2,99 €
Dos personas que se transforman en animales son mejores que una.
Cleo lo tiene todo bajo control: es una CEO extremadamente exitosa, Alfa de un clan poderoso de personas que se transforman en osos y una belleza total. Pero cuando una negociación la pone del lado incorrecto de un aquelarre de brujas, es exiliada mágicamente a la mitad de la nada. Cleo se ve forzada a dejarse ir, confiando en la bondad de dos guapos trabajadores de granja para regresar a su vida anterior.
Titus, un hombre dragón con una maldición, y Connor, con un don de una intuición sobrenatural, no están acostumbrados a tener compañía. Cuando su rancho, un santuario para criaturas mágicas, es amenazado por fuerzas externas, los hombres deben confiar en su fuerza y en el ingenio de Cleo para salvar el día. ¿Estará Cleo demasiado distraída por su propio plan de venganza y por los cuerpos marcados de sus nuevos amigos para darse cuenta de que podría haber encontrado a su verdadero amor?
Esta novela ardiente para lectores maduros involucra una revolcada en la paja (literalmente); hombres mojados y sensuales apagando fuegos, y un amor que es mágico por el poder de tres.
Esta novela INDEPENDIENTE es parte de la serio "El hombre oso multimillonario" que se puede leer en cualquier orden. No tiene finales de suspenso y cada historia termina como se debe: con un “felices para siempre”.
Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:
Copyright © AJ Tipton 2015 El derecho de AJ Tipton a ser identificada como la autora de este trabajo ha sido afirmado por ella en conformidad con Copyright, Designs and Patents Act de 1988 (Ley de derechos de autor, diseños y patentes de 1988) (u otra ley similar, dependiendo de su país). Todos los derechos, reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación o transmitida en ninguna forma o por ningún medio (electrónico, mecánico, fotocopias, grabaciones u otro medio) sin la previa aprobación por escrito de la autora, exceptuando casos de citas breves como parte de una reseña o artículo. No puede ser editado, modificado, prestado, revendido, alquilado, distribuido o circulado de alguna otra manera sin el consentimiento por escrito del editor. Se pueden obtener los permisos en [email protected]
Este libro es para la venta a un público adulto solamente. Contiene escenas sustancialmente explícitas y leguaje gráfico que puede considerarse ofensivo por algunos lectores.
Esta es una obra de ficción. Todos los personajes, nombres, lugares e incidentes que aparecen aquí son ficticios. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, organizaciones, eventos o locales es pura coincidencia.
Todos los personajes sexualmente activos en esta obra son de 18 años o mayores.
Creado con Vellum
“¡Dile a esas perras que estoy harta de su mierda de hippies!” Cleo escupió en su teléfono celular mientras sus zapatos marca Louboutin marcaron el paso sobre el cemento del estacionamiento. Ajustó su falda de lápiz sobre sus caderas y buscó en su bolsa rosa Louis Vuitton las llaves de su auto, apretando su celular entre su hombro y su cara. “Soy la maldita CEO. ¿Realmente necesito lidiar personalmente con cada detalle?”
Dejó caer su bolsa sobre el cofre de su auto y siguió buscando las llaves mientras la voz nerviosa de su asistente, Brad, explicó de una forma muy indirecta cómo lidiar con un aquelarre de brujas despreciadas lo asustaba hasta casi darle un ataque cardíaco.
Ella suspiró. ¿Quién iba a saber que construir un hotel completamente hecho de hielo iba a ser la parte fácil?
El aquelarre Brillo Lunar estaba furioso de que Cleo hubiera organizado la asistencia mágica para evitar que el hotel de hielo se derritiera en el calor. El correo de odio (era correo real de papel), Cleo pensó con desagrado, había estado entrando volando por las ventanas todo el día. Aparentemente la magia era demasiado “sagrada” para ser utilizada a fin de obtener ganancias comerciales, pero no demasiado sagrada para ser utilizada para atacar a ejecutivos con cartas.
Cleo supuso que el aquelarre estaba detrás de un mejor trato. Lo que todo el mundo quería era dinero, después de todo. Haber entendido ese instinto era lo que la había llevado a ser multimillonaria antes de cumplir los 35.
“Diles que entendemos que hemos convertido a su competencia en mujeres muy ricas, pero que les ofrecimos este trato a ellas primero. Si fueran tan amables de detener sus protestas y amenazas, estoy segura de que hay espacio para que trabajemos juntos en algún proyecto de negocios a futuro”.
Cleo agarró de manera triunfal sus llaves, escondidas bajo su escondite secreto de galletas Oreo. Justo cuando tocó la puerta de su auto, un destello brillante de luz blanca la cegó y un zumbido melódico la rodeó por todos lados. El sonido incrementó a un nivel culminante mientras el piso se movió bajo sus delgados tacones. Cleo cayó al piso.
“¡Malditas brujas!” ella gritó a nadie en particular, aún cegada e intentando sentir su camino de regreso a la seguridad de su auto mientras sus ojos lastimados intentaban enfocar.
Cleo se quedó congelada. No estaba tocando el cemento desagradable del estacionamiento. Sus dedos estaban peinando pasto, tocando tierra.
¿Qué mierda del demonio? Frotó sus ojos, lentamente recuperando su visión.
Estaba en la nada.
Cleo miró a su alrededor la expansión de naturaleza ininterrumpida que se extendía en todas direcciones y supo, lógicamente, que debía estar en algún lugar. Simplemente era un lugar en donde no le interesaba estar. Y definitivamente no estaba ni cerca de su auto. Respiró profundamente para calmarse y sonrió amargamente viendo su celular, que seguía atrapado en su mano, mentalmente haciendo una lista de las razones por las cuales el aquelarre no debía haberse metido con ella.
¿Multimillonaria? Listo. ¿Alfa de un clan poderoso de personas que se transformaban en osos? Listo. ¿CEO corporativa con conexiones que podían causarle celos al presidente? Muy listo.
Puedo lidiar con esto.
Cleo se paró y sus tacones se hundieron profundamente en el pasto. Volteó los ojos y comenzó a marcarle a Brad, pegándole con enojo a los números de la pantalla de su celular.
El dispositivo vibró en su mano, dándole una respuesta chillante. Fantástico. Trató de abrir la aplicación de mapa en su teléfono, pero la pantalla se hizo borrosa y le lanzó chispas verdes brillantes.
“¡Embrujaron mi teléfono!” Cleo rugió al campo vacío que la rodeaba. Esto no era lindo. Esto no era gracioso. Era una declaración de guerra. Y Cleo no podía pagar la compra de tanques. Su oso interno rugió.
Esas perras iban a pagar.
Se quitó los tacones, lanzándolos dentro de su bolsa. Viendo a su alrededor (lo único bueno era que en un territorio tan plano, podía ver a cualquiera que se acercara), Cleo se quitó su falda y ropa interior, su blusa y brasier, doblando cada artículo cuidadosamente y guardándolo. El viento contra su piel desnuda se sentía agradable. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había estado completamente expuesta en el exterior y no se había dado cuenta de cuánto lo había extrañado. Su cabello largo, de un nuevo color rubio, se movió detrás de ella como un estandarte.
Asegurándose de que su ropa y su celular estuvieran guardados de forma segura en su bolsa, sacó dos elásticos, sujetándolos ajustadamente a la bolsa y alrededor de sus omóplatos, como una mochila. Las correas arruinaban la imagen de diseñador de la bolsa, pero evidentemente eran mejor que dañar la piel al cargar la bolsa entera en su boca.
Su oso interno se extendió y exhaló fuertemente. Sintió cómo cambiaba, creciendo en tamaño y fuerza mientras su oso interno salía de su forma humana. Un pelaje negro y suave la cubrió de pies a cabeza y una ligera sensación de picazón la llenó mientras sus huesos se reorganizaron bajo su piel. Sus orejas se deslizaron, saliendo de su cráneo, descansando en la parte superior de su cabeza mientras crecían y se redondeaban. Al completarse la transformación, su centro de gravedad cambió y cayó en cuatro patas.
Tal vez algo bueno pueda salir de todo esto, después de todo, Cleo suspiró.
Ser transportada mágicamente a la mitad de la nada era molesto, pero dejar que su oso tomara el control era más relajante que la masajista de la compañía. Estar en su forma de oso se sentía bien. Las largas horas que había pasado revisando una y otra vez los detalles del trato del hotel de hielo la habían dejado prácticamente sin tiempo para dejar a su oso ser libre. No se había dado cuenta de cuánta ansiedad había estado sintiendo.
Corrió a través del pasto plano, disfrutand [...]