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Peligrosamente delicioso.
Los fuertes y viajeros dragones del club de motocicleta las Garras de Hierro arriesgarán todo por las personas que aman. Expulsados de sus clanes de dragones, ellos deben usar su encanto y fuerza para desafiar las leyes inhumanas de sus grupos.
Ned está cansado de ser subestimado. Es un motociclista que se transforma en dragón, patea traseros y hornea un pastel de queso delicioso. Cuando una misión para su club de motociclistas, las Garras de Hierro, lleva a Ned hacia el famosamente promiscuo clan de personas que se transforman en tigres, encuentra mucho más de lo que buscaba.
Maya es una mujer astuta que se transforma en tigre y es la cabeza del equipo de seguridad de su clan. Siempre ha desafiado los modos de obsesión con el sexo de su clan, pero conocer al guapo y sensible Ned la hace cuestionarse sobre su punto de vista cínico. Cuando el club de Ned es atacado, Maya y Ned son lanzados dentro de una batalla que probablemente tenga un resultado mortal. ¿Estará Maya dispuesta a perder todo lo que tiene para salvar a Ned?
Esta novela para adultos incluye rescates audaces, postres que te harán babear y un amor recién salido del horno.
Los libros de la serie SU DRAGÓN MOTOCICLISTA son cada uno una novela completa. Se pueden leer como historias independientes. Sin embargo, te darás cuenta de que se disfrutan más si las lees en el siguiente orden:
1 Su Valiente Dragón
2 Su Delicioso Dragón
Y próximamente…
3 Su Dragón Roquero
4 Su Dragón Hacker
5 Su Dragón Alfa
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Copyright © AJ Tipton 2015 El derecho de AJ Tipton a ser identificada como la autora de este trabajo ha sido afirmado por ella en conformidad con Copyright, Designs and Patents Act de 1988 (Ley de derechos de autor, diseños y patentes de 1988) (u otra ley similar, dependiendo de su país). Todos los derechos, reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación o transmitida en ninguna forma o por ningún medio (electrónico, mecánico, fotocopias, grabaciones u otro medio) sin la previa aprobación por escrito de la autora, exceptuando casos de citas breves como parte de una reseña o artículo. No puede ser editado, modificado, prestado, revendido, alquilado, distribuido o circulado de alguna otra manera sin el consentimiento por escrito del editor. Se pueden obtener los permisos en [email protected]
Este libro es para la venta a un público adulto solamente. Contiene escenas sustancialmente explícitas y leguaje gráfico que puede considerarse ofensivo por algunos lectores.
Esta es una obra de ficción. Todos los personajes, nombres, lugares e incidentes que aparecen aquí son ficticios. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, organizaciones, eventos o locales es pura coincidencia.
Todos los personajes sexualmente activos en esta obra son de 18 años o mayores.
Creado con Vellum
No lo arruines. Ned trató de ser hábil con los dos contenedores de plástico de pastelitos de crema que cargaba, cada uno del tamaño de un microondas, mientras esperaba afuera de una mansión intimidante. Casi dejó caer el pedido preciado dos veces al caminar por la larga entrada de autos de las personas que se convertían en tigres y que tenía a los lados estatuas de parejas y tríos desnudos teniendo sexo. Los tigres tenían una reputación de tener apetitos sexuales extremos y, si la decoración de la mansión de su alfa era algún indicativo, se la habían ganado.
Ned tragó, mirando fijamente las grandes puertas de madera de la mansión, cada una más alta que dos Neds parados uno sobre el otro. Se tambaleó con las cajas por un segundo antes de lograr tocar el timbre con su codo. Lo logré. Sonrió.
Ned esperó a que alguien contestara, moviendo su pie impacientemente. Se dijo a sí mismo que había cosas peores que ser el niño de los recados de las Garras de Hierro, siempre siendo enviado a hacer trabajos que no requerían de fuerza física, habilidades técnicas ni astucia pura. Cada miembro del club de motociclistas era un dragón sin clan, pero todos habían llevado habilidades únicas y útiles.
Todos menos yo.
“¿Si?” Una voz sospechosa lo hizo enfocarse en el trabajo de ese momento.
Ned subió la mirada para ver los ojos cafés más hermosos que había visto jamás. La mujer lo miró fijamente esperando una respuesta, vestida simplemente en una camiseta negra sin mangas, ajustada y jeans, con una pistola paralizante en su cadera. Ella le quitó el aliento. Su impresionante piel color ámbar, sus feroces ojos y el bindi rojo brillante entre sus cejas casi hicieron que Ned olvidará por qué estaba ahí. La mujer movió sobre su hombro su largo cabello, atado en una complicada trenza y Ned se dio cuenta de que ella estaba esperando su respuesta.
“Hola, soy Ned”. Él se balanceó para intentar saludarla con la mano mientras aún sostenía los grandes paquetes de postres. Finalmente se rindió después de que los pastelitos de crema se deslizaran en la caja a unos ángulos extremos y decidió conformarse con algo que esperaba pareciera como un movimiento de cabeza y lo hiciera ver bien. “¿De las Garras de Hierro? ¿Me enviaron a entregarle esto a Gita?” Una pequeña gota de sudor bajó por el costado de la cara de Ned. “¿Estoy en el lugar correcto?”
“¿Tú eres parte de las Garras de Hierro?” La mujer sonrió, dando un paso para acercarse a Ned. “Pensé que serías…”
“¿Más grande?” Ned adivinó. Lo escuchaba todo el tiempo. No era exactamente chaparro, Ned medía casi 1.80 metros, pero sus compañeros Garras lo hacían ver como un enano en comparación.
“Iba a decir más sucio. Para ser un hombre motociclista, te ves muy arreglado”. La mujer tomó los contenedores de las manos de Ned y las colocó sobre el piso. “Ahora, ábrelas”.
“¿Qué?”
“Soy Maya Bethi, jefa del equipo de seguridad del Alfa Raj. Necesito revisar que no traigas armas ni nada así”.
“Eh… está bien, ¿creo?” Ned controló su cuerpo para que no reaccionara mientras las manos de Maya se deslizaban bajando por sus brazos estirados, sobre sus hombros y sobre los músculos de su pecho. Intentó pensar en cualquier otra cosa en lugar de en lo increíble que era la sensación de cómo lo tocaba mientras se hincó en el piso frente a él, deslizando sus manos desde sus tobillos, hacia sus pantorrillas, sus muslos, su…
“Bien, estás limpio”. Ella sonrió, ahora mirando los postres que había dejado de lado. “Entonces, ¿qué hay con los postres?”
“La caja con el sello es para Gita. Escuchamos que la…” Ned sintió como su cara se calentó mientras se sonrojaba furiosamente “…consorte favorita de su alfa estaba enferma, así que horneé un poco de nuestro polvo en estos pastelitos de chocolate y crema ganache para que se mejore”.
“Escuché que ustedes, locos, estaban distribuyendo soplo a humanos”. Maya sonrió con aprobación. “Atrevido”.
¡Piensa que soy rudo! “Es un trabajo peligroso. El Alto Consejo de Dragones lo prohíbe estrictamente, así que estamos en peligro constante, involucrándonos en peleas y balaceras. En realidad no nos importa el Consejo ni sus sicarios o sus reglas”, Ned presumió. El soplo, un polvo hecho de escamas de dragón molidas, tenía efectos milagrosamente curativos en los humanos. Unas cuantas dosis podían curar o hasta revivir a un humano. El Alto Consejo había prohibido la distribución de Soplo, paranoico de que los humanos regresarían a cazar dragones por sus escamas como lo habían hecho siglos antes.
“Bueno, asesino”, Maya dijo a secas. “La habitación de Gita es subiendo las escaleras, a la izquierda”. Detuvo a Ned antes de que este entrara. “Mencionaste que la medicina de Gita está en una de las cajas. ¿Qué hay en la otra?”
Ned movió las cajas para que la que no tenía sello estuviera encima. Abrió la tapa y sonrió ampliamente. “Estos son pastelitos de chocolate y crema ganache sin soplo. Pensé que podrían gustarles a algunos de tu clan”.
Delicadamente, Maya hundió su mano en la caja, removiendo el postre envuelto en papel encerado mientras mostraba una expresión ilegible en su cara. “Gracias. Ahora entra”. Ella señaló con su cabeza hacia la escalera principal que se encontraba en el recibidor.
Ned subió las escaleras, cuidadoso de no mover los pastelitos de crema mientras se movía. Las escaleras se enroscaban gentilmente hacia el segundo piso y Ned hizo una pausa en el descanso para ver si Maya mordía el postre. Ella desenvolvió lentamente el pastelito.
¿Será de las que entrecierra los ojos? Amaba intentar adivinar cómo reaccionarían las personas a su comida. Algunos inhalaban suavemente, otros solo entrecerraban los ojos y suspiraban. Maya metió el pastelito de crema en su boca y Ned sostuvo su respiración. Un pequeño gemido salió de los labios de Maya mientras cerraba sus ojos, masticando lenta y deliberadamente.
Esta es la razón por la que cocino. Ned sonrió.
Ned se apresuró antes de que Maya lo descubriera viéndola. Sus pies se hundieron profundamente en la acolchonada alfombra mientras se movía por el pasillo. ¿Dijo a la derecha o a la izquierda? Buscó alguna pista a su alrededor que le indicara dónde estaba la habitación de Gita.
Mientras caminaba por los largos pasillos, Ned repartió los pastelitos sin soplo a los hombres y mujeres tigres ajetreados en sus ocupaciones. Vio sus reacciones con felicidad, sus pies se sentían más ligeros mientras caminaba. Este había inhalado, ese cerró sus ojos, el otro se atragantó. No había más gemidores pero uno era suficiente en un día. Hasta las reacciones más sutiles hacían feliz a Ned.
Los corredores parecieron mezclarse unos con otros después de un rato. La única diferencia en los pasillos era el arte que adornaba las paredes, todas las piezas mostrando a sus sujetos en varias posiciones haciendo el amor. Ned se detuvo para ver fijamente una fotografía particularmente impresionante de una mujer disfrutando felizmente de ser atendida por dos hombres y otra mujer.
“¡Tú! ¿Eres el niño de las Garras?” una voz ahumada preguntó. “Soy la sanadora de Gita”.
Ned intentó disimular su vergüenza al voltear hacia la mujer. “Niño” era un término relativo. Él quería declarar que no era un niño. Tenía 25 y medio, maldición. La mujer tenía puesto un pedazo de tela azul alrededor de su cintura y una sonrisa. Ned intentó ignorar activamente la desnudez de la mujer mientras ella caminaba hacia él, sus pechos desnudos se mecían lentamente con el movimiento de su cuerpo.
“Soy Ned”. Entregó el contenedor con el sello. “Esto tiene la medicina de Gita. Hay instrucciones en la parte superior y se debería mantener en refrigeración…”
La mujer presionó uno de sus dedos sobre los labios de Ned. “No te muevas”. Desapareció dentro de una habitación del otro lado del pasillo con los postres con soplo balanceados sobre una de sus caderas danzantes.
Ned cambió su peso mientras esperaba, intentando no mirar fijamente la pintura de una pareja contorsionada en ángulos que deberían ser imposibles. La sanadora salió de la habitación después de unos momentos.
“Gita está agradecida por la asistencia de tu club”. Sus manos comenzaron a moverse sobre el cuerpo de Ned mientras se movía más cerca de él. “Yo también estoy agradecida”.
El cuerpo de la mujer desconocida estaba tan cerca que Ned podía sentir el calor que irradiaba de su piel. Ella se inclinó hacia adelante, las puntas duras de sus pezones tocaron el pecho de Ned y ella tomó el lóbulo de Ned entre sus dientes, mordiendo [...]