII ya era la actividad principal de las islas caribeñas sobrepasando en importancia al contrabando. La demanda de mano de obra fue suplida con trabajadores contratados pero en 1700 los esclavos africanos se habían convertido en la principal fuente de mano de obra. El azúcar del Caribe, basado en el trabajo de esclavos africanos, se convirtió en el principal producto de comercio del Atlántico. La producción de azúcar generaba tal cantidad de beneficios que algunos Estados semiperiféricos se sumaron al negocio en el siglo XVII: Dinamarca, Suecia y Brandeburgo-Prusia, se hicieron con las islas azucareras. A veces, se ha creído que las plantaciones de azúcar fueron las precursoras del sistema frágil característico de la «Revolución industrial» del centro, debido a que había considerable organización en la producción que se basaba en una mano de obra barata. Es evidente que el proceso de incorporación del Caribe a la periferia provocó un aumento en la producción total de la economía-mundo. (Taylor, 1994, p. 116)
Tal como lo señalan Fielden y Gerald (1955)