La timidez - Christophe André - E-Book

La timidez E-Book

Christophe André

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Beschreibung

¿Ves imposible decir que no o llevar la contraria a los demás? ¿Te bloqueas normalmente al hablar en público? ¿Sueles evitar las actividades sociales o profesionales por miedo al rechazo? ¿Te sonrojas con facilidad sin poder controlarlo? La timidez es una realidad tremendamente extendida. Muchos la consideran una dificultad anecdótica, benigna o incluso agradable, pero en un grado excesivo afecta a una de cada dos personas en los países occidentales. Tanto es así que ha sido objeto de numerosas investigaciones en los últimos años, con la intención de comprenderla mejor y tratarla con más eficacia. Puede ser visible y observable por quienes rodean a la persona que la padece, sumiéndola en un difuso sentimiento de vergüenza; pero también puede pasar desapercibida, y entonces será causa de sufrimiento interno. Puede extenderse a casi todas las situaciones cotidianas, o afectar solo a aspectos muy concretos de nuestra vida. En este libro, Christophe André describe esta forma de «ansiedad social» que muchas veces escapa a cualquier tipo de categorización, ofreciendo herramientas concretas para comprenderla, aceptarla e incluso combatirla cuando no nos permite vivir una vida plena, acorde con nuestras aspiraciones.   «Christophe André ha ganado su apuesta: hacer la psicología accesible a todos los públicos». Lire

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LA TIMIDEZ

Christophe André

LA TIMIDEZ

Traducción de Alicia Gómez Méndez

 

Título original: La Timidité

© del texto: Presses Universitaires de France/Humensis, 1997

© de la traducción: Alicia Gómez Méndez, 2024

© de esta edición: Arpa & Alfil Editores, S. L.

Primera edición: julio de 2024

ISBN: 978-84-10313-09-5

Diseño de colección: Enric Jardí

Diseño de cubierta: Anna Juvé

Maquetación: Àngel Daniel

Producción del ePub: booqlab

Arpa

Manila, 65

08034 Barcelona

arpaeditores.com

Reservados todos los derechos.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningún medio sin permiso del editor.

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

1. LAS DIFERENTES FORMAS DE TIMIDEZ

La timidez

Formas puntuales o específicas de timidez

Las formas patológicas

Las pseudotimideces

2. MECANISMOS Y ORÍGENES

Los mecanismos de la ansiedad social

Los orígenes de la ansiedad social

3. TIMIDEZ Y CAMBIO

Los obstáculos al cambio

Herramientas para el cambio

Los fármacos

Terapias cognitivas y conductuales

CONCLUSIÓN. LAS IDEAS PRECONCEBIDAS SON DIFÍCILES DE ERRADICAR

NOTAS

INTRODUCCIÓN

«Una timidez invencible atajaba mis pasos; todos mis discursos expiraban en mis labios o concluían de un modo muy distinto del que había proyectado; debatíame interiormente y me indignaba en alto grado contra mí mismo».

Adolphe, BENJAMIN CONSTANT

Los novelistas y los poetas saben describir en pocas pero fulgurantes palabras fenómenos a los que los científicos tienen que dedicar páginas enteras. La timidez no es ninguna excepción: mucho antes de que los médicos y los psicólogos se interesaran por ella, los literatos ya la habían descrito con precisión.

Pero ¿qué es exactamente la timidez, una palabra que todos conocemos, un problema que todo el mundo ha experimentado al menos una vez en la vida?

Las dificultades empiezan ya con la definición, porque la timidez es un concepto difuso, una palabra comodín, que abarca tantas realidades como individuos.

Puede referirse a una forma de ser estable, un estilo personal marcado por la discreción y la inhibición; pero también puede manifestarse solo en determinados momentos. Puede ser visible y observable por quienes rodean a la persona víctima de ella, sumiéndola en el bochorno; pero también puede pasar desapercibida, causando sufrimiento interno. Puede extenderse a casi todas las situaciones cotidianas, o afectar solo a uno o dos aspectos muy concretos de nuestra vida.

La timidez nos ha acompañado a lo largo de los siglos. En la Odisea, Homero ya describía a un Odiseo intimidado cuando se encuentra con el rey Alcínoo: «Se detuvo un instante, con el corazón turbado ante su umbral de bronce». La historia de la literatura está plagada de observaciones asombrosamente precisas: figuras como Shakespeare, Montesquieu, Rousseau, Jules Renard, Stendhal, Proust o Tennessee Williams, por citar solo a algunas de las más famosas, han inmortalizado la timidez retratándola de manera extraordinariamente acertada, a través de conmovedoras confesiones autobiográficas, de divertidas descripciones de escenas embarazosas...

Cuando se describe tan a menudo un problema de este tipo, es porque pertenece a todos y cada uno de nosotros, porque se encuentra en el corazón mismo de la naturaleza humana. La timidez afecta a una de cada dos personas en los países occidentales, e ilustra sin duda una forma de ser universalmente extendida, tras las especificidades y particularidades culturales.

Olvidada durante mucho tiempo, la timidez ha sido objeto de numerosas investigaciones en los últimos años, con el objetivo de comprenderla y tratarla mejor. Para los investigadores, ha sido toda una sorpresa descubrir que la timidez es muy común y que puede causar dificultades y sufrimiento. El desarrollo de soluciones psicológicas, y a veces farmacológicas, y de herramientas eficaces para el cambio personal permite actualmente a muchas personas tímidas llevar una vida más acorde con sus aspiraciones.

Pero lo que se conoce como «timidez» cubre en realidad una vasta nebulosa de dificultades, con manifestaciones variadas y mecanismos complejos e interrelacionados. ¿Es posible arrojar algo de luz sobre este tema?

1

LAS DIFERENTES FORMAS DE TIMIDEZ

La timidez es una realidad tremendamente extendida. La mayoría de las encuestas a la población general señalan que dos tercios de los sujetos se declaran más o menos tímidos1 y que los miedos sociales figuran entre los más frecuentes.2 Pero todos los especialistas saben que estas cifras esconden realidades muy diferentes. ¿Qué tienen en común, entonces, la timidez que confesó padecer en la noche de su vida François Mitterrand, presidente de Francia durante catorce años y con un perfil especialmente mediático, y la timidez que se apodera de los jóvenes antes de su primera entrevista de trabajo? Cuando la timidez se convierte en tema de conversación, todo el mundo se declara afectado; pero entonces, cuando un director de empresa de mediana edad dice con tranquilidad que es una persona muy tímida, porque le entra el miedo escénico cuando hace presentaciones en público, ¿está describiendo realmente el mismo problema del que habla su joven vecina de mesa cuando reconoce que teme ruborizarse delante de los hombres que le gustan?

A esa variedad también se refieren los especialistas: existen muchas definiciones científicas de la timidez, ¡más de veinte hasta la fecha! Según el punto de vista que se quiera adoptar, es posible abordar el fenómeno desde el ángulo de lo observable (el comportamiento) o de lo que se siente (las emociones). Uno puede centrarse únicamente en lo estable y duradero (la timidez como forma de ser) o incluir todos los momentos en los que nos sentimos intimidados de vez en cuando (la timidez como respuesta a determinadas situaciones). Es posible fijarse en las formas incapacitantes de timidez (como la fobia social) o ampliar el concepto a todas las torpezas sociales, por leves que sean.

Una de las formas más claras de abordar el problema es, sin duda, referirse al concepto de «ansiedad social».3 La ansiedad social alude al conjunto de fenómenos de incomodidad, que puede abarcar desde la simple vergüenza hasta el pánico absoluto, que se experimenta al enfrentarse a algunas o todas las situaciones sociales. Definida de este modo, la ansiedad social alude a una experiencia profundamente humana que todo el mundo ha vivido. La timidez es una forma específica de ansiedad social, e indudablemente la más común. Pero el miedo escénico, el temor a ruborizarse, la intimidación ocasional, la fobia social y muchos otros fenómenos también se sitúan dentro del espectro de la ansiedad social y, por lo tanto, son afecciones que tienen cierto parentesco con la timidez.

CUADRO 1

Las diferentes formas de ansiedad social

 

Formas benignas

Formas patológicas

Manifestación permanente

Timidez

Personalidad evitativa

Manifestación paroxística

Miedo escénico e intimidación puntual

Fobia social

LA TIMIDEZ

«¡Ah! Porque... Porque estoy poseído por una debilidad deplorable: ¡soy tímido!».

Los dos tímidos, LABICHE

1. Definición

La timidez es, ante todo, una «forma de ser» que combina, en determinadas situaciones sociales, un malestar interior y una vergüenza perceptible exteriormente. La persona tímida es perfectamente consciente de su problema y desea entablar las temidas interacciones sociales. Pero sus dificultades son relativamente incontrolables, lo que la obliga a evitar determinadas situaciones o a adoptar actitudes de retraimiento o inhibición cuando se enfrenta a ellas. En conjunto, estas manifestaciones dejan a la persona tímida con un profundo sentimiento de insatisfacción y menosprecio hacia ella misma.

2. Diferentes tipos de timidez

A) Timidez pública y timidez privada. Algunos autores han destacado la diferencia entre la timidez «pública», fácil de detectar por interlocutores y observadores, y la timidez «privada», que el sujeto tímido experimenta sin que se den cuenta quienes lo rodean. Esta diferencia puede observarse en la evolución de muchas personas tímidas: aunque hayan conseguido superar su problema, afrontando situaciones que antes temían sin inhibición ni inquietud aparente, muchas siguen sintiendo una fuerte aprensión en su interior. Un gran número de estos sujetos se describen a sí mismos como «extímidos». Es como si, al igual que los exbebedores, la experiencia de la timidez les hubiera dejado una marca indeleble, incluso una vulnerabilidad: una sensibilidad particular a las críticas, una fuerte necesidad de aprobación y reconocimiento de los demás, y un miedo siempre presente a que vuelva la aprensión en situaciones imponentes... Las conversaciones sobre la timidez también están plagadas de malentendidos en torno a esta diferencia. Cuando una personalidad pública y mediática, o simplemente una persona que parece estar tranquila, se describe como tímida, entre sus interlocutores puede brotar una cierta incredulidad: «¿Tímido tú? Pero si no lo pareces en absoluto…». Esto se debe a que, por lo general, cuando una persona habla de su timidez, se refiere a manifestaciones de «timidez interna», mientras que, cuando hablamos de la timidez de los demás, solo tenemos en cuenta los signos de «timidez externa».

B) ¿Miedo a los demás o miedo a uno mismo? Otra posible clasificación de las formas de timidez se da en función del objeto principal de los miedos de la persona tímida. Hay quienes hablan de la existencia de dos formas principales de ser tímido:4 la timidez ligada al miedo a los demás (fearful shyness o la timidez aversiva de los anglosajones) y la timidez ligada al miedo a uno mismo (self-conscious shyness o la timidez autoconsciente). La evolución, las manifestaciones o los mecanismos, entre otras cosas, son lo que separa estos dos tipos de timidez.

CUADRO 2

Las dos principales familias de la timidez

Timidez vinculada al miedo a los demás

Timidez vinculada al miedo a uno mismo

Desemboca en un sentimiento de miedo y huida.

Desemboca en un estado de alerta ansioso y en la inhibición.

Surge en el primer año.

Surge alrededor de los 4-5 años.

Está relacionada con lo nuevo, lo desconocido o lo intrusivo.

Está relacionada con el hecho de sentirse observado por los demás o considerado diferente.

Se caracteriza por una fuerte dimensión física de los síntomas.

Se caracteriza por una fuerte dimensión psicológica de los síntomas.

Tiende a desaparecer con la repetición de los contactos (habituación).

Puede agravarse con la repetición de los contactos (sensibilización).

a) Timidez y miedo a los demás. Esta timidez comienza a manifestarse precozmente, durante el primer año de vida: corresponde a una etapa psicológica normal en los niños, marcada por el miedo a los rostros extraños y por una cierta ansiedad por separación de las personas cercanas desde el punto de vista afectivo.5 Esta ansiedad se manifiesta con el llanto, con el rechazo a la mirada y al contacto y con la búsqueda de una persona tranquilizadora. Este tipo de manifestaciones se da en la mayoría de los mamíferos y tiene un marcado carácter innato, ya que muy probablemente representa un medio de protección de la especie (el animal joven se ve empujado a mostrar un mínimo de desconfianza hacia los adultos desconocidos, incluso los de su propia especie). En general, este tipo de timidez desaparece a medida que el niño crece y se acostumbra a estar rodeado de adultos o niños desconocidos. Sin embargo, en algunas personas, el trastorno persiste y continúa manifestándose a través de la evasión del contacto y el retraimiento. Las principales causas de esta «timidez-miedo a los demás» son las siguientes:

— la novedad: las personas desconocidas, tener que hacer tareas inusuales o un entorno poco familiar son factores que pueden desencadenar manifestaciones de timidez. Por otro lado, a medida que la dimensión de novedad deja de ser predominante y el sujeto se familiariza con las personas, las tareas o los entornos, el comportamiento tímido tiende a retroceder (a través del mecanismo de habituación);

— la intrusión: en el primer año de vida, cualquier acercamiento demasiado repentino es susceptible de desencadenar inquietud. Lo mismo ocurre con los adultos tímidos: que te sorprendan cuando menos te lo esperas puede generar una emoción desagradable. Pero este sentimiento de intrusión también puede afectar a la esfera psicológica: tener que hablar de uno mismo, responder a preguntas íntimas, o hacerlas, es fuente de incomodidad;

— el juicio social: a una edad algo más tardía (a partir de los tres años), los niños toman conciencia progresivamente de la importancia del juicio de los demás sobre sus virtudes y defectos. El sentimiento de disconformidad social es el último mecanismo susceptible de generar la timidez-miedo a los demás. El sujeto tiende entonces a preocuparse más de lo que debería por cómo será percibido por sus interlocutores, sobre todo si cree, con razón o sin ella, que estos tienen cualidades que él no posee. Incluso en ausencia de rechazo por parte de sus semejantes, el sufrimiento de los niños con diferencias físicas (discapacidad, color de piel, gafas, etc.) suele derivarse de este sentimiento de alteridad dolorosa y no elegida.

b) Timidez y miedo a uno mismo. Esta forma de timidez se caracteriza por la importancia de los fenómenos relacionados con la conciencia de uno mismo. Lo que caracteriza a quienes la padecen es la intensidad de la vergüenza y de la molestia que sienten cuando se exponen a la mirada ajena. El hombre parece ser el único animal que ha desarrollado una conciencia de su imagen social, el único capaz de percibirse a sí mismo como un objeto social, sometido a la evaluación de sus congéneres. Este fenómeno parece surgir en los niños a partir de los cinco años,6 la edad media en la que pueden aparecer preocupaciones o vergüenzas ligadas a la mirada o al juicio ajeno. En su ensayo El ser y la nada, Jean-Paul Sartre describió perfectamente esta presencia inmediata y ardiente de la mirada de los demás, que a menudo «lo llenaba de vergüenza», y «la presencia sin distancia entre los demás y yo». Subraya claramente hasta qué punto la presencia de un tercero puede alterar los cimientos de nuestra relación con el mundo: «Con la mirada ajena, la situación se me escapa, por usar una expresión trivial pero que traduce bien nuestro pensamiento: ya no soy dueño de la situación». Lo que avergonzará a la persona tímida será el hecho de estar en el punto de mira, de ser el centro de atención. Este foco de atención sobre uno mismo puede provenir de características personales que diferencian claramente a la persona de quienes la rodean: ser pálido entre los bronceados, gordo entre los delgados, pobre entre los ricos, ir con traje a una reunión informal, un hombre en una conferencia de feministas, etc. También puede derivarse de ciertos comportamientos que se consideran inadecuados según los códigos supuestamente preestablecidos: tener el acento adecuado, sacar temas de conversación apropiados, utilizar los cubiertos correctos en una comida formal, etc. Por último, puede estar ligado al miedo a la aparición de ciertas manifestaciones corporales: olores, ruidos o señales de vergüenza, como temblores o rubor. Este tipo de miedo depende en gran medida de la cultura en la que vive la persona tímida: en Japón, por ejemplo, existe toda una sutil codificación de las distintas formas de mirar o sonreír a la persona con la que se está hablando. El tímido japonés suele temer no sonreír o mirar de la forma correcta.

En todos estos casos, el sentimiento de vulnerabilidad ante la observación ajena llega a su punto álgido. Y al final, ya no son tanto los demás, sus juicios o sus actitudes, lo que teme la persona tímida, sino a sí misma y a la forma en que se comportará, o a las dificultades que tenga para controlar sus propias reacciones de vergüenza o emotividad. Es como si, en las situaciones sociales, se ahogaran en ese «ser para los demás» descrito por Sartre.

3. Situaciones temidas por el sujeto tímido

Son de naturaleza social, pues es evidente que la timidez solo existe en referencia a los demás, aunque la evocación de escenas pasadas o futuras pueda desencadenar malestar en ausencia de un interlocutor.

En términos sencillos, podríamos decir que al sujeto tímido le preocupa lo siguiente:

— las situaciones novedosas (un trabajo nuevo, conocer gente...);

— los encuentros con personas imponentes (superiores jerárquicos, por su estatus social, o personalidades prestigiosas a los ojos del sujeto) o intimidantes (personas del sexo opuesto o por las que el sujeto siente atracción, etc.);

— las actividades que deben efectuarse ante un grupo.

Otra clasificación propone dividir las situaciones preocupantes en cuatro categorías:7

— las situaciones en las que hay que alcanzar un rendimiento en el contexto de una interacción más o menos formalizada (hacer un examen, actuar ante un público, etc.);

— las situaciones en las que el sujeto tendrá que revelarse y hablar de sí mismo en el contexto de una interacción informal (cuando se le invita a cenar con desconocidos o en una relación romántica, etc.);

— las situaciones en las que tendrá que defender sus derechos frente a otra persona (presentar una reclamación en una tienda, dar una opinión contraria a la de su interlocutor, etc.);

— las situaciones en las que tiene que someterse a la mirada de los demás (caminar, escribir, comer mientras lo observan, etc.).

Según el caso, las personas tímidas pueden temer a una o varias de estas familias de situaciones.

CUADRO 3

Situaciones temidas por las personas tímidas

Familia de situaciones

Ejemplos de situaciones

Actuar ante un público o interlocutores imponentes.

Hablar en público, hacer un examen oral o una entrevista de trabajo...

Iniciar o dirigir debates en un contexto informal.

Intercambiar trivialidades, responder a preguntas íntimas...

Hacerse valer, tomar la iniciativa, defender los derechos personales.

Pedir algo, negarse, presentar una reclamación...

Llevar a cabo acciones simples ante la mirada ajena.

Caminar, escribir, trabajar bajo observación...

4. Las manifestaciones de la timidez

Estas manifestaciones se enmarcan en varias dimensiones principales:

— manifestaciones fisiológicas: el rubor, los temblores, las manos sudorosas, las palpitaciones o los mareos, más o menos acusados, son síntomas que experimentan con frecuencia las personas tímidas. Hablamos de lo que se conoce como «emotividad». Más de la mitad de las personas tímidas mencionan este tipo de síntomas cuando se les pide describir su timidez de forma espontánea;8

— manifestaciones conductuales: evasión de las situaciones temidas o inhibición y torpeza al enfrentarse a ellas. La imagen popular de la timidez, presente en muchas películas cómicas, siempre ha hecho hincapié en esta dimensión conductual. A caballo entre la aceptación pasiva de los acontecimientos y los torpes intentos de mantener el control de la situación, el tímido así caricaturizado es fácilmente reconocible por la precipitación, el desacierto de sus gestos y su verborrea;

— manifestaciones psicológicas: las dudas sobre uno mismo, el miedo al juicio ajeno o la construcción constante de «escenarios catastróficos» son los elementos más comunes de lo que coloquialmente se conoce como «falta de confianza en uno mismo». A menudo, muchas personas acuden a terapia con esta idea en mente.

En función del predominio de una u otra de estas dimensiones, la timidez adoptará un carácter específico: a veces será la emotividad la que ocupará el primer plano, más o menos fácil de identificar por el interlocutor. Otras veces, la timidez pasará completamente desapercibida, y se limitará a manifestarse como un caos de pensamientos autocríticos cuidadosamente disimulados o múltiples vacilaciones ante la menor iniciativa.

5. La timidez en la vida cotidiana

A) Estabilidad de la timidez. La timidez se caracteriza por una cierta estabilidad en sus manifestaciones. Representa, por tanto, una forma de ser, un estilo relacional previsible, aunque sus manifestaciones a veces estén sujetas a fluctuaciones. Una misma persona puede afrontar determinadas situaciones con una audacia inusitada, mientras que al día siguiente estas le volverán a resultar de lo más intimidante. Hay sutiles variaciones que explican este tipo de fenómeno: la edad del interlocutor, su actitud amistosa o no, la presencia de otras personas, etc. En general, la timidez se caracterizará por una tendencia a inhibir las relaciones durante los primeros contactos, combinada con un ritmo de familiarización relativamente lento. Una persona tímida tarda en sentirse a gusto...

B) La percepción de las personas tímidas por parte de su entorno. Todos los estudios sobre cómo se percibe a las personas tímidas en su entorno en los primeros contactos llegan a conclusiones bastante negativas: a las personas tímidas, en el primer contacto con interlocutores desconocidos, se las juzga como menos amables, menos relajadas, menos equilibradas, menos habilidosas que los demás...9 Sin duda, estos estudios deben matizarse por la capacidad de muchas personas tímidas de dejarse acoger y apreciar en un segundo momento por quienes las rodean. Lo cierto es que, como muchos otros estudios sobre la timidez, estas observaciones recuerdan que la timidez sigue siendo fundamentalmente un hándicap. Tanto más cuanto que la aceptación y la benevolencia mostradas hacia las personas tímidas son a menudo condicionales: se las aprecia en parte porque no molestan, no piden mucho, rara vez dicen que no, no llevan la contraria, etc.

En desventaja cuando entra por primera vez en contacto con otras personas, el sujeto tímido puede mostrar más adelante cierta soltura en entornos en los que se siente seguro. Esto explica por qué algunos padres desconocen por completo las dificultades de sus hijos tímidos, o por qué algunas personas que se sienten perfectamente a gusto en un ámbito determinado se inhiben por completo en cuanto cambian de contexto. Lo mismo ocurre con los roles sociales: un médico que rebosa confianza ante sus pacientes puede mostrarse tímido e incómodo en una fiesta en la que solo conoce a unos pocos invitados. La desaparición de la iniciativa personal es el primer síntoma de la reaparición de la timidez: el sujeto deja de iniciar contactos, de hablar espontáneamente, de proponer ideas...

C) La timidez y la organización de la vida. En términos generales, la persona tímida puede seguir tres caminos:

a) Aceptar la propia timidez, e incluso aprovecharla para obtener afecto, protección y benevolencia de quienes la rodean. Este tipo de actitud es más fácil de adoptar para las mujeres: nuestra sociedad asocia fácilmente las cualidades tradicionalmente atribuidas a la timidez (dulzura, sumisión, sentimentalismo...) con las de la feminidad.

b) Negación y huida hacia adelante, en lo que se conoce como actitudes contrafóbicas. Por ejemplo, elegir una profesión especialmente expuesta a la mirada de los demás, como la enseñanza, las ventas o el periodismo. Llama la atención la cantidad de artistas y estrellas televisivas que confiesan ser o haber sido muy tímidas.10